Lae yAN
La situacion actual y las perspectivas
de la investigacion-accion
participativa en el mundo
M. Anisur Rahman y Orlando Fals Borda*
UNTOS DE PARTIDA
| ees
ronen varios paises del Tercer
‘Mundo las primeras tentativas de lo
‘que hoy se llama investigacién-ac-
cin participativa (IAP)!
Quienes tuvimos, en los prime-
10s afios de os setenta, el privilegio
de tomar parte de esta vivencia cul
tural, politica y cientifica tratamos
de actuar ante ia situacién tétrica de
nuestras sociedades, la excesiva es-
pecializacién y vacuidad de la vida
académica, y las practicas sectarias
y verticales de un gran sector de la
izquierdarevolucionaria, Pensamos,
que eran necesarias y urgentes las
transformaciones radicales en la so-
ciedad yen elusodelosconocimien-
{0s cientficos, los cuales, por lo ge-
neral, se habfan quedado en la época
newtoniana, Paraempezar, nos deci-
ddimos a buscar soluciones dedicén-
donos al estudio activo de Ia situa-
cin de la gente que ha sido la victi-
‘ma principal de los sistemas domi-
nantes y de las llamadas «politicas
de desarrollo», es decir, las comuni-
dades pobres en éreas rurales.
INVESTIGACIONMILITANTE
Hasta el aio 1977, aproximada-
‘mente, nuestro trabajo inicial se ca-
racteri26 por Ia tendencia activistay
untanto antiprofesional abandonan-
do, algunos, nuestros cargos univer-
sitarios); de ahf la importancia dada
a técnicas innovadoras de investiga-
ign en el tepreno, tales como la
cintervenci6n social» y la «investi-
gacién militante» quecontemplaban
tuna organizacién de partido potiti-
co. Ademés, aplicamos la «concien-
tizacién» de Paulo Freire, comotam-
bién el «compromiso» y lainsercién
en el proceso social. Encontramos
inspiraciénenel marxismotalmiidico
que por entonces estaba en boga.
Nuestradisposiciénde énimoy nucs-
tras lealtades se oponfan en forma
decidida alas instituciones estable-
cidas ~gobiernos, partidos politicos
tradicionales, iglesias, la universi
dad anquilosada-, de tal modo que
se pueden considerar aquellos afios
‘como la fase iconoclasta de nuestros
trabajos. Noobstante, asomaroncier-
tas constantes que habfan de acom-
pafiarnos a lo largo de los perfodos
subsiguientes hasta hoy, entre llas
estén el énfasis en puntos de vista
holisticos (integrados) y en métodos
cualitativos de andlisis
El activismo y el dogmatismo de
ese primer perfodo fueron reempla
zados por la reflexiGn, sin que per-
digramos nuestro impulso en el tr
‘bajo de campo. Esta bisqueda del
cequilibrio se evidencié de manera
notable en el Simposio Mundial so-
bre Investigaci6n-Accién celebrado
‘en Cartagena, Colombia, en abril de
1977, con el auspicio de Organiza-
ciones de Ia Sociedad Civil (OSC)
colombianas? y algunas entidades
nacionales e internacionales. Ade
ms de a Marx, se destacé en ese
encuentro, lo mismo que en poste-
riores ocasionessimilares,aGramsci RRSUTENIEN
4como importante gufa tedrico.
DeGramscitomamos, entre otros
elementos, su categorfa del «intelec-
tual orgénico», por la cual aprendi-
‘mos areinterpretar lateorfa leninista
dela vanguardia. Comprendimos que
para que los agentes externos se in-
‘corporasen en una vanguardia orgs-
nica deberian establecer con el pue~
blo una relacién horizontal -una re-
laci6n verdaderamente dialégicasin
prestncién de «conciencia avanza-
day-, involucrarse en las luchas po-
pulares y estar dispuestos a modi-
ficar las propias concepciones ideo-
{6gicas mediante una interacciéncon
esas luchas; ademés, tales Iideres
“orgdnicos deberian estar dispuestos
arendir cuentas alos grupos de base
en todas las formas genuinamente
democraticas y participativas.
PARTICIPACION,
DEMOCRACIA
Y PLURALISMO
Noesnuevo, claroestéelinterés
en una participacin social, politica
y econdmica como elemento de de-
mocracia, Ya Adam Smith en su
definicién de «equidad» hablaba de
Ja «participacién en el sentidy de
compartir el producto del trabajo
social», Esta definicién, suplida lue-
‘20 por ideas de P. J. Proudhon yJ.S.
Mill y por ensayos escritos por
‘Tolstoy y el principe Kropotkin, nos
permite ver las crasas deficiencias
ideol6gicas de los te6ricos liberales,
las de las burocracias internaciona-
les de guantes profilécticos, y las de
los despéticos hombres de estado
‘contemporéneos que se atreven a
es todavia auténtico segin nuestra
definici6n ontol6gica, porestacau-
sase haproducidomucha confusién.
Por consiguiente, la filosofia part-
cular de la IAP siempre debe ser
recaleada paracontrarrestartanerr6-
reas asimilaciones. Ast, la opiniGn
de las comunidades reales involu-
cradas en la accién, consideradas
como «gruposdereferencia»,debie-
raserdefinitivaparacompararresul-
tados y realizar evaluaciones en for-
ma independiente de los criterios.
estadisticos como la consistencia
interna, ¥ ya que la utilizaci6n dela
IAPagran scala, y sobre los princi-
piios que abren paso al poder popu-
lar, suscita, muchas veces represiGn
por parte de los intereses creados y
delos gobiernos, éstapuede también
suministrarrazones précticascideo-
logicas paraorganizarlaautodefensa
de las comunidades y la contravio-
lencia por lajusticia, Son éstos tam-
bin criterios valorativos igualmen-
te vilidos. En situaciones tan con-
flictivas, 1a prudencia, las coalicio-
nesy eldiélogocon as instituciones
pueden dar buenos resultados, si se
actdadentrodelos mérgenesdetole-
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rancia de ellas al ejercer el implicito
derecho a la subversién moral
Los practicantes de la IAP pueden,
deeste modo, efectuar una contrape-
netracién de las instituciones esta-
blecidas y poner en préctica la coop-
tacidn al reves.
OTRAS ESCUELAS
CONVERGENTES CONLA IAP
Existen casos de convergencia
intelectual de diversas escuelas ha-
cia la IAP que merecen ser mencio-
nados. Entre ellos esté la escuela de
educacién critica que ha venido de-
sarrollando nuevas teorfas, tales
comolas de IvénIllich yPauloFreire,
‘muchas veces con expresiones s0-
ciales importantes (p.¢j., «Aprendi-
zaje global», en Canada). Otro caso
de convergencia intelectual es el
‘examen de experiencia de base em-
prendido por economistas a fin de
«adelantarcolectivamente» (Hirsch-
‘man 1984; Max-Neef, 1986), ¥ oto,
la incorporacién de principios de
participacién en la planificacién so-
cioeconémica. Losantrop6logoshan
revisado ciertos aspectos de la vida
agricola y acudido auna «antropolo-
sia social de apoyo» (Colombres,
1982; Hernéndez, 1987). Algunos
historiadores han reivindicado las
«versiones populares» de los acon-
tecimientos y tomadoen cuenta alos
pueblos sin historia». Los etnélogos
se estn acercando alas culturas na-
tivas y locales con un esquema de
referenciaparticipativo, llegandoasi
més alld de Sol Tax, C. LevieStrauss
-yD.Lewis(Stavenhagen, 1986; Bon-
{il Batalla, 1981),
‘Asimismo, 10s socislogos rura-
les estén reavivando la orientacién a
aproblemética social en su discipli-
nacomo fue a principios del decenio
de 1920, y de esta manera se ha
producido un acercamientoala IAP.
Por eso se estin valorando aportes
de investigadores veteranos como
R.T. Batten («procedimiento no di-
reccional»), Irwin Sanders («explo-
raci6n social») y Harold Kaufman
(«procedimiento basado en la ac-
cin») (Peary Schwarzweller, 1985:
XLXXXVD, «La validez politico-
econémica es tan importante comoJa validez cientifica: es éste un prin-
cipio heterodoxo recomendado aho-
ra para aplicar la ‘investigacién-ac-
cién al desarrollo comunitario’»
(Littrell, 1985). Este adelanto cuali-
tativo y partcipativo en la sociolo-
fa rural contemporénea ha resulta-
do ttl para el estudio de sistemas
agricolas, los sindromes de pobreza/
hambre, el control del ambiente y el
‘manejo de la produccién agricola,
‘vistos como una «sociologfa de 1a
agricultura» mas comprensiva; en
tanto que otroshablan de «agricultu-
ra ltemnativa», de tecnologias alter-
nativas» y aun de una «sociedad al-
ternativan.
La escuela psicosocial de Kurt
Lewin, quien fue el primero en pre-
sentar en Estados Unidos el concep-
to de «investigaciGn-accién» en el
decenio de 1940, estéen trance evo-
lutivo hacia esta convergencia. Si
bien el trabajo de Lewin, en general,
expresaba preocupaciones similares
alas de la IAP de hoy (teoria/précti-
ca, el uso social de Ia ciencia, el
lenguaje y la pertinencia de lainfor-
maci6n), sus seguidores, un poco
después de su muerte, redujeron la
ampli trascendenciade las intuicio-
nes de Lewin, aténdolas a procesos
en grupos pequetios, como en la ad-
ministraci6n de una fabrica, y acues-
tiones clinicas, como las referidas a
la rehabilitacién de ex-combatien-
tes. Ya en 1970, los implicitos dile-
‘mas experimentados por los segui-
dores de Lewin habsan legado a ser
evidentes (Rapoport, 1970); peroeso
‘no les impidi6 formar la actual ver~
tiente Hamada de Desarrollo-Or-
‘ganizacién (DO) para la investiga-
cin-accién, que se ha introducido
cen el trabajo comunitario, los siste-
‘mas educativos y el cambio de orga-
nnizaciones. En os primeros aios del
decenio de 1980 se hicieron esfuer-
208 para usar Io que se quiso consi-
derarse como un método de «in-
vestigacién-accin participativay, y
‘asf lo designaron algunos. No obs-
tante, hace muy poco se nos informé
que el DOes unidimensional, que no
alcanza a promover ningin conoci-
Iiento significativo de la sociedad,
¥y que refuerza y perfecciona el «sta-
tus quo» convencional (Cooperrider
y Srivasta, 1987).
Losnuevoscriticos del DO acon-
sejan dos maneras de evitar esos
fracasos: 1) desarrollar una «meta-
teorfa socio-racionalista» que inclu-
ya valores éticos y una «visién del
bbien»; 2) practicar un «modo de in-
dagacién valorativay como «ma-
nera de convivir con las diversas
formas de organizacién social que
necesitamos estudiar, y también par-
ticipar directamente en ellas», Es
fcil percibir que la escuela de DO,
caso como resultado de una comu-
nicacién intelectual osmética, se ha
acercado ala IAPalacual ela llama
allcon el nuevo apodo de «indaga-
cin valorativan, en tanto que a la
praxiologia se la bautiza como
«socio-racionalismo». Quizés les
fuera ms facil aclarar sus posturas
te6ricas si los aportes a la LAP he-
chos en el Tercer Mundo y otras
partes fuesen tenidas seriamente en
cuenta por los miembros del DO y
también por los soci6logos rurales,
de manera que los paradigmas bus-
ceados por ellos pudieran al fin ser
construidos.
En cuanto a nosotros, los de ta
IAP, si bien a veces hemos tenido la
tentacin de ereer que hemos estado