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Articulos La ética protestante y el espiritu del capitalismo ~ desde el materialismo filosofico L Introduccion obra de Max Weber, y no asumiendo, como es nuestro caso, as paginas que siguen a continuacién se de cuantas conocemos a la lectura del propio Weber, nos. rio del ya clasico ensayo de Max Weber La imperfecta, consistente en adecuarnos a la misma construc- f ética protestante y el espiritu del capita- cién de Weber para, comentando sus distintos pasos, inten- lismo. Al calificatlo por nuestra parte de tar desbordarla exponiendo a la vez —no podia ser de otro | de las dificultades, a la imposibilidad de Gjercitados en su inerpretacion y en el de los materiales a alturas, insistir en la importancia y complejidad de la obra Resulta de ello el esbozo de una reconstruccién alter: | economia y religién se refiere, y menos, en particular, tde {a altura del inigualable original, pero'si mostrar al menos | este escrito que ahora comentamos, niicleo de sus monu- algunas de sus carencias, a la vez que, seminalmente, una | mentales Ensayos sobre sociologia de la religién: de ahi _propuesta alternativa para la resolucion de las dificultades | ladificultad de un anélisis global, y critico —que ao sea que objetivamente se plantean en la obra de Weber, sin | pornuestra parte nunca apelaremos a una evidenciaexenta ms general, que no nos alreveriainos a emprender, desde 'as opciones filos6ficas (particularmente respecto a la esengia ‘en muy distintos sentidos, de algunas sugerencias inscri- | ‘laros de 1a importancia de Ia propucsta de Weber en La con nuestro comentario la mejor defensa de las propuestas 2, | Ustprosesanieyeleopiin delcopiatimoseelaacus. — Soucnidasens Resohamntsatcacetsssighostanie: wom} cidn de las coordenadas de su andlisis por una ianumers da por Bueno, el interés de los resultados que se siguen de seni | "is, impliciamente, alsetposicion delos mismes aconte. suficientes Sauron ue bs fartinaatael oeeeatieeso Hien, ELBASILE - ~ asco Sco ‘©1998 BL BASILISCO, 2 Epa 29, ply 37-56 Apa 360 33080 Ovid ope Elplan de la exposicion sera é examen de las tesis de M. Weber sobre los origene ‘cespiritu del eapitalismo», en el cual intentaremos delinear la estructura de su argumentacin, mas que recoger los abun dantisimos materiales en los que se sustenta —éstos los iremos recogiendo al paso de nuestra propia reconstru cién de los acontecimientos—. Sefalaremos a continu: los non sequitur, ofreciendo una sumaria Felacion de nuestras objeciones, que acto seguido se argumentarén, La recuperacién sin reduccionismos de la objetividad de los cursos religiosos que, a nuestro entender, permite la asuncién del planteamiento del materialismo filosofico, nos lleva entonces a establecer las caracteristicas de los ‘movimicntos pietistas por oposicién a la dogmatiea eat6li- ea.a la que se oponen y, a Su vez, a efectuar un andlisis entre los contenidos dogmiticos y los politicos en el seno del protestantismo ejercitando, particularmente, una idea de Gustavo Bueno: la postulacién del isomorfismo entre Ia Iglesia y el Espiritu Santo (tosis de origen sabeliano) facili- ta, como veremos después, una interpretacién de los con- tehidos doctrinales de la religion cat6lica en térmiinos materia listas (racionales) y objetivos. Expondremos, a continuacién, la situacién politica en Ja que arraigé la Reforma (la emergencia de los Estados ‘modernos), en la que las viejas tesis luteranas (a veces tan antiguas como la Iglesia misma) adquirieron sus insélitas dimensiones. Intentaremos analizar el conflicto que se pro- duce en aquel momento entre los Estados y la Iglesia, y ‘muy eapectalmente las relaciones entre el Papado y Carlos 1 de Espana, que interpretaremos como refluencia de la pugna entre el rex sacerdos bizantino (el cesaropapismo) y la te0- cracia ypmana. Por ultimo, analizaremos las bases doctrinales constitutivas de las nuevas iglesias protestantes para fina lizar con algunas consideraciones sobre el calvinisto y unas sumarias conclusiones. taci jo por si mismo, ni insistir er puramente tentativo de nuestra propuesta, Entendemos que acaso el mayor valor de este ensayo nuestro, si no el dinica, radica en su caricter polemice, al reavivar, con mejor o peor fortuna, Ia discusion de numero 808 conflictos filoséfieos normalmente disimuladas u ocul- {0s por la envoltura categorial (la apariencia exclusivamente cientifica) de los anilisis de historiadores, socidlogos, &e Tampoco, ereemos, merece menor homenaje la obra de Weber II. Exposici6n de los principales argumentos es- grimidos en La ética protestante y el espiritu del capitalismo Seri preciso comenzar por dibuijar la figura del capita lismo occidental para acercarnos a las raices del problema ‘que Weber pretende enfrentar en la obra, las cuales nos darn alguna clave acerca del interés de su autor por los fenémenos religiosos. Y ello porque uno de sus propésitos principales seri defimitar aquellos rasgos que convierten, fl eapitalismo occidental en una figura nica, frente a cual quier otro modo reconocido de capitalismo, y sefialari como wotivo de unicidad la particularidad de la organizacion ‘acional-capitalista del trabajo, cuyas fuentes hace resi- dir en la ética de origen protestanie (Weber, 1994, pag. 12) Ia Sobre el concepto de capitalismo occidental En su acepcién mis genérica, ol cepitalismo se enticn- de en la obra de Weber como una actividad qua tiende a dbtener benefictos econdmicos de forma racionaly pacifi Ga, In ewal tiene su base en wn céleulo de capital Dicho Caleuto teatard de especiticar Ia rentabilidad de In activi: dad empresarial, restltante de in diferencia entre el valor dinerario aportado y el valor dinerario obtenido, To cual ended reflejado en Ta ganancia obtenida. En palabras del propio Weber: «Cuando se aspira de modo racional a ner tipo capita lista, Is actividad correspondiente se basa cn un eat de Capital ex dir, otegra en una sere planiieada taciones ities renes 9 personales, como medio adguii So, deta suerte que, nel balance final, el valor de los bicnoscatimabesen dinero (cl vaor de estimacion pei icomente cafeulado de ln guess valorable-en diner de Sina empresa establo), deberkexcodor al capital es dec de los medion adquittvas fates que 4c emplearon para ln adguistion por-eambio (lebisnt, portato, aumntarcontinuamente conta vida dst em En este sentido, segiin el autor, hat habido capitatismo en todos los paises del mundo (vid. pig. 11), pero el capita- jsmo occidental tiene otros rasgos que no son reducibles a dicha estructura genérica, de los cuales el prineipal es la organtzaciOn racional del trabajo®. Laaspiracion ala ganancia, (DLs eta que sawon sn clave, nose sila fo contra, se refiren Drovestant ot epi del aptalim (19) Hm0s conFontado igual nayos sobre Sociologia dela reign (1989), "2)0t0r aspect propos da economia ecient como Ia cxistnci as uriicas qu sit sparse etre economia domény lind tng at come el mpalso qu ln cena imprimi a enovacin de a pana ‘on, gin Weber, echos que agulren ss verdaderas proporcones waves Je [Sepaienionractnal dl abajo igs 13-1). EL BASILISCO — rT Ios ten ale segiin esto, no ha de entenderse como un medio para la satisfaceion de necesidades vitales, hecho que define el capitalismo de corte «tradicionalista» (ef. pag. 59), ni tam- joco como una actividad amoral, diriamos andmica, tipic Aeleapitalismo aaventurero» (cf. pags. 56-57). Se hace, por tanto, ineludible establecer cul es el origen de la enor- ma» que dirige la accién hacia el cumplimiento del debe (Gn el frabajo, norma que, al racionalizar la actividad labo- fal, posibilitaria una rentabilidad incesante. proptamente recurrente, ¥ que seri la que nos muestre Ta estructura pe- Guliar del capitalismo, Sin embargo, antes de que ciertas conductas en este caso las que posibilitarian la organizacién del trabajo—~ sean seleccionadas como las mas adecuadas a la esencia del ea pitalismo y se regularicen, es necesario, seg el autor, que Nengan dadas a través de un grupo, para posteriormente poder ser utilizadas y desarrolladas en campos que no tic hen por qué ser los que las dieron a luz (cf. pig. 50). Pode- mos decir entonces que antes de que exista el eapitalismo ‘occidental, tal y como ha sido caracterizado, es necesario que se dé fo que Weber Hama «espiritu del capitalismo», tentendiende por tal: «un nuevo estilo de vida sujeto a cier 's normas, sometide a una “ética’ determinada» (pag. 57). Seré entonces una nueva forma de vida asentada en una determinada ética lo que habria que buscar como origen de la racionalidad en el trabajo tipica del capitalismo occiden- tal; ética que serd la que, regulando la conducta del traba jador, nos facilite el pilar sobre el que descansarfa la renta- bilidad necesaria para el desarrollo econémico. En resumidas cuentas, el origen de la racionalizacion eel trabajo (produccién) que propicia la rentabilidad, r jada en las ganancias, ep la que tiene su base toda act vidad de economia capitalista occidental —rentabilidad siempre renovada que descansa en Ia recurrencia de la conducta de todo trabajador movido por el eumplimiento del deber pro- fesional—— este origen, dlecimos, se buscar en una deter ‘minada norma que nos facilite la explicacion de la «aspira cidn» individual al cumplimiento del deber profesional. Di cha norma, cuyo origen trata de establecer este ensayo, se situard en el seno del protestantismo como doctrina que, al postular unos dogmas determingdos, ocasiona el nacimiento de especificas normas éticas de repercusidn econdmica inmediata ILb Acerca de Ia influencia del protestantismo en la orga- nizacién ractonal del trabajo. Parece que la intencién de Weber no fue Ia de ofrecer una explicacién exclusivamente religiosa del capitalismo (pig, 107), pero la organizacién racional del trabajo, nota distin- tiva del eapitalismo occidental, tampoco podria explicarse de-no ser por la aparitién de’ una ética protestante. Por nuestra parte, como podremos ver a continuacién, no va mosa discutir la estrucffira causal que explica el origen del capitalismo, sino el mismo fendmeno religioso que Weber sitia como punto de partida de su estudio: en ello radica- tia, creemos, su verdadera debilidad. Sera en el andlisis del fenémeno-protestante, donde la interpretacion de Weber adquirird su mayor originalidad, lo que ha dado lugar a con troversias que podemos petseguir hasta nuestros dias, y el que nos enfrentaré a los problemas mas delicados que este ensayo plantea: la relacién religidn/economia. ELBASILISCO Comenzaremos por especificar el tipo y las notas ese ciales de la ética religiosa en la que, segin Weber, arraiga cl capitalismo: «ética» entendida como conjunto de normas que posibilitara el desarrollo de la conducta que aspira al Cumplimiento del deber profesional; «religiosa» por cu: to que la aceidn de los individuos es regida por valores, digamos, «ultramundanos» (cf, Weber, 1964, pigs. 329 y Ses.) y, particularmente, apoyada en los valores de la doc trina calvinista sobre la predestinaciOn ya que serd ésta la fuente de aquella norma aéticay que se busca, la que oblige ‘al individuo a cumplir con sus obligaciones laborales Seri entonces a través de la Reforma y, mis concretamente, del estudio de una de sus ramas, la calvinista’, como nos aproximaremos al néicleo dela argumentacion del autor, quien ‘encontrar en dicha fuente la clave que estructura toda su ‘obra, pues seri la doctrina calvinista y sus consecuencias fon Ta accién de sus fieles —entendiendo que dichos resul- \dos no serian sino consecuencias imprevisibles de la ac- cin de los reformadores— los responsables de la forma cién de una conducta racional, organizada del trabajo (of. pig. 106), Ihe Fuente: ta doctrina calvinista de la predestinacion La doctrina de la predestinacién, tal y como el autor nos la presenta, esiablece que, segin los misterios de la Voluntad divina, el hombre esti condenado o salvado des- de la eternidad sin que pueda hacer nada para cambiar su ‘destino, El autor lo ejemplifica con una muestra de la Westminster confession: «Capitulo 3. (Del eterno decreto de Dios). N° 3: Para reve- larstsmajestad, Dios por su decreto ha destinado (predestinated) unos hombres ala vida eterna y sentenciad foreordained) ‘otros a Ta eterna muerte, Nv 5: Aquellos hombres que estin destinados a la vida han sido elegidos en Cristo para la gloria eterna por Dios, antes dela creacion, por su desig nig eterno e inmutable, su decreto secreto y el arbitrio de su voluntad, y ello por libre amor y gracia; no porque la previ- Sibu de Ia Fe ode las buenas obras o de la perseverancia, tuna de las dos w otras eireunstancias semejantes de las cri turas, le hubiesen inclinado, como condicién 0 como causa, sino que todo es premio desu gracia soberans.» (Westminster ‘confession, apua Weber, 1994, pigs. 118-19) Por tanto, para los calvinistas el destino del hombre cesta eserito desde siempre y no podrin modificarlo recu- rriendo a ningun medio salvifico de cardcter sacramental acciones de tipo magico y supersticioso, como las deno- minard el propio Weber — que posibilitasen la modificacion de la decision divina mediante su instrumentalizacion por personas adecuadamente distinguidas para ello, hecho que! los diferencia del catolicismo (cf: pags. 122-25). Este radical abandono se manifestaba —siguiendo a Weber—en el conflicto psicolégico del que eran vietimas los fieles, los cuales, al no poder servirse exclusivamente del autotestimonio de la fe al quo remitia Calvino, se encontraban envueltos en todo tun mar de dudas en lo tocante a su condicién, hecho cuyas ‘consecuencias derivardn en la denominada «angu: (@)Hlemos decide, asi mismo, reduce nostra exposicién la dovtrina “alvin: com nino deo ser iosesariament roi debs qu el mms ‘Shor reconore qu oleate de low movietos sttcos den prsenars coms ‘steuaciones de dicho fenomeno (pig. 165) 2” giosa». Nos estamos refiriendo al problema que se le plan feaba al calvinista sobre la posesion del estado de gracia (la certeza de pertenencia a la fglesia invisible de los clegi ianto, a la cuestidn soteriologica de la certitudo salutis (ef pags. 136-37). Sera este «conflicto psicol6gicon el mayor problema que enfrentari la cura de almas, con la intencién de darle algiin remedio que, sin alejarse demasia~ do de la doctrina, pueda restaurar la Conviecion del fiel en su estado de gracia y climinar asi la angustia religiosa, Id Efectos précticos: la cura de almas Los consejos que establecerd Ia cura de almas para pa liar el «conflicto psicologico» aludido serin de dos tipos Giempre siguiendo a Weber): en primer lugar, el deber de considerarse elegido y el rechazo de toda duda al respecto como obra del demonio tentador; en segundo lugar, recu- rriral trabajo profesional incesante (of pag. 138). Sera este Segundo punto el que nos interese debido a que la posibili~ dad de recurrir a la justificacién por las obras cobra un sentido propio al establecerse, no como un medio para lo: grar la bienaventuranza, sino como condicién indispen Sable de manifestaciin de unos impreseindibles signos de ‘leccién que posibiltarin la climinacion del conflicto psicologico fanulando los efectos de la mencionada «angustia religio sa» (cf, pg. 144), Aqui llegamos a un punto importantes la relacién que se establece entre el Dios de los calvinistas y Ja moralidad (cf. pig 162). Una relacion entre la conducta ética y Ia fe cuyo resultado es la subordinacion de aque Wa a esta tiltima (frente al biato que el luteranismo abri centre ambas): es decir, la accién se endereza segiin los pla nes divinos, Asi, lo importante para ef Dios ealvinista no sera ésta o aquéila buena obra aislada, sino la existencia de una vida regida metédicamente por los preceptos divi- nos (ef. pig. 149). Asi Weber: “Los efectos de Ia gracia, la ascension del hombre de starus haturae al status gratia, slo podian lograrse mediante una transformacin del sentido de la vida en eada hora y en cada ‘accidn(..) El decurso de esa vida suya fue absolutamente Tacionalizado y dominado por la idea exclusiva de aumentar [a gloria de Dios; jamés se ha tomado mas en serio este principio de omnia in majarem Dei gloriam (..) Esta Facionalizacion dio ala piedad reformada su eardcter ascéti co.» (pig. 150) De ese modo y paulatinamente, la.certitudo salutis se ira desplazando desde la autoconfirmacion subjetiva lut rana hacia la realizacion de una «metodizacién» de la con- ducta —ahora la conducta no esti guiada por la voluntad individual y eaprichosa, sino que adquiere su pleno sem do al aunarse en el conjunto de una vida encauzada meto- ddicamente, vida instrumentalizada por Dios— metodizacin {que tended como resultado la «profesionalizaciénm: la idea de la necesidad de comprobar la fe en la vida profesional (Cf pag. 155). El trabajo, pues, empezaré a ser considerado ‘como fin en si mismo ya que su importancia radica en la particularidad que adquiere al servir como afirmacién de! estado de gracia del creyente y no en ser un medio de al- ‘canzar la gracia expedida por Dios, ni tampoco instrumento de enriquecimiento propio. Por tanto, los frutos con que dicha dedicacién al trabajo como fin absoluto de la vida (cf. pig. 218) obsequiaré al fiel, i.e. Ia riqueza, habran de ser Feinterpretados. Tales son las razones por las que Weber hnos propone ubicar en La ética protestante.,.—-tomando, > como decimos, el calvinismo como verdadero niicleo del movimniento— el origen de las normas que posibilitan el desarrollo de la organizacién racional del trabajo que dis. tingue al capitalismo de Occidente: “La valoracién ética del trabajo incesante, continuado y sistemtieo en la profesidn, como medio aseético superior y como comprobacién absclutamente segura ¥ visible de Fegencracian y de autonticidad de la fe, tenia que constituir la mas poderosa patanca de expansion de la concepeion de la vida que hemos llamado “espiritu del eapitaismo". Sila cctrangulacidn del consumo juntamos la estrangulacion d fespiritu de lucro (..) el resultado inevitable ser la forma ‘sion de un eapital como consecuencia de esa coaccion asec. tea para el ahorro.» (pags. 244-45) IIL. Antecedentes del movimiento reformista Como hemos visto, el punto en el que la religién y cor ducta econdmica vienen a eoincidit, esti propiciado, sexin Weber, por I conducta racional del trabajador que posibi- lita Ia renovacidn de Ia ganancia que mantiene viva y en funcionamiento a la empresa capitalista. Parece, segiin lo dicho, que se trata de una prietica eminentemente indivi- ‘dual (Ia conducta del trabajador) asumida, asimismo, sub- Jetivamente la que posibilita el desarrollo del capitalismo ‘occidental, A continuacién, Weber se pregunta por Ios ori- genes de ésta conducta, por el funcionamiento normative de tal actividad, que hallaré en la prictiea grupal de los movimientos religiosos ascéticas. A partir de ahi, constru: ye su argumentacién teniendo como eje principal de la mis- ima, las posibles vies por las que movimientos ascéticos, cuyas rafces son eminentemente calvinistas, tuvieron que | racionalizar su condueta. De modo que es por la influencia de la racionalizacion de la conducts de tales movimientos religiosos, diva Weber, y su repercusién en la actividad la- boral y empresarial (contribuyendo con el ahorro y la aus- teridad en la inversion y asfixia del consumo) como se con ‘eluye que la religién es una poderosa influencia en Ia acti- vidad econdmica. } ' Pero el plamteamiento del autor adolece de un defecto inadmisible: toma como exentos los movimientos religio sas.en los que hace recaer el origen (0 una de las fuentes: es muy ambiguo al respecto) de la actividad capitalista occidental. Al meno 2si los trata, tomandolos ya dados y disponiéndose a construir sobre ellos sin detenerse a ana lizar los elementos que posibilitaron su organizacion y ricter. Sélo cuando se refiere a Ia confusa figura de la «an- gustia religiosay del creyente parece estar hablando de! elemento que prgpicia la situacion previa ala organizacion dela conducta, adjudicando, por ello, atal razon psicologis!2 las raices del praplema religioso. Nosotros entendemos, pot contra, que el individuo que sufre tal «angustia religiosan, sin negar su individualidad, esta inscrito en un grupo, ¢! calvinista, el cual es, histéricamente, un movifniento escis dido de la Iglesia Catdlica cuya historia esta estrechamente Tigada ala historia de la politiea de Oceidente. El movimies- 10 calvinista, como decimos, recibe sus caracteristicas de Ia Iglesia Catdlica en la cual hunde sus raices (aunque se para negarla), y del complejo de situaciones histéricas e? el que nace, No podemos perder de vista su insercién en la EL BASILISCO 1 : I ' al tic tr ly a de to de Ta en det Historia (de la Iglesia, del Estado, &e.) si no queremos rel infer de vista la perspectiva adecuada al abordar tales sis. wpblemas y correr el riesgo de dotar a los movimientos Prnygivsos (o politicos, 0 econdmicos...) de caracteristicas ‘emespondientes a entidades metafisicas que en iiltimo oy Soimino ve causan a si mismas. Este serd el elemento clave ‘ot irre apoyaremos nuestra critica sobre el texto de M. ae Weber: de sin embargo, los variados sucesos que constituyen la fa Historia de la Iglesia que implicara tanto contenidos dog- “i Hiieos (teoldgicos), como contenidos politico-culturales Bholvidar ef papel jugado en el proceso referido por 1a Figura de los diversas papas ast como el proceso. que taginé la transformacion politico-ceondmica de los Esta- doe modernos a traves del orden feudal, son demasiado semplejos pare abordarlos en su integridad, pues desbor- eran un ensayo como el presente por ello, nos apoyare- shor en obras de autores ya consolidados en ef estudio de lr problematica. En dichas obras xe hace mencion a nume- osos cursos por los que iran discurriendo Tos elementos oa yecesarios para la constitucién del movimiento reformista, sin | [opis frecuentes posemos ealificarlos de dagmético-re ‘bi | giosas: entre estos, La triple division de los tiempos dh ven oaguin de Fiore (defensor de la idea de fin del mundo y de nlo | surinminente renovacion, en el cual la futura Iglesia del livie | Pspintu, Cristo cede su sitio al Espiritu Santo); la declara- sub. tign de superfTuidad del papado por parte de Wielet, pro- 0 _Glamando a Cristo como tntea cabeza dela Tesi el literlismo ok taldense, cl neomaniqucismo edtaro (la condena de la ma- vo {aria tiene como eonsecuencias el rechazo de la Enearna los | Gon, de los saeramentos y de la Iglesia la elaboracion del wu Defensor pacts de Juan de Jandum y Marsilio de Padus, s ‘Se. Pero no faltan los que son tratados como aconteci Inientos politicos, desde la lucha de Felipe IV y Bonifacio Vill que culmina con la residencia del papado en Avignon, alaclaboracién de las teorias conciliaristas (el Papa dejaria de ser jefe y representante de la Iglesia para considerarse subordinado al concilio ecuménico), el Cisma de Occiden- te, &e, La complejidad de los cursos que confluyen para dotar alreformismo religioso del siglo XVT de sus peculiares caructeris- _x ticas serd precisamente el motivo principal que nos obliga- ria partir in medias res y tomar la Reforma como la via a traves de la cual se fragua cl proceso de independencia de. los Fstados modernos frente a la Iglesia Catdlica, un proce- So que venia manifestindose de facto y que ahora se con- solida de jure. Este sera entonées el hilo conductor que °SY fe fuians nuestro estudio, la consideracion de ta indepen: ax |" encia de tos Estados moidernos de ta Iglesia Catalica ca | Send el proceso que iuininard la aparicion del movimien- at | toveformisiay le doverd de significado asigndndoter des. set |e ttprimer moment, ls caractriticas qe lesonpeculares ‘gt | TalsGras entre otros autores, lw aporacion de Ranke 2g «dtuchas veces se figura uno al Papadoporando de un poder al caainita hata ta Reforma, poo Ia ealidad exe los ci vadou ac hblan atogad mn pequckas acones cn ot cin noporosseleatcon ramet siglo XV comfenos el — XVI...) La inspiracién religiosa habia cesado de dominar la rien Tin dc as naconeseuropons cn medida de ante ol des as de rrollo de las nacionalidades y la formacién de los Estados sea tartan podrenaments fare, Forlani ee neces Sea Fo'que In elacion cme el pode temporal 9 e epirtal nla Suter un cambio poftada'y (Ranke, 181, p4B5 29-90) asco ELRASILISCO Como hemos sefiatado con anterioridad, el movimiento reformista debe su estructura a miiltiples factores, acontecidos muchos de ellos con siglos de antelacion a su entrada en cescena. Hemos de decir, sin embargo, que su aparicidn la tentendemos correlativa a la del Estado moderno. Correla- cidn, que no yuxtaposicién, come més adelante tendremos focasion de ver. Debido, pues, a la correlacién que, deci zmos, se establece entre la aparieion del Estado moderno y cladvenimiento de Ia Reforma es preciso que nos detenga mos en analizar sucintamente cuales fueron las razones que sittan principalmente como condiciones de constituctén ura de aquél para entender los pasos dados en la construccién de nuestro argumento. sn definitiva, el sentido que le damos aqui a la én in medias res, ya que no nos proponemos anali- ia imposible— los distintos factores que conflu yen en la Reforma, sino que intentaremos ofrecer un mode~ To en el que interpretar de un modo no reductivo, a la vez {que racional, las dimensiones religiosas del fendmeno. Un modelo mediante cl cual cabria, cteemos, ordenar esos fac ores, que no simplemente yuxtaponerlos, aun cuando aqui ‘apenas podamos desarrollar cl analisis. Nos limitaremos a ofrecer algunos apuntes a modo de prueba de su fertilidad, ya que su «verificacion» requiere una elaboracion mucho ‘mas cuidadosa que Ia que aqui podemos darle, IV. Nacimiento del protestantismo Como es sabido, Ia aparicién del Estado moderno esta estrechamente ligada a la disolucién del régimen politico- ‘econmico que le precede: el feudalismo, de cuya constit clon y posterior desarrollo no podemos excluir ala Iglesia Catélica, Después del hundimiento del Imperio romano (fi rales del siglo V) la Iglesia Catdlica se encarga de recoger Su legado transformando la estructura heredada y exten- digndose entre sus ruinas. De ese modo, el poder «tempo- ralb y el aespiritualy que residian, ea los Ultimos tiempos del Imperio, en la figura del emperador, se refunden en una nueva figura, la papal, Seré a través de esta figura y de la estructura que le da sentido, 1a Iglesia Cat6lica, como la ronovacién del Imperio, mediando en ello Carlomagno, se pretende Hevar a cabo en los albores del siglo VIII. Y sera el Imperio de Curlomagno el artifice de la sintesis entre la eco- nomfa germana y la economia esclavista heredada de Gre~ cia y desarrollada por Roma, la que nos ofrezea cl remuttado denominade como feudalismo,* Posteriormente esta nueva construccién denominada Iglesia Catolica, fue ejerciendo ‘un papel dominante como mediadora entre los diversos Reinos (4a a sbundancia de lox materials que poxkos incr com seme, sicva demuestra eta de ie de Gara Play (1959) uta eoneepcion de {gu el Inpero romano fis prepara por Dios pra la expansion del Evangcio ‘Reaneaucnpecsiomnigpcren etext onpnad en ngpocapstensasiiant {Propet rant la Edd Mia en ns miss por ls emperaderes 0 los reyes Dens gal pradicande acter regis evagelo Romanum imperium pracpares race fama lic princi not arma ceesixpasetesiaram Multa trevor tenpesatebltorumes (a. 57, poe. 38) Camaro, a moo ‘lente de maces de acomplia de prblena, tas eferencin spurts Conor (1976) pars una perspective, pig. Puente Ojea (1989) desde ‘i plancamentorocildgico marta, pags 312 y siguientes; Gustavo Bueno (989) cuyo plnteanientsfilaofcnasumimos pS ery Aneron (1986) cy ‘ices so stan en el historcamo marestaigls, pigs. 130y siguientes, ‘que constituian el mapa politico-feudal de aquel tiempo. La razén de dicha influencia recae en las funciones de coordi: naci6n e incluso subordinacién interestatal que le fue dado realizar; funciones que, sin perjuicio de su contenido eco: némico-politico, tendrin cauces de tipo religioso, i.c.,s in canalizadas por la Iglesia a través de la docitina que le es consustancial (al tiempo que la propia doctrina se iri configurando como tal en dicho proceso) ‘n virtud de la complejidad que, debido a su programa, nos es obligado suponer a las relaciones entre la Iglesia Catdlica y 10s Fstados (Reinos), hemos de rechazar la expli- cacién que nos ofrece Weber sobre el formato de tales rela~ ciones. No se puede entender que las relaciones entre la Iglesia Catélica y los distintos Estados, i.e., entre planos econdmico-politico y religioso, se expliquen atendiendo a a yuxtaposicién de ambos planos: ‘(La importancia de los contenidos de conciencia religio futoriza a sustituir una interpretacidn causal, ie materialista de la cultura y de la historia, Porotra esprit igualmenteunilatral, Ambas son jalan Posibles.» (Weber, 1984, pag. 201) Del mismo modo, rechazamos la explicacién marxista elisica que resuelveda relacion en términos de subordina- cin de la religién a la economia-politica, i.c., de Ia supers tructura a Ia base; cuando se habla de’energia necesaria para la conservaci6n de un Estado no podemos referirnos a dicha energia de un modo reductivamente economicista «la energia necesaria no debe ser, en el calculo, la energia abstracta que alienta en la respiracién, sino también la que produce los alimentos de los dioses» (Gustavo Bueno, 1991, piig. 254). Las unidades politicas a las que nos referimos engioban contenidos constituyentes de su propia historia (lengua, religién, teenologias...) que los diferencia de las demas en todo o en parte; Le., no creemos que pueda ha- blarse de contenidos basales exentos: la orgfinizacion cco- ‘némica es tan superestructural (si quiere decirse asi) como la politica, sies que superestructural quiere decir «modela- do segiin contenidos ideales» (ideologicos). En una fib: a de erucifijos se produce valor y consecuentemente se da explotacién, conflictos laborales, &c., sin que pueda dese, desde un materialismo racionalista, que debemos exigirle al marxismo que el consumo de crucifijos entre dentro de la reproduccién de la fuerza de trabajo obrera, clave definitoria del valor (y otro tanto dirfamos del planteamiento ecolégico de M Harris)" = (s)uL imporanci istrio universal de pera coma no ede, sen ‘fan enn eontoidsy retestonesesretament laa, ea counenis) (uc, de hecho po rebuos et horiante mediterranea en epoca ms glron), ‘ho ons rayestora totalitarian x acumulacon proses aa everpo us ‘revain cor, de finclonesy servicios plc (sey josticactn telopiase ‘Manion insta doe La Cludad de Dio de San An hast a Defense fide! A: Franciace Sues) nnanstrativen econGnic,ctucativn, ios, socar les (tos de pavoencomendados a ges: bau, bods, ceremonies furs lope) y gb wager en un poderors nrc internacional (dein 1s ormacion de Europa) capax de enfrentare «los Extador scenes, sung ‘mantniéndelacooperactn con todo lion» (Gustave Buen 185; pig, 22) (Nos parece que In ditncin baslperectia debe renerpreaae | seaerdoconfatindcaionet de Gustave Buono (1991), puss a jena de na ‘Srgunracin acondmica (niet en ou evladon cua) lo se alean Imoilante proyectos muchas voces de paren my ald de Is prot 2 Asi pues, frente « estas interpretaciones nos acogere. mos a aquella explicacidn alternativa que respete Ta inde pendencta de ambos planos al tiempo que reconozca su ‘mutua influencia. La relacion Iglesia Estado responde aun tipo de formato logico denominada sinecoide’ en el cual se reconoce la mutus inde cia de planos al tiempo que se expresa la subordinacién que reconocemos existente Relacion que vemos constituirse como subordinacidn de la Iglesia al Estado en tanto podemos afirmar que ésa dltima ‘no puede concebirse exenta de todo Estado, sino que mis bien adquiere su poder por mediacién de alguno de ellos", Sin perjuicio de lo cual se puede afirmar que, en el horizon. te en el cual nos situamos, se da una subordinacién del iado a la Iglesia, reflejo de aquellas labores de coordina, cidn manifiesta en la dependencia efectiva del principe al 1a, del principe a los poderes jurisdiccionales del Papa come universalis monarcha y ello, no se olvide, en virtud de la pertenencia del principe a la Ig apado no Feconocia poder aut6nomo al gobierno secular: princeps non sine causa portat gladium, habia sentenciado San P Dio. De este modo, lo «temporal» sélo adquiria sentido vi culado al orden cristiano: «cum usus rerum temporalium ‘ac eorum dominium ad futuram gloriam promerendam ni hil conferant, nisi quatenus ad pias causas seu charitatis opera convertunturn (Benedicto XI apud Ullman, 1971, pig. 74). Al principe se le reconocia Unicamente dentro de la funcién que le correspondia en el orden estipulado por la Iglesia: era el encargado de luchar contra la herejia, contra cel mal (si bien la consideracién acerca de lo que debia o no ser condenado, caia de nuevo fuera de su jurisdiccién, era funcidn de la auctoritas sacrata del pontitice)”. La subordinacién efectiva de los Estados se estable- cia, por tanto, como conditio sine qua non de la propia, existencia de ia Iglesia y del desarrollo de los Estados, lo ‘cual explicaria las aparentes paradojas con las que acos- tumbran a obsequiarnos las interpretaciones que entien: den a éste como a un orden pretendidamente dirigido ex- (elusivamente a fines «supraterrenales», Sirva de ejemplo la coordinacidn de los diferentes Reinos en tiempos de eruza ddas en los siglos X y XI, la cual posibilitaba la extensién de Tos estados hacia el sur, la labor de articulacién en un sis- tema unificado de fuerzas, solo podia ser Hevada a cabo mediante la Gnica estructura bien definida existente en la Edad Media: la Iglesia Catdlica 4A la vista de Jerusalén los eruzados se apean de sus eabs> Hos y se desealzan para Hegat como verdaderos pereerines ‘las Santas Murallas; en medio de los combates mas fiero, se ereen asistidos del auxilio de los santos y de los angeles. Pero apenas esealadas las murallas se enteegan al saqueo ¥ la matanza: en el emplazamiento del Templo de Salomon {degoliaron cuatro mil sarracenos, quemaron a los judios en Sus sinagogas y maricharon de sangre los santos lugares que (yCanexién caracterten de un términ & con un conjunto de trmiot {abe} cuando debe i vincladanecosriament, peo slemativament ‘algun 0 varios tinge da cajun pee mo nguno de sr torminos et parc (po focus laconeain sinecoide de trmino kn a hae indepen {er aino“ibre”respectodo'un termine dado aunque Aopen del conju) Gustavo eno, 1993, pos) "@eHlabian (oe Papas) comauitado un poder como minx to pose ‘Sede apestlics, evo nol hablanconseguid por st mises: se lo debian at "ranean os expan, soe alemanes alow izes Ranke, 1981, pi 4 {@/CE Anderion (1980) pg 171: Congar (1970) pag 269 Ullmann (1970, 7 EL BASILISCO +r coger. ininas. ‘dea un Tena se 10 gue istente éndete ili tue mis ellos" iin det ordina. reipe al el Pape 1 virtud ido vin >ralium dam nie +1971, intro de oporls stable- propia dos, Io entien: ido ex mplols sion de cabo een la 2s aba eles. oy mit esque vo} sexs cra ie 6). acon, venian a adorar. Contradiceisn inseparable de todo Estado religioso » que constuuye su propia esencia » Ranke, 1981, Extenderemos nuestro andlisis apelando a una disti cién que se muestra muy operativa en la deseripeién del problema presente. Se trata de la distineidn desarrollada por Gustavo Bueno (1982), pag, 21, entre planes, fines y programas" Los fines son los objetivos en su relacién con el sujeto proléptico que los propone (finis operantis), los planes son Tos objetivos en relacién con los otros sujetos persona 1°" Tesa quienes atectan; los programas son los objetivos eon siderados en relacin con los contenidos (fints operts) pro puestos.» iipaLwi-rinxeymurni EpriciEs| AETATIS-SVAE-ANKO-L Ti VivitveINGENIO CAPTERAMORTiS ERVNT: A su vez, cada figura expuesta recibir una determina- da inflexion en funcidn de su alcanee, siendo éste general © especial (total/parcial) segin el caso. Arriesgando una posible interpretacion, basada en las premisas expucstas, Ia accién de la Iglesia Catolica tendria la arquitectura que sigue: sus fines serian de orden parcial, en tanto que el Sujeto promotor sera un grupo determinado (no suscepti ble de ampliacion a cualquier individuo), la Iglesia, cuya accion se da a través de los diversos papas, sacerdotes, &c.; los planes seran de caracter total puesto que afectan ‘oda ta Humanidad, creyentes y no creyentes, ¥ los progra- ‘mas que les asignamos, especiales, en cuanto Sus proposi- tos ya que estan orientados a conseguir la cristianizacién 4e todos los hombres. Pero, deciamos, la Iglesia s6lo se da lnida a un Reino o Fstado (mediante ta subordinacion de ‘Sie. sus'iereses es como parece haber logrado su desarrollo), 4.00 ampliodesaroto de as ura que presenlamos fh ido realizado "sintemente por Gustave Ben (1995), ELBasiLisco — luego seri a través de la incorporacién de los planes de |. Iglesia por algiin Estado o Reino como podemos decir qu estos adquieren sus dimensiones y dejan de ser purament imencionales: no hay mas que recordar el ejemplo de I Uilatacién de fronteras sepuidas de la evangelizacion y bautistm: de los nuevos stibditos en el easo de Carlomagno frente los sajones y la Ostropolitk (politica oricntal) de los empe radores, singularmente Ot6n I y Oton III. Es asi que lo diferentes Reinos se convierten en el medio a través de cual los planes universalistas (Cotales) de la Iglesia ca se van consolidando, incluso en épocas cer Pero el formato que hemos ensayado para explicar la relaciones Iglesia/Estado en tiempos del feudalismo se ver: roto debido a la necesidad de establecer nuevas relacione que redefinan una situacion que habia desbordado la capa cidad de la Iglesia para atender a las necesidades de Su subordinados a causa, principalmente, del desarrollo que los diferentes Reinos padecieron V. Aparicién del Estado moderno Perry Anderson (1987), entre otros, atribuye la apari cién del Fstado moderno al agotamiento de la tierra, debide al caracter peculiar del monopolio que representa (la tierr: puede ser redividida pero no puede extenderse indefinida ‘mente), se llevan a cabo, tras su agotamiento, diversas trans. formaciones en los mas diversos ambitos (politica, religio so, legal...) que obligan a redefinir nuevas relaciones entre los Estados, La nueva redefinicién de las relaciones no: Hevaria a la constitueién de una estructura nueva’ el Esta do absolutista (Ios comienzos del Estado moderno). Ob: viaremos la discusién sobre si son estas causas correctas © las jinicas, que nos ponen ante la constitucién del Estade moderno, pues entendlemos que el problema no es conocer su efectividad sino en explicar sus relaciones mas alla del modelo marxiano que asume Anderson, Intentareinos ‘entonces desarrollar tna somera interpretacion, de acucr do con las pautas anteriormente enunciadas, de los plane: de estos nuevos Estados y estudiaremos la medida de st contribucién a la disolucién del orden feudal-eclesial Los Estados que vemos surgir en el siglo XVI son Esta: dos fuertes que se muestran suficientemente poderosos come ara alterar las relacifines que existian entre la Iglesia Cato lica y los Reinos medievales. No seré la Iglesia la que sitva ahora de intermediaria entre los nuevos Estados, sino que seriin ellos mismos los que se relacionen entre si y obli guen a la Iglesia a una redefinicién de sus antiguos planes Segtin esto, los planes universalistas de la Iglesia Catélica comienzan a verse mermados por los planes, igualmente universalistas (expansionistas) de los Estados, debido @ que estas estructuras en tanto orientadas a perdurar a tra ‘és de los siglos (Io cual constituye su finalidad llevada al limite), dirigen sus planes hacia la supervivencia de la pro- CLDEL caso espaol nos daria un jmp singular del talc de oe planes dela gles, que no debe enters qe beeticiaba sl a gles yo ‘te, como vtnos, er un medio emo ls foe rligina onal erst ‘conbmico polis de naturalera expansion. Vowel reapeto eepiendde ‘ajo del profesor Gustavo ucna (1989) pgs 332 pia unidad politica, la ewaxia, diriamos en términos mate: Fialistas (vid, Gustavo Bueno, 1991), aleanzando con di cchos planes dimensiones igualmente universales. Asi re- conace el propio Ranke: «Como las naciones no habian lanto menester del impulso del poder eclesidstico, pronto le oftecieron resistencia.» (Ranke, 1981, pig. 27). Por tanto, estas nuevas formaciones politicas que vemos aparecer en cl panorama curopeo del siglo XVI mediante la introduc: ccidn de un ejército y una burocracia permanentes, un siste- ‘ma nacional de impuestos, un derecho codificado" al c: mienzo de un mercado unificado (ef: Anderson, 1987)— irin prescindiendo de las labores de coordinacién eclesial (institu- Cionalizacion generalizada de la diplomacia en el siglo XVI) fala vez que comicnzan a enfrentarse a los mecanismos de subordinacién que ella ensaye. Sin embargo, es preciso sefalar que la asuncién de los planes y programas universalistas de Ia Iglesia Catolica por algan Estado no tendria por qué desaparecer de manera inmediata, pero ocurrira que, ahora, dichos planes y programas entraran en conflicto con los planes y programas de otros Estados de andloga organiza- cién econémica y politica, por su inscripeién en una misma ‘ecorriente cultural» que afraiga en Grecia y se instala en Oceidente por mediacion de Roma y de la propia Iglesia Catdlica. Estos Estados ofreceran una resistencia propor- cionada al Estado agresor Podriamos arriesar que ésta es la situacion que se plantea ‘en a relacion entre Carlos 1y los diferentes Estados pontificios en el siglo XVI (vid. infra), que podra ser interpretada, como veremos después, apelando a la refluencia de uno de los conflictos mas significativos de los primeros siglos de la Iglesia: el que opuso el cesaropapismo bizantino a la auto- ridad papal romana, Carlos | pretende un Imperio a cuya ‘cabeza esté el emperador, no el Papa, La primacia del empe- rador frente al Papa suponta la oposicidn a la concepeion romana de Iglesia en la que la subordinacién al Pontifice romano era condicién indispensable de salvacién, lo cual, lejos de sgr una angustia subjetiva, era, como veremos, un imperativo en la vida piiblica. Si pudo dejar de serlo, fue precisamente porque sélo podia Hevar a cabo pretension tan osada respaldado por un Estado capaz de enfrentar la ‘opasicién de la Iglesia en alianza con alguno de los Esta- dos existentes, Esta posibilidad, en cuanto que exige lainscripcién. de los acontecimienfos que analizamos en un horizonte his- térico muchos siglos anterior, constituye, como deciamos, lamayor objecién que planteamos contra las tesis de Weber, ‘Asi msismo, la extensién del Imperio de Carlos I (wn fm- perio donde no segonia el sol) fue lo que abrié el camino (12) derco romano era rma insects mis podsros que tenia 5 Aisposicn lon Estas Novotna de Ocidente) part scarcer ‘ramet de etegrasin erlrial cenalisme poco administativo (NO Toe ‘rcdenta que la ica monargiamaccval que grave una completa ence ‘i de las tad epeventativasocorportvas ewe papado pines polien dea Freda uc tins = gran ena jurepdencia romana con codcaion del draco candnico eos sigs XI Xl La ofirmoctm den plenitude potestatis del Papa denro dele Iglesia establecis ef procadente para {as protontioner posterior de los princpes scalars (Andes 1987, as 122.35 cursvas ours), Ex obliga locus ono que serie lara 4s derecho romano oases el abs de W. Ullman (1971, ncrpotres Porelo, como saci, una d lar tes defends pore autor sora ‘oman, la atria ea bible. Poe comiguente, no debe asomvamo encontrar ‘xpremdae en ls teminos del derecho y la consucin rms Ins spurs ‘maniesiacioner de los priseipon eartctrsicos de la concepctn deseonsete ‘enzo dsl marco el pobiem papal» (paz. 2) * del emperador para establecer una oposicién efectiva (no ‘meramente intencional) a la Iglesia, manifiesta en su inten cién de constituir una Cristiandad cuya cabeza, como de ciamos, fuera la suya en sustitucion de la Papal, El modelo bizantino de Iglesia, en el cual el emperador (rex sacerdos) se entendia como personaje sagrado, restablecta la antigua tradicidn de la supremacia del emperador frente al Papa y se oponia al modelo romano de Iglesia, en el cual s6lo se reconoce una fuente de poder residente exclusivamente en el Papa (la subordinacion al Pontifice romano era, dei mos, condicién para la inseripeién en las estructuras de la Iglesia Catolica), Esta oposicidn ni es exelusivamente reli giosa, ni exclusivamente politico-econdmica: ambos planos se dan entretejidos. De hecho, no sélo la amplitud de su Imperio posibilita a Carlos I wresucitar» el deteriorado mo- delo bizantino de Iglesia, sino que la oposicién entre am- bos modelos traera consigo miltiples conflictos entre dife- rentes Estados cuyos efectos se pueden entrever en la te percusién econémica que supuso para la Iglesia Catélica la pérdida de los Estados alemanes. Podriamos decir, en suma, que la situacién generaliza- da de las relaciones entre Iglesia y Estados 0 entre los versos Estados entre si en el siglo XVI, (ya que entenderia ‘mos a Ia Iglesia Catélica actuando siempre a través de un ‘stado) os la siguiente: los planes intencionalmente univer- salistas de la Iglesia Catolica vendrén frenados por los planes intencionalmente universalistas de los diferentes Estados vinculados @ su propia conservacién (asociada 3 la posesidn de nuevos territorios explotables 0 a la defensa de los propios). Por otro lado, la relacién que vemos esta- blecerse entre los diferentes Estados sera una relacién de codeterminacién, en tanto el desarrollo de cada Estado depende de la oposicién o Ia ausencia de resistencia que le opongan los otros Estados. Codeterminacién que se podra entender —en el panorama del siglo XVI que venimos estudiando— jendo de tipo parcial (alcanzando distintos grados), ya que los Estados no se encontrarin determinados de modo continuo por otros Estados en lo que respecta a Europa, con lo que la via del colonialismo quedara abierta ante las sociedad situadas en un nivel politico més primitivo (Gustavo Bueno, 1991, pigs, 256-59). Ello propictard una situacién ininterrumpida de guerra que tenderi a estabilizarse al ter mino del periodo absolutista (ante conflictos militares de otra indole). Mientras tanto, las guerras de religién se da- rin a una eseala distinta de la hasta ahora conocida: en éllas se enfrentaran Estados catdlicos a protestantes (y pro- testantes entre si) en un intento de absoreién mutua que pondra a prueba tanto sus respectivas fuerzas como la de las Iglesias enfrentadas (Corpus Catholicorum, Corpus Fvangelicorum). Una ver hemos delimitado someramente las caracters ticas mas generales del Estado modemo, en contraposicl6 ‘Toque habian sido los Reinos medievaies, y hemos eonsi- derado su diferente relacién con la Iglesia Catolica, expli- ‘indola por el cambio de potencia que se leva a cabo e Sichasestrcturas politics, as cuales obligan una redfincion fn las relaciones hasta el momento vigentes, es hora de pasar a exponer Io que fue en si el con icto que propiciale $paricion del reformismo, Comenzaremos sitwand al lector tn os preliminares que constituyen la primera aparicion {ister To cual nos daré ocasin de analizar Ins zones que hacen que este hereje de la Iglesia Catdlica se constituy® BL BASILISCO nies daa ssta nde nde gan der fo de ya Yodo pa, elas ter sde ode pro- que lade pus ‘cian ple ibn ae vale ‘ctor ade sque ituya 1sco enreformador. Poriltimo, analizaremos el confieto que venimos enigndiendo fue verdadero motor y cuna del protestantismo, SFonflicto entre el papado y el emperador Carlos I que mite ealificar las razones del movimiento protestante de Prjetivas, el conflicto entre dos modelos antagénicos de Iplesia VL. Et horizonte del conflicto luterano: situa~ cién previa ———— £1 aio 1505 el Papa Julio If habia comenzado la reconstruc- cién de San Pedro de Roma bajo la direccién de Bramante. Fa interés de la empresa decreté en 1507 una indulgenc fenovada posteriormente por Leén X, en Ta que con la eje- eucién de una biiena obra y la donacién de un dbolo se consegula el perdén de los pecados (incluso de los reser- vados al perdén papal). Fue con motivo de los abusos so- bre las indulgencias como se dio la primera aparicién publi- cade Lutero. No entraremos a considerar si de tales abusos. Son responsables toda la jerarquia de la Iglesia 0 los abu- fos aludidos han de ser adjudicados a la perversién de la furia. En todo caso, la trivialidad del arrepentimiento y la dispensa de indulgencias en favor de los difuntos se cons- tituy6 pronto en un negocio que beneficiaba a Roma y per~ judicaba la «imagen» de la Iglesia, ‘a oponiéndose a la venta, por parte de Ledn X, del arzobispado de Maguncia por 20.000 Gucados Gunto con la participacién en el dinerg recaudado porla venta de la indulgeneia de San Pedro en sus arzobis- pados) a Alberto de Maguncia, quien ya poscia los arzo- bispados de Magdeburgo y Halberstad (una acumulacién candnicamente prohibida). Lutero reaccion6 redactando sus famosas 95 tesis, escritas en latin, clavandolas en la pucrta de la capilla del palacio (segin costumbre de su tiempo) retanda, de ese modo, a los cruditos a'ana disputa sobre cllas. Fi hecho tuvo lugar el 31 de Octubre, vispera de la Fiesta patronal de la Colegiata dé todos Tos santos de Wittenberg, en Ja que el elector guardaba su célebre coleccidn de reli- 4quias dotada de un millon de afios de indulgencias. Lutero entré en esce Podemos entender la rebelién de Lutero frente a Roma como una manifestacién entre otras de la oposicién gue venia gestindose en terreno germano a los planes de tos Estados pontificios pero con una salvedad que dara al mo- vimiento su verdadera dimension: la indignacién frente a la labor que venfa realizindose desde Roma, se constituye en conilicto en el momento en quc los distintos Estados alemanes entran a formar parte de la protesta lute ‘ana, Lo que se habia planteado como una mera critica indi- vidual que podia haber terminado en una de las herejias sofocadas por la Iglesia Catdlica, en su labor de garante del orden y la doctrina romanas, se convierte, por el apoyo de los diversos principes a su causa, en un con! Estados. Asi feconocen, entre otros, Lortz y Tichle: Lo que hemos oido (...) de las tess sobre las indulgencias, muy bien podia haber quedado en cl circulo cerrado de la teologia y de sus polémicas (...) Que la nacion alemana respandiera convirtié a Lutero en reformaitor (id. Lorte, 1963, pls. 224-25) a ELBASILISCO — — “Tambien fas tesis de Lutero habrian podido quedar séto dentro del mundo cientiico y dela bibliografia teologica, si rho hubiera encontrado un eco tan entusiasta en Ta nacidn alemana.» (H. Tiehle, 1966, pig. 71) En efecto, mientras en un principio Lutero eleva su eri- tica a la Iglesia con el «sano» interés de purificarla (las tesis se redactan el latin, no en aleman, por tanto estan orientadas a perseguir una respuesta y disputa en el seno de la Iglesia, no se pretende en un principio un enfrenta- micnto abierto), con interés en corregir los posibles fallos ‘que le son dados en términos que se acomodan a la ortodo- xia teoldgiea, la aparicién de los prineipes en la escena abrir nuevas posibilidades que desembocardn en oposicién frente fla Iglesia de Roma. Ser, pues, preciso explicar a qué se debe ese apoyo generalizado que empuja la aceién de Lutero ‘pasar de mera critica ante crrores de la Iglesia a opositor, y por tanto hereje, en el seno de la misma. La razén que mueve a los diferentes dirigentes del entramado de Esta- dos que conforma la Alemania de los siglos XV y XVI al crigit la critica de Lutoro en estandarte de su propia causa y, con ello, a darle su verdadera dimensién, es eminente- mente econdmica, El conflicto que desata la polémica con Roma es provocado por el problema que planteaban las, indulgenctas, i... las cargas impositivas a que somete Roma a los distintos Estados, 0 lo que es lo mismo, la dependen- cia fiscal existente ante los Estados pontificios (las sumas recaudadas no iban a parar a algiin paraje celestial para ser posteriormente redistribuidos proporcionalmente entre toda la eristiandad, sino que se dedicaban al engrandecimiento de Roma), Como decimos, el rechazo de los Estados ante tal situacién, que continuara con Ia defensa de la retencién de anatas, no se hace esperar, en tanto la supresion de cargas fiscales por parte de la Iglesia traia aparejada la retencién de las mismas para las propias areas, sin olvidar el benefi~ cio que suponia la apropiaciin de bienes eclesissticos, como también los ingresos que comenzarian a recibirse de un cle~ ro potencialmente desprotegido del abrigo que el Derecho Candnico ofrecia ante la exencion de impuestos. Este giro con las relaciones fiscales con Roma beneficiaba en gran ‘manera el fragil sistema tributario de las ciudades, y ésta es la razon mas poderosa que se puede atribuir al apoyo de los principes alemanes ante el enfrentamicnto religioso de Lutero. Pero seria harto grosero interpretar que esa fue la aver-1 dadera» razén que cimenta la Reforma luterana. No pode> ‘mos reduicir la explicacién a un nivel puramente econémi- co-politico de la situacién sin perder la verdadera dimen- sin del mismo, la cual vendré dada a través de cauces religiosos. Nos limitaremos, pues, a indicar algunos ele- ‘mentos que faciliten el andlisis de los diferentes conflictos {que Se presentan en la época que nos ocupa, mostrando el Sinsentido de intentar llevar a cabo con éxito una explica- cidn de las relaciones que en el siglo XVI se desarrollan entre los diferentes Estados y la Iglesia Catdlica, prescin- diendo de toda clase de conienidos «religiosos», bien por tacharlos de «superestructurales» (y, por tanto, obviindolos), bien dandoles beligerancia pero insertando su desarrollo cen un plano completamente auténomo que vendria a yux- taponerse al «esencial» desarrollo del conflicto en térmi: nos politicos, socio-culturales, &c. Sin embargo, cémo ta- char de «superestructurabs, de fenoménica, la'figura det Papa que, en_virtud de sus poderes asignaba 0 deponia gobernanies en un pais que, mediante clausulas como la - — 4s excomunién, no sélo imponia la muerte civil, el aislamiento social, sino que imposibilitaba que un rey pudiera llevar a cabo sus labores de gobierno?" Por nuestra parte, interpretamos que el elemento que nos facilitard las claves para entender tanto el desarrollo del movimiento que inicia Lutero como sus particulares ca~ racteristicas es de tipo religioso, y ha de ser por mediacién suya como se propicic la constiticién de tal movimiento, ‘eri quien le dote de potencia suficiente como para desarrollarse. El acontecimiento que servira de eje a la constitueién ‘movimiento reformista comienza con la interrupeién del jul ccio que se tenia previsto contra Lutero, paralizado a causa de la inminente cleceién del emperador del Sacro Imperio Romano. i] El proceso de enjuiciamiento y refutacién iniciada por Ja Iglesia Catolica contra Lutero, cuyo fin era condenar las tesis heréticas defendidas por él y sofocar las protestas alemanas que se apoyaban en su persona, fue detenido ante la eleccién de nuevo emperador, y ello porque se for~ ‘ma una alianza inesperada entre el elector de Sajonia, pro- tector de Lutero, y el Papa. Debido a que la alianza entre Estados antagonicos frente a una causa comin es moneda corriente en el panorama de las relaciones interestatales, aunque uno de estos Estados sean los pontificios, parece ria un hecho sin importancia y meramente anecdotico el que ahora resaltamos, pero veremos que no es asi Las opciones que constituian la posible corona del Im- perio eran la de Carlos I de Castilla-Aragon-Borgofia-Sicilia (@uefio del Nuevo Mundo) y Francisco I de Francia, Micn~ tras la candidatura de Carlos I es comprada a los diferentes electores, el Papa se alia con el tinico Estado alemén que no apoya a Carlos I, y éste sera precisamente el Estado que protege a Lutero, Sajonia. Los motivos de la oposicién papal ante la eleccibn de Carlos I serdn politico-religiosos, i.e. Papa no se podia permitir apoyar una eandidatura come la de Carlos I, sefior de Espana, los Paises Bajos, junto con Estados del sur de Italia entre los que se contaba Napoles, y ello no por motivos puramente coyunturales, sino porque iemfa verse arrastrado y subordinado ante un Imperio en cl que no se ponia el soi. Del mismo modo, anticipando 1a situacién en la que 10s Estados pontificios quedasen ro- deados por un solo poder, existia una Bula papal emitida por Clemente IV que impedia que el rey de Napoles pudiera ser elegido emperador. Los motivos politicos, por tanto, no vienen a yuxtaponerse a los religiosos, como pretenden autores como Tuchle (el propio Weber, actu exercitu, ado Iece del mismo defecto), sino que estarian dandose los unos por mediacién de los otros. El Papa, entonces, podia apo- ‘yarse en motivos puramente religiosos (la existencia de la Bula citada) para encubrie una finalidad politica, la misma por la que la Bula habria sido emitida. Ello propiciaba la defensa de una candidatura que no pusiera en peligro la independencia de la Iglesia y que representaba una solu- cién de equilibrio politico. De este modo, el temor de Ia Iglesia ante Ia coronacién de Carlos I es andlogo al del Estado francés que tampoco podia dejar Milan en manos ' de Carlos I («Mi primo y yo estamos de acuerdo: los dos queremos Milan», habia dicho Francisco 1) pues cerrada por Habsburgo, Borgofia y Espafta «si el sefior de Espafia casjee mann, 1971, pags 78 y 98 46 era nombrado emperador se cerraha totalmente el anillo y ponia en peligro la tiniea posibilidad de moverse hacia aluera fa posesién de Milén» (Lortz, 1963, pags. 287 y sgs.). De este modo, el temor del Papa y del rey francés ests justificado, desde la perspectiva que venimos mantenien do en este ensayo, como inevitable ante las imposiciones de la estructura economico-politica vigente (expansion ne ccesatia para la conservacion, condicion de su cutaxia). La complicacién de este panorama vendra propiciada por ia situacién que sigue a la coronacion de Carlos (Finalmente la Iglesia no tiene otra opeién que whendecir» su corona. cién una vez ha sido clegido). Nos estamos refiriendo al conflicto que se establecera entre el Papa y el emperador ante Ia insubordinaci6n de éste frente a los planes de la Iglesia. Si nos guiamos por la earacterizacién de la relacién Iglesia/Estado desarrollada como explicacién de las rela. clones en el periodo medieval, podemos establecer que los planes de la Iglesia Catolica (en tanto que incluian & todos los individuos) eran asumidos efectivamente por el Imperio que heredaba Carlos I que no casualmente se denominaba Sacro Imperio Romano; en lo tocante a los programas (la Ctistianizacién) si bien Europa era totalmente cristiana, el proceso aiin continuaba en América y podian seguir cum- pliendo su tarea canalizando los procesos de colonizacion (comienzo del colonialismo ultramarino a partir del siglo XVI). Pero tenemos una importante novedad en lo que res- pecta a los fines; ahora si habri motive de conflicto, ya no puede decirse que exista una subordinacion del principe a su condicion de cristiano (posibilidatl que velamos levaba ala subordinacion de sus intereses a los de la Iglesia en la que se inscribia, al tiempo que daba sentido a la figura del principe y marcaba sus atribucionessen la esfera politica); no seri la Iglesia (0 e! Papa) el sujeto de atribucion del fins ‘operantis: Carlos I pretender un Imperio unido por la re- ligion cristiana"* cuya cabeza ya no serd el Papa sino él ‘mismo como emperador. Ahora el emperador era lo suficientemente fuerte (su } Estado —el Imperio— estabaesuficientemente desurrolla- do) como para hacer frente al «poder espiritualy de los Es- tados pontificios. Chiévres (primer gobernador de Carlos 1) se podra permitir intervenciones como la que llevé a cabo fen 1521: aque el Papa cumpla con su deber, que no siga enredando nuestros asuntos (mediante sus intrigas con los franceses) y nosotros haremos (en la cuestién de Lutero) todo lo que él quicra» (apud Chabod, 1992). Interprétese «dodo lo que él quicra> (una Alemania Catélies) en su justo sentido: era también conveniente a la politica alemana del ‘emperador el sofocar los movimientos reformistas ya que lt lucha contra Ios protestantes era, asi mismo, la lucha con- |tra los movimientos independentistas de los Estados ale- Ahora bien, esta «nueva» doctrina que defiende Car los Ino seré la transmitida por su maestro Adriano de Urech mis tarde gran inquisidor y, posteriormente, Papa —de- fensor de una cultura universal eclesiiistico-medioval, Mis bien entenderiamos que estas pretensiones, sin perjuicio de conocer cémo se gestaron, corresponden a una refluencia del modelo bizantino de Igiesia frente al vigente modelo (14)No ae enn, no ex mente laundering | como poaiadarhorogenidad aun mpi em cu ico sb de amiss ‘enable ln fgura de rere BASILISCO | ela or ls do al dor dele lacién rela we los todos aperio vinaba as (la ra el scion siglo pea aba ene adel ica); nis Tare. ino é te (su roll os Es. tos 1) ‘cabo sige fon los tatefo) retese ‘justo na del que la ss-ale- 2 Car Jtrech See | Mas jute ‘odelo asco romano (en el cual el Papa es cabeza de la Cristiandad), ctada por la cada vez mas solida posicidn de los Esta” Bigimoderaos en el conflicto que, veiamos, se Venia enta- focon la lesia Calica. Asi el propio Galinara consejero Meerign V) entendia que la flew imperial Neva ConstBo, ae ceariament, la ides de ta Iglesia Gia con dos eabezax Ieguecuida del cuerpo (emperador)y ta que cuida del amar {Giapa). Vernos que esta no es la idea de Tglesia universal (eieval (modelo romano de Iglesia) que se nos presenta Erautores tan poco sospechosos como S. Agustin’: éste San modelo spoyado en la concepeién monérquica de {glesa, en la cual el Papa se concibe como caput de la Crs: Uendad: subesse Romano pontifici.. esse de necessitate Jats (cf. Congar, 1976, pags. 50 y sgs.). Inocencio II (i- fo Xily consagrard la formula, procedente de San Leon, lentudo potestatis para caracterszar al poder papal: el poder papal era tal en virtud de una concesign directa del propio Cristo 2 San Pedro, ast Ieemos en sl texto apcrifo FeSan Mateo XVI 18-19: Tu es Petrus et super hane petram edificabo acclesiam ‘meam...et bt dabo claves regni coctorum, et quodewmgue ligaveris super terram, ert igatum etn coclis. t quodcumgue solveris super terram, evit solutum et in coclisy Recordemos la bula Unam Sanctam (1302): cum unum corpus simus in Christo, pro monstro esset quod duo capita haberemus («siendo dado que nosotros somos un solo Cuerpo en Cristo, seria monstruoso que tuvigramos dos cabezas»). El propio Exidjo Romano (Gil de Roma) (cuya obra sirve de base a la doctrina manifiesta en la Bula Unam Sanctam) coneluye: «En Ia Igfesia militante sélo puede haber una fuente de po: der, solo una eabeza que posee la plenitud del poder... y Tas dos espadas, sin las cuales el poder no seria completo. De testa fuente se derivan todas las otras potestades..» (apd, Tedin, 1973, pgs. 575-76) De este modo, Ia catolicidad se entiende que exige Ia extensitin de st auitoridad y de su aceidn al mundo entero: Feclesia est catholica universaliter-dominando, dit Gil de Roma (ef, Congar, 1976, pags. 130 y sgs.). Entendere ‘nos, por tanto, que, en la reflexion de Gattinara, se estaria aludiendo no ya a una concepeién medievalista de Iglesia, mds bien, se estaria hablando de un principio de doble ver dad que de facto no sera sino la subordinacion y repliegue sentra se conv en sori del rime poe sapund To ue ee in (2) Foe ln armacn de qi endo Cri a Unica forma verdaers de ‘inde Dio de mancra que uns comunidad poltica al mugen de iglesacarsor {k derecho an enistencn(.) Se comoli a concepeon minster dl poder Polio inca por San Pablo y San Poo, sgn neal el poder es jereido ‘ughesnesearosehlar que aenion, Romano Ponce gor, por ieicion divin, de potest supra len, nme ‘fay univers parse ead dea las pr tno. ene prado de la posta evigiara sobre toa ilsian. (Mono, 3) apd Poete Oc, G.ttas encase han Plots Bani E! undo, 24 ds Abi, 1999). Del ‘aim modo now resrda Uimann gel plondo pose papal conse ‘ladda de os poder poino ppaesy lo de Cristo Sep ane Sin dad pore paps mira gee dese Lan pod haber nngina ‘ieee cre oe pers pion os papales» (1971 Baa 3). ELBasMsco de uno de los miembros de la relacién en provecho del px der del otro (en este caso subordinacién del orden espi tual al terrenal) de la primacia del emperador: «Cuanto mas independiente fuera el poder dinastico imperial, tanto me- jor podria cumplir el programa universal para bien de la Cristiandad una» (Lorzt, 1963, pig. 293). Podemos enton- ces interpretar, como deciamos, esta situacidn come refluencia de la concepeion bizantina de Iglesia, conocida como cesaropapismo, en la cual la Iglesia y el Estado son dos formas de manifestacién de un mismo cristianismo y el em: perador un personaje sazrado que debia congregar y gi ala humanidad en la verdadera alabanza de Dios. De este modo entiende el antiguo Embajador espaol en el Vatica- rho, Puente Ojea, Ia diferencia fundamental entre los dos modelos sefialados: ««Su diferencia fundamental con el modelo teoerdtico roma no deriva del hecho real de que, en Constantinopla, la cabe 7a visible de la sociedad eristiana no era el Papa, sino el ‘emperador en cuanto rex-sacerdas que rige las cosas tem porales y dirige las espirituales.» (1989, pig. 333) Del mismo modo mas adelante, refiriéndose a las carac- teristicas del modelo bizantino, que se nos presenta muy a las concepeiones protestantes, diré «Ningin obispo puede asi ser superior o inferior a cual- {guier otto obispo; todos los obispos son iguales y tienen os mismos poderes fn divints, por razn de la sucesion apostolica legitima. Este pluralismo eclesial suministraria indir ial emperador una excelente apoyatura para sus pretensiones hegeménicas en el cuerpo cristiano, pues frente a su soberanta personal absoluta, la preeminencia del palriarea -a diferencia del pontifice romano- era solo hono- Fifica y ceremonial; es decir, el absoluto protagonismo det temperador en su esfera no encontraba e] necesario contra” [peso en el debi protagonismo de los patriarcas en la suya.» (Ubid. pag. 338) Tage maanngrenaun, b La oposicién frente a la Iglesia Catéliea, por tanto, no se establece mediante cauces puramente subjetivos (moti- vos personales de Enrique VIII, eardcter disciplinado de Calvino, talante, dice Aranguren, de Lutero, evolucién personalisima, dice Weber, &c.) si no queremos reducit lo que durante diez siglos se concibio como el modelo poli ‘co por excelencia (la teocracia papal) a un detalle sin impor- tancia en el proceso evolutivo de Occidente. ¥ lo que nos parece mas importante a efectos de situar los acontecimientos fen su verdadera dimension historica: ef conflieto entre Carlos Vy el Papa lo interpretamos como un conflicto objetivo centre dos interpretaciones del modelo de Iglesia: modelo bizantino vs modelo romano que, a medida que los aconte- cimientos transcurren, se ira perfilando con una mayor ni El modelo politico de la Iglesia era un modelo fuerte, lo demostraba su eutaxia, medida a través de la dura cidn de dicho modelo ({inico ériterio objetivo que reconoce clmaterialismo filosdfico)”, al que debia oponerse un nue~ ‘vo modelo politico-religiose a fin de poder hacerle sombra ‘programas definides que atienden al conjunto del campo. politico, no «motives personales», si bien dichos motivos pudieran tener una funcién que habria que entender en su Justo aleance y, por tanto, no los desechamos por prin« pio. Entenderiamos, por tanto, que s6lo mediante la refluencia del modelo bizantino podemos explicar la paulatina pérdida de poder de la Iglesia Catblica en beneficio del nuevo mo- delo politice de Estado que comenzara a desarrollarse. “Antes (declaraba un orador del Concilio de Basile), era de Ia opinion que seria bueno separar por completo el poder secular del poder espiritual. Pero he aprendido que la vir tud sin poder es algo ridiculo y que el Papa de Roma sin el patrimonio de Ia Iplesia no seria mds que un siervo de los reyes y los principes.» (Ranke, 1981, pag. 31) Simplificando la situaci6n, podemos decir que fa nica via que fos Estados alemanes tenfan de llevar a cabo su lnhelada independencia frente @ Roma (Independencia teogico politica) Les vio dada por su inscription en vroyecto de Imperto que Carlos I asumes ello, si perjui- {io de los conflictos nternos al Imperio entre et emperador ¥ los insurrectos principes alemanes, portavoces de una {Alsmania heterogenes y dividida, Send, pues, mediante st incorporacién como miembros del Imperio como eristaliza Stindependencia dela Iglesia Catdliea que, de otro modo, hhubiera quedado en un abanico de meras intenciones al no contar por si mismos con una fuerza sufieiente para enfren- {ar a unos poderosos Estados pontificios supuestamente aliados de tn Imperio «donde no se ponia el solv (en el aso de que realmente hubieran defendido modelos de Iglesia {dénticos). Claro ests, st suponemos, como venimos ha Ciendo, que el plano politico elreligioso no marchan tan \ alejadds uno del otro como habitualmente se supone. Pero Carlos Tno asumia el modelo defendido por Roma, ni tam- poco podia favorecer Ia independencia alemana frente a su Imperio, pues de haberlo hecho la misma posibilidad de Ia Reforma en Alemania hubiera quedado en entredicho: el asentir a la independencia alemana hubiera sido tanto como permitir el desmembramiento de una parte importante de su Imperio, el cual, era conditio sine qua non de su potencia, (7)Recientements et Fapa manifests un opin similar al enue carentn aos de comtnismo en Praga lo cul, segim sus palabra: woe wna Sonadas comparado con los mil aos de cristiasiomo en tetas de Morava ¥ ‘Boscia (61 Band, pg 58, domingo 21 de Maye de 1995), a— ta cual le posiblitaba el hacer frente a la subordinaciég papal y contribuir a la relueneia de un modelo de Isles Samia el bizanting (que terminaria por presentarse como femativo al romano en virtud de los sucesos que veniah {tcompafando la evolucion del Estado modemno'en Eur y favorecia la evolucién del reformismo). 3 Es en este marco en el que la oposicion de Lutero ‘pudo hacerse efectiva, y por ello cobrar las dimensiones ‘que hoy se le reconocen, » ese marco, asimismo, es la ra. ‘bn de que no fuese sofocado sin mas como una de tantas herejias que adornan la ingente lista de la Historia de la iglesia. Solo en este contexto, pues, pueden entenderse las verdaderas dimensiones del protestantismo como mo- vimiento religioso que, paralelamente a los sucesos voce. dos, va desarrollando su oposicion teologica a la doctrina ficial de la Iglesia Cat6lica, oposicién que dista mucho de estar sistematicamente coordinada en un marco teolégica que pueda hacerle frente a la dogmatica catSlica —Lutero preferia los sentimientos a la especulacion racional de los filésofos (identificaba filosofia con escoléstica) VII. Catolicismo vs. Protestantismo: la doctrina La desarticulacién de los planes (universalistas) y pro- gramas (cristianizacion) de la Iglesia Catdlica, debida al Indgpendencia de los incipientes Fstados modernos, como indicabamos mas arriba, repereutira en el orden doctrinal provocando una modulacién del concepto teologico de Iglesia ‘mantenido a lo largo de toda la Edad Media, que estimulara la r@uparicion wdistorsionada» de la concepeidn bizantina de Iglesia (distorsionada en tanto que, mediada por la nae- va teologia protestante, adquiriri desconocidas proporciones). La Iglesia se venia entendiendo desde San Agustin bajo luna concepcién que era esencialmente Cafholica'®, i.e. la Iglesia, Cuerpo de Cristo, debia abarcar al mundo entero mediando en ello las funciones sacramentales necesarias, tales como el bautismo y la cucaristia, las cuales fuera de ls Iglesia seran tenidas por indtiles. Solo la Iglesia puede pro- porcionar la validez necesaria que dichos sacramentos re- quieren (extra ecclesiam nulla Salus), ya que éstos preten den un efecto de gracia y salvacién que es obra del Espiritu Santo, el cual es uno con el Padre y el Hijo tt | distintas y un solo Dios verdadero). Por tanto, un solo Dios requeries «ina sola Iglesia (como un solo cuerpo re- quiere una sola alma"). Serd a través del atributo wnitas como se caracterizaré a la Iglesia entendida como cuerpo (1 Consttaida cuerpo de Cristo por meio del Cvangeto (E36) cid <4eun sol bautsmo (E74 9) urd deun slo pa (1Cor 10,17 rence naa la (Gal, 35) loc hijo del mit Dey Pas (24,6) 2) Ea is {eaten como se dice dene eng I: eth hoch pu fei ods ‘Siveridaer humana (6€ Ac 10/13 abatay comme) part adapase 5 oD alas Cord, 20a) ysbacarel iver enero (M249) (CX. Lad Dust (465), 35) {9jSieut vita natura corporis et per anima a va tute ip nimae est pr” Spa Sanctum eSprins et gu wns, Sprit ‘Sancta e het ad Deum scat spirits hominis ad hominem. Sra een ‘amin icine hom, nom st once natura ad ip, sed ‘igi eur. gir et piri Sanctus non ex nature etraneae a Deo.» (ist ‘etd Sino Fon mma cra Coen W.17, aad Vela, pis 20. EL BASILISCO ion mace Sa as cube Dust ipa Spon (Cia 51095, | | Cristo, cuya eabera es Cristo mismo y cuya alma sera el aefiritu Santo que sopla a su través. spirit Coneltranscurso de los siglos esta concepeién de Iglesia ici donurrollindose —-quedando intacto su nieleo: la afir- irs oo de [a Hglesia como na — hasta aduiie las determi- maces escoldsticas contra las cuales Veros erigirse a la iouialuterana. La Iglesia, en la tradicion escolistica, seguir eoiendose como Cuerpo de Cristo —-Cuerpo que no se catgnri sino a [a Tglesia cuya cabera comenzara a venir re ‘etSentada por el Papa, una ver eliminadas las connota- Pisses cucaisticas (siglo XIII) —cuyo principio de unidad Sorel Espiritu Santo, que también es principio de vida “abn el siglo XI, “mistico” es todavia un simple adjetivo, {qucclifica al Cuerpo eclesial en relaciin al cuerpo eucaristco, Enel siglo XIII se dird ‘cl Cuerpo mistico’, sin referencia [a cucarista, como un nombre propio, un sustantivo andlo~ ‘go. la “santa Iglesia’. (..) Y podra hablarse de Papa como tin caput (seeundarium) del Cuerpo mistic: lo cual era posible micntras que la expresién conservara una referet Eucaristiea n (Congar, 1976, pai, 100) Nosotros asumimos que el Espiritu Santo, principio de unidad y dle vida, no seré sino la Iglesia Catdlica (si queremos entenderlo habra que eliminar sus connotacio- nes dogmatieas): “«Sélo un ereyente eonfesional tendra derecho a impugnar, por principio, nuestra tesis, y a darla como tesis disparata lio. Pues él ereera que el Espiritu Santo es la Tercera Perso hia ctema, miontras que la Tulesia Catdliea es temporal, en fuanto Tglesia “militante’. (Con todo, San Agustin habia comprendido la continuidad substancial entre la Iglesia mi Titante y la triunfante, sentifieada plenamente con el Espi- ritu Santo ..). Pero gno le quedard al no ereyente otra alte phativa que teeminar entendiendo al Espiritu Santo como un Simple mito, sin effcacia causal espeetfica posible? Le que~ dard Ta alternative (si quiere conservat la eficacia con-formadora ‘que, emic, se atibuy6 al Espiritu Santo) de sobreentender, Con Sabelio, que el Espiritu Santo es la Iglesia Catblica..» _ (Gustavo Bueno, 1989, pig. 59) Iglesia cuyo caput es el Papa romano (vicarius Christi), que sera administradora de los sacramentos que posibili- {an la adhesion al Cuerpo mistico de Cristo, poscedora de toda verdad, fuera de la cual no hay salvacién posible. «Cuando se ésta en el Cuerpo de Cristo, esto es en las esiructuras dogmaticas y sacramentales de la Iglesia Cato: Tica, es como se vive del Espiritu de Cristo» (Congar, 1976, pig. 213), San Agustin diré que si bien los sacramentos son validos alld donde exista fe y se guarde la forma insti~ tuida por Cristo, no se reciben utiliter ad wilitatem, salubriter ad salutem, sino en la sola unitas a la que esté asegurando, el Espiritu Santo. Esta sera Ia nocién de Iglesia a la que Lutero atacard con sii concepelén dela inutilidad de los sacramentos a través del rechazo de la justificacion mediante las obras. Deeste mado se separa de la doctrina de fa Iglesia Catdlica que consideraba el sacramento como medio objetivo y real (20). Ipesia guia por el Esp (Jn 16, 13)cs ‘columns y soporte dee eed (1 Tim 3y 13) cp sin defllecer "guard odepdsto de as sans Tals oe” de Toe apostles (2 Tim Ty (39) es dec, de enol Solero sin ear» (Leot-Dutour, 1965, ni 365). ELBASILISCO — de transmisién de la gracia de Dios, independientemente de la fe o moral de quien lo recibe o administra; Lutero presentara el sacramento con in valor esencialmente sub- jetivo", A la justificacion mediante las obras opondra Lutero {a justificacion por la sola fe, La salvacion no vendri con- cedida 0 negada dependiendo de una determinada conduc~ ta entendida como buena 0 mala —que veiamos convenia el Papa en tanto vicarius Christi — sino que la gracia, ive, Ta posibilidad de salvacién seri concedida por Dios con absoluta libertad, segin su Voluntad, que no puede depen- der de ninguna accién humana: Dios puede otorgar la gra ‘cia a quien no observe una conducta recta, es decir acorde con sus mandamientos (con los preceptos que estipula Iglesia Catéliea, a través del Papa). De hecho —potentia ordinata—, Dios ha instituido unas Teyes, ha creado tna ordenacion, y estas leyes, esa ordena- ign, constituyen los hitos del camino ordinario de la salva Gidn y la reprobacidn, Pero la potencia —absoluta— de Dios no queda ligada por esas leves ni sometida a esa orde rnacion, sino en tanto que El quiere y en Ia medida que quie fe. Por encima de ellas, y aun contra ellas, puede hacer potentia absoluta—absolatamente todo. Es verdad, conce- {ders, por ejemplo, Gabriel Biel, que Dios no puede obrar ‘contra la recta razon. Pero To que se refiere a las obras exteriores, no es més que su Voluntad. Lo que Dios quiere y porque lo quiere, eso es lo justo y lo recto.» (Aranguren, 1995, pag. 50) El voluntarismo de Dios, herencia ockhamista, se con- juga con un radical agustinismo antipelagianista: nunca et hombre puede merecer por sus propias obras (a salvacion sin previa concesién divina de la gracia, El hombre, sin embargo, alin siendo irremediablemiente pecador puede ser Salvado mediante Ia librezoncesién divina de la gracia, sin haber obtenido méritos para ello: ef hombre puede salvar- se sin dejar de ser al tiempo mortalmente pecador. En ex- plicar esta peculiar soteriologia consistira, segiin Aranguren, In teologia luterana(dSid. pig 61). La concesion de la gra ‘cia, que parte de Dios mismo, se dard sin mediacién ningu- nia. La imposibilidad de dicha mediacion, que nicga, por tanto, las funciones que la Iglesia Catdlica venia represen~ tando hasta ahora, se explica teoldgicamente mediante la equivocidad del ser defendide-por Lutero. Es asi como se @D€1 propo Trostsh sea (dP Pozo, 1975, pig. 20 La ten reigio~ scene de poesia gan evs) a dsoluion de dea de ‘Scramonto, dela autentiony vndaders wen sutlicn de sacramento Emu plone ‘Srahstvia dels dogma eel punto decisive pore ue, por vee pris, Se romps el sistema entcon ‘22)Atendamo slo ue sot, sin embargo en ot ambito de a doctina Sa que continu steno von oii! dl ipesa Cate) La exposcn ‘Se. Velarde (1999, pg. 123 y 125 rexpoctivarente). Dos y las eianrat ptenecen planos onlpicer tino. ion cx ana stant pura yas Ende al and, Ys ade, ete Dio (-E)) Tas eituras («Sto Temi {nterpone tf ese comune (-) cam sbjet de no romper Ia soneion ents To Inf (Dis) yo fn as citras) Para ello distinc, en todo st nt, el ‘ae'y It evn El corpur mystica (0 corpus eecesiae mystic) © 0 ‘hurtin ongnicodedsontaaurten,y eolocad eon lane intredia, ‘eto mediadr, cre for ener (~ curr individuals) eolocaos eo et plano Interior yl sun ene (~ Cucrp de Cristo ~ Dis) elocado ce plano superior Este cure intend. )er i lpena Romana ene como faeion garantzar lapeventi corpora de Crt en ate, La iglesia se cuerpo visible cm ttt onpinico, Nene un exbera vuzthle~ ot Papa ~ obispo de Roma.» pod mantener la absoluta separacién entre el hombre y Dios en el plano ontologico®, separacidn que determinara fa inoperaneia de la razon para aprehender la divinidad. que dara paso a la hegemonia de lt Biblia (Palabra de Dios) come tinico modo en el que Dios se da.a conocer. De este modo, se llegar a postular la relacién de Dios con cada cristiano sin mediacién alguna: serd la relacién directa con el Espiritu Santo la que se impondré frente a la dispensa de la gracta en la que mediaba la Iglesia Ca~ t6lica. Lo que ocurre de hecho, es que la Iglesia Catélica dejara de identificarse con el Espiritu Santo, uno y univer sal, debido a que éste empezara a identificarse con los di versos Estados, con las diversas Iglesias nacionales, a tra és de las euales se relacionara con los diferentes indiv’ duos (si bien se interpretaré emie que en dicha relacién no hhay mediacién alguna), el individuo lo entendemos eric siempre cenclasado ™), Por tanto cl Espiritu Santo dejard de ser uno y universal (debido a que su universalidad le venia dada de Su isomorfismo con la Iglesia Catolica una, universal), para aparecer multiplicandose a través de las diferentes Iglesias icionales y ello: &.. Ataca el dogma fundamental de la Islesin Catélica, el ‘dogma de Ia unidad del Espiritu Santo, que del Pade y de Hijo procede. Por consiguiente, mis que tn eisma, se rats de a herejia acaso mis grave on la historia de la iglesia, et verdadero pecado contra el Espiritu Santo. Esto lo adverti- icon toda claridad Franeiseo Sure, demosirando con su genio, en su famosa obea Defensig det...» (Gustavo Bu 1980, pag. 69) Es en este punto donde podemos comenzar a entender la tesis que manteniamos sobre la refluencia de la concep: ion bizantina de Iglesia frente a la romana en el panorama {que es objeto de nuestro estudio. Desde la Paz de Augsburgo (1555) —tiempo en que Alemania queda dividida entre pro- testantes y catdlicos segiin el principio: «Cus regio, ejus religion — las diferentes Iglesias tenderan a negar la pri- ‘macia romana y se erigiran frente a ésta como iguales. Asi frente a la concepeién romans“del Papa como dinico jefe de la Iglesia, se abrira la posibilidad de la existencia de varios papas que no se reconoceran mutuamente ®. Slo se reconocer’ a Cristo como cabeza de la Iglesia (entendida como cuerpo mistico), Ia unidad sera la que resulte de las decisiones que sean establecidas mediante concilios®, en los que todas las Iglesias tengan participacion equivaiente: ningun obis~ po podia ser superior o inferior a otro obisgo, todos son (23)Segin C. Prot crinlogin de ero novos dient uma ~ sided Cn, eas que propo oso nga ale monotoa.1973, Oe Endive J temeni deals tae (Galvo alse vaca So es conecbible en funciém de sus indviduos Flindividuo {espe port cnocion den ine serena (-) Pol damasa, ‘Sees sota len dst bic aver prs ada i oo po {leer om dimensiones nsepuraiecomupncas» (Gua Buco, 19, pa S)'Aa mlm remiteno Canto Buono, oie del cre agri a5 (23)Seein Ockham una puri de paps no seria comraria i nia la talene oe. Cange 976 po T9). (Go). ides conclarese por tne dmitindsdiveros grads I en de Stender que i potstad actus ew onnaramate co et Paps coi (instr dspenatn procurstor copa mintriai) peo cn cases de neces a lnmayor por hasrants da gleinciveal scarcer ees sors pln rayon tin, 1973 lg 69) so iguales y tienen los mismos poderes por razén de sucesin apostalica legitima, ‘Como se puede desprender del anilisis efectundo, silo ‘mediante la elucidacidn de las razones impulsoras de la Re- forma, asi como el de las raices doctrinales del nuevo movi miento religioso, cobran éstas su verdadera dimension en ‘oposicion a las doctrinas de la Iglesia Cat6lica, de las que al tiempo son deudoras. Del mismo modo, se habri de expli- car el easo del calvinismo gue no sera sino un caso particu lar de estas relaciones, sumamente interesante por la posi cién privilegiada de Calvino en la fundacién de la Republi cade Ginebra VIII. El cal ‘mo como caso particular En tanto el nicleo del ealvinismo lo hacemos coincidit con el resto de las doctrinas protestantes, podemos decit {que la labor de su reconsteuceidn pasa por la reiteracidn de is mayor parte de las tesis que hasta ahora se han defendi- do. De este modo, la interpretacion y Ja controntacion con los argumentos weberiaiios que aqui apuntemos se apoys rien el estudio anteriortente realizado. Pues asi como &x pliedbamos el luteranismo enmareindolo en un contextohistrico “efiido (a Alemania dl siglo XVD, del mismo modo, entendems el calvinismo inserto en la Ginebra de mediados del siglo XVI (prescindiremos igualmente de reconstruir genéticamente el proceso por el cual se lleva a cabo Ia construccion eo ‘Ginebra, por mediacion de Calvino, de la ordenacién poli ca teocritica). De esta manera, nuestras tess, no todo 10 bien documentadas que deseatiamios (debido a a \lidad de encontrar tos estudios pertinentes) vendran con formadas por el horizonte historico en que insertamos 18 consiguientes doctrinas y eran especificas del periodo que ELBASILISCO 2esi6n 2, S6lo Tae. artic. | tposic publi incidir decir ion de fendi poy stérico vdernes Tsiglo mente ion en Pe do 10 tos las do que Lisco seestudia (juzgamos que el calvinismo no puede entender seGivocamente, pero ercemos que para determinar lo que sede él despues de Calvino, es necesario partir de fo que Seren el momento de su apaticién y cémo era entendido por el propio Calvino). Elealvinismo se consolidaré mediante diversas trans~ ormaciones de lo que venimos determinando como caracterist- icsenciales del protestantismo luterano, y serd a través fe estas modulaciones como intentaremos precisar en la ‘nedida de lo posible, como entendemos la particularidad tue Weber encuentra en dicho movimiento como origen de Gna racionalizacion de la conducta frente al trabajo. Es con- Veniente, por tanto, cn este punto, recordar de nuevo la {esis de Weber a habremos de oponernos. EI niicleo ex torno al cual giran las tesis weberianas es el siguiente: Ga través de los resultados practicos de la cura de al- nas, cuyo objetivo seria eliminar la angustia psicolégica (que propicia la creencia calvinista en el doctrina de la predestinacién, como se constituye un tipo de conducta Facional frente al trabajo que propiciaria la acumula- cion de capital necesaria para la rentabilidad de toda empresa capitalista: La docttina luterana de ta gracia privaba al hombre di impulso psicoldgico a sistematizar su conducta, racionali Zindola con arreglo a gn método. (..) La docitina de Ia predestinacion era s6lo una posibilidad entre otras mucha Sibien ao s6lo era, intrinsecamente, de una extraordinar onsecuencia, sino que produjo el mis formidable efecto psicologica imaginable.» (Weber, 1994, pag. 165) La modulacién principal sobre la que haremos girar muestra ‘exposicign en esta ocasién residiré en la posicidn calvinista ante la cuestién del obrar humano. Veiamos cémo el lutere: hismo negaba toda importancia a las obras humanas en el proceso de salvacién en beneficio de la absoluta voluntad divina, lo cual, explicdbamos, era consecuencia de su con- cepeién eclesiologica en la que toda funcién de le iglesia (@n tanto que administradora de la gracia) quedaba total- ‘mente aniquilada (vid supra). El calvinismo, por contra, in serta en su doctrina el obrar humano sin por ello rechazar el absoluto voluntarismo divino. Ocurrira que, frente ala inter pretacién romana, las obras no serdn entendidas sino como Imedios que faciliten la prueba necesaria de la pertemezicia al grupo de los elegidos (certitudo salutis). Esta insercion dela funcionalidad del obrar humano se entiende conse- ‘cuencia de Ta primacia que la doctrina de lq predestina- cidn alcanzard en Calvino (trente a Liitero)- Sera, pues, debido a la ignorancia soterioldgica de que es preso el cre yente como se entienda la necesidad de postular un medio a iravés del cual sea recono invisible de los elegidos y, con ello, sea facilitada la prueba dela salvacion que se persigue. Las obras, segimn esto, no podria influir en el proceso de salvaci6n que esta determi nado por Dios y que nos es absolutamente desconocido, aunque si seran prueba de nuestra pertenencia al ordi. de los elegidos —obras que no se reconocerin dindose aisla- daiiente de una metodizacion de la conducta” dirigida por la consecuente interpretacién biblica de que se trate. Noso- ttos entendemos la necesidad de establecer que un tipo de @7)Ast recone el propio Weber: Dios del calvin no exigia de sus festa reaiacin de ales culos buenas obra’ sno una satiad ene bea ceva sista » (Weber, 1994, pg 199). ELBASILISCO. ia la pertenencia a la Iglesia / conducta determinada sea prucba de salvacié ‘ausa de Ia cangustia religionan o de una mecesidad de po retoma de nucvo el sentido de una Iglesta que medic entre Dioey fos fetes (negada on la doctrna lterana). una Iglesia mediante ta cua segues ejerear ia predienetn que sive Tobase ala certitudo safurs que perscgtamos, Ahora bie is Iglesia a a que nos referimios no ser ue serin las diferentes iglesias locales las que, mediante a predicacion del Lvangelto fuera de fa Revelacton mo hay xalvactn), onganivaran laalecuacion de Ta eonducta de los icles la interpretacion del Evangelio que se defienda. Di- ha predicacion estard basada ya no en laautordad del Papa, basamento dela teoeracia medieval, sno en la autoridad ds In ublia que no podri decise interpretadn univocamente™> (Gin peyurcio del rigor que muestren los diferentes estudios lologicos)", situacién que viene reflcjada por la posibili- dad de la herejia ™. Sera ante una tal perspectiva como poda- ‘mos entender la interpretacion de Troeltsch quien califica estos regimenes politicos como hibliocracia, por contrapo- ‘a teocracia (vid., 1967, pig. 43) «Reivindicaba (Calvino) igualmente el derecho de explicar ‘muy —“sutilmente” los textos sageados para mejor ‘servir a Dios": ‘Bien es verdad que nos conviene tomar de la Fc tura la regia ast de nuestros pensamicntos como de nuestras palabras; en ella debemos apoyar todos los pensamientos ‘Ge nuestro espiritu y todas las palabras de nucst (28 de sumo ines iia qe sabe el peobloms dela nrretacon fovea tec A Dasa 998). che apart, Avo ‘Sondre lec round invert dans er eave, a réponse et donc non Ai onorair ie conhizet ptt a la dipresion» (BE. 129) {Gdn Nacvo Testament fora por complet la nocion de una Iglesia ‘Somunidaes particles no sorlan mis que partes (K” Bath, apud Leona 17, pie 285) (GOA Sb, Brat Nave ae os Toco (1498) «Toda Alemania rebosa de ‘ion, dedecttnas sive In sulci, de ediionc de tos Santos Paes y de Tibossemejantes Sean legado cometer grandes busos en ase pals, Sed ‘uel mi elas Biblia, s Te hase dec todo To ue se lr se pone “ten paige fe fey lo ila, uc exe! fundamen de nf» (apd Belomens, 1973, pip 22) (3tiE preciso star gran abo fectunda po spent, nto con tos ‘studi fialgico pertinent aborimprescinable el dfuson de protest {hmo. La Bibi estaba senda iendac la eng dele dintos Estado que “poy al empren, Tal posbiiad venia abort, no Slo pot ta invenclon de ‘impr, sin por a efctivaindependenia de fs Estados que le perma ‘esvritadecionce del eta sgrade a marge de a ghia y st eng oi: ‘atin Goto I imprenta la iba se exter ms amptimente -) Ente W475 ist ac han atslogad al meno esti elctonos de a Pula en Pa Eh Eat la clebec Biba pig de Aleald ext latino, gogo y Robes) 5 1520 apareceron 22 versoncr semanas Ja a primerabolanean en civ por pate de tin ice au confor Rely qus opm a primera Biblia frances compet [Gee pareis on 1487 En Espa se tmp a primera rade castelanaen Zieagoracn 48S» wa segunda ms enact, debidaa Montsinos, fu publica fn'Tolado en 1532.) En 1530 habla unos 6.000 eemplres de la Biblio Semana cn ceulocion jen 1900 en ota engi, ademas de 120.00 salteror $100,000 liwor del Nevo Testament. Era todavia muy poco. Por esto se plies elthnfo dela Bin de Later, volutaramont edactada enn len ‘Scceniea todos» (CE Delumeas, 1973, is. 212) ‘G2)aLos trina fos de Te experiencia de la Reforms habian puesto de ‘manifesto, conta carters de Later, que no basta qu sn predic de forma pura la Palabra (es pesion ademas, oe each reciente» (Leonard 1967, pis 22). s ,quién podria impedimos que expresemas con pala bras mas elaras las cosas que son oscuras en la Fseritura, y aque de esto se haga sin demasiada libertad y en algun ‘casiones?"» (Calvino apud Leonard, pig. 445, nota 14) Esta predicacién, debido a sus pretensiones de regir la conducta de los fieles, es levada & cabo con el apoyo de un Estado: Ginebra. Por tanto, podemos decir que las nuc~ vas iglesias nacionales al pretender estar regidas por la verdadera interpretacién del Evangelio (Fundamento de la ordenacién de la conducta en to, los propios Estados, entraran en conflicto con la inter pretacién evangélica de otras iglesias nacionales. Ello es asi en tanto que Ia Tg! dljado de subordinar efectivamente a los diferentes Esta- dos y de ordenar sus diferentes planes con arreglo a su programa. La Paz Religiosa de Augsburgo fij la existencia, de iglesias parciales claramente diferenciadas en Ia doctei na, en la liturgia y en la organizacién, las cuales compare~ cen reclamando, las unas contra las otras, su representa~ tividad exclusiva respecto a la verdad cristiana. Sin perjui- cio de lo cual las iglesias pueden seguir pretendiendo una extensién universal: «Para que la unidad del Hijo con el Padre no sea vana ¢ inal, es preciso que su virtud se ex- tienda a la totalidad del cuerpo de los fieles.» (Calvino apud Leonard, 1967, pig, 267) El problema que habra que resolver, entonces, serd el de la fueme de interpretacidn del Evangelio en tanto que serdala que posibilite el criterio de explicacion y/u orde- nacidn de Ia conducta. La fuente que buscamos la enten deriamos surgiendo de los diferentes Estados, al ser estos los herederos de la posicién que la Iglesia Caidliea soste- nia Geomorfismo con el Pspiritu Santo) en el periodo prece- dente (vid. supra). Pero entonces, si bien sera en los dife- rentes Estados donde habremos de buscar los materiales que proporcionen las diferentes interpretaciones, también seri cierto que dichas fuentes seran heterogéneas: econ juridicas, mecénicas, matematicas, &c. Nos estamos re = la situacién calificada por Gustavo Bueno como inver~ sién teoldgica: “and 26), dona mmadas ves de widiee alde yesde nisi vinado ‘in, italy sudo mente pro: roble “bra al or wert ord lore. alo ota os Bs sidena pore Sasde fos de Thao vata la vinada ‘teria stidad laho- crvel eae Inprete onto Ot pie ices ‘Swe uusco Laimportancia de esta doctrina adquiere sentido al enmarca jaen una €poca en la que, debido a la situacién de la Iglesia ‘su pérdida de funciones, seri necesario postular una per~ Unencia obligatoria a la corriente evangélica que se de flenda; lo contrario significaria la absorcion de nuevo en la iglesia Catolica, ic, la pérdida de independencia lograd: uc oourre es que ahora debido a la variedad de interpreta don es de contenidos muy diversos, éstas SEuarin como medio ibn protes- {ante general de la que pudiéramos hablar, pues no habia tina coordinaci6n de los diferentes Estados por una Iglesia protestante (los protestantes estarin modulados por las. Fiferentes interpretaciones del Evangelio, llevadas a cabo, enelseno de un Estado determinado), sino a favorecer la recurrencia de su propia interpretacion, dependiente de lavecurrencia del Estado que ta apoye™ ciones, depet La superioridad de la organizaci6n calvinista, enton- ces, la hariamos reeaer en la posibilidad efectiva que le brind& Calvino el Estado de Ginebra (cuyas causas historicas no feria dffeil entrever) de poder establecer una interpreta tidn biblica marcadamente juridica que fue impuesta como Constitucién de la Replica, Es elocuente, al respecto, la fdeseripeién que autores modernos ofrecen de las compe: tencias que Calvino atribuia a la magistratura en Ginebra (G- Tourn «Calvino politica» apud P. Adamo er ali, 1994). Es asi que la cura de almas, dada a la escala en que nos movemos, vendria a offecer aquellos consejos pricticos que coincidirian (0 por lo menos no se enfrentarian) y fue~ sen ecesarios para encauzar la continuidad del Estado ginebrino, fn tanto s6lo a través de él puede seguir existiendo la Inerpretacion biblica que se defiende. De ese modo, los consejos referidos a las cuestiones econdmicas estarian determinados por la propia constitucion de los asuntos que ese Estado requiriese, i.c., en tanto sc refiriesen a ellas, los, predicadores estarian siguiendo las directrices que Calvino, como hombre de Ket2da, fuera sefialando. Con esto no que- femos negar por principio que el calvinismo haya tenido algin tipo de influencia en el desarrollo del capitalismo pero, en cualquier caso, deseamos insistir en que ésta habria de serreinterpretada . Y ello porque la organizacion racional del trabajo que Weber atribaye a causas religiosas, 0 mis bien al efecto prictico de doctrinas religiosas, pasa por alto la fuente y cardcter de estas doctrinas religiosas, lo cual se muestra improductivo ala hora de explicar la rela cién economig/teligion”. {@5yComo ejemplo nos servrn ets palabras de tu patirde 1586.) asian de aceite open en Francia, Gin ara entoncer sabia ‘ytost atcanamo omen a detcns¢ nds ensues ro ‘Tessa en el Ese de Edfpa (Plone, Hungra). Un mejor emtendimients ‘ecgco dn! peotstntsmo demdn bra desea asbass etna al ia, ‘vcr en Earopa Orie (1992p 118). {Goysvacomplicads dr ean de esl cconmico de losses ct cs atendemon lads webedan: En et siglo XVI toon fos Fosae, ‘ezpo uno lc, sguero endo catlicos, Cand sian os gras do ‘ip on lands» on Francia para bancarla as imporam fae Genova, Iosbangeror ne rts cram gemoveses, xpaholes flores, Aer eu fiero la empers Indtnes ms podersus da igo XVI Eas de os gow, as minas de slumbre de Tofa ysl arsenal de Venecs: cx doce, Ws ee tins ae 229. ae ‘sen por Cav Bu (Castano Buono, 1972 pags. 1339 88) EL BASILISCO. ‘odo, es preciso hacer notar que el protestantis- imo, en el que Weber inscribe a los movimientos ascéticos {que habrin de influir en el nacimicnto del capitalismo occi: dental, sur no de una religion dada frente a otras; tuna religion, la cristiana, que venia siendo defendida y ex- plicada por la Iglesia Romana. Por tanto, habrin de busear- Se las peculiaridades de las tesis luteranas y, posteriormen- te, calvinistas, atendiendo a la ruptura que tuvo lugar en el siglo XVI en la tradicién Catélica y, mas concretamente, sera la Historia de la Iglesi la Historia de los dogmas, la que nos ofrezca el marco necesario para enten- der las tesis Tuteranas que originaron la escision de la ar~ quitectura cristiana, manifestando su escasa originalidad on respecto a anteriores herejias. Lo primero, pues, que crticariamos dela posicién weberiana ante los fenémenos religiosos es su pretendida neutrali- dad cientifica, basada en la irreductibilidad de los valores los que toda religion se apoyaria (ineliminable guerra entre los dioses) ya que serdn los propios contenidos reli igiosos los que queden desfigurados al margen de la cues. tién de su verdad, y ello no s6lo porque internamente ape- lena dicha cuestidn, sino porque tinicamente desde la toma de posicién frente a la pretension de verdad de dichos fe~ nGmenos podemos intentar una clasificacion que nos per- ‘ita su comprensién lo cual significa un determinado com promiso con las Ideas, Weber entiende que sera la ordena- ci6n de lo sobrenatural con el hombre el dominio de la ac- cidn religiosa (Weber, 1964, pag. 330): Ia accién religiosa, fen tanto regida por valores sobrenaturales, requiere, al menos fen el caso de las religiones superiores, las cuales «desarro- laron una metafisica racional y una ética religiosa», un portador de las revelaciones metafisicas, papel que asumirin los profetas 3 Pero estos profetas solo sern considerados tales debido a tun determinado «carismay personal, entendido éste como tun «don natural», que les hacen diferentes del resto de los hombres (Weber, 164, pags. 356 y sgs.). Sin embargo, las revelaciones gserdn verdaderas o falsas? Acaso no se pu da establecer su verdad 0 falsedad debido a su cardcter subjetivo: revelaciones que se realizun a través del eardcter carismatico de los profetas y que son ajenas al resto de los mortales. ,Serd, pues, ocioso establecer el causante de di cha revelacién ol interlocutor del profeta? Y esto no es luna cuestion secundaria ya que podria estar contindose implicitamente con Dios como interlocutor o causante de la virtud carismitica y con ello se estaria uno situando afir- rmativamente, sin mediacién de critica alguna, ante una de los contenidos mas problematicos de las construcciones ‘eligiosas: la existencia inexistencia de Dios (zeual de tantos?) Por otro lado, quedaria pendiente la cuestion relativa al problema de la procedencia de «carisman; decir que éste natural» no elimina el problema, lo plantea en otros térmi nos. Sera preciso explicar si el don es natural, entendiendo por tal intransferible (insistiendo en la atribucién del caris- ma como «dony), lo cual nos plantea el problema de su Origen, que habria que encontrar (Dios, herencia genstica? {0 hablamos de natural en el sentido de una naturaleza que Conviene a todo ser humano como parte del género homo? El problema entonces sera el de la delimitacion de le que se ha de entender por «natural», problema en modo alguno simple™, “La ncutraliad (la wabstencién de todo compromise ontolgico») ante otras verdes ontologicas o logicas no es propane te neutralidad sino indeterminacidn, incapacidad de dec sién, alejamiento de las eategorias utilizadas respecto de Tos contenidos profundos de la religion (de sus verdades fundamentales). Por tanto reconocimiento de que Tas cien cias de la religion no se ocupan de la esencia nuclear de la rligiOn, ni pueden ofrecernos la comprensidn de su estruc- {ura profunda.» (Gustave Bueno, 1985, pag. 57) Nosotros proponemos entender Ia religion en el marco de ia Filosofia materalista de la rligion propuesta por Gus- tavo Bueno en £ animal divino, donde la religion eristiana sea concebida formando parte del periodo terctarto de las Tligions, period que sri caliia como peso al monotlsmo. Ta filosoifaa la que aludimos elasfiead as diferentes rl gions en atencion a su grado de verdad, una verdad que bade ir parojaa ln existoncia de mimenes: centros de ¥o- luntad einteligencta capaces de mantener relactones emi- nentementeprécticas, spoliticass, con el hombre, del mismo tmodo que el hombre podrd mantenerlas con ei. Debido ue los nimenes no son siempre dioses (mimenes divinos, demoniacos, humanos, zoomorfos) podremos decir que la feligion no estar subordinada a la teologia y, por tan, Podremos hablar de religiones sin Dios (quc no cuenten on el Dis teelario, 0 con los dioses secundarios) sin que senos presente mayer problema, clsifieando, de este modo, Tamplio campo de los fendmenos religios0s. Con estas premisas habremos de seflalar asimismo que, cen tanto la referencia inexcusable del numen ha de ser real G8)Un ais sbee e poblema de deerminacin ue el trmino atu lta est ilevado a cabo por Gustave Bueno onan dela graiay el ind ela cura, El Basle, 19 oe 2 (conditio sine qua non, no motive de su perfeccién como proponia San Anselmo) haremos residir la verdadera filo. sofia de la religién en aquellas concepciones que conten gan referencias humanas (las concepeiones circularistas) © bien animales (concepeiones angwlares). De este modo, se elimina la posibilidad de entender la religion mediante categorias puramente sociales o psicologicas. El materia lismo filosofico, que aqui estamos asumiendo, defender la concepeién angular (zoolépica) de la religion en su refe. rencia animal, que podria quedar asi resumida: «Los hom: bres hicieron a los dioses a imagen y semejanza de los ani males» (Gustavo Bueno, 1985, pig. 70). Es preciso setalar que la opeidn por una w otra concepeién (angular cireular), en las que ciframos la verdadera filosofia de la religion, no sera caprichosa 0 meramente desiderativa, sino que impli ‘cand una determinada Idea de Hombre ¥, por tanto, compromi. sos ontoldgicos previos. Sera, pues, mediante estas premisas como podamos clasificar los fendmenos religiosos y deter- minar el grado de verdad o falsedad que les corresponden, Asimismo, se entender que no podames situar en el mis. 10 plano a todas las religiones, ya que al proponer una -a genético-evolutiva del proceso feligioso (partiamos de la consideracién de los animales como modelo de los dioses), cada religion se podré clasificar en atencidn a la fase que le corresponda en dicho proceso (al eu corres ponder un determinado grado de verdad). Entendidas en estas coordenadas, serin estas regio nes fereiarias las encargadas de eribar de contenidos si. persticiosos a la religion (propios del periodo secundaria Ge las religiones: religiones mitologicas) mediante una nueva coordinacion del material religioso llevada a eabo con tos instrumentos que le proporeiona la Glosofia. Es decir, serd por medio de las consiruceiones flosoficas como las teli- Biones terciarifs se podran desarrollar como religiones monotefstas y, eon ello, eriticas de toda religion mitalogt (politeismo, supersticidn)” —si bien no del modo que er Weber: eliminacion de toda interfereneia de la Voluntad di vina, Poreilo, no podré entenderse, con Weber, que el mo- noteismo sea exigido por larazén porque dicha posicisn es ‘do mis racional®, 0 bien sea obs de la profesionalizacion ddl sacerdots. E! monoteismo mas radical se recomoceria en la obrade Aristoteles: su Dios es Acto Pao, tnico, descono- ccdor del mundo (¢f ?. Aubenque El problema del ser en “Aristétetes Taurus, Madrid 1989, pigs. 354-95), por tanto aajeno a toda plegaria «magica» que diria Weber, y sin em- bbargo no dio lugar a un cullo de direcciOn Sacerdota, i tampece puede ser ealificado de religioso® es el Dios de los fildsofos por antogomasia (cf, Gustave Bueno, 1989, pags 115-47). Pero cuando hablamos de un instrumental proporcio- nado por la filosofia que propicia la coordinacién siste- matics entre as pariepy del materia eigiono — nos est ‘mos refiriendo al ofrecide por la filosofia entendida en sen tido estrictoj. €.,a la filosofia helénica y a la tradicion a G9)uL0 ques es importante es evr aide de una religion eriaria que bony susie la miologia secundaria, puenéna refi arco re { yumenretsje com sus malls de aod oenrcblen (staves, 1985, pa eo, (40.0 prpatticssollan recur a elds ovo os fenmens para eapiar sts eausas, et el pen nes porn fculnd mtv lan prea Porm foculadpurgtivn» (D. Hume, Didogon sobre la religion natal, Mi Si, Taras, 1994 pgs. 101-102), EL BASILISCO rr Te sco Ja que dio lugar, en tanto s6lo en la Hélade (al rededor del Meta) pudieron tomar cuerpo las distntas formas de concien- Ebr cientifica (geometria, astronomia...) y politica que faci fitaron [a estructura necesaria para el desarrotlo de la con- encia filosSfica (ef: Gustave Bueno, La metafsica presocratica, Pentalfa, Oviedo 1974). Por tanto, se habré de insistir en {ie las religiones superiores (budismo, cristianismo, isla~ (smo) no se pueden considerar religiones que hayan [parceido al margen de la filosofia (historicamente son bsteriores al nacimiento de la Filosofia) y, menos ain, el Ponten do de las construicciones terciarias (teoldgicas) por Excelencia: Dios. Por su parte, la verdad de estas religiones ferciarias (monotefstas), y del cristianismo en particular, la hariamos residir, ya no en sus construcciones filoséficas (cologicas) —si bien la superioridad que les reconocemos fecacria en dicho atributo~, sino que entenderiamos que averdad de dichas religiones (si quicren llamarse tales) idescansaria en su concepcidn circularista de la religiin (referencias humanas reales): es patente, al respecto, el antropologisme metafisico del cristianismo (lestis serd eansiderado Dios-Hombre, &c.), Serin dichas referencias Jno un supuesto monoteismo lo que nos lieve a determinar duel cristianismo un néicleo religioso. Si bien sera particu- lirmente interesante sefialar la dialéctica entre el Dios Pa- dre, de contenidos eminentemente filosdticos y Dio: Suyas referencias serdn reales: «No conocemos a Dios sino por Jesucristo» (Pascal, apud Bueno, 1989, pag-118)" Fs, pues, en este marco donde se ha de insertar el protestan- tismo, un marco definido a través de unas earacte las cuales, no podran trasladarse a voluntad con motivo dei establecimiento de analogias entre dicha religion y el resto de las religiones, como Weber intenta (sin petjuicio del inte- résde dichas analog in correr el riesgo de desfigurar el ‘material al que nos enfrentamos y, por tanto, errar en la deli- mmitacién de un movimiento como el protestantismo. Juzgamos, pues, improcedente hablar de los distintos movimientos, como cs el caso de Weber, suponiéndolos participes de una «cesencia» comiin, no se explica cual sea sta, sin recurrir a analisis previos que eluciden las razones, del nacimiento de dicho movimiento y las peculiaridades ‘que deban atribuirsele, Acaso Weber entiende que el nit- cleo del ealvinismo queda explicado atendiendo a la doctri- na de la predestinacién, que él ejemplifica a través de un. texto perteneciente-a la Wensminster Confession de 1647. Pero esta reducci6n es inadmisible. ;Acaso pueden encon- trarse pertinentes los resultados ofrecidos por Weber cuando Estos Se apoyan en un dogma que se entiende de modo, de nuevo, exento? Le., zha de entenderse que la doctrina de la predestinacidn fue «invencién» de Calvino 0 de los movi- mientos aseéticos que le siguieron 0, més bien, habra de reconocer que el seno de dichos movimientos S6lo sufre| una de sus modulaciones? Y si se admite que Calvino o los ‘movimientos puritanos s6lo son partes, a través de las cua (4)aL ientiinci patina ampli y evade ato contest a ‘xprsign clasia en el Chg Evangel de Jesis con el Logar-Sabiduria ‘Etne andes aes on el smb alegdrco de jadatsmo elec, ue ‘el priogo popascal habia sag ya caricierconvenconal toa ‘elo ibis sono eh indviualidadc como Fidn de Alcan. Pero el \etho de vonsferira Jens se amano ls espculacione sobre! Dios nefable A low ambicatesjudeoeleistcor et Is harafa que hay que adja sin ‘Sgn pune de ds a oni cristae primis mis lentes, ‘Spelamene In ni priximas 4 Pablo» (Puente Ojen, 1992, ps 61-62) ELBASILISCO ——_——— les, se modula la doctrina de la predestinacién, habra de ‘encontrarse y analizarse cual sea el néicleo originario en el que se apoya 0, cuando menos, situar Ia posible fuente de fal doctrina al tiempo que se hace obligada su minima racterizacion para poder apreciar sus virtuales desarrollos. Weber no hace nada de esto. Se limita a tomar a los movimientos religiosos y sus doctrinas como dados, inten: tando explicaciones, a veces pintorescas, para lo cual se sitve de ejemplos de las diversas Iglesias protestantes, sin atender a sus particularidades (Ie da lo mismo anglicanos, calvinistas, puritanos, cuaqueros, &c.). Del mismo modo,’ no ve ninguna dificuliad en utilizar textos, autores y situa- clones pertenecientes a diferentes siglos para caracterizar las linews maestras del movimiento ascético. Un ejemplo de tal actitud lo tenemos en el mismo texto de la Wensminster confession anteriormente citado; un texto inglés del siglo XVII le sitve para exponer las doctrinas basieas de una re- ligion gestada en la centroeuropa del siglo XVI (la Alema- tia de Lutero y la Ginebra de Calvino). No insistiremos so- bre este punto ya que no existe dificultad alguna para que quien haya leido Ta obra que estamos analizando se en- ‘uentre con multitud de ejemplos al respecto. Tampoco serviri como contrapartida una mera acumula~ cién de fechas y textos de las mas diversas procedencias ya que esto no es ejemplo de una dogmatica articulada que Sirva de base a ningii tipo de argumentacién; atin reconociendo ue hoy mismo se sigue poniendo en duda la existencia de tuna dogmatiga protestante (mas bien hablariamos de «dog: ‘miticas» protestantes), por lo menos se exigiria una minima articulacién de sus principios teologicos que seran los que ‘modulen la prictien de Ia cura de almas en la que Weber insiste. Por fanto, sin esta articulacién y sin analizar las ra ‘ces historicas de los mentados movimientos, asi como des ‘cuidando las ideas que constituyen sus primeros principios (Dios, Voluntarismo divino, Iglesia...) es de todo punto im posibie vislumbrar cules puedan haber sido las novedades {Que esas incipientes organizaciones religiosas introdujeron ¥ cuales fueron las consecuencias que «pricticas» (a las {ue pretende circunscribirse Weber) a que dieron lugar. Por ello no acusamos al ensayo weberiano de obviar tal © cual acontecimiento, sino que entendemos que la critica mas pertinente que se puede hacer es la de la pérdida de todo horizonte historico de sus resultados. Negamos, pues, la adecuacién de un andlisis cuya trama se apoya en un fenémeno que considera acriticamente como dado (entendemos que critica es clasificacién), y ello sin perjuicio de la pertinencia de muchas de las analogias que se plantean en la obra, las cuales, habria que comentar por extenso para ofrecer un estudio proporeionado a Ia importancia y dimensiones de los anilisis efectuados. La raiz de la grave carencia que atribuimos a Weber la situamos en las propias imposicio- nes a que su perspectiva de estudio le abocan. La recons- truceién de movimientos absolutamente objelivos, en los que los sujetos quedan subsumidos en el proceso histéri {co que los modelan a través de las normas y programas en los que se incluyen, Weber la lleva a cabo mediante un reduccionismo subjetivo-psicolégico que se asienta en la asuncién de la teoria de la pertinencia de! valor de Rickert Pero este seria motive de un estudio diferente, Por nuestra parte, hemos procedido a la reconstruc cién del movimiento reformista tratando de construir, en La medida de nuestras posibilidades, una alternativa a la linea de estudio weberiana, que no la tesis del erudito sociélogo aleman, No se ha pretendido, pues, ofrecer tanto resulta dos originales cdmo vias adecuadas de ak de los fendmenos religiosos. liografia P. Adamo et alii, «Calvino politico», en Bein Riev, ed., 1994, “Modernitd, politica e protestantesimo, Claudiana, Torino 1994 P. Anderson, i986, Tranriciones dela Antigiedad al feudalism, Madrid, Siglo XI. 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