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SA a force Cuts Rersos Asi escrito ads sudo” E] poeta y la escritura 6 de diciembre 1982 Todo cielo comienza con un encuentro. Nosotras comen: -zaremos éste Del Escrito con Jorge Luis Borges, poeta cuyas palabras son acto, Su deseo es tener un didlogo con todes nosotros. Nuestro deseo es recibirto recordando las palabras de Diderot: "Yo estabas aqut antes de entrar y cuando sal- £05, no sabrds que te quedas”. Ln escuchamos. Viva Dae JORGE Luis BORGES: Sefioras, sefiores: Me han revelado, i, que esta noche el tema seria “E) asf, pero lo importante no serd ue yo diga ahora, sino nuestro didlogo, mi didlogo con cada uno de ustedes. Eso seré lo esenci mar roméntica, que podria ser la teorfa clasica, jue erefan, digamos, en la musa. Homero, Mifada (segén la versién castellana, La Hermosilla; yo des- graciadamente no sé griego, es una de las muchas cosas que me faltan), dice: “Canta, oh musa, la eélera de Aquiles”. Es decir, Homero sabia que él era simplemente el amanuense, igamos; realmente Ta que cantaba era la musa. A esa musa smarla, con nuestra mitologia actual, la subeon- ciencia; también hay otro modo de llamarla, que es “Espiritu Santo”, el noah de los hebreos. Segtin eso, el poeta simple- mente serfa un amanuense de esa fuerza misteriosa que puede salir de su mente, en la cual, tal como crefa el poeta, irlandés Yeats, estaba contenida la gran memoria, la memo- ria de todos los antepasados, y quizé la memoria de los ar- ‘quetipos platéniees, ja contraria, que fue enunciada ,,don Edgar Allan Poe; es la teo- ria de la poesia como un acto mental, como un acto intelee- Luego, esti la otra tear por un gran poeta romantic tual, mejor dicho. Hay un artfeulo de Poe muy extrafio y nada convincente titulado “La filosofia de la composicién”, en fl cual refiere cémo fue escribiendo ese poema que todos conocemos y que quizd haya sido demasiado alebado: “El euervo”, Segtin Poe, él empez6 pensando en el estribillo, en Ja fuerza que tiene una palabra repetida; se dijo que los soni dos mas memorables, mas efieaces en el idioma inglés son la ‘q" y la “erro”; y vio inmediatamente un estribillo que era “never more”, “nunea mas". Segiin él, empez6 por ese estribi Io y Tuego se pregunté e6mo justificar en un ser racional la repeticién de esa palabra. Pensé entonces en un ser irracio- hal, pensé en un Joro; pero un loro carece de dignidad posti- a. A Ja saz6n él estaba leyendo la novela de Dickens, “Bar- naby Rudge que entonces se publicaba por entregas en The Tickets, y ahi aparece un cuervo, Un cuervo tiene una digni- dad de ia que carece un loro. Llegé, pues, la idea de un sor irracional que repite una palabra, ya que si fuera racional no seguiria diciendo siempre lo mismo. Empez6 con la primers palabra que se le ocurrid, “never more”, “nunca mas”, que él ‘oyé como una sola palabra: “nevermore”, segiin la antedicha fdea, de este euervo, Luego pensé que te’ que destacar la negrura del cuervo, y pens6 enseguida en el marmol, y Tlegé asf al busto de Palas, que todos recordamos; y se pregunté cual es el tema mas poético, eudl puede ser el tema mas efieaz. —ya que él queria escribir un poema que satisfa- tera al vulgo y también a los eritieos—, y se dijo: la muerte de una mujer hermosa, Luego se pregunts: {Quién puede la- mentar la muerte de una mujer hermosa? Bs evidente: su amante, Y asf llegé a la idea de una mujer hermosa que ha muerto, y el amante que lamenta su muerte. Luego el nom- re de la mujer le fue dado también: “Lenore”, para rimar con “never more”. y eso es todo %0 que él sabia. Pens6 asimis- ‘mo que la poesia requiere, para ser efieaz, una sola seccién; gue los poemas largos no existen; que un poema, por ejem- £108 1 | | plo, como el Paradise Lost, de Milton, o La Divina Comedia 0 La Odisea, son simplemente poemas breves que estén uni- dos por un hilo cualquiera, pero que para la mayor eficacia de la poesfa conviene que tenga una sola seccién. Porque si el poema es largo, la vida cotidiana se interpone entre una Tectura y otra, y eso puede perjudicar el efecto poético. Se fj6 tun término medio de 100 lineas para el poema; y nos dice ‘que “El cuervo" consta de 108 Iineas (61 las cont, yo n sea que se mantuvo dentro de sus limites, Es un poema que puede ser leido de una sentada. ‘Ya tenia el cuervo, ese ser irracional capaz de repetir esa palabra sin que resultara inverosimil; y pens6 que debia entrar al poema en alguna parie y que lo que entrara en una bi razén, que un ambiente corrado conviene para la poesi Gijo que si las cosas ocurren en el campo o en el mar se yen en la versién poética, lo cual es una hipétesis falsa, pero que a él le sirvié, ya que Tlegé a la idea de que cuando el ‘amante se entera de la muerte de Lenore esta en una biblio- 50 sugiere el busto de Palas, Luego, para que se nota se mas la quietud de la biblioteca, convenia una noche tem- pestuosa, que justificaria la entrada del cuervo. ¥ asf va ‘explicando todo el poema con una serie de operaciones inte- lectuales. ‘Ahora bien, yo creo que esa teoria de Poe es fisa, ya que si @ consideraba que un ser racjonal no puede repetir una palabra, pudo haber llegado a la idea de un loco, por ejem- ino de un cuervo, y eso habria produeido otro poema, Bs decir, aunque aceptemos los eslabones, hay siempre un {ntervalo de sombra, un intervalo de misterio entre un esla- én y otro. Bueno, ese vendria a ser el concepto de Ia teoria intelec- tual de la poosta. No sé si puedo referir mi experiencia per- sonal, que tal vez no haya sido demasiado buena (posible- ‘mente no), pero en mi caso, yo dirfa que ocurren las dos cosas, He conversado con muchos postas sobre este tema, y todos estuvieron de acuerdo conmigo en que intervienen (1091 ambas cosas, en que hay una parte de suefios y una parte de ‘operacién intelectual. Puedo contarles mi experiencia perso- nal, que quiz sea un buen punto de partida para el didlogo que, lo repito, sera lo esencial esta noche. jueno, yo estoy caminando por mi casa, antes por la Biblioteca Nacional —ya han pasado muchos afios—, y de pronto sé que va a ocurrir algo; siento como una premoni- cién, Bntonces, espero. Mi alma, mi concieneia, se queda 4 pasiva y entonces algo me es revelado, y ese algo quiere decir que hay un tema que me busca. Aprovecho la ocasién _ para decir que mé parece absurdo buscar temas: los temas ~ tienen que buscarnos y encontrarnos; al principio conviene no eeder a la tentacién. Yo, cuando entreveo algo, trato de pensar en otra cosa, pero a veces el tema insiste y me resig- no a redactarlo, Y ese tema podria mostrarse bajo la imagen de una isla, una de cuyas puntas yo creia ver. Dejando esa metéfora eso quiere decir que cuando escribo algo siempre sé el fin. Hay escritores que dicen que frase le permite un posible porvenir y un posible ayer; lega asi a la segunda frase. Pero yo creo que nadie eseribe de esa ‘manera; ademés, los cuentas de Galsworthy son admirables y no pueden haber sido redactados asf. Yo no ereo que Cer- vantes empezara escribiendo “En*, después se le ocurriera agregar “un” y después “lugar”, ete, es0 es contrario a toda probabilidad. Bueno, como les decia, yo entreveo algo, diga ‘mos; si se trata de un cuento en prose, entreveo el prineipio y.elfin de la fibula; y luego tengo que averignar muchas “qosas, y es0 ya no corresponde a la inspiracién, a ese don, ‘que no sé si es un don de los dioses o un don de mi subeon- ciente; en fin, hay algo misterioso en él, algo que uno acepta y agradece &/ /~ Bueno, una vez que sé el principio y el fin del cuento, \ tengo que averiguar en qué época, en qué siglo conviene que ocurra, 0 si conviene que esté escrito en primera o en tervera 11101 persona, En cuanto a mi, creo que es un error buscar temas contempordneos. Yo no busco un tema contempordneo, un lugar preciso, Si yo hablo, por ejemplo, do un café que esta en la esquina de Venezuela y Bolivar, 0 en el Once, 0 en Ecuador y Santa Fe, el lector se convierte en una suerte de inspector, de espfa. Dice: “No, alli la gente no habla de ese modo”, Para mis fines, he encontrado siempre que lo més e6modo es busear un pasado no demasiado lejano, ya que en ese caso el lector sabria de antemano que lo ignoro, pero si un pasado que yo pueda prosumiblemente conocer. General- mente he elegido para mis cuentos las orillas de Buenos Aires 0 de Montevideo, digamos a fines del siglo XIX o prinei- ios del xX, que estan lo bastante cerea para poder ser imagi- nadas y lo bastante lejos para que uno tenga cierta libertad. sea, yo puedo decir que los orilleros do mi barrio de Paler- ‘mo, 0 los de Turdera, hablaban de tal modo en mil ochocien- tos noventa y tantos, ya que nadie puede saber e6mo habla- ban realmente —si es que hablaban de algun mado espe- cial—. Creo, pues, que conviene cierta lejanfa para que la ~) imaginacién esté més libre. Después, poco a poco, le v. =) siendo reveladas las cosas. Voy a eontar un easo personal que produjo un cuento mio, no s6 si memorable 0 no, creo que no, que se titula “La memoria de Shakespeare”. Ese cuento me fue dado por un suefio, un suefio muy intrincado que tuve hace muchos afios, en East Lansing, en el estado de Michigan. Yo ensefiaba lite- ratura argentina alli. Me desperté de un suefio confuso y recordé una frase (se lo conté a Marfa Kodama); esa frase era (ereo que le of en inglés): “Pm about to sell you Shakes- ‘peare’s memory”, “Estoy a punto de venderle la memoria de Shakespeare”. No sé cudl era el resto del suefio, el contexto se ha perdido para siempre, pero me quedé esa frase: memoria de Shakespeare”. No es la memoria de Shakespea- re en el sentido de la fama de Shakespeare, eso hubiera sido poco es la gloria de Shakespeare, sino la personal de Shakespeare. Y eso sirvié de e para un euento que tuvo la forma de otros euentos que si bien yo no pienso en la memoria de Shakespeare como en algo procioso, para los fines patéticos de un euento con- viene que sea algo precioso, algo terrible también, Es decir, / yolvé a una forma, a un esquema que he usado en muchos cuentos mios. Por ejemplo, en “El Zahir”, no sé si lo reeuer- dan, Ese cuento tuvo su origen en la palabra “inolvidable”, que usamos continuamente. Yo pensé: gqué acarritia si hu- biese algo realmente inolvidable? Pensé que seria terrible no poder olvidar algo, estar reflexionando continuamente en 80; entonces se me ocurrié que para los efectos literarios de mi relato convenia que ese algo fuera aparentemente comin; porque si uno ve la quimera que tiene tres cabezas, o ol uni- cornio, un eaballito blanco con un euerno, o el minotauro, un hombre con cabeza de toro, 0, como queria Dante, un toro ‘con cabeza humana, es natural no olvidarlo. Yo pensé on algo muy comtin, en una moneda de 20 centavos que, a dife- rencia de sus millares de hermanas, fuera inolvidable, que un hombre no pudiera olvidarla, hasta el punto de no poder pensar en otra cosa, Asf salié el cuento “El Zahir”. Luego usé ese mismo método en otros cuentos mios; por ejemplo, en “BL libro de arena”, que es un libro infinito; a primera vista, pareceria que un libro infinito es un tesoro, pero llega a enlo- quecer a quien lo tiene. Y luego pensé en “El Aleph”. En este cuento yo parti del concepto de la eternidad; es la idea (desde luego, quizas falsa) de que puede existir un instante cen el cual esté contenido todo el pasado, todos nuestros aye res, como dice Shakespeare, y todo el porvenir: todo el tiem- po en un solo instante. Y llevé esa idea a una categoria menos importante, el espacio, y pensé en un punto en el cual estuvieran contenidos todos los puntos del mundo y asf eseri- biel euento “El Aleph”; es la misma idea de un don precioso que resulta terrible. Y¥ eseribi ese otro cuento, “La memoria de Shakespeare”; claro que el criterio de la venta me parecié mezquino, era mejor la idea de un don misterioso. Elegi un profesor aleman que tenia el culto de Shakespeare, un estudioso de Shakes- peare al que le es dado, de un modo misterioso, poseer la memoria personal de Shakespeare. ¥ va recibiendo esa me: moria gradualmente; la recibe en los suéios, después en la y Tuego comprende que, puesto que él no tiene el rrario de Shakespeare, esa memoria no le sirve, 0 sélo puede servirle para fines eruditos que ya no le intere- san; y piensa ademés que con esa memoria personal Shakes- peare escribié Macbeth, Hamlet, El rey Lear y La tempestad, hizo lo que él no puede hacer. Al final, la memoria de Sha- kespeare termina por abrumarlo, Yo haba usado una idea parecida en el euento “Funes el ‘memorioso"; ahf pensé en una memoria infinita, Sabemos, por obra de James Joyce, que en un solo dia ocurren millares de cosas, que en nuestra vigilia de un dfa ocurre de algin ‘modo toda la historia de la humanidad; 0, eomo dijo Jayee, que La Odisea no requiere veinte afios de magia y de tem- pestades, puede caber en cada dfa nuestro; es decir, al cabo de un dia hemos estado alguna vez en el paraiso, més proba- blemente en el infierno, nos han pasado todas las cosas; y ast escribié el Ulises, hecho sobre la vigilia de dos hombres. Bueno, yo recibo esa primera revelacién, que es muy imperfecta, y tengo que decidir si eso conviene al verso 0 a ciertas elaboraciones distintas; la elaboracién puede ser sim- plemente un verso, unas palabras; tengo que ver qué posibi- lidades poétieas encierran esas palabras. Pero volvamos a nuestro tema, que me parece més fii el de un relato, Tengo que averiguar si conviene que ese rel: to esté reforido en primera o en tereera persona, qué estilo le - cuadra; hay argumentos que parecen requerir un ¢: barroco. Me acuerdo que escribt un cuento, “El inmortal lo escribiria en ese estilo ahora, pero quizd ol argumento de ese cuento requiriera ese estilo Iujoso, que ahora repudio; ahora prefiero escribir con las palabras mds sencillas, las més sencillas en lo posible. De modo que yo dirfa que los dos conceptos —el concepto cldsico de iluminacién, el coneepto moderno intelectual de Poe—, los dos métodos coexisten. Se empieza por una inspi- racién, en mi caso muy modesta, y lnego se Hega por medio de razonamientos a manejar esa inspiracién, y se pasa de la otra, hay como un vaivén entre razonamiento ¢ ins- pi En todo caso, ese es mi modo de trabajar, y he con- vorsado con otros poetas y lo que me han dicho lo confirma. Desde Inego, lo que digo no es general; hay doctrinas que ypirar a un poeta. Por ejemplo, la doctrina del \spiré a Neruda, la doctrina de la democracia teman; el concebir el imperio briténico como un ‘a Kipling; en fin, puede haber distintos esti- mulos para cada poeta, pero el poeta entrevé las posibilida- des enseguida. ‘Ahora bien, supongamos que se me ocurren a un tiempo dos posibles argumentos para un cuento, y uno de ellos es ingenioso, puede ser contado por mf, ser justificado intelec- tualmente, en tanto que el otro parece arid. Pues bien, yo sé por experiencia que me conviene elegir el segundo, el que parece pobre pero de alixin modo qui .e yo lo escriba. Porque el otro puede caer mejor para el didlogo, puedo con- tarlo ¢ ilusionar més a la gente, pero no sé si es el que me conviene. En cuanto a la poesia, yo no sabria definirla, pero ereo que eso demuestra que la poesta es algo esencial, va que sélo pueden definirse las abstracciones; la poesia, en cambio, es tan esencial como la cereania del mar, como la cercania de tuna mujer o de la luna, per ejemplo, a quienes vemos siem- pre con antiguo asombro, antiguo y nuevo asombro. De modo que no hay por qué definirla, ya que todes sabemnos qué es. Creo que la poesia debe impresionar inmediatamente y de tun modo easi fisico. He eomprobado, a lo largo de mi demasiado larga vida, ‘que si leemos un texto literario y ese texto no nos impulsa a leerlo en voz alta, el texto ha fracasado. Yo estoy solo, estoy eyendo un poema... bueno, hace tiempo que no puedo leer ‘un poema; estoy oyendo la lectura de un poema, y si algo me impresiona tengo la necesidad de decirlo en voz alta. Creo que ésa serfa una primera prueba, el hecho de gue si una Iinea esta bien, uno tiene ganas de repetirla, de gritarla, de (4} exclamarla, Como yo estoy ciego, hago muchos borradores ‘mentales antes de dictar lo que he escrito, y cuando eseribo algo es porque he llegado a algo definitivo; entonees empiezo ‘a dictarlo; luego que lo dicto lo dejo de lado, lo retomo, ¥ siempre el borrador es mds largo que lo que queda al fi Leyendo la autobiografia de Kipling, vi que él seguia ose sis- tema, de escribir y después eliminar. Pero puede suceder lo contrario: hay escritores que releen y agregan. Supongo que ambos procedimientos son licitos, ya que lo unico importante es el éxito, es decir, el hecho de que el texto produzca alguna impresion 'Y aqui querria detenerme sobre esto: esa impresion nada tiene que ver con la comprensién del poema. Voy a buscar un ejemplo evidente: aquellos versos de Quevedo que todos ustedes saben: ‘Su tumba son de Flandres las campaftas _y sit epitafio la sangrienta luna. Creo que si una persona tiene sensibilidad poétiea se siente impresionada por este iiltimo verso, tiene ganas de repetirlo y agradece que exista: “y su epitafio la sangrienta Tuna”, Ahora bien, hay dos explicaciones. Una seria: la luna debidamente sangrienta sobre los campos de batalla de Flandres, pues en el verso anterior ha dicho: “Su tumba son de Flandres las campafias”; pero por otros textos de Quevedo sabemos gue é| no pens6, en primer término, en esa luna roja sobre los campos de batalla, sino en la bandera otoma- na: la sangrienta luna seria la media luna blanea sobre un campo [sic; tal vez “manto”] rojo, Pues bien, creo que esas dos interpretaciones no se contradicen; lo més probable es ‘que Quevedo haya pensado en ambas cosas. Pero eso no importa. Como es un verso, desde lnego, logrado, impresiona inmediatamente; es decir, primero sentimos que se trata de poesia: “y su epitafio la sangrienta luna”, y después podemos elegir la bandera otomana o la luna de la noche, eso es lo de menos. La impresién poética que causa se siente inmediata- mente. ¥ eso quiere decir que la poesia no es menos mit riosa que la misica. La musica, que no tratamos de entender —o que yo no trato de entender— nos impresiona inmediata- mente. Hay un hecho fisieo, esa impresién que causa el posta. No sé qué poeta inglés dijo que si al lear un poema no sentimos que nuestra sangre circula mds de prisa, ese poe- ma ha fracasado. Recuerdo que yo era chico cuando me fue revelada la poe- 8 decir, el hecho de que la palabra fuera no sdlo un medio de comunicacién sino un instramento magico. Eso me fue revelado, creo (pero mi memoria es eonfusa) por Evaristo Carriego, que venia todos los domingos a casa y una noche recité un largo poema de Almafuerte: “BI misionero”. ¥ yo sentf que allf ocurria algo extratto: era la poesfa, que yo sen- tia plenamente por primera vez en mi vida, y que después he sentido en tantos idiomas, en tantos poetas. Idiomas y poe- tas que no se hubieran entendido entre sf, pero que yo entiendo, 0 mejor dicho, que yo siento. O sea que la compren- sién de un poema no importa. Por ejemplo, hay un libro de Lugones euyo titulo es Los crepisculos del jardtn; ereo que ese titulo ya es un poema; y eso ciertamente no depende del tido. O sea que si en lugar de “los crepiiseulos del jardin” ij6ramos “las tardes de Ta granja” hay un libro que tiene ese titulo—, no tendriamos ninguna emoeién postica, y con toda razén, Bs la palabra “crepiiseulo”, son esas palabras, en ‘es0 orden, con esos acentos, lo que nos toca. Se puede hablar de sugestién, pero no sé si es neeesario que la sugestién contintie; creo que el hecho poético es inme- diato y posiblemente cambie cada ver que leemos un texto; y 86, ademds, que el tiempo va enriqueciendo los textos. La Divina Comedia de Dante es un texto mas rico ahora que cuando Dante lo eseribié, ya que ha sido enriquecido por Benedetto Groce y por De Sanctis (para citar s6lo a dos de sus lectores). Y sin duda Shakespeare es més rico ahora, enriquecido por tantos lectores: por Goethe, por Coleridge y por cada uno de nosotros también. El texto simplemente es tuna posibilidad de emociones. Hay un le un autor inglés sobre los siete usos de la ambigiedad; alli demuestra, © cree demostrar, que la ambigtiedad es una virtud; que con- viene gue un verso sea ambiguo o que un poema sea ambi- guo. ¥ eso nos Hevaria a la idea de la alegoria, algo que puede leerse de un modo 0 de otro. Pero yo dirfa que todo verso eficaz puede ser lefdo, puede ser interpretado, y, sobre todo, puede ser sentido de muchos modos distintos. No sé si he dicho lo bastante, pero quizd convendria que ustedes me hicieran preguntas sobre el tema de la poesa, 0 sobre cualquier otro tema, ya que “the night is young”, la noche es joven, como suelen decir en inglés, tenemos toda la noche por delante; de modo que espero que sean muchas las preguntas, y yo trataré de contestarlas. Quiero advertirles que soy muy timido, ya lo habrén notado; soy més timido que cualquiera de ustedes, y sin embargo aguf estoy hablan- do, y asombrado de hacerlo, y esperando con mucha euriosi- dad las preguntas de ustedes. Espero que ni una sola perso- na aguf deje de hacerme una pregunta, y yo trataré de ser digno de ellas y contestarlas, no diré de un modo satistacto- rio, ya que felizmente no hay eontestaciones definitivas; lo que haremos serd explorar este terreno, recordando lo que dijo De Quincey: que deseubrir un problema no es menos importante que deseubrir una solucién, ‘Aguf tenemos este antiguo problema, el problema de la poesia; de eémo un idioma se lena de efectos magicos, eémo con palabras que estén registradas en un diccionario se llega a algo que se parece mucho a la magia, cémo no hay una diferencia esencial entre la musica y la poesta. Lugones erefa gue el elemento esencial, que uno de los elementos esencia- les de la poesia era la metafora. Los ultraistas creimos lo mismo, y creimos en la posible inveneién de metéforas; actualmente yo me he arrepentido un poco de esa idea. Creo que hay unas cuantas metaforas esenciales, que son las tini- cas que pueden servir para muy distintos fines. Por ejemplo, una de ellas seria la idea de la vida y los suefios: “Estamos hechos de la misma materia que los suetios”, dice Hamlet. Luego recuerdo unos versos de Walter von der Vogelweide que dicon, on un alemdn medieval que apenas recuerdo: (177 “Ist € mein Leoen gerruuint uaer ist es wan mi vida, o fue verdadera?”. Bsa pregun: ‘metéfora, esa antigua afinidad de la vida y més fuerza porque esta presentada en mod ‘cual condice con el caracter onirico de la vida. En cambi afirmacién de Calderén: “La vida es suefio”, es demasiado categoriea para ser poétiea. El poeta es el que se pregunta: "{He sofiado mi vida, o fue verdadera?”. Eso condice con el cardcter enigmatico de la vida Recuerdo también —parece imposible que hable ante un sin recordarla— la parébola de Chuang Tzu y la iglos antes de la era eristiana, Ustedes me perdonarén gue la repita una vez més; es asi: Chuang Tzu sod que era una mariposa. Cuando des- perté, se dijo: “Soy un hombre que ha sofiado ser una mari- posa, 0 una mariposa que ha sofiado ser un hombre?”. Quiero sefialarles con qué acierto ha sido elegida la mariposa, ya que esa fragilidad condice con la fragilidad de los suefios. fin cambio si Chuang Tzu hubiera eserito: Chuang Tzu sofié que era un tigre y al despertar no sabja si era un hombre que habia sofiado ser un tigre o... No, el tigre es demasiado fuer- , demasiado tridimensional para sugerir este tipo de fragi- idad. O cuando Herdclito dice: “Nadie baja dos veees al mis- mo rio”, esta bien, porque el rio esta hecho de fugacidad. En cambio, si hubiera dicho: “Nadie cierra dos veces la misma puerta”, no habria convenido, porque la puerta es algo maci- zo que no sugiere el cambio. Dice “Nadie baja dos veces mismo rio", y agrega: “porque las aguas cambian”; pero €s0 que ha agregado es una trampa, ya que él realmente quiso decir mucho mas. Cuando leemos: “Nadie baja dos veces al ‘mismo rio, porque las aguas oambian”, sabemos que la se- gunda parte nos da una pista falsa. Lo que Heréelito quiso ‘que entendamas es! "Nadie baja dos veces al mismo rio por: que el rio cambia, y nosotros, al bajar por segunda vez, he- mos cambiado eomo él”. Bs decir, se trata de dos ros que confluyen, un rfo entra en el otro. Nosotros también somos el rio, ya que estamos hechos de tiempo. ¥ esa seria otra meta- (181 tora esencrat, et uel y Pucue Wetec te Sane modos! “Nuestras vidas son los rios que van a dar a la mar”, es el morir. O hay un verso de ‘Tennyson: Time flowing in the middle of the night. “Bl tiempo que fluye a medianoche”; todos duermen, estén callados, y el tiempo sigue fluyendo, el tiempo absoluto de Newton, se entiende. Bueno, ereo que ya he dicho algunas cosas y que tenemos bastante estimulo para las preguntas de ustedes, que pue- den versar sobre el tema que quieran; pero ereo que el tema de la poesia puede durarnos hasta el momento de nuestra muerte, tal vez, y aun mds alld; quizé en el otro mundo siga- ‘mos hablando de poesia también. Y¥ no habremos averiguado nada, lo cual esta bien. Espero las preguntas ahora. Cual- quier punto de partida es bueno, todos Jos caminos llevan a llevan a la poesia esta noche. Pueden preguntarme cosa y trataré de contestar.

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