San Lorenzo. As se llamaba el colegio donde yo jugaba al ftbol, donde mi abuela se sentaba los das de sol y de lluvia. Subiendo la cuesta estaban los montes y a mano izquierda, se situaba el peaje y un parque con suelo de caucho. Un aire nostlgico y un cielo mgico era el que tena Ermua, el epicentro de la familia por parte de mi madre. Aquel pueblo humilde era una de mis inspiraciones. Y ahora, estoy en el instituto, estudiando en Primero de Bachillerato, desarrollando mis conocimientos. Ya tengo diecisis tacos. Suelo estar pensativo en algunas clases, pensando en el ocio que a m ms me gusta. Hace cuatro aos que no voy al pueblo de mi abuela, que produca nostalgia, tanto en el esto como en invierno. Ese pas vasco me produce nostalgia y melancola, cosa que es muy usual. Casi toda mi vida (y hasta ahora) he vivido en Les guiles. Una ciudad con aires de pueblo corrompido por la arrogancia de algunos de sus ciudadanos, sin necesidad de generalizaciones. El ambiente del pueblo no es el idneo para m. An as, hay gente que siempre se ha portado bien y que ha sido de toda la vida del pueblo ilerdense. Esos domingos donde en la calle no hay nadie y la ciudad est desierta. Donde puedes gritar de rabia por la escasez de amabilidad. Ese es el nico momento donde nadie te escucha, porque si oyen algo, empiezan a criticarte, y a preguntarte porqu vives aqu entonces. All arriba, a unos seiscientos kilmetros est la luz. No me quiero hacer ilusiones. He nacido aqu y an as, es extrao que a m no me agrade el pueblo. Los pocos amigos (y suficientes) que tengo son las nicas personas que me pueden alegrar, aparte de mi familia. All estaban los cuatro: Jessica, Roser, Albert y Vladimir. Ya no tengo tantos amigos cercanos. Las mejores amistades viven lejos: en Francia, en Palencia Pero siempre me quedo con los buenos momentos pasados. Sobre todo, me quedar con la aparicin en mi vida de aquella chica lejana y perfecta a la vez