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CUENTO

EL ENFERMO
Y EL
GUSANO
EL ENFERMO y EL GUSANO

Un día un enfermo estaba acostado de lado en su cama en una habitación


de hospital.
Estaba aburrido, adolorido, triste, se sentía solo y abandonado.
Mientras se compadecía de sí mismo, miraba hacia el piso de su habitación.
En eso, algo que se movía llamó su atención, fijo la mirada en aquello que
se movía y vio que era un pequeño gusano que se arrastraba.
El enfermo, entonces puso toda su atención en el gusano y se pregunto…
¿Para donde ira?
No se pregunto de donde viene, sino que su curiosidad era más grande que
saber
De donde venía.
¿Cómo era que había llegado un gusano allí?
Por lo tanto se concentro en observar al gusano.
El gusano pensaba…
Estoy arto de estos pisos lisos, siempre se me resbala el cuerpo, se me pela
mi vientre y me lleno de grasitud, pero en fin, llegare a ese poste blanco y
veré a donde me lleva.
Y siguió avanzando
Luego de un rato, el enfermo ve como el gusano comienza a subir por la
pata de la cama.

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A él no le asustaba el gusano, pues fácilmente lo podría eliminar si
quisiera, pero como estaba aburrido, decidió perdonarle la vida por el
momento.
Mientras, el gusanillo mascullaba…..
¡Que poste más largo! ¿A dónde llevará?
Y siguió subiendo hasta que vio unas rugosidades y se dejo caer hacia ellas;
con sorpresa notó que no era duro y comenzó a avanzar.
Pero cual seria su sorpresa ahora le costaba más avanzar, pues esta
rugosidad era muy áspera para su cuerpecito pequeño, suave y frágil.
Entonces comenzó a maldecir su suerte, lanzando todo tipo de improperios
contra todo, mientras a duras penas avanzaba.
El enfermo que lo miraba entretenido, veía como al pobre gusano le
costaba avanzar y decía…..
¡Ahora te quiero ver! Cómo vas a avanzar por el cubrecama, y para
hacértelo más difícil te haré surcos con él para que sean como montañas a
escalar.
El gusano, mientras maldecía todo lo que podía, mascullando todo tipo de
insultos, al ver estas “montañas” frente a sus ojos, más maldecía por su
suerte, pero en fin, siempre pensaba que a algún lugar lo iba a llevar.
Ya después de mucho rato, el enfermo se empezó a cansar de jugar con el
gusano, pero se dijo….
Este gusano hoy me ha entretenido, así que mientras este aquí lo voy a
adoptar como mascota.
Y diciendo esto lo tomo en sus manos y lo puso sobre un hoja de lechuga
que tenía en un plato de su almuerzo.
El gusano de pronto sintió que volaba, que ya no existía la aspereza bajo su
cuerpo, no sabia que pasaba, lo único que se dio cuenta, es que veía

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comida, mucha comida. Mirando la hoja de lechuga, comía con mucho
apetito mientras pensaba….
Dios escucho mis plegarias, ¡gracias señor

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