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Resea biogrfica
Poeta y ensayista peruano nacido en 1896.
Reconocido como uno de los iniciadores de la era modernista de la literatura
peruana, contribuy
con su obra al enriquecimiento de la poesa y a la fundamentacin de las nuevas
inclinaciones culturales.
De su obra merecen destacarse: Floracin 1924, Eclipse de una tarde gongorina
y burla de Don Luis de Gngora
en 1932, Discurso de los amantes que vuelven 1934, Romancero de las sierras
1938 y Cntico Lineal 1943.
Falleci en 1949.
Adnde
Albor de cielo y mar
Aquella flor de luz inmarcesible
Bebamos el mar
Blanca
Corra el aire puro
En el jardn del cielo est tu nombre
En malva azul tendida
Es un cristal tu cuerpo y su hermosura
La piel azul de tu sonrisa
Las flores de la noche se entreabren
Mscara nia
No s que dulzura vierte
Oh, blanca flor intacta
Qu sombra invisible es esa
Sueo morir cada hora
Tan slo
Tu rostro
Tu soledad y la ma no viven hoy un mundo
Yo soy el fuego oscuro que penetra
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media voz
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Adnde
Adnde, qu las flores de tu cuerpo
el perfume que escancian y que recoge el alba?
Adnde tu sonrisa que va de labio en labio?
Como una luna muerta se abre tu mirada.
Y son tus manos, tmidas como dos golondrinas
que giran perdindose en el aire.
Bebamos el mar...
Bebamos el mar
-licor ansiado
que el aire derramaba
por sus contornos claros
La tierra pareca un nio enamorado.
Se quemaba la luna en un bosque de olvido.
En un rbol
la naranja, ah, tan alta,
de una estrella nevada.
Blanca
Blanca, blanca, blanca la meloda
ardiendo de sus hojas.
Naci la tierra enferma.
Naci la luna con la sal del sueo.
Llovi el asombro de mis ojos.
Con el dolor la vida se filtraba.
Enloquccida ya entre mis manos.
Sola, sola, tn slo sola.
No s qu dulzura vierte...
No s qu dulzura vierte
tu soledad. Hay un eco
de rosas que nunca tuve
junto al rumor de tu pecho.
Es como el canto de un pjaro
que se recoge y en su vuelo
va despertando en el aire
lirios, cristales, luceros.
Sigo escuchando en tu pecho
no s qu voz. Hoy el viento
es como un ngel que pasa
Con los labios entreabiertos.
Tu rostro, el mo ya desvanecidos...
Tu rostro, el mo ya desvanecidos.
Tu rostro, en m ya entremezclados.
Tu rostro en cada hora, rostro
en cada olvido.
La perdicin del cielo.
Aquella voz tan leve
donde la pena su sonrisa abre,
y es aqu el dolor lo nico cierto.
De la isla del fuego pasaba a la del cielo.
De la isla del fuego a la del cielo,
slo haba una lgrima.
A la montaa plida.
A la luna de agua.