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25/3/04 Panorama general de la ciencia moderna Peter J. Bowler e Iwan Rhys Morus Tradvecitn castelana de Joan Soler CRITICA Barcelona 520° Parovama genere de la ciencia moderna Science at the Crass Roads, N. 1, Bukhacin, a8., Frank Cass, Loncres, 1981, 1971 Hughes, Thomas P., Networks of Power: Electrificaaton in Western Soviets, 1880-1530, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1983. Hon:, Bruce, The Maowellans, Cornell University Press, Tthaca, Nueva Yerk, 19a Koyré, Alexandre, Metapinsics and Measurement, Harvard Univecsity Press, Cambridge, MA, 1958, Latour, Bruno, Seience und Action. How to Follow Scientists and Engineers ‘hrowgh Sectety, Open University Press, Milton Keynes, 1987. Marvin, Carolyn, Wien Old Technologies Were Mew. Thinking about Elec. tric Cormunication in the Late Wineteenth Century, Oxford. University Press, Oxford, 1988. Merton, Robert K., Science, Technology and Socie! England, St. Catherine’s Press, Bvjas, 1938. 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Y siel cerebro resulta de la evoluci6n natural, acaso un estudio del prozeso evolutiva explicarfa por qué es- tamos programacis para compartamos come lo hacemos o ilustrarfa el mejor modo de lograr progress social. Estes cuestiones plantean ne- cesariamente problemas no s6ls morales y teolégicos sino también politicos ¢ ideckégicos. El cientifico o el filésofo tal vez mantengan. que el cerebro es el érgano de Ia mente, perr-es el idedlogo el que uti liza esta afirmacidn para justificar acciones sociales come la de lim tar la reproducciGn de personas con presuntos instintos feligrosos © discapacidades mentales. Los liberales han legado a considerar poli- ticamente sospechoso casi cualquier intente ce aplicar Ia biologfa ala naturaleza humana, y a menuda se valen dz la historia para poner de relieve fos peligros que advierten, Al aviser del legado del «darwinis- mo social o de kes primeros esfuerzos pera proporcioaar cobercura cientifica al racismo, pretenden tildar el determinismo bialdgico mo- Pe yama geneva! de la ciene‘e moderna demo de praducto de una agenda politica conservadora, Asi pues, la historia deviene en un campo de batalla para las ideologfas enfrent das, y los histor:adores de la ciencie han de trahajar en un eampo ri nado para defender las posturas moderna. Los historiedores han centrada smucho la atencién en éreas clave cen las que se ha aplicads la biologia a cuestiones sociales y son my conscizates del cardcter potencialmente controvertido de lo que hacen (pare diversos estudios, véase Bowler [1993]; Smith [1997)), Hay mu- isirna literatura sobre los intentos para demostrar que Ix naluraleza humana esta dictada por la es:ructura del cerebro, por limitaciones he- redadas de la inteligencia c pautas de conducta, 0 por el caricter def proceso evolutivo, Algunas de las aportaciones raés antiguas quizd to- davia traten de presentar una imagen convencianal de la ciencis como fuente de conseimiento objetivo, libre d= valoraciones subjetivas, y admitan sélo que Jas iceas y percepciones asf generadas puzden ser tergiversedas por los que pretender aplicartas al mundo real. Segdn un modelo asi, la teor‘a darwiniana es producto de la buena cieacia, pero el darwinismo social es una aplicacién distorsionada de conceptos de- rivados de la misma a cuestiones sociales, Recientemente, sia embar- 0, los historiadores has comenzado a interpretar los propias debates cientifioas en términos ideolégices. El viejo supueste de que la cien: cia ofrece conocimienta cientifice se ha venide ebajo en muchos ém- bitos, pero en ninguno de forma tan clara como en el darwiaismo so- cial, doade las consectencias humsnas cel conocimiento cientifico son muy in-nediatas. Cada vez estamos mas seguros de que Io que en épocas pasadas se admitia como ccnocimiente cientifico estaba in- fluido (aunque no forzosemente determinado) por los valores saciales del momento. Coma dijo un influyente portayer de ese movimiento, medemos eran vestigios de ia fase de desarrolle cultural que babian vivide los antepasados de la reza blanca en la época prehist6rica. Su inspiracién se hasaba en los nuevos descubwimientos arqueclégicos que, desde la década de 1860, confirmaron la enorme antigiiedad de la razs humana y alumbraron fa idea de una «Edad de Piedra» primitiva. El ge6logo Charies Lyell resumié esas pruebas en Autiquity of Mar: [La antigiedad del hombre] (1863). Las antropSlo- 'g03 asignaban a todss la culturas vivas una posicién en una escala de Gesarrollo, cue empezaba con los salvajes dz la Edad de Piedra y cul minab: en la civilizacién industrial modema. Las diferencias cultura- Jes se expliceban no mediante evolucién divergeate sino como dispa- ridadas en el nivel de desarrollo 2 lo largo de una tinica escala. Al Principio, los antrapslogos se oponfan a la idea de que los pueblos isma desarrollando la idea de que la cultura y la sociedad habien Biologia e ideclogia $33 culturalmeate més eprimitivoss eran mentalmente inferiores a la raza blanca, pero la aparicién del darwinismo les impidié cada vez més s2~ parar el desarrollo mental det cultural (véase cap. 13). ‘Antes incluso de que Darwin. publicara nada, 1a filosofia de Her- bert Spencer sobre Ja evoluciin conecté firmemente el desarrollo mental con el cultural y el social (Richards, 1987). La psicologia de Spencer hacfa hincepié en que no habfa ninguna «naturaleza huma- na» universal: Ia mente humena estaba determinada por el entorno social, y cuanto mis estimulante fuera ] entorno, mayor seria el i- yel de desarrollo mental individual. A la inversa, cuante-mayor fuera el nivel de inteligencia indivicual, mas répido progresatia la socie- dad, 1o que crearia un circuito Ge cetroalimentaci6n entre la evolucién ‘mental y la social. Segiin ese modelo, era inevitable que las razas que ‘mantenian un nivel primitive de tecnologfa (que supuestamente ca- racterizaba un nivel primitive de estructura social) se hubieran qne- ded también atascadas en un estadio inferior de la evolucién mencal Los salvajes eran reliquias tarte biolégicas como culturales det pase- do, que conservaban una mentakidad apenas por encima ce la de los si- mins. Darwin adopts 1a perspectiva materialista de la mete desde el principio de sus investigaciones sobre la evolucién. Estaba especial- mente interesade ea el origen. de los instinos, que segtin €l eran pa- cones de conduct que en el praceso evolutive habjan quedado grata- dos en el cerebro. Spencer esumié la idea lamarckiana de que los habitos aprendidos podian transformarse en instintos hereditarios gra- cias & la herencia de rasgos adguiridos. Pero Darwin reparé en que la seleccin natural podia también modificar instintos siempre y cuando hubiera alguna variaci6n en los patrones de conducta, En Et origen dei homitre explicaba 1a procedencia de los instintos sociales por medio tanto dal lamarckismo como cel proceso de seleccisn de grupos (com- petencia en que scdreviven les grupos con las instintas sociales mas, maccados). Para Darwin, los esfuerzos bumanos por racionalizar los, instintos reguladcres de nuestras interacciones socieles constitufan la base.de todos los sistemas éticos. Darwin admitia que, a largo plazo, la evoluciGn habia incrementa- do continuamente el nivel de inteligencia animal, aunque sabia que $34 Pamorama generai de la ciencia moderna muchas ramificaciones del arbol de la vida no progresaban hacia esta. dios superiores de cesarrollo, Sugerfa que los seres humenes habjan alcanzatio un grade Ge inteligencia muy superior al de los simios por. que nuestros antepasados, al trasladarse de los bosques a las Hanuras de Africa, se pusieron de pie y, 2n consecuencia, comeazaron a utili zzar las cnanos para fabricar herramientas rudimentarias. De cualquier modo, ia mayorfa de los evolucionistas mostracon poco interés en la posibilidad de que pudiera haber nabido un momento crucial que s parara kes carinos de la evolucisn de los seres humanes y la de los mios. Esbozaron una escala detalleda, aunque totalmente hipotética, del desarrollo mental que recorre el reino animal hasta la hrartanidad, ¥y luego dieron por sentado que, casi inevitablemente, la evalucién ha- bria ascendido continuamente per dicha escela (Richards, 1987), Po- demos hallar este enfloque en el trahajo de George Joan Romanes, que Heg6 a ser el discinulo mas destacado de Derwin en el am’ito de La evolucién mental. En América, fueron James Mark Baldwin y G. Stan- ley Hall quienes propusieron modelos evolutivos de lz mente. A finales del siglo x1x, un elemento importante de fas teorias del cesarralic fue el concepto de te recapitulacién: la creencia de que la historia evolutiva de las especies est resumida en el desarcollo del or- ganismo individual (Gould, 19773. En biologfa, esto fue defendido por el darwinista alervén Ems: Haeckel y por azolamarckianos ameri- canos como Edward Drinker Cope. La teoria ée la recapital cia un medelo de evolucién en que parecta ineludible el progreso ha- cia el cbjetivo de incrementar Ja madurez: Ia evolucién ascendfa sin més por la escala, igual que el embridn, Los sicSlogos evolucionistas estaban convencidns de que el desarrollo de la mente humana indivi- dual atravesaba las fases de la evolucién mental que habjan marcads Ja evoluci6n del reino animal. Romanes identificabs explicitamenie la capacidad mental del nifio a ciertas edades con diversos niveles de mentalidad animel. Ese modelo alenté la creencia de que las razas sal- vajes, supuestas reliquias de las fases més terapranas en el avance des- de los simnios, tenfan una mente equivalente a la de los nifios blancos y algo superior 2 la de los simios. En Italia, Cesare Lombroso propuso tua sistema de antzopologfa criminal» segdin el cual los detincuentes posefian ina mente semejante a Ja de los salvajes —ambién ellos po- Biologia e idestngia 525 dian ser rechazados como vestigios de etapas pasadas de la evoluci6n humana, Gracias a la tearfa de la recapitulacién, el evolucicnisme tvo un mpacio en lo que pronto Hlegé a ser la perspectiva més controvertida sobre Is mente humana: la psicologfa analitica cz Sigmund Freud (Su- jloway, 1979}. Tras emprender el estudio de! sistema nervioso, Freud abandon6 ese enfoque de las funciones mentales y empezs a conside- rar las enfermedades de la mente como derivadas de tens:ones estric- tamente psicolégicas. Visualizé uz nivel mental inconsciente que era una huella de los estadios animales de la evaluciGn y estaba acciona- do principalmente por impulsos sexuales. Sin embargo, doade los pri- meras evolucionistas habian visto que las posteriores y. por tanto, mis evolucionadas funciones mentales tenfan el control dle toda Ya perso- nelided, Freud veia la mente coasciente luchando por haver frente a los impulsos socislmente inacepizbles que surgfan del subconsciente. Aquil progresismo optimiste cel siglo xIx cedid el paso a una vision iis severa de la personalidad humana que obsesioné a los pensadores del siglo xx. Freud insisifa en que habia rechazado ot pagel de la bio- logfa pese a que su t2oria se basaba en la idea dz que la mente consta~ ba de distintas capas evolutives. Su afin por distanciarse de sus raf arwinianas era andlogo a una tendencia mas. general de las ciencias bumanas de principios del siglo xx, segiin la cual la psioalogia exoe- rimental, la sociologia y la antrapologia culvural pretendiaa proclaraer su independencia al mantener quz la biologia no predeterminaba Ie conducta humana {yéase cap. $3; Craves, 1978}, Darwinismo social {Cua fue la fuerza mottiz.de Is evolucién mental y social? En la teo- rfa Ge Darwin de la selecci6n natural, el caratio resulta de Is elimina- ccidn de os no aptos en una lucka por la existencie, con lo que sobre- viven y se reproducen los incividuos mejor adaptados. Lgicamente, habfa muchos «darvinistas sociales» para quienes esa Jucha era el motar del progreso. Pero suponer que la teoria de Darwia se traslada- ba de la biologfa a la sociedad es —para algunos histor.adores— 536° Panorama general de ia ciencia moderna empezar la casa por el tejado, Sabemos que el mismo Darwin estabe directamente influido por el principio de Ia expansisn de la poblacién de Thomas Malthus, producto clasico del pensemicnto ecomimico de Je libre empresa (véase cap. 6, cLa revolucin darwiniana»). Esto ha evade a historiadores como Robert M. Yourg (198Sa, 19856) a afic- mar que en el nicleo del evolucioaismo cientifico habfa incorporados ciertos valores idenkogicos. Las ideas de Darwin sin duda reflejaban la filosofiz social ind:vidualista de ls €poca, aunque €] fue mucho més allé que Malthus en su disposiciém a considecar la lucha como una fuerza creativa, Pero si la propia teoria cientifica refleja valores socia- Jes, mo es de extrariac que entonces se wilizara para legitimar la ideo. logia en Ja que se basaba al sostener que la sociedad debia fundamen. tarse en el principio «naturel> Ge la competersia. A finales del siglo xtx, se eseribié mucha sabre la moda del «dar. winismo socials, com Spencer camo defenser destacado de la idea de que el sistema de Ja libre emprese generaba progreso gracias ¢ Ia la- cha. Las capitalistas prosperos desde luego justificaban el sistema re- curriendo a la metifora de la supervivencia de los més eptos. La opi- nin *radicional —respaldada po: el estudia clésico de Hofstadter (199533. mas recientemente por Hawkins (1997) — es que esa afirma- cién se inspiraba en el darwinisma, Sin embargo, algunos historiedo- res han pedide cautela y sefialado que el térmir.o «darwinismo socials fue introriucido por escritores que precisamente se oporisr 2 que la Tucha deiera desempefiar un papel importante en los asuntos huma- nos. También estd claro que pedrian justificarse muchas politicas s9- ciales diferentes er. virtud de principios supuestamente darwinianos (Bannister, 1979; Jones, 1980). El extendido uso del érmino «éarwi- nismo social» por los criticos det movimiento ha puesto de relieve la implicacién de Ja teorta de Darwin; y ademés no hay ninguna duda de ‘que a teoria de 1a seleceién forms parte de esa ideologia, Pero la se- leccién natural no era ni mucho mencs el sinico mecanistr biol6gieo explotado de esa forma, Otras worfas, en especial el lamarckismo, se contagiaron dal entusiasmo por el progreso mediante la lucha, «Der- winismo social» acaso sea una denominacién oportune para el con junto del movimiento, pero puede inducir a ezcor si se cree que daa entender que lo destacedo por las bidlogas medemos come idea mas Biologia e ideologta 537 impoctante de Darwin fue la principal inspicacién cel peasamiento so- cial del siglo xix. La forma més discutida de darwinismo social es la aplicacién de la teorts para justificar el sistema de a libre empresa, esencial al cay lism del siglo xix. El paralelismo parece evidente: si la evah tural supuestamente progresiva) funciona gracias a la selecciGn de los individuos més apcos én su lucha por la supervivencia, e] progreso so- 4 asegurado si se permite que una lucha semajante seleccio- ne Tar mejores individuos de carla veneracicn, Se considera que el ar- ifice de esa Forma de darwinismo social fue Herbert Spencer, cuya filosofia evolutiva alcanzé gran popularidad en Gran Bretafia y espe- ciatmente en América. Mucha: de los capitalisias americanos mas présperos, y més despiadados, se consideraban seguidores suyos. Por supuesto, Spencer defeadia un indivicualismo sin trabas, pues —en la medida en que fue é1, no Darwin, quien acuf6 el término «su- rervivencia de los més aptos» para describir la seleccién. natural— el vinculo con el darwinismo Gialégico parecta obvic. Sin embargo, un andlisis que presupone que la teorfa de la selecciGn natural die Darwin (@ través de Spencer) sirve para Fomentar el capitalismo encierra va- rics problemas, Para empezar, hemos visto que la seleccién natural no era rouy popular entre los bidiogos de finales del siglo x1x, asi que, {por qué considerarla un respaldo cientitico a una politica social? Aunque desde luego sostenfa que la seleccisn natural desempefiaba un papel, el propio Spencer era un lamarckiano convencide que defendia sa teorie enérgicamente cuando recibfa ataques de los criticos cienti- fices. También esa teoria presenta paralelismmos en su evoiucionismo ara Spencer, la funcién de la competencia no cens'ste s6lo en eliminar a los no aptos sino también en obligar a todos a serlo més. Cuando se ven estimulados por el desafio de la competencia, muchos indivicuos aprenden a mejorar faunque unos cuantos desafortunados acaso sean incapaces de sacar provecho alguna y paguen las conse- cuercias). Y sila teorfa lamazckiana de Is herencia de rasgos adquiri- dos es valida, esas autosuperaciones pasarin a la generacic te para beneficiar al conjuate ce la raza. Algunos partidarios de la libre empresa, entonces y ahora, afirman que debe mori gente part que haya progreso social —e] argumenta siempre ha sido que los suk~ a 548 Panorama general de la cienzia moderna sidios del Estado vuelven a las personas perezosas y ne dispuestas 4 aprender habilidades nuevas para sustituir las absoletas—. Asf pues, buena parte de lo que se ha des: social quiza en realidad sea una forma de lamarckismo social. Acaso seria mis ade- cuado considerar que el darwinismo y el lamarckismo spenceriano son reflejos peralelos de la ideologia capitalistaen ta ciencia. Aun asi, tal vez fue 2] componente lamarckiano el que alcanzé mas popular dad, al mens en las décadas de 1860 y 1870, cuando Spencer logr6 sa midxima influencia, En pare como consecuencia de Ia insistencia exagerada en el com- ponente darwiniano del pensameato de Spencer, el lamarckismo ha adquitico fama como teoria que podria ser utilizada mas ficilmente por los contrarios a las politicas saciales inflexibles. Ciertas Iamarc- Kianos, como el americano Lester Frank Ward, crefan que su teorfa offecia una ruta humana al progreso social: si se ensefaba a fos nifios una conducta sociel adecuada, a la larga los habits resultantes se con- vertirian ea instintos heredados. ?cr tanto, la grapia especie. humana seabarfa més socializada, Eso na‘uralmente era una via posible para explotar la teorfa, pero no deberiamos pasar per alto el factor lamarc- Kiano er el apoyo de Spencer a la libre empresa, Para Spencer, la «es~ cuela de la vida» siempre seria mas eficaz que cualquier cesa procu- rada por 2: Estado, pues sus leociones estaban respaldades por el suftimients experimentado como castigo por el fiacaso. También de- betfames sefialar que el lamarckisma desempeié un papel importante enel farcento de la teorfa de La recapitulacién, con su clara insistencia en a inferioridad de lzs mentalidaces «pcimitivas». La jerarquia social presumtida por tantos pensadores cel siglo xix se basaba en una pers- pectiva proaresiva de Te evolucin gue —coma sucedia con el spence- Taenos tanto como al darwinismo. ‘Hoes que Darwin se ibrara ce la fescinacin por la idea ce progrese tipica ce su época, Pero sabfa que.en la mayoria de los casos, la «ap- titud> debe definirse slo en fncién de la adaptacién al entecna local Esto no supone la existencia de una escala absoluta de perfeccisn fisi- ca, meatal 9 cultural El reco-datorio de que el evolucionismo también se aplicaba a la cuestién Ge las razas apunta a otra complejidad en. el cardcter del Gar- come darwinism Biologia e idectogia 539 winisma la pasibilidad de aplicar el coacepto de Inzha a otros rriveles aparte del ce ia competencia individual en el seno de la misme poblacién. En la medida en que Ins pensadores de fincles del siglo x1x aceptatan un papel pera la seleccién natural, éste era en buena parte ne- gativo. No crefan que la seleccién pudiera crear nuevas formas de vide —esto estaba reservado al lamarckismo y otros raecanismes mds Eosi- tivos—, aunque quizd fuera capaz de elirninar los productes menos sa- tisfaccorios del impulso hacia et progreso. Sila evolucién gener va- rias formas diferentes de humanided (los tipos raciales spuestamente distintas}, éstas acaso s¢ enzarzaran en une competencia entre sf para decidir cual era la mas avanzada. ¥ el castigo para los perdedores ha- brie sido la extincién, Eran pocas los cientificas europeos y america- nos que dudaban de la superioridad de la raza blanca. Se oansideraba que las razas «inferiores» eran Sésiles vivos, vestigios de etapas tem- pranas en la ascensién de la humanided preservados en ciertas partes del mundo que hasta la fecha habfan quedads a salvo de a invasi6n del tipo superior. Alora que las blancos victoriosos estaban coloni zanco la totalidad ¢el globo, Las formas de humanidad inferiores debi ‘an ser apartadas a un Tado en una lucha recial por la existencia. A medida que el sighs x1x avanzaba hacie la época del imperialismo, se podlia recurrir a la weoria darwiniana para jestificar la conquista, in- cluso el exterminia, de las poblaciones nativas de los cerritorios codi- ciados por los blancos en todo #l mundo, El darwiniste ¢ imperialista Karl Pearson escrinié que nadie deberfa lamentar «que una raza capaz y decidida de hombres blaneos reemplace a una tribu de piel oscura (que ni utiliza su tierce con plene provecho pars Ia humanidad, ni apor- ta su cuota al acerve comin dz conocimientos humanos» «Pearson, 1900. p. 369). Los negros mejor adaptados sélo sobrevivirian en los trépicns, donde serian gobemnacies por sus superiores en el nuevo or- den mundial. A-principios del siglo xx, la disminucién y potencial climinazién de los natives de América y Australia se comparé con la aniquilaci6n del nembre de Neacidhertal por parte de los antepasados de |e Edad de Piedra de los seres humanos modemas —una cansecuencia desgraciada pero recesaria de 1a evolucién pengresiva (Bowler, 1986). Incluso las rivalidkades entre Jas potencias europeas podrfan inter- pretarse-como una lucha por la existencia en Ia carrera por el dominio 540 Panarama genvca! de la ciencia moderna del mundo. Ya en 1872, el escritor briténico Walter Bagebot apliog la égica de la seleccisn natural a tas rivalidades nacionales en su Phy. sies and Folitics [Fisica y politica). E] mensaje era que cualquier cosa que reforzara la autaridad del Estado era impartante para procurar la cohesitn. nacionel que resistirfa a las amenazas extranjeras. Como a fi- niles del siglo aumenzaron Las hostilidades internacionales, Ileg6 a ser normal hablar de una guerra que determinaria quién debi ominar Europa (Crook, 1994). Alguaos escritores militares de Alemania in- sistfan en que una guerra que pusiera de manifiesto la superioridad de a cultura alemana estaba justificatia y seguramente era necesaria— El resultado inevitable de esas rivalidaces fue la primera guerra mun dial. Cuando el bidlogo american Vernon Kellagg recorr: fas Iineas ‘elemanas en Bélgica, observ que en el cuerps de oficiales predomi. abe esa ideologia del danwinismo social nacionalista. Ahi desempe- 6 un papel importante la filosofia evohutiv: de Ems: Haeckel, de quien se ha dicho cambién que influy6 en el desarrollo de la ideologie nazi en La genereci6n siguiente (Gasman, 1971). Es una atirmacién discutibie, en parte porque Heeckel estaba artizulando prejuicios muy exterdidas en la época, comparridas por muchos que no eran darwi- nianes. Desde luego respaldé la jerarqufa racial v previé una lucha en- tre las zazas, paro, igual que en el caso de Spencer, su evolucion era tan lamarckiano como darwiniano, La ideologla de la competencia nacional era diametralmente oguesia al spencerianismo, que ha sido empliamente representao como la forma més esencial de darwinismo social. Spencer detestaba el militarismo y ei nacionalismo, pues los tena por reliquias de la ea feudal de Ia evolucién social que favorecian una ideologia del control del Estado frente a las amenazas externas, lo ountrario a su snsistencia en la Libre competencia entre kus individuos en una sociedad con un gobiemo minimo. El hecho de que ideologias mutuamente_hostiles pudizran justificarse recurriendo a distintos aspectos ce Ta teorfa dar- winiana pone de manifiesto que ¢l darwinismo social no era, desde Tuego, uti movimiento unificeds, ¢ impide ver la teorfa de la seleccién natural como un participants activo en el desarrollo de la saciedad Gel persamiento politico. Tanto la idea general de le evolucién como Jas teorias especiticas —darwiniana y lamarckiana— de cémo opers Biolozéa e ideotogla 541 aquélla proporeionaron un rico filén de mevifaras y ret6rica que seria explotado por los escritores politicos de la época. Ademis no hay duda de que las teorfas biolégicas de Darwin, Spencer y muchos més estuvieron determinadas por inspiraciones decivadas de valores cultu- rales. Sin embargo, considerat las diversas formas del darwinismo so- cial predominante en el siglo x1x como subaroductos ce Lz tzor‘a de ta seleccién de Darwin es atribuir demasiada influencia a a comunidad cientifica —eran las cientificns los que reflzjaban Ia ideologfa de la epoca, y en el mejor de los casas sus ideas secvian para justificar poli- ticas ya en vigor—. También kemos de ser cautos y sefialar que, a fi nales del siglo x1X, el darwinismo predominante ofrecia una visién general de la evoluci6n progresiva en la que la seleccién natural de- ‘sempeftaba un papel sélo limitado. De hecho, en la intersecci6n de la Diologia y las ideas sobre la naturaleza hurtana, ztin tend. que produ- citse una ‘ransicién imporante. que corresponderia a la aparicién de une perspectiva mucho més rigida de cémo la herencia determina et caricter. Herencia y determinismo genético Los pensadores del siglo x1X que afirmaban que la capacidad de una perscna estaba predeterminada por su origen racial estaban defen- dienda una forma de determinismo bioldgico 0 hereditario, Por su parte, los liberales afirmaban que la personalidad y las czpacidades de ur. individuo dependian sobre todo de la eduzacién y ei ambiente so- cial, no de su raza, Ese diferencia de opiniéa alimentaba un debate aparentemente interminable sobre la importancia relaviva de la «nata- raleza (herencia) y la «cultura» (educacién} en la determinacién del caricter. A finales del siglo 1%, se produje un importante carnbio de oricatacién hacia la herencia. La gente sierapre habfa side reacia a ad- mitir que habfa elguien loco cen Ie familias, Ahora se sostenfa que to- das las diferencias indivicuales estaban pretieterminadas por el linaje, Los niveles de capacided, y quiz incluso el temperametto, se trans- mitfan de manera bereditaria de padres a hijos, por lo que alguien que recisiera una hezencia «malas al nacer estarfa condenade a la inferio~ 542 Parerama genere' de ta ciencic sacderna ridad con independencia de su educaci6n. Ese avance en la opinién piblica coircidis con una mayor stencién de tes bidlogos z la cues. ticn de la frerencie, Lo que llevé a las historiadores. a indagar sobre el papel de Ia ideologis en la ceterminaci6r de las prioridades cientifi- cas, cuanda no cel propio conocimiento cientifico. Francis Galton, primo de Darwin, encabez6 el apoyo cientifico a «la herenciz». Mientras exploraba Africa, Galton se convencis de la inferioridad de la raza aegra. A comiiauacion emper6 a sostener que el principia hereditacio era aplicable incluso entre las blancos: las per- sonas inteligentes tienen hijos intebeentes y, por tanto, las estiipidas tienen jaijos estpides. Su Hereditary Genius (Genio nereditario}, de 1868, brinds 1a base cientifica de una campaila para coajurar los peligros sociales que s¢ corrfan si se pasaba poralto esa supuesta de- sigueldad biolégica, Galton afirmab: que, ea la sociedad mociema, los po aptas» ya.no sor. eliminados por selecciéa natural toda vez que pueden sobrevivir en los barrios bajas de las grandes ciucades, donde se reproducen répidamente y eleven 21 nivel ce herencia perniciosa en el conjuate-de ta poblazién. Galten acuié el término «cugenesia~ en su programa de mejora de Ia raza, consistente en limitar la reproduc- cin de 29s no aptos ¥ animar z las aptos a tener més hijos (Kevles, 1985; Mackenzie, 1982; Searle, 1976), A principios dal sighs xx, Galton se habfa cenvertido en el masea- r6n de pnoa de un poderoso movimiento social, La eugenesia pros 16 en la mayoria de los paises desarrollados, gracias al miedo i la de- generaciéa social y al entusiasmo par la idea de que la ciencia ebr(a el camino hacia una sociedad gestianada con aficieacia, En 1901, Kerl Pearson, discfpulo de Galton, avis6 de 1a «degeneracisn de 1a pobla- ci6n como se ponfa de manifiesto en la baja calidad de los rectatas Ha- mados a filas durante la guerra de les béers en Sudéfrica (que ganaron los briténicos, pero @ un alto precio). Seguin él, para mejora: la raza y cefender el Imperio nacia falta un programe eugengsico. Como hemos sefialado artes, Pearson daba por sentado que Ia raza blanca 2ra supe- rior a las razas nativas de las zonas del mundo cglonizadas. El apoyo a la eugeresia compartié con la herencia la atenci6n especial de los bidlogos. Pearson ied varias técnicas estedisticas para evaluar el efecto de Ta seleccién en los rasgos hereditarios de una poblacién; por Biologia e leclegia $43 oto lado, en 1900 se produjo el «recescubrimiento» de las leyes de Mendel (véase cap. 6, «La revohucién darwiaiana», y cap. 8, «Gen can}. Los historiadares han vinculado esos adelantos ciectificos a los cambios en Ia opinign publica. Y de acuerdo zen las intezpretaciones més radicales, la estructura de las teorias de la herencia estaba deter- minada por el uso que se les daba para respaléar la eugenesia. Como en la cuestin de las razas, es comparativamente facil mostrar que las presianes sociales han centrado e| los cientificos en temas ‘coneretas, pero nc tanto probar que las propias teorias reflejen valores sociales. El hecho de que se usaran teorfas rivales para avalar las mis- mas actitudes debilita la interpresacién determinista, lo que deja mar- gen para que les cuestiones cienl‘ficas puedan configurar los detalles Sel pensamiento en un marco por io general hereditario. Pearson defensiia fe seleccién natural de Da:win, por Io que el da winisrao ha sido cansiderado un modelo para La eugenesia: la sel cién natural es sustituida por Ia seleceién artificial en la poblacién humana. Pearson sent las bases de muchas téenicas estadisticas mo- 'y su firme apoyo a la eugenesia Ilsvé a Donald Mackenzie (1982) a sugerir que esas técnicas estaban convebidas past poner de relieve los efectos de la herencia en la sociedad humana, Ne-obstante, en un estudio estadistico més reciente Pearson. sefiela que muchas de sus técaicas teniar. su origen en problemas binlégicos: cuanwlo empe- 26 a dedicarse a la berencia humana, introduje métodos de andlisis di- ferentes (Magnello, 1999). Asi pues, la conexién con el darwinismo hay que examina:iz con cuidado: el propio Galton hacia hincapié en Jas efectos negatives de la supresién de la presién selectiva, pero no crefa que la seleccién fuerza el arigen de nuevos rasgos en !a evolucién, Uno de los partidarios briténisas de la eugenesia mas extremistes —proponia la esterilizacién cbligatoria de los irlandeses— fue E. W. MacBride, uno de Jos iiltimos derensores del lamarckismo. El producto mis caracteristico de la nueva oleada de interés por la herencia era, neturalmente, la genética mendeliana. Aungee las leyes de la herencia de Gregor Mence! habian sido publicadas en. 1865, fue- ron en gran parte senoradas hasta ser redescubiertas en L900 por Hugo de Vis y Carl Cocrens, Prontire! mendelismo pas6 a ser ur. rival po- deroso para el modelo «sin. parliculas» de la herencia, lo gue pusc de S44 Panorama general de la ciencia mavderna manifieste cémo tipos de ciencia enfrentados padfan ser estimladas por las mismas presiones sociales, Scbre todo en América, la genética estuvo vinculada al programa eugenésico par medio de suposiciones excesivamente simplificadas sobre la base genézica de las caracterfsti- cas humancs (Haller, 1963). Se crefa que todo casgo fisico y psicolé- gico era fruto de un solo gen (véase: fig. 18.4), Charles Benedict Da- Venport sostenia que la debilidad mental, por ejemplo, era ua rasgo mendelianc tinico que podia ser eliminado facilmente de le poblacién esterilizando a los portadores de! gen. De cualguier modo, no habia una conexién automética entre el mendelismo y la eugenesia. El des- tacado geretista britinico Williara Bateson no apoyaba la eugenesia, mientras que Pearsor —el gran rival cientifico de Bateson— esconfia- ba de la gerética porque pensabe que era una teoria demasiado simplifi- cada que peda socaver la credibilidad de la eugenesia, Ast pues, la ma- Los RASGOS DE SERES ELTRIANSULO DE LA VIDA HUMANOS INEPTOS como debilidad mental, efilepsic, criminalided, locura, elcoholirna, pavperismoy muchas efrosvienen ce familie y se heredan exactamecte igval que & color ens cedayas. SiTODGS LOS MATRIMONTOS Feeran ambi: fenforeperelo quer EUSENESICOS, pedriomos | EntsercheysePublecidocuande ELIMINAR a mayorta de esas | aaziamataaadiee Lor PADRE incapacidedes en RES FELECCIONADD 5 toad AIJOS GENERACIONE: EVORES. ESTE etl gon obyeive dela EUGEN ESA Puedes mejorar ty edveacién ei Ficus 184. Muestres de eugenesia en la Feria Libre de Kansas, 2n 1929. Esas exposiciones se u:ilizaban para canvencer a la gente de que muchos de- Fectos fisices y meatales se heredaban come rasgos unitaries y, pertante, po fan ser eliminados de la poblaciGn si se eviteba que los individuces con e508, defectos se reprodujeran Biologia e ideaiagta 545 nera exacta en que el entusiasmo por el pensamiento hereditario se re- flejaba en la ciencia dependfa ce las circunstancias de los cientificos implicados. Uno de los pioneres de la genética de poblacianes, Ro- ald Aylmer Fisher, estuvo muy influido por la eugenesia, aunque su. obra ayudé a mostrar lo dificil que seria eliminar genes perjudiciales de la poblacién humana, Debemos un trabajo similar sobre teoria de Ie selecci6n a J. B. S, Haldane, socialista temeroso de que los esfuerzos del movimiento eugenésico lirsiteran la variabilidad de ta poblacién humane. ‘También existian importantes diferencias entre las preocupaciones manifestadas por los partidarios de la eugenesia en distintos paises. En América, el movimiento acabé muy iryglicado en la eposicion. a Ja inmigraci6n de razas «inferiares», que propagarian sus rasgos en a poblacién. Entre cientfficos americanos y slemanes ce Lz naza habia Jazos estiechos que se mantuyiccon tras la sgada de los nazis «l po ez. En Gran Bretafa, la raza era un problema menor (si exceptuzmos, quiz, las diatribas de MacBride contra los irlandeses). Es significati- ‘Vo que, aunque algunos bidlogos respaldaban la eugenesia ¥ la teoria de las razas, « prinzipios del sigla xx los antsopdloges y 1os cienti cos sociales habjan abandonada a postura hereditaria (Cravens, 1978; véase cap. 13, «La aparicin dz Jas ciensias humanas»). En la Rusia sovitica, la desconfianza en la idea de que el progreso social no po- dia mejorar la naturaleza humana generé una aposicién iGealdgica a la ‘gené:ica. En las décadas de 1940 y 1950, T. D. Lysenko proriovié una nueva forma de lamarckismo y ebtevo el apoyo del dictador Stalin para expulsar a los genetistes de la comunidad cientifica soviética (Jo- ravsky, 1970). Aunque Lysenko oftecie lz esperanza (ilusoria, como se vio} de mejorar la ciencia agricola, el odie de los memistas al de- terminismo genético explicaba su hostilidad hacia la genética. El asun- to Lysenko se considera 2 menado un ejemple de cémo ciertos intentos de iraponer un control ideolégice sobre Ia ciencia sueler fracasar, si bien los eriticos dal determinisma sefialen el entusiasms te los bidlo- g0s cocidentales por la eugenesia para poner de manifieste que el ses- g0 ideolégico no era unilateral. Fueron los excesos nazis Tes causantes d= que a la Targa el movi- miento hereditario eayera en el descrédito en América y Europa ocei- 546° Panovama generat de la ciencia moderna dental. Su eversisn a los judios, que culmin6 en el Holocausto, comig pareja con medidas draconianas para eliminar de la raza aria «perso nas anarmales». En iz décade de 1940, une cleada de repulsa ante esos excesos oblig6 a mucha gente, cientificos incluides, @ recorssiderar su apoyo al racismo y la eugenesia (Berican, 1992}. No obstante, también habfa en juego factores cientificos: el ascenss de la teoria genética de la seleceiém natural debilitaba las teorias de la evolucién paralela que se habian w:ilizado para proclemar e caricter difsrenciado de las razes y, al mismo tiempo, ponfa de relieve Ie afinidad entre todos los seres humanos actuales. Determinados avances en gengtica desautorizaron a afirmacién de que cada rasgo es producto de un. gen indiviciaal. Aun asi, algunas bidlogos se han puesta a la tencencis, y Ios hisioriadcres siguen Giscutiendo el grado en que la ciencia ha contribuido alas act tudes saciales c ha sido impulsada por éstas, Conclusiones Los crimenes perpetrados por la Alemenia nazi dieron lugar a une nueva cleada de liberalismo en las ciencias sociales y generazon apo- yo ala idea de que las mejores condiciones de vide pueden mejorar a las perscnss, En la década de 1970, estall6 ce nuevo el debate sobre naturaleza y cultura ea tomo a las afirmaciones realizadas por Béwerd 0. Wilsca relativas « la sociobiologia (Caplan, 1978). Wilson promo- vvi6 técnicas para explicar muchos aspectos de la conducta sccial, s0- bre todo em insectos, en funci6n de instintos creezios por le seleccién natural, Cando sugirié que tembign la conducta humana posfa estar determinada de esta manere, los bberales reaccionaron escandaliza- dos asegurando que s2 habfa iniciado una nueva corriense favorable al darwinisms social, Mas recientemente, muchas neurocientificas ban ‘empezado a respaldar la idea de que la herencia genética influye ala hora de de:erminar la estructura del cerebro y, en consecuencia, tenio la conducta instintive como la capaciddad intelectual. Se vuelve a ofr de vezen cuando que les distintos grupos raciales tienen diferentes nive- les de capacidad intelectual. £1 preyecto del genoma human ha esti- mulado la creencia dz que existe una «localizacién» genética para Biologia e idevtogia 547 cada trastorno fisico y emecional. Los iiltimas avances en biote: gia también han incrementado las temores dz que pueda resurgir la eu- genesia —no a través del control de la reproduccién sino porque haya padres capaces de excoger los rasgos de sis hijos—. Se aprecia nue- ‘vamente un interés considerable en la posibilidad de que 1a evolucién, ylakerencia suedan conformar nuestra personalidad, lo que de forma inevitable centra Ie atenci6n en estudios historicos de episcdios ante- riores, cuando esas icleologtas tenfan influencia. Los historiadomes de la ciencia han explorado las diversas maneras en que se us6 la cieacia para procurer legitimisad al supuesto de que las razas no blancas y las clases bajas de les sociedades ecidentales eran mentalmente inferiores. Wo hay duda ée que la ciencia fue utili- zada asi; e] verdacero problema que tenzmos planteado es el grado en ‘que esas preocupaciones determinaron el desarrollo de la ciencia mis- ma. Le Optica socialégica supone que el oanccimiento cientifico re- fleja les intereses ideolégicos de quienes lo crean, Las teorias se ela- boraban de tal manera que maximizaran su capacidad para prestar apoyo a prejuicios como el de Lz superioridad de la raza blanca, La oleada de eritusiasmo a favor de teorfas de diferenciaci6a racial coin- idia. con le époce del imperialismo, y esa ideologia inflayé casi con toda seguridad en las ideas de Ins cientifiens que rechazaban a las tras razas calificdndolas de inferiores. No obstante, los historiadores han recelado de la adopci6n de un enfoque d=terminista en el que une ideologia concreta genera forzosamente una teorfa cientifice concreta Muchas teorfas diferentes se edaptaron a la misma finalidad social, con Jo que los historiadores han acabado bascando ctras explicaciones de por qué los ciemificas implicacos elegian sus teories particuleres. La mayoria de las cistintas teotias evolutivas propuestas a finales ce! sighs xtx y principios del xx comtribuyeror. a la ciencia Ge las razas, darwiniana y no darwiniana par igual. ‘El hecho de que La ciencia se implicara en esas discusiones plantea problemas sobre Li naturaleza y la objetividad de la ciencia misma, Cuando abordamas el pasado, secamos a Is luz los origenes de con- cepins y actitudes que siguen determinando nuestras opiniones en- frentadas sobre le naturaleza humana, La historia se usa para calificar las tecrias modernas a fin de paner de relieve sus supuestas repercu olo- 548° Panorama generat de ta ciencis svoderna siones saciales, como en la identificacién de Ja so darwinisma social, Esos recursos al pasado muestran que en Ie actua- lidad la historia todavia es pertinentz, pero ‘ambién revelan los peli- 70s que aguardan a todo historiado: que pretenéa hurgar en esas con- trovertidas cuestiones. Tenemos Ia obligacién de adverir sobre el mal uso de Ja historia, incluyendo ahf las afirmaciones simplonas de que hemos de idlentificar necesariamente ideologias concretas con teorias, cientificas concretas, Peto el historiador tiene acceso 2 una gran can- tidad de informacion que pede cantirmar la implicaci6n catidiana de cientificos del pasado en los problemas sociales de su época. Un ané- lisis hisi6rico completo desde el punto de vista sacial supone un modo valioso-de advertimnos del grado en que la ciencia puede atin estar in- fluida par los mismos Factores. ‘Referencias bibliogréficas y lecturas adicionales Bannister, Robert C., Secial Darwinism: Science and Myth in Angto-Ameri- in Sozial Though, Temple University Press, Filadelfia, 1979. Barkan. 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Los cientificos afirman estar « punto de descifra los cédigcs genéticos, la que de- sembocaré en una revolucién sin precedentes en el conccimiento y el tratamiento de las enfermedades. De tan evidente, esa relacién entre Ia ciencia y la medicina resulta trivial. Ai fin y al cabo, jde qué otro modo podria obrar la medicine’ Na obstante, el tipo de relacisin que dames por sentada actualmente entre la medicina y la ciencia tiene un origea histérico relativamen-

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