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Camino del patbulo iba un hombre

Con las manos bien atadas,


Custodiado por guardianes bien armados
Que atentos vigilaban.
La frente del culpable iba abatida,
Abatidas las trgicas espaldas,
En sus pasos tardos aquel hombre
Infinito cansancio revelaba,
De sus ojos tristes, llenos,
Dos lgrimas rodaban.
Eres un ruin! Un cobarde!
Un miserable!
Siguindole la turba le gritaba:
Sanguinario! Asesino!
Muera!, muera!
Hombre lleno de oprobios y de infamia!
Al cadalso! Al cadalso!
As rugiendo al reo
La muchedumbre le increpaba
Todo era odio y horror,
Todo desprecio al criminalDe vida depravada.
Y cuando ms vibraba la anatema,
Y cuando ms la clera estallaba,
Un grito reson sublime.
Que detuvo en los labios las palabras:
Es mi hijo!, es mi hijo!
Grit una voz de madre;
Es el fruto de amor de mis entraas
Y aunque asesino y todo es mi hijo!
Y entre la turba que qued asombrada,
Abriose paso una mujer humilde,
De faz rugosa y cabellera blanca.
Y sin ver, sin or con arrebato,
Al asesino se qued abrazada
Y entre sollozos llenos de ternura
Lo bao con sus lgrimas
Cuando todo el mundo es desalientoSi la vida es ingrata,
Y el amor, la amistad y los placeres
Laceran nuestras almas,
Solo hay un gran amor, amor sublime;
Que detiene las borrascas,
Que ilumina la senda del destino;
Es el amor de Madre que nos salva!
Es el amor de Madre que nos salva.

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