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VERA
y otros cuentos crueles
Traduccin: Jorge Segovia
MALDOROR ediciones
Vera
y otros cuentos crueles
Vera
A la condesa d'Osmoy
La forma del cuerpo le resulta ms esencial que su sustancia.
(La fisiologa moderna)
Vacilante, subi las blancas escaleras que conducan a la habitacin donde, aquella misma maana,
haba depositado en un fretro forrado de terciopelo
y cubierto de violetas y batista, a Vera: su voluptuoso
amor, su plida esposa, su desesperacin.
En lo alto, la puerta gir suavemente sobre la alfombra; a continuacin, l se aplic en alzar los cortinajes.
Todos los objetos estaban en el mismo lugar donde
la condesa los haba dejado la vspera. La muerte,
sbita, la haba fulminado. La noche anterior, su
bienamada se haba desvanecido en goces tan profundos, se haba perdido en tan exquisitos abrazos,
que su corazn, roto de delicias, no pudo soportarlo y desfalleci: sus labios se mojaron de pronto con
un prpura mortal. Apenas tuvo tiempo de darle a su
esposo un beso de adis, sonriendo, sin pronunciar
una sola palabra; despus, sus largas pestaas, como
crespones de luto, se cerraron sobre la bella noche
de sus ojos.
Aquel da sin nombre haba transcurrido.
Hacia el medioda, el conde dAthol despus de la
infausta ceremonia en el panten familiar, despidi en el cementerio a la fnebre escolta. Un ve z
solo, se encerr con la muerta, entre los cuatro
muros de mrmol, y cerr la puerta de hierro del
mausoleo. El incienso arda en un trpode, ante el
atad: una luminosa corona de lmparas aureolaba
la cabecera de la joven difunta.
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