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Principio o argumento del mal menor Elpprincipio del «mal menor» ha asumido, en los debates éticos de nuestra época, una im- portancia cada vec mayor. Lo que santo Tomds de Aquino presentaba como ta «menos da- Tina de las soluciones en wn caso extremo de obligacién moral que dejaba poco margen tla liberad, que san Alfonso definta como la eleccion de una conciencia perpeja ante tuna situacidn que no presenta ningtin resplandor de bien, se ha convertido en nuestra época, en los argumentos de algunos moralistas, en un auténtico «criterio» de discerni- miento moral. Hemos pasado, sin gritar «;cuidado! », de la excepeién a ta regla, Clara- ‘mente se abusa del término -y de las conciencias-, cuando se propone como solucién a un «dilema» moral la eleccién de un «mal menor», mientras existe la posibilidad de elegir un bien. (7 Leyes imperfectas inicuass Libre eleceién («free choice»); Manipulacién del lenguajes Manipulacién verbal; ,Qué biotic Bl llamado «argumento del mal menor» (lesser evil argument), 0 aplicacién del ’. Se trata, por tanto, de un eriterio de eleccién entre eo- sas semejantes a partir de la mds © me- nos preferible de sus consecuencias res- pectivas. Tanto en Politica como en Friea a Nicémaco, se desarrollan muchos, argumentos de contenido conereto, para demostrar que una determinada decisién es preferible, porque sus consecuencias son menos malas. No obstante, Aristéte- les es consciente de que este modo de razonar en la toma de decisiones préeti~ Anson Tpias antsros Tpias, IL 1002 cas diffciles, en funcién de lo mejor o lo peor de las consecuencias previstas, es muchas veces incierto, porque muchas veces ocurre que la experiencia de los hechos demuestra la existencia de facto- res que no habfan sido tenidos en euenta en la decisién a la hora de valorar las msecuencias’ nla reflexidn cristiana, el argumento del mal mengr est igo, mis atin que en los pensadores de la antigtiedad, a la consideracién de la existencia de deter- minados absolutes morales. En efecto, la admonicién paulina a la rectitud del comportamiento, evitando compromisos con el mal («non sunt facienda mala ut eveniant bona», Rm 3, 8), esté presente en el espiritu de las primeras comunida- dee. S. Agustin (por ejemplo, en su «5o- bre la mentira»), 0 Boecio insisten en la necesidad de considerar la eleccién del mal siempre como un mal mayor respecto a permitir cualquier privacién de bienes de este mundo. La autrided paca sin embargo, como no puede impedir todos los males, a imitacidn de la divina Provi- dencia, debe «permitir dejar muchas cosas, que han de ser, bargo, castigadas por la divina Providen: cia, y con justicia»”, Respecto‘al aspecto personal del argu- mento del mal menor, santo Tomas de Aquino entiende el mal menor como all leciénprefeibe de males que sobrevienen de modo inevitable", subra- yando que el mal moral no puede ser ‘cometido, porque las consecuencias pre- vistas representan males menores res- pecto a las consecuencias materiales pe- AsO, Rete 23. 2S. Acustiy, Deller aria 16,14 © Minas mal pro eaiore malo per tbe cok mali lige en eins alors Toms te Agutno, Comm, Lib Sentemie, Hd. 28, 4 1 a2 Ndog Lal PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR nosas que sobrevienen al obrar recta mente. Quien padece la inj injusto; del mismo modo, quien permite el mal menor no es malo; precisamente por eso es menos malo sultir los males que obrar el mal moral" Por ejemplo, ni la mentira, ni el hom pueden ser justifieados en base al mal menor, por- gue eometer el mal moral es peor que so rir las consecueneias que pueden sobre~ venir cuando se obra honestamente™. La eleccién del mal menor, por tanto, es solo leita, cuando no existe ninguna otra sible alternativa, y los males que so- revienen son inevitables; es entonces licito elegir el menos malo entre ellos, En varios lugares, el Aquinate pone ei ism ejemplo: el méioelige I menos malo para el enfermo, pero solo si posible la curacién™. Si la curae posible, entonces hay que elegir esta, y noel mal menor. Esta justa valoracién de la superioridad de los valores morales respecto a los bienes materiales (y, por tanto, de los males que sobrevienen al hombre) es obstaculizada por la fragili- dad y la debilidad humanas, Es f&eil tra- tar de justificar el mal moral, mostrén- dolo como si fuera un mal menor, por aversién a las consecuencias penosas del obrar justo" Se ponen entonces, por debilidad, al mismo nivel el mal moral y las otras es- pecies de males (que suponen privacién Sicu nim non et verum sylogizandun ex als ita non eat pereniendm ad bons Finem per malas (T= As ne AQUI, Sper Ep. ad Romano, I. fowss br AQUIN, Set. Lie Ethicorm, Ve. 17,14 outs ne AgUING ST, Hell 110, a8, as He, 16848, 1a Sm * Por ejemplo, Tews tx Agen, Comm. Libr. Senten- tine. We 19.052... Qui tim sinus alu videlur aliqualter eae bo ‘nun inguantum et eligibles (Tous om Agtive, Set. Lol Eihicorum, Ve.) de bienes humanos), cuando, en reali dad, el bien moral es de orden completa- ‘mente superior a los demas. En este sen= tido, la debilidad y la fragilidad humanas tienden a desviar la rectitud del juicio moral. Senala santo Tomés que la elec- cin justa de quien es constante com= porta la eleceién del mal menor (por ejemplo, la pérdida de bienes preciosos) temiendo el mal mayor (por ejemplo, la falta en el cumplimiento del propio de- ber); sin embargo, al inconstante le pa- rece, en cambio, precisamente lo contra rio: que la éleccién adecuada es preeisamente un mal mayor que ha de evitarse". En De malo (aprox. 1272), santo Tomas plantea el problema de la razén por la cual las cons Jas de una accién justa sean preferibles a la eleccién moralmente reprobable, mo- tivo por el cual los absolutos morales no pueden ser considerados un mal menor respecto a las eonsecuencias penosas del obrar: la eulpa moral tiene mayor razén de mal que las penalidades que pueden sobrevenir, lo que ilustra eon varias razo- nes y ejemplos", También existe una gradiacién en el mal, No todos los males morales son iguales: hay males peores que otros (més 0 menos malos), pero ‘nunea los males morales son un bien mo= ral, aunque comporten consecuencias buenas en un orden infinitamente inf: riot”, En cuanto al aspecto social del argu- mento del mal menor, es cierto que los gabemantes ienen el deber y el derecho (autoridad) de adoptar las medidas pert: nentes respecto al bien comiin de fa co= munidad politica, ereando las condicio- “Toms ve Agus, Comm. Libr Sententag, Lar *Towis Aguso, De mala 4.14. 5:6, ST, Kt 06. "Tous ve Agu, De mala, 2.2.9. 2.4 1003 PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR nes sociales de posibilidad de realiza- cin del fin del hombre, Pero también lo es que, para ello, deben considerar la ‘auténtica condieién humana. En la cons- titucidn de las leyes, los que rigen las eo- munidades deben atender al hecho de que la ley humana es ordenamiento de la razén que debe derivar de la ley natural. Cuando una ley est en contradiceién con la razén, no deriva de la ley natural, inserita en el corazén de todos los hom: bres por el Creador, sino que es un acto, imposicién violenta (efectuada con fre- ccueneia en nombre de una mayorfa sobre tuna minorfa) con la apariencia de ley, es decir, una ley inicua’’, La aprobacién de las leyes inieuas noes un mal menor porque es una injusticia, un mal moral ( obstante, esto no quiere decir que la ley humana deba prohibir todo aquello jue es contrario a la ley natural, solo debe hacerlo en los easos mis graves. La divina Providencia permite en este mundo el mal moral de los individuos, pe obtener bienes mayores. Por ello la ley humana no puede prohibir todo quello que prohibe la ley natural, por- ue de ello pueden derivarse males para el conjunto de la comunidad civil. Dios mismo, al permitir que haya males en el mundo, «ni quiere que los males se ha- an, ni quiere que no se hagan, pero fulere permitie que los haya, Yo cual es bueno»? No debe vonfundirse el orden divino de la Providencia y la sancién por Dios de la vida de los hombres con el gobiemo de la comunidad politica en orden al bien comtin, De lo contrario se eaerfa en ¢l toalitarismo, confundiendo el émbito del derecho con el de la moral. «La ley Tous nr Agu, ST, Ll, 4.98, 4.3 ad 2a Tos: Ageano, Thy Fl. 96, al ff, Contra Gentes Tous ne AQUNO, STA, 1g. 19,4. aa 3. 1004 humana esta establecida para la multi- tud, que en su mayoria no es perfecta en la virtud. Por eso la ley humana no pro- hibe todos y cada uno de los vicios de los cuales se abstienen los hombres virluo- 0s, sino solo aquellos més graves, de los cuales es posible a la mayoria abstenerse y rineipalmente, los que perjudian a jos demas, sin cuya prohibicién no se puede mantener la sociedad humana, asf se prohihen por la ley humana los ho- micidios, los robos, ete.»". Sin embargo, existe un claro limite a esta toleraneia en todo aquello que perjudicando a los de ds, supone un datio al bien comin, A partir del siglo xv se van progresiva~ mente consolidando los modelos argu- mentativos morales en base a «princi- pios», de manera similar a eomo en las Ciencias naturales cada ciencia part lar se articula en base a axiomas y leyes. Mediante estos principios, se resuelven los casos de moral. Bs entonces cuando comienza a aludirse al «principio de mal menor», y lentamente el foco de atencién del argumento del mal menor pasa de «los males» y la eleceién misma, al su- jeto que deb elegr El problema de mal menor pasa a ser eonsiderado, a partir de entonces, en el marco de las dudas de conciencia, Los manuales de moral su Jen tratar del mal menor al tratar de la duda de conciencia de aquel que piensa gue ualuier cosa que haga sed mal. ¢ suele plantear en ciertos casos «ttpi= cos», Quizés el mis antiguo de ellos (ya san Agustin lo refiere®) sea el de si debe ‘0 no responder a los perseguidores al- guien en cu a relugiado otro, erseguido injustamente, o el de Abra- jam ante la orden divina de sacrificar a Isaae, 0 el de quien cuida a un enfermo y Tots: guano, STK, ll 6.4.2 "$.Actstiy De mendacin, V9 PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR duda si acudir 6 no a misa, del confesor que duda de la obligacién de imponer 0 ‘no una restitucién, etc.”. Se trata, en realidad, de situaciones éti- cas muy heterogéneas, Pero es intere- sane salar que tos elas se plantean enel contexto (tipico de las preocup: nes morales de fa Edad Moderna) de la «duda» de conciencia ante la necesidad urgente ¢ imperiosa de obrar sin dila- cién, Es decir, que més alld de la consi- deracién objetiva de la problemética ética implicada, la preocupacién en es- tos casos es cémo obrar en la prictica, en estas situaciones de incerteza subjetiva de hecho, en la que es necesario hacer algo, A este estado particular de incer- teza_subjetiva se le denomina «de conn caioal pele oe Yfeeiontats cuando los moralisias establecen que es de aplicacién el prineipio del mal menor, entendido eomo principio rellejo. S. Ale fonso Maria de Ligorio en su eélebre tra- tado Teologta moral (1755), lo resume del siguiente modo: «Conciencia per- pleja es aquella de quien, ante dos pre- Ceptos establecidos, cree pecar si elige ‘una cosa u otra... Si puede suspender el obrar, esté obligado a diferilo, mi consulta a los competentes. Si no puede suspenderl, ett obligado a elegir el ‘menor, evitando transgredir més bien el derecho natural que el humano 0 el positivo divino. Sino le es posible dis- cernir cuil sea el mal menor, haga lo que haga no peca, porque en este caso falta Ta ibertad requerida para que haya pe (ida fal ® CE Pu. DeLay, La concencia moral del eriaiano (Herder, Barelona 1981) 28. #8. Atronso Manta ne Licomo, Thesagia maa 11, 10 En sentido précicamerte iti en Geno, Sa ‘mann, Noli, Veermersch, Mercelhach, Robe logia ra eatin snza,Delhaye,Pelnmer, Zalh,yeuncon anoles de te ns consulted, De esta manera ha Hegado hasta nue tros dias la forma clisica del argumento del mal menor, tanto en su aspecto per- sonal (de concieneia) como en el social (decision colectiva). VALORACION CRITICA ‘Tanto el aspecto personal como el social del argumento del mal menor encuentran una recta comprensién en el contexto de tuna ética inspirada en las exigeneias ab- solutas de la dignidad humana y de sus derechos imprescriptibles, fruto del es- fuerzo natural de la razén humana en la Drisqueda y hallazgo de la verdad sobre el bien y el mal, Mediante la fe, funda- ‘mentada en la Revelacién, dicha verdad, naturalmente reconocible por la razén, resulta mayormente esclarecida, corro~ horada y liherada de las dudas y errores, de hecho muy frecuentes dada la debili- dad de la condicién humana. Para evitar un mal mayor y aleanzar y retener un mayor bien es {reito, en ciertos casos permitir un mal menor. El Magisterio de la Iglesia catélica es explicito en este sentido, «La Iglesia se hace eargo mater- nalmente del grave peso de la humana flaqueza y no ignora el eurso de los sni- mos y de los sucesos [...]. Por esta causa, y sin conceder el menor derecho sino sofo a lo verdadero y honesto, no re~ Iniye que la autoridad publica tolere al- unas cosas ajenas a la verdad y a la ju ia, a fin de evitar un mal mayor o de adquirir o conservar un mayor bien [...] Pero en tales circunstancias, si por causa Cf. Ln NII, Libertas ASS 20 (8) 60% Po XI Alocuci con mati del Conese Nacional dela Union te urns CatlieosHalianos, 6 dviembee 1958: Pano VI Ene. Hmanae stae, Me Joa Pant 1 splendor, 2, 1005 PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR del bien comiin, y solo por él, puede y aun debe la ley humana tolerar el mal, iuede, sin embargo, ni debe apro- halo ak queterlo en s{misros porgue, ‘como el mal en sf mismo es privacién de bien, repugna al bien comin, que debe querer el legislador y defenderlo cuanto mejor pueda [...}, Perm ha de confesarse, queremos juzgar rectamente, que, ‘cuanto mayor sea el mal que por Tuerza haya de tolerar un Estado, tanto més le- jano se halla este de la perfeccin; y asi- mismo que, por ser la toleraneia de los males un postulado de prudencia poli- tica, ha de circunseribirse absoluta- mente dentro de los limites del criterio que la hizo nacer, esto es, el supremo jenestar piblico, De modo que, si dafia ‘este y ocasiona mayores males a la s0- ciedad, se sigue en consecuencia que ya no es leita, por faltar en tales cireunis- taneias la nizén de bien». No es un mal menor, por tanto, la aprobacién (personal elective) de aquellos medios que su- ponen la ofensa de los valores morales, puesto que esto «constituye siempre, para el bien comin, un mal peor que Eualguier otro inconveniente de onlen econémico o demogrificon” El contexto genuino de interpretacién dl prineipio del mal menor debe ser el dde-una étiea que tiene en cuenta que la diferencia entre el mal moral y todos los demas no es cuantitativa, sino simple- mente esencial. El mal moral es el peor de los males, No se trata de los males en que se puede ineurrir por la eleceién, sino de la eleecién en si misma. En una eleccién mala, la persona se vuelve mala, La persona se hace mala a sf misma eligiendo consciente y libremente el mal. Aunque la eleccién del mal se * Lao XM, Letase ASS 20 (1) 60-610, © Goscacacaon pata ta Docraina tm 2 Fe Declan ii sale ef abarteprcarado, 1 1006 hace sempre ajo apariencia de bien nadie elige el mal en cuanto mal, sino rue presenta una cierta apariencia de Bien Por es0, toda eleccida del mal mo- ral parece, a quien la hace, la eleccién deun mal «menor». Fl contexto actual presenta, en este sen tido, una fuerte tendencia al relativismo y al subjetivismo. El utilitarismo y el ppragmatismo tienden a valorar la morali- dad de las decisiones, coleetivas y perso- nales, como un eéleulo de consecuen- cis, ignorando la moralidad de las acciones en sf mismas consideradas, En el cdleulo de las conseeuencias, los di- versos bienes y males tenidos en cuenta conforman «estados de cosas» sin dif renciacién ética, «Para algunos, el com: portamiento eonereto seria recto 0 equi vocado segin pueda o no producir un estado de cosas mejores para todas las personas interesadas: serfa recto el eom- jortamiento capaz. de “maximizar” los Bienes y “minimizar” los maless*. Con este modo de razonar (el llamado «con- secuencialismo>), es casi inevitable con- vertir el principio del mal menor en una especie de principio general de la mora- Tidad, debido a una comprensica inade- cuada del objeto del obrar moral, y a considerar la intencién subjetiva como tinica fuente de la moralidad"; entonces tuna aceién serfa buena o mala «en vista del “bien mayor” o del “mal menor”, que sean efectivamente posibles en una si- tuacién determinada>™. Una correcta comprensién del argu- mento del mal menor debe tener en cuenta que «la ponderacién de los bie~ nes defos males, previsibles como con- secuencia de una accién, no es un mé- todo adecuado para determinar sila % Juan Pano UVa lend, 74 » Juay Panto I Veritas splendor, 2° Juay Pano I Veritas splendor, PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR eleccién de aquel comportamiento con- creto es, segiin su especie o en sf misma, ‘moralmente buena o mala, leita o iicita Las consecuencias previsibles pertene- cen a aquellas circunstancias del acto gue aunque puedan moifcar la gave dad de una aceién mala, no pueden cam biar, sin embargo, la especie moral. Por otra parte, cada uno conoce las dificulta- des o, mejor dicho, la imposibilidad de valorar todas las eonsecuencias y todos los efectos buenos o malos ~denomina- dos pre-morales~ de los propios actos: tun céleulo racional exhaustivo no es po- sible. Entonces, zqué hay que hacer para establecer unas proporciones que depen den de una valoracién, cuyos eriterios permanecen oscuros? ;Céémo podria jus- lifiearse una obligacitn absoluta sobre celeulos tan discutibles?>»™, Se entiende hien, de este modo, la cre= ‘ente tendencia & emplear el argumento del mal menor de manera ambigua y abusiva, sobre todo, en su aspecto perso nal, Esto es especialmente grave tratin dose de los valores de la familia y de la vida. Un ejemplo bien concreto de este fendmeno es la contracepeién. Se intenta justificar el empleo de recursos en sf ‘mismos eontraceptivos (por ejemplo, el preservativo) como un mal menor, ya Sea con finalidad de «planificaci6n. fami liar», ya con finalidad de prevencién epidemiolégica de enfermedades (como sililis, gonorrea o sida), soslayando la ima ordenacién natural entre sexua dad, familia y vida humana, y su valor @tico, Este es un planteamiento moral equivocado, puesto que hay que conside- CF Joas Pano I Veritas splendor 72: 0S. ve ns, Ge qu'on me pet jamais fore. Le question der ater inteinstquement mateais. Histire ot dicuation (Eds Unive, Febourg-Le Cee, Par 198): B. Kir, «The Iexpeatbiliy uf Peopomionalisnss Gregorian 66 (1085) 655-6. rar que, «si es Hicito alguna yer tolerar tun mal menor afin de evitar un mal ma- yor o de promover un bien més grande, ho es licito, ni aun por razones pravf ‘mas, hacer el mal para conseguir el bien (cf. Rm 3,8), es decir, hacer abjeto de un acto positivo de voluntad lo que es lrinsecamente desordenado y, por lo mismo, indigno de la persona hum: aunque con ello se qui © promover el social», Todavia mas preocupante es la tendencia a considerar esta mentalidad prevalente como criterio legal. Es verdad que la ley no puede prohibir todo aquello que es contrario ala ley natural, pero la promul- gacién legal de algo que se opone a esta Comporta un desorden inteinseeo, Por su especial gravedad, los atentados contra Ja vida danan muy gravemente no solo el bien personal, sino también el bien eo- iin, Es el easo del aborto, «Si bien mu- chos ciudadanos y, en particular, los miembros de la Iglesia catélica, conde- nan el aborto, muchos otros lo éonside- o, al menos desde el punto de ista del mal menor». De este modo, ‘muchas estrategias abortistas plantean el aborto legal como alternativa al aborto clandestino, proponiendo una legislacién abortista al legislador como «reduecién del dai», es decir, como un mal me- nor". Es el easo también de la eutanasia. «Si la autoridad publica puede, a veces, amo Vi Humanae tae, 14 CF Juan Pani He tats splendor 80 2 Conentc4ci Paks La DOCTRINE 14 Fr, Deeara cin sobre abortoprvarade, 19. "Coyenseacis aks LA DNCTINA W614 Fr, Deeara sin sare el abetaprocirads 19. Respect a aad redid teionrie, une Cora de bar erp Conssy0 Pu LA Ba Deslaracidn sie la Hamada redaccin ebrinaria> 12 juli 2000, ico seletivo, ef, Princ 1007 PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR renunciar a reprimir aquello que provo- caria, de estar probibido, un dao mis grave (Cf. Towtss pr AQUINO, STA, FIL, q. 96, a. 2), sin embargo, nunea puede aceptar legitimar, como derecho de los individuos ~aunque estos fueran la ma- yoria de los miembros de la sociedad, la dfensa infligida a otras personas me- diante la negacién de un derecho sui tan fundamental como el de la vide. La tolerancia legal del aborto o de la euta- nasia no puede de ningtin modo invocar el respeto de la eoncieneia de los demés, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los ahusos que se pueden dar en nombre de la eoncieneia y bajo el pretexto de la li- bertad (CE. Concio Vartcaxo Il, D tatis humanae, 7)». Es el caso tambid de «toda ley que perjudique a la fami y atente contra su unidad e indisolubili- ‘dad, o bien otorgue validez legal a unio- nes entre personas, incluso del mismo sexo, que pretendan suplantar, con los mismos derechos, a la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer>™ El argumento del mal menor sf que en cuentra aplicacién justa, en cambio, en las decisiones relativas a la ordenacién de los recursos humanos en orden al bien comtin, Esto resulta elaro euando se trata, por ejemplo, de la limitacién, en was eircunstaneias nocivas, de econémicos, ambientales”, etc. Uno de los casos en que también puede ser eplicado es el de la mejora de legis laciones inicuas relativas a la familia y la vida. Si bien la aprobacién de leyes inicuas no es un mal menor, y no puede ia = Joan Pano Ul, Evangelista, 71 2 Joax Panto I, Discurso durante el ubileo de gabe antes yprlamentaron 4 membre 2000 > Jy Past I, Alocuei los patents en a Con Fereneia General dela FAO, 23 oetubre 195, 1008 ser nunca justificada, sf puede sero su sustituciéa por leyes menos injustas, cuando no es posible en la prictica otra cosa: «Un problema conereto de conciencia podria darse en los casos en jue un volo parlamentario resultase determinante para favorecer una ley mas restrictiva, es decir, dirigida a restringir el niimero de abortos autorizados, como alternativa a otra ley més permisiva ya cen vigor 0 en fase de volacin, No son ra- ros semejantes casos. En efecto, se constata el dato de que, mientras en al- unas partes del mundo contindan las Campanas para la introduceién de ley aa favor del aborto, apoyadas no pocas ve~ cces por poderosos organismos interna- cionales, en otras naciones particular- mente aquellas que han tenido ya la experiencia amarga de tales legislacio- nes permisivas~ van apareciendo sefia~ les de revisién. En el easo expuesto, cuando no sea posible evitar abrogar gompletamente ung ley boris, un pa lamentario, cuya absoluta oposici6n per- sonal al aborto sea clara y notoria a to- dos, puede licitamente offecer su apoyo 44 propuestas encaminadas a limitar los dafos de esa ley y disminuir asf los efec tos negatives en el émbito de la cultura y de la moralidad publica, En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboraeién ilfeita a una ley injusta; an- tes bien se realiza un intento legitimo y obligado de limitar sus aspectos ini- cuosy". Lo mismo eabe decir respecto a la legis- lacién sobre la familia: «Las leyes, sean cuales fueren los eampos en que inter- viene o se ve obligado a intervenir el le- aislador, tienen que respetar y promover Siempre a las personas humanas en sus diversas exigencias espirituales y mate~ Juan Pano I, Beangelivm sae, 73. PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR riales, individuales, familiares y socia- les, Por tanto, una ley que no respete el derecho a la vida del ser humano ~desde la concepcién a la muerte natural, sea cual fuerte la condicién en que se en- cuentra, sano 0 enfermo, todavia en es- tado embrionario, anciano 0 en estadio terminal~ no es una ley conforme al de- signio divino, Por ello, un legislador cristiano no puede contribuir a for- ‘mularla ni aprobarla en sede parlamen- taria, aun cuando, durante las discusio- nes parlamentarias alls donde ya existe, le es licito proponer enmiendas que ate= niien su cardeter nocivo, Lo mismo puede decirse de toda ley que perjudi- jue a Ja familia y atente contra su uni- dad e indisolubilidad, o bien otorgue va- Tides legal a uniones entre personas incluso del mismo sexo, que pretendan suplantar, con los mismos derechos, a la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer. En la actual soc dad pluralista, el legislador cristiano se encuentra ciertamente ante concepcio~ nes de vida, leyes y petieiones de legali- zacién, que_contrastan con la propia onciencla, En tales casos, erd la ru dencia eristiana, que es la virlud propia del politico cristiano, la que le indique ‘cémo comportarse para que, por un lado, no desoiga la vor de su coneiencia recta mente formada y, por otra, no deje de cumplir su tarea de legislador. Para el cristiano de hoy, no se trata de huir del ‘mundo en el que le ha puesto la llamada de Dios, sino mas bien de dar testimonio de su propia fe y de ser coherente con los propios principios, en las circunstancias Uificiles y siempre nuevas que caracteri- zan el dmbito politicos", © Joa Panto I, Discurso durante ol Jailed gber nantes yprdamentaio, 4 noviembre 200, CONCLUSIONES: La ambigtedad que se aprecia en el em- pleo actual del modelo argumentativo del mal menor tiene tres componentes fundamentales: 1) la confusién entre bie~ nes y valores morales con otros bienes, como los bienes econsmicas, la salud, ef hienestar, la vida; 2) Ia inadecuada di Lincién entre la bondad y la malicia de las consecuencias del obrar,y la bondad imalicia de la eleccin misma; 3) el dife rente sentido por el que algo es preferi- ble, puesto que en acasiones se quiere indiear que es obligatorio, y en otras que ¢s, simplemente, mejor. En su aspecto social, el principio del mal ‘menor significa que, en previsin de dos ales sociales que sobrevienen de forma inevitable, y siempre que la decisién no sea mala en sf misma (como sucede, ejemplo, con la aprobacién legislativa fel aborto, la eutanasia,etc., que son en sf mismas un mal moral), es licita la eleccidn del mal menor, Cuando existen graves razones, puede ser licita la tole~ rancia respecto al mal moral de los ci dadanos, si con ello no se datia a otzos 0 al bien comtin de la sociedad. También ppuede ser Iicito el intento parlamentario de mejorar legislaciones inicuas, como eleecidn de un mal menor ante otro peor, sin ninguna otra posible altemativa. La aprobacién legislativa de leyes inicuas, contrarias a la ley natural, en cambio, es mpre ilfcita. su aspecto personal, el pri ‘mal menor es de aplicacién en aquellas de perplejidad de cone (en principio, raras), en que cualquier cosa que se haga aparece moralmente mala al individuo, y no hay forma de sa- lir de esta duda y hay necesidad de a& tuar, Siempre que no conste de otra m: nera el comportamiento adecuado (como, cederfa, en cambio, si el Magisterio de 1009 PRINCIPIO © ARGUMENTO DEL MAL MENOR la Iglesia ya se hubiera pronune licito elegir aquello que parece malo, procurando ir lo menos posible contra el orden natural de la moralidad human: Aunque el argumento del mal menor ha sido empleado tradicionalmente en una serie de argumentaciones practicas, su pal contenido es de orden espectfi- te moral, tal y como desde la anti= siiedad han sefialado los grandes pensa- dores. De ello se deriva la principal fuente de confusiones. Cuando la prima- cfa de los valores morales no esta lara respecto al orden de los bienes y de los les presentes en la vida humana, de- saparecen conceptos fundamentales, ‘omo el de absoluto moral, derivados de las exigencias éticas de Ia verdad so- bre la persona humana y su dignidad. Las guerras que han ensangrentado el mundo en el siglo xx han sido una lee- cién que no deberfa ser olvidada tan pronto, en debates de tanta magnitud como aquellos que afectan a la familia y la vida. Hay determinados émbitos de decisiones, en los cuales el argumento del mal menor no puede ser aplicado, porque ello supondrfa poner en la misma lanza el maf moral con las penalida- des, contrariedades y adversidades de la condicién humana, lo que es un grave 1010 error, denunciado ya desde los mismos origenes de la ética por Sécrates, en los albores de la filosofa griega, cuando en- sefiaba a sus disefpulos que es mejor su= frir el mal que cometerlo, Una auténtica reflexién racional en la toma de decisiones,pablica 0 personal no puede pasar por alto el considerar Ia moralidad de la considerada, antes de ponderar sus con= secuencias. Politica y derecho no se pueden separar de la ética, puesto que esta es, por asf decirlo, ef alma del cuerpo Social, La eleccién del mal me- nor tiene sus prineipios en esta deli- cada relacién. Sin identificarse cada una de ellas con las otras, politica, d recho y ética deben estar entre sf en una profunda simbiosis, De lo contrario, las consecuencias son muy graves, y van desde el relativismo social con la disolueién de la moral pablica y pr vada, al totalitarismo, Este delicado equilibrio no podra nunca ser realizado sin el reconocimiento de la primacia de la ética sobre las demas consideracio- nes pertinentes en la valoracién de las exigencias éticas absolutas de la digni dad humana y en la consideraciga desu fragilidad existencial. Francisco C. Fernandez Sanchez

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