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TALLER DE LETRAS N° 49: 97-107, 2011 Issn 0716-0798 La novela negra argentina y chilena de (pos-) dictadura The Argentinian and Chilean ‘Novela Negra’ (crime fiction) of the post-dictatorship Clemens A. Franken K. Pontificia Universidad Catdlica de Chile correo@electronico cfranken@uc.cl Este articulo pretende explicar algunos rasgos contextuales de la novela negra en Chile y Argentina como parte del género detectivesco en el periodo de la postdictadura: Luego se trataré de marcar ciertos matices respecto de cada produccién local. Mientras que en el caso argentino, producto de la censura dictatorial, se genera una literatura menos realista, més ficcional, los escritores chilenos, que escriben en el periodo de transicién democrética, se expresan de forma mas cruda y realista Palabras claves: Novela Negra, ficcién detectivesca, postdictadura, novela This paper aims to explain some contextual features of the Novela Negra in Chile and Argentina as part of the detective fiction in the periad of post-dictatorship. Then, it will try to accent some nuances of difference between each local production. While in the Argentine case, literature generates a less realistic, more fictional literature, product of dictatorial censorship; the Chilean writers, working in the period of democratic transition, expressed in a more raw and realistic way. Keywords: Novela Negra [crime fiction], detective fiction, post-dictatorship, novel. Recibido: 30 de mayo de 2011 Aprobado: 29 de agosto de 2011 o7 TALLER DE LETRAS N° 49: 97-107, 2011 EI género policial argentino y chileno del siglo veinte comparte més rasgos comunes de los que suele pensarse generalmente. Guardando las diferencias respecto al volumen de produccién y la calidad literaria, es decir, reconociendo con Amelia Simpson que “[e]1 Rio de la Plata es la fuente de la narrativa policial mas temprana y més voluminosa en América Latina” (Simpson 28)? y la que ejercié mas influencia en el continente, la narrativa policial argentina comparte con la chilena, por ejemplo, el hecho de “que, en lineas generales, [...] remite de manera directa a notorios modelos an- glonorteamericanos” (Lafforgue y Rivera 13). Por ejemplo, para la primera etapa de la narrativa policial argentina y chilena, particularmente la que se desarrolla en las primeras décadas del siglo XX y la que est ligada, segtin Ricardo Piglia, a cierta tradicion literaria vinculada al positivismo y su modelo cientifico, adquiere gran importancia la inmigracién en Buenos Aires [y Santiago] y la situacion paranoica que genera la presencia de los inmigrantes en las clases tradicionales, [que] produce un tipo de literatura que tiende a ver en el delito ciertas condiciones sociales, clertas desviaciones biolégicas y demés; y entonces hay un momento en que, podriamos decir, la literatura policial cumple con esta funcién que podriamos considerar ligada a cierto control social. (entrevistado por Franken 82) A mitad del siglo, predomina en ambos lados de Ia cordillera el relato Policial de enigma, practicado y defendido en Argentina por nada menos que Jorge Luis Borges, y los autores de novelas negras “son relegados a las colecciones de quiosco, donde pasan totalmente inadvertidos tanto para la critica como para los lectores de los circulos ‘cultos’ de entonces” (Braceras et al. 39). Esta situacién cambia, en la Argentina, recién en los afios sesenta debido a los siguientes tres factores: primero, algunos criticos jovenes como Juan José Sebreli, David Vifias y luego Ricardo Piglia revaloran el género negro y lo hacen entrar “en el campo de la literatura aceptada como tal [...] a través del reconocimiento de personas que cuentan con un importante aval cultural e ideolégico” (Braceras et al. 44). Segundo, Piglia comienza, en 1969, “a publicar, bajo su direccién, la Coleccién Serie Negra en la Editorial Tiempo Contemporaneo. Reedita a Chandler, a David Goodis, [...] a H. McCoy" (Braceras et al. 44). Este impulso editorial pigliano y su simulténeo aporte teérico-literario fueron decisivos para “la victoria de la “contracritica’” (Lafforgue y Rivera 28) al relato policial de enigma. El tercer factor se debe a que la difusion de novelas negras "genera también una escritura de textos Policiales [negros] en la Argentina” (Piglia entrevistado por Franken 83). En 1973 aparecen, por ejemplo, novelas con formato policial negro, tan impor- tantes como The Buenos Aires Affair, de Manuel Puig, Triste solitario y final, de Osvaldo Soriano, y E/ agua en los pulmones, de Juan Carlos Martini. Muy pronto se agregan nombres de autores como Sergio Sinay, Mempo Giardinelli, Juan Sasturain, José Pablo Feinmann, entre otros. En 1975, Piglia publica su cuento policial “La loca y el relato del crimen”. Desde el golpe militar en marzo 2 "The River Plate is the source of the earliest as well as the most detective fiction in Latin America’ m98 CLEMENS A. FRANKEN K. LA NOVELA NEGRA ARGENTINA Y CHILENA DE (POS-)OICTADURA del 76 en adelante, "muchos autores expresan una imagen de la sociedad argentina durante este periodo de represién politica, adoptando el modelo negro con su vision de violencia institucionalizada que se percibe en todas partes” (Simpson 52)2. Como consecuencia surgen nuevas estrategias lite- rarias como “[e]ludir el nombre propio, apelar al sobreentendido metaférico © publicar en el extranjero [que] se inscriben en un contexto social signado por el miedo y la represi6n, por los exilios y las sirenas ululantes” (Lafforgue y Rivera 30). En su ensayo “Politica, ideologia y figuraci6n literaria’, Beatriz Sarlo destaca el inusitado alto grado de violencia aplicada durante el régimen militar argentino de 1976-83: Tanto la violencia de la represién estatal y paraestatal como la militarizacién de la politica que la precedié eran nuevas en la sociedad argentina del siglo XX y, en conse- cuencia, no formaban parte de una memoria colectiva. Sin duda, la violencia habia sido un tépico de las fuerzas de la izquierda en el periodo inmediatamente anterior, pero, si se excluyen episodios breves y aislados, no habia sido practicada con la persistencia y la conviccién metodolégica que caracterizé al periodo que se abre con el asesinato de Aramburu. LJ Pero es ésta la primera vez en el siglo XX, [...], que eligen llevar a cabo la liquidacién fisica del enemigo, segtin mo- dalidades abiertas y clandestinas, elaborando al mismo tiempo un discurso que justificara esta intervencién, novedosa por su sistematicidad. (31) Las primeras respuestas defensivas a esta nueva situacién del pals fueron el olvido y el silencio, pero luego se descubre que “el discurso del arte y la cultura propone un modelo formaimente opuesto al discurso estatal monopoli- zado, autoritario y monolégico: el de la pluralidad de sentidos y la perspectiva dialdgica” (Sarlo 40). Siguiendo a la tradicién del perspectivismo literario que surge a comienzos del siglo XX como consecuencia del pensamiento nietzscheano que critica la imposicién de una verdad Unica, las ficciones se presentan cada vez mas “como versiones e intentos de rodear, desde angulos diferentes, una totalidad que, por definicién, no puede ser representada por completo” (Sarlo 43). De ahi se explica, en cierta medida, el fendmeno de tantas novelas negras argentinas posmodernas con desenlaces abiertos. Ademés, habia que considerar en la narrativa policial argentina la infaltable presencia de una busqueda o pesquisa. En el caso de Ricardo Piglia, Juan José Saer, entre otros, el género policial esta presente "sin que [ellos] escriba[n] 2 "Many authors express a vision of Argentine society during this period of political re- pression by adopting the hard-boiled model with its view of institutionalized, all-pervasive violence’. oom TALLER DE LETRAS N° 49: 97-107, 2011 directamente narrativa policial” (Piglia entrevistado por Franken 84). Segun el critico literario argentino Marcelo Casarin, existe en estos textos [de Piglia] un procedimiento escri- turario que se impone sobre otros y que sobredetermina tanto las narraciones como los ensayos; lo llamo pes- quisa: se trata de una busqueda incesante, de un rasgo de escritura, pero al mismo tiempo de algo mas amplio y general: un programa de lectura, heuristico e inter pretante. La literatura, para Piglia, expresaria el intento de dar un orden a la experiencia cadtica de la vida; su programa incluye esta aspiracién mayor, pero al mismo tiempo una formula: ‘Una novela se escribe para relatar un crimen o un viaje’, sefiala, y completa la hiperbélica afirmacién diciendo que la mayor parte de las narraciones dan cuenta del pasaje de un lugar a otro o tienen la es tructura de una investigacién. Esta Ultima es una eleccién de Piglia que atraviesa las diversas formas escriturarias que acomete. (online) Este énfasis que pone Piglia en el relato como investigacién vale tanto para algunos de sus relatos publicados en los tomos La invasion (1967), Nombre falso (1975), Prisién perpetua (1988) y Cuentos morales (1995) como para las novelas Respiracién artificial (1980), La ciudad ausente (1992) y, especialmente para su novela, Plata quemada (1997). E, incluso, vale también para su fructifera actividad como critico literario y ensayista que se refleja en los tomos Critica y ficcién (1986), La Argentina en peda- Z05 (1993), Formas breves (1999), Diccionario de la novela de Macedonio Fernandez (2000) y El ultimo lector (2005). En sus ensayos la critica se parece a un relato policial. Segiin afirma el mismo Piglia en E/ ditimo lector, “[ulna de las mayores representaciones modernas de la figura del lector es |a del detective privado (private eye) del género policial” (77). Por eso, parece consecuente sostener “que Piglia, como lector, como critico, encarna una figura cercana a la del investigador privado” (Casarin online). La alta calidad de su trabajo como critico-investigador certifica Jorge Fornet, seguin el cual la actividad critica literaria de Piglia culmina en “la propuesta de una lectura diferente de las tradiciones literarias argentinas” que solia ser muy “critica y polémica” (346). Por eso, sus ensayos sobre Roberto Arit, Borges, Sarmiento y Macedonio Fernandez y otros escritores argentinos han influido fuertemente en los circulos académicos trasandinos que lo consideran como el critico mas importante del pais. Lo mismo vale, seguin la “Carta de Argentina”, de Daniel Link, para Piglia escritor que junto con Saer “son seguramente los dos mas grandes novelistas de la literatura argentina actual” (111) Su texto literario mas importante es, sin duda, la novela Respiracién artificial, la que aparece en plena dictadura militar argentina y “fue vist[a] y entendid[a] en clave politica, como acto de resistencia frente a una con- taminacién simbélica e ideologica, pero en virtud de una mediacién literaria de inusual rigor” (Fornet 346). Segtin Maria Cristina Pons, en la Argentina de fines del setenta, m 100 CLEMENS A. FRANKEN K. LA NOVELA NEGRA ARGENTINA Y CHILENA DE (POS-)OICTADURA hubo grupos y sectores sociales refractarios de la politica violenta y autoritaria del régimen, que tuvieron que vivir bajo coercién esa realidad historica que les repugnaba. [..] En gran medida las diferentes manifestaciones de re- sistencia de la cultura, mas que expresiones de denuncia (sumamente dificiles por el férreo control estatal), fueron procesos de busqueda de un lenguaje y modalidades discursivas que permitieron conversar 0 rescatar temas, valores y toda una red de significantes sobre los que se basaban la identidad y el sentido. (39-40) En un uso del formato policial muy sui generis, Piglia encuentra una forma sutil de plantear su critica al régimen dictatorial argentino. Desde el punto de vista del género policial, Respiracién artificial es una de las “novelas policiales que son mas 0 menos que novelas policiales, pero que no son estrictamente novelas policiales". Dicho mas precisamente con Feinmann, es una novela escrita “en los bordes del género, no dentro del género’. (164) Piglia ve en esta novela una clave del presente en el pasado cultural y poli- tico de la Argentina y remite a “la historia como lugar donde el estallido de las certidumbres y el desquiciamiento de la experiencia puedan buscar un principio de sentido, aunque, al mismo tiempo, ese sentido se presente a la narracién como un enigma a resolver” (Sarlo 48). También para Nicolas Bratosevich y SU equipo de estudio, “la historia -nuestra Historia— sigue siendo un enigma que invita a ser compulsado, interrogado en toda su complejidad” (159). Por eso, el joven escritor Emilio Renzi, al igual que el detective-lector borgiano Lénnrot, es presentado, ante todo, como un lector y descifrador de las histo- rias de Maggi y Enrique Ossorio, que decodifica, como Maggi, el pasado para echar luces sobre el presente, y, como Osorio, el presente para descubrir los signs que anuncian el futuro. Tanto la literatura como la historia pertenecen aqui al "género de ficcién” (Balderston 153) y son artes del desciframiento de una verdad secreta que puede ser conocida solamente en forma incompleta dado que el acceso a la verdad es siempre parcial y frustrante: Renzi, Maggi y Tardewski comparten [...] una incapacidad para desarrollar plenamente sus ideas en forma impresa; el libro estd hecho de sus intentos orales por expresar la verdad pero nunca la verdad enteramente revelada. [...] Sus insinuaciones de que existe otra versién de la historia, la verdad de sus historias o relatos, ofrecen un contraste con el ejemplo que dan como tres intelectuales fracasados: es decir, el individuo puede no lograr decir su verdad pero su fracaso nos permite vislumbrar parte de ella [...]. (Balderston 112) Los relatos de estos tres intelectuales son, ademas, oscurecidos? y enig- matizados por otras versiones. Piglia aplica aqui una técnica literaria que ya 2 Segiin Stephanie Massmann, autores argentinos como Ricardo Piglia, que permanecieron en el pais durante la dictadura, tuvieron que elaborar “un lenguaje alternativo que lograra 101m TALLER DE LETRAS N° 49: 97-107, 2011 usaron, primeramente, W. Faulkner, y luego, por ejemplo, Th. Bernhard en La calera (1970) y G. Garcia Marquez en Crénica de una muerte anunciada (1984), y que consiste en reconstruir una narracion “a partir de declaraciones, testimonios y voces” o “distintas versiones” (entrevistado por Franken 86). Tanto Th. Bernhard como diez afios més tarde R. Piglia y luego G. Garcia Marquez plantean en sus respectivas novelas de cierto formato policial un enigma, pero en la tradicién borgeana hacen fracasar a sus ‘detectives’ en la busqueda de la verdad e invierten, asi, el esquema policial clasico, enigmati- zando cada vez més la realidad, ante todo, a través de diferentes versiones, a menudo contradictorias, y revelando asi su postura posmoderna. Otro paralelo técnico-literario entre las novelas de los primeros dos es el frecuente uso del modo indirecto de hablar, mostrando "un narrador como mero reproductor de textos ajenos, cuyas fuentes son, ademas, vagas” (Massmann 98). Cito solamente un breve ejemplo de la novela argentina: “Eso, pero dicho de un modo mas bello y enigmatico, fue lo que dijo la mujer, dijo Marconi, me cuenta Tardewski” (159). Esta manera de basarse en lo que otros han dicho a terceros elimina toda seguridad acerca de los hechos e imposibilita el encuentro de la verdad que en ambas novelas esta ausente, oculta 0, por lo menos, inalcanzable. ‘Cambiemos ahora el foco y miremos qué pasa a finales de los ochenta en Chile donde surge, al igual que algunos afios antes en Argentina y Uruguay, con mucha fuerza la novela negra. Segtin Rodrigo Cénovas, “el modo pri- vilegiado por esta generacién para rescatar el pasado es el relato de serie negra: un detective privade lleva a cabo una investigacién en una sociedad en crisis. En el nivel subliminal, esta investigacion es una reflexion sobre el pensamiento utdépico” (41). Lo que CAnovas reclama para la generacién de los 80 vale, sin embargo, también para los autores mayores como, por ejemplo, Poli Délano, Francisco Simén Rivas y Antonio Montero, quienes ya durante la dictadura vieron en el formato policial una excelente posibilidad de hacer literatura realista y de hacer memoria de la realidad social y politica de su pais bajo un régimen dictatorial. Diaz Eterovic, que escribe solamente su primera novela policial al final de la dictadura y los restantes doce sin temor a la censura durante la transicién, se sittia a si mismo dentro de la tradici6n literaria de la novela negra norte e hispanoamericana y, al igual que muchos otros escritores chilenos jovenes y no tan jovenes, ha leido desde su juventud tanto a los méximos representantes norteamericanos Hammett, Chandler y MacDonald, como a sus ‘hermanos’ europeos Simenon y Vazquez Montalban e hispano- americanos Giardinelli, Soriano y Paco Taibo Il. Sin duda, habla en nombre de muchos escritores chilenos de novelas negras cuando expresa en 1993, es decir, en pleno periodo de transicién, que ‘oponerse al régimen que sustentaba ‘el monopolio del saber, del poder y de la palabra”. Caracteristico de este lenguaje alternativo son, segtin ella, baséndose en Balderston, “la indeterminacion y la oscuridad del argument [...]” (97). mw 102 CLEMENS A. FRANKEN K. LA NOVELA NEGRA ARGENTINA Y CHILENA DE (POS-)OICTADURA los cédigos de la ‘novela negra’ que surgiera en los Estados Unidos a comienzos del siglo XX [...] estaban presentes y vigentes en la realidad de un pais como [Chile]. Una atmésfera asfixiante, miedo, violencia, falta de justicia, la corrupcién del poder, inseguridad: elementos que en Chile vivimos en affos recientes y que atin ahora prevalecen con sus sombras y sus ‘boinazos””. (1993:19) Al igual que muchos otros escritores chilenos, Diaz Eterovic quiere en- tregar en sus novelas negras “una radiografia de nuestra sociedad actual” en el periodo de la transicién y “reflexionar acerca de la marginalidad de una ciudad como Santiago” (1995:18), “acerca de los espacios de soledad que hay en una ciudad como Santiago, sobre la justicia en Chile, el poder aplicado en la politica y el caso de los detenidos desaparecidos” (1994:4). Su detective Heredia, su “alter ego”, es un hombre que se deja llevar por la corazonada, la intuicién, el instinto. Es sentimental y nostalgico, desencantado y escéptico como su creador que vive en el centro de la ciudad de Santiago con sus bares clandestinos, la miseria cotidiana, donde se vive, segtin él, un verdadero clima de violencia. Siendo Heredia un auténtico antihéroe, un hombre solitario, lacénico y de un realismo pesimista, muestra, sin embargo, en la tradicidn de los detectives duros Philip Marlowe y Lew Archer, una gran fidelidad a su principio ético de la verdad, la cual suele ser avasallada por el poder. Sus novelas son, en definitiva, una especie de ajuste de cuentas ético. Heredia, siendo un héroe quijotesco que surge desde la marginalidad y soledad, intenta “rescatar va- lores que mantienen en pie a las personas tales como el amor, la solidaridad y el jugarse por el otro” (citado en Garcia-Corales, 1995:194). Con estas caracteristicas Diaz Eterovic encaja perfectamente en la tra- dicién de la novela negra en general y de la hispanoamericana en especial, destacandose en su caso primero la denuncia del abuso del poder estatal, ante todo del régimen militar, luego la dimension ética de la verdad y justicia en la convivencia humana y, en tercer lugar, su rescate de valores humanos como la solidaridad y amistad. En el contexto del tema de la novela negra argentina y chilena me parece importante agregar que Diaz Eterovic asimila en su obra temprana los textos policiales de los argentinos Soriano y Giardinelli. Las novelas del primero estilizan el mundo de la novela negra norteamericana y del cine folletinesco de Hollywood adscrito a ese género y que luego dan testimo- nio tanto de la lucha entre peronistas de izquierda y de derecha como de la posterior represion militar. A diferencia de Piglia, Osvaldo Soriano tiene menos pretensiones tedricas y es representante de aquellos otros escritores argentinos, “para quienes la narracidn testimonial o picaresca del pasado reciente tiene la virtud de dar una visién del pasado y de las realidades ac~ tuales aparentemente cruda, directa, [...] [y] no mediatizadfa]" (Balderston 114). Su literatura se caracteriza por un decidido rasgo testimonial que se manifiesta en el hecho de que el contexto histérico es facilmente reconocible en sus novelas. Esto hace posible calificar su narrativa como perteneciente a la corriente literaria del realismo, que él mismo precisa en su caso como 103 @ TALLER DE LETRAS N° 49: 97-107, 2011 “exacerbado y desmemoriado. Nombra cosas existentes, pero estd Ileno de fantasias y absurdos” (citado en: Ulibarri XII). Soriano retine en su narra- tiva el humor, la satira y la parodia, lo policial y el ‘comic’. Su pretensién es reflejar la condicién humana con un criterio moral (pero nunca moralizante), con simpleza y ternura. De esta forma, Soriano mezcla violencia con humor negro y satira con denuncia social. En el caso de la asimilacién de la obra de Mempo Giardinelli en las novelas policiales de Diaz Eterovic, es muy relevante la comparaci6n de la colega argentina Mirian Pino. En su ensayo “El género policial chileno-argentino de los ‘80’, ella esta interesada en el corpus literario del “ciclo de post-golpe” en Argentina, Chile y Uruguay como “un conjunto coherente” que se caracteriza tanto por “la imposibilidad, deliberada 0 no, de huir de la alegoria” y de la “metafora’, de tal forma que “el topico de la violencia, [...], es resemantizado ya que se trata de la violencia politicamente organizada desde los servicios de la inteligencia" (83). En este contexto, ella compara la novela negra Luna caliente, de Giardinelli, con La ciudad esté triste, de Diaz Eterovic, estable- ciendo la siguiente similitud: “Ambos autores han realizado un desmontaje del género pero no para parodiarlo, sino que han sustituido y transformado ciertas estrategias inherentes al género canénico con el fin de arremeter contra el poder dictatorial” (78). Luego de esta comparacién podemos resumir que el autor chileno Diaz Eterovic se muestra como un representante de la “primera imagen genera- cional” de los narradores chilenos javenes que retine la cultura y la politica. ‘Ademés de él, pertenecen a este grupo de los cultivadores del género poli- cial, escritores como Luis Septilveda y José Roman. Segtin R. Cénovas, su detective parece ser, ante todo, un investigador de utopias, [...] [que] hace su aparicién en la novela chilena para reflexionar sobre las bases de susten- tacién ética de una comunidad. El detective investiga el lado oculto de la vida de las personas y las instituciones, acotando los ciclos de crisis en el devenir inmediato de una comunidad. En el caso chileno, postulamos que este personaje aparece involucrado en los mundos posibles generados por utopias especificas, siendo su mision la de reactivar esas utopias, desactivarlas 0 cambiarlas. (82-83) La funcién de reactivar las utopias puede constatarse claramente en Heredia, el detective de Diaz Eterovic, y la de cambiarlas en Juan Belmonte, el ex guerrillero latinoamericano de L. Sepulveda, quien “mantiene fuertes lazos afectivos con el ideario utépico” (Cénovas 85). La novela de este ultimo, Nombre de torero, “reivindica la nostalgia de los textos narrativos de Diaz E., acaso porque sus personajes han decidido no olvidar ‘su primer amor’. Y, ademés, desarticula sarcdsticamente las utopias internacionalistas L..1” (Cénovas 87), al igual como lo hace Roberto Ampuero en

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