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u ti ‘Titulo de la edicién original : DEMOCRATIE ET TOTALITARISME Traduccién de Angel Vitias © dela edicién original: Gallimard, 1965 © de los derechos en lengua castellana y de la traduccién espafiola: EDITORIAL SEIX BARRAL, S. A. - BARCELONA, 1966 Primera edicién (Primer a cuarto millar), 1968 Depésito Legal B. 35.836 — 1967 Printed in Spain se les trata como agentes del cxpitalismo internacional, sino que se les considera oponentes politicos que se equivo. can, no traidores, En cuanto a las decisiones, estas siguen adoptindose en la cumbre pero parece que no ya por un hombre solo, sino Por ua grupo, lo que se denomina direccién coleginda. Las luchas entre los sucesores se desarrollan segin el estilo t{pico del partido bolchevique en Ins fases dos y tres, es decir, con una mezela de formalismo mayoritario y de astueia clandestina, Cada vex que se vence a un grupo hay una mayoria contra él, bien en el Polithuré (asf, por ejem- plo, la primera vez que Malenkoy tuvo que abandonar parte de sus funciones) bien en el Comité Central en la épo- ea de la fltima crisis, en la cual parece ser que Krustehev estaba en minorfa en aquél, si bien apelé al segundo en donde contaba con In mayorfa, Volvemos, pues, a cierto for- malismo mayoritario que sirve en parte de formalizacién y tn parte de regla para la lucha entre las facciones, Por ahora, en consecuencia, la avtoridad sigue situindose en la cispide antes que en 1a masa, pero el nimero de los que influyen sobre las decisiones se ha ampliado. La Unién Soviética ha salido de la fase extrema, Ia cuarta, durante Ja eual los veneidos en Ia lucha de las facciones se vefan Inmediatamente amenazados con Ia muerte, uB xiv IDEOLOGIA ¥ TERROR En el Gltimo capftulo he mostrado el vaefo existente entre Jas ficeiones constitucionales y la realidad en el estado so- viético y en el partido comunista. La férmula de la dieta- dura del proletariado sirve de justifieacién al monopolio que se reserva el partido, Ia del centralismo democrAtico de Justifieaeién y camuflaje a 1a omnipotencia de algunos e in- eluso a veces de un personaje solo. Por tanto, y volviendo a utilizar los términos que empleé con respecto a los regi- menes constitucional-pluralistas, el soviétieo es esencialmen- te oligdrquico, ineluso cuando no es tirnico. La realidad oligérquica del régimen soviético explica en parte la denuncia obsesionante de los monopolistas a Ia que se dedica la propaganda comunista. Quienes conocen por propia experiencia el régimen soviético logran diffeil- mente creer que detrés del desorden de los regimenes cons- tituefonal-pluralistas no se disimule la omnipotencia de al- gunos. Este malentendido tiene una contrapartida: muchos demécratas estén ansiosos por encontrar al otro lado el equivalente de la diversidad y de los conflietos que consti- tuyen Ia esencia de sus regimenes, En otros términos, si no temiese abusar de Ia dialéetica, diria que los soviétieos con- sideran a los regimenes constitucional-pluralistas como “oli- garquias de monopolistas” porque busean en el Occidente Jo que ellos ya tienen, En cuanto a los detentadores de los regimenes constitucional-pluralistas diré que se obstinan en creer que detras de Ia oligarquia del partido ha de desple- garse un libre juego de fuerzas o de agrupaciones pareeido al que ellos ya conocen, tra contradiccién: los regimenes soviéticos reclaman ny para s{ una doctrina que proclama la primacia de la eco nomia, Ahora bien, Ia historia del partido comunista y del régimen soviético es una admirable ilustracién de 1a aceién determinante de unos cuantos hombres sobre las pretendidas fuerzas objetivas, Segiin 1a doctrina, euando el partido bol chevique tom6 el poder fue el proletariado mundial el que simbélicamente venei6, De hecho, 1a toma del poder por el partido comunista en 1917 y 1a transformacién del mundo merced a esta revolucién son Ie confirmacién y In consa gracién del papel, a veces deslumbrantemente brillante, de Jo minoritario en In historia de las sociedades humanas. Los regimenes constitueional-pluralistas son una traduc. cién institucional de la soberanfe popular, la eual se expre sa en las elecciones que siempre estin influenciadas por fuerzas mfltiples: los electores eseogen mas o menos libre mente a sus representantes y estos se Janzan al juego par. Jamentario, El poder de 1a oligarquia comunista puede ser considerado como otra traduccién de In idea demoeritica. La soberanfa del pueblo o del proletariado se delega a un partido, siendo este la vanguardia de aquellos, Estas dos traduceiones se parecen y se diferencian al tiempo. En un caso la traduccién tiene por simbolo la competicién electo- ral, en el otro las eleeciones undnimes y los vitores que consagran el acuerdo entre 1a roluntad real o mistica de Jas masas y la de los gobernantes. La rivalidad entre Jas dos clases de regimenes es también una rivalidad entre dos sistemas de traducciones institucionales de las mismas for- mas ideolégicas, En realidad, talos sabemos que entre los regimenes de partido monopolistico, la diferencia no es se- cundaria sino esencial y que pone en tela de juicio el estilo de vida, Ia manera de gobernar y la misma modalidad que adopta Ia comunidad. De dénde viene esta diferencia esencial? La primera contestacién que surge a la mente es de ins: piracién marxista: cl régimen econémieo es radicalmente distinto. No me detendré en un anélisis de los regimenes econ6- mieos que he estudiado ya en otra ocasiGn (1). Los modos de (2) Dieciocho lecciones sobre ta neiedad induatria?, obra publles fen bt mini coleclon, seal penNees 320 produccién se pareeen; In organizacién de las fabricas, ‘un nivel determinado de 1a téenica, no puede cambiar mu- cho con el régimen, Hay una cierta autonomia juridica de Jag empresas que no puede dejar de reconstituirse. En un solo aflo, los tribunales soviéticos han tenido que jugar unos treseientos treinta mil casos de conflicto entre em- presas. ‘Un estado extranjero, Israel, procedié incluso a una ac- cin legal contra una compafifa soviética de exportaciém de petréleo, 1a cual, por orden de su gobierno, habla cesado sus entregas en el momento de la invasién del Sina. El e tado soviético quiere mantener el principio de que en Ia U.R.S.S. los tribunales aplican las leyes aunque estas se refieran a las relaciones entre empresas, las cuales en teo- rfa son todas ellas igualmente propiedad del Estado. Subsiste, claro esté, una diferencia y esta es fundamen. tal: muchas de las decisiones tomadas por cada empresa, no son sino la aplicacién de érdenes administrativas, érde- nes de la comisién planifieadora. Otras en cambio son adop- tadas por los dirigentes de la empresa o constituyen con- tratos, El derecho soviético exige que se discrimine entre Jo que resulta de una decisién administrativa o lo que se deriva de una decisién propia de Ia empresa. Politieamente, lo que a mi entender es decisivo es que en los regimenes occidentales existe una pluralidad de orga- nizaciones, independientes del Estado. En un régimen soviético, las empresas ¥ los trusts tienen cierto grado de autonomia administrativa o juridiea pero todo grupo organizado esté necesariamente ligado al Esta- do y, por consiguiente, a Ia ideologia de este tiltimo. Cuando analicé las relaciones de clase (2), demostré que Ja sociedad de tipo soviético encerraba discriminaciones en cuanto a las formas de vida, los niveles de consumo 0 los estilos de existencia de los grupos; la sociedad soviética no es mas homogénea que una sociedad occidental, pero ningu- na organizacién, ya sea sindical o politica, es en la URSS. independiente en relacién con el Estado, Cualquier organi: zacién profesional, sindical, politica, es 1a expresién de (2) Bo La tuna de clove a2 este y del partido y esta por eonsiguiente impregna sate del artigo y est por consguionteimpregrada de Ia En efecto, el Estado es inseparable del partido igual que este lo es de su ideologia, Ta ideologia, a su vee, to te ne para de cierta visién de la historia y esta vision deseutee no solamente una evolucién de las sociedades hacia im foc a final sino también una lucha a muerte entre las clasee, entre el bien y el mal. Este Estado, que absorbe todas lag organizaciones profesionales y politieas, esté. por esencre inmerso en un movimiento evotutivo. EY movimiento bets rico que arrastra al tiempo a la sociedad y al Estado ofre, ce unm dole carateristen aparenteneats asta luna necesidad historica 10 hace obligatorio en teoria, pero de hecho es 1a resultante de decisiones tomadas por un pe quello nimero de hombres y a veees por un hombre sole, iCémo se realiza esta corjuneién entre una doctrine de Ja necesidad histériea y el papel excepeional de las volun tades individuales? Za doctrina marxista plantea ‘en prin cipio la primaeia de Ia economfa y de las fuerzas eolecriveg y traza un esquema de la historia segiin el cual este tients inresistiblemente a pasar de] régimen capitalista, 1 sect lista a medida que se desarrollan las fuerzas productivas ¥ se agravan las contradieciones, __ Esta vision de la historia era la de la Segunda Interna. cional y en especial Ia de los social-deméeratas alemance que dominaban esta. La visién era determinista hasta, tal Punto que algunos social-deméeratas se sentian tentades de dejar obrar a Ia diatéctica objtiva refugidndose en la espe nu, interesada y pasiva, de la revolueién inevitable, en fiw cidn del ir madurando de las contradieciones, Teeucray haber ofdo en Alemania, atin en 1982, a un orador exelamon do: nosotros, los sociaidemseratas, podemos esperar por ue representamos una clase, somos un partido homogénee, vam Ja dialéetien de In historia est de nuestra parte. Algunas semanas después, Hitler tomal oder ¥ a pes de la dlatécten de la historia al grader soeteha cee De 8 Paons «un campo de concertracon. La Tercera Internacfonal rompié eon esta visiGn objetiv det desarroli histérieo, Lenin y Tos boleherigues ve totes Ton negdndose & aeeptar el determinisimo historico, army 22 do el papel de Ja voluntad, Cuando Lenin tenia que escoger entre Ia letra de 1a doetrina y 1a accién que sugeria Ia co- yuntura no dudaba nunea y sacrifleaba Ia doctrina 0 por lo menos la doblegaba a las necesidades del momento encon trando alguna justificactén para una accién que te6ricamen- te habla condenado affos atrés. Con anterioridad a 1917 Lenin habia tomado violentamente partido contra aquellos que crefan en una revolueién socialista en Rusia, un que no habia conocido el desarrollo capitalista, y en 1917 se hacia cargo del poder en él, El punto de partida habia sido Ia idea de la misién del proletariado, esta se transfor m6 en la del partido, el cual se hizo como tal 1a enearna- cién del proletariado, Todo lo que hace el partido es expre- sar la misién del proletariado y la ley de la historia, Ahora bien, lo que hace el partido en la Unién Soviética es en una amplia medida arbitrario, La doctrina no precisaba lo que seria el estado de transicién entre eapitalismo y socialismo. Las ideas de Et Capital han ejercido cierta influencia en la gestién de la ceonomfa, pero el comunismo de guerra, la N.E.P. y los planes quinquenales han sido las respuestas de los Dolekeviques a coyunturas imprevistas, eontestacio- nes mas 0 menos induidas por el marxismo y Ia interpreta cién que los bolcheviques habian aceptado del mismo pero no determinadas por una teoria o por las leyes de la histo- ria, De aqui esta contradiceién fundamental: la doctrina invoca el determinismo histérico y Ia pritctica deja las de- cisiones a unos hombres 0 a uno solo, Una de las expresio- nes de este voluntarismo es la transformacién de la propia ideologia marxista. La doctrina marxista tolera interpretaciones méltiples, E] marxismo soviético eneierra numerosos elementos que no habian sido concebidos por Marx y sein las circunstancias esta doctrina se ensancha 0 se encoge. La doctrina se amplia cuando proclama una ortodoxia en materia de pintura, mésica, ciencias humanas, historia y, finalmente, biologfa, Los decretos ideolégicos, relativos a la pintura 0 a Ia mésiea, no tienen nada que ver con lo que Marx y Engels escribieron sobre una y otra, los cuales expresaron opiniones diversas pero mas bien a titulo per- sonal que como profetas del socialismo. Afirmaron que ex 223 tia una relacién entre el ambiente social y el arte (lo que sacepta todo el mundo, marzistas o no) pero nunca dijeron Jo que habia de ser Ia m@sica o Ia pintura de un estado so cialista. A consecuencia de diversas cireunstancias, © talle no tengo tiempo de exeminar, la musica formalis sido condenada como burguesa y reaccionaria. En cuanto a Ja pintura abstraeta esta 1a sido considerada durante un largo perfodo como expresiin de Ia decadencia burguesa; también los nacional-sceialistas juzgaron asimismo con se- veridad este tipo de pintura En lo que se refiere a las ciencias humanas, la ortodoxia responde a una necesidad, El Estado soviético se basa en una interpretacién de la historia y la sociedad y nosotros los soci6logos podriamos sentirnos orgullosos por el hecho que Ja sociologia, en nuestra época, sirva de religién a un tercio de 1a humanidad. Tal orgullo no esté libre de yugos en un régimen en el cual 1x sociologia se confunde con la ideologin oficial del Estado, pero incluso en este caso, atin subsiste un cierto margen de maniobra que se reduce o se ensancha segtin los momentos, En el siglo xix la Rusia zarista habla realizado una serie de conquistas, las cuales podian recibir dentro de la @octrina oficial dos significados distintos: o bien la conquis ta del Asin Central por la Rusia zarista era expresién del ‘tmperialismo de los zares, confundido en la misma reproba- cin con que se miraba al imperialismo oceidental —f6rmu Ja adoptada durante los primeros afios del régimen— o bien tal conquista de las tropas zaristas, aun siendo una forma de imperialismo, tenia un significado progresista, porque aguellas tropas Llevaban consigo una civilizacién superior y porque el pueblo de Ia Gran Rusia estaba destinado a trans- formarse en cl agente de Ja revolucién salvadora, Todo 10 que preparaba Ia insercién de un pueblo en el Estado socia: lista resultaba conforme a la ley progresista de Ia historia, Entre ambas formulas, la condena del imperialismo rarista © la aprobacién del progresismo, se eonciben y observan miiltiples matizaciones, Las interpretaciones oficiales han oseilado entre los dos extremos; la tinica obligacién perma Rente para el individuo era el no equivocarse al escoger a fin de no ir ni adelantado ni retrasado, 4 La forma extrema del ensanchamiento es Ia aplicacién de una ortodoxia a una ciencia natural. Lo mas frecuente, por cierto, es que no se Hegue tan lejos, por una razén de sentido comin: el espfritu de ortodoxia es poco favorable fal desarrollo de una disciplina cientifica y las ciencias na- turales son demasiado iitiles al Estado y a su poderio como para arriesgarse a frenar su desarrollo, Un curioso fen6- meno Io constituyé 1a condena del mendelismo durante la filtima fase del régimen estalinista por considerarlo contra- tio a la verdad socialist, Algunos intérpretes sutiles en- contraron un motivo para dicha condena: la doctrina de la sociedad homogénea tiene tanto mayor fuerza probatoria cuanto mas se reduce la importaneia de las diferencias inna- tas entre los individuos. Lo que la verdad socialista de los tiempos de Stalin oponia a la genética era la negacién de In hereneia de los earacteres adquiridos adueiendo la afir- macién de una relativa estabilidad del patrimonio heredi- tario, La doctrina puede ser mis o menos estrecha o més o me- nos ancha sin que cambien las formulas generales del mar- xismo. Es posible mantener los principios generales de la evolucién histériea del eapitalismo al socialismo y el papel del partido, en tanto que el significado de tal o cual aconte- cimiento del pasado varia. Pero una de las consecuencias de la forma adoptada por la doctrina es que poeo a poco se introduce en la visién de la historia, en lugar del determi- nismo o de las fuerzas objetivas, Ia accién de los individuos. La historia sagrada de In doctrina soviétiea es cada vex menos la del desarrollo de las fuerzas productivas y cada vex més la historia del propio partido. La historia sagrada que conduce a la revolucién es I del partido bolehevique, Ja de los conflietos dentro del mismo ¢ incluso la de los partidos satélites, He conocido a un francés que habia esta: do prisionero en Corea del Norte durante unos aflos y que habia pasado por la prueba de la reeducacién. Lo que le habia lamado la atencién sobre todo era la importancia dada en la educacién soviética a la historia de los partidos comunistas, incluso a la de los conflictos de las faceiones dentro de los distintos partidos. Este periodista francés se enters asi de 1a importancia que convenia dar al papel de 2s Democracin x totalttariomo 15 tien of warken de discusién y de interpretaciin Una de las principales euestiones es el taber en aué medida una pric. tiea determinada del régimen sovigtico estd 6 8 por Ia doctrina. Be Cousagrade Tomemos dos ejemplos. En los tiempos de Stalin, un por- gentale te acumtlacién del 259% se considerate parte inte. Se En fa fitima obra, Stalin habia declarndy Coe ot venta Pr apbeentaie ug tolovs ser contrarcatucnn ett x representaria una regresién en relacign ea el desarrollo de Ia economfa socialista, Hace una semana, Krustehey de. creté que las MTS habfan eumplido ya ne funeién y que, en Adelante, ls tractores seriam propiedad de te Koljoses, Jos ast del emmpo del dogma para convertitse en me simple enestion de oportunidad. En tles momentos’ w siente Ta tentacion de dar vuelta a Ia idea que he sugerido hasta ahora en cuanto a las relaciones entre el partie ¥ Ia ideo. oti» desir ave, desputs de todo, esta tltima ve iy vex un instrumento del gobierno, 1a tentacion, por decirlo asi, de solicar al régimen sovittleo lon métodos maraisiae ac inter- retaciéa. ¢Qué 10s habia indicado Mary?s es usatan de formulas sublimes para disinulan tactn sérdida del pueblo. Volver et método mariig €l régimen sovlético equivaldria a doetr: el rarity © los ocos hombres que dirigen este st sirven, segie i neces Gades, de tal 0 cual forma doctrinal para manteney a poder Y erear une sociedad en Ia cual otupan la primey fila, 1a ideologin marxista es, desde Iuego, un instrument de sobleroo, de Ya misma manera que in democrdting ne es en 226 fica 0 en la préctica, Px Qartido que posea el monopolio de 1a actividad pott tice Gomina al Estado ¢ impone su ideologia a todas’ lag qe atclones. A través del Estado se reserva el monapolio de los medios de fuerza, publicidad y propaganda. La face, joeia no es ni el fin Ginieo ni el medio exclusivo; hay una Imeraecién perpetua o quizés una dialéetica: a’ veces Ie {teologia se utiliza para aleanzar un fin, y en ottos moment fos se emplean medios de fuerza con vistas a modeler Ie sociedad segiin 1a ideologfa. Tina de las consecuencias més amativas de este régimen Kielégico es el error. Para comprender algunos aspectas del régimen de partido monopolfstieo, hace falta evocar el fee Taaae errorista que en6 al mundo de estupor y que, simul. tAneamente, espant6 y atrajo a los ajenos a él Desde el punto de vista formal, en el régimen soviétieo Podemos observar tres formas de terror. FI terror puede ser legal, codifcado. El eédigo soviético Saumera Jas aeciones eriminales que no serian todas eonsh. deradas como tales en un régimen constitueional pluralinny EL régimen soviético se preoeupa mis de evitar te impu dad de un culpable que la condena de un inocente y anf ee rriminales incluso cuando no ha habido conato de ejecueién 2a férmula de actividad contra-revolucionaria es lo suth cientemente amplia y vaga como para prestarse a tods clas dle interpretaciones. El término “aeto socialmente peligroso” Puede ser interpretado de manera amplisima por los tribu. Wales. Por iiltimo, también se utiliza el famoso principio dle analogia que viene a decir mas 0 menos lo siguiente; St un acto cualquiera no es, segiin el e6digo, considerado eri. Tninal porque ningin artieulo se le aplica con exactitud, se tiene derecho a proceder por analogia y condenarlo cunde 27 se parezea mis o menos a tal otro, el cual et propio e6digo si considera criminal. Esta represién legal no constituye el aspecto esencial del fenémeno terrorista. Desde 1834 ya fguraban en el ed £0 penal soviético artfculos, tal vez derogados hoy, que otor. gaban a la polieia secreta o al Ministerio del Interior (lo cual viene a ser Io mismo) el derecho a detener a los indi viduos socialmente peligrosos que se dedicasen a actividades contra-revolucionarias, a condenarlos a ailos de campos de concentracién, a veces en ausencia del propio acusado, y en todo caso sin Ia presencia de un defensor y sin posibilidad de apelacion, Tos tribunales administrativos representaban un segun- do aspecto formal del terror més temible que el primero. Ta aplicacion del e6digo penal reduce las garantias de que Sozan los individuos en el Oceidente pero otro texto juridi co de 1887 prevefa, en el caso de actividad contra-revolucio naria, una represién sumaria: todo debfa quedar terminado en unos euantos dias, sin posibilidad alguna de defensa » Jag condenas eran sin apelacién, Sin embargo, incluso esta legislacién no implicaba todavia el terror estalinista. EL tercer aspecto del terror, y que no es dable confundir con los dos primeros, es el de la deportacién de poblaciones extras. Para no ser acusado de parcialidad, voy a dar lec. tura a unas Iineas del informe de Krustehey, con referencia al fen6meno del desplazamiento de poblaciones: Ya a finales de 1948, cuando de hecho tas fuerzas sovié- ficas habian abierto brecha en todos los frentes se adopté Ja decisién de deportar a todos los karatehais de las tierras en que vivian; en la misma épocs, a diltimos de diciembre de 1948, la misma suerte se aplicé a toda ta poblaciin de la Repiiblica Auténoma de los kalmuios; en marzo de 1944, to. dos los tehetchenes ¢ ingouches fueron deportados y liquida da ta Repiblica Auténoma de su nombre; en abril de 1944 dos del territorio de ta Repiiblice Auténoma kabardo-bal. kare, rebautizando ésta con el nombre de tos diltimos. Si los wkranianos no siguicron la misma suerte fue a causa dé su gran nimero: no hubiera habido tastante sitio para depor tarlos a todos. De lo contrario no se habria dejado de ha- cerlo (3). ; ‘Hay més de 40 millones de ueranianos, Este texto es extraordinario y demuestra que las imagi- naciones més delirantes de una obra que actualmente se interpreta en e1 Teatro Nacional Popular (4) pueden encon- trar plasmacién en la historia real. Extraido de un diseur- so auténtico, ello no hace sino confirmar Io que ya se sabia en el exterior; la prictica del traslado de poblaciones en gran escala, Dicho traslado se practicé asimismo en las partes de Polonia ocupadas por los ejércitos rusos en 1939. 1940, cifrandose en millén y medio el néimero de personas que fueron deportadas en aquel momento, Aparte de esta clasificacién formal, creo que convendria hacer una clasifieacién eoncreta 0 material de tres especies de terror. | Hay una primera forma de terror que denominaré, por as{ decirlo, normal que repite la experiencia de Ia Revolu- cidn Francesa; el terror practieado por un partido o una faccién contra los partidos o facciones que se les oponen, ‘una forma de guerra civil. Durante los perfodos revolucio narios, el grupo que se apoiera del poder duda acerea de Jo que ello durara y ve enemigos por todas partes; por cierto que no siempre se equivora, puesto que, por defini- cién, su reino es nuevo y el mimero de sus adversarios, de aquellos que esperan que cambie Ia suerte, ha de ser grande por fuerza, - Esta primera clase de terror se observ6 durante los afios de Ia guerra civil, digamos entre 1917 y 1921. Es el momento en el cual los militantes y dirigentes de los partidos socia- listas rivales, socialistas-revolucionarios y_mencheviques, fueron eliminados y encareelados. Es el momento también en el que los representantes de las antiguas clases privilegia- das se defendieron contra los bolcheviques vietoriosos. Ape- nas si ha habido una gran revolucién que no haya supuesto (3)_Citando segdn et texto que de A. Rossl en su bro Autopete du staxinteme, Batts, “10ST, “p. 110. TS Gon ray, ae Aitvea Jarry 29 nos andlogos: terror eon Cromwell, terror eon Robex con Lenin: In historia se repite La segunda clase de terror es aquella que se deseneaden6 21 principio de ta colectivizacién agraria, hacia. 19o0tone fate tre por i emg, gga, tala 0 m6 enemigos de clase: fundamentalmente los Kulake Ina ile caso también se trata de una forma de terror, no digo Isitimo e iegftimo, sino racionalmente explicable, Deeg fi dis en que se deeidié In colectivizncién agrarian, los kuleks fueron adversarios declarados del Estado soviéticos log cane Pesinos rusos sacrifearon por lo menos Ta mitad de su ee aldo asi que cuando se deporié por centenares de miles a os Kulaks, se eastigaba y se combatia contra enemigon del Fégimen no fiticios sino muy reales. Se tiene dereeho's pon sar que otros métodos hubiesen sido preferibles, Kraan, en su discurso, sugirié que la colectivizacién agraria. buble: T8 podido Hevarse a cabo a un coste menor, pero ¢ tory ai se admite el objetivo de Ie colectivizactin nerarin ey terror es racionalmente explicable por no decir excusable va Li teteerst clase de terror, Ia que Krustchey condend, cg 12, ‘Pileacién det terror practizado hasta entonces contra ean tearor Deliteas © de dase a Tos oponentes 9 ait , ‘o virtuales, existentes en el seno del tuna idea del orden de importancia del terror del cunt f Mietimas los militantes del partido, nnn 4Oudl era ta composiciin det XVII C sod in ‘ongreso del partido onanistat Se sabe que el 80% de tos votantes de tete 40 giese a un Comité Central cuya i n ‘ mayoria se hubiese ret edo enemiga del Partido. La tinica explicacién por ta cual 110% de los candidatos clegides para et XVIT Congreso fre denunciado como enemigo det partido y del puedlo'es wy 230 que se calumnié a comunistas honrados, que tas acusacio. nes proferidas contra ellos fueron falsas y que la legalidad revolucionaria se viold claramente. Idéntica suerte se reser- 6 no sélo a los miembros det Comité Central sino también a la mayoria de los delegados del XVII Congreso. De los 1.966 delegados, ya sea con derecho a voto, o bien simple- mente con voz, 1118 personas —es decir, netamente mas de la mayoria— fueron detenidas bajo ta acusacién de haber realizados crimenes contra-rerolucionarios (3). 70% de los miembros del Comité Central, del 50 al 60% de todos los delegados del Congreso del partido comunista: este es el tercer aspecto, el mas extrafio, el més anormal por decir asi del terror. Todo ocurrid como si, de 1917 a 1938, el terror revolueionario, en Ingar de debilitarse progresiva- mente, se acrecentase en la misma medida que avanzaba la estabilizacién del régimen. El terror se agravé en primer lugar en el momento de Ia segunda revoluciin soviétiea, es decir, cuando la coleeti- vizacién agraria y volvié a agravarse después, a partir de 1934, en la época de 1a eliminacitm de Ia mayor parte de los antiguos miembros del partido comunista. Tal terror dio Ingar a dos institueiones que jugaron un papel considerable en las discusiones a favor o en contra del régimen soviético: por una parte Jos campos de concentracién ¥ por otra parte los famosos juicios de Mosed. Dejo a un Tado los campos de concentracién y diré unas palabras de estos Gltimos porque representan, por asi decir, el punto culminante, Ia gran orquestaciin de este terror ideoldgico, uno de los aspectos esenciales de este régimen extraordinario. Los acusados se acusaban a si mismos de erimenes que, se nos dice hoy en dia, no hablan cometido y que un hombre sensato nunea hubiera erefdo que los hubieran podido co- meter. De ahi surge una serie de problemas que suelen con- fundirse pero que es importante distinguir rigurosamente. Primero, el de la tégica de aquellas confesiones ; en segundo Tugar, el de Ja sicologia de tos acusados. Después, el de la (8) A. Rowal, op. ots. 82 21 q Ge,jon acasadores. Por dltimo el de la funcién de los juicios ¥ depuraciones en un régimen de esta indole, En cuanto a la légica de fas confesiones la solucién es Terma? asta con sacar Ins eousceuencias integrales de te férmula, “quien no esté conmigo esta contra mi” y anadin aue el Comité Central o el Politburé del partido comunicts Son el propio partido, el cual es el proletariado, quien + ca se Ct Rentido de 1a historia, Por consiguiente, quien no cst4 on el Comité Central del partido comunista es’ un ene ‘grada del proletariado y por tanto cul. ce Rtanca, se ha empleado con generosidad el epitets fe “traidor” para proyeetarlo, segin las circunstancias, sobre {al © cual grupo, ejemplifieando el juego de pelote con que wena hecho uso de tal ealifeacién 1a oseilacién de los nein tecimientos y In relatividad de los juicios histéricos, jai sistema de confesiones miso menos es el siguiente: aujtn no esti conforme con el Comité Central o el Seeretarig del partido comunista se conduce como un enemigo del co. imtaukmo. Sin embargo, se decide no tener en euenta Ing intenciones y juzgar s6lo los actos. Quien esti en le ‘oposi- So esecbilita al Comité Central y por tanto al proletariedy Se comporta como wn enemigo, ex decir, como un tralden gran pitblico que no hay diferencia entre portarse como nn Haider y ser an traidor, basta con imaginar que Zinoviev, Bojarin, Kameney 0 Trotsky har estado en relacionee, eng ignifieado dado Krustchey afr. 08 decir, lo si cit Stalin estuvo detrds de ta nociin de “enemigo det pue- bio”. Este término hizo posible la utilizacién de la represion mds cruel contra quienquiera que, de cualquier manera que fuiese, estuviese en desacuerdo con Stalin (6). Algunas formulas més sutiles de esta identificacién en cadena los sugiere el libro de Merleau-Ponty, Humanisme et terreur, e1 cual desarrolla en lenguaje semi-hegeliano, semi- existencialista, esta I6gien de la confesién. Légica que no me parecié jamés ofrecer ningtin misterio a partir del mo. mento en que se acepta, de forma paranoica, no hacer dife reneias entre el oponente que obra como si... y el traidor, EL segundo problema es el de la sicologia de los acusa. dos. Son tres las soluciones posibles y, a pesar de Ins tone. Jadas de tinta consumidas, finalmente todo se reduce a estas tres, La primera, la mis satisfactorin para los idealistas, es Ia de Ja abnegacién por el partido. El militante tiene mala coneiencia bien porque ha sido vencido en la lucha entre las facciones, bien porque da la razén a su vencedor, Sintien- do que su vida esté acabada, quiere hallar un significado a Jos Gltimos dfas que le quedan por vivir y para fortificar al partido, en el momento en que éste se ve amenazado por Ia agresién exterior, decide proclamar solemnemente que el Comité Central o el Politburé tenia razén y que 1 se equi- voeaba, Esta interpretacion en base a 1a abnegacién hacia el par- tido ha suscitado a menudo la comparacién con los kami. Kazes japoneses, los pilotos que se presentaban voluntarios para una misin finica y de Ia eual no podian volver puesto que consistia en lanzarse con su aparato sobre la cubierta de Jos navios enemigos. De igual forma, los militantes que se acusaban ante el mundo entero y se deshonraban piiblica- mente eran en el fondo los servidores supremos de la caus se rebajaban a si mismos para enaltecer al vencedor porque este enearnaba al partido y al proletariado. La segunda teoria, menos grandiosa, es la de un acuerdo seereto entre In poliefa y los acusados segiin Ia eual estor (OA. Rome, op. ait. p70. lltimos salvarfan 1a vida siempre y cuando se prestasen a Ia ceremonia de las confesiones pero, scgiin todos los informes, Jos acusados fueron ejecutados realmente y la mayoria de ellos conocian Ia suerte reservada a sus aniecesores. Tal vex quisieran salvar no su vida sino la de los suyos y es posi ble, pues, que se hayan levado a cabo efectivamente tales acuerdos. Una tereera teoria, quizi mis simple, es la de la tortura. ‘Vey a citar de nuevo un texto de Krustchey porque me pa- reee que ¢s uno de los mas razonables que se han escrito sobre este tema. Cuando Stalin decia que habia que detener a alguien era preciso admitir su palabra de que se trataba de un cnemigo del pueblo y la pandilla de Beria, responsable de tos érga nos de seguridad del Estado, se superaba para demostrar la culpabitidad de ta persona detenida y la veracidad de tos documentos que ellos mismos jalsifiaban. ¢Cudles eran las pruebas ofrecidas? Las confesiones de los detenidos que los jueces encargados de la investigaciin tomaban en serio. Cio, pues, pueden confesar erimenes que no se han co- metido? De una sola manera, después de haberse aplicado métodos fisicos de presién, de tortura, que levaban a un ¢s- tado de inconsciencia, de derrota intelectual, de privaciin de la dignidad humana. Es asi como se obtentan las con. fesiones (7). La tereera teorfa contiene ciertamente la mayor parte de verdad, sin excluir en su totalidad a ninguna de las dos anteriores, La sicologia de los acusadores era extratia. Los jueces de instruceién sabfan que las emfesiones eran inventadas y no podian creer en aguellas que fingian tomar en serio. Quie nes confesaban sabian que los investigadores no les erefan, Quien habia montado el total de los juicios no podia ignorar que 61 mismo habia sido quien habia dado Ia orden de erear ese mundo de lo irreal. Y, sin embargo, el poder de un Es tado y de una politica hacia que el mundo entero se interro- A, Rows, op. att. p. 10. 4 gase sobre la realidad de tal irrealidad. Nadie se dejab engafiar completamente, pero pocos tenian el valor de decir cen inglés monsense o gritar en francés, ;mensonge!, ;menson. get, imensonge! y, hecho mas extrao atin, ese mundo de fieciones macabras no era tinieamente odioso 0 inuoble sino que, de cierta manera, atrafa 0, en todo caso, faseinaba por- que todo en é1 tenia un significado y nada ocurria por ca- sualidad, Las fuerzas profundas de In historia se combina ban con los conflictos de clase y las conspiraciones de los individuos. La dialéetica de Hegel abocaba en un delirio policfaco y cada uno se interrogaba sobre las razones de aguella bufoneria tragica, Nadie se atrevia a decir, como Krustehev: el Secretario General del partido comunista ruso era vietima de una sicosis de sospechas y terminaba viendo en el mismisimo mariseal Vorochilov a un agente del Intel- ligence Service. 2s xv DEL TOTALITARISMO El capitulo anterior terminaba con el andlisis de uno de los fenémenos mis turbadores del régimen soviético, Ia com, binnetén en determinados perfodos del frenesi ideoligico del terror policiaco. Los dos periodos mas perfectos a este Tespecto, si asi puede denominirseles, son los de 193 a 1938 tbe hoy en dia y por el propio Krast chey nada menos que, en el affo anterior a su muerte, Stalin Preparaba una gran purga que tal vez hubiera podido com. Pararse con la de los afios 19931937, Seria injusto juzgur ¢l conjunto del régimen soviétice por el fenémeno del terror Policfaco, pero este me parecié tener, como tal, un aleanee ¥ signifieacién reales. El informe seereto de Krustctev ofrece una singular ilus- traeién de la teorfa de Montesquieu sobre el despotismo, se. Bin la cual el principio de este es el miedo —el temor insi dioso que se apodera progresivamente de todos los individuos Ge una colectividad menos uno. El mismo Krustehey, en un momento dado, planten la euestién: zPor qué no hicimos nada? y contesta con franqueza e ingenuidad; porque nos era imposible emprender nada. Cuando el jefe supremo nos con. voeaba nunca sabfamos si querfa consultarnos acerca de una decisién importante o preeipitarnos en los ealabozox de Ia Lublanka. Este fenémeno del miedo generalizado se ex. tendié en el seno de un régimen nacido precisamente de les aspiraciones mas nobles de Ia humanidad. Este terror que, como terror revolueionario, habria sido banal se produjo unos 20 affos después de la toma del poder ¥ no aleanzé s6lo a los adversarics, reales o en potencia, del régimen sino a hombres que le eran fieles. Por atta parte, este terror se disfrazaba con el ropaje de Ins confesiones 236 de por si extraordinarias puesto que, de todas formas, des- honraban al mismo régimen, En efecto, si se hubiesen to. mado al pie de la letra las confesiones de los antiguos com. pafieros de Lenin o las acusaciones Ianzadas contra los ge. nerales que mandaban el ejército rojo el mundo se habria visto obligado a creer que dicho régimen habia sido gober- nado 0 que todavia lo era por hombres que conspiraban contra él, que le traicionaban en favor de una potencia ex. tranjera, Si se crefan las confesiones, Ia requisitoria contra el régimen era terrible. Sino se crefa en ellas, ,e6mo juzgar 4 un régimen que obligaba a confesar erfmenes que no se habfan cometido? En todo caso no era posible dejar de pre- guntarse: ;dénde esti, In realidad?, zdénde esta Ia ideolo- gia?, en qué ereen los jefes, el jefe supremo, los jefes inter- medios, y las masas? Una persona y slo una decidia Ia suerte de todas las demés, las eubria de gloria o las entre. gaba a In vergienza, transformaba a los servidores del ré gimen en fieles o en traidores. Pero precisamente porque este hombre era sefior de la vida y la muerte de todos, él mismo no podia ereer en la irrealidad que queria imponer a los demas y estos apenas si podian creer més en ella, Al final se terminaba viviendo en un mundo extrafio que daba un sentido a eada acontecimiento pero euya totalidad era absurda. Se podria dar en Ia tentacién de desechar en tal momen. to Ia ideologia como Mana y simple eobertura y coneluir afirmando que no habia sino una realidad, la del despotismo de uno solo, siendo todo Io demas un disfraz que no engaiia a nadie, Personalmente, ereo que se haria mal, incluso en tal mo- mento extremo, en descartar Ia ideologia. El hecho es que estas formas patoligicas de despotismo no son concebibles fuera de un frenest ideolégico, incluso euando este inspira a la mayorfa més escepticismo que fe, éEn qué consiste el fendmeno totalitario? Este fenémeno, como todos los sociales, se presta a miltiples definiciones, segiin el aspecto considerado por el observador. A mi me Parece que los cinco elementos principales son los siguientes: 27 1. El fenémeno totalitario sobreviene en un régimen que concede a un partido el moropolio de 1a actividad po- Yitiea. * El partido monopolistico esti animado 0 armado por una ideologia a la cual se le confiere una autoridad absoluta, ¥ que por consiguiente se transforma en la verdad oficial del Estado. 3° Con objeto de difundir esta verdad oficial, el Estado se reserva a su vez un doble monopolio, el de los medios de fuerga y el de los de persuasién, y el conjunto de los medios de comunicacién (radio, televisién, prensa) lo dirige y orde na el Estado y quienes le representan. 4 La mayor parte de las actividades econémicas y pro- fesionales estin sometidas al Estado y acaban siendo, en elerta manera, parte del mismo. Como el Estado es insepa- rable de su ideologia, Ia gran parte de las actividades eco némieas y profesionales estén coloreadas por Ia verdad oficial. 5." Dado que de ahora en adelante todo es actividad del Estado y dado que toda clase de actividad est sometida a Ja ideologia, una falta cometida dentro de una actividad econémica o profesional es simultineamente una falta ideo- J6gica, por lo que en tiltimo término se produce 1a politiza- cién, la transfiguracién ideolégica de todas las faltas posi bles de los individuos y, para concluir, el terror a la vex poliefaco © ideol6gico. ‘Ni que decir tiene que en la definicién del totalitarismo puede considerarse esencial bien el monopolio del partido o la estatalizacién de la vida econémica o el terror ideolé gico, El fenémeno es perfecto euando todos estos elementos estan ensamblados y se cumplen plenamente. Los cinco elementos que aeabo de enumerar han estado ligados durante Jos afios treinta, en el perfodo de 1934 2 nuevamente en él curso de los afios cuarenta entre ¥ 1952. Se comprende fécilmente por qué dichos elemen- tos han podido eonjuntarse. En el caso del régimen soviético, el monopolio del partido y el de Is ideologia dependen de Ia esencia misma del bolehevismo y de su voluntad revolucio. nar . La centralizacién de los medios de fuerza y de per- suasién va ligada a Ia idea del monopolio de un partido den- 238 tro del Estado y la estatalizacion de las actividades econ6- micas es Ia expresién de la doctrina comunista, Los lazos entre los elementos que he enumerado son féciles de enten- der y en cuanto a la conelusién, el terror ideolégico, se la comprende precisamente en razén de los demfs elementos, a saber, el monopolio del partido, de la ideologia, de los me. dios de persuasién y de la estatalizaciOn de las actividades individuales. Seria ilegitimo confundir la intetigibilidad y la necesidad de In combinacién. Se entiende que tales elementos estén reunidos, pero el hecho de que lo hayan sido en numerosos casos, no prueba que deban serlo siempre y que todo régimen de partido monopolistico haya de egar a esta clase extre- ma de terror, En realidad, a propésito del totalitarismo se plantean tres preguntas fundamentales: 1° ;Hasta qué punto se trata de un fenémeno histori camente singular o de la repeticién de fendmenos histéricos ya conocidos? 2° Hasta qué punto el totalitarismo soviético es 0 no comparable con el de otros regimenes, en especial, con el del régimen nacional-socialista? 8° {Hasta qué punto el régimen de partido ‘inico 0 de planificacién total est& abocado al totalitarismo? Consideremos primero esta Gltima cuestién Hay en el siglo xx regimenes autoritarios que no son de partido nico y hay regfmenes de partido tinico que no se transforman en totalitarios, que no desarrollan una ideo- Joga oficial, que no quieren moldear con su ideologia todas whe a la sociedad y donde Ia ideologia no toma esa expansién demencial que se ha observado en el soviético. Lo que es verdad es que todo régimen de partido inico encierra en las sociedades industriales el riesgo de Ia floracién totalitaria. Las sociedades industriales son s0- ciedades urbanas; los gobernantes deben dirigirse a los go: bernados y justificar su autoridad; no invocan Ia legitimidad tradicional, no tienen wna razén que se sustraiga a Ia dis: cusién para estar en el poder; estén obligados a explicar por qué y en sombre de qué mandan, Ahora bien, todo gober: nante, en un régimen de partide finieo, se ve cousteemido 239 detener 1a discusién en un punto determinado, podriamos decir que en el momento y en donde la diseusién se hace inte: resante, Se permite discutir muchas cuestiones, excepto esta aPor qué no se tiene el derecho de agruparse en otro parti do que no sea el nico? De agaf se deriva inevitablemente Ja tentacién, a la que estin expuestos los jefes de partido inico, de justificar su monopolio, para Io cual basta con ‘una ideologia cualquiera (los hombres no han sido nunca de- licados en lo que se reflere a la calidad de las mismas), pero se precisa una que se elabore, cue se imponga, que se haga cada ver més expansionista. No por ello deja de ser verdad que 1a Italia fascista, régimen de partido nico, nunca conocié ni proliferacién ideolégiea, ni fenémeno totalitario comparables a la gran purga soviética 0 a los exeesos de los iiltimos afios del régi men hitleriano. En los dos eases en que se habla de totali- tarismo, el fenémeno esencial, Ia causa original, me parece que es el propio partido revolicionario. Los regimenes no se han hecho totalitarios en base a una especie de entrena: miento progresivo, sino a partir de una inteneién, un pro pésito original, Ia voluntad d> transformar fundamental mente el orden existente en funcin de una ideologia. Los rasgos comunes a los partidos revolueionarios que Tlegaron al totalitarismo son 1a amplitud de las ambiciones, el radi- calismo de las actitudes y el extremismo de los medios. {Permiten estas similitudes fundir, en cierto sentido, am: bos totalitarismos y ver en ellos dos especies de un mismo género? Al efecto se han desarrollado dos argumentaciones con: tradictorias, una que niega y oira que afirma el parenteseo de los dos regimenes. Una y otra me parecen, en la mayoria de los casos, insatisfactorias 0, por Io menos, no convin: centes. {Cufles son los argumentos de quienes niegan el paren tesco de los dos totalitarismos? El primero es 1a diferencia en el reelutamiento de los partidos comunista y nacional-soeialista, El argumento como tal es incontrovertible, En Alemania, el origen social de los dos partidos era en efecto muy distinto; gran niimero de ‘obreros votaron por el partido nacional-soeialista pera, has, 0 ta el fin, la gran mayoria de los de 1a industria dieron stis votos bien al partido socialista, bien al comunista. Sin embargo, se impone hacer una reserva, En los afios que precedieron a In toma del poder por Hitler hubo en Ale- mania transvases frecuentes de uno de los partidos al otro. Si el origen social de los militantes es distinto, el tempera- mento sicolégico no lo es siempre. Hay una comunidad de actitudes que no esté en contradiceién con la diferencia de origen social. Esto, sin embargo, no es lo esencial. Admita- mos que el reclutamiento sea diferente. Lo que importa es saber si, a partir de clases sociales distintas, no pueden pro- voearse fenémenos similares. Que el reclutamiento social de los partidos no sea igual no responde a la pregunta. Quie- nes afirman el parentesco de los dos regimenes pretenden ‘que, a pesar de Ia diferencia de origen de los militantes, los dos partidos, una vez Megados al poder, ofrecen al obser- vador numerosos rasgos similares en el ejercicio de 1a auto- ridad. Segtin 1 segundo argumento, el nacional-socialismo y el capitalismo son, en el fondo, solidarios, no siendo el prime- ro sino un régimen forjado por los eapitalistas 0 los mono- polistas con vistas a mantener su propio poder. El argumento es falso, pero parte de hechos auténticos. En la Alemania prechitleriana, es cierto que muchos capit listas, industriales y banqueros, subvencionaron al partido nacionalsocialista.y se ereyeron eapaces de manipularlo, viendo en 61 un medio de defensa contra una revolueién s0- sta o comunista. Pero, en Ja época en que el régimen se hizo totalitario, de ningin modo qued6 controlado o bajo el mando de los monopolistas. Los industriales, banqueros, representantes de las antiguas clases dirigentes, formaron parte de la oposicién en su mayoria en el eurso de la filtima fase del régimen hitleriano y fueron vietimas, después de julio de 1944, de una depuracin de naturaleza diferente a las soviétieas, pero que basté para demostrar que la poli- tiea seguida por el partido hitleriano en el poder no fue Ja expresién de la voluntad propia de la clase capitalista. Segtin el tercer argumento, los comunistas y los faseis- tas luchan a muerte entre si. De nuevo, el argumento es in- audable, pero no seria la primera vez que los hermanos ri- Demoeracla y totalitarieme. - 16 flesen. Con ello no queda la cuestin resuelta de hasta qué Punto los fenémenos totalitarios son comunes a estas dos Clases de partidos una vex asentados en el gobierno. A pesar de su lucha implacable los dos partidos recono. cieron a veces su parentesco. Al Hegar a Moseit en 1839, von Ribbentrop habl6 del encuentro de dos revoluciones y Stali Je devolvié el gesto levantando su copa en honor del cancill Hitler, tan querido por el pueblo aleman. Los brindis no demuestran nada exeepto que todos pueden emplear indis. tintamente un idioma w otro, FI cuarto argumento, de la misma indole que los ante riores, invoea Ia incompatibilidad radical de las ideologias Yo no pongo en duda la verdad del argumento, pero, una ver mas, este no solueiona el problema, Es cierto que, segin 1a ideologia comunista, el fascismo es la encarnacién de todo Io que hay de malo en la historia y de bajo en la natu. raleza humana; también lo es que, segin la ideologia fas. cista, el comunista es el mal en sf, el enemigo absoluto. Pero que, por un lado, la ideologia ssa universalista y humanita. tia y por el otro nacional, racial y todo salvo humanitarista no demuestra que tales hombres, en nombre de idezs opues {as, no recurran a préctieas comparables. Invoear la opo sielén de ideas cuando se analiza la similitud o 1a no simi Titud de précticas, es no aprehender el problema planteado, Quienes afirman el parenteseo lo que quieren es precisamente indiear que las ideologias 0 1as nobles aspiraciones. pesan muy poco en la balanza de la historia y que los hombres obedecen a méviles que no dependen de las ideologias. Por tanto, decir que no puede haber parentesco profundo puesto due las ideologias se oponen término a término, es suponer Tesuelto ¢1 problema que se diseute: {determinan acaso lay ideologias las précticas? Afiadiré, por dltimo, y por gusto no de In simetria sino, creo yo, de la verdad, que 1a mayor parte de los argumentos en favor del parentesco de los des totalitarismos no me con. Yencen més, por razones opuestas pero parccidas a aguellas Por las que he rechazado Jos anteriores, Ciertos fendmenos totalitarios resultan parecidos en pe riodos determinados de In historia del réximen soviético y en perfodes dados de la del nacional-socialista: el partide m2 finico, a ideologia oficial, el poder absoluto del n+ 1, 1a policia omnipotente, la ideologia que, poco a poco, invade Ia totalidad de las actividades, el terror policiaco, todo ello se ha observado efectivamente tanto en la Alemania nacio. nal-socialista como en la Rusia soviétiea. La forma extre. ma del terror nazi tuvo lugar durante la guerra, muchos afios después de In toma del poder, asf como el terror extre. mo, en 1a Unidn Soviética, no siguié inmediatamente a esta, sino que ocurrié veinte afios mas tarde, El segundo argumento que se aduce para afirmar el pa- renteseo entre los dos totalitarismos es el que ya rechacé, segiin el cual s6lo cuenta el poder y las ideas no tienen sig. nificado ni eficacia. Ahora bien, de igual forma que ine niego a aceptar el argumento de Ia incompatibilidad de ideologias como decisivo, también desapruebo el argumento segiin el cual la creencia de los comunistas en valores uni- versales y humanitarios no tiene importancia, La obra que mis sélidamente ha fundamentado Ia tesis del parentesco de los dos totalitarismos se titula Origins of totalitarianism, de Anna Harendt, quien compara esencial- mente la Rusia sovi¢tica entre los afios 1934 y 1937 y la Ale. mania hitleriana entre 1941 y 1945, pero seria injusto con- fundir Ia comparacién de esos dos perfodos, de esos dos terrores, con la del conjunto de ambos regimenes. Las dife rencias y el parentesco entre estos dos totalitarismos son incontrovertibles, Las similitudes estin demasiado marca. das para ver en ellas un simple accidente, pero, por otro Jado, las diferencias en 1a inspiracién, las ideas y los obje. tivos son demasiado evidentes para admitir sin reservas el Parentesco esencial de los dos regimenes. La acentuacién del parentesco 0 Ia oposicién depende de consideraciones miltiples y no se egara nunea a una respuesta enteramente segura porque el régimen nacional-socialista no tuvo tanto tiempo de desarrollarse como el soviético, el eual tiene ya una historia y ha pasado por numerosas fases siendo posi- ble comprender el sentido de las etapas sucesivas. En cam. bio, el régimen nacional-socialista no conocié sino seis afios de paz pues a partir de 1939 se vio comprometido en una aventura militar que guié toda su evolucién ulterior. Para medir la importaneia relativa del parenteseo y de us 4a oposicién no hay-que contentarse con el andlisis compa Fativo, sociolégien, sino que es preciso tener en cuenta otros dos métodos do comprensién: Ia historia y la ideologia. Historieamente sabemos que el régimen soviético surgié de una voluntad revolucionaria, inspirada por un ideal hu. manitario, El fin era crear el régimen mis humano que la historia hubiera conocido, e1 primer régimen en el cual todos Jos hombres podrian acceder a 1a humanidad, en el que las clases habrian desapareeido, en el que 1a homogeneidad de Je sociedad permitiese el reconocimiento reciproco de los ciudadanos, Pero tal movimiento en proa hacia un fin abso luto no dudaba ante ningiin medio porque, segin la doctr! na, s6lo la violencia podria crear esa sociedad absolutamente buena y porque el proletariado estaba ineurso en una guerra sin piedad contra el capitalisma. De esta combinacién entre un fin sublime y una téeniea implacable han surgido las diferentes fases. del régimen foviético. La primera es trivial: guerra civil y el terror po Iitico que 1a acompaiia. Después sigue una segunda fase en 18 que el terror se atenda, al tiempo que se permite reeupe- rarse ‘un tanto a Ia inieiativa privada (es la etapa de la N.E.P,) Sin embargo, en 1929 se inicia una tercera fase, una nueva revolucién en el sentido propio del término, es decir una transformacién fundamental de las estructuras sociales, pero una revolucién realizada por el Estado, hecha desde arriba. El régimen emprende, unos diez afios después de su victoria, una segunda revolucién que, en cierto sen tido y segiin los testimonios de los propios jefes, fue més violenta, més patética que la primera, Esta segunda revo luci6n, la colectivizacién agraria, encerré segén el mismo Krustchey nuevas modalidades de terror que el actual Se. cretario General del partido no condena pues en su informe se limita a decir que quinis hubiese sido posible realizaria 4 un coste menor pero, de igual modo que admite el terror contra los enemigos del partido, también lo acepta contra los poseedores de las tierras, contra los eampesinos y los kulaks que rechazaban 1a colectivizacién, Lo que sigue siendo sorprendente, lo que es el objeto mismo del anilisis, es Ia fase suecsiva. ;Por qué, a partir ‘le 1936, asistimos al deseneadenamiento de la gran purga, as 1# nueva fase de terrorismo, cuando Ia revolucién agra problema que domina toda la interpretacién del terrorismo soviético es este: za qué la depuracién cuando Ia batalla esti ya ganada? No son sélo los intérpretes oceidentales Jos que plantean tal pregunta, sino también el propio Krust chev el cual opina que el principio del culto de la persona- idad es el terrorismo de los afios 1934-38 aplicado en contra de 10s miembros del partido, primero para ejecutar a los adversarios, ya veneidos, de Stalin —lo que Krustchey eon sidera imitil—, seguidamente para atacar a los estalinista mis feles. ;Por qué el terrorismo a expensas de Ios propios militantes del partido comunista que no se desviaron de Ia linea? En este punto, Krustchey ofreee una sola respuesta, una sola interpretaciém: el culto a la personalidad, pero lo me- nos que se puede decir es que In formula no explica nada. Como ha afirmado un marxista muy distinguido, Togliatti, Secretario General del partido conunista italiano, 1a expli cacién a través del culto de la personalidad no es marxista, Explicar fendmenos tan importantes en base a una persona es el tipo de explicaciones que Ia doctrina, por definicién, no admite, No obstante, sf es posible comprender, no la gran purga en sf o el terrorismo a costa de los miembros del partido, sino la posibitidad de tales fendmenos a partir de la téeniea de aceién del partido comunista. Cuando un partido se arro- fa el derecho de emplear Ja violeneia contra todos sus ene- migos en un pais en que, desde un principio, se encuentra fen minorfa, se condena a sf mismo a la utilizacién prolon: gada de la violencia. . , En teorfa, el partido es demoeritico, pero el centralismo democrético consiste en entrogar Ia esencia del poder al estado mayor, el cual esta en condiciones de manipular las lecciones y de asegurar la designacién de los eleetores por los elegidos; asi se concibe que, en tal sistema, alguien Hegue hasta Ia meta y que en Ingar de una oligarquia sea un hombre solo quien se haga seiior de la totalidad del par tido. En este punto Krustchey esti de acuerdo con los socié- Jogos occidentales: a partir de 1m momento determinado, 5 1 centralismo democratico degeneré en el poder absoluto de uno solo. Que el fenémeno es comprensible es algo que me parece evidente puesto que Trotsky lo habia previsto de for- ma sorprendente, Cuando, en 1903, Lenin desarrollé por pri- mera vez en su folleto ¢Qué hacer? 1a teoria del centralismo demoeritico, Trotsky le objets m4s o menos lo siguiente: ‘Vas a poner al partido en el lugar del proletariado, luego al Comité Central en el del partido y finalmente al Secreta. rio General en el del Comité Central y, en nombre del pro letariado, Iegaras al poder absoluto de uno solo. El mismo Trotsky no reconocié munea plenamente 1a exactitud de su prevision. En otros términos, lo que ha hecho posibles los fenéme- nos amados “culto a 1a personaliddd”, no son solamente las singularidades de un hombre, sino también la téeniea de organizacién y de accién de un partido, tal y como existia desde el principio del movimiento. 4C6mo se pasé de lo potencial a lo actual? ;Por qué hubo depuraciones? ;A qué fines respondian éstas 0 cudles eran sus causas? Las explicaciones de Ia gran purga son miltiples. Se en- cuentran todas en un librito excelente, titulado Russian purge(1), escrito por un fisico suizo y un historiador ruso que se encontraron en la misma celda en tiempos de la gran purga de los ailos 193637 y que diseutieron en ella las ra- zones de su infortunio, Aquellos dos hombres, que pudieron luego salir de la Rusia soviética, euentan que el tema de conversacién preferido de los grisioneros, entre 1936 y 1938, era Ia propia gran purga y reeogieron en tales conversacio. nes diecisiete teorias, Pasaré aqui por alto la enumeracién, pero indicaré las principales funciones que se atribu‘an a Ia gran depuracién en la Rusia soviética en el tinico lugar en que reinaba una libertad absoluta de palabra: en las cér- eles. Segin Ia primera interpretacién, la causa principal era Ia Iueha en el seno del partido. Este, en el poder, sigue co: nociendo una vida polftica comparable a la de todos los par- (DF Beek x W, Godin, Russion purce end the eatraction of com teasion, Nueces Fore, 0st = J 46 tidos, con sus grupos, faceiones, rivalidades y oposiciones, La facciOn finalmente victoriosa quiere sellar su triunfo con 1a eliminacién de las vencidas. La segunda interpretaeién acentiia la voluntad de orto doxia que anima a los detentadores del poder. Los hombres que gobiernan en un régimen ideoeratico quieren eliminar no s6lo a Tos enemigos actuales del partido y del régimen sino también a los poteneiales. Todos los que son suscepti bles, en ciertas circunstancias, de levantarse contra el ré. gimen, se eonvierten en enemigos y se les trata como tales, Los supervivientes del pasado, los que conservan lazos con €l mundo exterior, tales como los judfos, los que fueron, en un momento dado, hostiles a la faceién veneedora, son fi- nalmente tratados como enemigos actuales, La depuracién serd, asi, unu téenica de profilaxia social y tendré por fin climinar de antemano a quienquiera que pudiera, en cirew tancias imprevisibles, pasarse a la oposicién. Esta téenica, Hevada a su extremo, acaba en fendmenos irrazonables, pero, al menos, es posible hallar en ella un propésito inteligible. Segiin otra interpretacién, el reclutamiento de la mano de obra para Ios eampos de trabajo seria una funcién impor- tante de las purgas, En base a otra, la sociedad soviética es a la vex buro. erdtica y revolucionaria y encierra una jerarquia tiniea que es también la jerarquia del Estado, pero este quiere trans. formar continuamente las modalidades de la organizacién. Todo inclina a la sociedad soviética a la estabilidad en las formas buroeriticas pero todo, en In ideologia, le prohibe aceptar como definitiva una forma cualquiera, Las depura- ciones son una forma de mantener el dinamismo revolucio- nario en una sociedad a la que Ia fuerza de Ia gravedad arrastra hacia una eristalizacién burocratica. Cuando se ha dicho todo esto —y podrian afiadirse otras muchas hipétesis— lo que queda es que Ia depuracién, tal como se 1a practicé entre los aflos 1936 y 1938, es perfecta- mente irracional 0, si se prefiere, irrazonable. De acuerdo con los propios testimonios soviéticos, desorganizé al ejér- cito y a la administracién, El mimero de oficiales encarce. Iados 0 ejecutados se sittia entre los 20.000 y Ios 30.000; el mariseal Rokossovsky, que fue ministro de defensa en Po- mt estuvo encarcelado cuando In depuracién; varios altos jefes soviéticos, entre tos cuales figuraba el mariseal Tuj chevsky, fueron ejeeutados. Una depuracién en tal escala ep contraria al Interés supremo del partido, por la sencille razbu de que este tiltimo necesita que el régimen funcione ¥ que el ejército sea fuerte, Por esto me parece inevitable afladir a las precedentes interpretaciones la intervencién, no del culto de la perso nalidad, sino In de 1a personalidad a secas, Para pasar de Jo potencial a Io actual, de Ins funciones inteligibles de la depuracién a Ia desmedida de la gran purga, hacia falta algo tinico, un hombre, el mismo Stalin, Cualquiera que sea 1a teorfa de la historia que se adopte ¢n un momento u otro es necesario tener en cuenta a los individuos. Resulta por lo menos verosimil que, en ausencia de Napoleén Bonaparte, se coronase a otro general; To que resulta rotundamente imposible de demostrar y ademas tay Probable es que, de haber sido coronado un general diferente & Bonaparte, todo hubiera ocurrido de la misma manera; lo mismo pasa en la Unién Soviétiea, Se comprende en virtud de qué proceso el régimen pudo degradarse hasta Hegar a lox fendmenos que estoy estudiando pero, sin Stalin, las formas extremas del delirio ideol6gico, del terror polictaco y de la ceremonia de las confesiones tal vez no se hubiesen dado. Yo no lo afirmo, ni nadie lo puede hacer, pero, lo que si me Parece que es verdad en Ia interpretacién que los mismos soviétieos dan de dichos fenémenos, es que, fuera de Io que Pueda explicarse en base al partido, sus ambiciones, su tée. nica y la funcién de las depuraciones en un régimen buro. erdtico, hubo un hecho imprevisible que intervino decisiva, mente: una persona y el papel que interpreté merced al po der absoluto de que gozaba, En su origen, historicamente hablando, el régimen hitle- Hang nace de una voluntad distinta de la comunista: nace de Ja voluntad de rehacer Ia unidad moral de Alemania y, mis allé, de ensanchar el territorio abierto al pueblo ale. mn, por consiguiente, de emprender In guerra y lograr conguistas. Nada de ello es original; es el retorno, en el siglo xx, a las ambiciones y las ilusiones de los Césares, Después de la toma del poder, la “hitlerizacién” de In vida alemana es progresiva y el gran terror no se produce sino en los Ultimos afios de la guerra. Podria uno legar a decir que 1a misma guerra explica los fenémenos terroristas, pero los hechos no coneuerdan fécilmente con esta expliea, ci6n. El fenémeno terrorista del que nos da ejemplo el régi- men hitleriano es el exterminio de seis millones de judfos, en plena guerra, entre 1941 y 1944, Dicho exterminio fue decidido por un hombre, aconsejado por uno o dos més; In empresa casi es tan irracional en relacién con los objetivos de 1a guerra como lo es la gran purga en relacién con los fines del régimen soviético, Mientras Alemania Iuchaba en dos frentes, los dirigentes del régimen decidieron dedicar Jos medios de transporte ¢ importantes recursos materiales a Ia muerte en serie, por millones, de seres humanos. Este fenémeno terrorista no tiene precedentes en la his- toria moderna y easi tampoeo en toda Ia historia. No es que no haya habido grandes matanzas en otras épocas pero, en la historia moderna, jamés un jefe de Estado ha decidido, sangre fria, organizar el exterminio industrial de seis mi. Uones de semejantes, Con objeto de satisfacer su odio sacri. fie6 recursos que le hubieran sido iitiles en la conduceién de Ta guerra a fin de que, ocurriese lo que ocurriese, aquellos a quienes odiaba no pudieran sobrevivir. El objetivo que se proponia el partido nacional-socialis. ta consistia en rehacer el mapa racial de Europa, eliminando a algunos pueblos considerados inferiores y asegurando el triunfo de otro, juagado superior. Es el momento en el que hace estragos un terror atin mas imprevisible que el que podia recaer sobre los ciudadanos soviétieos y euyo objetivo, sobre todo, era distinto. El del terror soviético consistia en crear una sociedad enteramente conforme a un ideal, mien. tras que, en el caso hitleriano, In meta era pura y sencilla. mente el extermini Por esto es por lo que, pasando de 1a historia a Ia ideo- logia, mantendré, en conclusién, que entre estos dos fenéme- nos la diferencia es esencial, cualquiera que sean las simili- tudes. La diferencin es eseneial a causa de Ia iden que ani ma a una y otra empresa; en amo de Ios casos, el fin es el campo de trabajo; en el otro la camara de gus, En un easo, Jo que impera es la voluntad de construir un régimen nuevo ¥ tal vex incluso otro tipo de hombre, sin parar mientes en los medios empleados; en el otro, In voluntad propiamente demonfaca de destruir a una seudo-raza, Si tuviera que resumir el sentido de cada una de Ins dos empresas, he aqui, creo, las formulaciones que sugeriria hablando de la soviétiea, recordaria la férmula banal “quien quiere hacer 1a calma hace 1a tempestad” (“qui veut faire Vange fait ta déte") y de ta hitleriana diria: seria una equi vocacién el que el hombre intentase parecerse a un animal de presa: ya lo consigue demasiado bien. 250 XVI LAS TEORIAS DEL REGIMEN SOVIETICO En el capitulo anterior he formulado tres euestiones acer- ca del fenémeno totalitario, La primera se referia a la na. turaleza de los lazos existentes entre los diferentes elemen. tos que, en conjunto, constituyen el totalitarismo y la se. sunda era la del parentesco o 1a oposicién entre las diver. sas especies del mismo, Nos falta por estudiar la tercera pregunta, la que versa sobre Ja originalidad del totalitarismo en relacién con los Precedentes histéricos, Contestaré a la misma pasando re vista a las teorias que han sido desarrolladas en torno al régimen comunista y, puesto que este invoca tanto al mai xismo, analizaré en primer Iugar las teorias marxistas del régimen soviético, Empecemos por 1a que formulan los propios dirigentes soviéticos, la interpretacién de la Unién Soviétiea por parte de ella misma, Esta teorfa, en términos generales, Ia cono- cemos ya: la revolucién fue proletaria, el partido ha sido el intérprete y la vanguardia del proletariado, ol régimen go- vietieo esta construyendo el comunismo segin las concep- ciones mismas de Marx y todavia se halla en la fase socia- lista, en Ia eual el ingreso de cada uno es proporcional al trabajo efectuado, si bien se percibe en el horizonte de In historia Ia fase comunista en Ia cual la necesidad regiré In Gistribucién, Esta auto-interpretacién se niega a reconocer el hecho Principal, que impone una reinterpretacién, el hecho de que Ja revolucién calificada de proletarian ha tenido lugar en un pais en donde el proletariado era minoritario y el desa- rrollo capitalists se hallaba atin en su fase inicial, Todo 251

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