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ie | ae acid RMS es) Mea a see sf ee i ge aaa es = y Gustavo G. Politis y Roberto D. Pe 7 ss Serie Teorica Numero 3 La arqueologia argentina y la primacia del objeto Javier Nastri Introduccién En el presente trabajo se propone examinar la relevancia de la nocién de rimacia del objeto para el anilisis critico de la practica arqueoldgica argentina Ja segunda mitad del siglo XX. Acufiada por Shanks y Tilley, dicha nocién fiere a la separacién entre hecho y valor y a la concentracién exclusiva de la flexién arqueolégica en el primero de ambos términos. Orientada por el ientificismo, deriva segiin los autores, en la identificacién “de aquello que &, ion aquello que deberia ser” (Shanks y Tilley 1987:48). De esta manera entrafia na posicién legitimante en relacidn al orden social y constituye uno de los pilares del aislamiento de la disciplina arqueoldgica del resto de las ciencias sociales. Las preguntas que surgen son varias: Puede afirmarse la presencia de esta posicion en la arqueologia argentina? ¢De ser asi, cuales han sido los marcos en los que se ha desarrollado la misma? ¢Cuiles los modos de legitimacién del orden social resultante? ¢Cull la relacién entre la mencionada posicién y el status del objeto material fuente de Jos datos arqueoldgicos? Se intentar’ demostrar que el principio de la primacfa del objeto se encuentra hondamente afirmado en el Ambito de la arqueologia argentina, pero que ha adoptado diversas formas de expresién a la luz de los cambios experimentados por la disciplina a Jo largo del siglo XX. A partir del abordaje critico de las periodizaciones de la historia de Ja arqueologia argentina y de algunas obras clave representativas de cada momento histérico, es posible sefialar aquellos modos de articulacién entre prictica cientifica, concepciones tebricas e implicancias ideoldgicas. Ideologia y practica arqueoldgica La cuestién de la primacia del objeto en arqueologia tiene que ver con la temitica de la vinculacién entre hecho y valor. Para Shanks y Tilley, * ‘Valor’ se refiere a una relacidn; es un significado, una significacidn para otro, para alguien. Une, por ejemplo, un objeto y una persona o dos personas” (Shanks y Tilley 1987:48)!, La generacién de dicha estructura de significado constituye a los saberes disciplinarios en ciencias humanas. Los anales y crénicas medievales sdlo Javier Nastri. Facultad de Filosoffa y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina Moreno 350 Capital Federal (1091). jnastri@filo.uba.ar 213 Javier Nastri enumeraban y acumulaban eventos; una historia, en cambio, posee una dimensi configurativa que otorga sentido a los hechos (White 1992). La presencia materi de los datos arqueoldgicos ha desviado la atencién de esta cuestion fundamental los hechos, por consiguiente, parecen hablar por si mismos: “Entonces al afirm ta primacia del objeto, la arqueologia afirma la inmediata apariencia, La ideologh implica violacién de la objetividad o de la libertad de valores; se refiere a la intrusion lo subjetivo al nivel del método. De modo que la mala interpretacién de los datos, inclus uuna mala representacién y distorsién sistemética en los datos debe ser producto de u Pensamiento patolégico del analista. La realidad inmediata del hecho nunca pueda después de todo, ser irracional” Shanks y Tilley 1987:48).. De esto tiltimo se desprende entonces, la identidad entre lo existente y lo necesario operada de modo tan frecuente el marco de los estudios arqueologicos. Y aqui si se establece una relacién significativa de un caricter inequivocamente conservador. Llegado a este punto entonces, se puede caracterizar a la primacfa del objet como una orientacién que busca limitar el trabajo arqueoldgico a una consideraciéi de los hechos, equiparando por lo general a los mismos con la presencia material de objetos’; todo lo cual desemboca en una justificacién de lo existente, Hacia el final del trabajo, se esbozan algunos lineamientos para la consideracién de los objeto materiales en un marco que no anule la significacién; aspecto crucial para la comprensién de los fenémenos humanos. Pero antes, resulta necesario destacar que por ms que la primacia del objeto sea motorizada por el cientificismo (Shanks y Tilley 1987:48), esto no quiere decir que fuera de dicho marco la ideologia se encuentre ausente. Un caso interesante es el de la rivalidad entre BE.UU, y México durante el siglo XIX. Desde 1850, aproximadamente, cada gobierno mexicano incosporé en las representaciones piblicas del estado los trabajos académicos que resaltaban la grandeza y sofisticacién de la civilizacién azteca. Por su parte, los trabajos de norteamericanos tales como Bancroft y Lewis Morgan apuntaban a sefialar que los restos arqueoldgicos de las sociedades que habitaron los actuales Arizona, Nueva México y Chihuahua no habfan tenido ninguna conexién con la sociedad azteca y, en consecuencia, México no tenia mayores derechos que EE.UU, sobre dichos territorios (Patterson 1995:36), Orquera y Piana han examinado los cambios en la visién occidental de los aborigenes canoeros de Tierra del Fuego, quienes durante los siglos XVI y XVII fueron descriptos como “indios feroces” por parte de los navegantes europeos que “..temian y querian ser temidos” (Orquera y Piana 1995:194). Los viajeros de fines del siglo XVII, en cambio, orgullosos de la propia civilizacién, no podian mis que mirar con condescendencia a los fueguinos como aborigenes indigentes, que en su misera situacién, eran incapaces siquiera de admirar los objetos de la civilizacién técnica. Esta visién se continué en cierta manera, en el sigho siguiente, yaen un marco de pensamiento evolucionista elaborado. Los aborigenes fueguinos Pasaron a constituir el ejemplo por excelencia del llamado primitivismo biologico; condicién que justificaba el dominio del blanco, naturalizindolo. Luego de que la 214 La arqueologia argentina y la primacia del objeto jacién aborigen fuera en parte exterminada y en parte convertida esivamente a mano de obra rural, la inmigracién nortefia arribada a la isla a ir de 1980 como consecuencia de las politicas de promocién industrial, produjo inversin del orden simbélico expresado en el paisaje urbano (nombres de jes, comercios, monumentos, etc.). De una retdrica de frontera fingidamente nica, se pasd a una situacién de omnipresencia de lo indigena en topénimos tropénimos (Vidal 1993). Ya desaparecida esa forma de vida aborigen icalmente diferente, la misma adquirié una nueva significacibn que, en vez de intar a resaltar la arbitrariedad del orden social impuesto por el conquistador, stituyé un conjunto de signos de pertenencia vacantes, que fueron tomados por recién Ilegados para establecer rapidos lazos de pertenencia capaces de igualar wuperar aquellos que poseian los habitantes blancos mas antiguos. No resulta dificil sefialar en cada uno de los casos comentados la estrecha lacién entre los intereses de los grupos involucrados y sus visiones del pasado’. fambién puede apreciarse un desfasaje entre el mencionado revival étnico en Tierra 1 Fuego desde fines de los aiios 80° y la reivindicacién antropoldgica’ que, menzada tres décadas antes, se habia mantenido distanciada del sentido comin la sociedad general’ Con la progresiva profesionalizacidn y diversificacién de las ciencias, la relacidn entre aginario social y la produccién académica pasé a estar mediada por un mayor néimero le instancias sociales que impiden una correlacién directa entre ideologia e intereses de ase. De este modo Bourdieu denomina “paralogismo del corto circuito” al intento de ner directamente en correspondencia: “...los productos culturales y las condiciones condmicas, sociales o politicas del momento [pues] al intentar establecer un vinculo recto entre términos muy alejados, se omite la mediacién esencial, esto es, el universo Social relativamente aut6nomo que constituye el campo de la produccién cultural. Este Imicrocosmos es también un mundo auténomo que constituye un mundo social, con su propia ldgica, dentro del cual los agentes persiguen metas de una clase muy particular yy obedecen a intereses que pueden ser totalmente desinteresados en otros sentidos; por ejemplo desde el punto de vista monetario.” (Bourdieu y Wacquant 1995:44). Para Bourdieu los intelectuales constituyen la fraccién dominada de la clase dominante. Extendiendo la Iégica econdmica a todas las pricticas sociales, sefiala que los agentes se comportan racionalmente en funcién de maximizar la acumulacién del capital’ en juego, para lo cual recurren a la implementacién de diferentes estrategias: conservacion de la estructura de distribucién del capital o bien subversion de la misma (Bourdieu y Wacquant 1995:67, 72). Dentro del campo cientifico' el capital en juego esta dado por la autoridad cientifica, que Bourdieu describe como constituida por la suma de capacidad técnica mis poder social. A medida que se acrecientan los recursos cientificos acumulados, aumenta correlativamente la autonomia del campo y se reduce el grupo que otorga el reconocimiento al conjunto de sabios-competidores (Bourdieu 1994). La legitimidad surge de la fuerza relativa de los grupos cuyos intereses expresan, pues no hay ninguna 215 instancia superior (ni al interior del campo, ni en las relaciones de clase) que legit las instancias de legitimidad.? No obstante lo anterior, las estrategias de acumulacién de capital cient no estin desvinculadas de los hechos relativos al avance del conocimiento, Mu veces fenémenos no contemplados en el paradigma vigente ponen en maf posturas de tipo herético y a veces sucede a la inversa (Bourdieu 1994:136-137), primero parece ser el caso del surgimiento de la Nueva Arqueologia, en relac a la polémica Binford-Bordes (Yacobaccio 1988:3); el segundo, el de la aparia de las corrientes post-procesuales (Patterson 1989:6). objeto y desarrollar sus implicancias ideolégicas en los diferentes moment histéricos. Las periodizaciones de la histéria de la arqueologia argentina En el cuadro de la Figura 1 pueden compararse diferentes periodizaciones ta historia de la arqueologia argentina'®, De izquierda a derecha, las dos prime se refieren a la historia de la arqueologia argentina en general, las dos que le sigue ala historia de la arqueologia del Noroeste Argentino y las dos tiltimas a la histor concentrado un mayor niimero de investigaciones. La periodizacién de Fernindez (1982) es en realidad doble: las tapas consigna cambios en el tipo de insercidn laboral de los investigadores, mientras que los period © modalidades (no incluidos en el cuadro-sintesis de la Figura 1) aluden a las tendenci tebricas de cada momento, presentadas de una manera que, a diferencia de los otros cas implica un menor grado de reduccionismo al poder representar la coexistenciay el pe relativo de dichas tendencias (Fernandez. 1982:48), La periodizacién de Madrazo (1985) es la que presenta mayor articulacién con la histo politica, principalmente en sus tiltimas etapas; el resto de las periodizaciones alude estrictamente a la historia de las ideas. La periodizacién de Boschin es la mas simple, reconociéndose pricticamente un tinico jalbn significativo: el momento de la hegemonta de a Escuela histérico-cultural, con un antes y un después". Borrero, por su parte, otorga tuna detallada identificacién de los componentes principales de los modelos de prictica arqueolégica vigentes en cada una de las iltimas tres décadas. No hace referencia a momentos previos (Borrero 1995). 216 La arqueologia argentina y la primacia del objeto seciles olopréctica paleo Decree (desde 1966) Dempderizacin unwesitaioy reciente perro ee aaa Figura 1. Periodizaciones de la historia de la arqueologia argentina, segt autores. 217 Les ros in diversos Javier Nastri Las dos periodizaciones acerca del Noroeste Argentino (la de Gonzilez de Olivera) son las que mas se involucran con una consideracidn de los cam| en la distribucién del capital cientifico al interior del campo arqueolégico, todos los casos puede apreciarse que en la década del '50 se verifica un € importante. Este corte tiene que ver con la incorporacién “...a la arqueol argentina de nuevos conceptos tedricos y metodoldgicos que enfatizan excavacién estratigrifica sistemdtica como base para la recoleccidn de informad de registro. Dos figuras se destacan en esta cruzada: Osvaldo Menghin y Albei Rex Gonzilez, siendo este tiltimo de particular relevancia para la arqueologia Noroeste Argentino. Uno de sus trabajos (Gonzdlez 1955) introduce los crite de secuencia y contexto para la interpretacién del proceso cultural prehispin en la regién valliserrana sur (Olivera 1994:9). El estudio de los registros contextuales de piezas de colecciones de museos ( técnicas computacionales) y la introduccién de la técnica de fechado absoluto medi carbono radioactivo son otras dos innovaciones que deben mucho a la labor de Gon: a quién le costé encontrar una insercién profesional en el medio arqueoldgico local a sus notables antecedentes de investigacién (Gonzilez 1990:15). Puede suponerse q no contaba con las credenciales de legitimacién propias de los arqueélogos formados las universidades de La Plata y Buenos Aires". Lo cierto es que tras obtener una posci en el campo cientifico, desarrollé una actitud herética muy activa alos efectos de imponi una nueva modalidad de trabajo en arqueologia. Las polémicas que entablara col colegas como F. Marquez Miranda y Ciro René Lafén, aparecen de manifiesto publicaciones de fines de la década del 50’, cuando la propuesta de Gonzalez esta alcanzando una expresién definida en relacién a la arqueologia del 4rea centr del Noroeste Argentino (Gonzalez 1993; Lafén 1958-59; Marquez Miranda 1962), La eritica explicita de Gonz4lez a una arqueologia anticuada y solidaria de cortiente Histérico-cultural de Viena refugiada en Buenos Aires tras la guerrall se limitaba entonces a cuestiones empiricas y metodoldgicas del estudio de ki prehistoria. Concretamente no dejaba de insistir en la necesidad de intensific las tareas de campo y de fechar los estratos arqueolégicos mediante la técnica d carbono radioactivo. En base a la opinién de los propios protagonistas (Gonzéleg 1993, 1998; Lafon 1958-59) la estructura de distribucién del capital cientifico en la arqueologia argentina a fines de la década del "50 estaba organizada en términog de la oposicién representada en la Figura 2. La opinién de los protagonistas es, por supuesto, interesada y por lo tanto no debe tomarse al pie de la letra, sino como fuente para el andlisis critico, Sin duda la oposicién entre las figuras de Menghin y GonzAlez en 1950 es notoria teniendo en cuenta las distintas_procedencias de ambos y, sobre todo, el reconocimiento mundial del primero como representante de la corriente histérico-cultural vienesa (Gf Childe 1994:35). Pero atendiendo a la prictica concreta del momento (como de hecho era el interés de la época), Menghin también aparece como un arqueélogo de campo que construye secuencias culturales (Gonzalez, 1985:511; Politis 1992:76), 218 La arqueologia argentina y la primacia del objeto ARQUEOLOGIA COMO ARQUEOLOGIA COMO I CIENCIA DISCIPLINA HISTORICA EE.UU. Europa en Wendell/Bennett Osvaldo Menghin trabajo de campo -trabajo de gabinete -cronologia -interpretacién integral de la cultura rma de superacién | Procedimientos técnicos Especulacién las limitaciones del stro Alberto Rex Gonzalez Ciro René Lafon igura 2. Esquema de oposiciones entre los dos modelos de practica arqueolégica vigentes en | Ambito argentino hacia fines de la década de 1950, segin Lafén (1958-59) y Rex Gonzalez 1993, 1998). iendo este dltimo el interés principal de los arquedlogos en ese momento, puede Jantearse que si bien en los afios 50” estaba todo dado para que se “enfrentaran” Argentina dos concepciones arqueolégicas radicalmente diferentes (Lafén 1958- 9:28), tal enfrentamiento nunca se dio en el plano teérico (of: Gonzilez 1993:101- (02). De manera que lo mas destacable es el consenso en torno al trabajo de campo la construccién de cronologias -ese “primer paso de la investigacién” (Lafn 1958-59:28) o instancia preponderantemente técnica (Nastri 1999a)-, mas que el potencial de debate tedrico que s6lo quedé latente, probablemente a causa de la vigencia desde tiempo atras de la primacia del objeto (of, Haber 1999), entre otros factores!, Por otra parte, como sefialan Farro et al. (1999:226-227): “Los testimonios orales de distintas fuentes y los trabajos en los que en ellos se basan procedentes de las décadas de 1980 y 1990, insisten en describir dos bandos representados por la Hamada escuela histérico-cultural, liderada por O. Menghin desde la Facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y el culturalismo norteamericano, liderado por Alberto Rex Gonzalez desde el Museo de la Universidad de La Plata, y las carreras de historia de las universidades de Rosario ¥ de Cérdoba. Esta vision de la época enmascara en realidad que por debajo de fesas dos figuras, las carreras se organizaron con profesores compartidos y orientaciones no tan cerradas”. Gonzilez formé una gran cantidad de disc{pulos en diversas universidades del interior del pais, entre quienes difundid su formacién antropolégica recibida en EE.UU. Luego varios de estos discipulos fueron particularmente receptivos a nuevos elementos tedricos surgidos en el seno de dicha tradicidn, como aspectos le la Nueva Arqueologfa (Farro et al. 1999). No obstante esto, no serian los primeros en entrar en contacto con la Nueva Arqueologia quienes se enrolarian “decididamente en dicha corriente (Farro et al. 1999:228). Fue una nueva generacién 219 Javier Nastri de arquedlogos (basicamente de las Universidades de Buenos Aires y La Plau que, a comienzos de los °80, abrazé la causa de la Nueva Arqueol norteamericana en su versin més reciente, constituyendo la “segunda bi histérica a la que se refiere Olivera (Figura 1). Con origenes diversos (histdi cultural, escuela tipoldgica francesa y otros), estos investigadores proclamaroi corte paradigmitico alrededor del marco ecolégico-sistémico que significd reformulacidn de la estructura del subcampo arqueolégico en la cual today posturas existentes hasta ese momento pasaron a formar parte de una mi ortodoxia ‘normativa o histérica” (Yacobaccio 1988:8). Resulta interesante ¢ la corriente “de los contextos y secuencias culturales” (Gonzalez 1985:509) representar en el nuevo sistema de oposiciones valores diferentes a los ostentara en las décadas del 50” y 60° (véase Figura 3)."" 3 El objeto como hecho Se ha mencionado la importancia del impulso dado por Gonzilez al trabajo de ca y ala datacién por carbono 14. De esta manera la labor de este investigador se plant franca oposicién a la préctica contrada en la interpretacidn de fuentes historicas momento de la conquista. Gonzalez demostré que poco podria avanzarse en conocimiento del pasado sin dedicar mayores esfuerzos al trabajo de campo. Esta op¢l implicaba ademas, por un lado, la separacién entre hecho y valor. En una nota criti un trabajo de Lafén, sefialaba por ejemplo: “Creemos que lo fundamental en el hi cientifico no son las opiniones personales, sino la objetividad y la solidez de argumentos que fundamentan esas opiniones” (Gonzalez 1959:316). En segundo lugar, la posicién de Gonzalez privilegiaba al objeto en contexto co fuente primordial de conocimiento para la disciplina arqueolégica. De esta elecd derivaron los més importantes avances generados desde la década del 60° hasta el prese Principalmente en el terreno del conocimiento de los trazados aldeanos y la cronol de los distintos tipos de artefactos. Respecto de esto ultimo, se preserva embargo el modelo de inventario patrimonial de las culturas (6f, Gonzal 1998:295), ampliindolo si, mis allé de lo corriente hasta el momento. NUEVA ARQUEOLOGIA PROCESUAL HISTORIA CULTURAL (ALA NORTEAMERICANA) estudio de antiguas tecnologias; Especialidades “estudios actualisticos" (de formacién del depésito excavado) estudio de antiguos estilos y tecnologias Modelos de adaptacién al ambiente, | estudio de la desigual distribucidy studi émic Estudios ecanémicos riesgo e incertidumbre del excedente Figura 3. Esquema de oposiciones entre los dos modelos de practica arqueolégica vigentes el 4mbito argentino hacia fines de la década de 1980. 220 La arqueologia argentina y la primacia del objeto Las implicancias ideoldgicas de esta coyuntura de reactualizacién de la ‘cia del objeto no pueden abordarse sin considerar el que debiera haber sido 4s trascendente aporte de Gonzalez a la arqueologia argentina, pero que en la tica quedé en segundo plano frente a las innovaciones técnicas mencionadas iormente: el marco tedrico evolucionista cultural. Habiéndose establecido iferencia entre hecho y valor a partir del permanente énfasis en el trabajo de po, la atencién se coloca en el primer término de la dicotomia. Luego, hay un lor que no se reconoce como tal porque parece emanar del objeto: la excelencia stica y/o técnica. En el marco evolucionista, dicho valor se traduce en eficiencia nica, todo lo cual se articula en una fundamentacién determinista tecnolégica. Creemos que el mecanismo basico del proceso evolutivo esta dado por la lacion dialéctica entre los sistemas simbélicos (sensu Cassirer), como la religidn, arte, la lengua, los sistemas de parentesco, etc., con los practicos utilitarios, ecialmente los tecnoldgicos. Los primeros tienen caracter tnico, no acumulativo. s segundos son repetitivos y acumulativos en la flecha del tiempo. En el proceso tervienen ademis los factores bioldgicos. Los factores simbélicos son productos icamente del azar. Los practico-utilitarios o técnicos, son producto de la cesidad y actuan en el largo plazo como determinantes (Gonzalez 1998:277-278). El limite del compromiso de Gonzilez con el determinismo tecnolégico no ari dado por la teorfa, como en Childe (Nastri 1999b), sino por la empiria, la al contradecir4 la suposicién de una evolucién necesaria en la direccién del ogreso”. La secuencia particular del Noroeste Argentino evidencia para GonzAlez “retroceso” con la desintegracién de la cultura de la Aguada, cuya excelencia srtistica y técnica no habria sido superada por las posteriores culturas aborigenes (Gonzilez 1998:295). Otros autores, en cambio, caracterizaron la secuencia del NOA in vérminos de creciente complejidad cultural, centrando la atencién en aspectos la organizaci6n social (Nufiez Regueiro 1974; Raffino 1988). Del hecho como éxito adaptativo a la imposibilidad de su recuperacién detallada La consolidacién de la Nueva Arqueologia, o “arqueologia procesual”, constituyé un hito de gran importancia en el desarrollo de la disciplina, al traer consigo una bateria de nuevos métodos y procedimientos, un fuerte impulso a la investigacidn orientada a problemas, y un reconocimiento de las limitaciones de Jos datos arqueolégicos. El impacto de esta corriente renovadora fue muy fuerte especialmente en los paises de habla inglesa. En Argentina logré convertirse a mediados de los afios 80’ en el paradigma hegeménico, particularmente entre los investigadores dedicados al estudio de sociedades cazadoras-recolectoras (Olivera 1994). El mismo primer polo de la dicotomfa hecho/valot es ahora nuevamente objeto de una separacién de sus componentes significativos, mediante el desarrollo 221 Javier Nastri de los estudios de formacién de sitios. No hace falta sefialar que este nue centramiento en el objeto (con el impulso a anilisis en profundidad sob clementos tradicionalmente relegados, como las arqueofaunas) produjo avani explicativos; las interpretaciones del registro basadas en la etnicidad dejaron pa ala generacién de modelos de organizacién sistémica de los antiguos grup humanos Borrero 1995; Yacobaccio 1988). Las investigaciones locales pasaron & ser un campo de prueba para las premisas adaptacionistas contenidas en las teorfas. de la evolucién cultural. De esta manera el “éxito” en la trayectoria histérica dé las sociedades prehispinicas comenz6 a explicarse en funcién de ajustes maximizadores del beneficio energético en la relacién poblacién-ambiente. La interpretacién de pricticamente la totalidad de los casos estudiados como adaptaciones eficientes tendientes a la optimizacién hacen de este momento dé la historia de la arqueologia argentina el mis comprometido con una ideologia de justificacién de lo existente con lo necesario, que proyectaba hacia el pasad@ los fundamentos del neoliberalismo que contempordneamente terminaba dé imponerse en el planeta (Shanks y Tilley 1987:50). A pesar de no reconocerse esta evidente funcién ideoldgica de imposicién de ciertos valores sobre los hechos, al tiempo se hizo patente el agotamiento de los modelos adaptacionistas, Frente a esta situacién, los arquedlogos procesuales adoptaron dos caminos alternativos: 1) un aggiornamiento que significd por ejemplo la re-introduccién de factores culturales (como rituales, conflictos, etc.) en la evaluacién del cambio histérico (e.g. Nielsen 1996); 2) una radicalizacin del navuralismo expresado en la adopcién lisa y Ilana del marco de la evolucién biol6gica, justificada en términos de la “naturaleza del registro arqueolégico” (Lanata 1997; Lanata y Neff 1999:51). La profundizacién de las nociones evolucionistas y naturalistas presentes en la tradicidn norteamericana operé en estrecha relacibn con el desarrollo de estudios de Procesos de formacién de sitios. De éstos, muchos autores extrajeron la conclusién del carfcter de palimpsesto de la mayoria de los depésitos arqueolégicos, con el consiguiente escepticismo en la posibilidad de reconstruir contextos definidos de actividades prehistoricas. El registro arqueoldgico presenta para esta corriente un carkcter “promediado”, por lo cual sélo resultarfan fructiferos los enfoques de evolucién en el largo plazo, en los cuales la accién humana es entendida como respuesta a la variabilidad ambiental (Lanata 1997:160). El alejamiento total del concepto antropoldgico de cultura se completa con la articulacién directa entre los artefactos (entendidos como parte de los fenotipos humanos, ver Borrero 1993:16; Scheinsohn 2001:100) y el ambiente mediante la apelacién a una particular versién del concepto de paisa, desprovisto este de la riqueza y densidad tedrica que posee en el Ambito de disciplinas como la antropologfa o la geografia' Sin pretender dar cuenta de una orientacién tedrica muy variada (presente sobre todo en EE.UU), interesa destacar que en el caso de los seleccionistas culturales -la Yertiente evolutiva con adeptos en la arqueologia argentina (Scheinsohn 2001:103)- se plantea un problema en cuanto a la articulacidn del nivel del 222 La arqueologia argentina y la primacia del objeo ddividuo -central para la teoria de la evoluci6n- y la arqueologia, cuyt repistro s© 4a tendria un caricter “promediado” (Borrero 1993:25). Este es 1 problema ta nada menor, que algunos autores confian en poder superar focdizando mas MtenciOn en {a variabilidad, analizada a partir de “unidades de andlisis wueoldgicas” de caricter ecoldgico-espacial, tales como exploracién, olonizacion, turacién, etc. (Borrero 1993:25, 1995). Otra alternativa -no exchiyente de la verior. consiste en avanzar, una vez mas, en la direccién de la primada del objeto: aya que los artefactos exhiben valores diferentes en su éxito replicatio diferencial que su reproduccién es completamente auténoma de la reproduciién de otras artes del fenotipo humano, la seleccidn debe actuar al nivel del anefacto. Mas pecificamente, cualquier cosa que afecte la probabil dad de unetransmision xitosa de una instruccidn cultural por sobre la manufactura y %s0 de algin rtefacto o rasgo cultural es un agente de seleccién, y puede cavsar Yt éxito eplicativo diferencial de los rasgos que son transmitidos”. (Lanata y Neff 1999:51) Llegado a este punto, la primacia del objeto se vuelve practicanenté literal. s artefactos habrian sido seleccionados o no por el ambiente, de acuerdo a sus spectivos grados de eficiencia para la realizacion de tareas que jermitieran la upervivencia bajo determinadas condiciones ambientales. Por otra parte, mas alla i reduccionismo de esta conceptualizacién, nada se ha avanzado a direcciones superadoras del determinismo tecnoldgico; el cual postula que el origea del cambio social reside en cambios en la tecnologia, en contra de lo sostenido por la teorfa social contemporanea y numerosos estudios de caso (Nastri 19996} Como sostiene Tim Ingold, las dificultades que enfrentan quienes intent? producir una ecologia evolutiva neo-darwiniana, residen en la radical separacion entre razon y naturaleza, libertad y necesidad, subjetividad y objetividad; una dicotomia de la cual la propia ciencia natural depende (Ingold 199642) y ala cual se acercan los arquedlogos evolutivos en su afin de alcanzar el lugar de “cientifico”. Lo genuinamente ecoldgico, para Ingold, es un enfoque que bite Ja accidn e ieccign humana en un contexto de inmersién profunda entre el hombre y el entorno (Ingold 1996:26); algo que, como se veri a continuaciOn, Y8 ha sido conceptualizado en la teoria social (y sobre lo cual recientes propuestas surgidas tn el geno de las ciencias naturales también coinciden en destaca')- Objetos, arqueologia y sociedad ‘Alo largo de cinco décadas en la arqueologia argentina se ka priorizado la reflexion y el andlisis en torno a los hechos por sobre los valores, @ Pesat que tstos dltimos se ven involucrados en todo intento de otorgamiento de sentido a la evidencia material. La primacta del objeto, a partir de la segunda bisagra identificada por Olivera, ha servido de freno para la discusién de las implicancias ideoldgicas de las posturas tedricas puestas en juego y su relevancia social, 223 Javier Nastri centrando el eje de la atencién en el modo en que la teoria se “baja” al n arqueolégico. La primacia del objeto se convierte asi también en el sustento encierro disciplinario de la arqueologia, que impugna toda intromision de un arquedlogo en cuestiones que tengan que ver con el registro arqueolégico. Y vez garantizada Ia inviolabilidad de las fronteras disciplinarias, es pos atrincherarse en marcos tedricos hace tiempo desacreditados en antropol como el evolucionismo, el funcionalismo o la sociobiologia, como si su eri nunca hubiera existido. Mas all de las utopias y/o ideologias presentes en cada marco o corriente tebi existe por otra parte una tendencia generalizada a la identificacién de hecho con obj que se traduce en una limitacién para la interpretacién de la vida de socied, desaparecidas a partir de aquellos elementos materiales que sobrevivieron al paso. tiempo. Junto con el socioandlisis reflexivo de la prictica cientifica, una consider; alternativa del status del objeto material manipulado por los arquedlogos puede contri al abandono de este estereotipo y a la introduccién de visiones de lo social mds ricas las desarrolladas hasta el momento. Pensar un modelo alternativo a la razén instrumental implica cuestion| seriamente las mismas nociones de hombre y de naturaleza, Para Marx importante es la relacién entre ambos términos. Mediante el trabajo, el homby altera el mundo y es alterado a su vez, por éste; de manera que trabajo no es sél una categoria econédmica, sino también existencial (Gosden 1994:69). Marx seiial que la distincidn entre sujeto y objeto posefa caracter histérico y afirmé || necesidad de su superaci6n; pero también su énfasis en el caracter activo del agent humano junto a su visién de la naturaleza como materia prima para el trabajo alguna medida conspiré contra dicha superacién (Gosden 1994:72). Lukécs insistia en la necesidad de superar la “cerrazén” rigida entre los objet para colocar en un mismo plano de realidad a la interaccién de éstos con sus propi relaciones. Las cosas sélo son momentos dentro de procesos permanentes. Ni cosas ni los hombres poseen un conjunto de propiedades esenciales y eternas, sini que se encuentran ambos envueltos en redes de relaciones que los definen. El mundo material és parte del hombre y no un ambiente externo a él (Lukscs 1984), Estudios recientes en torno al comportamiento de monos superiores muestran que en los animales existe la capacidad de manipulacién de elementos del entorno (materialidad) y por supuesto la de comunicacin o sociabilidad (mutualidad). Lo especificamente humano residiria en la combinacién de ambas que por ejemplo se da en el uso de la materialidad para producir un determinado efecto de sociabilidad (Gosden 1994:179-180). Luego el balance entre materialidad y mutualidad es histéricamente variable, Asi como en la dinamica del don se recurre al mundo material para establecer relaciones de desigualdad entre las personas en un contexto predominante de mutualidad (interaccién); en el mundo de la mercancia se hace uso del hombre para la acumulacién de riqueza dentro de un sistema de materialidad, El efecto es el mismo, sdlo cambia la dosis y la forma que adopta la articulacién de los dos elementos que definen la 224 La arqueologia argentina y la primacia del objeto dicién humana. Pretender que uno puede prescindir del otro ser’ por lo tanto mpre una operacion ideoldgica. “Ningiin observador de comunidades humanas, menos en los dltimos dos millones de afios, se ha encontrado jamas con una lacidn social pura, y ninguno por supuesto se ha encontrado con una pura técnica” atour 1991:380). De esto se desprende, como sefiala Latour, el hecho de que los cos objetos puros sean los arqueoldgicos, una vez en el museo (Latour 1991:382).. jue éstos sean la principal fuente documental para el desarrollo de una disciplina quiere decir que constituyan el objeto de estudio, so pena de transformar a la queologia en una ciencia de los materiales. El hecho-objeto de estudio de la rqueologia esti mis alli de la apariencia inmediata del objeto material; tiene que con una sociedad en funcionamiento. De ahi que por mas que se las oculte, las jorias que estan en practica en la disciplina son tomadas de la antropologia (Malina Vakicek 1990:251). El tinico cuerpo conceptual propio de la arqueologia tiene que er con el método (Patterson 1990:20). Por esto, levantar la bandera de la autonomia je la disciplina censurando todo intento de incursién en el modo en que los lementos materiales se articulaban en el contexto social del pasado o abrirse al nnilisis cultural transdisciplinario constituye el dilema de la arqueologia frente ala rimacia del objeto. Su resolucin impone la consideracién tanto de cuestiones de indole tedrica en torno a la concepcidn del objeto material como de determinaciones politicas mediadas por la Idgica de los campos sociales. Conclusiones A partir del anilisis de las visiones histéricas de la arqueologia argentina generadas por diversos autores, se han identificado tres puntos de inflexién en la segunda mitad del siglo XX, asociados al impacto de tres corrientes tedricas provenientes del Ambito norteamericano: el evolucionismo cultural, la nueva arqueologia procesual y la ecologia evolutiva. Mas alld de sus diferencias, cada uno de ellas significé un nuevo paso en una tendencia de reafirmacién de la primacia del objeto en los estudios arqueoldgicos, entendida esta, a partir de la distincién tajante entre hecho y valor, como la concentracién en el primero de ambos términos, el cual se asocia estrechamente al objeto material fuente de estudio de la disciplina. En primer lugar se procuré ilustrar la manera en que los recursos cientificos (tebricos, empiricos, de método, etc.) se vieron envueltos en estrategias de lucha por la acumulacién de capital cientifico, sin alcanzar un desarrollo considerable mAs alli de lo que respecta a aspectos técnicos. Luego, cuando hacia el final del lapso analizado, la reflexién tedrica pasé a cobrar mayor importancia, la misma se encamind hacia ideologias de justificacién de lo existente, al operar una profundizacién de la orientacién objetivista, legindose a confundir los hechos con los objetos tangibles. La consideracién del caricter social de los objetos materiales, en el marco de una disciplina que no renuncie a la consideracién de los valores (en la propia | 225 Javier Nastri prictica y respecto de los agentes del pasado), sino que enfrente su andli forma critica y reflexiva, constituye una promisoria via (0 al menos una explorada hasta el momento) para la efectiva realizacién de descubrimii cientificos en relacidn al pasado, més, o menos distante. Agradecimientos EI Dr. Ricardo Sidicaro estimulé la realizacién de este trabajo a travé seminario “Sociologia de los intelectuales” del Instituto Universitario Patricios IDAES-UNSAM). Con Alberto Pérez mantenemos un enriquecedor intercat bibliografico. Ninguno de los nombrados posee responsabilidad alguna sol contenido del presente texto. Referencias citadas Borrero, L. A. 1993 Artefactos y evolucién. Palimpsesto 3:15-32. 1995 Historia reciente de la arqueologia patagénica. Runa 22:151-176. Boschin, M. 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El uso de la oposicién ideologia-utopia permite preservar la funcién de falsa conciencia en un marco relativista que evita la asuncién imposible del analista desenmascarador que | se coloca por fuera de la historia. 5 Primero considerando a las poblaciones aborigenes fueguinas como un fendmeno cultural tinico; luego entendiéndolas como un sistema eficiente de adaptacidn al medio ambiente de la isla (Orquera y Piana 1995). 6 Un factor importante respecto de este desfasaje lo constituye el hecho de que, hasta hhace pocos afios las ciencias sociales estaban representadas en la escuela sdlo por la historia, la cual tradicionalmente ha prestado muy poca atencidn en Argentina ala cuestidn aborigen. 229 Javier Nastri 7 Un capital es un tipo de bien que puede acumularse, distribuirse y pe (Gutiérrez 1994:24). Para Bourdieu el capital econdmico es solo modalidad del capital, diferente, por ejemplo, del capital cul (conocimientos), y del capital social (red de relaciones personales estables) tipo de capital mas importante es aquel en juego en el campo en el cu realiza el analisis. Respecto de la distribucién del capital, hay tres princi que permiten definir las posiciones especificas: posesién o no, canti legitimidad de la posesién (Gutiérrez 1994:35). 8 Los campos sociales consisten en espacios estructurados de posiciones, con un el niimero de propiedades objetivas que son independientes de las personas que ocupan; siendo la estructura del campo es el estado de la distribucién del cay especifico en cuestién (Bourdieu y Wacquant 1995:65). 9 Esta consideracién desencantada y antinarcis{stica del funcionamiento del ca ientifico no implica que no exista el progreso cientifico. De alguna manera azarosa, éste resulta de la lucha entre dominantes y dominados y su censura mult en el marco de la légica del campo, a partir de la cual se produce un desvio sistem de la persecucién de fines privados en beneficio del conocimiento (Bourdi 1994:148),. 10 De acuerdo con el estilo de las periodizaciones de la prehistoria, el cuadro de la fi 2 se organiza temporalmente de abajo hacia arriba, en una analogfa con el ord estratigréfico de un pozo de excavacién. 11 Como contrapartida, Boschin analiza detalladamente en el texto las contribucior de los distintos autores, a partir de sus textos fundamentales (Boschin 1993). 12 Ciro René Lafén sefialaba hacia fines de la década del 50° que “mientras el cuerpo los arquedlogos estén formados por gente que ha llegado a nuestras ciencias, des otros campos del conocimiento con métodos, procedimientos y formacién histdricos y a-filoséficos, no saldremos del paso..” (Lafén 1958-59:33), Gonzaley era visto en ese momento como una persona Ilegada de otro campi (Gonzalez 1998:293). Lo curioso es que cuatro décadas después, la exclusiéy de investigadores interesados en la arqueologia procedentes de otros campo! se hace en nombre de los principios opuestos: el método y Ia técnica (Nastel 19992), irénicamente, en vérminos de aquello a lo que temia Lafon (1958-59:30), De manera que rechazando el reduccionismo de la oposicidn planteada en los 50° (Gonzalez 1993:105), deben separarse los planteos elitistas (0 de enfrentamientos personales; Gonzilez. 1993:102) de los principios empleados para justificarlos en cada momento histérico: dado el estado actual de la disciplina, tanto el método cientifico como la reflexién tedrico-filosofica tienen un papel insustituible en la practica arqueoldgica (of Haber 1994:50} Nastri 1999a). 13 A la cual adherian los investigadores que desarrollaban su labor de campo en Patagonia. 230 La arqueologia argentina y la primacia del objeto 14 En la década del ‘70, los discipulos de los protagonistas de la oposicién de fines de los 50’ comenzarian un debate en términos tedricos (Nufiez Regueiro 1975; Orquera 1976; etc.), que lamentablemente no se continud, con el advenimiento de la época mAs oscura para la ciencia y la sociedad argentinas. 15 Ciertamente, a lo largo de la dilatada carrera de Gonzalez, este ha ido inclinindose progresivamente hacia la cuestién del simbolismo y ha ido adquiriendo una mayor sensibilidad por la cuestién artistica (Gonzalez 1990:18), pero en modo alguno esto se contradice con su posicién anterior (Gonzilez 1961-64), ni implica un abandono de una epistemologfa rigurosamente positivista. Mis recientemente Gonzilez no ha dejado de sefalar sus diferencias profundas con la epistemologia de algunos planteamientos post-procesuales (Gonzilez 1998:305-306). 16 Resulta Ilamativo el absoluto silencio de los arquedlogos evolutivos frente a ésta Ultima, dado su habitual defensa a ultranza de la especializacién disciplinaria (al menos en el caso de “su” objeto de estudio). 231

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