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- See PRIDOS ESTADO Y SOCIEDAD Uhimos tals publicadios: 2. KR Popper, Bi bursea dle wn tan, efor 22D Osburmey T Gacbler La veumenctn del yobienta 25. 2. Riechnanny FFernder Bucy, Redes que dan fiber 25. 1. a, Guchenno, Elfin de fa devaoeraca 36. SG. Paynes La promere democracia espaol 27. E Rest la certevay la espera 28M. Howard Ron. La cia del conffeto 28. § P.tluntinglon, El cheese civibzseiones 30. G. Kopel, AT ons de Alt Bh, KR Poppe: La respomabilidad de wir 32, Borpl’y E- Resta (comps). Soberaia un principio que se dents 38, E_Gellinen Condiciones de a iertad 34. G. Beisel fom) yuterla ponte cro 35. C.Lanch La rebel elas tes 36. EP Fiunassh El debate probido 32. RL, Hetlivoner Vstones det fate 38 LV Gerstner Jey otros, Reinwentarao fx educoctin 39. 8 Barn ta juticng como smparciatidad 40. N. Bobbio, Lada y de eleceton St W.Xymlicks, Cladania nudiculuaal 42. J Rifkin, Ff del trabajo 3. C Castells (consp), Persecivas feonnistasen tear politica GA Mit Moores Gest rstraégice y encton de valor oo sector prblico 45. Peon Par, Liberiad veal para todos 46. P Kelly Porn fro elemanivo 42. P.O. Costa, JM, Pévex Tornero y F Tropea, Tbus urbanas 48. M.Ranlle Resisencia evil 42. A’ Dobson, Pensantonto politico verde 50. A: Margalit, La sociedad decente SI. D. Held: La devineraeia y ef orden glebol 52. a Gidine Politica, socologia y teora social 33. D. Miller Sobre fa nacionalidad 55. RA Heller, Lideracgo sie respuesta cies 36. B.Osbome y P Plastrick, La reduccrin de a buroeracia 32, RCostel, La meinmorfsis de la ewention socel $8. U. Beck, cQu es la plobalencién? 59. R.elbxomer y We Milberg La crisis de visi en el pensamienton econdmica modento 60. B Kotlery ouras, £l markstng de fas nactones LR Taweeputy otvos, Elrienpe que vamos y el repent de abajo 62. A. Gore, Afizeriae dl presente, nique de o posible 63, Z Bruetinaki gas sablero mull 64M. Walaer,Tazad sobre la tolerancix 65. F Reinares, lerorismo y antterrorsmo 6. A, Ervioni, La cua reqla de oro 62, M. Nossbauon, Los lites del patriotism 68. PePettt, Republicanicm ro ie El retorna de lo police Alain Touraine ¢Cémo salir del liberalismo? g) PAIDOS tesnee + Buaros As» Bo i | “Tico orginal: Camara sori ch Fibvalisme? Tastee laces o0 1993, por Libvae Ane Fad, Pais SUMARIO; “Traci de oie Pai Taste cabins de Vinor Vi Introduccin . ce 9 1. Bl retomno del capitalise ” 2 Las cuatro formas de salida B Hiacia at 3 acia abaioy 4 Hacia arriba 48 I acia bo posible ‘| 30 5. Nuevos movimientos sociales? 3 Sap sanisie) Contrasentidlos ee 33 Fete se, 99 = De las luchas elisicas a las nuevas luchas : 35 Los bewrs ” \ Contra el sida o | Los «sin» ot {Los «sin: hogar ia 6 Los movimientos de paraclos.- 61 DR © 199, Line Anhine Fs : : DR Soe eres res El movimiento de los «sin-pape oe oo DR Beso neds nese Los movimnientos culturales. eee Jiciones Pads Tbérica, S.A. Comentario ” Marnno it92, Barcelona enact 44. La izquicnda social la extrema izquierda al Dalene 5%, Buenos Airs Tres izquierds y un solo gobierno « oy een sath 5, Dos politicus posibles:tercera via 0 politica des y medio % Katee Davo tik Prioridad al empleo ; 300 col Moderns 03510 : desarrollo sostenible a 103 Teh. 55795013 La comunicacién intercultural 105 Fa 5890-4361 Europa y as naciones 108, 1s@N. seasorsi @Se puede ser francés? 110 ISBN 9989534323 Conclasiones ; 1b ' El papel de los intelectuales ws gn wc war pin com “Del rechazo al descubrimiento 8 121 ross Mor ® Pry Mess \ Epiloro INTRODUCCION Dispone todavia nuestra sociedad de la capacidad de cambiar y de reinventatse asi misma a través de las ideas, de sus conflictos y sus espe ranzas? Unos y otros quetrian convencernos de que esta pregunta slo tiene una respuesta, y es negativa Los liberales nos inducen a olvidar cierto canicter francés de excep cionulidad, al que consideran una carga, y 2 que nos dejemos guiae por cel mercado. Por otra parte, la extcema izquierda se contenta con denun- ciat abuses y con hablar on nombre de unas vietimas que parccerian no tener conciencia de su situacién, Actitudes como éstas se encuentras ampliamente extendidas por muchos paises, pero en Francia adquieren ids fuerza que en ottas partes. Y es que en Francia, efectivamente, se ha difundido de manera obsesiva la idea de que nos encontramos sometidos ese famoso «pensinicnto dinico» al cual estarian adheridds tanto la de- recha como la izquierda, de tal forma que elegi entre una y osra ya no tendria sentido. Una fe semejante en los ilinizados poderes de la econo rmfa mundializada genera la impresién de que las victimas son bs tinicas ‘en condiciones de destapar las conteadicciones del sistema, correspon: diendo a los intelectuales y a los militantes politicos la responsabilidad de sefilae el eamino para la actuactén, Estas dos opiniones enfrentadas, que se podrian definir coma «pen: samiento tinico» y «conteapensamiento tnicor, coinciden no obstante cen lo esencial: ninguna de las dos creen en la posibilidad de que surian actores sociales auténomos, capaces de ejercer alguna influencia en las decisiones politica. Se trata tle un pesimismo que tiene por corsecuencia la de‘ensa casi fundamentalista de las instituciones, consideradas come fa unica barrera cficaz contra la, ya avanzada, descomposicién de Ia sociedad. Estas ideas, que se autodenominan republicanas, no reconocen tampoco la cexistencia de actores sociales, al igual que aquellas otras a les buscan foponerse. Por el contratio, y deliberadamente, separan lo quees defen: 10 {Coao sae brane? sa de les instituciones de la reivindicaciin social, Esto conduce a los par tidarios de esta tercera via a pronunciatse en favor de los poderes «ésta- blccidos»p en contra de los outsiders, marginales o excluidos, para reto- ‘mar el vocabulario de Norbert Elias. Es una situaci6n muy diferente a la que, en el pasado, llevara a defender ha Rep pacio de igualdad y solidaridad. Bstas tes cortientes de pensamicnto, ciertamente opuestas entre ellas pero intertelacionadas, dominan cada vez mas el actual escenario social, alimentando la conviecién de que ahora no existen las condicio nes de posibilidad para que se produzcan cambios sociales y politicos. En pocas palabras, se puede caracteriar la esencia comiin de estas tres interpretaciones del siguiente modo: contea el actual panorama de do- ‘minio de los econémico, la tinica accién posible pasa por la sevuclta y por el lamamiento a la diferencia, lo que conlleva una desorganizacién social que solamente estan en disposicién de combatir aquellas institu ciones sitradas por encima de las diferencias y de las demandas sociales. Para combatir estos tres puntos de vista, mi juicio mas complementa- fos que opuestos entre si, escribo el presente libto TIntenraré aqui defender tres ideas: La primera cs que la mundializacién de la econorta no disuelve nuestra capecidad paca la accion polities La segunda es que las clases mas desprotegidas no se plantean actuar solamente alzdndose en coatta de la dominacién, sino mas bien recla mando ciertos derechos, en particular derechos culturales, y aliemando al mismo tiempo ciesta concepciéa innovadora {y no tinicamente critica) de la sociedad La tercera es que el orden institucional resulta poco eficaz,¢ incluso + reptesivo, si no apoya las reivindicaciones de igualdad y solidaridad. £ ica, entendida como es- De lo que se trata, pues, es de la sustitucion de una légica del or den y del desorden por otra tipo de légica, la de la accién social y po: litica, demostrando de paso que entre cierto orden institucional pura mente a la defensiva y unas revueltas de mero caracter contestatario debe enistir, debe ser reconocido y reactivado, un espacio piblico que combine el reconocimiento de los conilicios sociales con la voluntad de intogracién, # Desde el siglo pasado, nucstras sociedades experimentan la expan sin mundial del capitalismo financiero?Su radicalidad, que antes no iba Inuroluccis 11 scompaiiada del menor control, provoes las revoluciones anticapitlisas. ero con el tiempo se fue comprendiendo finalmente que era posible ins taurar eso que los inglescs dieron en llamar, antes que nadie, Ia democra. cia industrial, convertida primeramente en politica socialdemécrata y transformada luego, después de la Segunda Guerra Mundial, en Estado del bienestar. Tal cosa demostraba que no era imposible la incervencién cen el mismo campo de la economia, incluso en el caso de que ésta estu- viera tan consolideda como en la Gran Bretaiia de comienzos de siglo. Quienes crefan en fa necesidad de una ruptura radical se vieren arrastra clos a fa institucién de sistemas totaltarios, mientras que aquellos que, con desprecio, eran denominados reformistas porque confiaban en la po- sibilidad de que surgieran nuevos actores sociales, serfan los que debian abrir nuevos caminos para la demecracia, # Hoy, al igual que ayer, se hace preciso elegir entre ambas concepcio- nes, entre ambas politicas, Si uno cree en cl dominio implacable de las fuerzas ecanémicas, no puede creer en la posible aparicién de movi rmiento social alguno; todo lo mas, vers en ese movimiento social con creto la expresidn de las conteadiceiones internas del sistema, la mani- festacién objetiva del suftimicnto y de la miseria, Y ral cosa solo puede conducir sin remedio al pesimismo radical o a la biisqueda de esas fa- rmosas leyes «ciemtificas» que ya 10 tienen sentido o hgn adquirido otto diferente al que a comienz0s dle siglo te nian, E] anilisis sociolégico o hist6rico del mundo en el que ahora vi nocer que hemos pasado de un modlo de pro- duccidn, de relaciones sociales y de representaciones de nosotros mismos a otros muy distintos, y no tan s6lo de la sociedad industeial a la disolucidn de toda sociedad cn este mercado que nos es peesentado a manera de Dios 0 de diablo. Pero no se trata de definie actualmente ial y que se hace necesario, en efecto, denominar socie- 18 és sa da erase? en tales términos —por pertinentes que sean-— la situacién en la que Las acciones colectivas de las que me ocupé, hace més de veinte aiios, aquellos por entonces nuevos movimientos sociales, como el mis ‘mo movimiento dle Mayo del 68, comportaban nuevos actores y nuevas, ideas que anunciaban Ja sociedad que se nos echata encimaQEn el mo- ‘mento actual esos movimientos se encuentran debilitados, eas0 de que todavia existan, lo que ahora agita la escena social y politica no es tan- to la utlizacién que se haga del conocimiento o de la investigacién, la atencién médica olos media, como el paro, las erecientes desigualdades, la exclusidn y, algo mas alejado de ls vida cotidiana, la tan extendida conciencia de nuestra impotencia en Io relativo a las fuerzas cconémicas ‘mas poderosas que los propios Estados)No nos inguieta en especial eso «que algunos han llamado el fin del Estado nacional. No se trata, pues, tanto del cambio de la sociedad en que vivimos como del cambio en los modos de modernizacién La diferencia de registro es facil de explicar: hablar de sociedad industrial o de sociedad de informacién supone bar de determinado tipo de sociedad; por el contrario, cuando decimos Por el hecho de que todavia vivimos, desde el punto de vista de la prictica y sobre todo del espiritu, bajo el sindrome de aquel viejo Esta do reconsiructor de posguerra (pese a que estamos comprometidos ya de maneta iereversible con un nuevo ambiente internacional y con ot¢0 espacio cultural), os encontramos en una pesicién de equilibro inesta- ble, Seguramente nuestras pricticas econdmicas y a opinién piblica se han transformado lo suficiente como para insuflar cierto dinamo sa tisfactorio en la sociedad francesa. Pero la ausencia, durante lego tiem- po, de alguna acci6n politica que combinara la bisqueda de beneficios econdnicos con determinados objetivos sociales, ha dejado intatas t0- das las formas de adhesion al pasado y todas ls variantes de populism, 30. {Cimosale de bea? como si sélo tuvigramos que elegir entre un capitalismo apétrida ¢ im. personaly certo acobinismo en abicra contradiccin com ls pitas y la vida cotidiana, Si no dispusiéramos de ningiin otro porvenir salvo la caida en el ca- pitalismo salvaje, yo cleivia unicme alos viejas republicanas o a los po- pulistas de izquierda. Pero tan sélo el descaro intelectual mas extremo puede hacernos ereer que hemos de enfrentamos a semejante eleccién El final de siglo xix, en pleno empuie capitalist, vio legislaci6n social, y por extensién de una democracia industrial, de la cual las sociodemocracias de comienzos tel xX fueron sus herederas. Durante esa época la vida intelectual no se redujo nunca al mero y obs: tinado rechazo de ls civilizacién industial Por qué algo similar no po- dia pasar también en la actualidad? La resuesta surge al punto: porque los poderes politicos nacionales no pueden hacer més que dar muestras de impotencia y porque las instituciones europeas sélo son eficaces citando se ponen al servicio de la libre ciculacién de capitales de la in- tegracidn de un espacio econémico tan vasto como el de Nortcamérica, Ahora bien, vuelve a epeti, tal visién no posee el menor fundamient Entre la economia internacional y nuesiras vidas petsonales conti terponiéndose cierto espacio politico que en modo alguno se encuentra (, incluso si, como es el caso, parece lento y dificil pasar de los arte alos de los problemas de la sociedad industrial a los de la socicdad.de la informaci6n, de los problemas de la economia administrada a los de, economia de mercado. Las elecciones determinantes que hemos de hacer, competvidad econémica o proteccién social, construccién europea o identidad nacio. nal, nos dejan sumergidos en la desesperanza y en la confusién, pues no , Pero existen remedios que son atin peores que la en- fermedad; otros se demuestran inoperantes. Se trata de encontrar la me- jor solid, y acta arras La primera reaccién a los cambios cada vez mas veloces del mundo contemporénce —que por otto lado tienen tantos aspectos posiivos— consiste en atrincherarse en la identidad, en la historia, en la lengua. Es tuna reaccign en donde lo verdadero y lo falso lo dtl yl peligroso seen cuentran tan intimarente mezclados que se hace imposible tanto su 34 Cio el eras? aceptacién como su rechazo, Nadie tiene derecho a pedirle a los france- ses que disuelvan su concienc*. o su organizacién nacional en vitud de ciesta hipotética sociedad mundial jPctc esta defensa de la nacién slo puede considerarse positiva si, en lugar de exaltar determinada sociedad, se apela a una gestin democritica y nacional de la economia y de los cambios sociales.yEn efecto, la tendeneia actual hacia la dualidad en nuestra sociedades, lo que las hace progresivamente més similares a las sociedades latinoamericanas, ha de set contenida; y es que la defensa de tuna identidad nacional saludable y de la accién del Estado nacional es parte integrante de eso que se suele llamar el desarrollo. 4 ‘Todavia haria falta construir otro nuevo sistema de control de a eco. nnomia, que no deberta parecerse pricticamente en nada a éste que amc- ‘naza ruina desde hace veinieafos, y dejar atris la oposicin retérica entre absoluto mercado» o «absoluto Estado» JEn primer lugar seria preciso ‘enunciar a conservar tal cual los residues degradados de la economi ‘rigida, La defensa de las clases mis desfavorecidas no ha de pasat por aprobar las huelgas de los pilotos de Ai France, con lo discutible que re- sulta que éstos integren tal categoria, En cuanto a los sindicatos de fun- cionarios, mayoritarios en Francia, se rcacla en éstos la defensa de inte- +eses legitimos con cierto lenguaje revelucionario y cl mantenimiento de unos privilegios que contribuyen a acrecentar la divisin de la sociedad entre quienes gozan de proteccién y todos los demi. Lo que intento combatir aqui no es tanto fa resistencia alos cambios ollas discordancias entre un discurso incendiatio y algunas practicas pu. zamente defensivas; es esa apelacién al Estado para subordinat los pro blemas econémicos, sociales y culturales a cierta légica propiamente es- taal, yal mismo tiempo nacional y burccritica, Este recurso no es nuevo, yexplica en gran parte el retraso francés en el capitulo de modernizacién econsmica, social y cultural A finales del siglo X1X, Francia se ocup6 bastante poco de la cuestién social, ¢s decir, de la explotacién de los obresos, mientras andaba pteo- cupada por el reforzamiento del Estado republicano frente al poder de la Iglesia. Una accién justificable por otro lado, de hecho, y que permit ria poner final clericalismo y a la escandalosa condena de Dreyfus, aun: que hizo olvidar la necesidad de organizar un poderoso movimiento obrero, Anticletical y colonialista, la izquierda olvidé la preocupacién por los aspectos sociales, De este modo, Francia experiment6 un gran rettaso con respecto a Gran Bretafia y a Alemania en materia de sindica am ae ites que los asuntos peslel orcepcion ‘ebublicana afirma que la'sociedad se debe versub aay Lee cstoformasde nls 35 lizacién y de legislacién social. Hasta 1936 y 1945 no se votaron en Fran- cia un conjunto de leyes sociales, a iniciativa del Estado mas que por la presin de las fuerzas sociales. Las guerras mundiales reforzarian esta tendencia, y la cogestién gaullista y comunista de la Francia della Libe- racién desemboeé en cl punto més élgido de oposicién entre el Estado, considerado come agente de lo universal y de la ciudadania, yla socie dad civil, reducida a la defensa de algunos intereses particulars. Este discurso se hace patente cada vez que el sector piiblico se reafirma como lugar de la libertad, y explica que su funcién principal consist en pro teger alos ciudadanos de las desigualdades y del excesivo provecho. Por espacio de largo tiempo, tal vez hasta el episodio de Vilvorde, Renault ha aparecido como una empresa de distinta naturaleza ala de Peugeot, y la distribucién del gas se ha beneficiado de una consideracién mas alta «gue, por ejemplo, la produccién de pan. Loque-se ha de.cuestionar 9c fanexcendila en Francia tos politicos son mas importa rr ;, pot lo mismo que Ta socic ‘yar hirdicesiar subordinedAsfilasafis. Y no obstante, esta idea ha ido cargindose progresivamente de consecuencias negativas. Tan cierto es ‘que ninguna sociedad puede ser libre ni democratica sin recurri al te- curso superior, previamente establecido, de la igualdad, como es el dela jgualdad ante la ley, como que tal principio se arriesga siempre a perma- nnecet en desconexién con la realidad social Francia es el pais que ha promulgado con mas celevciad los derechos politicos, pero no ha sido capaz de aplicarlos con sabiduria en situacio- nes sociales concretas. cA santo de qué, debicron pensar los obreros de los Ateliers nationaux, hemos de ser considerados ciudadanos si ten mos que trabajar en condiciones inhumanas o si nos privan de empleo? Eso fue lo que desembocé en la gran crisis social de la incustrilizacién capitalista, en las jornadas de junio de 1848, Fuezon seguidas, después, por la Comuina de Pars y por la represin, aplaudida por numeto publicanos, que ahogaria la revuclta gl sigjor observader Uae franceses de 1848 y 1871, KarEMairx, critics con razén el «espejismo po- ‘litico» de_los franceses Hequateonsd sje=poreieiiiplo a la joven Comune de Paris @ expialsar‘de su seno a los representantes dé la Internacional... f © Este modo de pensar adquiere formas diversas y se manifiesta en ca si todos los sectores de opinin, Se trate, en primer lugar, de situar todas 1 36 pendencia masculina. Hace falta, por consiguicnte, que ki Lucha no esté dirigida solamente contea el orden impeeante, sino que actde en nomare trades esenciales por el conjumto de la sociedad. En nombre del progreso y de ls sociedad industrial e! mundo obrere se ‘ops0 los patronos; ea nombre de hi autodeterminacin, y por canto de {a libertad, fe combatida la dominacién colonial, En nombre de la lise: saci del cuerpo y de la sexualidad el movimiento feminista causé in pacto en toda la sociedad, Pero mas all de estas posiciones sobre la na- turaleza de los movimientos sociales, se hace preciso preguntarse por sus ecanismos de formacién y por his weniermedades infaniles» que les son propia, yal mismo tiempo por cuiles son los obsticulos que se opo- ren a su maduracién, ‘recurso a la violencia y una depenuencia exugema en lo seferente ‘asus xpoyos exteriores son los dos principales peligeas que amenazan la fo = - No resulta sencillo pro- ‘exer a estos movimientos en periodo de formacién de los geupos exte siores que buscan utilizatlos en su propio beneficio o de la violencia que los puede desteuir desde su interior. Estas debilidades y enfermedades esti presentes en tous los movimientos de los «sin»: wsin-techo», sin trabajo, asin-papeles». Pero atin mas fundamental resulta intentae re conocer, a la inversa en ciertas actuaciones que parecen fundadas sobre la simple privacién de una cualidad, la presencia de algunas reivindic ciones positivas, y por lo tanto dle eontlictos importantes que les siGen ‘en el corazén de la sociedad y de la cultura, cosa que no ha de sedgbite! para denunciae las posibles desviaciones, y en especial cualquier mani pulacién politica o ideolégica como ésas de las que suclen'ser victimas €st0s movimientos, todavia poco auténomos. En las movilizaciones contemporiness lo nuis notable y caracterist co proviene de su voluntad de ruptura, de rechazo y de denuncia Estos ‘movimientos de repulss estin ditigidos contra la injustica, conta lon tolerable. Pero a partir de ese rechazo de un orden por naturaleza ex cluyente se ven obligados a cegir entre dos caminos distintos: el prime: ro es el que conduce a a formacién de actores sociales auténomos, sies ‘que, como geupos en general minoritarios que son, logran asociar sus reivindicaciones particulares con la defensa de cicrtos principios reco 1% a el e/ ss) S =e ae a 58 eCemoaahe ct bletsan? ocidos por lu sociedad, y mis concretamente con determinados dete chos; el otto puede Hevatles a dependet ce lueraas politicas 0 deol es que no confian en ki posible fomnaciéa de actores autsnomes y que se arrogan els mismas la funcin de vanguardias euy doiar de sentido, y en ocasiones incluso de organiza -fuuer2as» 0 aamasas» ineapaces de acceder por bins su propia con ciencia. En las acciones coleetivas que se han desarvallade en el curso de fos iionos aftos se pucden distinguir tres componentes: las primeras re vucls, el recurso a un principio general de legitimidad y, en direecién ‘puesta, la instrumentalizacién de la accion colectiva por parte de esas © /vanguardias poderosas y experimentadas, 3 Es facil urrojar luz sobre al primer y el ilrimo de estos componentes. SE/ Uprimero es el mis iluug ols ss aciones van acomprpelin dca tos de transgresion ydelechutzo de area ye calle), ral (se Ocupan edificios ‘spachos administratives, se convocan manilestaciones en la Gltimo, la dependencia, se caracteriza por la debilidud de sues actuaciones: tanto hoy come ayer, los zrupes con una ideoloyia, ya sea de intclectuales o religiosos, se atribuyen la mision de definit ‘su sentido. Pe- 10 resulta mas complejo y abicn mx importante intentar explicar eso ‘que, a partir de ciertas acciones, autoriza al analista a hablar de movi Imientos sociales, ya que su novedad y originalidad sucte ser grande Los movimientos de lits sociedades industriales, y el movimiento: obrero en primer lugar, solian hablar como te -presentuntes dle lu historia, lel progreso, de la sociedad de la abundancia ‘ode la sociedad comunis- ~ f'a; €n otras palabras, de un porvenir descable e incluso necesario. Pero el siglo xx se ha visto demasiado dominado por reyimenes cotalitarios Jque anunciaban una sociedad perfecta y un hombre auevo para que, Jahora, se pueda continuar. creyendo en tales ucopias: de tan catastréticas consecuencias. Por el cantrario, contamos con una viva conciencia de la fragldad que rodea a nuestets sociedades, amenazadas tanto por su propio desorden como por la destruccién de su entorno. Estaros en oposicién con la proliferacién de ciertas técnicas y con el liberalismo de- senfrenado, pero, al mismo ticmpo, con la obsesién identitaria de algu- ‘nos comunitarismos que se quiercn imponer en nombre dela resisiencia ala dictadura del mercado. La defensa de los derechos culturales y soci. es de los individuas y de las minorias es, acralmnente, el objetivo print bed de os movinieios sociales que se opanen antocl mpertades eet edacomonlademinacion. de los movimientos de inspiracion. copuunitand ste! Neco marino icin? 59 Estos movimientos ya no hablan en repre focta, ni miran tampoco hacia el porvenie: mas bien luchan por la defen ss del derecho de todos 2 una existencia libre y abumana. Tal es la for ma que adguiere hoy dia el principio general sobre el que descansan todos los movimiemios sociales: el derecho a ls igualdad cultural as que hemos tenido ocasidn de co- isallé de los momentos iniciales que ‘ac analizar ahora des aspec De las diversas acciones colee nocer durante los iltimos aos, yn conforman una movilizacién, vamos a int tos: por un lado, la influencia ideol6gica que fos deforma y les sotoca, y por otro ese nueva reivindieacién de los derechos de individuos y de cicrtos grupos despreciados pore (deslorden dominance, castigados ror Ja desigualdad y lu exclusion JNo cific darse cuenta de la debilidad {gue amenaza a tales acciones; aunque, por contra, se hace necesatio comprender las innovaciones sociales y politicas que porsan en su ince rior, por limitadas y escasas que parezean 0, como a menudo sucede, tén diriidas por grupos ajenos o exteriores a ella.\) Los seurs ‘A parti del momento en que los inmigrantes, Iegados sobre todo del Magreb, dejaron de ser considerados trabsjadores y en el que Fran cia comicnza, en 1974, a lintar la inmigeacion y a cetrar sus fronterss, estos inmigrados (y en especial los de segunda geveracisn, los hijos na cidos en Francia) conacieron un proceso de integracién bastante répido, aunque chocaron no obstante con el rechaiza de importantes sepmen de la poblacidn, que rebasuba ciestamence el namero de simpatizances com ate cons cl Frente Nacional Ter en cvenesa suacn, se podia prever la formacién de algiin tipo de movimiento sodial que li fousts dnc Jes Honslal ctral Coes celina deem cconformada por ls iamigeantes con la lucha contra la xenofobia y el ra- , 0 cuando les paradas ocupan los locales de la ANPE 0 de ASSEDIC, se hace evidente que se asistea una serie de lu- chas de gran relevancia, Gracias a los medios de comunicacién, estas luchas han movilizado a gran parte de la opinién publica, Mas, sestos rovimientos son la vanguardia de nuevos actores sociales 0, por el con: icatio, simbolizan el signo de la actual criss social? Laidea que defenderemos aqui es que un verdadero movimiento so: SLB freial se encuentra actualmeate en vias de formcin aunque senevatef : i = fede continuo amenazado por ciertasideologiaspericltadas o por el ra | -calismo que suele conllevar el impetu conteststario Ningiin acontecimiento posce una signilicacién univoca, como se aprende en las escuclas. Baste en principio con recordar las comentarios cfectuados diez 0 veinte aiios después de Mayo del 68, tan diferentes de los que solemos escuchar hoy dia, para percatarse de cuan absurdo ve- Cree ey Nuswt avin wcide? 6 sulta pensar que Jos acontecimientos hablan por si mismos. Pero si el anilisis hist6rivo 0 sociolégico no se reduce mis que a la mera descrip- iia de los sucesos y hacer surgir ef sentido general de los mismos, es- tw no supone ninguna razén para renunciar a buscar la significacion principal, ly ms cluificadora,o el seutido que se rasluce en una nueva accin colectiva Generalmente, en este tipo de movimientos se pueden advertic dos sentidos principales, Segiin dicen algunos, ta globalizacién triunfa como antes habia tridntado el capitalisme finaneiero de comienz0s de siglo, y frente a a fuerza despleysida por este capitalism la proesta radical yla accién sevolucionaria se oponen 3 a destruccién de ka eapacidad de la sociedad para actuar por si misma, es deci, a ha desteuceién de la demo: cracia, que comienza con la liquididn de los derechos sociales tan ui cilmente aleanzados alo largo de este siglo. Pactcipa de esta misma sen- sibitidad la idea de que solamente ef Estado y una politica yoluntarisia son susceptibles de contener la oleada Oteos analistas alirman en primer lud® que existen posibilidades, Ue frenar el teiunfo del mercado, y qu lis aeciones politicas no son del| todo indies; en segundo Inga, que no es la accién det Estado, sino eh Uesperiar de los movimientos sociales, fo que puede conduc a a trans formacién de ciertassituaciones que, nos parece, no admiten el menor cambio, Por un ldo, pues, tenemos una postura que cree en la globalizaciéa, cn su caricter inevitable, y que lucha desesperadamente en su conta apelando al Estado republican: por el otro, existe otra opcidn, ka de quienes no creen en a completa interdependencia de las dliferentes transformaciones dela economia y dela sociedad, y que piensa, por con- siguiente, que todavia existe terreno para la acciéa politica, aunque a condicién de que nuestras sociedades escapen a ha vez tanco de la ilusién coliberal como del conservadurismo e: En el primer capitulo de este libro, en cf que se ha criticado la ideo: logia Ue la globalizacién, ya he dado a entender que p 2rsonulmente me {tio entre quienes defienden la segunda opcién. Existen diferencias, nada dificiles de adverts, entre los pesimists ‘que invitan a la sublevaci6n desesperada sirvigndose de la célera y de la miseria, y aquellos otros alos que se lama reformadores, porque 8 nie ‘gan 2 afirmar que «no es posible hacer nada» y buscan, por el contratio, poner de relieve que aiin hay espacios para ta actuacién, para la refocma J pera 66 me sed beast y para la construecign de nuevas formas de orden social y politico de la La posibilidad de apaticién de movimientos sociales parece en gene- zal remota a quienes describen la situacidn cle manera puramente nega ‘iva, al gual que hacen los usin» (hogar, :ra39jo 0 papeles). Sin embargo papeles», es donde se hi creado lo que da también es en especial entre los « sensacién de ser lo mas similue a un movimiento social; pe ht donde el control del movimiento por parte de ciertas vanguardias Yo ideol6gicas © politicas pes como una amenaza Constante a Los «sin. stocaty La crisis de vivienda, como la de empleo, tiene su origen en causas tan generales que parece no poder set combatida mas que por acciones politicas y sindicales de gran envergadura. Ahora bien, estas acciones no acaban de tomar forma. Por lo mismo que en 1954 el abad Pierre inter- vino divectamente, al sentirse concernido, en el problema de vivienda por medio de una serie de acciones impactentes transmitidas por la tele Visién, Derecho a vivienda fue creado en 1990 comando como referencia directa aquel invierno de 1954, Este grupo organi25 une serie de ocupa- ciones de inmucbles 0 de lugares pablicos, gandndose las simpatias de tuna parte de la ciudadanfa, y se fue haciendo progresivamente més me- diitica gracias ala participacion de diversas personalidades y de artistas + cn sus iniciativas. En el centro de su actuacién colocé la afirmacién del derecho a una vivienda reconocido por la ley Besson, votada durante el ‘gobierno Rocard. Pero entre la presin a la autoridad y la movilizacion de los milirantes, la sintesis fue y sigue sierdo dificil, y tras el €xiro que conllevé la ocupacién del inmueble en la rae du Dragon, seguido pot la transformacién de! vecino cours Désir en espacio de solidaridad, de crea cién y de intercambio de conocimientos, ls disociacién de esos dos ele- anentos se fue agravando. La escisién de Droits devant! (DD!), algunos de cuyos militantes crearon DAL, es reflejo de esta situacién.> La presin de las realidades econémicas y las intervenciones poli ccs y administrativas resulta tan formidable que este movimiento, a des- pecho de su gran popularidad en determinados momentos, no ha sido llamado a ejercer una gran influencia real sobre las politicas de vivien~ da nia la formacién de nuevos actores soc:ales. Todo lo més, represen- osm snosiniawurscale? 67 tala base de partida de distintos movimientos de «sinm, es deci, de pro: testa contra la miseria y la exclusién, asuntos que por alan tiempo han ran see catbu- interesado a ka opinién pablica pero que nunca dem re pac alimentar ningin movimiento. Tales acciones ban revehido sobré todo his dliculiaues existentes si de lo que se ceara es de tnaspasar el horizonte de las operaciones mediitieas y descubrir nuevos campos para a accién colectiva, Sea como sea, la reivindicaci6n del de recho a vivienda, incluso si su formuacisn ha pecado de demasiado ge- netal, mucstra en que direccién puede llegar a constiuirse un nuevo ac tor social rante sulle Los MOVIBUENTOS DE VARADOS Las acciones organizadas de parades no son ninguna novedad. En Francia, en el periodo de entreguerras, la CGTU, dle inspiracién comu- nista, contaba con numer0sos ailiados (aproximadamente un 10%), ¥ tuna gran marcha de parados, que fue de Lille a Paris, pudo reunit a {60,000 participantes en el momento dlgide de la crisis econsmicar de los aos treinta, Y mais recientemente, Maurice Pagat ha intentado crear un sindicato de parados. ‘Tales precedentes nos ayudan a situar el ema central: el de las rela- ciones entre la accién de los parados y el sindicalismo, Encertado en si sino, el movimiento de los parados oscila ent mes de ur gencia, en unas ocasiones violentas y en oteas de eatdcter humanitari, ¥ el debate planteado en términos demasiado geneciles sobre la reducci6n de horas de trabajo y el modo en que éste hubria de ser repartid, La principal organizacidn, AC! (Agi casemble contre le chomage! «jAccién conjunta contra el paro!»), ha estado desde sus comienz0s vin- culada a la sccién sindical, pese a dar muestras de gean sutonomia en re- lacién con su principal compara, la CGT, que también ha adoptado importantes iniciativas. Del mismo modo, Claire Villiers, que pasara de la CEDP a Sud-PTT, 0 Christophe Aguiton, llegado de la LCR y activo en ef mismo sindicato, han buscado constantemente combinar acciones independientes, en particular las marchas en Francia (durante 1994) ¥ més tarde en Europa, con iniciativas disefiadas en comiin con las organi- zaciones sindicales, en especial en Bouches-du-Rhdne, Pero en AC! sur- gieron pronto {uertes divergencias con unos sindieatos que por encima PY! 68 (imo slid ttn? de todo querian defender el empleo, en concreto cuando la organizacion pretendis hablar en representacisn she los jovenes parades cuyo futuro ‘estaba en entredicho y que expresaban sus dudas sobre la actual sovie- dd del teabajo, Esto condyjo al movimiento a cambiar raciculmente de discurso, en special durante la campafia electoral de 1995, y cucnta las reivindicaciones de todus las cascs de excluidos: «sin-hogars, «sin-papeles», etc)Estasiniciativas prolongiban, utilizando medios mis raicales,el ema mas genérico de la lucha coneta la fractra social yen favor de nuevas maneras de comprender la ciudadania, tema que habia encontrado suficiente evo en la poblacidn, Esta habia acogido en ps pio favocablemente el movimiento dle ocupaciones del ASSEDIC los despachos de ANPE a finales de 1997. pero el yobiemno volvis a to mar en seguida cartas en el asunto, obligando a evacuatr los locales oc pados y al mismo tiempo preparando una ley en contta de la exelusidn. De qué manera un movimiento que ceunis a vatios miles de militantes y de parados cuyas situaciones, actiades y objetivos erun tan divetsos, se pouia sostener sin desmembrarse? J Este movimiento cuenta con dos uspectos diferentes. En primer lu 431, ba concribuido a datar de nucvos contenidos la accién reivindicati- va, ponienclo en lugar bien visible la nocidn de derechos, pero sobre to ddo ha intentado transformar a las vietimas en actores de la vida social, demostrando que los parados, como antes de ellos los Bewrs, eran capa ces de organizar una accién, eke hacer ofr s1 voz, incluso en el caso de que sus palabras fueran dificilmente comprendidas por los trabajadores sindicads JNingGin movimiento se ha encontrado en una situacién mas Ulificil que este para hacer surgir un nuevo actor colectivo, lo que dice mucho en favor de su importancia, pero lo que explica también la fragi- lidad que le ha conducido a emprender acciones de caricter puramente mediatico, como la ocupaci6n de la Escucla Normal Supetior a iniiati- va de algunos alumnos, acciones que han proporcionado al movimiento tuna imagen negativa. Pero estas desviaciones, que han contribuido a re forzat la posicién del yobierno cuando éste hizo evacuat los locales ocu- ppados, no Jeberian hacernos olvidar que este movimiento ha propuesto innovaciones en el Ambito de la formacién de nuevos actores sociales y que su actuacion se puede volver a reemprender.) miprender por sit Nasu mosiniener sik? 69 EL MOVIMIENTO DE LOS «SIN-PAPELESS Mienteas los asin-techo» y los wsin-teabajo» hun agotado sus fuereas con protestas en contra de situaciones que no admiten facilmente cam nisina organizaci6n de ba sociedad eco- papeles», que podria haber sido mas bios, puesto que cuestionan a némica, el movimiento de los J, se ha transformado por sf mismo en movimiento social asa na hrido constituirse como actor auténomo,; su adversari, el gobierno, se ha Aleclarado como tak; por tkkimo, ha encontrado una resonancia consile rable, en iertos momentos incluso mayoritaria, en la opinién pablics, porque aqui la defensa de los derechos le unes pocos se ha asociado a la dlefensa de los derechos de todos, en especial cuando el articulo 1° del proyeeto de key Debré fue conteniplado por mucha yemte como un ate. tado a las libertades personales. Esta fuerza y esta autonométdel movimi momento haya estado dominado por intervenciones dirigidas desde cl cextediox, El grupo de mediadores se ha contentado con la posibilidad de incentar hacer posibles determinadas regulaciones que hasta entonces habian sido rechazasas © muy limitadas, y en ningiin instance ha preien- ido dirigic el movimiento 0 imponerle determinado sentido jBste se ha consticuilo como agente auténome, en parte porque se ha apoyadoso- bre una organiauci6n colectiva mas antigua, lade los Maliens al comien 20 0 la de los Chiaos de Wenzhou en fases posteriores. Finalmente, han sido los senegaleses, Ababacar Diop y Madjiguéne Sissé, los principales dirigentes y figuras emblemaieas, y entre ellos se ha entablado el deba. te izeno mi eleane dl moving Este movimiento, desde la ocupacién de a iglesia de Saint-Ambrcise, seguida de la detencién de Ariane Mnouchkine en el reatro de la Cartou: cherie, y sobre todo después de ls expulsi6n violenta de los huelguistas de hambre de la iglesia de Saint-Bernard, ha movilizado en su favor una fuerte solidaridad, que por otra parte se ha visto alimentada por cierto sentimiento politico mas dindmico: el miedo al Frente Nacional y elre- les para quienes exeen que la escuela supone el paso previo de un futu- ro previsible, pero que van contea los incividuos que disponen de in porvenir menos asegrirado y de aquellos cuya personalidad casa mal con sistemas que exigen la conlormidad con las normas antes que la pro: puesta de nuevas ideas 0 el mantenimiento de puntas de vista originales Estos estudiantes desean ser actores socidles no solamente dentro del mundo de la ensefianza que se les inculea, sino también en Jos cambios que por aqui y por alld asomun, desde el campo de las leyes hasta ol de 4as instituciones. Y dado que tales reivindicaciones no se pueden consi- deras estrctamente politcas, muchos observadores las han juzgado mo- deradas en exeeso, Se oponen a ellas quienes querrian cambiar la socie- dad a su antojo y participar més directanente en esos cambios. so implica cierta contradiccién, puesto que no se trata de que los aluninos jimpongan su imagen de la sociedad, sino de que surja la nueva repre. SentaciGn qui ellos se hacen tanto de si mismos como de su ambiea ial /La formacién de sus proyectos petsoncles independientes, sus rela ciones con los amigos de origenes bien diversos, la exigencia de una comunicacién més directa con los ensefiantes, su acercamiento a deter: minados principios morales —la dignidad del otro y su libertad— con. ducen al anslisisclisico de la escuela como unidad administrativa y eco- ‘n6mica. Su proyecto se puede llamar propiamente democratico, ya que ha sido elaborado por los propios interesados, cuyos discursos estén a salvo de cualquier influencia externa y manifiestan una profunda expe- riencia que hasta entonces permanecia cubierea por ciertos discursos, ya ws moins wake? 79 fueran éstos mediiticos o de eusluier otro tipo, que alertan sobre una juventud encetrada en su narcisismo y satisfecha con su pacticular culty: ra, Muchos de estos estudiantes han sabido combina el vespeto «su propia diferencia con el acercamivnto ta lengua francesa, insteumento wispensuble de eomunicacion y de inteyracién, | La espontaneidad y la debilidad de li organizacién de este movi ‘miento Io han Hevado con demasiada capide a efectuar uns serie de esi vindicaciones cuantitativas que enmascaran su sentido, Pero éste ya ha: bia aleanzacto su principal objetivo, Lat opinidn piblica, si hemos de juzgar por el apoyo que fe ha demostrado, ha dado a entender que yaes taba comprometida con la revisidn en profundidad de las condiciones establecidas para la ensenianza, que no debe estar centrada solamente en el valor del conoeimiento, al cual los profesores han de lograr que acce dan los alumnos, oo las mismas normas de la sociedad escolar. La seianza se debe poner al servicio de la libertad creadora de los est: ances y tomar eo consideracién su situacién_y su personalidad concreta, a falta de ésto la busqueda de cierto igualitarismo pretenciosa sélo conseguird reforzar las desigualdades dentro de la escucla,_ ocas veces hubian sido planteadas, después de 1968 —y criten con textos bien distintos—, demandas basadas en proyectos individuals an tes que en criticas objetivas de la sociedad. Se trata, desde luego, de un ‘movimiento social, puesto que hunde sus cimicatos en la afirmacion po- sitiva de sf mismo y en la lucha contra el sistema escolae y conta sus ti gideces, en nombre de una cultura de la originalidad y de la innovacién. “Hace quince afios ya esperibamos y anunciibamos cl «teiorno de los ac- tores sociales». En estas manifestaciones de estudiantes, incluso cuando se ven alteradas por las provocaciones de los alborotadotes, los actores hacen ofr sus voces, unus voces en fas que se mezclan los proyectos de fururo y las ertticas, en lugar de limitar su accién a la mera defensa cor porativista 0 al rechazo global, de earicter idcoléyico y destructor més «que anunciador de cualyuier actuacién rea Comentanto. Frente alos comentarios de quienes exigen Ia identificacién acritica con las huchas sociales (0 al menos con las que ellos mismos han deci do apoyar) se escuchan opiniones opuestas, Por qué, dicen €stos, ha- 80 eCowe sb A ln bria que concedeles tanto crédito 4 una serie de movimientos que des ‘aca, algunos, por su debilidad y por ser ditigidos por miliantes poi cos mils que por categorias sociales, y otros, por el hecho de haber pues- ro en marcha movilizaciones, més liberales que contestatarias,a favor de tuna serie de derechos garantizados por la Repiiblica? Los verdaderos problemas sociales, eno se encuentran acaso en otro imbito, en ef ¢ sorden antes que en la contestacién? Por una parte, en la corrupeis. en la especulacién, y por otra, en la convivencia incivica; asi pues, clos problemas no provendeiin inis bien dels enorme debilidad que aqueja a Jos cédigos sociales y al espivitu civico? , Pero, epor qué mezclar realidades tan diversas, por qué considerar sobre todo la existencia de la sociedad desde el punto de vista del orden, por leitimo que éste sca, y no desde el punto de vista de lajusticia 0 de Jos derechos que adquieren forma en las luchas, incluso cuando no de- ‘muestean tencr toda la solidez que cabria esperar? Existe de hecho cier 1a complementariedad entre dos tipos de intervenciones pablicas que pparecen ser igualmente necesaria, Resulta obligado contener estos acios contestutarios cuando no desembocan en ningtin movimiento social y tun sélo son la expresion de un rechazo; pero, al missno Gempo, haria {alia reprimir igualmente las conductas de los grupos mis poderosos, ci paces de acarrear consecuencias todavia mis graves, cuando étos Con- travienen la ley, Haria fala, ciertamente, prestar gran atencién a las medidas de sa- ‘neamiento de la vida pblica, pero al mismo tiempo es preciso conceder una atencién equivalente a la positiva :ransformacién de las conductas aiutodestructivas de las vitimas en capacidad de accién colectiva ilusio: zante. La consecuciéin de esos dos objeivos, ambos de tan iiltiples im: plicaciones, se intent6 en el pasado y se debe intentat de nuevo en el pre sente. Para algunos, e! peligro principal es que el orden legal Ilegue a estar amenazado; a otros, en cambio, les preocupa ante todo los riesgo {ue se ciernen sobre el espacio de lo social; los hay por iltimo, y entre cellos me cuento, que afirman la necesidad de que se consoliden nuevos actores y nuevos movimientos sociales. Pero no hay ninguna raz6n que justfique la oposiciOn de estas tres maneras de enfrentarse a una crisis que demuestra tener miltiples ramificaciones; a condicién, claro esté, no dejarse urrastrar hacia una politica del miedo, det rechazo generaliza" do y del desinterés, politica que no parece atraer solamente a los eecto res del Frente Nacional. Capitulo 4 -RDA SOCIAL Y LA EXTREMA IZQUIERDA La constatacisn es penosa y se comprende que haga perder la cabe: 1a algunos. El paro no deja de aumentar, los articulistas més torpes no dejan de repetir dia tras dia que en una economia mundializada los po- detes nacionales no tienen nada que hacer, que las naciones se estin di- luyendo por mor del sacrosanto mercado y que lo que antafio fuera nuestra sociedad no ¢s ahora mis que el simple y acelerado Hlujo de cam bios tremendamente imprevisibles. Ciertas idcologias han alabade las cexcelencias de la liberacién producida por la apertura de los mercados, y otros, los populistas de ulteadcrecha o de extcema iaguieeda, al igual ‘que determinadlos politicos, voeiferan que los zntiguos paises amenszan rina y que es necesario salir de la nueva Europa antes de que sea dema siido tarde. La realidad es que la moneda Ginica nos hace padecer fuertes contra- tiempos, pero no estamos condenados en modo alguno a la regresién so: Gal 0 al declive. A condicién, en todo caso, de renunciar a la absurda idea de nuestra impotencia y de intentar encauzar ciertas actuaciones contra las tempestaces financieras, pues éstas tienen también un origen nacional Algunos paises se dejan morir de inanicién; otros cometen graves imprudencias financieras, tal como ha pasado en Japén 0 en Corea a pe- ser de sus grandes avances econémicos: los hay por el conttatio, scbre todo en Europa, que disponen de los medios requeridos para iniciar ‘euevos procesos de crecimiento y que combaten con cficacia, al mismo tiempo, la miseria y las desigualdades; por tltimo, tenemos e! caso de aquellos paises que, como los Estados Unidos, confian en su propio di- ‘amismo econémico para hacer soportables las erecientes desigualda- des, Tal diversidad de reacciones pone de manifiesto hasta qué punto la Politica se encuentra imbricada con la economia Es necesatio por encima de todo salir de ese largo periodo de con. fusion y de perturbacién que diera comienzo a mediados de los afiosse- so Soreness matenapacemnermaonouepmn 82 (Como slr dl brain? fenta, cuando la derecha y la iquierda, el RPR y el Partido Socialista por igual, se volvieron sordos y cieyos alos cambios de la economia mundial Eu 1981 Ia politica de la iquierda supuso al colmo de la ieresponsabil tlad, y desde emtonces los gobiernos, tanto los de derechas como los de Jzquierdas,siguen adoprando politicas econdmicus realistas que ne lo ‘gran convencer, no obstante, a la mayoria de los ciudaulanos, ni quid si uiera asi mismos, de quc la adaptacién a li economia munulslizada no convierte en prdcticamente imposibles ls politicas de proteccidn social Solumente Michel Rocard, aprovechando un momento de calma de la coyuntura mundial, demostid que se podia a la vez modernizat la eco ‘omia, crear el RMF, cambiar en profundidai el sistema fiscal e incluso. restablecer la paz en uni Caledonia a la cualla politica de Bernard Pons habia levado casi al abismo, Ea pocas palubras, a menudo tenemos laimpresién de que no exis- ten mas posibilidades de eleccién que, por una parte, una politica con dicionada por el paro, representada por los bajos salatios y el desman telamiento de la Seguridad Social, y, por la otra, el mantenimiento a cualquier precio de la gestin estatalista de la economia, que lleva del dé- ficit ala corrupcién pasando por la mala administracidn. Entre un pasa do insoportable y un porvenir insufrible, geémo no se podia vivir l pre sente @ manera de visperas de la catésteafe? , a los cuales la administeacién se neg a regularizar su situaci6n, y por el antropélogo Emmanuel Tetray, ba puesto al descubierto la voluntad de actuacién de aquellos que n0 quieren set considerados exclusivamente como victimas, sino mas bien como manifestantes activos, atentos a velar por la dignidd-dessus seme- jantes y tanto como por la suya propis. Por su lado, los espivitus huma nitaristas que ban efectuado la critica de su propia actuacin y los vira jes de la charity business, ban sido tan Hicidos como valiemtes, pero no han dejado tampoco de reafirmar el derecho de injerencia para defender a las victimas, para hacerlas aparecer como tales en su suftimiento, en ka violencia suftida, en su dignidad pisoteada. Del mismo modo, quienes han mostrado (a la television en especial) a enfermos de sida, y quienes, como Jean-Paul Aron, han dado a conocer ellos mismos su enfermedad yanunciado que su muerte estaba préxima, han eyudado a la opinién piblica a considerar alos enfermos como lo que son, seres humanos que viven una deamética experiencia vital y que exigen ser tratados con com- prensi6n. Ya en el siglo XIX, mientras alyuncs se contentaban con la de- nuncia del cardcter destructor, envilecedor, del trabajo industrial y dela ‘existencia de los obreros, otros creyeron en la posibilidad de que las vie- timas sc transformaran en actores sociales, en particular con la ayuda de la educacién popular y la formacién impart por los sindicatos. Cuanto mas despersonalizada y global sea la naturaleza del poder dominador, mayor sensacién de impotencia produciré en quienes son do- minados y manipulados, y la idea de movimiento social parecerd més ilusoria frente a la patente intervencién de las vanguardias politicas € Laiuienls sci y lene lapis 85 ideolégicas. De este modo, desaparecerian del escenario los movimien- tes sociales, ahogados por aquellos que se han erigido en sus represen tantes. No parece entonces posible, en ese momenta, la existencia del menor espacio politico entre la extrema izqierda y el centro derecka. ero el surgimiento cle movilizaciones de protesta y de rechazo puede también, a veces, calaborar en la defensa, mas alld del mero ciudadano 0 del trabajar, del ser hunano en relacién tanto con sus derechos wai versales como con su experiencia ¢ identidad particular. No deja de ccecer el abismo existente entre quienes lanzan discursos aque denuncian un dominio progresivamente encubierto y los que ape- Jan, en contra de esta despersonalizacin cjercida por el capitalismo, ala experiencia personal y positiva de los individuos y de los grupos que se dfinen por el desempefio de un oficio, por su cultura, historia 0 expe riencia vital, El terreno de las luchas sociales parece que se acorta poco 1 poco, dicen los primeros, mientras que para los segundos tiende a alar- zzarse. Sila economia se globaliza, los movimientos de defensa también se jlobalizan al mismo tiempo, puesto que apelan a la experiencia vial y al deseo de darle sentido. La oposicién entre lis dos formas de interpretacién de los movi rmientos populares y de imtervencién politica resulta ser corolario, a fin dle cuentas, de la oposicién misma entre revolucin y democracia. Pues cl espizitu revolucionario se apoya en la supuesta impotencia de los ac- ores sociales, en el papel cencral atribuid a la crisis y en la apelacida a las vanguardias politicas organizadas, mientras que la concepcién demo: cctitica exige que todos los hombres y todas ‘as mujeres sean considera- dos posibles sctores politicos, capaces de actuar con suma responsabi- dad a pesar dela indiferencia y la fuerza del poder dominant. Pero, equién podria creer rodavia en la revolucidn y esperar su ad- venimiento? En los paises en los que la accién politica se desenvuelve bremente, la verdad es que, pocos afios después de! hundimiento dels tema sovidtico, casi nadie lo creia. Es ciesto que durante los afios neg:03 de principios de esta década la derecha y la iaquierda apenas se diferen- Positivas evoluciones. Pero la distancia continia siendo inmensa entre reconocimiento de tales riesgos y esa conclusién pesimista seyiin la cual ‘nos encontramos cogidos en ls trampa y privados de los medios de ac- twacidn a nivel nacional sobre una economia internacionalizada cada vee en mayor medida, Hoy, por fin, justo en el dhimo momento, antes de caet al vacio, he ‘mos llevado al poder a un gobierno de izquierdas que, desde sus p -meros pasos, ha afiemado la posibilidad e incluso la necesidac! de seguir 4 la vez una politica econémica liberal y una politica social efectiva Desde este mismo momento, los admiradores mas ingenuos de la «so- ciedad de mercado» se han encontrado aislados frente a los efectos de- vastadores de las crisis financieras que han estallado en diversas partes del mundo y que se acercan a los Estados Unidos ya Europa. Desde ha: ‘ce ya muchos aiios, os propaganclstas mas dinémicos de las politcas li: berales, la Banca Mundial y el Fondo Monetario Internacional, desta 4 96 (Cin aul Ml? can por voz de sus dirigentes la necesidad de reforzar en todos los pai ses a capacidad de intervencién del Estado frente a las conmociones in temas y las amenazas exteriores que no podrian ser controludas espon- téneamente por medio del mercado, Ein esas condiciones, ha aparecido. laramente li necesidad de recusar cl antiguo sistema estatlista de ges tin dela sociedad, pues no es una solucién liberal lo gie hace falta, s- no Ja redelinicién del papel del Estado como anticipador, mediador y animador de los cambios en todos los érdenes que se estin producien- do en nuestra sociedad. No es cucstién, evidentemente, de busigr una tercera via entre el li beralismo y el comunismo, puesto que el segundo esta muerto y el p mero se dobla bajo el peso de las crisis financieras mundiales, aunque permanece como modelo de referencia pare todos quienes descontian de la incervencidn del Estado. Las vias intermedias que aqui nos propone- ‘mos explorar se encuentran por tanto entre este liberalismo mas volun- tarista que real y una social democracia aplistada bajo el peso det inter- vencionismo y de las empresas piiblicas que han debilitado la economia en provecho de la pequena burguesia de Estado, Tercera viaw: la expresién se ha convertido en bandera de Tony Blair, influido por el socidlogo Tony Giddens, y también ahora del can- ciller Schrider. El Primer ministeo brivinico onganizd incluso en Nueva York una conferencia que reunié a Bill Clinton y a Romano Prodi, qui res, por razones diversas, apenas pudieron demostearle su apoyo. Pero, de qué se trata? Ante todo de la sustitucién de una politica de protec cién por una politica de iniciativas que supenga ala vez la flexibilidad de Ja organizacion social la capacidad supuestaa los actores para tomar iniciativas (empowerment). Esta concepcién politica responde al agota- miento del Estado del bienestar, que ralentiza la cafda pero que no puede ayudar al restablecimiento, haciéndolo més dificil incluso. La precarie- dad, que afecta a entre un 20 y un 25 % delos ciudadanos occidentales, se aliinenta tanto de las ayudas sociales propias del modelo francés como del empleo a tiempo parcial y de duracin determineda, de tipo inglés 0 ‘norteamericano, Que resulta necesario sostener a los mas débiles es cier- to, pero esto no se puede lograr, piensan los partidarias de la texcera vi ‘més que desarrollando las iniciativas, poniendo fin a las rigideces que su- ponen un obstéculo ala creacién de empleo. La politica Blair, que con- cede tan gran importancia ala mejora de las politicas publicas de educa

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