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Judith Butler Gayatri Chakravorty Spivak | ; Prélogo de Edvardo Griner A a Mitt —— —_- + gQuién le canta al estado-nacién? Expacios del Saber ‘Gkinos elo publicados 28 Ain Ma ani it 3 A Nog ec nin A flr Ge Dae Or apne fi Siok Pace crac. ferns Bene dire ‘3. ML Plain B Nebug (emp), ners 9 pr Le emi. ‘i deme rene 45 Rr Sere = SSS eater ee BF Gis i ne ap ‘9. wee & Ava Cor, La meer compre pty Arnis str ghar at BLK: cine'y heel Gnas ear opera Joe Ramey Br renee ey Sake noe Liha, Pen ae eps 55 Neg ©: Gotan ad 54 ACRES TREES Gp Sit Ctra am 55 Lr pty 25 hay he git tn fom i Seat ae SE oe woo 2 Tey baer as fe 8 Easy Suey pinto ea bade cape nal (ft Sy eta) ri {Fg Ropes ep Bare at ©. Debus Betas $0 Mtns Lp HED eh eye fi 4 Nilay & Sk treet Judith Butler Gayatri Chakravorty Spivak ¢QUIEN LE CANTA AL ESTADO-NACION? Lenguaje, politica, pertenencia PAIDOS Buenos Ait Barcelona Mion “Te ig Sige Nin Se Ce, Sn ak 207 Forvcrs ce Seal ale ha cr lee eg, in, eer 1st aya craraery Eph ines bearo Se a 2 en-au sy 1. Sey ae. | Spat Gays Caer Tho “Paint Reet ES fencer ua eel ups La 1122 Spm espns rs nen nk 30 gem Nota introductoria Prologo. Sobre el estado-bifurcacién y otras perplejidades dialogantes Eduardo Griiner oso B Quin le canta al estado-nacion? enone 43 Sobre las autora. 129 Nota introductoria Hacia finales de los aftos noventa, el Critical “Theory Instinute dela Universidad de California, Ivine (UCD) convood en una mesa redonda a Jacques Derrida (comprometido al Departamento de Humanidades de dicha Universidad desde 1986), 2 Gayatri Chakravorty Spivak y Judith Butler. Las eres personalidades académicas toma- rom asiento en ese orden, El profesor Manuel Asens, titular de Filologia cn la Universitat de Valencia, asiduo vistante en calidad de docente invitado por diferentes univer- sidades de los Estados Unidos, asistié al encuen- ‘troy afirma haber escuchado el siguiente comen- ‘tario de una persona sentada a su lado: “Mira, si parecen el padte, la madre y la hij”! 1, MACHA, Revita el Mien drt Contemporen de Barns, (ra de 205) ’ “uit Bury Goats Chalo scorty Spivak La glosa no estaba exenta de cierta malevolen- cia pero, si como afirma Asensi, se piensa en la familia como un espacio conilicivo, muchas ‘veces sin posbilidad de resolucién, entonces se puede comprender con mayor clariad el parti- cular vineulo que uni a estas tres notables figu- 135 del pensamiento contemporineo. La partda final de Derrida, en 2004, sin duda dej6 un vacio ~personal y afectivo antes que inte- leceual-, aunque Spivak se anima a afirmer que, sis alld del dolor provocado por la pérdida del amigo, “del mismo modo que la muerte de Hegel no implies el final de la dialéctica, tampoco la ryerte de Derrida supone el fin de la decons- truccién, :Dénde empezd la deconstruccién?”, La deconseruccién continta, en consecuencia, y-el dislogo también. El 4 de mayo de 2006, la UCT volvié a reunir a Gayatri Spivak y a Judith Butler para debatir acerca de las nuevas condicio- nes asociadas alas ideas de estado, nacién y per~ tenencia, y us variables expresivaspolitico-culmu- rales. En esa oportunidad no intervino un moderador en sentido estrict, y la tnica part pacin externa que se consigna es la de Dina Al- ‘Kassim, profesor asitente de Literatura Compa nada en lrvine, quien realza algunas preguntas hacia el final del libro. La obra, que refleja el fragor del dislogo, fue publicada en su versién original por Seagull 10 Qui lesan al eae main? Books (Calcuta, India, 2007), sin dar mayores apreciaciones ni detalles acerea del encuentro, consignando apenas la desgrabacion del debate cn estado puro. Para la presente edici6n en espaftol, se tomé fen cuenta Ja transcripcién de Seagull Books, y sgracias 2 los aportes de Ia profesora Butler, se intent6 profundizar con mas datos acerca del ‘encuentro en beneficio de nuestros lectores Et Eprror n Prélogo Sobre el estado-bifurcacién y otras perplejidades dialogantes EDUARDO GRUNER Inmiscuirse -bajo el pretexto de un Prétogo- cen un dislogo entre dos pensadoras (aunque hay aque decir, mis bien, que se trata de un monélogo 2 dos voce es Judith’ Butler, casi siempre, la que planta las cuestiones y marca los ritmos) es na empresa con dificultades milkiples. La primera, Ja is obvia, es Ia elecciGn del ton: ¢“dialogaré” yo también?, zy quién me autoriza hacerlo? Después de todo, tengo la ventaja -de la cual no sme privaré de aprovecharme- de conocer mado el idlogo de antemano; pero zuna intervencién retroactiva -incluso con la posbilided de acuer- dos y diferencias aprécoup- puede, tanto en tér- :minos éticos como lgicos, formar parte del “di logo”? Y ademés: tendré —la gramética y la dramética dialogantes me lo imponen casi “tota- litariamente", como diria el provocador Roland Barthes- que usar el casi obsceno yo, cuando uno 8 SS —— dwar Grier de los temas del dislogo ya se lo leeré- es o6mo pasar l ner. Y sin embargo, seria mis obsce- no atin que yo usara un moat, pues he sido inv tado a este dflogo por la editorial, y no por ls logantes,y por lo tanto deber€ amir mi con- dicién de solitario seyeur (mas bien leer, pero en la misma posicén de espa) que hace (abuso dela palabra, Finalmente ~but not lat, como dicen los bri= ‘nicos~hay una dificulad ge6mo Uamarl? “ted rica”. “Yo" dialogo por eavitn, nego de que Burlery Spiva lo hicieran oralmente, para luego ser psader la letra impress. Pareceré na trivi- lida. En todo caso, un nimio inconvenient te nico (shabrin Fancionado bien las grabadorss?, ase hab hecho correcamente la transcripciGn?, excéter). Pero los desizamientos entre la orl dd y Ia ecritara, tan tesbaladizos ellos, son una de as nervaduras centrale dela lecara llamada deconstruction, a la que supongo se puede decir ‘que pertenecen aunque de dstintas maneras, re ocurre- las dalogantes; y no es un dato ‘menor ~més bien es algo que asusta un poco «que una de ells, Gaya Spivak, sea la raducto- sal inglés (que no ex, pot supvesto, su lengua ‘atema, para aumentar los dslzamientos) nada menos que de De le Granatobgia, de Jacques Dersids, ¥ también se lee més adelanie sobre los largos sleances ~flsf-pelties, y no tan “ Pris solo “técnicos”, otra ver que proyeeta Ia cues- tién desesperante de Ia traducin ~esa bisqueda ‘mporile y omnipotente de una lengua divina ori ginaria y prebabélica, como hubiera dicho ‘Walter Benjamin asi como lacuestién della vez, incluso dl cat el de un himno llamado “nacio- nal’, por ejemplo, que inscribe no solamente en Ja lengua, sino en sus competencias poéticas, en el ritmo y la propia mériza, la pretendida unidad de ese invento moderno llamado el estad-nacin. Sobre (csi) todo esto habré que volver, desde ya. Permitaseme, por ahora, decir tan solo que la auto-autorizacin que me he dado para entrome- terme entre Judith y Gayatri -si de didlogo se trata, aunque filso, me permitiré también la familiaridad de los nombres merece que ponga en negro sobre blanco, que esrb, lo ms breve mente que sea capaz, los fear de los que elas, se entiende, no pueden ser hechas culpables, aunque si responsables- de mi asistencia a una con- versacién inteligente, apasionante, enjundiosa ~ya casi no se escucha esa estupenda palabra-, ante la cual el ocasional desacuerdo (menos ¥ rmenores de los que habia prejuzgado, o confie- 50) es impotente para siquiera entorpecer en. lo rinimo el placer de escuchar. ¥ con la debida atencién. 1s —————— — bua Griner ““Pensadoras", Ast las amé hace un momento a Judith Butler y Gayatri Chakravorty Spivak. Ya no es de buen tono, se sabe lamarse “flésof0/2", 6 sencillamente “intelectual”. Son “pensado- res/as”,Elepiteto es eso- nunca me terminé de convencer. Inclus tiene, o puede tener, subtonos Aesagradables. Fl mas obvio es el de cierto aris- tocratismo del espiritu que expulsa fuera. del campo de la praxis pensante al resto de la huma- nidad. Este es si bien esté muy lejos de ser tni- camente— el tono que por momentos adquiria en Heidegger quien, si no me equivoco, es el que {mpuso el epiteto. Por otra parte, no estoy segue 10 de que ellas quisieran reconocerse en la des- cripcién. En un momento del intercambio, Spivak se impacienta -no le falta azén~ porque alguien “se dirige” a Butler como “filésofa", y a ella como “préctica” (supongo que quiere decir “militante”). Esa separacion, dice, le hace mucho dafioal mundo. Spivakes, me parcee, mas grams- ciona que Butler (lo demuestra, al menos discur- sivamente, su recurso al concepto de subalteri- dad, acafado por Gramsci para ella, todos son / somos potencialmente “fil6sofos”; es el mito -o rejor: el “ideologema"~ de la divsin del eaba- jo (manual / intelectual, para empezar) lo que ‘obrura la reflexin critica Sobre el propio pensa~ 6 Priege miento (también es, Spivak, més “kantana® que Ja mas *hegeliana” Butler) De todas manera, qué clase de “pensadoras” son? Ambas son “distinguidas académicas” ~como se dice- que han optado por cabalgar incémodamente entre a acepracién de las reglas so transgresién “imersical” y permanente. ‘Ambas, también, procuran ser praczenter de su propio’ pensamionto critico: Spivak, principal. ment, desde lo que ha dado en amare ~ell quial lo discuira~ el pa-cabnialinno (es una pata de lo que Moore-Gilbert denominé la “san- tisima trinidad” de esa teora, completada con el falleco Edward Said y Homi Bhabha); Butler, princpalmente, desde lo que se ha denominado lla misma. lo ha hecho~ el ps-fominomo (sa lugar en este campo es relatvamente solitaic) Sabemos que no importan mucho las etiqueus son taqugrafas de la industria editorial o de los disciplinamientos académicos, empresas para ls canes es imprescindible una grills elasfeaori. Sin embargo, las etquetas operan, marcan,con- dicionan:srven también para auto-ubiarse en el Ingar desde el eval se quiere sale. prefijo por vino os lo que fue en la kimas dos o eres déea- das (el inicio de su declinacén puede fecharse muy precisamente el 11 de setiembre de 2001, szunque no tengo tiempo de demostrarlo aqui). Pero sus efectos epistémicos, lo usemos 0 n0, nv ‘Binande Giver Siguen rabsjndo ambiguamente-ambivaente- mene incasoen els como en tos. E est Toe anlisis quiero decir de leer y escrito rhe “posteructrlsa /deconstrucionisa", el joogo de devas sgnifcantes(prendio ~=in- Gur no con la tcoria correspondiente, eran Aigunos, como Zitek-en Lacan, en Foucault, en Deis) som afindaes indudables, sanque 20 nics i homogénes. En alguna otra pare me he awevido a coestionar, en ens erates una Gira perdi de a matriatidad de era cana lida de la “experiencia vivida” (oy conscente de estar usando una erga muy “steeana" isd tm poco reacvament),as{como de as "duress cbjedas de la historia, en privilegio de los "sige nifeances fotantes” 0 “vacos” (me lo pe ten, respectvamence, Levi-Sirnuss y Lac). Pero en forma simutines, el uso ineligene- mente eritcn de ls ifracner de sede 7a woter, espero, sobre eit que a amb ls per- nite es elecin, everd cain esimolante puede Serinclsosi la nesta es fr ‘De todas mancres, sera una simpler ntelec- tual dear la eo ahi, Tampoco ninguna de as dos aceptara se sencillamentecataogada como caltora dl ‘no hay nada fuera del texto". En esto, paradéjiamente, la deridina Spivak pode llegar a ser la mio dura de atobas. Ea una Enuevstapublcada en el volumen TBe Spisak 1 Prdogs Reader, por ejemplo, un poco hare de que el entrevstador la empuje todo el tiempo al ries textualista-postmodemo, Spivak le espeta més 0 ‘menos lo siguiente (estoy ciando de memoria) “Mire, todo eso esti muy bien. Pero yo vengo de Ja India. Elamio es un pais donde millones de per- sonas no soo vven en la calle, sino qu all duer- men, comen y hacen sus necesidades. Y después que las hacen, ls eserutan muy atentamente, porque su colo les indica eusnto tiempo de vida Jes queda, Ese es el limite del texto". O sea: lo real, sypongo que lo amarfa un leaniano: algo que ninggn “texto” es suficiente para articular, y que no flora ni se vac en ningin significante Butler quied represente més acsbadamente wna vertiente foucautiana de los “dspositivos de dis- curso", eters (que también en Foucault, 0 en sus distints etapas, es més matizada de lo que suele creese; en una de os thimas entrevstas, por ejemplo, reconoce que se hubiera ahorrado mucho wabsjo de haber estudiado més atenta- rmente y antes a la Escuela de Frankfurp. Pero ‘también ella lo pod apreciar sin dubitacio- nes en este dislogo- esti muy atenta alos “rea les” exra-simbélics. Al revés, también Spivak ‘me impresiona como més apegada ~necesara mente, por la naturaleza misma de su tabsjo postcolonial" a una dimensién hiswriea més densa que Is que puede ineurse en Butler Bw Eduard Grier Aqui hay que tratar de ser, como se decia antes, “dialécticos". Por un lado, seria necio -0 peor ingrato y deshonesto~ no ver que el estruc- turalismo y después el post-estructaralismo ene- fi6 a leer, @ toda una generacién a la que perte- nezco, el valor de las autonomias textuales, de lo {que entonces se Ilamaba Ia literariedad especifica, ‘ms allé de los reduccionismos sociologists, psi- cologistaso historicista del periodo anterior. Es cierto que los excesos igualmente empobrecedo- res de esa estrategia de lectura en sf misma rica, posbilitaron las versientes més discutibles de un “postmodernismo” liquidador de la historicidad, de Ia materialidad conflictva y sangrienta de lo social, de una experiencia rigica que siguié atra- vesando ~y cada ver peor- a una humanidad que Jificmente podia reconocerse en el simplote “antichumanismo” propagandistico de los “pen- sadores débiles” (y tampoco esto timo es tan ficil de evaluar: hay varias elses de “anti-huma- nismo”, y no todas ellis cumplen una funcién reerdgrada; pero no hay tiempo aqui de discutir= 1). También es cierto, por otro lado, que todo ‘eso cambié de signficacién en su vinculo con las transformaciones del contexto hist6rico y polit- co ~demostrando, de paso, los limites Mexibles pero existentes de aquella autonomia “relativa” ~ En épocas de lo que por entonces se hubiera lla mado “alza revolucionaria” (Ie refiero a los 2» Prag sesentay primeros setenta de Argelia, Vietnam, ‘Cubs, Palestina, los “mays 68° y varios ete 15, se pense lo que se piense de cada uno de los cjemplos), cuando en el plano te6rico era tan fuerte Ia'tentaciin (y le “naturalicacén’) de econducilo todo a un politcismo class 0 “rereermundista” exacerbado, la atencién més fina y matizada alos *juegos del signiicante” fae tun poderoso corrective camplejzader ~en el rcjor sentido para el pensamiento ertico, Al contraio, en épocas de “ellujo”, marcadas por el, arrasamiento neoliberal de las tia décadas-y ‘que supuso una polarizacién social inédita en la historia del eapitalismo mundial, de aniguils cin de lo politico, de reduccinferor de ls rela- ciones internacionales af lgica de la guerra, de renacimiento igualmenteferoe de los fundamen- talismosy los ricismas, en una época as, digo, a concentraciGn sexmalita y la consiguiense der ‘materializacién del social, lo econémico lo pol tico-culturl no puede sino tener, “objetivamen- te", un efecto seactionario. vy de encontrar la “sinte- a “tereera via” entre esas ‘extremidades. Se trata de generar una nueva cou telacién (para reromar esa compleja categoria ‘benjaminiana) que, sin renunciar 2 To mejor de las “eonquisas™(posdestruccuralisas y neo-her- renéatess Ia especfcidad de lo dscursivo, la 2 a —— tarde Griner autonomia estético-cultural, la critica a los sus- tancialismos y el pensamiento “identitario’— tas un niieleo de pensamiento ‘grandes relatos” del marxis- ‘mo y el psicoanalisis, del andlisis eritico del imperilismo y las multiplicadas formas del neo- colonialismo, del "choque de las historicidades diferenciales” que han conformado las socieda- dle, las culeuras y hast la propia subjetividad de |i Tamada “periferi, en fin, de lo que en algiin ‘momento me atrevf & lamar le experiencia de lo ‘rdgico en la historia, constituyan, todo es0, una suerte de “base material” para un modo de produc~ ci de conecimiento crtico que, repito, al tiempo que afirme el valor gouoso, lidico y deseante de In dimensién “estétca”,sortee la debacle intelec- tual de la ertetizacén de lo palitie, que ha sido —si Ibubiera que esquematizarla en una formula sucinta el signo, o mejor, el significonte vais anal del ya ag6nico “post-modernismo”. Insistamos: Butler y Spivak (hablamos de ellas porque son las que meat este prélogo: podria- ‘mos hacer otros nombres) no pueden ser acusa- das de semejante “estetizaci6n”, no importa cus- les sean nuestras preferencias te6rico-politicas ~=personalmente, quisiera verlas mis cerca de Frankfurt, de Sartre, de Fredric Jameson, por solo mencionar a los “europeos”; pero no son deseos lo que importa aqui-. El *post-feminis- 2 Priege smo” de Butler, es cierto, extrema una impronta pas, ant-identitaria y antiilaminista, que la eon admit siquiera la distincion feminista ‘moderna” entre sexvy géner. Para ella ~cereana al bis-poder de Foucault sunque relativamente eri fica, como se verd en el didlogo, de la biopic de Agamben, asi como del politcismo de Hannah Arendt la biologi, y la propia naturalesa, son ya tuna construccién cultural sin retorno. Intentar tuna dininciin entre “nacuraleza” y “cultura” (Ge puede leer entre lines, en esto, una critic imp Gita a Lévi-Strauss, a mi juicio equivocade, pero dejemos eso por ahora), y correlasivamente entre “sexo” y “género", es ya caer en la trampa de las dicotomias “logo-falo-céntricas” que se procuraba sorter (la apoyatura central para est, obviamen- te, es Luce Irigaray). Sin embargo, esta operacisn tebrico-poltica ademas de producir efectos potencialmente “refescantes” en la propia teoria feministr- no descuida para nada (es justamente su objetivo principal) la dimensién omnipresente del pader y Ia dominacén. Lo demuestra, entre ‘otras cosas, la ya mencionadsa critica @ Agamben, cya nocin dela mada vita esrecusada por sus siones inadvertidamente “naturalists”, como si cn “vida desnuda”, aparentemente redvcida a su ima expresin biolégica, no fuera ella mia tun producto (y un objeto de permanente vigilan- sia y control) del Poder, 2

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