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PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS DE. DELA DEPENDENCIA' A TEORIA La teoria dela dependencia, al menos en su vertiente de izquier da, que es la que aqui nos interesa analizar, nace marcada por una doble perspectiva sin la cual es imposible comprender sus principales supuestos y su tortuoso desarrollo. Por una parte, surge como tna violenta impugnacidn de la sociologia burgue sayy sus interpretaciones del proceso histérico latinoamericano, oponiéndose a teorfas como la del dualismo estructural, la del funcionalismo en todas sus variantes y, porsupu 0 tes desarrollistas. Con esto cumple una positiva funcién critica, sina cual serfa imposible siquiera imaginar la orientacién actual de la sociologia universitaria en América Latina, Por otra parte, esto, alas cor emerge en conllicio con lo que a parti de cierto momento dari en llamarse el “marxismo tradicional” Ahora bien, todala paradojay gran parte dela originalidad de Ja teoria de la dependencia estriba, no obstante, en una suerte de cruzamientos de perspectivas que determina que, mientras por un lado se critica alas corrientes burguesas desde un punto de vista cereano al marxista, por otro se critique al marxismo-leninismo 1 Baad de Agustin Cueva, Tori cay proves polit Meso, EDICOL, 1 ed, 1979, 99.15.39 8 desde una 6ptica harto impregnada de desarrollismo y de concep- ciones provenientes de las ciencias sociales burguesas El debate sobre feudalismo y capitalismo en América Latina, «que derramé mucha tinta y sembré no poca confusin te6rica, ¢s, sin duda, el ejemplo més claro, aunque no el nico, de lo que ‘venimos diciendo. Debate situado aparentemente en el seno del sarsismo, esl que Gunder Frank y Luis Vitale sostuvieron con 1a “izquierda tradicional”. Tienc éste, empero, a particularidad de que los autores se formulan tesis que solo se vuelven compren- sibles a condicién de abandonar la tcoria marxista. En efecto, y siempre que uno haga caso omiso de El capital y se ubique de lleno en la 6ptica dela economia y lahistoriogra- fia no marxistas, las aseveraciones de Frank y Vitale se tornan limpidas e irefutables, Definido el capitalismo como economia monetaria y el feudalismo como economia de trueque 0, en el ncjor de los casos, como economia “abierta” y economia “ce- rrada”, respectivamente, pocas dudas caben de que el capitalis- ‘moe instal plena y profundamente en América Latina no s6lo desde su cuna sino desde su concepeién, como llegé a decirs. ‘Para demostratlo, ni siquiera era menester realizar nuevas inves- tigaciones hist6ricas —y en efecto, nadie se tom6 el trabajo de hacerlas—; bastaba retomar los materiales proporcionados por lahistoriografiaexistente y demostrar que en el periodo colonial hubo moneda y comercio. Se podia seguir, en suma, aunque no sin caricaturizatlo, un razonamiento anilogo al que permite a Pirenne afirmar la existencia de capitalismo en la Edad Media, « partir del siglo XII por lo menos ‘Todo esto, envueltoen una especie de mesianismo cuya ligica politica resulta, ademas, imposible de entender; a menos de to- 2 Luis Viale ance formlé, desde nego, una tora dela dependencia. Pero s trabajo sos, como el itulade Amtrice Latins: feudal coptita,alcanza rontant difsiin,esposqe ee ineeriban dent dena perspestiva tec qe snempezaba a pensar nussta problemitica cn teminos izquierdsas pero aue visiblemente se ajan de os del marxismo-lennismo. ‘Vente, por ejemplo, x0 Hizori econdsice y social del Eda! Mei, México, endo de CuleuraEconémica, 196, pp. 119s. marla como lo que en realidad fue: una ilusién de intelectuales Las que aparecfan entonces como nuevas lineas revolucionarias en América Latina, estoes, el castrismo y el maofsmo," se habian constituido desde luego con mucha anterioridad al “descubsi: miento” del carécter no feudal de la Colonia; y, en cuanto a ta téctica de frentes populares que se querfa impugnar, era obvio que no iba a desrumbarse con el solo recumbar de estas nuevas trompetas de Jericé, Bl frente que se formé en Francia en 1936, por ejemplo, no necesité hablar de feudalismo para sustentarse Sea de ello lo que fuere, lo que importa destacar aqui es esta primera gran paradoja que envolveréa la teoria de la dependen: cia “desde su cuna”: Ia de constituisse como un “neomarxismo” al margen de Marx. Hecho que pesaré mucho en toda la orien- tacién de la sociologia latinoamericana contemporénea y term nari por ubicar a dicha teoria en el calle sin salida en el que actualmente se encuentra, Esiasituacién ambigua debilitard inchuso las riticas hechas a las teorias burguesas del desarrollo y el subdesarrollo, en la medi da en que sus impugnadores permanecen, de una u otra manera, prisioneros de ellas. Es lo que ocurre con Gunder Frank, por ejemplo, quien en su ensayo La sociologia del desarrollo y el sub- desarrollo de la sociologia, por lo demés muy mezitorio, entabla tuna descomunal batalla con los discfpulos de Parsons, destinada a saber dénde existen pautas més “universales” de comporta miento, sien los paises desarrollados 0 en los subdesarrollados:> embaredindose en uina polémica barroca de la que ni siquiera es seguro que resulte vencedor. Después de todo, la mistificacién delos parsonianos no radica en el hecho deencontrar en los pat- *Loqucen deteiminade monentosedenoming “astro” evolucionsen Cuba hci slid marrsmo leninini; en lr dems paises de Americ Latins el tr ln cxtema equierda del ners La cites que agus hacen de teabajos de Mao deben temarse como simples referencias recas, que jams inaplicaron samen algun po a poen de Pek nota de 1979), ‘ease Desir del sudesaral, México, Escuela Nacional de Antropoogsa Historia, 1969, pp. 349, 8 ses subdesarrollados orientaciones de conducta, queen realidad pueden darseen éreas donde el modo de produccién capitalista afin no se ha desarrollado suficientemente; sino en sustituir el analisis de las estructuras por el de sus efectos més superfciales ypresentaraéstos como las determinaciones dltimas del devenir social. El mismo debate sobre el dualismo estructural, tesis burgue- sa que en realidad era menester impugnar, parece desembocar a ‘menudo en la simple recreacién de un dualismo de signos inver- tidos, ene que el planteamiento, por lo tanto los elementos bi sicos del andlisis, no cambian, sino solo su papel. En la Siete esis cequivocadas sobre América Latina de Rodolfo Stavenhagen, por ejemplo los sectores “tradicional” y“moderno” siguen presentes comounidades analiticas fundamentales, con a tinica diferencia de queahora yano ese sector “tradicional” el causante del atraso sino més bien el sector “moderno”. Por eso, la misma teoria del colonialismo interno, al menos tal como es presentada en las Siete tess... dificulta el andlisis de clase en vez de facilicarlo; eondu- ciendo, ademas, a conclusiones sumamente cuestionables como quella de la séptima tesis, en donde se formula la inviabilidad delaalianza obrero-campesinaen Latinoamérica, aduciendo que “Ia clase obrera urbana de nuestros paises también se beneficia con la situacisn de colonialismo interno”. El propioautor parece haber sentido las limitaciones de este tipo de enfoque, porlo que reformulard posteriormente su tess del colonialismo interno en términos de combinacién de modos de produccién,’ retomando de esta manera uno de los conceptos centrales del marxismo clé- sico, que en las Siete tess... aparecia mas bien catalogado como una sofisticada variante del dualismo estructural © Stavenhupen no formulae rigor una teotia dela dependencay, lo que es mis, teapart del horzont eric de san stabs ms anion. Peo lasiere ‘esse eseribeaindudablemeate bjs influenia de los autores dependents yyconsttuyen en certs medi el mificss de ods una penereisn ‘Vésse su intervenckn en el seminaio sabre clases sons eliza en Once en 1971, reproducida en Las cases sociales en AmériesLatne, México, Siglo XXI, 1973, pp. 280-281, De todas maneras, hay en este trabajo de Stavenhagen, y so- bre todo en los de Frank, la presencia de un esquema en el cual la explotacién, y por tanto las contradicciones dle clases, son re- emplazadas por un sistema indeterminado de contradicciones nacionales yregionales que, justamente por su indeterminacién, 1 deja de plantear serios problemas desdeun punto de vista es- trictamente marxista. A este respecto, antes que preguntarse si cl modelo feankiano, por ejemplo, es compatible o no con un andé- lisis de clase, resulta importante constatar que en ensayos como et titulado fesarvollo del subdesarrollo, lalucha de clases esti simplemente ausente, pese a que en dicho pais, hasta donde sabemos, la historia no parece ser muy pobre en este aspecto Este desplazamiento que convierte alos paises y rgiones en unidadestiltimas e iereductibles del aniliss, es el que confiere, ademés, un tinte marcadamente nacionalista ala teoria de la de- pendencia, y no porque la contradiccisn entre pafses dependien tes y estados imperialistas nose dé histéricamente, cosa que seria absurdo negar, sino porque un inadecuado manejo delacdialéctica impide ubicarel problema en el nivel re6rico que le corresponde: esto es, como una contradiccién derivada de otra mayor, lade cla ses, y que s6lo en determinadas condiciones puede pasar a ocupar cl papel principal. Sino nos equivocamos, el tinico texto en que se aborda este problema de manera sistemitica e inequivoca es Imperialism y capitalism de Estado, de Anibal Quijano® pero no se olvide que tal escrito data de 1972, cuando ya los cimien tos dela teoria dela dependencia estan bastante resquebrajados yel propio Quijano se encuentra, a nuestro juicio, mas cerca del ‘marxismo a secas que de aquella corriente Y no es tnicamente en estos puntos, de por si importantes, que los nuevos modelos de anilisis cojean. Antidesarrollista y todo lo que se quiera, la teorfa de la dependencia sigue movién- dose, de hecho, dentro del campo problemético impuesto por la corriente desarrollistae incluso ateapada en su perspectiva eco- rnomicista. Ocurre como si el neomarxismo latinoamericano, al 5 Revista Seda polite, No.1, Lims, nia de 1972, p. 5 7 polemizar con sus adversatios, hubiera olvidado o desconocido la tajante advertencia de Marx en La ideologéa alemana: “No es s6lo en las respuesta, sino en las preguntas mismas, donde yahay tuna mistificacién”, En efecto, la pregunta que se hicieron los desarrollistas al co- menzarla década de los sesenta venia ya cargada de idealogia, no s6lo porqueal indagar cuales eran los escollos para un “desarrollo ceconsmico-social acelerado y arménico” de nuestros pafses, es- camoteaban la cuestién central (explotacién de clase) y reducian la problemética ala del simple desarrollo indeterminado de las Jfuerzas productioas, imponiendo asi una perspectiva economi- cista; sino también porque, de hecho, tal pregunta involucraba laaceptacién de que es posible aleanzar un desarrollo de este t- ‘po—equilibrado, armonioso, sin depresiones ni crisis—, bajo el sistema capitalista. As'y todo, a pregunta tenia un sentido y una coherencia, que le eran dados precisamente por la ideologia de clase en que se sustentaba. En cambio, equé sentido podria te ner para un marxista formularse las mismas preguntas, sin antes desmontaey rehacer toda esta problematica? De que desarrollo frustrado o frenado se estaba hablando en este caso? Frankencontr6, desde luego, una formula agica, la del “de- sarrollo del subdesarrollo”, que entre otros supuestos implicaba elde la “continuidad en el cambio”, que Theotonio dos Santos no tatdé en seBiala, con raz6n, como una concepeién adialéctica.? En realidad, se rataba de un mito, tal vez no del eterno retomno, perosi dela eterna identidad, que, en lugae de introducir una di- ‘mensién historica en el andlisis, suprimia la historia de una sola pplumada, Pero aun asi rank tuvo que recurrica suiles acrobacias verbales para apuntalar una teoria en la que la retorica ocupaba visiblemente las lagunas defadas por la dialéctica: > “Elcapitalsmo colonial seggn Andié Guoder Franken Theotonio dos Santos, Dependence y cambio soil, Cuadernos de Estudios Socineconéiicos, No.1, Universidad de Chile, cFS0, 1970, pp. 31. 88 Al extender esta vieja tess sobre las regiones ms colonialzadas yexpltadas, para comprender no s6lo Latinoamésia sino Asia y ‘Africa también; yal denominarlas “ultrasubdesarvolladas” en mi cexposicién en Caraca os compaiieros Francisco Mires y Héctor Silva Michelena objetaron que, conforme a mi “ria”, el ultra subdesarrolla deberiadarse1no en aquellas egiones anteriormente mis colonizadas, sino en las actualmente mas colonizadas, y que, de hecho, segin Silva, d pais que sulte mas ultrasubdesarrollo en, “América Latina es Venezuela. La objecién e6rica me pareci6 co rrociay también la evaluacién de ultasubdesarrollo venezolanoa causa de a ulraexpl Acordamos denominas, muy provisionalmente, es taci6n del Boom de exportacion de petroleo, ‘time como un desartolo “activo” del ultrasubdesarrolloybusear otra palabra conceptual para cl estado “pasivo” del ultasub (go lumpen?) de. sarrollo de aquellas regiones de exportacién de etapas anteriores, del desarrollo capitaista mundial. En un plano ya mas serio, el propio Theotonio dos Santos entablé una polémica con Lenin, que resulta interesante recons- tituir para ver hasta qué punto la teorfa de la dependencia y el marxismo-leninismo se movian en drbitas aparent cercanas, pero en el fondo harto distintas. Nos referimos a aquel 10 en que Dos Santos alirma que “la dependencia, concep: ndola y estudiando su mecanismo y su legalidad hist6riea, significa no s6lo ampliar la teoria del imperialismo sino también contribuir a su reform tu De qué reformulacidn se trata exactamente? Segtin Theo: tonio dos Santos, de L..-Jalgunos equivocos en que incurri6 Lenin, al interpretar en for ma superficial ciertas cendencias de su época, Lenin esperaba que Jaevolucién de ls relaciones imperialistas conducirfan a un pata: Aniiré Gunder ean, Lumpowbargesi: lumps Latinoumericana 81970, p37 decree, Santiago, Prensa ‘Thostonio dos Santos, Dependence yaomto soil op. ct, pp. AI 89 sitismo en las economias centrale su consecuente estancamiento y,porotro lado, crefa quelos capitales invertidos enel exterior por dos centros imperalistas levatian al crecimiento econémico delos, paises atrasados, Al respecto, Lenin dice textualmente lo siguiente: La exportacién del capital influye sobre el desarrollo del eapitalis- :mo en los paises en que aquel es invertido, aceleréndolo extraor- Por eso aun aquel rsgo que Marin sel como mistipco de sas, deci a sabreexplotacién, que se waduce por la comprensin del consumo indivial delobrero bien podria enuncarse con vn nombre bastnte clsco: proceso de puperizacin, queen coyuoturasa veces prolongadassereaiz, inciso, ent Ininosabpoito.¥ en coanto al problema dela realacin del pluses, que ‘Imi autor plates, tarpocoes del todo inédito basta recordae a poéien {que a espeeto mantuvo Lenn on los populists ros 2 Andsé Gunder Frank, Lumpenburgued:lampendewaralo, op. et. 14. 101 Frank arguye chtonces que ése no ¢s su punto de vista, y para comprobarlo, cita este pasaje del libro comentado por Halperin: Para la generacién del subdesarrollo estructural, més importante ain que la succién de su excedente econémico [...] es laimpreg, ‘nacién de la economia nacional del sate con la misma estructura capitalista y sus contradicciones fundamentales [..] que organiza +ydomina a vida nacional de los pueblos en lo econdmico, politico ysocial2* Luego aiiade que, al contrario deaquella“impresin” (ade Halperin], ladependen- cia no debe ni puede considerarse como una relacién meramente “externa” impuesta a todos los latinoamericanos desde afuera y contra su voluntad; sino que es jgualmente una condicién “inter na’ e integral de la sociedad latinoamericana, que determina ala burguesia dominante en Latinoamérica; y ala ver, es consciente y pustosamente aceptada por ella” Frank se defiende pues, aqui como en otros ensayos,* de ha- ber realizado y difundido un tipo de analisis en el cual las deter- :minaciones externas sustituyen y anulan alas determinaciones 0 contradicciones inteznas, como niicleo explicativo del desarvollo de América Latina. ‘Ahora bien, el comentario de Halperin es, en realidad, una caticatura de las tesis de Frank; pero como toda caricatura, no hhace mas que acentuar algunos rasgos del original. Por es0, lo que a la postre resulta asombroso no es tanto que Halperin y ‘otros hayan leido sin la debida atencién a Frank, sino que Frank 2 isp. > id 2% Andeé Gunder Frank, “La dependencia he mur, viva la dependenciay Ia Icha de lasts, en Sociedad y desarll, No.3, Saigo de Chile, 30-718, julio-sptiemibre de 1972, . 228 102 se haya leido mal a si mismo o no haya tomado conciencia de las implicaciones tebrieas de lo que eseribfa, Suyas son, después de todo, las siguientes afirmaciones: Sieselstatusde satéltee que genera el subdesarrllo, una reacién satélite puede pro: -is débil o menos estrecha entre mets6poli ducir un subdesarrollo estructural menos profundo y/o per: _mayores posibilidades de desarrollo local? ¥. importante también para confirmar nuestra tess, ethecho c teristico de que ciertos stéites lograron avances temporarios,encl sentido del desarrollo durante guerras o depresiones ocurrids en lametr6poli, ls cuales debilitaron o redujeron momenténeamente Ta dominacién de ésta sobre la vida de los satis. ePiensa realmente Frank que esos avances se debieron aque los satélites se “desimpregnaron” en ese momento de su estruc- tua eapiralista, o mas bien realiza un cuasi experimento desti- nado a mostrar cémo un elemento exterior (crisis o depresi6n cn la metr6poli) determina, en este caso favorablemente, el de sarrollo del satélite? Sus anslisis concretos sobre Chile no dejan lugar a dudas: Estimulada por la depresin y por la caida de las importaciones industriales provocadas por Ja guctra la produccién de la manu factura chilena aument6 en un 80% entre 1940 y 1948; pero s6lo un 50% entre 1948 y 1960. En otras palabras, durante el primer Japso de ocho aos la tasa no acumulativa anual de fa prodtuccién industrial fue del 10%; y en fos doce aos que siguieron ala reeu- under Frank, “Chile desurolo del subdesacllo", en Monthly Re ewe Seleccione eu cstellana, 2 ed, p20. Did, p24 103 peraci6n metropolitana, fa asa de crecimiento de la manufactura bajoal 4%, Desde entoncese! promediosigui descendiendo hasta tocar el cero; y,a veces, mis abajo Que los autores cepalinos vean el desarrollo industrial de Chile, a principios de los afios cuarenta, como un desarrollo *in- ducido” por una crisis en las “economias centrales”, que obligé a realizar una “sustitucién de importaciones” en los paises “pe- riféricos”, parece lo més normal del mundo: se trata de una in terpretacidn prudente y oficial. Pero que un autor como Frank ignore a existencia de ciertas luchas sociales en Chile, el triunfo del Frente Popular de Aguirre Cerda nl aio38,y laconsiguien- tc implantacién de una politica planificada que “algo” tuvo que ver con la industralizacin del pais (en condiciones nacionales internacionales determinadas, claro esta), es un hecho ya mas g1 vve. Demuestralos limites alos que puede legar una “revolucion” teérica que, para superar al marxismo “tradicional”, novacilaen reemplazarla lucha de clases por la sustituci6n de importaciones como motor dela historia Ninguno de los teorizantes dela dependencia ha liegado, des dle luego, a manejar un esquema tan simplista como el de Frank. ‘Sin embargo, ideas como la de que laindustrializacién de América Latina es explicable por las sucesivas crisis en el “centro” pare- cen set harto difundidas, pese a que basta con revisar las tasas de crecimiento dela industrial fabri en cualquier pais atinoameri- ano entze 1929 y 1935, porejemplo, para darse cuenta de que se trata de un simple mito, Masel hecho mismo de quel mito haya podido prender, demuestra hasta qué punto lleg6 a arraigar en nuestra sociologta el esquema determinista mecénico difundido por Frank y los autores cepalinos.>° 2% André Gunder Frank, Lumpenburguess ampenderrallo, op ct p12 Quicrohacernotar que todes os autores dependensas, sin eseepcign acepa ‘onlatesisdelaindstializcion “por subsituciéndeimpartacones" al mencs Insta el momento en que ete abo fue redactado (note de 1979) 104 portante esfuerzo por superar dicho esquema a través de plan- teamientos como el siguiente: Se hace nevesario, por lo tanto, definir una perspectiva de inter pretacidn que destaque los vinculos estructurales entre la situa ign de subdesarrollo ylos centros hegeménicos pero que no atribuya a estos vltimos la dererminacion plena dela dindmica del desarrollo, En efecto sien las situaciones de dependencia colonial es posible afimar con propiedad que la historia y—por ende el cambio— aparece como rellejo de lo que ‘pasa en la metrépoli, en las situaciones de dependencia de las *na- ciones subdesarrolladas” la dinimica social es més compleja, En ese timo caso hay, desde el comienzo, una dable vineulaci6n del proceso hist6rico que crea una “situacién de ambigiiedad”, 0 sea, una contradiccién nueva. Desde el momento en quese plantea co- 'mo objetivo instaurar una nacién —~como en el caso de las luchas anticolonialstas—, el centro politico dela accién de las fuerzas so ciales intenta ganar ciera autonomia al sobreponerse a lasitwacién cde mercado; as vinculaciones econémicas, sin embargo, contin siendo definidas objetivamente en funcién del meresdo extemo y limitan las posibilidades de decisién y accién auténomas. En es0 radica, quizé, el micleo della problematic sociolégica de! proceso nacional de desarrollo en América Latina.” Pero aun aquilas limitaciones son evidentes, En primer lugar, ycomo losefialé oportunamente Weffort,”la contradiccién entre tun Estado nacional politicamente independiente y una economia nacional dependiente (del mercado mundial) resulta abstracta, por decir lo menos, si es que no se liga a un tiguroso anzlisis de Femando Henrique Cardoso Eszo Fale p.28-29, Desoraloydependencia en Ams rie Latina, 0p. Franson C. Wellort, Note abel "teore dela dependencias tent de cates ‘idoloiamaconal?, Mexico, ABIS-UNAM, 8 105 clase. En el caso ecuatoriano, por ejemplo, gqué contradiccién podia haber entre el Estado nacional de a incipiente burguesta agromercantilyla economia mundial demercado, siendo que esa bburguesia se habfa sumado ala lucha independentistajustamente para conseguir la abolicién de las trabas comerciales impuestas por Espaiia, que le impedian desarrollarse como clase? Si con- tradiccién hubo entre Estado independiente ¢ incorporacién al mercado mundial en el caso mencionado, no fue otra que la que se cstablecié entre esa burguesia y los terratenientes feudales, cuyos rudimentarios “obrajes” no tardaron en desaparecer ante la competencia delos géneros importados. Es decir, una contra- diccién de clase que aqui remitia, incluso, a una contradiceién entre mods de produccién; que naturalmente, no dejé de refle- jarseanivel del Estado nacional, y enlas relaciones de éste con los ‘centros metropolitanos. Es por lo tanto esa contradiccién interna —a cuyo desarrollo desde luego no es ajeno el de a economia, capitalista mundial—la que permitiré comprender los aspectos, contradictorios yno contradictorios dela relacién entreel Estado ecuatoriano y el mercado externo. En segundo lugar, la aseveracién de que “en las situaciones de dependencia colonial es posible afirmar con propiedad que Iahistoria—y por ende, el cambio— aparece como reflejo deo ‘que pasa en la metrdpoli” es profundamente reveladora de cdmo cl esquema frankiano no esti totalmente superado por Cardoso y Falerto; sino sélo relegado a la etapa en que no existia atin el Estado nacional, dnico elemento capaz deintroducir cierto nivel de contradicci6n. Pero ecémo explicar,a partir de esta visién ma- cionalista de la historia, los levantamientos de los encomenderos a mediados del siglo XVI; la secular lucha de los araucanos; las, continuas rebeliones populares, finalmente, la Independencia? éFucesta iltima, por ejemplo, un simple “reflejo” de la crisis por Ja que en ese momento atravesaba la Metr6poli? Dicha crisis fue sin duda wo de los elementos que configt- raron la compleja situacin en que pudo triunfar el movimiento independentista latinoamericano; mas ello no autoriza a estable- cer un determinismo tan mecinico, quebien podria levarnos con 106 igual legitimidad a afirmar que los tiempos han cambiado tanto que ahora a situacién de las metrépolis es un “reflejo” de lo que sucede en las colonias, como los recientes acontecimientos de Portugal lo estarian demostrando, Hay, pues, un problema en el tratamiento de la relacién ex- temno-interno, que, 1 nuestro juicio, no ha sido adecuadamente resuelto por la teoria de la dependencia. De hecho, ésta pare ce oscilar entre una practica en la que la determinacién ocurre siempre en sentido nico (lo que sucede en el pais dependiente es resultado mecinico de lo que ocurre en la metr6poli), y una in” teGrica que es estrictamente sofistica y no dialéctica se dice, diferencia alguna entre lo externo y lo interno, puesto que el colonialismo o el imperialismo actian destiro del pais colonizado o dependiente. Esto titima es cierto, ya que de otro modo se trataria de elementos no pertinentes, ajenos sim- plemente al objeto de estudio; pero hay un sofisma en la medida en que deesa premisa verdadera se derive una conclusion que ya no lo es: ese “estar adentro” no anula la dimensién externa del colonialismo 0 elimperialismo, sino que més bien laplanteaen to: El capital imperialista invertido en la explotacién del petr6- leo ecuatoriano, por ejemplo, esta en el interior dl pais, forma parte de a estructura interna del Ecuador y hasta constituye, en el momento actual, el polo hegeménico de su economia. Solo ue, si por arte de magia suprimimos la dimensién externa del problema (extema a la formacién social ecuatorianal, tend: mos que conclair, lisa y Hanamente, que el Ecuador es un pais imperialista puesto que el capital monopdlico constituye el polo dominante de sit economfa, Desgrackadamente, lo que penessa en cada nacién “dependiente” no es el concept de imperialismo, sino el imperialismo "de carne y hueso”, con todas las relaciones {internacionales que cllo implica (relaciones que, por supuesto, no pueden entenderse sin aquel concepto). Weffort tenia razén de hacer notar que “Ia incorporacién de Ja dimensidn eterna es obligatoria, pues de otro modo no ten: dria sentido hablar de las relaciones internas como relaciones de 107 dependencia”,? pero su error consistié en creer que el problema podia resolverse mediante la simplesupresin de las premisas na- cionales de que habia partido la teoria de la dependencia, cuando, ‘en realidad, era menester buscar el fundamento de la clase de la relaci6n entre naciones y tratar, de manera dialéctica, la dimen- sin externa que ello implica necesariamente. “En oposicién ala concepcién metafisiea del mundo, la con cepeién dialéctica materialista del mundo sostiene que, a fin de comprender el desarrollo de una cosa, debemos estudiarla por dentro y en sus relaciones con otras cosas; dicho de otro modo, debemos considerar que el desarrollo de las cosas es un auto: movimiento, interno y necesatio, y que, en su movimiento, ca: da cosa se encuentra en interconexi6n ¢ interaccién con las co- sas que lo rodean”,escribe Mao en su conocido texto “Sobre a contradiccién” 4 Gunder Frank arguye que, sin embargo, nadie ha logrado todavia “clarificarla suficientemente (...] emo debe distinguirse exactamenteentre las contradicciones ‘externas’ yas ‘intemnas’ en el proceso, tal como éste se desenvuelve en una parte determinada del sistema imperialista” Y es comprensible que esto leocurra, Para Mao, ese misterioso “interno” est consttuido porunaarticulacién especifica de contradicciones “entre las clases productivasy las relaciones de producci6n, entrelas clases y entre lo viejo ylo nuevo" 2 en cada formacién social concreta, lhimese étaChina, Colombia o Argentina; articulacién interna que resulta imposible imaginar siquiera en un esquemacomo el de Frank, en donde los conceptos de fuerzas productivas, relaciones de produc- cién, estructura y lucha de clases estén simplemente ausentes Este error de lateoria dela dependencia, que consiste en tratar de explicar siempre el desarrollo de una formacién social a par- Bid, D1 Mao Tee tung, Cinco tei ladies, Pein, Ediciones eo Lenguas Extraness, 1971, p. 2 André Gunder Frank, Lumpenburgesilompendesarollo, op ct 9.31 André Gunder Frank, “La dependenca ha mrt, viva la dependency la lucha de elates", op. p. 228. 108 tirde su articulacién con otras formaciones, determina que aun trabajos tan sélidos como Dial devia de la dependencia desembo- quen en un verdadero callején sin salida, Como se sabe, Marini sostiene en este libro que en la relacién entre paises industrial 2zados y paises dependientes, en la segunda mitad del siglo XIX —primera fase denuestra dependencia—, seencuentra ya la clave para entender las diferencias del desarrollo de estas clos dreas. Y aduce para ello buenas razones. En primer lugae: El fuerte incremento de la clase obtera industrial yen general, de Japoblacién urbana ocupada en la industria yen los servicios, que se verfica en los paises industries, en e siglo pasado, no hubiera podido tener lugar i éstos no hubieran contado con los medios de subsistencia de origen agropecuario, Esto fue lo que permit pro: fundizar la divisidn cel trabajo yespecializar alos paises industiales como productores mundiales de manufacturas.* segundo lugar, la propia implantacién del modo de pro duccién especificamente capitalista en Europa, basado en la plus valiarelativa en lugar dela absoluta, no puede explicarse sin con: siderar la afluencia de productos agropecuarios provenientes de los paises dependientes; productos que, obtenidos a precios cada vvez mas deteriorndos, abarataban en el Viejo Continente el valor real dela fuerza de trabajo. En fin, y coadyuvando en el mismo sentido, tendriamos el flujo de materias primus desde la periferia hacia el centro del sis vema. He ahi, segtin Marini, el anverso de esta medalla llamada de- pendencia. Su reverso, que es el que més nos interesa, estaria, 41su turno, constituide por un contrario diaéctico, Esa misma produccién exportable, que hace posible la implantacién de un modo de produccién especificamente capitalista en los paises indusirializados, iene como contrapartida, en los paises depen. Ruy Mauso Masini, Disénc dela dependoncs cit p.21 109 dientes, el establecimiento de un modo de produccién basado en Jasobreexplotacién; es decir, en la remuneracién permanente del trabajo por debajo de su valor; sobreexplotacién que, a su vez, se convierteen un freno parael desarrollo de nuestros paises, tal como se vio en paginas anteriores. Ahora bien, la novedad del esquema de Marini no esta en sefialar la existencia de un intereambio desigual entre naciones, con a consiguiente transferencia de valores y, en ita instan- cia, de plusvalia; ni en anotar que la baja remuneracién de los trabajadores constituye un escollo parala creacién de un amplio mercado interno en América Latina. Tampoco en recordar to- das las wropelias y exacciones que el imperialismo ha realizado, y realiza, en nuestros paises, cosa que Marini da por sabida, Lo nuevo esta en establecer una relaci6n directa entre la articulacién paises industrializados-paises dependientes (causa) yel desarro- Ilointeeno de cada una de esas eeonomias que de ahi se derivaria, {efecto}. ¥ es en este punto, precisamente, donde el esquema de “Marini se torna cuestionable, no por falta de coherencia légica ni de fuerza ideolégica, sino porque la realidad histtiea se resiste aencajaren él En efecto, basta pensar en dos casos concretos de la historia de América Latina —y no muy marginales que se diga— para ‘que la relacién causal establecida por Marini se rompa en uno uw otto sentido. En el primer easo que tenemas en mientes, el de Brasil, uno puede admitiren rigor la esis de la sobreexplotacién a condicién de no poner reparos te6ricos a su concepto mismo {(remuneracién permanente de la fuerza de trabajo por debajo de su valor) y de entenderlo mis bien a partir del “sentido comin”; pero en cambio resulta imposible concebir siquiera como las ex- portaciones de café brasileao habrian podido abatir el valor real dela fuerzade trabajo en Europa, ycontribuir conelloal proceso «que Marini sefala (paso de la plusvalfa absoluta.a la plusvaliare- lativa), ya que se trata de un producto netamente superfluo desde elpunio de vista dela reproduccién dela fuerzade trabajo ycuyo principal consumidor ni siquiera fue la clase obrera. 110 En el o:t0 caso significativo, el de la Argentina, uno puede aceptar la incidencia de la exportacién de cereales y carnes en la disminucién del valor real de la fuerza de trabajo en Inglaterra, por ejemplo, pero entones resulta harto dificil sostener que ello haya tenido como contrapartida la remuneracién dela fuerza de trabajo argentina por debajo desu valor, niimpedidola creacién de un mercado interno para la industria de este pais. Las masas argentinas de ese perfodo fueron de las pocas aceptablemente icho pais, el pri ignificativo para nutridas del mundo capicalista en general, y mero de América Latina en tener un mercado s productos industriales. Ademis, los mismos ejemplos del Brasil cafetalero y la Ar- gentina cerealera y ganadera contradicen flagrantemente la afir macién de Marini en el sentido de que, sin la contribucién de la economia agropecuaria latinoamericana, habria sido imposible liberarla mano deobra que Europa necesitaba parasu desarrollo industrial. Las areas abastecedoras de cereales y carne —que por lo demas no siempre oinciden con los paises hoy subdesarrolla dos— y aun un frea cafetalera como la del Brasil, se poblaron, en el periodo en cuestion, con inmigrantes extranjeros; estos, con la poblacién exzedente de Europa. cQuiere decir esto que las tesis de Marini no funcionan a ni- vel de formaciones sociales concretas o que, al menos, pier pertinencia en algunas de ellas? ¢Deberian ubicarse entonces en ‘un plano mas general? Es posible que asf sea, pero, en ese cas0, ya no estamos ante un proceso de abstraccién que lleve al descu- inrimiento de verdaderas leyes, sino ante generalizaciones c estatuto te6rico habia que precisa, niendl en primer térmi- 1, los objetos mismos sobre los que recee la investig «, lo que Marini denomins y “economia dependiente Por su misma brillantez y rigor, el ensayo de Marini pone de relieve las fronteras insuperables dentro de las cuales se mueve toda a teoria dela dependencia, Es decir, las limitaciones inhe- rentes a ese prurito inveterado de explicar el desarrollo interno pectivamente “economia clisica” Mm ddecada formacién social apart desu articulaci6n con otras for- maciones sociales, en lugar de seguir el camino inverso. 'Y es que |a teorfa de la dependencia ha hecho fortuna con un aserto que parece gozar de la caucidn de la evidencia, pero que merece ser repensadbo seriamente. Segtin dicha teora, la indole de nuestra formaciones sociales estaria determinada en stina stan cia por su forma de articulacin en el sistema capitalista mundial, cosa cierta en la medida en que se presenta como la simple ex presién de otra proposicién, ella s irrefutable: el capitalismo, una ‘vez queyalo tenemos como dato debase, mal puedesser pensado de otra manera que como economia articulada a nivel mundial. Sélo que no todo ese razonamiento supone que dicho dato (elca- récter capitalista de nuestras sociedades) es un dato te6ricamente inreductible, que no puede ser concebido como producto perma- nente de una estructura interna que en cada instante lo esta pro- duciendo y reproduciendo. Cuando més, puede ser susceptible de una explicacién genética (somos paises dependientes porque siemprefuimos de una u otra manera dependientes),explicacién que, porlo demas, nos encierra en un circulo vicioso en el que ni siquicra hay lugar para un anilisis de las posibilidades objetivas de transformacién de nuestras sociedades. Por eso, la misma formula, aparentemente evidente, de la teoria de la dependencia, podria enunciarse de manera estric- tamente inversa, para poner de relieve us limitaciones y su uni- lateralidad: gno sera més bien Ja que determina, en dltima instancia, su vinculacién al capitalista mundial? En rigor, es esta segunda formulacién la que esta mas cerca de la verdad. Sila revolucién boliviana de 1952, por ejemplo, hubiera seguido un curso similar al de la Revolucién Cubana, Bolivia no seria hoy un pais dependiente: para serlo (y aqué no cstamos hablando de situaciones coloniales osemicoloniales, sino de situaciones de dependencia en sentido restringido), hay que tener como premisa indispensable una estructura interna capi talista,o preiiada de fuerzas histricas que tienden “naturalmen- te” hacia el capitalismo; de la misma manera que para avanzar al uz socialismo son necesarias Fuerzas internas capaces de romper la estructura existente, Esto es indudable, pero no se trata aqui de colocarse "mnds cerca de la verdad!” ni de reemplazac una visién adialéctica por otra similar, sino de recordar la doble perspectiva del problema, Ningéinevtores gratuito, sin embargo. Sila teoria de a depen: dencia ha enfatizado unilateralmente un aspecto del problema, es debido a su empantanamiento en una problemstica desarro. Ilista, con st consiguiente perspectiva economicista no superada totalmente. Slo asi se comprende, ademas, que a partir de tal teorfa nose haya producido un solo estudio sobre el desarrollo revolucionario cubano,® caso omitido, incluso, en libros de un horizonte histérico tan amplio como Desarralloy dependencia en América Latina La teoria de la dependencia no est desligada, sin embargo, dela Revolucién Cubana y, sobre todo, de algunos de los efectos ue ella produjo inicialmente en el resto del continente.

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