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INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE “ DR.

JUAN PUJOL” 1
PROFESORADO DE LENGUA PARA EGB 3 Y POLIMODAL
S E M I Ó T I C A

LIC. SERGIO DANIEL RUBIOLA

(GUÍA DE) LECTURAS


Nº 3
LA PROPIA VOZ DE PEIRCE1

PEIRCE, Charles S. (1867) Capítulo 1: uno, dos y tres1 Traducción castellana de Daniel
Otamendi (2008)

Este texto, correspondiente al MS 721, fue redactado por Peirce en 1867. En él afirma que la
lógica comienza con el análisis de ciertas palabras, de las que la primera es la cópula “es”.
Después se ocupa de las concepciones de uno, dos y tres. También se encuentra en W2: 103-4

La Lógica debe empezar analizando los significados de ciertas palabras, que abordaremos
en el orden debido.

La primera es la palabra "es", como cuando decimos, Julio Cesar está muerto, un grifo es un
animal fabuloso, un triángulo de cuatro lados es un absurdo, la altura es la distancia desde el
suelo, nada es aquello que no existe. Esos ejemplos alcanzan para mostrar que aplicamos esta
palabra a cualquier cosa a la que le damos un nombre, tanto si existe realmente como si no, o
tanto si la consideramos existente como si no.

La palabra "es" es llamada por los lógicos la cópula porque une sujeto y predicado. Aquello
que es, en el sentido de la copula, fue llamado ens (plural: entia) por los escolares, y el
correspondiente nombre abstracto usado era entitas. En este, como en muchos otros casos,
hemos adoptado en inglés el nombre abstracto en un sentido concreto, y podemos
consecuentemente hablar de entidades. Al mismo tiempo hemos olvidado el significado general
mismo asignado a la palabra en la edad media, como denotando cualquier cosa que pueda ser
nombrada, y la empleamos para lo que entonces habría sido llamado ens reale. Así, a menudo
escuchamos a los escolares injuriados debido a que consideraron a las abstracciones "entidades",
pero en su sentido del término se admite sin disputa que una abstracción es un ens. Es cierto que
frecuentemente usan la palabra ens simplemente cuando quieren decir ens reale, pero sólo en los
casos en que no puede haber duda acerca de su significado; y era universal considerar entia
como abarcando no sólo entia realia sino también entia rationis. Propongo restaurar el término
ens o entidad a su significado original de cualquier cosa que pueda ser nombrada o sobre la que
se pueda hablar. Me esforzaré también, tanto como sea posible, en reservar la palabra ser y otras
derivadas de es, para expresar esta misma concepción; pero esas palabras deben ser en algún
sentido ambiguas.

1
Presentación

El Grupo de Estudios Peirceanos (GEP) de la Universidad de Navarra se creó en 1994. Tiene como
objetivo promover el estudio de la obra de Charles S. Peirce (1839-1914), especialmente en España y en los
países de lengua castellana, con la convicción de que en su pensamiento pueden encontrarse algunas
claves decisivas para la cultura, la ciencia y la filosofía del siglo XXI.
El Grupo proporciona un ámbito para el intercambio de ideas acerca de la obra de Peirce, el
pragmatismo americano, su recepción en Europa y en el mundo hispánico, y otros temas afines. Desde sus
comienzos ha contado con la participación de investigadores de distintos campos como historia, lingüística,
literatura, filosofía de la ciencia, derecho, teoría de la comunicación y teología.
Los textos que se ofrecen provienen de este espacio virtual: http://www.unav.es/gep/
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Puede ser observado que entidad es un nombre tan extremadamente general que no tiene
un negativo que se le oponga. Podemos hablar de una no entidad, pero entonces, en tanto le
hemos dado un nombre, es también una entidad.

En contraste con este ser general que es conferido por nuestro mero pensamiento de un
objeto, está el ser de las cosas reales que es en extremo independiente de lo que pensamos.

Designaremos a esto, y a sus cognados2, "realidad"; y emplearemos "invención"3 y "ficción"


para denotar aquello que es no-existente, sin tener la intención de implicar que la concepción ha
sido una invención deliberada.

Es importante observar que la diferencia esencial entre una realidad y una no-realidad, es
que la primera tiene una existencia enteramente independiente de lo que tú, o yo, o cualquier
número de hombres puedan pensar sobre ello. Lo que sueño, por ejemplo, existe sólo en la
medida en que mi imaginación soñadora lo crea. Pero el hecho de que yo haya tenido tal sueño
permanece cierto, tanto si alguna vez reflexiono sobre el asunto como si no. El sueño, por lo tanto,
en tanto fenómeno mental, es una realidad; pero la cosa soñada es una ficción. Si alguna vez
hubo realmente un hombre tal como Rómulo, él habría existido lo mismo si la historia nunca lo
hubiese mencionado; pero si él no es una realidad existe sólo en las fábulas que han sido
contadas sobre la fundación de Roma.

Cuando Gray dice,

Muchas veces una gema del más puro resplandor sereno


Las oscuras insondables cavernas del océano lucen;
Muchas veces una flor nace para enrojecer sin ser vista
y desperdicia su dulzura en el aire desierto4;

él expresa con precisión la característica esencial de la realidad. Pero cuando decimos que lo real
es aquello que es independiente de cómo tú o yo, o cualquier número de hombres piensen sobre
ello, queda aún por analizar la concepción de ser independiente. Antes de hacer ese análisis
debemos considerar las concepciones de uno, dos y tres.

Hemos visto que un ens es algo a lo que puede aplicarse la cópula es. Pero es es una
palabra cuyo significado no es completo en sí mismo. No significa nada decir que algo es (en el
sentido de la cópula) a menos que diga qué es; porque la única función de la cópula es unir sujeto
y predicado. Por lo tanto, cualquier cosa que es, es de algún modo. Propongo expresar este modo
de entidad por el término cualidad. Una cualidad, por lo tanto, en el mismísimo sentido general en
que lo usaré, denota cualquier cosa que pueda ser expresada por todo lo que viene después de
es en una aserción completa. Todo ens, entonces, tiene alguna cualidad, puesto que decir que es
un ens es decir que puede hacerse sujeto de una aserción y que esa aserción debe tener algún
predicado. No hay concepción tan vaga que no pueda afirmarse nada de su objeto, puesto que la
primera condición del pensamiento es que debe pensarse alguna cualidad en el pensamiento.

Notas
1. Texto relevante para la interpretación del artículo de 1867, "De una Nueva Lista de Categorías" [Nota del
T.]
2. Cognados: (1) Afines; (2) Consanguíneos [Nota del T.]
3. Figment: Algo que se imagina como siendo real, pero que no existe (feign: fingir, inventar, pretender).
Figment (invención), del latín figmentum, del verbo fingere (modelar, inventar). Sinónimo fictum [Nota del T.]
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4. Thomas Gray, Elegy Written in a Country Churchyard (1751):
Full many a gem of purest ray serene
the dark unfathomed caves of ocean bear;
Full many a flower is born to blush unseen
and waste its sweetness on the desert air;

PEIRCE, Charles S. (1886) Uno, dos, tres: las categorías kantianas, Traducción
castellana de Uxía Rivas (1999)

MS 897. [Publicado por primera vez como MS 572, en WS: 292-94; véase también MSS 545, 546,
548, 573, 578 y 582.] . En algún momento en 1885 se le ocurrió a Peirce que podía haber
encontrado la clave del secreto del universo, y escribió a William James el 20 de octubre: "Tengo
algo inmenso ahora.... Es... un intento de explicar las leyes de la naturaleza, de mostrar sus
características generales y remontarlas a sus orígenes & predecir nuevas leyes por las leyes de
las leyes de la naturaleza." Hizo entonces su famosa ‘conjetura’: "tres elementos son activos en el
mundo, el primero, el azar; el segundo, la ley; y el tercero, el tener hábitos. Tal es nuestra solución
al secreto de la esfinge." Le faltó trabajar los detalles y las consecuencias de esta gran hipótesis
para darle la forma de una teoría hecha y derecha. El presente trabajo, escrito en el verano de
1886 para un libro titulado "Uno, dos, tres" es uno de los varios intentos de organizar las
principales afirmaciones necesarias para apoyar su conjetura ( y es una primera versión del
primer capítulo del ítem 19).

Este es el día para dudar de los axiomas. Para los matemáticos la cuestión está resuelta; no
hay razón para creer que los axiomas de la geometría son exactamente verdaderos. La metafísica
es una imitación de la geometría, y con los axiomas de la geometría deben ir también los axiomas
de la metafísica.

No tenemos razón para pensar que la suma de los tres ángulos de un triángulo es
exactamente igual a dos ángulos rectos. Todo lo que podemos decir es que el exceso o el defecto
es proporcional al área de un triángulo, y que esto es excesivamente insignificante incluso para los
más enormes triángulos de la astronomía. La suma de los tres ángulos de un triángulo de la
medida de la unidad es una constante física casi igual a 180 grados; pero su exacto valor nos es
desconocido.

Ya que no tenemos razón para pensar que esta constante es exactamente igual a 180
grados, y hay una multitud infinita de otros valores que puede igualmente tener, las probabilidades
en contra de que sean exactamente 180 grados son en este momento infinitas contra una, de tal
manera que esa hipótesis debe ser completamente descartada de nuestras mentes.

Nos resulta difícil creer que toda constante física, toda cantidad finita de la naturaleza sea
primordial. Pudiera ser así, pero no podemos evitar al menos preguntarnos cómo llegó a tener el
valor preciso que tiene. Sentimos la necesidad de una explicación especialmente cuando la
cantidad en cuestión está muy cerca de la unidad, del cero o de cualquier otro número notable.
Porque entonces se sugiere que debe haber habido alguna causa tendente a cambiar el valor de
la constante y a acercarla cada vez más al número al que casi se iguala. En tal caso, por
consiguiente, tenemos una razón positiva para pensar que la cantidad no es primordial.

Así, los principios de la lógica requieren que pensemos que el espacio no tuvo siempre la
construcción simple del momento actual, sino que ésta ha sido producida por algún proceso
gradual. Sin embargo, ésta no es una afirmación completamente correcta, porque el espacio,
como un receptáculo individual de cosas, es una ficción. Si fuera de otro modo, la posición
absoluta y la velocidad absoluta en el espacio significarían algo, y no tenemos ninguna razón para
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pensar que es así. Lo que es verdad es que hay ciertas leyes generales sobre la posición, pero no
que haya un receptáculo que dé cuenta de esas leyes. Eso es una ficción de la geometría.

El mismo razonamiento se aplica al axioma de que toda cosa que sucede está
completamente determinada por leyes exactas. No tenemos ninguna razón para pensar que la

concordancia de los fenómenos con las fórmulas sea absolutamente exacta. Siempre que
intentamos verificar la concordancia del hecho con la ley, encontramos discrepancias que
atribuimos de modo bastante correcto a errores de observación. Pero no podemos estar seguros
de que no se den aberraciones similares, aunque mucho más pequeñas, en los eventos mismos.
Ya que no tenemos razón para pensar que la aberración media en la que los fenómenos se
separan de la ley sea igual a cero, es infinitamente más probable que no lo sea. Debemos por lo
tanto suponer en la naturaleza un elemento de puro azar, de cierta posibilidad de éxito, de
espontaneidad, de originalidad, de libertad1. Debemos además suponer que este elemento en los
tiempos pasados era indefinidamente más importante que ahora, y que la presente, casi exacta,
conformidad de la naturaleza con la ley es algo que se ha ido produciendo gradualmente.
Tenemos que suponer que al mirar retrospectivamente hacia el pasado indefinido estamos
mirando retrospectivamente hacia tiempos en los que el elemento de la ley jugaba una parte
indefinidamente pequeña en el universo.

Si el universo está entonces progresando de un estado casi de puro azar a un estado de casi
completa determinación por la ley, debemos suponer que hay una tendencia original y elemental
de las cosas a adquirir determinadas propiedades, a tener hábitos. Éste es el Tercero o el
elemento mediador entre el azar, que produce eventos Primeros y originales, y la ley que produce
secuencias o Segundos. Ahora bien, la tendencia a tener hábitos es algo esencialmente finito en
cantidad, una tendencia infinitamente fuerte de esta clase [a diferencia de una absoluta
conformidad con la ley] es inconcebible y autocontradictoria. Consecuentemente esta tendencia
debe haber sido desarrollada gradualmente; y evidentemente tendería a reforzarse a sí misma2.

Tenemos entonces aquí una hipótesis física racional que está calculada para dar cuenta, o
casi dar cuenta de todo en el universo excepto la pura originalidad misma. El siguiente paso sería
intentar verificar esta hipótesis considerando de cuánto daría cuenta y cómo explicaría las
características observadas de las leyes de la naturaleza. Pero pospongo eso para otro capítulo 3
para esbozar ahora el resto de la teoría de la que esta hipótesis no es sino una parte.

Notas
1. Peirce había propuesto esta hipótesis por primera vez en su conferencia de enero de 1884 sobre "Destino
y azar" (ítem 15); se repite completamente en el Monist Series Metafísicas (ítems 21-25).
2. La hipótesis expuesta en este parágrafo es una afirmación anterior de "Una solución al acertijo" (ítem 19),
y es un avance de la cosmología evolutiva desarrollada de los ítems 21-25.
3. Ver capítulo 7 en el ítem 19, pp. 273-79.

PEIRCE, Charles S. (1888), Tricotomía, Traducción castellana de Uxía Rivas (1999)


MS 1600 [No publicado previamente.] Escrito (probablemente para una presentación oral) a
principios de 1888, muy poco después de completar el ítem 19, este escrito mecanografiado de
tres páginas (encontrado en uno de las trece cajas de MS 1600) es una especie de resumen de
algunos de los principales puntos de "Una respuesta al acertijo." Además, incluye una discusión
de las categorías de Peirce aplicadas a los signos (un tema que había sido proyectado para el
segundo capítulo no escrito de "Respuesta") y una comparación de sus opiniones sobre el asunto
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de la expresión dramática y de los principios del ser con los del dramaturgo de Nueva York y
director de teatro Steele MacKaye. El título del artículo es una de las alternativas que Peirce había
considerado para su proyectado "Uno, dos, tres," que después resultaría ser "Una respuesta al
acertijo."

TRICOTOMÍA es el arte de hacer divisiones triádicas. Tal división depende de las


concepciones de primero, segundo y tercero. Primero es el comienzo, aquello que es fresco,
original, espontáneo, libre. Segundo es aquello que está determinado, terminado, acabado, que es
correlativo, objeto, necesitado, reacción. Tercero es el medio, lo que llega a ser, lo que se
desarrolla, lo que se produce.

Una cosa considerada en sí misma es una unidad. Una cosa considerada como correlato o
dependiente, o como un efecto, es segunda con respecto a algo. Una cosa que de algún modo
pone en relación una cosa con otra es un tercero o medio entre las dos.

La Primeridad o frescura puede tener múltiples variedades, o más bien la arbitrariedad y la


variedad son su esencia, pero es absoluta y no es susceptible de diferencias de grado. Puede
estar presente más o menos, pero no tiene diferentes órdenes de complicación en sí misma. La
Segundidad, por otro lado, puede ser genuina o degenerada. La segundidad degenerada tiene
dos variedades, ya que un objeto singular considerado como segundo de sí mismo es un segundo
degenerado, y un objeto considerado como segundo con respecto a otro con el que no tiene una
conexión real, de tal modo que si ese otro se considerara aparte tendría aún esos mismos
caracteres que estaban implicados en la relación, es también un segundo degenerado. La
segundidad genuina es una conexión dinámica; la segundidad degenerada es una relación de
razón, como un mero parecido. La Terceridad tiene dos órdenes diferentes de degeneración. La
terceridad genuina es donde, de los tres términos A, B, C, cada uno está relacionado con cada
uno de los otros, pero con una relación que subsiste solamente en virtud de un tercer término, y
cada uno tiene un carácter que le pertenece solamente en tanto que los otros realmente lo
influencian. No sería suficiente decir que la conexión entre los términos es dinámica, ya que la
fuerza sólo subsiste entre pares de objetos; deberíamos mejor usar la palabra "vital" para expresar
el modo de conexión, ya que donde quiera que hay vida, generación, crecimiento, desarrollo, ahí y
sólo ahí hay una terceridad genuina. La terceridad del primer orden de degeneración se da
cuando dos de los tres términos son idénticos, de tal forma que el otro únicamente media entre
dos aspectos del mismo objeto o donde de alguna manera no hay una conexión vital entre A, B y
C, sino sólo una conexión dinámica entre A y B, y otra entre B y C, produciendo entonces una
conexión dinámica entre A y C. El segundo orden de degeneración se da cuando ni siquiera hay
una conexión dinámica entre los términos o por lo menos cuando la terceridad no consiste en eso
[aunque podría ser necesario para el establecimiento de la terceridad] sino cuando los tres
términos son virtualmente idénticos o están conectados por simples relaciones de razón.

La expresión es una clase de representación o significación. Un signo es un tercero que


establece una mediación entre el objeto representado y la mente dirigida a él. Si la terceridad es
no-degenerada la relación del signo con la cosa significada es tal que sólo subsiste en virtud de la
relación del signo con la mente intencional; es decir, el signo se relaciona con su objeto en virtud
de una asociación mental. Los modos convencionales de expresión, y otros modos que dependen
de la fuerza de asociación, entran ampliamente en todos los campos de estudio. Ellos constituyen
el grueso del lenguaje. Si la terceridad es degenerada en el primer grado, el signo media entre el
objeto y la mente en virtud de conexiones dinámicas con el objeto por un lado y con la mente por
otro. Esta es la única clase de signo que puede demostrar la realidad de las cosas, o diferenciar
entre cosas exactamente similares. Como si yo camino solo en una noche oscura, y
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repentinamente un hombre salta de una esquina con un "¡Jop!" y entonces hace que me dé
cuenta de su presencia de una manera particularmente viva. Sería imposible seguir una prueba
geométrica sin las letras que están vinculadas a las diferentes partes de una figura y que de este
modo dirigen la atención a la fuerza al objeto correcto. De igual modo el dramaturgo consigue a
menudo el efecto mental deseado en la audiencia a la fuerza al afectar directamente el sistema
nervioso, sin apelar a la asociación; o puede despertar la atención de la audiencia, igual que el
sacerdote que anuncia a voz en grito el comienzo de una nueva sección en su sermón, o puede
dirigirse a una parte particular del escenario, como lo hacen los malabaristas. Si la terceridad es
degenerada en el segundo grado1, la idea en la mente intencional, el objeto representado y su

representación están conectados sólo por un parecido mutuo. El signo es una semejanza; y este
es el principal modo de representación de todo arte. Aquí no hay una nítida discriminación entre el
signo y la cosa significada, la mente flota en un mundo ideal y no se pregunta o se preocupa de si
es real o no. Este carácter da lugar a una notable diferencia entre esta clase de representación y
la segunda; y ésta es la razón por la cual el uso del segundo modo de representación es tan poco
artístico. De nuevo, el tercer modo de representación es no analítico, presenta al objeto total tal
como existe en las relaciones y puntos concretos y no meramente abstractos de ese objeto; y esto
constituye un marcado contraste con respecto al primer modo de representación; y esto es lo que
hace que el primer modo de representación sea no artístico. El sr. Mackaye divide la expresión
dramática en pantomima, voz y lenguaje2. Una persona a primera vista haría la división en habla y
gesto, y esto, sin duda, respondería mejor a algunos propósitos. Pero con referencia al valor de
los diferentes instrumentos a nuestra disposición es importante hacer una división que
corresponda tanto como sea posible a las diferentes clases de representación. Entonces el
lenguaje se encuentra en la representación principal por la fuerza de la asociación; implica el
análisis de lo que se transmite [tanto por lo que respecta al oyente como por lo que respecta al
autor] y la expresión separada de los aspectos abstractos. La voz, por otro lado, despierta la
atención, la dirige a canales particulares, llama a los sentimientos y modifica generalmente la
conciencia de un modo principalmente fisiológico; y, por lo tanto, es un modo de expresión del
segundo tipo. La pantomima sola es principalmente representación de tipo puramente artístico,
que se contempla sin análisis y sin discriminación entre el signo y la cosa significada. La
pantomima misma puede dividirse, según el mismo principio, en tres variedades; la pantomima
artística que simplemente muestra al hombre, su disposición general y lo que hay de más notable
en él en ese momento, y se contempla sin análisis; la pantomima dinámica, como cuando se
señala con el dedo o se mueve o se muestra el dedo para reforzar lo que se está diciendo, o
como cuando se amenaza con el puño, o se derriba al interlocutor; y el lenguaje de signos, en su
mayor parte de carácter imitativo (debido a la peculiar naturaleza de la pantomima) pero
implicando aún análisis y siendo realmente más lenguaje que propiamente pantomima.

LA CONCIENCIA tiene tres elementos, la conciencia Singular, la conciencia Dual y la


conciencia Plural. La conciencia Singular o Simple es la conciencia tal como puede existir en un
instante singular, la conciencia de todo lo que está inmediatamente presente, ya que todo lo que
no está inmediatamente presente es un absoluto espacio en blanco. Esto es la Sensación pura
que forma la urdimbre y la trama de la conciencia, o en palabras de Kant su materia 3. En esta
clase de conciencia el sujeto y el objeto no son discriminados de ninguna manera, de hecho no
hay discriminación, ni partes, ni análisis, ni se considera una cosa con respecto a otra, ni hay
relación, ni representación, sino simplemente un quale puramente indescriptible que desaparece
con el parpadeo de un ojo y que no guarda ningún parecido con ningún recuerdo de él. Es
precisamente la cualidad de lo inmediatamente presente, que fluye por nosotros continuamente,
siempre aquí pero que nunca se detiene para ser examinada. Es siempre fresca, siempre nueva,
luciendo una multiplicidad sin límites. La conciencia dual es un sentido de otro, no presente, un
sentido de golpear y de ser golpeado, de acción y de reacción recíproca, de energía. Ésta es la
clase de conciencia más despierta; enfrenta enérgicamente al objeto contra el sujeto, al contrario
del distraído fracaso a reconocer la situación característico de la Sensación. La conciencia Dual
incluye la Voluntad, pero ha sido demostrado por experimentos concluyentes que la conciencia de
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golpear y [la] de ser golpeado no difieren, y el Sentido en su referencia directa a un objeto es de
igual manera conciencia de acción y reacción. Es el carácter energético y real de la conciencia
dual la que principalmente lo distingue. Consiste en un sentido de "poder" que es al mismo tiempo
un sentido de "no poder". La fuerza implica resistencia, y el poder limitación. Hay siempre un
opuesto, siempre un pero, siempre un segundo en la conciencia dual. No tiene nada que ver con
el poder ser; está siempre allí. La conciencia plural o sintética no es la mera sensación de lo que
está inmediatamente presente, ni siquiera el mero sentido de carencia de algo, sino que es el
darse cuenta del puente que une lo presente y lo ausente, de un Proceso como tal. Zenón mostró
cómo el movimiento es imposible si renuncias a abrir los ojos de la conciencia sintética. Es la
percepción del movimiento y del cambio. Estoy profundamente dormido y las ropas de mi cama
empiezan a arder. Al principio, el calor simplemente tiñe mi conciencia, por decirlo así; eso es pura

Sensación; entonces me vuelvo energéticamente consciente de algo y me levanto sobresaltado


sin saber lo que es; ésta es la conciencia Dual, el Sentido con Voluntad; por último comienzo a
sosegarme, soy consciente de un proceso de aprendizaje, coloco las cosas en orden; esto es la
Percepción y la conciencia Sintética, que reúne lo presente y lo ausente en un todo.

La conciencia Dual, debido a que es conciencia de un segundo, tiene dos grados, la forma
dinámica y la forma estática o degenerada. La conciencia dual dinámica consiste en la acción y
reacción externa, el Sentido Externo y la Volición; la conciencia dual estática consiste en la acción
y reacción interna, la autoconciencia y el autocontrol. La conciencia Plural, debido a que es
conciencia de un tercero, tiene dos grados de degeneración. La conciencia sintética genuina, la
conciencia de lo que tiene su ser en su terceridad, es Razón. La variedad dinámica es una
conciencia de coordinación entre los actos del sentido y la voluntad, es mirar a los fenómenos del
sentido y la voluntad como racionales, lo que podríamos llamar Deseo, aunque eso no lo define
exactamente. La variedad estática es la comparación de sensaciones, y puede ser llamada
comprensión estética.

La división del sr. Mackaye de los principios del ser tiene un notable parecido con ésta. Lo
que él llama el principio vital o pasional, que sostiene la vida, parece ser casi lo que yo llamo la
simple conciencia de la Sensación; lo que él llama el principio afectivo o impulsivo es mi
conciencia dual más el Deseo y menos el Sentido; lo que él llama Reflexión es probablemente la
Razón con la comprensión estética4.

Las funciones del Sistema Nervioso son tres, correspondientes a las tres clases de
conciencia. Son, primero, la Irritabilidad, ya que la capacidad de una célula nerviosa para entrar
en condición de excitación es indudablemente la base fisiológica de la sensación; segundo, el
poder de transmitir perturbaciones nerviosas a las fibras nerviosas, ya que es por esta propiedad
de los nervios por la que estamos en relación con el mundo exterior; y tercero, el poder de adquirir
hábitos, que es la base de nuestra capacidad de aprender.

Las propiedades del protoplasma en general son tres, primero, su capacidad de entrar en un
estado en el que es más líquido y tiene al mismo tiempo una cohesión más fuerte y una tensión en
la superficie; segundo, la tendencia de esta condición a extenderse por toda la masa; y tercero, su
poder, cuando entra o sale de esta condición, de asimilar nueva materia, siempre que ésta se
presente de tal modo que esté sujeta a las mismas fuerzas que producen el trastorno, -en otras
palabras, el poder de crecimiento con todo lo que esto implica.

Notas
1. En el original pone "tercero."
2. La referencia aquí, al igual que en la página 284, es a Steele MacKaye (1842-1894), un autor de teatro
neoyorkino, actor, director de teatro e inventor, y un amigo de los Peirce ( junto con su mujer). Las divisiones
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de MacKaye de la expresión dramática y de los principios del ser fueron hechas probablemente o en un
discurso público o en una revista o periódico, que no ha sido identificada.
3. Ver cap. 1 de la Estética Transcendental, Crítica, A19-22 (B33-36).
4. Ver nota 2.

PEIRCE, Charles S. (c. 1897), Fundamento, objeto e interpretante, Texto tomado de MS


798 [On Signs] c.1897, 5 pp. Fue publicado como CP 2.227-229 y 2.444n1, Traducción castellana
de Mariluz Restrepo (2003)

2.227. Lógica, en su sentido general sólo es, como creo haber mostrado, otro nombre para la
Semiótica, ({sémeiötiké}), la doctrina "cuasi-necesaria", o formal, de los signos Al describir la
doctrina como cuasi-necesaria, o formal, quiero decir que observamos las características de tales
signos como los conocemos, y de tal observación, por medio de un proceso que no me opongo a
llamar Abstracción, somos llevados a afirmaciones, eminentemente falibles y, por lo tanto, en un
sentido de ninguna manera necesarias, sobre lo que han de ser las características de todos los
signos usados por una inteligencia "científica", es decir, por una inteligencia capaz de aprender
mediante la experiencia. En cuanto a ese proceso de abstracción, es en sí mismo un modo de
observación. El común de la gente reconoce perfectamente la facultad que yo llamo 'observación
abstractiva'1, pero las teorías de los filósofos a veces le dejan poco espacio. Es una experiencia
familiar a cualquier ser humano desear algo más allá de sus posibilidades presentes, y acompañar
tal deseo con la pregunta: "¿Desearía tal cosa de igual manera si tuviera los medios suficientes
para lograrla? Para responder a esta pregunta sondea su corazón, y al hacerlo emplea lo que
denomino 'observación abstractiva'. Hace en su imaginación una especie de esqueleto
diagramático, o boceto a grandes líneas, de sí mismo, considera qué modificaciones requiere que
se hagan en tal cuadro el estado hipotético de cosas, y luego lo examina, es decir, observa lo que
ha imaginado para ver si se discierne allí el mismo deseo ardiente. Por tal proceso, que en el
fondo es muy semejante al razonamiento matemático, podemos llegar a conclusiones sobre lo
que sería verdadero de los signos en todos los casos, siempre y cuando la inteligencia que los use
sea científica. Los modos de pensamiento de un Dios, que poseyera una razón intuitiva,
omnisciente y trascendente quedan fuera de discusión. Ahora bien, en una comunidad de
estudiantes la totalidad del proceso de desarrollo de tales formulaciones por 'observación
abstractiva' y de razonamiento de las verdades que deben ser válidas para todos los signos
usados por una inteligencia científica es una ciencia de observación, como cualquier otra ciencia
positiva, a pesar del fuerte contraste con todas las ciencias especiales, que surge de su propósito
de descubrir lo que debe ser y no meramente lo que es en el mundo real.

2.228. Un signo, o representamen, es algo que está por algo para alguien en algún aspecto o
capacidad. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o,
tal vez, un signo más desarrollado. Aquel signo que crea lo llamo interpretante del primer signo. El
signo está por algo: su objeto. Está por ese objeto no en todos los aspectos, sino en referencia a
una especie de idea, a la que a veces he llamado fundamento [ground] del representamen. "Idea"
ha de entenderse aquí en una especie de sentido platónico muy familiar en el habla cotidiana,
quiero decir, en el sentido en que decimos que un hombre toma la idea de otro, o en el que
decimos que, cuando un hombre recuerda lo que estaba pensando en un tiempo previo, recuerda
la misma idea, o en el que, cuando un hombre continúa pensando cualquier cosa, digamos por
una décima de segundo, en tanto que el pensamiento continúa concordando consigo mismo
durante ese tiempo, es decir, teniendo un contenido semejante, es la misma idea, y no es en cada
instante del intervalo una idea nueva.
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2.229 Como consecuencia de que cada representamen esté así conectado con tres cosas: el
fundamento, el objeto y el interpretante, la ciencia de la semiótica tiene tres ramas. La primera es
llamada por Duns Scoto grammatica speculativa2. Podemos denominarla gramática pura. Tiene
como tarea indagar lo que debe ser verdadero del representamen usado por cada inteligencia
científica para que pueda incorporar cualquier significado. La segunda es la lógica propiamente
dicha. Es la ciencia de lo que es cuasi-necesariamente verdadero del representamen de cualquier
inteligencia científica de tal manera que pueda ser válido para cualquier objeto, es decir, que
pueda ser verdadero. En otras palabras, la lógica propiamente dicha es la ciencia formal de las
condiciones de verdad de las representaciones. La tercera, imitando el estilo kantiano de
preservar antiguas asociaciones de palabras al buscar nomenclaturas para nuevas concepciones,
la llamo retórica pura. Su tarea es averiguar las leyes por las cuales en cada inteligencia científica
un signo engendra otro signo, y especialmente un pensamiento genera otro.

Para hablar resumidamente y usar un símbolo de abreviación, mejor que una idea analítica e
icónica, podemos decir que el propósito de los signos -que es el propósito del pensamiento- es
llevar la verdad a la expresión. La ley por la cual un signo debe ser verdadero es la ley de la
inferencia, y los signos de una inteligencia científica deben, por encima de las demás condiciones,
ser tales que se presten a la inferencia. En consecuencia, la relación ilativa es la relación
semiótica primaria y superior.

2.444 n 1. Podría objetarse que decir que el propósito del pensamiento es llevar la verdad a
la expresión es decir que la producción de proposiciones, más que la de inferencias, es el objeto
primario. Pero la producción de proposiciones es de la naturaleza general de la inferencia, pues la
inferencia es la función esencial de la mente cognitiva.

Notas
1. En el original, "abstractive", por eso utilizo el neologismo "abstractiva" para diferenciarlo de "abstracta" [N.
del T.]
2. En latín en el original. Gramática especulativa [N. del T.]

PEIRCE, Charles S. (1894), "¿Qué es un signo?", Original en: CP 2.281, 285 y 297-
302Traducción castellana de Uxía Rivas (1999).

MS 404. [Publicado parcialmente en CP 2.281, 285 y 297-302. Este trabajo, compuesto


probablemente a principios de 1894, fue originalmente el primer capítulo de un libro titulado "El
arte de razonar", pero luego resultó ser el segundo capítulo del multivolumen de Peirce "Cómo
razonar: Una crítica de los argumentos" (también conocida como "La gran lógica").] En esta
selección Peirce ofrece una explicación de los signos basada en un análisis de la experiencia
consciente tomando como punto de partida sus tres categorías universales. Estudia las tres
clases principales de signos -iconos, índices y símbolos- y pone muchos ejemplos. Sostiene,
como había hecho anteriormente, que el razonamiento debe implicar estas tres clases de signos,
y afirma que el arte del razonar es el arte de ordenar signos, enfatizando así la relación entre
lógica y semiótica.

§1. Esta es una cuestión esencial, ya que todo razonamiento es interpretación de signos de
algún tipo. Pero es también una pregunta muy difícil, que exige una profunda reflexión1.
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Es necesario reconocer tres estados mentales diferentes. Primero, imagina a una persona en
un estado de somnolencia. Supongamos que no está pensando en nada más que en el color rojo.
Tampoco está pensando acerca de él, esto es, no se pregunta ni se responde a ninguna cuestión
sobre él, ni siquiera se dice a sí mismo que le gusta, sino que simplemente lo contempla tal y
como su imaginación se lo presenta. Quizás cuando se canse del rojo, cambie a algún otro color,
-por ejemplo, un azul turquesa- o a un color rosa; - pero si lo hace así, lo hará por el juego de la
imaginación sin ninguna razón y sin ninguna coacción. Esto es lo más cerca que se puede estar
de un estado mental en el que algo está presente, sin coacción y sin razón; se llama Sensación.
Excepto en la hora en la que se está medio despierto, nadie está realmente en un estado de
sensación puro y simple. Pero siempre que estamos despiertos, algo se presenta ante nuestra
mente, y lo que se presenta, sin referencia a ninguna coacción o razón, es la sensación.

Segundo, imagina que nuestro soñador oye repentinamente un silbato de barco de vapor alto
y prolongado. En el instante en que comienza a escucharlo, se sobresalta. Instintivamente trata de
escapar; sus manos se dirigen a sus oídos. No es tanto que sea desagradable sino que ejerce
gran

fuerza sobre él. La resistencia instintiva es una parte necesaria de ello: El hombre no sería
consciente de que su voluntad había sido sometida, si él no tuviera una auto-afirmación de que ha
sido sometida. Es lo mismo que cuando nos esforzamos frente a la resistencia exterior; si no fuera
por esa resistencia no tendríamos nada sobre lo que pudiéramos ejercitar la fuerza. Este sentido
de actuar y de que algo actúe sobre nosotros, que es nuestro sentido de la realidad de las cosas,
-tanto de las cosas exteriores como de nosotros mismos-, puede ser llamado el sentido de
Reacción. No reside en ninguna Sensación; corresponde a la ruptura de una sensación por otra
sensación. Esencialmente implica dos cosas que actúan una sobre otra.

Tercero, imaginemos que nuestro soñador ahora está despierto, incapaz de evitar el
penetrante sonido, se pone en pie de un salto y trata de escaparse por la puerta, que
supondremos que había sido cerrada con un portazo precisamente cuando el silbido comenzó.
Pero digamos que el silbido cesa en el instante en que nuestro hombre abre la puerta. Mucho más
aliviado, piensa en volver a su sitio, y así cierra la puerta otra vez. Sin embargo, tan pronto como
lo hace el silbido vuelve a empezar. Se pregunta a sí mismo si el cerrar la puerta tiene algo que
ver con esto; y una vez más abre la misteriosa puerta. En cuanto la abre el sonido cesa. Está
entonces en el tercer estado mental: está PENSANDO. Esto es, es consciente de que está
aprendiendo, o de que experimenta un proceso por el que se descubre que un fenómeno está
gobernado por una regla, o que tiene una manera general de comportarse que puede llegar a ser
conocible. Descubre que una acción es la manera, o el medio, de producir otro resultado. Este
tercer estado mental es completamente diferente de los otros dos. En el segundo había solamente
un sentido de fuerza bruta; ahora hay un sentido de estar gobernado por una regla general. En la
Reacción están implicadas sólo dos cosas; pero en el estar gobernado hay una tercera cosa que
es un medio para un fin. La misma palabra medio significa algo que está en el medio entre otros
dos. Además, este tercer estado mental, o Pensamiento, tiene un sentido de aprendizaje, y el
aprendizaje es el medio por el pasamos de la ignorancia al conocimiento. Así como el sentido más
rudimentario de la Reacción implica dos estados de Sensación, también descubriremos que el
Pensamiento más rudimentario implica tres estados de Sensación.

Conforme avanzamos en el tema, estas ideas, que parecen vagas la primera vez que las
vislumbramos, empezarán a hacerse más y más claras; y su gran importancia se impondrá
también a nuestras mentes.

§2. Hay tres clases de interés que podemos tener en una cosa. Primero, podemos tener un
interés primario en la cosa por sí misma. Segundo, podemos tener un interés secundario en ella a
causa de sus reacciones con otras cosas. Tercero, podemos tener un interés mediador en ella, en
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tanto que transmite a la mente una idea sobre una cosa. En tanto que lo hace así es un signo o
representación.

§3. Hay tres clases de signos. En primer lugar, hay semejanzas o iconos; que sirven para
transmitir ideas de las cosas que representan simplemente imitándolas. En segundo lugar, hay
indicaciones o índices; que muestran algo sobre las cosas por estar físicamente conectados con
ellas. Tal es un poste indicador, que indica la carretera a seguir, o un pronombre relativo, que está
situado justo después del nombre de la cosa que pretende denotar, o una exclamación vocativa,
como "¡Eh! ¡Oye!", que actúa sobre los nervios de la persona a la que se dirige y la obliga a
prestar atención. En tercer lugar, hay símbolos, o signos generales, que han sido asociados con
su significado por el uso. Tales son la mayor parte de las palabras, y las frases, y el discurso, y los
libros, y las bibliotecas.

Consideremos estos distintos usos de las tres clases de signos más detenidamente.

§4. Semejanzas. Las fotografías, especialmente las fotografías instantáneas, son muy
instructivas, porque sabemos que en ciertos aspectos son exactamente como los objetos que
representan. Pero este parecido es debido a que las fotografías son producidas bajo tales
circunstancias que están físicamente obligadas a corresponder punto por punto a la naturaleza.
En este sentido, pues, pertenecen a la segunda clase de signos, los de la conexión física. El caso
es diferente si yo supongo que las cebras son probablemente obstinadas, o animales
desagradables de algún otro modo, porque parecen tener un parecido general con los burros y los
burros son tercos. Aquí el burro funciona precisamente como una semejanza probable con la
cebra. Es verdad que suponemos que el parecido tiene una causa física en la herencia; pero
entonces, esta afinidad heredada es en sí misma sólo una inferencia a partir de la semejanza
entre los dos animales, y no tenemos (como en el caso de la fotografía) ningún conocimiento
independiente de las circunstancias de producción de las dos especies. Otro ejemplo del uso de
una semejanza es el diseño que un artista hace de una estatua, de una composición pictórica, de
una construcción arquitectónica, o de una pieza de decoración, y, al contemplarlo, puede
averiguar si lo que propone será bello y satisfactorio. La pregunta realizada se contesta, pues, casi
con certeza porque tiene que ver con cómo el propio artista será afectado. El razonamiento de los
matemáticos resultará estar basado principalmente en el uso de las semejanzas, que son los
auténticos goznes de las puertas de su ciencia. La utilidad de las semejanzas para los
matemáticos consiste en que sugieren, de una manera muy precisa, aspectos nuevos de
supuestos estados de cosas. Por ejemplo, supongamos que tenemos una curva sinuosa, con
puntos continuos donde la curvatura cambia de la dirección de las agujas del reloj a la dirección
contraria a las agujas del reloj, y a la inversa como en la figura 1. Supongamos, además, que esta
curva se continúa de tal modo que se cruza a sí misma en cada uno de los puntos de curvatura
pero en dirección inversa. El resultado aparece en la figura 2. Puede ser descrito como un número
de óvalos aplastados, como si fuera a presión. Podría no percibirse que la primera descripción y la
segunda son equivalentes, prescindiendo de las figuras. Descubriremos, a medida que
avancemos en el tema, que todo estos usos diferentes de la semejanza pueden agruparse bajo
una fórmula general.
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En la intercomunicación las semejanzas son también bastante indispensables. Imagina a dos
hombres que no hablan la misma lengua reunidos en un lugar remoto lejos del resto de la
humanidad. Tienen que comunicarse, pero ¿cómo lo harán? Por la imitación de sonidos, por la
imitación de gestos y por dibujos. Éstas son las tres clases de semejanzas. Es cierto que también
usarán otros signos, indicaciones con los dedos, y otros parecidos. Pero, después de todo, las
semejanzas serán los únicos medios de describir las cualidades de las cosas y de las acciones
que tienen en mente. El lenguaje rudimentario, cuando los hombres comenzaron a hablar por
primera vez, debió de consistir en su mayor parte en palabras directamente imitadoras, o en
nombres convencionales que asignaban a dibujos. El lenguaje egipcio es un lenguaje
excesivamente tosco. Fue, por lo que sabemos, el primero en ser escrito, y la escritura es toda a
través de dibujos. Algunos de estos dibujos llegaron a representar sonidos, -letras y sílabas-. Pero
otros representan directamente ideas. No son nombres, no son verbos; son simplemente ideas
pictóricas.

§5. Indicaciones. Pero los dibujos solos, -semejanzas puras-, nunca pueden transmitir la más
mínima información. De este modo la figura 3 sugiere una rueda. Pero le deja al espectador la
incertidumbre de si es una copia de algo realmente existente o un mero juego de la imaginación.
Lo mismo es verdadero a cerca del lenguaje general y de todos los símbolos. Ninguna
combinación de palabras (excluyendo los nombres propios, y en ausencia de gestos u otras
concomitancias indicativas del habla) puede transmitir la más mínima información. Esto puede
sonar paradójico; pero el siguiente pequeño diálogo imaginario mostrará hasta qué punto es
verdad:

Dos hombres, A y B, se encuentran en una camino comarcal, cuando tiene lugar la siguiente
conversación.

B. El propietario de esa casa es el hombre más rico de estos lugares.

A. ¿Qué casa?

B. ¿Acaso no ves una casa a tu derecha, más o menos a siete kilómetros de distancia, sobre
una colina?

A. Si, creo que puedo divisarla.

B. Muy bien, esa es la casa.


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De este modo, A ha adquirido información. Pero si camina hasta un pueblo distante y dice "el
propietario de una casa es el hombre más rico de esos lugares", la observación no se referirá a
nada, a menos que le explique a su interlocutor cómo proceder desde donde está para encontrar
ese distrito y esa casa. Sin eso no indica de qué está hablando. Para identificar un objeto,
generalmente indicamos su lugar y determinamos un tiempo; y en cualquier caso debe mostrarse
cómo puede conectarse una experiencia suya con la experiencia previa del oyente. Para
determinar un tiempo debemos calcularlo a partir de una época conocida, -ya sea el momento
presente, o el supuesto nacimiento de Cristo, o algo similar-. Cuando decimos que la época debe
ser conocida, queremos decir que debe estar conectada con la experiencia del oyente. Tenemos
también que calcular en unidades de tiempo; y no hay manera de saber qué unidad nos
proponemos usar a menos que apelemos a la experiencia del oyente. De igual modo, no puede
describirse ningún lugar a no ser por referencia a algún lugar conocido; y la unidad de distancia
usada debe definirse por referencia a alguna barra o algún objeto que la gente pueda usar
realmente, directa o indirectamente, para medir. Es cierto que un mapa es muy útil para designar
un lugar; y un mapa es un tipo de dibujo. Pero a menos que el mapa tenga una marca de una
localidad conocida, y la escala de millas, y los puntos de la brújula, no mostraría mejor dónde se
encuentra un lugar que lo que muestra el mapa la situación de Brobdingnag en Los viajes de
Gulliver2. Es cierto que si se encontrara una nueva isla, digamos en el Océano Ártico, su situación
podría ser indicada de forma aproximada en un mapa que no tuviese letras, meridianos ni
paralelos; ya que los trazados familiares de Islandia, Nueva Zemla, Groenlandia, etc. servirían
para indicar su posición. En tal caso, nos serviríamos de nuestro conocimiento de que no hay otro

lugar en el que algún ser de este mundo sea capaz de hacer un mapa de lo que tiene trazados
como esos de las tierras árticas. Esta experiencia del mundo en el que vivimos hace que el mapa
sea algo más que un mero icono y le confiere los caracteres añadidos de un índice. De este modo
es cierto que uno y el mismo signo puede ser al mismo tiempo una semejanza y una indicación.
Aun así, las funciones de estos tipos de signos son totalmente diferentes. Puede objetarse que
tanto las semejanzas como los índices3 se basan en la experiencia, que una imagen del rojo
carece de significado para una persona ciega, tanto como la de la pasión erótica para el niño.
Pero éstas son realmente objeciones que ayudan a la distinción; ya que no es la experiencia, sino
la capacidad para la experiencia, lo que muestran que es requisito para una semejanza; y este
requisito lo es, no para que la semejanza sea interpretada, sino para que sea presentada a los
sentidos. Muy diferente es el caso de una persona sin una experiencia previa y de otra con una
experiencia previa que se encuentran al mismo hombre y advierten las mismas peculiaridades,
que indican una historia completa al hombre con experiencia previa, pero que no revelan nada al
hombre no experimentado.

Examinemos algunos ejemplos de indicaciones. Veo un hombre que se balancea al andar.


Ésta es una indicación probable de que es un marinero. Veo un hombre con las piernas
arqueadas con pantalones de pana, polainas y una chaqueta. Éstas son indicaciones probables
de que es un jockey o algo parecido. Una veleta indica la dirección del viento. Un reloj de sol o un
reloj indican la hora del día. Los geómetras colocan letras en diferentes partes de sus diagramas y
luego usan esas letras para indicar esas partes. Las letras son usadas de modo similar por los
abogados y por otros. De este modo podemos decir: Si A y B están casados y C es su hijo,
mientras que D es el hermano de A, entonces D es el tío de C. Aquí A, B, C y D cumplen la
función de pronombres relativos, pero su uso es más conveniente ya que no requiere ninguna
colocación especial de las palabras. Un golpe en la puerta es una indicación. Todo lo que centra la
atención es una indicación. Todo lo que nos sorprende es una indicación, en tanto en cuanto
marca la unión de dos porciones de experiencia. De este modo un rayo tremendo indica que
ocurrió algo considerable, aunque puede que no sepamos de un modo preciso de qué
acontecimiento se trataba. Pero puede esperarse que se conecte con alguna otra experiencia.
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§6. símbolos. La palabra símbolo tiene tantos significados que sería una ofensa al lenguaje
añadirle otro nuevo. No pienso que el significado que yo le doy, el de un signo convencional, o el
de uno que depende de un hábito (adquirido o innato), sea tanto un nuevo significado como un
regreso al significado original. Etimológicamente significaría una cosa unida a otra, igual que el
embolon (embolum) es una cosa que entra en algo, un cilindro, y el parabolon (parabolum) es una
cosa que está fuera, la seguridad colateral, y el upobolon (hypobolum) es una cosa que está
colocada debajo, un regalo prenupcial. Usualmente se dice que en la palabra símbolo hay que
entender el unir en el sentido de conjetura; pero si ese fuera el caso, deberíamos descubrir que
algunas veces, por lo menos, significó una conjetura, un significado que puede buscarse en vano
en la literatura. Pero los griegos usaban con mucha frecuencia "unir" (sumballein) para significar el
hacer un contrato o un acuerdo. Luego, encontramos el símbolo (sumbolon) usado antiguamente
y a menudo para significar un acuerdo o un contrato. Aristóteles llama al nombre "símbolo", esto
es, signo convencional4. En Grecia5, un reloj de fuego es un "símbolo", esto es, una señal
acordada; un estandarte o una bandera es un "símbolo", una contraseña es un "símbolo", una
insignia es un "símbolo"; el credo de una iglesia se llama símbolo, porque sirve como insignia o
lema; una entrada de teatro se llama "símbolo"; todo ticket o cheque que le da a uno derecho a
recibir algo es un "símbolo". Además, toda expresión de sentimiento se llamó un "símbolo". Tales
fueron los principales significados de la palabra en el lenguaje original. El lector juzgará si son
suficientes para justificar mi afirmación de que no estoy forzando seriamente la palabra al
emplearla como estoy proponiendo hacerlo.

Toda palabra corriente, como "dar", "pájaro", "matrimonio", es un ejemplo de un símbolo. Es


aplicable a todo lo que puede encontrarse que realiza la idea conectada con la palabra; no
identifica, por sí misma, esas cosas. No nos muestra un pájaro, ni realiza delante de nuestros ojos

una donación ni un matrimonio, pero se supone que somos capaces de imaginar esas cosas, y de
haber asociado la palabra con ellas.

§7. Puede observarse una progresión regular de uno, dos, tres en los tres tipos de signos,
Semejanza, Índice, Símbolo. La semejanza no tiene una conexión dinámica con el objeto que
representa; simplemente sucede que sus cualidades se parecen a las de ese objeto, y provoca
sensaciones análogas en la mente para la que es una semejanza. Pero realmente se encuentra
desconectado de ellas. El índice está conectado físicamente con su objeto; hacen un par
orgánico. Pero la mente que interpreta no tiene nada que ver con esa conexión, excepto
observarla después de que se ha establecido. El símbolo está conectado con su objeto en virtud
de la idea de la mente que usa símbolos, sin la cual no existiría tal conexión.

Toda fuerza física reacciona entre un par de partículas, de las que cualquiera puede servir
como un índice de la otra. Por otro lado, encontraremos que toda operación intelectual implica una
tríada de símbolos.

§8. Un símbolo, como hemos visto, no puede indicar ninguna cosa particular; denota una
clase de cosa. No sólo eso, sino que él mismo es una clase y no una cosa singular. Puedes
escribir la palabra "estrella"; pero eso no te hace el creador de la palabra, ni, si la borras, has
destruido la palabra. La palabra vive en las mentes de quienes la usan. Incluso si todos ellos
están dormidos, existe en su memoria. Así pues podemos admitir, si hubiese razón para hacerlo,
que los generales son meras palabras sin decir en absoluto, como Ockham supuso 6, que son
realmente individuos.

Los símbolos crecen. Llegan a existir mediante el desarrollo de otros signos, particularmente
de las semejanzas o a partir de signos mixtos que tienen algo de la naturaleza de las semejanzas
y de los símbolos. Pensamos sólo con signos. Estos signos mentales son de naturaleza mixta; las
partes simbólicas de ellos se llaman conceptos. Si un hombre hace un nuevo símbolo, es
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mediante pensamientos que implican conceptos. Así pues, sólo a partir de los símbolos puede
crecer un símbolo nuevo. Omne symbolum de symbolo7. Un símbolo, una vez que es, se extiende
entre las gentes. En el uso y en la experiencia crece su significado. Palabras tales como fuerza,
ley, riqueza, matrimonio, tienen para nosotros significados muy diferentes de aquellos que tuvieron
para nuestros antepasados bárbaros. El símbolo puede decirle al hombre, como la esfinge de
Emerson8,

De tu ojo soy la mirada.

§9. En todo razonamiento, tenemos que usar una mezcla de semejanza, índices y símbolos.
No podemos prescindir de ninguno de ellos. El todo complejo puede ser llamado símbolo; ya que
su carácter simbólico y vital es el que prevalece. No hay que despreciar siempre a una metáfora:
aunque se diga que un hombre está compuesto por tejidos vivientes, a pesar de todo porciones de
sus uñas, dientes, pelo y huesos, que son muy necesarios para él, han dejado de experimentar
los procesos metabólicos que constituyen la vida, y hay líquidos en su cuerpo que no están vivos.
Ahora bien, podemos comparar los índices que usamos al razonar con las partes duras del
cuerpo, y las semejanzas que usamos con la sangre: una nos mantiene rígidamente sobre las
realidades, la otra con sus rápidos cambios proporciona el alimento para el cuerpo principal del
pensamiento.

Supongamos un hombre que razona como sigue: La Biblia dice que Enoch y Elías fueron
llevados al cielo; entonces, o la Biblia yerra, o tampoco es estrictamente cierto que todos los
hombres son mortales. Lo que es la Biblia, y lo que es el mundo histórico de los hombres, a los
que este razonamiento se refiere, debe mostrarse por medio de índices. La persona que razona
hace algún tipo de diagrama mental por el que observa que su conclusión alternativa debe ser
verdadera, si la premisa lo es; y ese diagrama es un icono o semejanza. El resto son símbolos; y

el todo puede considerarse como un símbolo modificado. No es una cosa muerta, sino que lleva a
la mente de un punto a otro. El arte de razonar es el arte de ordenar tales símbolos, y de
encontrar la verdad.

Notas

1. los números de la sección, que en el manuscrito comienzan en el § 31, comienzan aquí con el §
1, ya que no está incluido el primer capítulo del proyectado libro de Peirce.
2. El libro II de Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift se abre con un mapa imaginario de
Brobdingnag que se va convirtiendo en un mapa de la costa del Pacífico Norte Americano.
3. Peirce escribió "signos" en lugar de "índices", un error dado el contexto precedente. Algunos de
los primeros escritos, sin embargo, se refieren efectivamente a los índices como "signos" (véase
EP1:7).
4. De interpretatione, II, 16a.12.
5. Peirce escribió "en griego" en lugar de "en Grecia", porque estaba trabajando con la lista de
traducciones alternativas proporcionadas por el Léxico Griego-Inglés de Liddell y Scott en la
entrada de sumbolon.
6. Cf. Summa totius logicae, part I, cap. 14, de Guillermo de Ockham.
7. "Todo símbolo se sigue de un símbolo".
8. Peirce cita a menudo este verso de la estrofa catorce del poema de Emerson "La Esfinge" (Dial,
Enero 1841).
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PEIRCE, Charles S. (c. 1893-1903), El icono, el índice y el símbolo, Fuente textual en CP


2.274-308Traducción castellana de Sara Barrena (2005)

1. ÍCONOS E HIPOÍCONOS

2.274 Un signo o representamen es un Primero que está en una relación triádica genuina tal
con un Segundo, llamado su Objeto, que es capaz de hacer que un Tercero, llamado su
Interpretante, asuma la misma relación triádica con su Objeto que aquella en la que está él mismo
respecto al mismo Objeto. La relación triádica es genuina, esto es, sus tres miembros están
vinculados por ella de una forma que no consiste en ningún complejo de relaciones diádicas. Esa
es la razón por la que el Interpretante, o Tercero, no puede estar en una mera relación diádica con
el Objeto, sino que debe estar con él en la misma relación que aquella en la que está el
Representamen mismo. La relación triádica en la que está el Tercero tampoco puede ser
meramente similar a aquella en la que está el Primero, pues esto convertiría la relación del
Tercero con el Primero en una mera Segundidad degenerada. El Tercero debe en efecto estar en
una relación tal, y de este modo debe ser capaz de determinar un Tercero propio; pero, además
de eso, debe tener una segunda relación triádica en la que el Representamen, o más bien la
relación de éste con su Objeto, será su propio Objeto (del Tercero), y debe ser capaz de
determinar a un Tercero respecto a esa relación. Todo esto debe ser igualmente verdadero
respecto a los Terceros de los Terceros, y así indefinidamente; y esto, y más, está implicado en la
idea común de Signo; y tal y como se usa aquí el término Representamen, no está implicado nada
más. Un Signo es un Representamen con un Interpretante mental. Posiblemente puede haber
Representamenes que no sean Signos. De este modo si un girasol, al girar hacia el sol, llega a ser
por ese mismo acto completamente capaz, sin ninguna otra condición, de reproducir un girasol
que gira hacia el sol de una forma exactamente correspondiente, y de hacerlo con el mismo poder
reproductivo, el girasol llegaría a ser un Representamen del sol. Pero el pensamiento es el modo
de representación principal, si no el único.

2.275 La división más fundamental de los signos es en Iconos, Índices y Símbolos. A saber,
aunque ningún Representamen funciona realmente como tal hasta que determina efectivamente a
un Interpretante, sin embargo, llega a ser un Representamen tan pronto como es totalmente
capaz

de hacerlo; y su Cualidad Representativa no es necesariamente dependiente de que alguna vez


determine efectivamente a un Interpretante, ni siquiera de que tenga realmente un Objeto.

2.276 Un ícono es un Representamen cuya Cualidad Representativa es una Primeridad de él


como un Primero. Esto es, una cualidad que tiene qua cosa hace que se adecue a ser un
representamen. De este modo, cualquier cosa es adecuada para ser un Sustituto de algo a lo que
se parece. (La concepción de "sustituto" implica la de propósito, y de este modo la de Terceridad
genuina). Veremos si hay otras clases de sustitutos o no. Un Representamen por Primeridad sólo,
puede tener únicamente un Objeto similar. De este modo, un Signo por Contraste denota a su
objeto sólo en virtud de un contraste, o Segundidad, entre dos cualidades. Un signo por
Primeridad es una imagen de su objeto, y más estrictamente hablando, sólo puede ser una idea,
pues debe producir una idea Interpretante, y un objeto externo provoca una idea mediante una
reacción sobre el cerebro. Pero más estrictamente hablando, ni siquiera una idea, excepto en el
sentido de una posibilidad, o Primeridad, puede ser un Icono. Una posibilidad sola es un icono
simplemente en virtud de su cualidad, y su objeto sólo puede ser una Primeridad. Pero un signo
puede ser icónico, esto es, puede representar a su objeto principalmente por su semejanza, sin
importar cuál sea su modo de ser. Si se requiere un sustantivo, un representamen icónico puede
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denominarse un hipoícono. Cualquier imagen material, como una pintura, es ampliamente
convencional en su modo de representación, pero en sí misma, sin ninguna leyenda o rótulo,
puede denominarse un hipoícono.

2.277 Los hipoíconos pueden dividirse de forma burda de acuerdo al modo de Primeridad del
que participan. Aquellos que participan de cualidades simples, o Primeridades Primeras, son
imágenes; aquellos que representan relaciones, principalmente diádicas, o consideradas así, de
las partes de una cosa mediante relaciones análogas en sus propias partes, son diagramas;
aquellos que representan el carácter representativo de un representamen representando un
paralelismo en algo distinto, son metáforas.

2.278 El único modo de comunicar directamente una idea es por medio de un icono, y cada
método indirecto de comunicar una idea debe depender, para ser establecido, del uso de un
icono. Por tanto, toda afirmación debe contener un icono o conjunto de iconos, o bien debe
contener signos cuyo significado sea explicable sólo mediante iconos. La idea que el conjunto de
iconos (o el equivalente a un conjunto de iconos) contenido en una afirmación significa puede
denominarse predicado de la afirmación.

2.279 Volviendo ahora a la evidencia retórica, es un hecho familiar que hay representaciones
tales como los iconos. Cada imagen (sin importar lo convencional que sea su método) es
esencialmente una representación de esa clase. También lo es todo diagrama, incluso aunque no
haya parecido sensorial entre él y su objeto, sino sólo una analogía entre las relaciones de las
partes de cada uno. Particularmente merecedores de atención son los iconos en los que el
parecido es ayudado por reglas convencionales. De este modo, una fórmula algebraica es un
icono, convertido en tal por las reglas de conmutación, asociación y distribución de los símbolos.
Puede parecer a primera vista que llamar icono a una expresión algebraica es una clasificación
arbitraria, que podría también, o mejor, considerarse como un signo convencional compuesto.
Pero no es así, pues una gran propiedad distintiva del icono es que mediante su observación
directa pueden descubrirse más verdades relativas a su objeto que aquellas que bastan para
determinar su construcción. De este modo, por medio de dos fotografías puede trazarse un mapa,
etc. Dado un signo convencional u otro signo general de un objeto, para deducir alguna verdad

distinta a aquella que significa explícitamente, es necesario, en todos los casos, reemplazar ese
signo por un icono. Esa capacidad de revelar la verdad inesperada es precisamente aquello en lo
que consiste la utilidad de las fórmulas algebraicas, de modo que el carácter icónico es el que
prevalece.

2.280 Que los iconos de clase algebraica, aunque normalmente muy simples, existen en
todas las proposiciones gramaticales ordinarias es una de las verdades filosóficas que la lógica
booleana saca a la luz. En toda escritura primitiva, como los jeroglíficos egipcios, hay iconos de
clase no-lógica, los ideogramas. En la forma de habla más temprana, había probablemente un
gran elemento de imitación. Pero en todas las lenguas conocidas, tales representaciones han sido
reemplazadas por signos auditivos convencionales. Estos, sin embargo, son tales que solo
pueden explicarse mediante iconos. Pero en la sintaxis de cada lengua hay iconos lógicos de los
que son ayudados por reglas convencionales.

2.281 Las fotografías, especialmente las fotografías instantáneas, son muy instructivas,
porque sabemos que en ciertos aspectos son exactamente como los objetos que representan.
Pero este parecido es debido a que las fotografías han sido producidas bajo circunstancias tales
que estaban físicamente forzadas a corresponder punto por punto con la naturaleza. En ese
aspecto entonces pertenecen a la segunda clase de signos, aquellos por conexión física. El caso
es diferente si supongo que las cebras son probablemente obstinadas, o animales desagradables
de otra manera, porque parecen tener una semejanza general con los burros, y los burros son
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tercos. Aquí el burro sirve precisamente como una semejanza probable de la cebra. Es verdad
que suponemos que la semejanza tiene una causa física en la herencia; pero, entonces, esa
afinidad hereditaria sólo es en sí misma una inferencia a partir del parecido entre los dos
animales, y no tenemos (como en el caso de la fotografía) ningún conocimiento independiente
acerca de las circunstancias de la producción de las dos especies. Otro ejemplo del uso de un
parecido es el diseño que hace un artista de una estatua, composición pictórica, construcción
arquitectónica o pieza decorativa, mediante cuya contemplación puede averiguar si lo que se
propone será bello y satisfactorio. La cuestión planteada se responde de este modo casi con
certeza, porque tiene que ver con cómo será afectado el artista mismo. Se encontrará que el
razonamiento de los matemáticos gira principalmente sobre el uso de los parecidos, que son las
bisagras mismas de las puertas de su ciencia. La utilidad de los parecidos para los matemáticos
consiste en que sugieren de una forma muy precisa nuevos aspectos de supuestos estados de
cosas.

2.282 Muchos diagramas no se parecen en absoluto a sus objetos en la apariencia; sus


parecidos consisten sólo en las relaciones de sus partes. De este modo, podemos mostrar la
relación entre las diferentes clases de signos mediante una llave:

Signos:

• Iconos

• Índices

• Símbolos

Esto es un icono. Pero el único aspecto en el que se parece a su objeto es en que la llave
muestra que las clases de iconos, índices y símbolos han de estar relacionadas unas con otras y
con la clase general de signos, como realmente lo están, de una forma general. Cuando en
álgebra escribimos ecuaciones una debajo de otra en un orden regular, especialmente cuando
ponemos letras parecidas para coeficientes correspondientes, ese orden es un icono. Éste es un
ejemplo:

a [1]x + b[1]y = n[1],

a[2]x + b[2]y = n[2].

Este es un icono en tanto que hace que parezcan semejantes las cantidades que están en
relaciones análogas con el problema. De hecho, toda ecuación algebraica es un icono en tanto
que exhibe por medio de los signos algebraicos (que en sí mismos no son iconos), las relaciones
de las cantidades implicadas.

Puede cuestionarse si todos los iconos son semejanzas o no. Por ejemplo, si se exhibe un
hombre bebido para mostrar, por contraste, la excelencia de la templaza, eso es ciertamente un
icono, pero puede dudarse si es o no una semejanza. La cuestión parece algo trivial.

2. ÍNDICES GENUINOS Y DEGENERADOS

2.283 Un Índice o Sema es un Representamen cuyo carácter Representativo consiste en que


es un segundo individual. Si la Segundidad es una relación existencial, el Índice es genuino. Si la
Segundidad es una referencia, el Índice es degenerado. Un Índice genuino y su Objeto deben ser
individuos existentes (ya sean cosas o hechos), y su Interpretante inmediato debe ser del mismo
carácter. Pero, ya que todo individuo debe tener caracteres, se sigue que un Índice genuino puede
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contener una Primeridad, y de este modo un Icono, como una parte constituyente de él. Todo
individuo es un Índice degenerado de sus propios caracteres.

2.284 Los subíndices o hiposemas son signos que se convierten en tales principalmente por
su conexión real con los objetos. De este modo, un nombre propio, demostrativo personal o
pronombre relativo, o la letra asignada a un diagrama, denotan lo que denotan debido a una
conexión real con su objeto, pero ninguno de ellos es un Índice, ya que no son individuos.

2.285 Examinemos algunos ejemplos de índices. Veo un hombre que camina balanceándose.
Esa es una indicación probable de que es marinero. Veo un hombre con las piernas arqueadas
con pantalones de pana, polainas y chaqueta. Esas son indicaciones probables de que es un
jinete o algo por el estilo. Un reloj de sol o un reloj normal indican la hora del día. Los geómetras
señalan con letras las diferentes partes de sus diagramas y luego usan esas letras para indicar
esas partes. Las letras son usadas de forma similar por abogados y por otras personas. De este
modo, decimos, si A y B están casados uno con otro y C es su hija mientras que D es hermano de
A, entonces D es tío de C. Aquí A, B, C y D cumplen la función de pronombres relativos, pero son
más convenientes puesto que no requieren una colocación especial de las palabras. Un golpe en
la puerta es un índice. Cualquier cosa que centra la atención es un índice. Cualquier cosa que nos
sobresalta es un índice, en tanto que señala la unión entre dos porciones de la experiencia. De
este modo una explosión tremenda indica que algo considerable sucede, aunque no sepamos
exactamente cuál es el evento, pero puede esperarse que se conecte con alguna otra experiencia.

2.286 Un barómetro bajo con un aire húmedo es un índice de lluvia. Esto es, suponemos que
las fuerzas de la naturaleza establecen una conexión probable entre el barómetro bajo con aire
húmedo y la lluvia que viene. Una veleta es un índice de la dirección del viento porque en primer
lugar toma realmente la misma dirección que el viento, de modo que hay una conexión real entre
ellos y, en segundo lugar, estamos constituidos de tal modo que, cuando vemos una veleta
señalando en una cierta dirección, nuestra atención se centra en esa dirección y, cuando vemos la
veleta girando con el viento, somos forzados por la ley de la mente a pensar que esa dirección
está conectada con el viento. La estrella polar es un índice, o un dedo que señala, que nos
muestra cuál es el norte. Un nivel de aire o una fluctuación del plomo es un índice de la dirección
vertical. Una vara para medir una yarda podría parecer a primera vista un icono de una yarda, y
así sería si simplemente se pretendiera mostrar una yarda tanto como puede verse y estimarse
que es una yarda. Pero el propósito mismo de una vara de una yarda es mostrar una yarda más

allá de lo que puede estimarse por su apariencia. Eso lo hace como consecuencia de una
comparación mecánica exacta hecha con la barra que está en Londres y que se denomina la
yarda. De este modo, es una conexión real la que da a la barra de una yarda su valor como
representamen, y por lo tanto es un índice y no un mero icono.

2.287 Cuando un cochero exclama "¡Eh!" para atraer la atención de un peatón y hacer que se
salve, en tanto que esa es una palabra significativa, es, como se verá más abajo, algo más que un
índice; pero en tanto que su finalidad es simplemente actuar sobre el sistema nervioso del que
escucha y hacer que salga del camino, es un índice, porque sirve para ponerle en conexión real
con el objeto, que es su situación relativa respecto al caballo que se aproxima. Supongamos que
dos hombres se encuentran en un camino y uno de ellos le dice al otro, "la chimenea de esa casa
está encendida". El otro mira a su alrededor y descubre una casa con persianas verdes y una
galería que tiene una chimenea humeando. Camina unas pocas millas y encuentra a un segundo
viajero. Como un Simón el Simple le dice, "la chimenea de esa casa está encendida". " ¿Qué
casa?", le pregunta el otro. "¡Oh!, una casa con persianas verdes y una galería", replica el simple.
" ¿Dónde está la casa?", pregunta el extraño. Desea algún índice que conecte su comprensión
con la casa significada. Las palabras solas no pueden hacer eso. Los pronombres demostrativos
"esto" y "eso" son índices, pues invitan al oyente a usar sus poderes de observación y a
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establecer así una conexión real entre su mente y el objeto; y si el pronombre demostrativo hace
eso —sin lo cual no se comprende su significado— va a establecer tal conexión y por lo tanto es
un índice. Los pronombres relativos, "quien" y "que", demandan actividad de observación de una
manera muy parecida, sólo que con ellos la observación ha de dirigirse a las palabras que van
antes. Los abogados usan A, B y C prácticamente como pronombres relativos muy efectivos. Para
mostrar lo efectivos que son podemos señalar que los Sres. Allen y Greenough en su admirable
Gramática latina (aunque demasiado breve en la edición de 1977), declaran que ninguna sintaxis
concebible podría hacer desaparecer del todo la ambigüedad de la siguiente frase, "A respondió a
B que él pensó que C (su hermano) era más injusto con él que con su propio amigo". Ahora bien,
cualquier abogado afirmaría eso con perfecta claridad, usando A, B y C como relativos de la
siguiente manera:

(A)

A contestó a B que él (B), pensó que C

(de A) (A)

(su hermano (de B)) era más injusto consigo mismo, (B) que con su

(de A)

propio amigo (de B)

(de C)

Las terminaciones que en cualquier lenguaje declinativo se añaden a las palabras


"gobernadas" por otras palabras, y que sirven para mostrar cuál es la palabra que gobierna
repitiendo lo que se expresa en algún otro lugar de la misma manera, son de esa manera índices
del mismo carácter que el pronombre relativo. Cualquier fragmento de poesía latina ilustra esto,
como por ejemplo la frase de doce líneas que comienza "Jam satis terris". Tanto en esas
terminaciones como en A, B y C se confía en una semejanza para dirigir la atención al objeto
correcto. Pero esto no les convierte en iconos de ninguna manera importante, pues no tiene
importancia cuál sea la forma de las letras A, B y C o cuáles sean las terminaciones. La
circunstancia importante no es meramente que una ocurrencia de una A sea como una ocurrencia

anterior, sino que se comprenda que letras semejantes estarán por la misma cosa, y esto actúa
como una fuerza que dirige la atención desde una ocurrencia de A a la anterior. Un pronombre
posesivo es un índice de dos maneras: primero indica al poseedor y, segundo, tiene una
modificación que sintácticamente dirige la atención a la palabra que denota la cosa poseída.

2.288 Algunos índices son instrucciones más o menos detalladas de lo que el oyente ha de
hacer para ponerse en conexión experiencial directa o en otra conexión con la cosa significada.
Así por ejemplo, el Servicio de Guardacostas edita "Avisos a los marineros", dando la latitud y
longitud, cuatro o cinco puntos de referencia de objetos prominentes etc. y diciendo que hay una
roca, banco de arena, boya o baliza. Aunque habrá otros elementos en tales instrucciones, sin
embargo son principalmente índices.

2.289 Junto con tales instrucciones indéxicas de qué hacer para encontrar el objeto
significado, deberían clasificarse esos pronombres que se denominarían pronombres selectivos [o
cuantificadores] porque informan al oyente de cómo ha de elegir uno de los objetos propuestos,
pero que los gramáticos denominan con la tan indefinida designación de pronombres indefinidos.
Dos variedades de estos son particularmente importantes en lógica, los selectivos universales
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tales como quivis, quilibet, quisquam, ullus, nullus, nemo, quisque, uterque, y en castellano
"algún", "cada", "todo", "no", "ningún", "cualquier cosa", "cualquiera", "todo", "alguien", "nadie".
Estos significan que el oyente tiene libertad para elegir cualquier caso que quiera dentro de los
límites expresados o comprendidos, y la afirmación ha de aplicarse a ese caso. La otra variedad
lógicamente importante consiste en los selectivos particulares, quis, quispiam, nescio, quis,
aliquis, quidam y en castellano "algo", "alguno", "alguien", "un", "cierto", "uno u otro", "adecuado",
"uno".

Junto con los pronombres anteriores están expresiones tales como "todos menos uno", "uno
o dos", "unos pocos", "casi todos", "todos los demás", etc. Junto con los pronombres han de
clasificarse los adverbios de lugar y tiempo, etc.

No muy diferentes a estos son "el primero", "el último", "el séptimo", "dos tercios de", "miles
de", etc.

2.290 Otras palabras indéxicas son las preposiciones y frases preposicionales, tales como "a
la derecha (o a la izquierda) de". Derecha e izquierda no pueden distinguirse mediante ninguna
descripción general. Otras preposiciones significan relaciones que, quizá, pueden describirse,
pero cuando se refieren, como hacen con más frecuencia de lo que se supondría, a una situación
relativa al lugar y actitud del hablante (observados o que se supone que son conocidos
experimentalmente) respecto a los del oyente, entonces el elemento indéxico es el elemento
dominante.

2.291 Los iconos y los índices no afirman nada. Si un icono pudiera interpretarse mediante
una frase, esa frase debería estar en un "modo potencial", esto es, meramente diría, "supón que
una figura tiene tres lados", etc. Si un índice se interpretara así, el modo debería ser imperativo o
exclamativo , como "¡mira ahí!" o "¡cuidado!". Pero la clase de signos que vamos a considerar
ahora están, por naturaleza, en el modo "indicativo" o, como debería llamarse, declarativo. Por
supuesto, pueden servir para la expresión de algún otro modo, ya que podemos declarar que las
afirmaciones son dudosas, o meras interrogaciones, o requeridas imperativamente.

3. LA NATURALEZA DE LOS SÍMBOLOS

2.292 Un Símbolo es un Representamen cuyo carácter Representativo consiste


precisamente en que es una regla que determinará su Interpretante. Todas las palabras, frases,
libros y otros signos convencionales son Símbolos. Hablamos de escribir o pronunciar la palabra
"hombre", pero es sólo una réplica, o encarnación de la palabra, que se pronuncia o se escribe. La

palabra en sí misma no tiene ninguna existencia, aunque tiene un ser real que consiste en el
hecho de que los existentes se conformarán a ella. Es un modo general de sucesión de seis
sonidos o representamenes de sonidos que llegan a ser un signo sólo por el hecho de que un
hábito, o ley adquirida, hará que sus réplicas sean interpretadas como significando un hombre u
hombres. La palabra y su significado son ambas reglas generales, pero, de las dos, sólo la
palabra prescribe las cualidades de sus réplicas en sí mismas. De otro modo la "palabra" y su
"significado" no difieren, a menos que se otorgue a "significado" algún sentido especial.

2.293 Un Símbolo es una ley o regularidad del futuro indefinido. Su Interpretante debe ser de
la misma descripción, y así debe ser también el Objeto inmediato completo, o significado. Pero
una ley gobierna necesariamente, o "es encarnada en", individuos, y prescribe algunas de sus
cualidades. En consecuencia, un constituyente de un Símbolo puede ser un Índice, y un
constituyente puede ser un Icono. Un hombre que camina con un niño levanta su brazo en el aire
y dice, "allí hay un globo". El brazo que señala es una parte esencial del símbolo, sin la cual éste
no transmitiría ninguna información. Pero si el niño pregunta, "¿qué es un globo?", y el hombre
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responde, "es algo parecido a una gran pompa de jabón", convierte a la imagen en una parte del
símbolo. De este modo, mientras que el objeto completo de un símbolo, es decir, su significado,
es de la naturaleza de una ley, debe denotar algo individual y debe significar un carácter. Un
símbolo genuino es un símbolo que tiene un significado general. Hay dos clases de símbolos
degenerados, el Símbolo Singular cuyo objeto es un individual existente, y que significa sólo esos
caracteres que como individual puede realizar, y el Símbolo Abstracto, cuyo único Objeto es un
carácter.

2.294 Aunque el Interpretante inmediato de un Índice debe ser un Índice, sin embargo, ya
que su Objeto puede ser el Objeto de un Símbolo Individual [Singular], el Índice puede tener un
Símbolo tal como su Interpretante indirecto. Incluso un Símbolo genuino puede ser un
Interpretante imperfecto de él. De modo que un icono puede tener un Índice degenerado, o un
Símbolo Abstracto, como Interpretante indirecto, y un Índice genuino o Símbolo como
Interpretante imperfecto.

2.295 Un Símbolo es un signo naturalmente adecuado para declarar que el conjunto de


objetos que es denotado por cualquier conjunto de índices que pueda vincularse con él de
distintas maneras es representado por un icono asociado con él. Para mostrar lo que significa esta
complicada definición, tomemos como ejemplo de símbolo la palabra "amó". Asociada a esta
palabra hay una idea, que es el icono mental de una persona que ama a otra. Ahora bien, hemos
de entender que "amó" ocurre en una frase, pues lo que pueda significar por sí misma, si es que
significa algo, no es la cuestión. Dejemos entonces que la frase sea "Ezequiel amó a Hulda".
Ezequiel y Hulda, entonces, deben ser o contener índices, pues sin índices es imposible designar
aquello de lo que uno está hablando. Cualquier mera descripción dejaría incierto si serían meros
personajes de una canción. Pero lo sean o no, los índices pueden designarlos. Ahora bien, el
efecto de la palabra "amó" es que el par de objetos denotados por el par de índices Ezequiel y
Hulda es representado por el icono o por la imagen que tenemos en nuestras mentes de un
amante y su amado.

2.296Lo mismo es igualmente verdadero de cada verbo en modo indicativo y por supuesto de
todo verbo, pues los otros modos son meramente declaraciones de un hecho algo diferente del
expresado por el modo indicativo. En cuanto al nombre, teniendo en cuenta el significado que
tiene en la frase y no en tanto que está por sí mismo, se considera más convenientemente como
una porción de un símbolo. De este modo la frase, "todo hombre ama a una mujer" es equivalente
a "cualquier cosa que sea un hombre ama algo que es una mujer". Aquí "cualquier cosa" es un
índice selectivo universal, "es un hombre" es un símbolo, "ama" es un símbolo, "algo que" es un
índice selectivo particular, y "es una mujer" es un símbolo.

2.297 La palabra Símbolo tiene tantos significados que sería un perjuicio para el lenguaje
añadir uno nuevo. No creo que la significación que le otorgo, la de un signo convencional, o una
que depende del hábito (adquirido o innato), sea tanto un nuevo significado como una vuelta al
significado original. Etimológicamente debería significar una cosa unida, así como émbolo
(embolum) es una cosa que entra en algo, un pasador, y parábola (parabolum) es una cosa
arrojada, seguridad colateral, e hipóbolo (hypobolum) es una cosa arrojada debajo, un regalo
prenupcial. Se dice usualmente que en la palabra símbolo el unirse debe entenderse en el sentido
de "conjeturar"; pero si ese fuera el caso encontraríamos que, por lo menos a veces, significa una
conjetura, un significado que puede buscarse en vano en toda la literatura. Pero los griegos
usaron "unir" (symballein) muy frecuentemente para significar el hacer un contrato o convenio.
Ahora bien, con frecuencia y desde antiguo encontramos símbolo (symbolon) usado para
significar un contrato o convenio. Aristóteles llama al nombre un "símbolo", esto es, un signo
convencional. En griego, la fogata que se enciende para avisar es un "símbolo", esto es, una señal
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sobre la que se está de acuerdo; una bandera o estandarte es un "símbolo"; un santo y seña es
un "símbolo"; un distintivo es un "símbolo"; el credo de una iglesia se llama "símbolo" porque sirve
como distintivo o dogma; una entrada de teatro se llama "símbolo"; cualquier vale o cheque que le
autoriza a uno a recibir algo es un "símbolo". Más aún, cualquier expresión de sentimiento se
llama un "símbolo". Esos eran los principales significados de la palabra en el lenguaje original. El
lector juzgará si son suficientes para sostener mi afirmación de que no estoy distorsionando
seriamente la palabra al emplearla como me propongo hacer.

2.298 Cualquier palabra ordinaria como "dar", "pájaro", "matrimonio" es un ejemplo de


símbolo. Es aplicable a cualquier cosa que se encuentre que realiza la idea conectada con la
palabra. En sí misma, no identifica a esas cosas. No nos muestra un pájaro, ni realiza delante de
nosotros una donación o un matrimonio, pero supone que somos capaces de imaginar esas cosas
y que hemos asociado la palabra con ellas.

2.299 En los tres órdenes de signos, Icono, Índice, Símbolo, puede señalarse una progresión
regular de uno, dos, tres. El icono no tiene conexión dinámica con el objeto que representa;
simplemente sucede que sus cualidades se parecen a las de ese objeto, y provocan sensaciones
análogas en la mente para la que es una semejanza. Pero realmente permanece sin conexión con
ellas. El índice está conectado físicamente con su objeto; hacen un par orgánico, pero la mente
que lo interpreta no tiene nada que ver con esa conexión, excepto señalarla una vez establecida.
El símbolo se conecta con su objeto en virtud de la idea de la mente que usa símbolos, sin la que
no existiría ninguna conexión.

2.300 Toda fuerza física reacciona entre un par de partículas, cada una de las cuales puede
servir como índice de la otra. Por otra parte, encontraremos que cada operación intelectual implica
una tríada de símbolos.

2.301 Un símbolo, como hemos visto, no puede indicar ninguna cosa particular, denota una
clase de cosas. No sólo eso, sino que es en sí mismo una clase y no una cosa singular. Puedes
escribir la palabra "estrella", pero eso no te convierte en creador de la palabra, ni tampoco si la
borras has destruido la palabra. La palabra vive en las mentes de aquellos que la usan. Incluso si
están todos dormidos, existe en su memoria. De modo que podemos admitir, si existe razón para
hacerlo, que los generales son meras palabras, sin decir en absoluto, como Ockham suponía, que
son realmente individuos.

2.302 Los símbolos crecen. Llegan a ser por desarrollo a partir de otros signos,
particularmente de los iconos, o de signos mixtos que participan de la naturaleza de los iconos y
de los símbolos. Pensamos sólo en signos. Esos signos mentales son de naturaleza mixta. Sus
partes simbólicas se llaman conceptos. Si un hombre hace un nuevo símbolo, es a través de
pensamientos que envuelven conceptos. De modo que un nuevo símbolo puede crecer sólo a
partir de símbolos. Omne symbolum de symbolo. Un símbolo, una vez que es, se extiende entre

las gentes. En el uso y en la experiencia, su significado crece. Palabras tales como fuerza, ley,
riqueza, matrimonio, tienen para nosotros significados muy diferentes de aquellos que tenían para
nuestros bárbaros antepasados. El símbolo puede decirle al hombre, como la esfinge de
Emerson:

De tu ojo soy la pupila.

4. SIGNO:
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2.303 Algo que hace que alguna otra cosa (su interpretante) se refiera a un objeto al que él
mismo se refiere (su objeto) de la misma manera, el interpretante llegando a ser a su vez un
signo, y así hasta el infinito.

Sin duda, la consciencia inteligente debe entrar en la serie. Si la serie de interpretantes


sucesivos llega a un final, el signo es por eso considerado al menos como imperfecto. Si una idea
interpretante, habiendo sido determinada en una consciencia individual, no determina ningún
signo exterior, sino que esa consciencia llega a ser aniquilada o pierde de otra manera toda
memoria o cualquier otro efecto significante del signo, llegará a ser absolutamente imposible
descubrir que alguna vez hubo tal idea en esa consciencia; y en ese caso es difícil ver cómo
podría tener algún significado decir que esa consciencia tuvo alguna vez la idea, puesto que el
decirlo sería un interpretante de esa idea.

2.304 Un signo es o bien un icono, un índice o un símbolo. Un icono es un signo que


poseería el carácter que le convierte en significante incluso aunque su objeto no existiera, así
como una raya de lápiz representa una línea geométrica. Un índice es un signo que perdería al
instante el carácter que le convierte en signo si su objeto desapareciera, pero no perdería ese
carácter si no hubiese interpretante. Tal, por ejemplo, es un trozo de madera con un orificio de
bala en él como señal de disparo, pues sin disparo no habría habido orificio. Pero hay un orificio
ahí, tenga alguien el buen sentido de atribuírselo a un disparo o no. Un símbolo es un signo que
perdería el carácter que lo convierte en signo si no hubiera interpretante. Tal es cualquier
expresión de habla que significa lo que significa sólo en virtud de que se comprende que tiene esa
significación.

5. ÍNDICE:

2.305 Un signo, o representación que se refiere a su objeto no tanto a causa de alguna


similaridad o analogía con él, ni tampoco a causa de que esté asociado con caracteres generales
que de hecho ese objeto posee, sino porque está en conexión dinámica (incluida una conexión
espacial) tanto con el objeto individual, por una parte, como con los sentidos o memoria de la
persona para la que funciona como signo, por otra parte.

Ningún hecho concreto puede afirmarse sin el uso de algún signo que sirva como índice. Si A
le dice a B, "hay fuego", B preguntará, "¿dónde?". Por lo tanto A está obligado a recurrir a un
índice, incluso aunque sólo se esté refiriendo a algún lugar en el universo real, pasado y futuro. De
otro modo, sólo ha dicho que hay una idea tal como el fuego, lo que no proporcionaría ninguna
información, pues a menos que fuera ya conocida, la palabra "fuego" sería ininteligible. Si A señala
con su dedo el fuego, su dedo está conectado dinámicamente con el fuego, tanto como si una
alarma de incendios automática lo hubiera vuelto directamente en esa dirección, mientras que
también fuerza a los ojos de B a volverse en esa dirección, a que ponga su atención en eso y a
que su entendimiento reconozca que su pregunta ha sido respondida. Si la respuesta de A es "a
mil yardas de aquí", la palabra "aquí" es un índice, pues tiene exactamente la misma fuerza que si
hubiera señalado enérgicamente al suelo entre B y él. Más aún, la palabra "yarda", aunque está
por un objeto de clase general, es indirectamente indéxica, ya que los mismos palos para medir
una yarda son signos del modelo parlamentario, y eso no porque tengan cualidades similares,
pues todas las propiedades pertinentes de una barra pequeña son, hasta donde podemos percibir,

las mismas de una grande, sino porque cada una de ellas ha sido real o virtualmente llevada
hasta el prototipo y sujeta a ciertas operaciones dinámicas, mientras que la fuerza asociativa trae
a nuestras mentes, cuando vemos una de ellas, varias experiencias, y nos lleva a considerarlas
como relacionadas con una longitud fija, aunque puede que no hayamos reflexionado acerca de
que ese modelo es una barra material. Las consideraciones anteriores pueden llevar al lector a
suponer que los índices hacen referencia exclusiva a objetos de experiencia, y que no habría uso
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para ellos en la matemática pura, tratando, como hacen, con creaciones ideales, sin considerar si
se realizan en algún lugar o no. Pero las construcciones imaginarias del matemático, e incluso los
sueños, se aproximan tanto a la realidad como para tener un cierto grado de fijeza, y como
consecuencia de él pueden ser reconocidos e identificados como individuos. En resumen, hay una
forma degenerada de observación que se dirige a las creaciones de nuestras propias mentes,
usando la palabra observación en su sentido pleno, es decir, implicando algún grado de fijeza y
quasi-realidad en el objeto al que tratan de conformarse. En consecuencia, encontramos que los
índices son absolutamente indispensables en matemáticas, y hasta que se comprendió esta
verdad todos los esfuerzos para reducir a reglas la lógica de las relaciones triádicas y mayores
falló, mientras que, tan pronto como fue comprendida, el problema se solucionó. Las letras
ordinarias del álgebra que no presentan ninguna peculiaridad son índices. También lo son las
letras A, B, C, etc. asociadas a figuras geométricas. Los abogados y otras personas que tienen
que explicar un asunto complicado con precisión recurren a las letras para distinguir a los
individuos. Las letras usadas así son meros pronombres relativos mejorados. De este modo,
mientras que los pronombres demostrativos y personales son, tal y como se usan ordinariamente,
"índices genuinos", los pronombres relativos son "índices degenerados", pues aunque pueden
referirse accidental e indirectamente a cosas existentes, se refieren directamente, y sólo necesitan
referirse, a las imágenes en la mente que las palabras previas han creado.

2.306 Los índices pueden distinguirse de otros signos o representaciones por tres señales
características: primera, que no tienen ninguna semejanza significante con sus objetos; segunda,
que se refieren a individuos, a unidades singulares, a colecciones de unidades singulares, o a
continuos singulares; tercera, que dirigen la atención a sus objetos por fuerza ciega. Pero sería
difícil, si no imposible, tomar un caso de un índice absolutamente puro, o encontrar algún signo
absolutamente privado de cualidad indéxica. Psicológicamente la acción de los índices depende
de la asociación por contigüidad, y no de la asociación por semejanza o de operaciones
intelectuales.

6. SÍMBOLO:

2.307 Un signo que se constituye como signo mera o principalmente por el hecho de que es
usado y comprendido como tal, ya sea el hábito natural o convencional, y sin considerar los
motivos que originalmente gobernaron su selección.

Aristóteles usa Symbolon en este sentido muchas veces en el Peri hermeneias, en el


Sophistici Elenchi y en otros lugares.

2.308 THEMA: una palabra propuesta en 1635 por Burgersdicio [Burgerdijk] en su Lógica (I,
ii, parágrafo 1) para aquello "quod intellectui cognoscendum proponi potest", pero lo que parece
que él quiere decir es lo que Aristóteles en ocasiones expresa vagamente por logos, el objeto
inmediato de un pensamiento, un significado.

Es de la naturaleza de un signo, y en particular de un signo que llega a ser significante por un


carácter que reside en el hecho de que será interpretado como signo. Por supuesto nada es un
signo a menos que sea interpretado como signo, pero el carácter que hace que sea interpretado
como refiriéndose a su objeto puede ser uno que podría pertenecerle con independencia de su
objeto y aunque ese objeto no hubiera existido nunca, o puede estar en una relación respecto a su
objeto que sería exactamente la misma si fuera interpretado como signo o no. Pero el thema de

Burgersdicio parece ser un signo que, como una palabra, está conectado con su objeto por una
convención de que se entenderá así, o más bien por un instinto natural o acto intelectual que lo
toma como representativo de su objeto sin que tenga lugar necesariamente ninguna acción que
INSTITUTO DE FORMACIÓN DOCENTE “ DR. JUAN PUJOL” 26
PROFESORADO DE LENGUA PARA EGB 3 Y POLIMODAL
S E M I Ó T I C A

LIC. SERGIO DANIEL RUBIOLA


pudiera establecer una conexión fáctica entre signo y objeto. Si éste era el significado de
Burgersdicio, su thema es lo mismo que el "símbolo" del presente escritor.

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