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Arquitectura Historicista en el Siglo XIX nobuko Iglesta, Rafael Eliseo José ‘Arquitectura historicista en el siglo XIX - 1a ed. - Buenas Aires: Nobuko, 2005. 210 pas ih 21415 6m, ISBN 987-584-098-6 1. Historia de la Arquitectura. I, Titula cod 72009 Diseiia general: Vanesa Farias Hecho et depésito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina { Printed in Argentina La reproduceién total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica 0 modifieads, no auto~ rizada por los editores, viola derechos reservados; cualquier utilizacién debe ser previamente solicitads. © 2006 nobuka ISBN 987-584-038-6 Febrero de 2006 Este libro fue impreso bajo demanda, mediante tecnologia digital Xerox en bibliogrdfika de Varos S.A. Av. El Cano 4048. Capital Info@ bibliogeatika.com / www.bibtiagrafika.com En venta en: UBRERIA TECNICA, Florida 683 - Local 13 - CIOGSAAM Buenos Aires - Argentina Tels 54 11 4314-6303 - Fax: 4314-7135 E-mail: ventas@nobuko.com.ar FADU - Ciudad Universitaria Pabell6n 3 - Planta Baja - CV428EHA Buenos Aires - Argentina Tel: 5411 4786-7244 Indice General EL ENCUADRE RAI W Una cultura urbana WW ELencuadre econdmico 13 Elarte como mercancia 16 El desarrollo del maquinismo 19 El predominio de la clase media 22 Las formas politicas 26 La visién del mundo: imagen e interpretacién ELarte desemantizado 40 FLromanticisma 42 Arte vs. sociedad 44 La soledad del artista 45 Fl esti a 46 Romanticisma e historicismo 49 Arquitectura y Romanticismo 52 2.EL HISTORICISMO. 59 Del Renacimiento al “revival” 59 El historicismo en el campo artistico 60 Los usos artisticos de la historia: la moraleja 61 La resemantizacién de las formas 63 Los presupuestos teéricos 70 Los estudios histéricos 7 La teoria arquitecténica La arquitectura como semiosis El mensaje emotivo J.N.L. Durand El neomedievalismo teorico: A. W. Pugin John Ruskin Viollet le Duc 3.LA ARQUITECTURA NEOCLASICA La prédica de la democracia La arquitectura de la Revolucién Norteamericana La obra de Jefferson Los Parlamentos Los bancos La arquitectura imperial Los ideales culturales significados por el neoclasicisma 4.LA ARQUITECTURA NEOGOTICA El revival en el siglo XVIII La arquitectura religiosa la Sociedad Camden de Cambridge Etica y arquitectura El simbalismo del neogoticismo la difusién del neagotico religioso Sir George Gilbert Scott Europa y los Estados Unidos 5.UNA EVALUACION El neoclasicismo El organicismo neagético Historicismo y necrofilia REFERENCIAS, 75 77 79 82 85 a1 a4. 99 99 103 107 107 11 112 126 143 143 149 188 161 162 165. 168 179 189 189 194 197 201 ARQUITECTURA HISTORICISTA EN 4 SIGLO XIX | ARO. RAFAEL & J. IGLESIA CAPITULO CERO Dice Borges que en 1905, Hermann Bahr decidi “El Unico deber, ser moderno”. La misma decisién animé en el siglo XIX todos los impulsos de la sociedad europea y sus filiales americanas. Asombrosamente, fue en este sigla y en las postrimerias del siglo anterior, cuando en arquitectura se plasmé una vuelta al pasado que aparentemente desdice a ese impulso general. Toynbee ha escrito duras frases contra el historicismo del siglo XIX; los cri- ticos del siglo XX -y los arquitectos de vanguardia del mismo siglo- lo han acompafiado. Fergusson, a fines del siglo habl6 de “arquitectura degradada” y N. Pevsner escribid: "baile de mascaras". Con esto no se Ilegd a la comprension, De nuevo Borges: “Ser moderno es ser contempordneo, ser actual; todos fatalmente lo somos. Nadie ~fuera de cierto aventurero que sof Wells- ha descubierto el arte de vivir en ef futuro 0 en el pasado. No hay obra que no sea de su tiempo...". éPor qué el siglo XIX, el siglo del progreso, quiso en arquitectura vivir en el pasado; asi como mas adelante, otra arquitectura, la nuestra, quiso vivir en el futuro? éPor qué esa vana pretension? Yo intento aqui desarrollar ideas que faciliten la comprensidn de la contem- poraneidad del histaricismo arquitecténico con su tiempo. Lo que no apunta a una justificacién, a un elogio o a una disculpa. Solo busco comprender un acto aparentemente desatinado. A pesar de sus ganas de revivir el pasado, el "jura- mento de los Horacios” seguira siendo una pintura de fines del siglo XVIII y la iglesia de La Madelaine, un templo tipico de principias del 1900. Ninguno de los dos sera romano 0 griego segiin las preferencias de sus autores. Este ensayo intenta, no sin temeridad, arrimar respuestas al problema de esa contradiccion. Material protegido por derechos de autor ‘ARQUITECTURA HISTORICISTA EN £4 SIGLO XIX | ARQ, RAFAEL f J. IGLESIA 1. EL ENCUADRE CULTURAL “La fe del siglo provenia de tres fuentes: uno de eflas era el movimiento romantico, acusado en la restauracién religiasa, en elarte, en las aspiraciones politicos; fa atea fuente, el avance creciente de la ciencia, abriendo nuevos couces al pensamiento; y fa tercera Fuente, los progresos de Ja técnica que cambiaran totalmente las candi- ciones de la vida humana”. (A. N. Whitehead) Una cultura urbana El movimiento arquitecténico que estudiamos se desarrollé durante el siglo XIX, cuando nuestra cultura puede considerarse como casi totalmente urbana. Esta caracterizacién comenzo luego del derrumbe del Imperio Romano en Occidente, en una Europa devastada y empobrecida, donde imperaba el feuda- lismo. A principios del siglo XII los habitantes de las ciudades comenzaron a reconocerse como integrantes de un grupo social particular, diferente de la nobleza y del campesinado. Por su lugar de residencia, tomaron el nombre de “burgueses", habitantes de los burgos. L Mumford ha descripto en “La cultura de las ciudades” el desarrollo de este fendmeno, que termind por predominar en todo el ambito de la Europa Occidental. A partir del siglo XVIII el proceso de urbanizacién se acelera y en el siglo XIX la cultura ciudadana podia exhibir como su exponente mas fastuo- so al Paris del Baron de Haussman y como ejemplo mas inhumano a la “Ciudad Carban" de Carlos Dickens. Alli, en las ciudades europeas se gestaron los rasgos y las pautas culturales que habrian de imponerse en todo el mundo: W /ARQUITECTURA HISTORICISTA EN EL SIGLO XIX | ARQ. RAFAEL E J, IGLESLA Cadle de Londres, Grabado de G. Dore: 12 ARQUITECTURA HISTORICISTA EN EL SIGLO XOX | ARO RAFAEL FJ. IGLESIA “El trabajo en la época industrial tuvo lugar en el entorno sin precedentes de la gran ciudad; y esta o pesar del hecho de que fa mayoria de las revoluciones en Ia industria se desarrollaron en villas industriaifeadas, de mineros, tejedores, fabricantes de cadenas y clavos y otros trabajadores especializados. En 1750 séfo habia dos ciudades en Gran Bretafia con mds de $0000 h. -Londres y Edimburgo- en 1801 yo habia acho yen 1851 veinte y nueve, que incluian a nueve con mds de 100.000 h.” (Hobsbawn, 86). Las caracteristicas multiples y cambiantes de esta cultura dificultan su estu- dio. La dinamicidad -e! cambio y los contrastes- fueron abrumadores, fomen- tados por la contigiiidad espacial que favorecia todo intercambio: de cosas y de ideas. No se trata de una cultura homogénea, con largos periados de estabili- dad, nucleada alrededor de instituciones y valores de prolongada vigenci de una sociedad donde todo es cuestionado y donde el cambio en la homogeneidad de las cul- turas conservadoras y adquirié el cardcter que ain hoy mantiene: los cambios se acaecen en rapida sucesiin y casi tados los valores culturales se relativizan, positive y sinénimo de progreso. La cultura perdi Todos los elementos de la cultura aparecen desdibujados, “desconcertados". Sélo un aspecto de la totalidad aparece firme y estructurado: la organizacién econémica. La circulacién monetaria y los adelantos técnicos permiten confor= mar un sistema productive de fuerte coherencia: el capitalismo, El encuadre econémico La integracién de un sistema econdmico mundial. La creciente produccién industrial del siglo XVIII necesité de los comerciantes, cuya actividad crecia desde la Edad Media y quienes se habian convertido ya en verdaderos capitalistas comerciales. El aumento de la produccién industrial ” En adelante se indicara para las citas entre paréntesis autor y numero de pagina. Las referencias bibliograficas figuran al final del texto. 13 ARQUATECTURA HISTORICISTA EN L. SIGLO XIX | ARQ, RAFAEL EJ ESA y la dificultad de colocacién de esa produccién en los mercados cercanos hizo del capitalista comercial una pieza fundamental en el nuevo sistema econd- mico. En Francia, bajo Luis XIV, el estado actudé como capitalista manteniendo la produccidn industrial y comercializando sus productos, accion que resulté exitosa a corto plazo, pero los capitalistas privados la superaron al invertir simultaneamente en la produccién y en la comercializacion de bienes de con- sumo. Por Ultimo, el sistema alcanz6 una escala mundial dentro de un sistema cada vez mas integrado. El Imperio Inglés fue un excelente ejemplo: “Gran Bretafio, como una de las potencias victoriosas que habian derrotado af gran Nopoleén, tuve un lugar predominante en los concilios posteriores a Waterloo. Su fuerza descansaba menos en fa cantidad de potencial humano disponible y mds en Su superioridad técnica industrial y econémica y en su afto grado de unidad nacio- nat. Después de Ia derrota de Francia, Gran Bretafia resufté Ia mayor patencia de Europa occidental y del Mediterréineo, y a pesar de la pérdida de Américo, lo prime- ra potencia en el mundo colonial... Los mercados del mundo quedoron abiertos a sus productos manufacturodos, y las dreas subdesarrofladas del mundo a sus inversio- nes. Pronto la City de Londres se convirtid en Ia capital econémica del mundo". (Thomson, 26) “Lo que es muy importante es lo pecutiar, ciertamente unica, situacién de Gran Bretafo en fo economia mundial, que fue parcialmente te causa de nuestro tempro- no éxito y que fue reforeada por él. Fuimos los agentes del intercamblo econémico entre os avonzades y Jos rezogados, entre fas regiones industriales y las producto» ras de materias primos, entre las zonas metropolitanas y las coloniales 0 casi coloniales. Quizd debido a que se construyé fundamentalmente alrededor de Gran Bretafia, |a economia mundial del capitalismo de siglo XIX se desarrollé como un sistema simple de tres flujas, en el cual las transferencias de capital y de productos estabon amplamente en manos de instituciones briténicas, eran transportodas en barcos briténicos y calculodas en Iibras esterlinas", (Hobsbawn, 14). La estructuracion de este sistema econdmico fij productivas del mundo de acuerdo con los intereses europeos. Europa fue el centro del capital y de la praduccién manufacturera, el resto del mundo proporcioné materia prima y se convirtié en mercado consumidor de los productos metropolitanos. 14 roles a todas las zonas ‘ARQUITECTURA HISTORICISTA EN £4 SIGLO XIX | ARQ, RAFAEL f J. IGLESIA El motor fue el lucro, la ganancia. Mantoux hace un resumen esclarecedor: “La gran industria concentra y multiplica los medios de produccién con el objeto de acelerar y eumentar su rendimiento, Emplea las méquinas, que ejecutan con una precisién infalibfe y una prodigiosa rapidez las laboses més complicadas 0 mds rudas, Para ponerlas en movimiento, reemplaza la fuerza muscular, de recursos limi- tados ydesiguales, por fuerzas motrices inanimadas: Fuerzas naturales, como Jas det viento y del agua; fuerzas artificiales, como Jas del vapor y Ia electricidad; unas y otras, déciles como ia materia inerte, regulares e infatigables, pueden acrecentarse a voluntad y sin limites”. (Mantoux, 3). Esta regularidad elimina imprevistos, permite calcular, planificar la produc- cién mediante un proceso cada vez mas abstracta y menos sensible a los cam- bios coyunturales. La gran industria se desarraiga, por su propia naturaleza, de los eventos accidentales. Es cada vez mas un fendmeno independiente de los hechos naturales, sean estos humanos o no. “Para dirigir el fncionamiento de Jas mdquinos rene un gran niimero de obreros, hambres, mujeres y niftos, quienes, aplicados a tareas especiales, llegan a convertir- se en otros tantos engranajes de las maquinas mismas... y como sesorte de esta acti- vidad formidable, como una causa y como un fin, detrds del desplicgue del trabajo humano y de las fuerzas mecdnicas se mueve el capital, arrastrado por su propia ley, que es ia de fe ganancia y que lo impulsa a producir sin interrupcién, para acrecen- tarse sin cesar... (Mantoux, 4). El crecimiento en la produccién lleva al cambio de eseala. De la escala regional del reducido comercio medieval se pasé a la escala nacional ¢ inter- nacional del primer mercantilismo. Pero la Revolucién Industrial implica un aumento en la produccién que s6lo puede absorberse en escala mundial. “Esta gran cantidad de mercancias fabricadas es preciso venderfa; lo venito, que rea~ fiza to ganancia, es fa meta finat de toda produccién industrial. El fuerte impulso dado por fa gran industria a la produccién se comuntea én sequida a la circulacién de fos productos... La competencia se exagera, y can los progresos de la industria de los 15 ARQUATECTURA HISTORICISTA EN L. SIGLO XIX | ARQ, RAFAEL EJ ESA transportes, se extiende de los individuos a las regiones, a ios naciones, més évidas que nunca de perseguirsus intereses materiales. Se desencadenan tos conflictos eco némicos. EI mundo entero no es ya sino un inmenso mercado que las grandes indus~ trias de todos los paises se disputan como un campo de batalla...” (Mantoux, 4). Todo el sistema pivota alrededor de las ganancias, esto produce hechos posi- tivos y negativos, “A la produccién desbordante corresponde un modo particular de la distribucién de las riquezas. Si se considera al consumidor es evidente que, por lo que a él se refiere, Se ha efectuado un gran progreso; la rareza y carestia de fas mercancias ha dismi- auido... Pero el optimismo se modifica radicalmente si se examina la condicién de las productores. En fa base de todo el sistema de fa gran industria encantramos, junto con Io energia proporcionada por las méquinos, uno inmensa aeumutacién de trabajo humano, mientras que en /a cima se eleva, estrechamente concentrado, el amontonamiento creciente y formidable de los capitales. Y los productores se divi- den en dos clases: una que da su trabajo y no posee mada, que vende la fuerza de sus brazos y el tiempo de su vida por un solario; otra que detenta el capital a fa que pertenecen Jas fabrics, los moterias primas, las méquinas y @ la que von 0 poror los ganancias y beneficios..” (Mantoux, 5). Este conjunto de hechos se estructuré en un sistema de una extrema cohe- rencia interna que influyo sobre el todo cultural, "De ahi ha salido

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