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i860 OSCAR OSZLAK G4) joracién de Leanpro GUTIERREZ LA FORMACION DEL ESTADO ARGENTINO EDITORIAL DE BELGRANO 86 Oscar AK No obstante, durante las dos décadas siguientes tendria lugar la formacién y consolidacin de un sistema de institu- ciones nacionales, relativamente independiente de alianzas ac- ‘tuales 0 potenciales con poderes locales. Este sistema paulati namente desplazaria a la rel eatre provineias como eje y escenario del proceso politico, para dar lugar a otros mecanis- (tos de representacién, negociacién y control, tales come e! evs greso nacional, los partidos de la oligarquia, y el ejército na- ( cional. Pero la consolidacién de este nuevo orden institucional Henaria otra conflictiva etapa bistérica de la Argentina. “sonent on cad de he, la arden proven. as ‘atmo, durante lm priefor ads as prncpuessbas pitas facto vealizadas por el gobierno provincial. ao mens ills & mL LA CONQUISTA DEL ORDEN: ¥ LA INSTITUCIONALIZACION DEL ESTADO ‘War made the State, and the State made war. cuames Tax Introduecién “Wy estado ha muerto; viva el estado”, Bien podian haber sido éstas las palabras del vencedor de Pavén, luego de que su triun- fo produjera el derrumbe de la Confederacién Argentina y Gespejara el camino para la definitiva organizacién nacional ‘Sobre las bases impuestas por Buenos Aires *. La promesa cier~ fa de un futuro de abundancia y progreso hacia auspicioso 1 Las palabras promunciadas en su primer Mensaje como encargad ‘del Poder Bjecutivo tenian este mismo significado: “En el instante et Que lon Toderes publicos ae disolvian y en que la manifestacion materia! see haldad argentina se borrabs, por decirlo asf, era necesario pensar $ decidir que ese ecipae era transitorlo, y gue ese disolueion aparente, ye ina vortadera labor de tegeneracion de la que In Repébiica surgiria Skipreve, fuerte, compacta y Hbre, reposando en las conquistas laboriosas So ee Slender ea la Hsonjera realidad de sa presente y en laa grandes Promesas de au porvenir.” (Mensaje, 1862.) y 88 Oscar OsziaK cl comienzo de este nuevo experimento de construccién del es- tado_nacional. Un ave fSiix pareefa renacer de las cenizas de la guerra divi Sin embargo, Is confirmacién de la hegemonia portefia {sobre el resto del territorio nacional argentino, no signifies la resolucién del viejo problema de Ia institucionalizacién del po- der que el pais venia arrastrando précticamente desde el mo- mento mismo de su independencia. Si los acontecimientos que Gesembocaron en la nueva situacién institucional tenian una logica propia, inexorable, predeterminada, independiente de los, actores —como afirmaba el General Mitre en su primer men- saje al Congreso—, esta logiea no podia asegurar la vigencia continuada de una solueién impnesta a sangre y fuego. Man- tener y extender el movimiento inieiado desde Buenos Aires la “revolucién liberal”— requeria la centralizacién e insti tucionalizaeién del poder estatal en el nuevo gobierno nacional surgido después de Pavén, Era preciso ordenarse para ordenar; regularizar el funcionamiento de aquellos instrumentos de do- minacién que harian posible el sometimiento de los diversos plans de interaccidn social a las exigencias de un sistema de produceién que se insinuaba con fuerza avasallante. Por cierto, el triunfo de Pavén ereaba una situaci6n sin recedentes en la historia institucional del pais. A partir de tentonees, la lucha politica se entabl6 desde posiciones diferen- tes. De un contlicto “horizontal” entre pares (v.g. lucha entre ccaudillos —eomo en Ja larga etapa de la anarquia— o entre bloques formados por effmeras alianzas —eomo ocurriera du rante los enfrentamientos entre la Confederacién Argentina y el Estado de Buenos Aires—), se pasé a una confrontacién “vertical”, entre desiguales, Toda movilizacién de fuerzas con- trarias al orden establecido por los vencedores seria calificada, de ahi en més, como “levantamiento” 9 “rebelién interior”, Al cardcter segmentario de la organizacién social se habia superpuesto una dimensién jerarquica. Desde un estado que se erigia como forma dominante de integracién social y politica, como instancia que abareaba y coronaba esa organizacién sey” mentaria de la sociedad civil, una alianza de sectores sociales con aspiraciones hegeménicas ‘piétendia ‘resolver definitiva- mente un pleito de medio’ siglo asumiendo por la fuerza el control politico del pais, : LA CONQUISTA DEL ORDEN 89 Caracterizar esta alianza, que cortaba a través de regiones,\, “partidos”, clases, actividades y hasta familias, es una tarea ‘que socidtoges ¢ historiadores ain tienen pendiente*. Conven- amos al menos que el centro de Ia escent polities fue ocupado por una coalicién de fracciones de una,burguesia en formacién, implantada fundamentalmente en las’ actividades mercantiles y agro-exportadoras que conformaban la todavia rastiea aun- {que pajante ceonomia bonaerense, a las que se vinculaban 1) por origen social, un nutrido y heterogéneo grupo de intelec- tuales y guerreros que por su control del aparato institucional —burocratico y militar— de la provincia portefa, constituia tuna auténtiea clase politica; y 2) por lazos comerciales, diver- sas fracefones burguesas del litoral fluvial y ol interior, euyos intereses resultaban crecientemente promovides a través de esta asociaetén, Sin embargo, al integrar en sus filas sectores sociales tan variados, distaba mucho de ser una coalicién fuerte o estable Sus latentes diferencias internas, que pronto comenzarian a manifestarse, no eran menos profundas que las que la enfren- taba al pacto confederal. De aqui que el lideracgo inicial de Buenos Aires pronto se diluiria en un complejo proceso de re- composicién de Ia coalicién dominante, cuyos rasgos esenciales serfan el deserédito y posterior crisis de su niicleo liberal na- cionalista® y el ensanchamiciito de sus bases sociales a través ha sido destacada ‘en un reciente articulo de Roberto Etchepareborda, “La rain lois mame etae eb e Pr cereal) Chee Baers ce 90 Oscar OsziaK de la gradual incorporacién de las burguestas regionales ‘Transcurririan todavia dieciocho afios hasta que se consolidara Jun “pacto de dominacién” relativamente estable. A lo largo de este periodo, también se irian consolidando los atributos ma- teriales del estado, es decir, un sistema institucional con al- eances nacfonales, Ei presente eapftulo esté dedicado a exami- nar este proceso de imposicién.del.orden.y de institueionaliza- cién del estado nacional durante ese lapso historico, Ambitos de actuacién y formas de penetracién del estado Hemos visto en el capitulo introductorio que la existencia y desarrollo de las instituciones estatales puede observarse como tun verdadero proceso de “‘expropiacién”’ social, en el sentido de gue su creacién y expansién implica Ia conversién, de, intereses “comunes’” de la sociedad civil en objeto de interés general y, or Jo tanto, en objeto de accién de ese estado en formacin. A medida que ello ocurre, la sociedad va perdiendo, competencias, Ambitos de actuacién, en los que hasta entonces habia resuelto —a través de diferentes instancias y mecanismos— las cuestio- es que requieren devisiones colectivas de la comunidad. Al disolverse la Confederacién Argentina, ge retorné de hecho al arreglo institucional vigente antes de su créaci6n. Con excepcidn de las. relaciones. exteriores, confiadas al. gobierno provisional de Mitre, ls resolucién de’ los asuntos.“publicos” siguié en manos de los gobiernos provinctales. y de algunas institueiones civiles como la Iglesia 0 ciertas asoclaciones vo- Juntarias. La construccidn del estado, suponia enajenar a, estas instituciones parte’ de sus facultades, apropiando Ambitos fun- cionales que constituirian en el futuro su legitimo dominium. {ito infeat (attre logeé la presidencia), su fusrea. dependia estrete- mente del estado en sus diversas manifestaclones (burvcracia, eetcte, gobierno. provinciales), de modo que al earecer de Tales eh el sen 1, 1a.sociedad, estaba Tatatmente destinado a perder DredicamentS por Iitoeen~Guanto" desaparesieran las circunatanclas que Te dieton vida Véase Halperin (1980), op. at LA CONQUISTA DEL ORDEN 91 A su vez, esta apropiacién implicaba una profunda transforma- cid del mareo de referencia de la actividad social. ‘Aun cuando la constitueién nacional, vigente desde hacia una década, continué proporcfonando un esquema institucional y normativo impreseindible para la organizacién del estado nacional, st desagregacién e implementacién estaban todavia pendientes. Ello suponia materializar en accién lo que hasta entonees era una formal declaracién de intenciones. En parte, se trataba de adquirir el monopolio de ciertas formas de inter- venciGn Social reservadas, hasta ese momento, a la jurisdiceién de las. provincias, aun cuando su ejercicio por éstas contravi- niera expresas disposiciones constitucionales. En parte, tam- Dién, de una invasion por el estado nacional de émbitos de accién propios de los “particulares”, convirtiendo cus intereses en objeto de atencién e interés “pablico”. En parte, finalmente, de la delimitacién denuevos Ambitos operatives ‘que ningiin otro sector de la sociedad estaba en condiciones de atender, sea por la naturaleza de la actividad o la magnitud de los recursos involucrades. En otras palabras, la existencia del estado nacio- nal exigia replantear los arreglos institucionales preexistentes, desplazando el marco de referencia de la actividad social de un ambito local-privado a un ambito nacional-pablico. Pero al mis- ‘mo tiempo, esa misma existeneia del estado implicaba una con- eentracién de recursos materiales y de poder a partir de los cuales. resultaba posible resolver —mediante novedosas formas de intervencién— algunos de los_desafios que.plantezba el inci- piente proceso de desarrollo capitalista que tenfa lugar para. Ielamente. Sin perjuicio de referirme més adelante a las eristalizacio- nes burocréticas a través de las que se manifesté la accién del estado, quiero detenerme aqui en las diferentes formas que asumié este proceso de apropiacién y/o creacién de los Ambitos de actuacién que constituirian su jurisdiccién funcional. Sin dada, la transferencia —forzada 0 no— de funciones ejercidas de hecho por las provincias, concentré los mayores eafuerzos . fel gobierno nacional, que fueron ditigidos especialmente a la formscién de un ejéreito y un aparato recaudador verdadera- mente nacionales * . + En un mensaje al Congreso Mitre sefalaba: “Después de cin- venta aflos de lucha no interrumpids habia que orgenizar por 1a. pri- I | I 92 Oscar OszLax Disuelta la Confederacion Argentina, las fuerzas militares s Aires pasaron a,constituirse en el nécleo del nuevo ejército nacional, al reunirse la Guardia Nacional de Buenos Aires gon efectives de la Confederacién y transferirse al orden nacional el Ministerio de Guerra y Maria y la Inspeccién y Comandancia General de Armas de la Provincia de Buenos Aires‘, Formalmente, Mitre organizé un ejército, regular en 1864, creando cuerpos de linea que se distribuyeron estratéssi- ‘camente por el interior del pais. Sin embargo, transcirririan todavia muchos afios hasta que la institueién militar consi- guiera organizarse sobre bases mis o menos estables. A las ificultades inkerentes a Ia organizacién de sus cuadros, las provineias, nunex resiguadas a perder su poder de convocatoria Ge milicias, sumarfan nuevos obstaculos manifestados en diver- sas formas de enfrentamiento con elgobierno nacional *. Como en el caso del ejército, aunque por razones mucho ms obvias, la reorganizaciOn del sistema rentistico y su apa- rato recaudador se llevé @ cabo a partir de los recursos y orga- nismos correspondientes de la provincia de Buenos Airés. No cbstante, transformarlos en una institucién implicé desplegar diversas actividades, tales como adquirir el control delas adua- nias interiores que atin se hallaban en manos de las provinicias, deslindar de hecho las jurisdicciones impositivas de la nacién y las provincias, asegurar la viabilidad presupuestaria de los ‘gobiernos provinciales, oFganizar y uniformar los organismos de recaudacién y control, y activar la bisqueda de recursos alternatives dada la insuficiencia de los ingresos corrientes *. No menores fueron los obstaculos que hallé Ja ereacién de otras instituciones destinadas a normativizar y/o ejercer con- tera vez la nacién Argentina en toda su intagridad (...) habla 4) rear en cierto modo todos log reeursos, reyularizando Ia renta nacional totalmente desquiciada, atendiendo desde luego a todas las exigencias de-una situacién normal, y al mismo tiempo (...) habia que organizar (C..) la fuera pabiiea.* (Bfensaje, 1863.) Vinge Haydée Gorostegul de Torres, Argentina: Ie organizacion nacional, Buenos Aires, Editorial Paidés, 1972 WAL referirme més abajo a la penetracién represiva del estado, me extenders sobre al cardeter de estos enfventamientos, "Un mayor desarrollo de estos puntos puede hallarse en el capl- tule 1v. LA CONQUISTA DEL ORDEN 93, trol sobre las demds reas que el gobierno nacional comenzaba 1a reivindiear como objeto de su exclusivo monopolic. Como en el caso del ejército y Ia aduana, en algunas Areas se_trataba de que las provincias consintieran en transferir a Ja nacién algu- nas de sus prerrogativas, tales como la emisi6n de moneda o la administracién de justicia ée iltima instancia, La aparente simplicidad de estos actos de transferencia se vio, sin embargo, trizada de dificultades, El problema ya no se reducia a montar, sobre la base de instituciones de Buenos Aires, organismos con proyeccién nacional, sino de apropiar y concentrar atribuciones, ejerciéndolas a través de mécanisrios generalmente creados ex-novo. Esto explica en parce el fracaso de los, proyectos ini- ciales de nacionalizar In moneda y la hanea. Ganar la eonfianza de un comercio descreido por anteriores, fracasos, cuyas priic- ticas seguian incorperande como premisa una total anarquia ‘monetaria; superar las resistencias de los_comerciantes y_ha~ ‘cendados portefios, que no consentfanen perder. el £érreo control {que ejercian sobre el Banco de la Provincia de Buenos Aires, principal instrumento monetario y erediticio del pais; tales algunos de los desaffos que recién pudieron vencerse dos déca- Gas més tarde*, Otras veces, en cambio, la provincia cederin ‘Préstamente la iniciativa, como en el caso de los esfuerzos por extender Ia frontera con el indio. Luego de Pavén fue el ejé2- tito nacional el que asumié *sta responsabilidad, y aunque la Guardia Nacional de las provincias especialmente la de Bue- nos Alres— colaboré en este asiverzo, fue la nacién la que levs adelante la eampafia y suministré el grueso de los recursos. 4 La anergofa monetaria se manifestaba on Ia cireulacién de. tres _ fo cuatro monedas diferentes en cada provincia, Una misma moneda “yaniaba basta U590"de"inaproviaéld a otra. En 1875 y 1879 se dictaron eyes ordenadoras que resoltaron frustradas en su aplicacién. Recién_en G1 se logré ordenar el sistema nonetario (ley 1190) y dos aos deapuds Giapueo la conversion de la nueva moneda a la par. En cuanto al sis- tema de bances, tambien fueron teiteradoa los fracasos, Un proyecto de dance Iibres fue tempranamente frustrado por el monopolio de emision iereido por el Banco de la Puovinela de Buenos Aizes. La, primera Gficine de Cambio, ereada en INGT, se estgbleci6 como dependencia de teste mismo banco. Recién en 1872 se ered el Banco Nacional, con el apor~ fede capitales privados, y durante la década del 3) se fueron estable- Slendo otras iistitaclones ofiesles y privadas. CE. Rafael Olarra Ji- Inenez, Evoluetin montaria argentina, Buenos Aires, Eudeba, 1968, 94 Oscar OszLaK Pero conquistar el orden también suponia para el gobierno nacional apropiar ciertos instrumentos de regulacién social hasta entonees impuestos por la tradicién, legados por Ia colo- nia o asumidos por instituciones como la Iglesia. Su centrali- zacién en el estado permitiria aumentar el grado de previsibi- Iidad en las transacciones, uniformar ciertas pricticas, acabar con la improvisacién, crear nuevas pautas de interaccién social, A diferencia de ls apropiacién de éreas funcionales bajo con. trol provincial, no habia en estos easos una clara logica de sustitucién. La variedad de émbitos operativos en los que el gobierno nacional comenzé a reclamar jurisdiccién sefialan mas bien un alerta pragmatismo, muchos veces refido con Ia filoso- #ia anti-intervencionista del liberalismo que inspiraba su accién en otros terrenos. Este avance sobre la sociedad civil tuvo pro- bablemente su més importante manifestacién en la tarea de codificacién de fondo. Las heterogéneas disposiciones, costumbres, institueiones y prieticas socialmente aceptadas, que desde la colonia y a tra. vés de In cadtica etapa de vida’ independiente del pais habjan conformado un cuerpo juridico amorfo e ineonsistente, fueron Jentamente sustituidos por modernos eédigos. Inspirados en la tradicién juridica europea, pero adecudndose a la idiosincrasia Ge la sociedad argentina y a los requerimientos que el nuevo orden imponia, estos cédigos anticiparon y regularon minucio- samente los més diversos aspectos de la vida civil y la actividad econémics *, A veces, la apropiacién funcional implied la invasion de fueros ancestrales. Por ejemplo, cuando afios més tarde el es- tado. tomé a su cargo el registro de las personas, Ia celebra- 4 Como ocurriera en otras reas, 1a codificacién también reco Inieiativas y proyectos del gobierno de la Provincia. de Buenes Meee Correspondié al propio Urgulza —como gobernador interino ante In ee uncia de Lépez y Planes— designar una comision para redactne. ie cddigos civil, penal y comercial. En 1858 la Provincia, puso en vieenele gh sédigo de'comercio, redactado por Dalmacio Véles Sivsfield y Teheee do Acevedo. Mitre To adoptaria en el orden nacional en 1862, y’ se mon: fendvfa vigente hasta 1889, fecha on que seria sustituide. por “l actesl También en 1862 se encarg6 a Vélez Sarsfield la redacciom del coding civil y em 1864, a Carlos Tejedor, el e6digo penal. El primers fue aoe fluide ¢n 1869 y entré en vigencia en 1871, Recién en la década del 60 serian sancionalos los cédigos penal y de mineria, Iuego de gars ahee dde revision y diseusion Darlamentaria, LA CONQUISTA DEL ORDEN 95 cién del matrimonio civil o la administracién de cementerios, fonciones tradicionalmente asumidas por la Iglesia, Otras veces, supuso la incursién en ciertos campos combinandy su aceién con la de los gobiernos provinciales y la de los particu- ares. El ejemplo que mejor ilustra esta modalidad es la edu- cacién, area en la que el gobierno nacional tendrfa una creciente participacién y se reservaria prerrogativas de superintendencia y legislacion general. El caso de los ferrocarriles también re- presenta un tipico campo de incursién compartida con las pro- vineias y el sector privado —incluso bajo la forma de joint ventures. Mencionemos, ademés, las areas de colonizacién, ne- gocios bancarios y construecién de obras piblicas, como otros tantos ejemplos de esta modalidad. A menudo el gobierno na- cional utilizé la f6rmula de concesién —con 0 sin garantia— para la ejecucién de las obras o la prestacién de los servicios, contribuyendo a la formacién de una clase social de contratis. ‘tas y socios del estado frecuentemente implantada ademds en otros sectores de la produceién y Ia intermediacién *, Finalmente, el mismo desarrollo de las actividades produe- tivas, la mayor complejidad de las relaciones sociales, el rapido adelanto teenolégico, entre otros factores, fueron creando nuc- vas necesidades regulatorias y nuevos servicios que el gobierno nacional comenzé a promover y tomar a su cargo. En esta ca- tegoria se inscriben actividades tan variadas como la organiza- cién del servicio de correos y telégrafos, Ia promocién de la © En In ciudad de Buenos Aires, In administracién de estas éreas quedaris 4 cargo dsl gobierno municipal por delegasién del estado na cional. La institucién del matrimonio civil recién tendria vigencia bajo 1a presidencia de Juérer Celman, coincidiendo con el movimiento laicista Sniciado en la década del 80, 2 Ya en tiempos de la Confederacién Argentina la empresa de “Mensajerias Nacionales”, servicio de diligencias bajo concesién estatal organizado por Timoteo Gordilo (a la sazén Inspector de Postas 7 Ca- mines), contaba como socios a Urguisn, del Carril y Virasoro, todos ellos prominentes politicos y foncionarios en la misma Urquis se associé a Wheelwright, Thornton (ministro britanico en. Bue. nos Aires), Parish (vicecéasul), el geblerno nacional, el gobierno y el Banco de ia Provincis de Buenos Aires para la constracelon del fetro- carril Central Argentino, Para agregar un ejemplo méa, la sociedad ané- nrima que dio origen en 1872 al Banco Nasional, fue eonstituida “por varios eonocidos empresarios, politicos 7 gobernadares, suscribiends. ale. mds el gobierno nacional un importante porcentaje dal capital. 96 Oscar OszuaK inmigracién, la delimitacién y destino de las tierras piblicas, Ja exploracién geoldgica y minera, el contro! sanitario, la for- macién de docentes y el registro estadistieo del comercio y la navegacién En general, las actividades hasta ahora mencionadas fue- on apropiadas por el estado sustituyendo en su ejecucién a otros agentes sociales. Esta sustitucidn, casi siempre impera- tiva, implieaba una traniferencia y concentracién de ambitos funcionales cuyo control representaria, a Ja vez, una fuente de legitimacién y de poder. Asumiendo la responsabilidad de im- poner un orden coherente con las necesidades de acumulactén, el estado comenzaba a hallar espacio institucional y a reforzar Jos atriputos que lo definian como sistema de dominacion, Las otras instancias articuladoras de la actividad social cedian te- reno y se subordinaban a nuevas modalidades de relacién que lentamente se incorporaban a la conciencia ordinaria de los andividuos y a la rutina de las instituciones, Pero si bien la apropiacién y creacién de Ambitos opera- tivos comenzé a lenar de contenido la formal existencia del estado, también dio vida a una nueva instancia que sacudia en sus raices formas tradicionales de organizaciOn social y ejercicio del poder politico. Por e0, Iuego de Ia instalacién del gobierno de Mitre, las reaeciones del interior no tardaron en producirse, Fundamentalmente, se maniestaron en pronuncia- mientos de jefes politicos dispuesios @ cambiar situaciones provineiales adietas o contrarias al nuevo régimen, ast como en la continuidad de practicas auténomas lesivas para e} poder central, Antes de cumplir el primer afio de su periodo presi- dencial, Mitre informaba al Congreso que si bien las provincias habian adherido al nuevo orden, se habia hecho necesario pre- ver cualquier reaccién distribuyendo estratégicamente las fuer- zag militares bajo su mando. Al mismo tiempo, sefialaba que hrallandose la sede del gobierno nacional en Buenos Aires y siendo ésta centro de todos los recursos, podian resolverse ré- pidamente las situaciones de desorden o rebelién. En verdad, a pesar de que el movimiento iniciado en Bue- ‘Aires contaba con aliades de causa en e} interior, fue la da movilzacién de su ejéreito el argument més contun- denfe-para “ganar la sahegion”” de las provincias. La centrali- acién del poder y Jos recursos resultaban insuficientes. Para ser LA CONQUISTA DEL, ORDEN 7 efectiva, debia ir acompafiada por una descentralizacién del control, es decir, por una “presencia” institucional permanente que fuera anticipando y disolviendo rebeliones interiores, y afirmando la suprema autoridad del estado nacional. Sin embargo, esta presencia no podia ser sélo coactiva, Los largos afios de guerra civil habjan demostrado Ja inviabi- lidad de varios experimentos de creacién del estado, fundados fen la fuerza de las armas o en efimeros pactos que cambiantes circunstancias se encargaban répidamente de desvirtuar. Si bien durante la guerra de independencia la organizacién del estado nacional habfa tenido un claro sentido politico, las luchas recientes habian puesto de relieve el inocultable contenido eco- némico que habia adguirido esa empresa. Por eso, Ia legiti- midad del estado asumia ahora un cardcter diferente, Si la represin —su faz coereitiva— aparecfa como condicién nece- saria para lograr el monopolio de Ia violencia y el control territorial, la ereacién de bases consensuales_de_dominacién apareeia también como atributo esencial de Ta Testatidad™. Ello suponfa no solamente la constitueién de una alianza politica estable, sino ademis una presencia articuladora —material ideolégiea— que soldara relaciones sociales y afianzara los vineulos de la nacionalidad. De aqui el cardcter multifaeético ‘que debfa asumir Ja presencia estatal, y la variedad de formas Ge penetracién que la harian posible: [A pesar de ser aspectos de un proceso tinico, las diversas ‘modalidades con que se manifests esta penetracién podrian ser objeto de una eategorizacién analitiea. Una primera modalidad, que lamaré represive, supuso la organizacién de una fuerza militar unificada y distribuida’territorialmente, con el objeto de prevenir y sofocar todo intento de alteracién del orden im puesto por el estado nacional. Una segunda, que denominaré cooptativa, incluyé la captacién de apoyos entre los sectores dominantes y gobiernos del interior, a través de la formactén de alianzas y coaliciones basadas en compromisos y prestacic- nes reeiprocas. Una tercers, que designaré como material, pre- supuso diversas formas de avance del estado nacional, a través Ge la localizacién en territorio provineial de obras, servicios y regulaciones indispensables para su. progreso econdmico, Una cuarta y iltima, que Hamaré ideolégica, consistié en la cre~ ciente capacidad de ereacién y difusién de valores, conocimien: _ or 98, Oscar OszLax tos y simbolos reforzadores de sentimientos de nacionalidad gue tendian a legitimar el sistema de dominacién establecido, Las préximas secciones ilustraran los mecanismos especi- ficos a través de los cuales se expresaron estas distintas formas de penetracién*. Es conveniente advertir, sin embargo, que traténdose de categorfas analiticas exeluyentes, su examen se- parado no debe hacer perder de vista la simultaneidad y com- pleja imbricacién con que se manifestaron en la experiencia histériea conereta, Penetracién represiva Esta modalidad implica la aplicacién de violencia fisica 0 ame- paza de coercién, tendientes a lograr el acatamiento a la volun~ tad de quien la ejerce y a suprimir toda eventual resistencia a su autoridad. En la experiencia argentina, el instrumento clave empleado por el estado para imponer esta forma de control coercitivo, fue la institucionalizacién de un ejército nacional, Puede parecer extraiio que medio sigh después de iniciado el movimiento emancipador, y a pesar de la continuidad de los enfrentamientos armados y'la guerra exterior, la organizacién cel ejército se planteara atin como tarea pendiente. Hubo sin duda ejércitos: expedicionarios; libertadores; de linea, custo- dios de fronteras interiores. Hubo también intentos organicos de establecer una institueién militar permanente, como ocurrie- ra bajo las presidencias constitucionales de Rivadavia y Urqui- za. Pero hasta 1862, y a todo lo largo del extenso perfodo de guerras civiles, la conduccién del aparato represivo fue un atributo compartido por el gobierno nacional y las provincias % Con relactén al tema de In penetracién ideolégica, slo efectuaré algunos breves comentarios a lo largo del trabajo, Su andlisis detentdo demandaria un esfuerzo de investigacién que trasciende los Iimitados alcances del presente ensayo. 1 Estos ejéreitos provinciales, como es sabide, tavieron su oxigen en Ja desmovilzsciin de tropas y Ia sublevacién de batallones de los eiércitos revolueionarios, coineidiendo con la eulminacién de Ta guerva de Ia independencia y el traeato de los aucesives proyectos de tnidad nacional. Ei cavdillismo, la anarquia y el arraigo de la idea federal, son LA CONQUISTA DEL ORDEN 99 Estas mantenian una guardia permanente sobre cuya base se constituisn ejércitos locales, muchas veces coaligados con los de otras provineias para aostener enfrentamientos con el de Buenos Aires o con otras precarias coaliciones de ejércitos provinciales. Hacia 1861, la Confederacién contaba con un ejército de reserva estimado en 121.500 hombres, que edlculos mas opti- mistas elevaban a 164.705 guardias nacionales (Memoria Gue- rra y Marina, 1861). Ello implicaba que una sexta parte de Ja poblacién —una gran proporeién de la poblacién masculina adulta— podia ser movilizada para el servicio activo. Claro esté que estas cifras eran puramente te6rieas, ya que las pro- vineias tendian a ocultar informacién sobfe sus efectivos y a retacoar su apoyo toda vez que se les requeria el reclutamiento de contingentes de guardias nacionales. Esta prictica, que con- tinuaria vigente luego de la definitiva organizacién’ nacional, manifestaba la renuencia de las provineias a ceder el privilegio de la conduecién de las fuerzas militares radicadas en su terri- torio,-base de la defensa de su autonomia pero a la vez escollo para la formacién de un ejéreito nacional. Son elocuentes en este sentido las palabras del ministro de guerra y marina en 1857, cuando refiriéndose a la necesidad de establecer un sis- tema de relevos, basado en el principio de que todos los euerpos Gebian participar con igualdad en los diversos servicios mili- tares, sefialaba como su principal objetivo “desarraigar la lo. calizacién de los cuerpos, que destruye toda idea de un Ejército verdaderamente nacional” (Memoria Guerra y Marina, 1857) ‘Ya he sefialado que correspondié a Mitre la organizacién de un ejército regular, cuando transcurria e] segundo afio de su presidencia. Al comienzo, los problemas més acuciantes a resolver fueron: 1) la simultaneidad o sucesiva alternancia de los frentes de lucha, que obligaban a un permanente desplaza- miento de tropas siempre insuficientes; y 2) la falta de pro- sionalizacién, derivada de las dificultades de reclutamiento, ausencia ce reglamentos, ete. Bl nuevo ejército nacional, com- puesto originariamente de 6.000 efectivos, debié afrontar de inmediato la defensa de la linea de frontera con el indio, al fenémenos intimamente vinculados a la constitucién de estas fuer locales. 100 Oscar OszLaK tiempo que acudia @ sofocar los numerosos levantamientos pro- Gueidos en el interior luego del triunfo de las fuerzas porte- fias*, Por esta misma raz6n, sus dimensiones debieron modi- fiearse reiteradamente para adecuarse a las alternativas, en gran medida imprevisibles, de Ia institucionalizacién del poder estatal. La falta de una ley de conscripcién obligatoria —pro- blema arrastrado practicamente desde las guerras de In inde- pendencia— obligaba al gobierno nacional a destinar al servicio activo a guardias nacionales indisciplinados, faltos de instruc- cién y desprovistos del aplomo y la profesionalidad del soldado de Iinea, El gobierno también debié afrontar el problema de la homogeneizacién de los cuadros militares, ya que: 1) no se contaba con una fuerza integrada con el aporte de todas las provineias; y 2) no existia una adecuada distribucién jerdr- ‘quiea entre los diversos rangos** 1% Byte permanente movilizacién del ejéreito pronto se convertiria fen wn fundamental instromento de penetracion y control territorial, 20: bre todo tna vez que la experiencia de la Targa y cruenta guerra con el Paraguay le otorgara una mayor aptitud profesional. % Por ejemplo, el primer euerpo do eéreit, al mando de W. Pau- nero, que interviniera en Ing operaciones contra Pefalora, cavdillo de Ta Rioja, fue disvelto un allo después de organizado el ejército; pero a partic de 1864, 1a guerra con el Paraguay exigié armar y equipar tin ejército que Megs ‘a contar con 25.000 hombres, Lo mismo ocurrié fon la Pequetia fuerza de marina, Reducida en un eomienzo a sélo tres bugues en pie de guerra, (los demas fueron arrendados a particulares), pronto debiS redimensionarse con motivo del conflicto bélico. 1M Sobre el primer aspecte, recién en 1866 so expresaria oficisl- mente que todas las provincias se hallaban “representadas” en el ejér~ ito nacional (eon especial mencién de la etarnamente rebelde provincia {de Corrientes), ain cuando ello no significaba todavia una verdadera Sntegracion, En cuanto a la distribucidn jerdrqulca, se trataba —eomo fen otros aspectos de tuna sitaacién de arrastre. El otorgamionto de fgrados militares durante Ia guerra contra Bspaiia y las disputas locales, produjo una bipertrofia en el escalafon de jefes y oficiales. En 1822 5¢ Intent “Jubilee” (sin éxito por falta. de zecarsds) un “excodente” de 11 generales, 63 Jefes y 180 oficiales, También la Confederacién Ar sentino lez al nuevo gobierno nacional un creeido nimero de. personal Inilitar que revistaba en posiciones aparentemente superiores a las que indicabon su reales méritos, situacién atribulda a “la prodigalidad de Ja adminiateacion eaduea del Parana”. Ba asi que on 1864 el esealafon el personal con goce de sueldo incluia 25 generales y 60 coroneles (Alvares, 1910). Bs razonable supozer, claro esté, que ademés de ata car estos excesos, Ia “racionalizacién” de log cuadros también perseguia sittin randoms } LA CONQUISTA DBL ORDEN 101 ‘La ereacién de un ejército nacional no eliminé automat camente a las guardias nacionales mantenidas por las provin- clas, El gobierno nacional no contaba. por entonces con poder suficiente para avasallar este caro atributo de In autonomia provincial. Ademds, la capacidad de convocatoria militar coi tinuaba en manos de los gobiernos locales, por lo cual dependia Ge su aporte para integrar una fuerza nacional. Esta capacidad Jocal también explica la relativa facilidad con que los eaudillos provinciales organizaron ejércitos e intentaron recurrentemen- te alzarse contra la autoridad nacional. Durante més de una década, que abares practicamente las presidencias de Mitre y Sarmiento, el gobierno nacional debié enfrentar reheliones interiores, sostenidas muchas veces por poderosas fuerzas militares de las provincias. En general, estas rebeliones estuvieron inspiradas por una motivacién comin Ja defensa de las autonomias provinciales, amenazadas por la creciente centralizacién del poder en un estado nacional que, a los ojos del interior, encarnaba e} proyecto hegeménico de Buerios Aires. Un poder capar no solamente de reprimir insu- vreeciones sino también de desplegar una serie de actividades ‘preventivas”, dirigidas a imponer o restituir un “orden” com- patible con un esquema de dominacién en el que Ia autoridad nacional resultara afianzada. Ya en su primer mensaje al Congreso, Mitre exaltaba el herofsmo de las provincias —guiadas por Buenos Aires— en su lucha “contra Ia barbarie, el despotismo y la montonera”. Controlada la situacién en las provineias litorales y liquidadas Ing resistencias en Cuyo, La Rioja y Catamarca por las fuerzas de Buenos Aires” la organizacién del ej6reito nacional se plan- {1 propésite de depuratios de aquellos elementos antagénicos « Ia cust portena. 12 Reorganizadas las fuersas de Buenos Aires despoés de 1a batalla de Pavin, titre cups las ciudades de Rosario y Santa Fe, luego de ibrar combate en Cafinda de Gimer Urquiza se habia relirado a Entre Rios y-pese a las presiones para que invadiera esta provincia, Mitre prefigié evitar el desgaste de su. ejército, destinindolo en su Tugar a Cambiar Ina situaciones: politicas de las provincias, de modo que el par- ido wubernista de Buenos Aires contase con goblernos afines en todas lias, Mitre y Urquiza Hegaron entendorae sobre la base de que: 1) fn Republies ceria gobemmada con la Constituclin Federal de 1858, re- 102 Oscar OsztaK te6 en términos de una disminucién de los efectives moviliza- dos en Ja campafia militar y una coneentracién de esfuerzos en custodiar las fronteras, especialmente las “internas”, peligrosa- mente acechadas y violadas por incursiones indigenas. La presidencia de Mitre fue un perfodo de dura prueba para ‘el nuevo ejército nacional. Cuando recién empezaba la organizacién de sus cuadros, debié enfrentar compromisos bé- 1ieos que constituian una formidable experiencia iniciatica, Sélo entre 1862 y 1868 se produjeron —segiin Nicasio Oroic— 107 revoluciones y 90 combates en los que murieron 4.728 perso- formada y jurada en 1860; 2) 1a provinela de Entre Rios no seria in- vadida por las fuerzae de Buenos Aires; 3) Urquiza, como gobernador Ge Entre Rios, desconoceria a las autoridades de Ta Coufederaclén, que de hecho habia caducado, y Ia provincia reasumicia eu soberania’dejando sin efecto las disposiciones velativas a la fijacién de Ie eapital y terri torio federalizado; 4) Urquiza destrmaria las baterias constraidas en el Diamante y ls eseuadra do la Confederacin, ¢ influlria sobre Corrien tes para gue adoptara wna sctited similar s le de eu provincia; §) el Gobierno de Buenos Aires invitaria a las provincias a reasomir su Deraata local, retirando sos autoridades del Congreso caduco, y conve. carla a un nuevo Congreso para reconstruir los poderes piilices que ha- brian de regir la Naeién. Posteriormente, Tas divisiones del esército de Bueros Aires ocuparon casi todas las provineias, En la. primera, Santa Fe, el presidente de la Confederacisn huy6 y el gobernador fue depuesto, En Corrientes, no obstante Ta actitud pacifica que asumieron sus auto. ridades, el gobierno fue derrocado por un movimiento armado, Mientras ‘un batallin mitrista iba = ocupar la. provincia, desde Buenos Aires oe fenviaba dinero, armas y munieiones. Cuando se acereaba a Cérdoba el primer cuerpo’ de ejéreito de Buenos Aires al mando de Panero, un grupo de diputados de la Legislatura provincial derroeé al. gobierno y Aeelaré su adhesign a In politica de Mitre. Desde Cérdoba salieron en ‘tonees varias divisiones para operat sobre Cuye, provincies en Tag, quo también los gobiernos fueron sustituidos por hombres adictos a Ia. poll tice de Buenos Aires. El ataque se centr6 Iuego sobre La Rioja, foco de resistencia del general Peialoza, quien se hallata auxiliando en Ca tamarea al general Navarro. Las fuersas combinadas de Taboada, Pau nero y Rivas derrotaron a los caudillos que intentaron ia resistencia, Por su parte, restablecida la paz en las provincias del litoral, Mites regvesé a Buenos Aires con parte de 0 efército y reasumié el gobierno ela provincia. La Jegislatura de Buenos Aires’ lo autoricé a aceptar ¥ cjercer les facultades inherentea al Poder Ejecutivo Nacional que Gelegaron en €l las provincias de In CondederaciGn y a convocar a clot cin ‘de un nuevo eongreso, euya apertura thvo lugar el 25 de, mayo de 1802. Cf. Adolfo Saldias, Un siglo de instituciones, tomo Il, La Plata, Taller de Impresiones Oficiales, 1910, LA CONQUISTA DEL ORDEN 108 nas *, “No se os ocultan las dificultades con que ha debido lu char el Gobierno para poner al Ejército en pie de guerra”, expresaba el vicepresidente Mareos Paz dirigiéndose en 1866 al Congreso: “‘cuando ninguna preparacién existia y era nece- sario crearlo todo con la premura exigida por las circunstan- cias. Armar y equipar un ejéreito de 25.000 hombres, proveer a su subsistencia y a sus comodidades... era una obra que a mis de ser sobremanera costosa para el tesoro, requeria toda Ja actividad, la energia y el celo de la administracién”. El si multineo o sucesivo empleo de efectivos en la frontera externa, en las provincias o en la frontera interior, exigié el desplie- gue de una creciente capacidad operativa, rapidez en la toma de decisiones y cuantiosos recursos ®. Billo se evidencié en el niimero de acciones militares, en la cantidad de tropas movi- lizadas y en el volumen de gastos realizados La intercambiabilidad de las fuerzas (v. g. ejéreito de linea © guardias nacionales) y de los destinos militares se convirtié en un hecho cotidiano, sobre todo a partir de la declaracién de| guerra al Paraguay *, Ello determiné que, aun en medio de ¥ Declaraciones dol senador Nicasio Orofio el 28 de setiembre de 1868. Citado por J. L. Busaniche, Historia argentina, Buenos Aires, Solar-Hachette, 1960 2A pesar de que en cler‘as coyunturas el estado debié atender al ‘mismo tlempo estos trea frentes de conflicto, sus esfuerzos en cada uno 4e clios tendieron a concentrarse en periodes diferentes: la guerra con fl Paraguay, al promediar el periodo presidencial de Mitre; la sofocacién eo los levantamientos de caudillos (¥-g., los Taboada, Lépex Jordan ¥ fl propio Biitre), entre los sltimos afioa del gobierno de Mitre y ef final lie la presidencia de Sarmiento; y las campafiaa contra el indio, durante Ta presidencia de Avellaneda, fn parte, esto refleja la creciente capa~ cidad del estado nacional para afianzar au poder frente a las situacioncs provineiales, eoncentrando —una ver alcanzado esta propésito— ss me- dios de coetcién sobze el ditime eseallo que se oponin al pleno. control territorial: la linea de frontara con al indio. Por eto, cuando estaba em pefago en esta ditima campaia, podia afirmar Avellaneda en su men- ajo al Congreso de 1877: “Después de estor dos sltimos afos, ba que- dado como un hecho porfestamonte damostrado que no existe ya entre losotros teatzo para ccas erevolucloness que cambien con fuera irre sistible la situactén de Ia Nacidn o de una provincia.” ‘Véase H. Gorostegul de Torres, op. et. En 1867, divisiones del ejército dei Paraguay fueron distratdss de ts contienda para sofocar rebeliones intzriores. El ejército del Norte, fal mando de A. Taboada y compuesto de Guardias Nacionales de San” ago, Tucumén y algunas de Catamarsa y La Rioja, eombinada con una 104 Oscar OszLAK intensas polémieas, el estado nacional continuara apelando a contingentes de guardias nacionales —reclutados por las pro- vineias— para cubrir los servicios de frontera con el indio. Paralelamente, intentaria sin mucho éxito una suerte de cons. cripcién obligatoria, al solicitar a los gobiernos de provincia contingentes de reclutas para remontar los cuerpos de linea * Posteriormente, por ley del 21 de setiembre de 1872, dispondria innovaciones en el sistema de reclutamiento que, en lineas ge- nerales, se ajustarfan al mismo principio aunque como en el caso anterior, tampoco tendrian vigencia efectiva. Hasta 1876 la Guardia Nacional sirvié —como hemos vis- to— de importante refuerzo del ejército regular, ante con- Ungencias que colocaban a éste en situacion precaria. Al divisin de otro eiéreito del interior, eomandado por W. Paunero, fueron destinados a ecmbatir rebelones en Cuyo'y La Soja, Parte de la Gusr Gin Nacional de eaas provineas y slgunes cuerpos de. lina, permane: cleton en dichas regiones en previsn de nuevos alzamientes, Tartién al Eféreito del Norte debia seprimir levantamientos en Salta y Tujoy, Parte del eército retornd Iuego a le hicha en el frente paragusya, Hex, ‘inada ta guerra, se lbeé la orden de lcenciamionte Jel Ejéscio del Norte. Por su parte el ejérclto de linea. destinado a cari el ancviis de fronteras a a0 represo del Paraguay, debis neve. 9 eonjurar lu se. Ieli6n iniciada por Lipes dordén en Entce Rios, Iuege el asesinato So Urouizs ae Por decreto det 27 de enero de 1870, Alsina —vicepresidente de 1a Replies ordenaba que las. provinlas’contribuyeran proporsiona. ‘ments, con un total de 256) hombres, a la remonta, Ge ls servicio lines tin de cubrir sus fronteras. Se consapraba alf'un principio qu alteraba Ia base del servicio de fronteras, al disponerse gee taase (as provineias, tvieran o no fronteras que larder, debian conteboir, pre Porcionalmente a defenderian Pundamentando. fa consticuclonaidad, Se tte principio, la nota con la que al general’ Mastin de Cainsa, ministe de Guerra, enviaba el docrto a los gohernadores, sehalaba qe oe tte, ba “de compartir el peso de na carga comin-.. porque es I vila nacional no hay antagonismo de intereses, no puede haber indiforenes fampoco, y Is. tiquesa que esfeierra Tn. provinci de Santa Pe. ae et fuento de venta nacional, tiene derecho a sor defentida por al ealveres 4 suerificio de totos, como riqiesa argentina, come riqueza ‘de tatoo” Es de hacer notar gue ya en 186s, Emilio Castro —foluro govereador de Boenos Aires habla sostenido'en’ ls legslaci6n bonaeretee ees, icter inconstitucional de este servicio. Y que hana finer de ess decade, al sistema de. contingentes de enganchados, perédiennente viodea Ins guarniciones de tronteras, dtba origen a {nventos:Scbates pester: farios y a una infuyente corviente. de critica soell, Teopide eapecels rente por In literatura 9 el periodisme LA CoNQUISTA DEL ORDEN 105 constituirse précticamente en una institueién permanente, su existencia posibilits y aceleré la capacidad de penetracion det estado nacional en todo el Ambito territorial. Cuando en 1866 el vieepresidente Marcos Paz indicaba que todas lag provineias se hallaban “representadas” en el ejército nacional, ponia de ‘manifiesto dos circunstancias: 1) que el estado nacional habia gonseguido ganar o imponer el apoyo de las provineias, pero 2) que atin no habia podido establecer una fuerza diferenciada ge su origen provincial y continuaba dependiendo del apoyo de los gobiernos locales para el mantenimiento del aparato repre. sivo nacional. Por eso, cuando culminaba la presidencia de Sar. miento, el servicio de fronteras continuaba llevindose cabo con tropas regulares y guardias nacionates * Antes de desaparecer, la Guardia Nacional continuaria siendo movilizada, no sélo para custodiar las fronteras interio res sino ademas, para sofocar nuevas rebeliones. «A los reitera- dos levantamientos de Lépez Jordin en Entre Rios sucedis la insurreccién de Mitre, luego de las controvertidas elecciones residenciales que levaron al poder a Avellaneda, Este ditimo episodio militar exigié convocar a 60.00 hombres, que se movi Naaron sobre una extensa regién del territorio nacional, lic 2 Saliendo al paso de laa eriticas que esta situacién ccasionabs, Sarmiento encontraba en Ia experiencia histérica propia 7 ajens ade fuada justifieacién parn esta situacion; “Desde las. plantacionee arate 3adas adonde el Gobierno de un pais no aleanza, hasta el sistema militar prusiano, el deber, lu obligacién y Ia necesidad ‘de defender In proviedad ¥,Ja vida, cuando son atacadss, © la integridad y el honor nacional, se Bosan sobre cada individuo de ta soviedad, evalgviera que sea la. forma de gobierno, Las poblaciones nuevas en esta y la otra Américe aoe arom deade el primer dia de su existencia para defenderse, y solo suse do se constituyeron en naciones, hisieron de esta defenaa”Iecal ay ae tema de defensa comtn, llamandsle Guardia Nacional. Bl aléreis seguioe uede supliria o exonerarla; pero toda vez que aquél ne estén prope ign con la necesidad, Ia univertalidad de los cludadanos constiteys el siército nacional, Mamese milicia, Landwer o reserva. ody. Innitecion ue pongs al poder nacional militar eobre el uso de la Guardia Nosioch sg auleidar In Nacién y hacer nacer por foer2a lo que com tants secck, ficios destruimos 0 neutralizamos entre todos, a saber: las miliciae ane con Ramires ¥ Quiroga sublevaron el pais 'y mantuvieron le’ sues constante en las provincias; las de Buenos’ Aires, comendadae Sorel General D. Juan Manuel de’ Rosas durante veintiacis anon, y las emte pil Ianzas de Entre Rios a laa érdenes del Capitan Gereral Urecion La guerra civil de cincuenta afios, fue aélo la antigua milicia loealesa Dajo un eauclllo.” (Sarmiento, Mensaje, 1872) 106 Oscar OSZLAK Fen perfil institucional diferente a wa la fuerza amorfa e indisciplinada de los prime- sos oes ta onganizacon nacional, Desde 1876, al dacretarse el licenciamiento de la Guardia Nacional, habia asumido la ex- orden, hab taro de co (uerza’ armada nacionsles,habian salido airosas de sus diversos compromisos militares, ganando e ior enil, destacada por Sarmiento y Avellaneda ™, f ‘tendo la division interna acentuaron su espititu de cuerpo, evitand 6 ¥ el fraccionamiento partidario, Ya no tenian cabida en sus Filas (0 se iban extinguiendo) los enganchados involuntarios, Jos mercenarios extranjeros 0 los ‘“destinados” por crimenes. La prospera situacién econémica del pais durante el gobierno de Sarmiento habia permitido normalizar el aprovisionamiento, vestuario, armamento y puesta al dia de los sueldos*. Nuevos jnstitutos militares apoyaban la formacién y perfeccionamiento Ge los euadros*. ¥ el avance teenoldgico —sobre todo el acceso fl ferrocarril, al telégrafo y al nuevo armamento adquirido ex Ya década del'70— multiplicaba la capacidad ofensiva del poder militar nacional *. eto etactands ss van, pr jem In dearalnes oa wn en lon mensajes al Congreso de 1812 y 187. wn ns cto din lps ee ee a eit hone eases ba ort ni itr Eze deer trio, sein Ts npr ‘Ave Mane on "ae Neon crndon el Colelo Mitr, la Bovwela Nar ‘val, la Inspectoria General del Ejéreito, ete. ns Comentand tres victorias obenidas ebre ferry ncurectat 2 ame a inane “ncn fa, oir, Serie ela oda y aoe wer 7 ‘LA CONQUISTA DEL ORDEN 1or ‘Tocé a Avellaneda heredar el comando de una fuerza cons” titmida en pivote de la penetracién estatal y control coactivo del territorio nacional. Una fuerza institucionalizada en Ia lu- cha, en la renovada experimentacién organizativa, en la pre- sencia de sus efectivos en apartadas guarniciones y en miltiples escenarios de combate. Una fuerza que habia conseguido des- hacer la Unién del Norte, prevenir los intentos secesionisias de Corrientes, reprimir las rebeliones entrerrianas, los levanta mientos de Cuyo, las montoneras riojanas, las resistencias y conspiraciones cordobesas o santafecinas. Una fuerza, en fin, que Avellaneda concentrarfa en la “‘solucién final” del proble- ‘ma indigena, lo cual equivalfa a ganar el definitivo control de extensos territorios y su incorporacién al sistema produetivo. Todo esto suponfa mantener el nivel de actividad y Ia presencia institucional del aparato militar en gran parte del territorio nacional, no sélo porque la campafia del desierto™ se extendia a diversas regiones del pais, sino también porque el afianza- miento del control estatal sobre las situaciones provinciales exigia formar y distribuir cuerpos de ejércitos en diversos puntos estratégicas, desde los cuales pudiera ejercerse una efi- caz accion preventiva y represiva. Hilo explica que durante la presidencia de Avellaneda el presupuesto militar haya mante- nido, aproximadamente, el nivel de las dos presidencias ante. riores y da crédito a las criticas por entonces dirigidas ‘al mi nistro de guerra Alsina, en el sentido de que habria malgastado los escasos recursos del presupuesto nacional en railitarizar el ais Como veremos enseguida, ol pretendido apoliticismo de] lag fuerzas armadas y su estratégica distribucin y empleo, Significaron un invalorable recurso politico. Seria precisamente telégrafo andan més de carrera que Jos caballos en que voltejea el cau Allo.” (Sarmiento, Meneaje, 1874.) Donominacién genérica de las campafas militares destinadas a seprimir las ineursiones indigenas y a ganar el control sobre. territo: ios ubieados fuera do las fronteras intetiores, En. particular, se aplice al onjunto de acciones) militares. desarrolladas ‘contra el Indio entee tmediados de Ios acs 70 y comlenzos de os 80, que culminaron con ct definitive control del territorio nacional sogia su" actual configuraciSe ® Critieas del diario La Necién (Buenos Aires, 141-76). citadas or Guillermo. H. Gasio y Maria C. San Romén, La conquista del pre reso, 1874-1880, Buenos Aires, Ediciones La Bastille, 19

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