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**Volumen doble +r & V Hes) “STE KARL - MANUSCRITO SNUBTAL L os MANUSCRITOS sobre temas de o HS ECONOMIA Y FILOSOFIA claborados en ee al durante cerca de noyenta afios. Su publicacién, en 1932, So fis Signifie6 una yerdadera revolucion en los estudios a HS HLOS OHA marxianos y fue el comienzo de un aluvién de trabajos o Hs ‘sobre el oven Marx» y sus relaciones con el «Mary : ce maduro». Si hasta 1932 su obra parecia circunserita a he | dimensiones puramente econdmicas, socialogicas, my! histérieas y politicas, la publicacion de estos borradores ed -traducidos y pralogadas por FRANCISCO RUBIO. 12 i LLORENTE en esta edicién en castellano— puso de = I relieve la importancia que el concepto de enajenacién, los planteamientos bumanistas y la preocupacién filoséfieca tuvieron para el autor de «El Capital». Otros { titulos de Alianza Editorial relacionados con In t formacién y desarrollo del pensamiento marxiano: «Hacia la Estacion de Finlandia» (LB 425), de Edmund Wilson; «Razin y reyolucién» (LB 292), de Herbert Marcuse»; «Socialismo y filosoffay (LB 218), de Antonio Labriola; «Karl Marx» (LB 441), de Isaiah Berlin; «La sociologin marxistay (LB 625), de Tom Bottomore; «El marxisme como moral» (LB 101), de José Luis L. Aranguren; (Las principales corrientes del marxiemo» (AU 276) y «El hombre sin alternativay (LB 251), de Leszek Kolakovski El libre de bolsillo Alianza Editorial Seccién: Clasicos Karl Marx: Manusctitos: economia y filosoffa ‘Traduccién, introduccién y notas de Francisco Rubio Llorente Madrid juinta Sti Sein en cE Lib de Bolalon: 1977 Séptima edicién en «El Libro de Bolsillo Octava edicién en «El Libro de Bolsillo»: 1980 (marzo) Novena ediciéa en «El Libro de Bolsillow: 1980 (diciembre) © Alianze Editorial, S. A., Madsid, 1958, 1969, 1970, 1972, 1974, 1977, 1979, 1980 Calle Milén, 98; @ 200 0045 ISBN: 84.206-1119.0 Depésito legal: M. 382141980 Impreso en Closat-Oreoyen, 8, L. Martinez Paje, 5. Madrid-29 Printed in Spain Introduccién La época de redaccién de los Manuscritos es época de burguesta triunfante, Tras la instauracién de Luis Fe- lipe en ef trono francés y la consolidactén de le inde- pendencia belga, todo el Occidente europeo goza los beneficios de la monarquta constituctonal, Le Corona proporciona la cobertura de legitimided necesaria pera defenderse con éxito frente a los nostdlgicos, cada vex menos numerosos, det Ancien Régime 9 asegura el man- tenimiento de la «soberenta de la razin» que las sacu- didas intermitentes de quienes se obstinan en no enri- quecerse apenas logran inquietar. La miseria obrera, que ya nadie puede ignorer y que la literatura de la época comienza insistentemente @ describir, es atribuida lisa y Uanamente a la carencia de virtudes de quienes la pade- con. Con el progreso de los tiempos la sociedad se ha espiritualizado, y si los nobles del Antiguo Régimen nece- sitaban recurrir @ una supuesta diferencia racial para go- zar tranquilos de sus privilegios, los beati possidentes de Ia monarquia burguesa disfrutan en paz los suyos, como 7 8 F. Rubio Lioreate resultado de una feliz superioridad espiritual que los jus- tifica. Los pobres y pecadores, obligados a trabajar catorce o diccistis horas diarias y a presenciar la explotacién despiadada de sus bijos » la prostitucién de sus bijas, se sienten naturalmente exasperados en tal situactin, pero mas dispuestos a la revuelta que provistos de ideas para justificerla, Las asociaciones obreras, vestigios en gran parte de las viejas corporaciones medievales , por s- puesto, safiudamente perseguidas, adoptan por necesidad interior, tanto como exterior, un aspecto tenebroso, cons- pirativo, mas terrorifico que eficaz, sobre el cual resulta facil tejer una leyenda de crimenes sangrientos, deprava- cidn 9 barbarie. Las esporddicas rebeliones son general- mente més obra de la ira que de la raxdn, aunque el furor casi animal no sucle ser sanguinario y destruye con mayor frecuencia las maguinas que las vidas de sus pro- pietarios. Sdlo en Inglaterra comienza a nacer un mobi- miento sindicalista razonado y raconable y el afio en que Mars redacta los Manuscritos es también el afio en que se funda la asociacién de los Equitable Pioneers de Rochdale. En el resto de Europa se lucha mientras tanto con tos vestigios del pasado. En los paises del Sur, las fucrzas de la tradicion y del progreso se enfrentan en una serie ininterrumpide de pronunciamientos y reacciones, tan es- tériles los unos como las otras. Los patses del Centro y del Este, vencedores al fin en las contiendas con Napo- le6n, conservan, en cambio, casi intactas las viejas for- mas, La nobleza terrateniente mantiene la mayor parte de sus privilegios tradicionales » domina absolutamente al campesinado. Rusia, nuevamente cerrada sobre si mis- ma, es el baluarte de ta reaccién, pero al mismo tiempo atiza solapadamente el naciente nacionalismo eslavo, cu- yos embates debilitan al Imperio y favorecen la absor- cién por Prusia de lox restantes territorios de habla ale- mana. Bien que el Estado prusieno sea el mds eficar de entre todos los sobrevivientes del Antiguo Régimen, esos territorios ven con recelo al nuevo seitor, 9 mas que Introduccién 9 ningin otro la Renania natal de Mars, que conocié bajo Napolein un régimen més progresista y on donde comien- za a surgir waa moderna industria. La burguesia renena tolere cada vez con reayor impaciencia los rigores del absolutismo teoldgico y burocratico de Berlin y se orienta hacia la formula salvadora de la monarquia constitucio- nal, Sus veleidades de evolucién se ven frenadas, sin embargo, como frecuentemente sucede en tos pafses en igual situacién, por los peligros que apuntan en los pak- ses més adelantados, por los movimientos del cuarto es- tado que ya se perciben en las naciones modélicas de Occidente. Porque, aunque con caractertsticas muy pecu- ares, la nacién alemana es en aquel tiempo un pueblo subdesarrollado, tanto en lo econdmico como en lo polt- tico, «Los alemanes —diré Marx por aquellos aitos— somos los contemporéneos filosdficos del presente sin ser sus contemporaneos en la realidad» Los alemanes no viven ain (ex decir, no saben si legarin jamais a vivir) Tas forneas ineperantes cn los patses progresives, pero esas formas estén asentedas sobre unos supuestos cultw- rales de los gue Alemania st participa y el pensamiento alemén se ocupa de los problemas que tales formas plan- tean més que de los que, en rigor, corresponderian a su presente. Es fécil entender las tentaciones de radicalismo que asaltan a un pensamiento asi situado. Oponer a la propia realidad la ajena y mds desarrollada implica, st no se va més lejos, una aceptacién conformista de las deficiencias que en esta tltima perciben quienes viven dentro de ella. Y como el pensamiento es, de suyo, maxi- maliste, de modo que resulta siempre inteleciualmente més elegante negar que afirmar, los intelectuales progre- sistas de los paises subdesarrollados se ven siempre ten- tados e incluso obligados a ir més alld del modelo pro- puesto, a no postular nunca una reforma y siempre wa revoluci6n que, al tiempo que elimina los males inbe- rentes a la situacién desarrollade, ahorra tos dolores del trénsito a las sociedades que no lo estén, doténdolas de tna vez de la estructura Sptima. En los rasgos gigantescos del pensamiento marxista 10 F, Rubio Lorene este proceso es claramente perceptible. La Introduccién a la ctitica de la Filosofia del Detecho de Hegel, sin deda uno de los més vigorosos escritos de Marx, efirma ya rotundemente que Alemania sblo puede verse libre de los males que la aftigen por obra de una revolucion que libere de los suyos a toda la humanilad. Como pueblo «que padece todos los mates de la sociedad moderna sin gozar de ninguno de sus beneficios», ha de aliarse con kina fuerza universal que se encuentre en su misma situa- cidn para hacer una revolucién que sdlo siendo universal seri eficaz. El recurso al proletariado y el entendimiento de su esencia aparecen ast en Mars antes de todo estu- dio econdmico (un hecho en ek que no se ba insistido bastante), simplemente porque la radical (griindlich) Ale- mania requiere un aliado igualmente radical. Pero, naturalmente, no se llega en una sola zancada desde el berlinés Club de los Doctores haste el movi- miento obrero, Entre 1838 y 1844, Marx ba debido pen- sar mucho y sufrir muchos desencentos. Para la ixguierda hegeliana a que pertenece, la tarea a realizar es mtcral- mente la de ta critica. El Espiritu (esto es, los hombres de espiritu), oponiendo continuamente 1a realidad a su nocién, senala las imperfecciones de aquélla e impulsa el cambio, Esta tarea, sin embargo, puede ser entendida de muy distintas maneras. Cabe reducirse 2 la critica de las construcciones espirituales, a la critica de la Religibn, por ejemplo, que tiene un valor paradigmético, pero que deja intacte la realidad, Es ésta la «critica critican, que desprecia ala «masa» y que preconiza Bauer, Frente a ella, es posible atin otra actitud que, sin dejar de ser sins- ple critica, incide ya directamente sobre la realidad y que inicialmente y no por mucho tiempo serta adoptada por Marx, Cuando en 1841 Bauer es expulsado de la Univer- sidad de Bonn y se le cierran a Mare las puertas de una posible carrera de profesor, se inicta ta divergencia, y pronto la hostilidud, entre ambos. Mientras Bauer anima Ia Allgemeine Literatur Zeitung, una revista tebrica de critica literaria, filosofica y artistica, Marx acepta un puesto de redactor en la Rheinische Zeitung, un perié- Introduccién, ret dico liberat de Colonia desde et cual ba de ocuparse de la ley sobre el robo de lefia en los bosques 0 de la nueva regulacién de la censure. Alli entra en contacto con un poder real que trasciende de los libros y unas fuerzas que vivifican este poder y se ocultan tras él. Se trate de realidades contra las cuales es intpotente la critica; realidades que aprisionan con hicrros muy verdaderos y pesados a los que no se hace desaparecer con una simple declaracién como intenté hacer Edgar Bauer com el juex que to condenaba, negindole autorided. Contra los he- chos opaces de este mundo poco o nada valen las ideas brillantes y la vigorosa expresin. Marx habia de apren- derlo muy a su costa cuando el periédico quedd some- tido a los ataques de ta censura. Con énimo de impedir su cierre, los propictarios trataron en vano de convencer a Marx para que redujese sus criticas al estrecho ambito de lo permitido. Como & explica en una carta a Ruge, no accedié porque «es lacayuno limitarse a pinchar con dfileres lo que babria que atacar ¢ maxazos». El perid- dico Jue clausurado » Mare, recién carado, ne corrarse ‘ante st otro camino, No sélo no ba cumplido hasta et presente el mandato paterno de hacer feliz a su esposa ¥ conguister al asalto el respeto del mundo, sino que permanece desconocido salvo para un pequeno circulo y se ha ganado ademés la enemistad del Poder, que lo la privado de medios para sostencr su hogar. Que esta situa- ciba personal haya podido evar a Marx hacia la revo- lucién es cosa tan posible como poco importante. Es el razonamiento objetivo que sostiene una actitud tedrica © prictica y no la motivacién psicolbgica que la explica Io que la hace susceptible de adbesiOn 0 rechazo y la dota de importancia histérica Abogado por ei idealismo hegeliano o hegelianizante y por la politica prusiana, Marx procede a una nueva revi- sibn de sus ideas y rompe ‘con su pats. La revision la hace a la luz, sobre todo, del pensamiento de Feuerbach, «de quien arranca la critica positiva, realiste y natura listan, Este pensamiento esté constantemente presente en Tos Manusctitos, que frecuentemente atilizan también ex- 12 F. Rubio Lloreme Dresiones feuerbachianas. Pese a todo, no fue nunca ente- ramente aceptado por Marx. Aunque siempre se declaré su deudor y le guardé un respeto del que testimonia el tono adoptado en su critica, ian diferente del biriente sarcasmo con que se enfrenta a ctros idedlogos, Marx no acepté nunca la «pasividad» del pensamiento de Feuerbach, al que encuentra «demasiado hegeliano en su contenido y demasiado poco en su método», Feuerbach acierta, piensa Marz, al poner en lugar del Espiritu hege- liano al hombre sensible, real, menesteroso, pero yerra al no percibir el carécter bistérico de la esencia humana » encomendar la realizacién de su plenitud al cambio «natural» de las circunstancias y a la fuerza aglutinanto del amor. Aunque estas diferencias slo se harian expli- citas en La ideologia alemana y en las famosas Tesis, posteriores en algunos aiios a los Manusctitos, ye en é. tos,.@ pesar del entusiasmo feuerbachiano, es perceptible una diferencia de matiz. Feuerbach ha servido para evi- denciar que sélo lo sensible ex real y que ex en lo sen- sible en donde hay que verificar el cambio que por fin hard humano at hombre. Pero lo sensible es tanrbién obra humana. La dialéctica es ley de desarrollo de la natura- lexa, no de un Espiritu por encima de ella, pero dentro de la naturalera esta también la raxén, que es la racén del hombre, y es el hombre el que ba de impulsar el cambio y crear lo nuevo. El hombre, de otra parte, no es una esencia que se repita idéntica de unos individuos 4 otros y esté dada de una vez para siempre, aunque se haya visto oscurecida y perturbada de distintas Jormas a lo largo de Ia historia, El hombre es un ser social cuya botencialidad originaria realizen en cada momento de una determinada forma las relaciones sociales en las que vive inmerso. La esencia del hombre feuerbachiano no existe més que como potencia histérica; el hombre reat es lo que Ia sociedad concreta hace de él. La ciencia del hom- bre es la ciencia de la sociedad y el bumanismo activo es la revolucion. Para condcer al hombre de nuestro tiempo es nece- sario, en consecuencis, conocer la sociedad del presente, Tntroduccisn 3 la forma social més desarrollada que, aceptando el es- quema hegeliano del desarrollo lineal, permitiré desentra- fiar los misterios atin ocultos en las forreas mas primi- tivas. Es el conocimiento de esta sociedad el que Marx va buscando en su viaje a Parks. Alli no sélo existe la industria moderna, sino también sus lacras de miseria y Prostitucion. Y atin mas, Pars es también el principal punto de reunién de los activistas proletarios que con ain oscura conciencia tratan ya de destruir la sociedad existente. La ciencia nuclear de esta sociedad es la Eco- nomia Politica, la ciencia de la produccién y de la distri- bucién, de la riqueza y de la miseria. Marx descubre esta ciencia en Parts y del escindalo que de ella recibe brotaa los Manuscritos. No se trata, claro esté, de que los alemanes ignorasen la nueva ciencia, En ta Filosofia del Derecho hegeliana hay buellas muy perceptibles de la obra de Adam Smith y Mars era un espiritu demasiado alerta para baber pa- sado por alto ese pensamiento. Pero como antes decks mos, el conocimiento que en Alemania se tenia del mur- do moderno era un conocimiento predominantemente libresco. Sélo con el contacto directo de la realidad que la Economia interpreta cobra ésta su significado autén- tico, su verdadera dimensién. Cuando, con su traslado @ una gran ciudad industrial, realiza Marx este contacto, se lanza apasionadamente, como era habitual en él, al estudio de la Economia, y en este sentido es como puede Jecirse que la descubre. Lo que a Marx escandaliza en la Boonomta es su ma- teridismo 9 su exactitud. El hombre aparece en ella en una sola de sus facetas, como homo oeconomicus, afara- do en la creacién de riquetas y movido exclusivamente por el célculo racional 0, mas exactemente, por un célcu- lo inteligente y astuto, pero sin profundidad ni horizonte, incapaz de trascender ef més estrecho interés individual Un cileulo que realize la inteligencia, pero no la raz6n, utilizando la conocida distincién que el idealismo alemén establece entre estas dos facultades. Un hombre ast cosi- ficado en su proceder es naturalmente, una cosa més que 4 F, Rubio Llorente como tal ba de ser tratada. El correlato necesario del hombre econémico es ob hombre mercancte. Una acti ded exclusivamente orientada hacia le ganancia, hacia el lucro individual (siquiera este lucro se reduzea a lo que el individuo necesita para existir), es una energia «natu- ral», igual en todos los hombres, desindividualizeda, sus- ceptible de ser contada, pesada y medida. Actividad lu- crativa y trabajo-mercancia son cara y crux de una misma realidad, la consideractén, respectivamente, subjetiva y abjetioa de un determinado modo de ser hombre. La Economta Politica no inventa este modo de ser, ni lo postule. Simplemente lo describe » por via de generali- zacién inductiva establece las reglas que, dando por si- puesto tal modo de ser, gobiernan la mecknica de la pro- duccién » distribucién de biener sobre la que se asienta el edificio social. Si pecado hay en ella, el pecado de la Economta no es pecado de error, sino de miopia. Ve con exactitud lo que ante ella esté, pero lo acepta como natural sin percibir que no lo es, sin captar el tnjanito mundo bumano que esa enaturalexar social ante ella no realiza, ni el inmen- so dolor bumano que la no realizacién implica. Su -de- fecto no estriba sélo ni principalmente en su aceptecién de, por ejemplo, el paro y la miseria como resultados naturales de un proceso sometido a leyes ciegas, sino en su bipostatizacién de ese proceso como proceso natural ¢ irremediable que conniene conocer pare controlar, pero gue en modo alesino cabe sustituir. Su propia constitu: cién de ciencia «positivar Ia obliga @ partir de lo ya , los «portavoces que evan la voz de la masa masificadan, ha de suministrar todavia Is primera prucba de que, aparte de sus teoldgicas cues- tiones de familia, tambign en las cuestiones mundanales tiene algo que decir] 2 Es obvio que, ademds de los socialistas franceses e ingleses, también he utilizado trabajos de socialistas ale- manes. Los trabajos alemanes densos y originales cn esta clencia se reducen realmente (aparte de los escritos de Weitling) al articulo de Hess publicado en los 21 plic. gos? y al «Bosqucjo para la Critica de la Economia Politica», de Engels, en los Anuarios Franco-Alemanes, en donde yo anuncié igualmente, de manera totalmente general, los primeros elementos del presente trabajo. Aparte de estos escritores que se han ocupado critica- mente de Ia Economia Politica, la critica positiva en general, y por tanto también Ia critica positiva alemana de Is Economfa Politica, tiene que agradecer su verdade- ra fundamentacién a los descubtimientos de Feuerbach, contra cuya «Filosofia del Futuro» y contra cuyas «Tesis para la reforma de Ia Filosofiay en las Anéedotas* (por més que se las utilice calladamente) la mezquina envidia de los unos y la célera real de los otros, parecen haber tramado un auténtico complot del silencio. Sélo de Feuerbach arranca Ja critica positiva, humani ta y naturalista. Cuanto menos ruidoso, tanto mds seguro, Prologo 49 profundo, amplio y permanente es el efecto de los escri- tos fewerbachianos, los rinicos, desde la Logica y la Fe- nomenologia de Hegel, en los que se contenga una revoluci6n te6tica real En oposicién a los tedlogos criticos de nuestro tiempo, he considerado absolutamente indispensable el capftulo final del presente escrito, la discusién de la Didléctica begeliana y de la Filosofia hegeliana en general, pues tal trabajo no ha sido nunca realizado, lo cual constitaye una inevitable falta de sinceridad, pues incluso el tedlogo eritico contintia siendo teédlogo y, pot tanto, o bien debe partir de determinados presupuestos de Ia Filosofia como de una autoridad, o bien, sien el proceso de Ia critica y merced a descubrimientos ajenos nace en él dudas sobre los presupuestos filosdficos, los abandons cobarde ¢ in- justificadamente, prescinde de ellos, se limita a expresar su setvidumbre con respecto a ellos y el disgusto por esta servidumbre en forma negativa y carente de con- ciencia, y sofistica [sélo lo exptesa on forma nepativa y carente de conciencia, en parte repitiendo continuamente la seguridad sobre la pureza de su propia critica, en arte, a fin de alcjar tanto los ojos del observador como los suyos propios del necesario ajustamiento de cuentas entre la critica y su cuna —la Dialéctica hegeliana y la Filosofia alemana en general—, de esta indispensable clevacién de la moderna critica sobre su propia limita- cién y tosquedad, tratando de crear la apariencia de que la critica sélo tiene que habérselas con tina forma limita- da de la erftica fuera de clla —concretamente con la eritica del siglo xvi— y con la limitacién de la masa, Finalmente, cuando se hacen descubrimientos —como los fewerbachianos— sobte la esencia de sus propios presu- puestos filosdficos, el tedlogo critico, o bien finge haber- los realizado ¢!, y lo finge lanzando los resultados de estos descubrimientos, sin poderlos elaborar, como con- signas contra los escritores que estén atin presos de la Filosofia, 0 bien saben crearse la conciencia de su supe- rioridad sobre esos descubrimientos, no colocando 0 tra- tando de colocar en su justa relacién los elementos de la 30. Karl Marx dialéctica hegeliana, que echa atin de menos en aquella erftica de la misma, que ain no han sido criticamente ofrecidos a su goce, sino haciéndolos valer misteriosa mente, en el modo que le es propio, de forma escondida, maliciosa y escéptica, contra aqnella critica de Ia dialéc: tica hegeliana, Ast, tal vez, la categoria de Ia prueba me- diadora contra Ia categoria de la verdad positiva que arranca de s{ misma, la... etc. El tedlogo critico encuen- tra, efectivamente, perfectamente natural que del lado de la Filosoffa esté todo por hacer, para que él pueda charlar sobre la pureza, sobre el carécter decisivo de la cexftica perfectamente critica, y se considera como él ver- dadero superador de la Filosofia cuando siente que falta en Feuerbach un momento de Hegel, pues por més que practique el fetichismo espisitualista de la «autoconcien- cia» y del , «faire travailler autrui 2 sa placer (ibid., pgs. 411-12). (XIN) «Cette constitution économique condamne ies hommes a des métiers tellement abjects, 2 une dégrada- tion tellement désolante et ansere, que la sauvagerie appa- ratt, en comparaison, comme une royale condition» (1. c., pigs. 417-18). «La prostitution de la classe non proprié- taire sous toutes les formes» (*) (pags. 421 y sig). Tra- eros. (©) «Par vivis, pues, los no propictarios estin ol ponerse directa 0 ‘indirectamente, ai servicio de los propiciatios, ts deci, bejo so dependencia.» Pecqnent, Nucva teorle de econo mila sock ' 64 Karl Marx Ch, Loudon, en su trabajo Solution du probleme de la population, 'etc., Paris, 1842, dice que en Inglaterra existen entre 60,000 y 70.000 prostitutas. El nimero de femmes d'une vertu douteuse (*) ¢s del mismo orden (pé gina 228). «La moyenne vie de ces infortunées créatures sur le pavé, apres qu'elles sont entrées dans la carritre du vice, est denviron six ou sept ans, De maniére que pour reain- tenir le nombre de 60 2 70.000 prostituées, il doit y avoir, dans les 3 royaumes, au moins 8 4 9.000 femmes qui se vouent & cet infame métier chaque année, on en- viron vingt-quatre nouvelles victimes par jour, ce qui est la moyenne d’une par beure; et conséqueniment, si la méme proportion a liew sur toute la surface du globe, il doit y avoir constament un million et demi de ces malbeureuses> (ibid., pig. 229), La population des misérables crott avec leur misere, et Cest a la limite extréme du dénuement que les étres Dumains 22 pressent on plus grand nonbre pour se dispa- ter le droit de souffrir... Ex 1821, la population de I'Ir- lande était de 6.801.827. En 1831, elle s'était blevée 4 7.764.010; c'est 14% d'augmentation en diz ans, Dans Te Leinster, province ot il y a le plus d’aisance, la popu- lation n'a augmenté que de 8%, tandis que, dens le Connaught, province la plus misérable, Paugmentation siest élevée 2 219. (Extrait des Enquétes publiées cn Angleterre sur UIrlande. Vienne, 1840). Buret, De la mi séve, ete., t. I, pig. [36]-37 (*). Criados-mesada, obreros-salarios; cmpleados-sucldo o emolumen- tos (tbid., pigs. 409-410). «Alquilar su’ trabajo», (pigi- nas 414-416, 1. c.) (*). (®) Alauilar su trabajo es comenzar su exclavitud; alquilar Ja materia del trabajo es asentar su libertad... El trabajo es el hombre; la materia, por el contrario, mo e¢ nada del hombre (Peequeur, Théor. soc., etc. pags. 411-412). “El elemento materia, que neda puede para Ia creacién de a Tigueza sin el otro elemento, el trabajo, tecibe Ia virwd mi gica de hacerse fecundo para ellos, como’ si hubieran aportado fon su propio esfucrzo este elemento indispenssble» (ibid, 1. ¢.). “Suponiende que el trabajo cotidiano de un obrero le apotte pot término medio 400 francs al afio y que esta suma baste @ un fadulto para una vida simple, el propictario de 2.000 francos de Fentae, parcerias o alqhileres, fnerza, pues. a cinco hombres a Tabajar pata Gl; 100.000 francos de tenia representan el_ trabajo Ge 250, hombres y un millin el trabajo de 2500 individuos (nego 300 millones —Luis Felipe— el trabajo de 730.000 obre- ros)» (ibid., paps, 412413). ‘Los propietarios han recibido de ta Jey bumane el derecho de“usar y_abasat, e9 decir, de hacer lo que quieran de la mate fia de todo tabajo..., 1a ley 0 los obliga en absolato a pro- forconar siempre y opartunamente trabajo a Jos no propietarics, fia pagatles siempre un salario suficiente, ete» (pie. 413, 1 ¢). “Libertad total en cuanto a la naturaleza, Ia cantidad, la calidad 3, ls oportunidad de Ia produccién, el ‘us0 y consumo de las Tiquezas, a Ia. disposiciga sobre la materia del trabsjo. Cada cul 2 libre de intercambiar ms bienes como le parezca, sin ott considerecién que su propio interés individual» (pig. 413, 1. c). “La competencia no expresa més que el cambio voluntatio, que ¢ su ver cs Ta sonsccuencia directs y prdxima del derecho Gdividaal de usar y abusar de fos instrumentos de prodaccién. Estos thes momentos econdmicos, que no forman mas que uno: ‘dl derecho de. usar y abusat, la libertad de cambio y la compe: fencia arbitraria, entrafian las siguientes consecuencias: cada cual Produce fo aus quiet, come ali,» donde quiere; produce ene mal, demasiado © 0 To bastante, demasiado pronto o demasiado tarde, demasiado caro 0 demasiado barato;, cada cual igo st vender, imo vender caindo venders, dénde ven jerk y a quién venderd; y Jo mismo succde respecio « las com- Primer Manusctito 83 Ricardo en su libro (Renta de la tierra): Las naciones son sdlo talleres de produccién, el hombre es una méqui- na de consumir y ptoduds; la vida humana un capital; las leyes econémicas rigen ciegamente al mundo, Para Ricardo los hombres no son nada, el producto todo. En al capftulo 26 de la traduccién francesa se dice (65): ‘ell serait tout-a-fait indifférent pour une persone qui sur un capital de 20.0008 ferait 2.0008 par an de profit, que ‘son capital employdt cent hommes ou mille... L'intérét réel Dune nation west-il pas le méme? Pourvu que son revenu net et réel, et que ses fermages et profits soient les mémes, qwimporte qu'elle se compose de dix on de douze millions Bindividus?» (t. UL, pigs. 194-195). «Bn vérité, dit M, de Sismondi (t. II, pig. 331) Hl ne reste plus qu’a désirer que le roi, demeuré tout seul dans Pile, en tornant constarment sine manivelle, jasse accomplir, par des automates, tout Vouvrage de V’Angleterre> * ‘Le maitre qui ackate le travail de Vouvrier, @ un prise si bas, qu'il suffit & peine aux besoins les plus, pres ‘ants, nest responsable ni de V'insuffisance des salaires, ni de ta trop longue durée du travail: il subit lui-méme 1a loi qu'il inrpose... ce n'est pas tant des hommes que pras (XIII). El productor ignora las necesidades y los recursos, las BeMiaGdas 7 las ofertas, Vende cuando quiere, cuande, puede, dom de quiere, a quien quiere y al precio que quicre. Y compra en Ge siete garava, Eo todo ello es siempre juguete del azit; er 1a mioma ("ley del més fuerte, del menos apremiado, del’ més a0 ey ca on logit Iy cacice de un bie, 0, otf9 hay exceso y despilfarro. ‘Mientras un productor vende mucho o hay eA» dee eneteio, enone, oro no vende Nada 0 vende a pérdida... La oferta desconoce a demanda y la demanda Hine wrcteria, Se produce sobre la base de un gusto, de, una sangre Ja ofera, Se Favenare os conmumidores, pero cuando Ulega mode ae de entreger. la mercancia, cl cepricho he pasado y ch mometeido a ole tipo de producto... consecuencia infall SSeht fitenaneneia € infalibilidad de las quiebras; foe cfleulos Pics Tas tines sébitas y_ lar fortunas improvisadas; Ins. exes fats, as riines shits y,otamicntot 9 esssecenDETilCts, iaTipsebidad yt eriecimlen ge lat Sena, le pérdida 0 el despilfarro enorme riquezas, tiempo y estuerzs erdlda @ sChe ana encarnizada compctencias (péps, 414-416, I. c)- 84 Kar) Marx vient la misére, que de la puissance des choses» (Bu- ret, 1. ¢., 82) (5), «En Inglaterra hay muchos lugares cuyos habitantes carecen de capitales para un cultivo completo de la tie. tra, La lana de las provincias orientales '° de Escocia, en gran parte, ha de hacer un largo camino por tierra, pot malos caminos, para ser claborada en el condado de York, porque en el lugar de su produccién faltan capitales para Ja manufactura. Hay en Inglaterra muchas ciudades in- dustriales pequefias, a cuyos habitantes les falta capital suficiente para el transporte de su produccién industrial a mereados alejados en donde ésta encuentra consumido- res y demanda. Los comerciantes alli son (XIV) sdlo agentes de otros comerciantes més ticos que viven en ah gunas ciudades comerciales» (Smith, t. II, pags. 381- 382). «Pour augmenter la valeur di produit annuel de la terre et du travail, il n'y @ pas d'autres moyens que Paugmenter, quant au nombre, les ouvtiers productils, ow dasugmenier, quant a la puissance, la faculié produc. tive des ouvsiers précédemmtent employés. Dans l'un ef dans Vautre cas il faut presque toujours un surcroit de capital» (Smith, t. II, p. 338) (*). ied Pats une persona, que sobre un capital de 20,000 £ hi- Giese un beneficio anual de 2.000 , sla totalmente faclfcrenss Ive eu capital empleasc cien hombres o mil... {No es el mismo ol intecés real de ‘una nacién? Con tal de que au ingses0 mee teal y que sus rentas y ganancias sean las misinas, dace importa ve ‘este integrads por diez 0 por doce millones de. indi Niduos?» (t. TL, pgs. 194-195). «En realidad —dice el schor Sismondi—-,’ slo queda descar que el rey, completamente gol en la isla, dando vueltas constantemente a una manivela, haga realizar mediante sutdmatas todo el trabajo de Inglaterras «EI duefio que compra cl trabajo del obrero a tin precio tan bajo ue gpetas asta. pats las necetidedes mio urgentes ‘no €s tesponsable 1} jnsuficiencia de los salarios ni de Ia larga datecién del trabajo: él mismo sufte la ley que impone.; no fs tanto de los hombres como de les fucreas de las cosis de donde procede la miscrian (Burct, 1. c, pag. 82). (9) «Para aumentar el valor del producto anual de la tictta y del trabajo no hey otros medios que aumeniar el miimero de los obreres productivos, 0 aumentar, en su potencia, Ia capacided Primer Manuscrito a Asf como la acumulacién del capital, segin el orden natural de Ias cosas, debe preceder a la divicién del tra- bajo, de la misma manera la subdivisién de éste sdlo puede progresar cn Ja medida en que el capital haya ido acumulandose previamente. La cantidad de materiales que el mismo mimero de personas se encuentra en condicio- nes de manufacturar aumenta en la misma medida en que el trabajo se subdivide cada vex més, y como la tarea de cada tejedor va haciéndose gradualmente mis sencilla, se inventa un conjunto de nuevas méquinas para facilitar y abreviar aquellas operaciones. Asf, cuanto més adelanta la divisi6n del trabajo, para proporcionar un empleo cons- tante al mismo mimero de operarios ha de acumularse previamente igual provisién de viveres y una cantidad de materiales, instrumentos y herramientas mucho ‘mayor del que eta menester en una situacién menos avanzada, EL niimero de obreros en cada una de las ramas del trabajo aumenta generalmente con Ia divisién del trabajo ca exc sector, o mds bien, es ese aumento de nimero el que Ia pone cn situacién’ de clasificar a los obreros de esta forma (Smith, t. II, pags. 193-194). «Asi como el trabajo no puede alcanzar esta gran ex- tensién de Jas fuerzas productivas sin una”previa acumu- lacién de capitales, de igual suerte dicha acumulacién trae consigo tales adelantos. El capitelista desea natural- mente colocarlo de tal modo que éste produzca la mayor cantidad de obra posible. Procura, por tanto, que Ia distribucidn de operaciones entre sus obreros sea la més conveniente, y les provee, al mismo tiempo, de las me- jores maquinas que pueda inventar o le sea posible ad- quitir. Sus medios para triunfar en ambos campos (XV) guardan proporcién con la magnitud de su capital 9 con el niimero de personas a quienes pueden dar tra- bajo. Por consiguiente, no sélo aumenta el volumen de actividad en los paises con el crecimiento del capital que en ella se emplea, sino que, como consecuencia de este productioa de los obreres ya empleados. En uno y otro caso hace falta casi sicmpre un aumento de capital» (Smith, t. I, pag. 338). 86 Karl Mare aumento, un mismo volumen industrial produce mucha mayor cantidad de obra» (Smith, t. II, pags. 194-195). Luego superproduccion. «Combinaciones més amplias de las fuerzas producti- vas... en la industria y el cometcio mediante la unifica- ciéa de fuerzas humanas y naturales més abundantes y diversas para empresas en mayor escala, También aqui y all unién mas estrecha de las principales ramas de la produceién entre sf. Asf, grandes fabricantes tratardin de Conseguir grandes fincas pata no tener que adquirir de terceras manos al menos una parte de las materias primas necesarias a su industria; © unitin con. sus empresas industriales un comercio, no sdlo para ocuparse de sus propias manufacturas, sino también para la compra de productos de otro tipo y para su venta a sus obretos. En Inglaterra, en donde duefios individuales de fabricas ¢s- ‘tén a veces a la cabeza de 10 6 12.000 obreros... no son ya raras tales uniones de distintas ramas de la produccién bajo una inceligencia directura, de tales pequefios Eota dos o provincias en un Estado, Asi, en época reciente, Jos propietarios de minas de Birmingham asumen todo ‘el proceso de fabricacién del hierro que antes estaba dividido entre diferentes empresarios y propictarios. Véa- se ‘El distrito minero de Birmingham’ (Deutsche Vier teljabrsschrift, 3, 1838)". Por tltimo, vemos en las grandes empresas por acciones, que tan abundantes se han hecho, amplias combinaciones del poder monetario de muchos participantes con los conocimientos y babi dei cence y técnicas de otros, a los que estd con- fiada la ejecucién del trabajo. De esta forma les es posible a los capitalistas emplear sus ahorros de forma mds diversificada e incluso emplearlos simulténeamente en la produccién agricola, industrial y comercial, con lo cual su interés se hace al mismo tiempo ms variado (XVI), se suavizan y se amalgaman las oposiciones entre los inte- reses de Ia agricultura, Ia industria y el comercio. Peto incluso esta més fécil posibilidad de hacer provechosos el capital de las més diversas formas ha de aumentar la Primer Manuscrito 87 coposicién entre las clases pudientes y no pudientes> (Schulz, 1 ¢., pags. 40-41). Tncretble beneficio que obtienen los atrendadores de viviendas de la miseria. El alquiler esté en proporciéa inversa de Ia miseria industrial. Ygualmente, ganancias extrafdas de los vicios de los proletarios arruinados (prostitucién, embriaguez, préfeur sur gages) (“). La acumulacién de capitales crece y la competencia entre ellos disminuye al reunirsc en una sola mano el capital y la propicdad de la tierra, igualmente al hacetse cl capital, por su magnitud, capaz de combinar distintes ramas de la producci6n. Indiferencia frente a los hombres, Los 20 billetes de Loteria de Smith’. Revenu net et brat de Say (*). Renta de la tierra (1) Ef derecho de los terratenientes tiene su origen en el robo (Say, t. I, pag. 136, nota). Los terratenientes, Como tues Jos kombrec, gustan de cocechar donde no ‘han sembrado y piden una tenta incluso por el producto natural de la tierra (Smith, t. I, pag. 99) ‘«Podrfa imaginarse que le renta de la tiera no es otra cosa sino el beneficio del capital que el propietario empled en mejorar el suelo, Hay casos en que la renta de la tierra puede, en parte, ser. esto... pero el propieta- tio exige 1) una renta aun por la tierra que no ha expe- timentado mejotas, lo que puede considerarse como in- terés 0 beneficio de los costos de mejora cs, por Jo gene- tal, slo una adicién a esta renta originaria. 2) Por otra parte esas mejoras no siempre se hacen con el capital Hel duefio, sino que, en ocasiones, proceden del capital del colono, pese a lo cual, cuando se trata de renovar el srrendamiento, el propictario pide ordinariamente un qumento de la renta, como si todas estas mejoras se hu- bieran hecho por su cuenta. 3) A veces también cxige ‘una renta por terrenos que no son susceptibles de mejo- (*) Prestamista sobre prendas. () Renta neta y bruta, 88 Karl Marx tat por la mano del hombre» (Smith, t. I, pégs, 300-301), Smith cita como ejemplo del ltimo caso el salicor, un tipo de alga que, al quemarse, da una sal alcalina con la que pucde hacerse jabén, cristal, etc. Crece en la Gran Bretafia, especialmente cn Escocia, en distintos lugares, Pero sdlo en rocas que estén situadas bajo la marea alta ¥ son cubiertas dos veces al dia por las olas, y cayo producto, por tanto, no ha sido jamds aumentando por Ja industria humana. Sin embargo, el propietario de los tertenos en donde crece este tipo de plantas exige tina eata, igual que si fuesen tietras cultivables. En les pro- ximidades de la isla de Shetland es el mar extraordinaria- mente rico. Una gran parte de sus habitantes vive (II) de Ia pesca. Pero para extract un beneficio de los productos del mar hay que tener una vivienda en la tierra vecina La renta de la tierra esté en proporcién no de lo que el arrendatario puede hacer con la tierra, sino de lo que puede hacer juntamente con la tierra y el mar» (Smith, tomo I, pgs. 301-302), «La renta de la tierra puede considerarse como produc: to de la fuerza natural cuyo aprovechamiento atrienda cl Propictatio al arrendatario. Este producto es mayor o Menor segtin sca mayor o menor el volumen de esta fuerza, 0 en otros términos, segin el yolumen de la fertilidad natural o artificial de Ia tierra. Es Ia obra de la naturaleza Ia que resta después de haber deducido o compensado todo cuanto puede considerarse como obra del hombre» (Smith, t, II, pags, 377-378). «En consecuencia, la renta de la tierra, considerada como un precio que se paga por su uso, es naturalmente un precio de monopolio. No guarda proporcién con las mejoras que el propictario pudiera haber hecho en ella o con aquello que ha de tomar para no perder, sino mis bicn con Jo que el arrendatario puede, de alguna forma, dar sin perder» (Smith, t. I, pig. 302) #De las tres clases productivas la de los terratenientes es la tinica a Ia que su renta no cuesta trabajo ni desve- los, sino que Ia petcibe de una manera por ast decir Primer Manuserito 9 esponténea, independientemente de cualquier plan o pro- yecto al respecto» (Smith, t. II, pag. 161). Se nos ha dicho ya que Ja cuantia de ia renta de la tierra depende de la fertilided proporcional del suelo, Otro factor de su determinacién es la situacién. «La renta varfa de acuerdo con la fertilidad de la tierra, cualquicta que sea su producto, y de acuerdo con la localizacién, sea cualquiera la fertilidad> (Smith, t, I, pagina 306) «Cuando las tiertas, minas y pesquerias son de igual fertilidad, su producto ser propozcional al montante de los capitales en ellas empleados y a la forma (TIT) mis menos habilidosa de este empleo. Cuando los capitales son iguales ¢ igualmente bien aplicados, el producto e proporcionado a la fecundidad natural de las tierras y pesquerfas» (t. II, pég. 210), Estas frases de Smith son importantes porque, dados iguales costos de produccién e igual volumen, reducen Jac rentas de Ia tierra a le mayor © menor fertilidad de la misma. Luego prueban claramente la equivocacion de los conceptos en Ia Econom{a Politica, que transforma la fertilidad de la tierra en una propiedad del terrateniente. Pero observemos ahora la renta de la tierra, tal como se configura en el tréfico real. La renta de la tierra es establecida mediante la lucha entre arrendatario y terrateniente, En la Economia Poli. tica constantemente nos encontramos como fundamento de Ia organizacién social la hostil oposicién de intereses; la lucha, la guerra. Veamos ahora cémo se sittan, el uno respecto al otro, terrateniente y arrendatario, «Al estipularse las cléusulas del atrendamiento, el pro: pietario trata de no dejar al colono sino aquello que ¢s hecesario para mantener el capital que proporciona la simientc, paga el trabajo, compra y mantiene el ganado, conjuntamente con los otzos instrumentos de labor, y ademés, los beneficios ordinarics del capital destinado ala Jabranza en la regién. Manifiestamente esto es lo menos con que puede contentarse un colono para no perder; el propietario, por su parte, raras veces piensa 2 Karl Marx en entregarle algo mis. Todo lo que resta del producto, © de su precio, por encima de esa potcién, cualquiera que sea su naturaleza, procuta reservarselo el propietario como renta de su tierra, y es evidentemente la renta més elevada que el colono se halla en condiciones de pagar, habida cuenta de las condiciones de la tierra (IV). Ese remanente cs lo que ‘se puede considerar siempre como reata natural de Ia tierra, o la renta a que naturalmente se suelen atrendar la mayor parte de las tierras» (Smith, tomo I, pags. 299-300). ‘Los terratenientes —dice Say— ejercen una especie de monopolio frente a los colonos. La demanda de si mercancia, la tierra y el suelo, puede extenderse incesan- temente; pero la cantidad de su mercancfa sdlo se ex tiende hasta un cierto punto... El trato que se concluye entre terratenientes y colonos es siempre lo més venta- joso posible para los primeros... ademés de la ventaja que saca de Ja naturaleza de las cosas, consigue otra de su posicién, su mayor patrimonio, crédito, consideracién; ya sélo el primero lo capacita pata set el vinico en bene- ficiarse de las circunstancias de la tierra y el suelo. La apertura de un canal, de un camino, el progreso de la poblacién y del bienestar de un distrito, elevan siempre el precio de los crreadainientos, Bs cleto que el colono. mismo puede mejorar el terreno a sus expensas, pero él sdlo se aprovecha de este capital durante le duracién de su arrendamiento, a caya conclusién pasa al propietario; a partir de ese momento es éste quien obtiene los inte- reses, sin haber hecho los adelantos, pues la renta se eleva entonces proporcionalmente> (Say, t. II, pégi- nas 142-143). «La renta, considetada como el precio que se paga por el uso de la tierra, es, naturalmente, cl precio més elevado que el colono sc halla en condiciones de pagar en las circunstancias en que la tierra se encuentra» (Smith, t. I, pag. 299). «La renta de un predio situado en la superficie monta generalmente a un texcio del producto total, y es, por lo comtin, una rente fija e independiente de las variacio- Primer Manusctito a nes (V) accidentales de Ia cosecha» (Smith, t. 1, pag. 351). ‘«Rara vez es menor esta renta a Ia cuarta parte del pro- ducto total» (ibid., t. I, pag. 378). No por. todas las mercancias puede pagarse renta. Por ejemplo, en ciertas regiones no se paga por las piedras renta alguna. «En términos generales, tinicamente se pueden llevar al mercado aqnellas partes del producto de la tierra cuyo precio corriente alcanza para reponer el capital necesa- rio para el transporte de los bienes, juntamente con sus beneficios ordinarios. Si el precio corriente sobrepasa ese nivel, el excedente irf a parar naturalmente a la tie- rra, Si no ocurre asf, aun cuando el producto pueda ser Ilevado al mercado, no rendiré una senta al propictario. Depende de Ja demanda que el precio alcance 0 no» (Smith, t. I, pags. 302-303). «La renta entra, pues, en la composicién del precio de las mercancias de una manera totalmente diferente a la de los salarios o los beneficios. Los salarios 0 bene- ficios altos 0 bajos son la causa de los precios elevados © médicos; renta alta o baja cs la consecuencia del precio» (Smith, t. I, pag. 303). Entre los productos que siempre proporcionan una ren- ta estén los alimentos. «Como el hombre, a semejanza de todas las demis especies animales, se multiplica en proporciéa a los me- dios de subsistencia, siempre existe demanda, mayor 0 menor, de productos alimenticios. En toda circunstancia os alimentos pueden comprar o disponer de una canti- dad mayor o menor de trabajo (V1) y nunca faltarin personas dispuestas a hacer lo necesario para conseguir- Jos. La cantidad de trabajo que se puede comprar con los alimentos no es siempre igval a la cantidad de traba- jadotes que con ellos podrian subsistir si se distribuyesen de la maneta mds econémica; esta desigualdad deriva de Jos salarios clevados que a veces es preciso pagar a los trabajadores. En todo caso, pueden siempre comprar tanta cantidad de trabajo como puedan sostener, segtin Ia tasa que cominmente perciba esta especie de trabajo en Ia 92. Karl Marx comarca. La tierra, en casi todas las circunstancias, pro- duce una mayor cantidad de alimentos de la necesaria Para mantenet el trabajo que se requiere para poner di- chos alimentos” en el mercado. El sobrante es siempre més de lo que setfa necesario para reponer el capital que emplea este trabajo, ademés de sus beneficios. De tal suerte, queda siempre algo en concepto dé renta para el propictario» (Smith, t. I, pfgs. 305-306). «No sola- mente es el alimento el origen primero de la renta, sino que si otra porci6n del producto de la tierra’ viniera, en Jo sucesivo, a producir una renta, este incremento de valor de Ja renta derivaria del acrecentamiento de capa- cidad para producir alimentos que ha alcanzado el trabajo mediante el cultivo y las mejoras hechas en las tictras» (Smith, t. I, pag. 345). «El alimento de los hombres alcanza siempre para el pago de la renta» (t, I, pag. 337) «Los paises se pueblan no de una manera proporcional al mimero de habitantes que pueden vestir y alojar con sus producciones, sino en proporcién al mimern de Ios que puedan alimentary (Smith, t. I, pig. 342). «Después del alimento, las dos (sic) mayores necesi- dades del hombre son el vestido, la vivienda y la calefac- cién, Producen casi siempre una renta, pero no necesa- riamente» (ibid., t. I, pag. 338). | (VII) Veamos ahora cémo explota el terrateniente to- das las ventajas de la sociedad. < 1) La renta se incrementa con 1a poblacién (Smith, tomo I, 335), 2) Hemos escuchado ya de Say cémo se eleva Ja renta con los ferrocarriles, etc., con la mejora, seguridad y mul. tiplicacién de las comunicaciones. 3) Toda mejorfa en el estado de la sociedad tiende, de una manera directa e indirecta, a elevar la renta de Ja tierra, a incrementar la riqueza real del propietario o, Jo que es lo mismo, su capacidad para comprar el trabajo de otra persona 0 el producto de su esfuerzo,,. La exten- sién del cultivo y las mejoras ejecutadas contribuyen ¢se aumento de una maneta directa, puesto que la parti- cipacién del terrateniente en el prodacto aumenta nece. Primer Manuscrito 93 sariamente cuando éste crece... El alza en el precio real de aquellas especies de productos primarios, por ejemplo el alza en el precio del ganado, ende tenikien diene mente a aumentar Ta renta de la tierta y en una propor. cién todavia més alta. Con el valor teal del producto no sélo aumenta necesariamente el valor real de la parte correspondiente al propietario, es decir, el poder real que esta parte le confiere sobre el trabajo ajeno, sino que con dicho valor aumenta también la proporcién de esta parte cen relacién al producto total, Este producto, despues de haber aumentado su precio real, no requiere para su ob. tencién mayor trabsjo que antes, Y tampoco ser nece. sario un mayor trabajo para reponer el capital empleado en ese trabajo conjuntamente con los beneficios ardina. tios del mismo. Por consiguiente, en relacién al producto total ha de ser ahora mucho mayor que antes la propor. cién que le corresponderd al duefio de la tierra (Smith, tomo II, pags. 157-159). | 2X) La mayor demanda de materias prisms y, con clla, el alza del valor, puede proceder parcialmente del ineremento de Ia poblacién y del incremento de cus ne- | cesidades. Pero cada nuevo incremento, cada nueva apli- cacién que Ia manufactura hace de la materia prima hasta entonces poco © nada utilizada, aumenta la rents. Asi, pot ejemplo, la renta de las minas de carhén se ha ele, | vado enormemente con los ferrocarriles, buques de vapor, | etcétera, Ademds de esta ventaja que el tertateniente extrac de Ja manufactura, de los descubrimientos, del trabajo, va. mos a ver en seguida otra. 4) «Todos cuantos adelantos se registran en la fuerza productiva del trabajo, que tienden directamente a recu- cir el precio real de la manufactura, tienden a elevar de | modo indirecto Ja renta real de la tierra. El propietario cambia la parte del producto primario que sobtepasa st. propio consumo —o, lo que es lo mismo, el precio co- trespondiente a esa parte— por el producto ya manu. facturado; pero todo lo que reduzca el precio real de éste eleva el de aquél, Una cantidad igual del primero 94 Karl Marx Megaré a convertitse en una mayor proporcién del vlti- mo, y el sefior de la tierra se encontrar en condiciones de comprar una mayor cantidad de las cosas que desea y que contribuyen a su mayor comodidad, ornato 0 Iujo» (Smith, t. 1, pag. 159). En este momento, a partir del hecho de que el terra- teniente explota todas las ventajes de la sociedad (X), Smith concluye (t. I, pég. 161) que el interés del terra- teniente es siempre idéntico al interés de Ia sociedad, lo cual es una estupidez, En la Economia Politica, bajo el dominio de la propicdad privada, el interés que cada tno tiene en Ia sociedad esté justamente en proporcién inversa del interés que la sociedad tiene en ¢l, del mismo modo que el interés del usurero cn el derrockador no ¢s, en modo alguno, idéntico al interés del derrochador. ‘Gitemos slo de pasada la codicia monopolista del te trateniente frente a la tierra de paises extranjeros, de donde proceden, por ejemplo, las Leyes sobre el trigo ®. Pasamos por alto aqui, igualmente, la servidumbre medie- val, la esclavitud en las colonias, la misetia de campe- sinos y jornaleros en la Gran Bretafia. Atengémonos a Jos prontnciamientos de la Economia Politica misma. 1) Que el terrateniente esté interesado en el bien de Ja sociedad quiere decir, segtin los fundamentos de la Economia Politica, que esté interesado en su creciente poblacién y produccién artificial, cn cl aumento de sus rnecesidades, en una palabra, en el crecimiento de Ia ri- ‘queza; y seguin las consideraciones que hasta ahora hemos echo, este crecimiento es idéntico con el crecimiento de la miseria y de la esclavitud, La relacién creciente de Jos alquileres con la miseria es un ejemplo del interés del tcttatenieate en la sociedad, pues con el alquiler gumenta la renta de la tierra, el interés del suclo sobre el que la casa se levanta, 2) Seguin los economictas mismos, el interés del terra- teniente es el término opuesto hostil al del artendatario, es decir, al de una parte importante de la socie (XT), 3) Puesto que el terrateniente puede exigir del arrendatario una renta tanto mayor cuanto menos sala- Primer Manuscrito a6. tios ste pague, y como el coloro rebaja tanto més el . lario cuanto més renta exige el propietario, el interés lel tetrateniente es tan hostil al de los mozos de labran- za como el del patrono manufacturero al de sus obreros. Empuyja el salario hacia un minimo, en la misma forma que aquél. 4) Puesto que la baja real en el precio de los produc- tos manufacturados eleva las featag af ect ee ne un interés directo en la reduccién del salario de los obretos manufactureros, en la competencia entre Jos. ca- pitalistas, ea Ia superproduccién, en la miseria total de Te manstacra, ) Si, por tanto, el interés del terrateniente, lejo ser idéntico al interés de la sociedad, esté ca ete hostil con el interés de los mozos de labranza, de los obreros manufactuteros y de los capitalistas, ni siquiere el interés de un terrateniente en particular es idéntico al de otro a causa de Ia competencia, que consideraremos ahora. __ Ya, en general, 1a gran propiedad guarda con Ia peque- fa Ja misma relacién que cl gran capital con el pequeti. Se dan, sin embargo, circunstancias especiales que aca rrean necesariamente Ia acumulacién de la gran propie- dad territorial y la absorcién por ella de la pequefia. (XII) En ningin sitio disminuye tanto con la magni- tud de los fondos el mimero relativo de obreros ¢ ins- tromentos como en Ia propiedad territorial. Igualmente, en ningdn sitio aumenia tanto como en Ja propiedad territorial, con la magnitud de los fondos, la posibilidad de explotacién total, de ahorro en los costos de produc- cién y de adecuada division del trabajo. Por pequefia que un. campo de labranza sea, Ios aperos que hace necesa- tos, tales como arado, hoz, etc., alcanzan un cierto Iimi- te més all4 del cual no pueden aminorarse, en tanto que Ie pequefiez de la propiedad puede ir mucho més ellé de estos Ifmites. 2) El gran latifundio acumula a su favor los réditos que el capital del arrendatario ha empleado en Ia_me- jora del suelo, La pequefia propiedad territorial ha de 96 Karl Marx emplear su propio capital. Se le escapa, pues, toda esta ganancia. 3) En tanto que toda mejora social aprovecha al gran latifundio, perjudica a la pequefia propiedad territorial, al hacer necesaria para ella cada vez mayor cantidad de dinero contante. 4) Hay que tener en cuenta todavia dos leyes impor- tantes de esta competencia: a) la renta de las tietras cul- tivadas para la produccién de alimentos humanos regula la renta de Ia mayor parte de las otras tierras dedica das al cultivo (Smith, t. 1, pég, 331). Alimentos tales como el ganado, etc., s6lo puede pro- ducitlos, en ltimo témino, el gran latifundio. Este re- gula, pues, la renta de las demés tierras y puede redu- citlas.a un mfnimo. EI pequefio propietario territorial que trabaja por sf mismo se encuentra, respecto del gran terrateniente, en Ja misma relacién que un artesano que posee un instru- mento propio respecto del fabricante, La. pequefia pro- iedad territorial se ha convertido en simple instrumento de trabajo (XVI). La renta de Ia tierra desaparece para el pequefio terrateniente; sélo le queda, a lo sumo, el interés de su capital y su salario, pues la renta de Ia tierra puede ser Ilevada por la competencia hasta no ser més que cl interés del capital no invertido por el pro- pictario mismo, 6) Sabemos ya, por lo demés, que a igual fertilidad y a explotacién igualmente adecuada de los campos, mi- nas y pesquerfas, el producto esté en proporcin de la magnitud de los capitales. Por consiguieate, triunfo del gran latifundista. Del mismo modo, a igualdad de capi, tales, en proporcién a la fertilidad. Por consiguiente, « capitals iguales, triunfo del propietario del terreno més féctil, 7) «Puede decitse que una mina de cualquie: especie es estéril o rica semin la cantidad de mineral que se pueda extracr de ella con una cierta cantidad de trabajo sea mayor 0 menor que la que se podtfa extract, con la misma cantidad de trabajo, de la mayor parte de las Primer Manusesito 7 Ottas minas de igual clase» (Smith, t. I, 345 gE precio de Ia mina més rica ‘regula Ree seerny pee nett las otras de los altecledores, Tanto ol ere ate, Come cl empresatio consideran, el ano, que Puede obtener una renta mayor, y el ofr’ cn beneficio mis alto, vendiendo a un precio un poro inferior al icios. Algunas minas se abandonan por Otras, al no suministrar renta, tinicamente coe plotadas Por el propietario (Smith, t, I, Pag. 350). «Las tminas de plata de Europa se abandonaron on ume Parte lespués que fueron descubiertas les del ‘Peat Esto mismo sucedié a las minas de Cuba y Santo Do. tningo, y aun a las més antiguas del Peri, desde el des. cubrimiento de las del Potosi» (t. T, pag. 353), Exacta mente To mismo que Suith dice aqui’et Cilide " © menor medida, de la ic sompraria fincas y Ke Su precio corricnte> (t. [1, pigs. 367.368), Telacién de Ie senta de Ia tierra Gon el interes deb tise se desprende que las rentas han de descendet cada so this: de forma que, por ultimo, sélo los mas ticos poe, dan vivir de elles.’ Por consiguiente, competensie Cu TEL aor entre los terratenicntes que no arrienden tas det seas lita de una parte de ellos reiterada acummulacisn (XVII) Esta competencia tiene, cuencia que wna gran parte de Ia ee en manos de los capitalistas ‘y esto restaurarfa igualmente con rapi. ademis, “como conse- propiedad territorial étos se convierten Kart Marx, 4 98 Karl Mavs asi, al mismo tiempo, en terratenientes, del mismo shodo que Jos pequefios teratcnientes no son ya mis que capi- talistas. Igualmente una parte del gran Iatifundio se con- vierte en propiedad industrial La consecuencia wiltima es, pues, la disolucién de la diferencia entre capitalista y terrateniente, de manera tal que, en conjunto, no hay en lo sucesive mis que dos clases de poblacién, la clase obrera y la clase capitalista, Este comercializacién de la propiedad territorial, 1a trans: formacién de la propiedad de Ja tierra en una mercancia, es el derrocamiento definitive de 1a vieja aristocracia y Ja definitiva instauracién de Ja aristocracia del dinero. 1) No compartimos las sentimentales légrimas que los soménticos vierten por esto. Estos confunden siempre Ja abominacién que la comercializacién de la tierra im- plica, con la consccuencia, totalmente racional, necesaria dentro del sistema de la propiedad privada y deseable, que va contenida en la contercializacion de la propicdad privada de [a tierra. En primer lugar, la propiedad de la tierra de tipo feudal cs ya, esencialmente, la tierra comercializada, Ta tierra exteaiiada para el hombre y que por eso se Je enfrenta bajo Ia figura de unos pocos gran- des. sefiores Ya en la propiedad territorial feudal csté implicita la dominacién de la tierra como un poder extrafio sobre Jos hombres. El siervo de Ja gleba es un accidente de la tierra. Igualmente, a la tierra pertenece el mayora7go, al hijo primogénito. La tierra lo hereda. En general, la dominacién de la propiedad privada comienza con la pto- picdad territorial, éta es su: base. Pero en la propiedad tertitorial del feudalismo el sefior aparece, al menos, como rey del dominio territorial. Igualmente existe avin la apa- riencia de una relacién entre el poseedor y la tierra més {ntima que la de la pura riqueza material. La finca se individualiza con su sefior, tiene su rango, ¢s, con. él, aronia o condado, tiene sus privilegios, su jurisdice sus relaciones polfticas, etc. Aparece como cuerpo ino1 ginico de su sefior. De aqui el aforismo: Nulle terre Primer Manuscrito 99 sans maitre (*) en el que se expresa la conexi fi 2 te) sal ae pe cme a nacién de la propiedad territorial no aparece famediata, mente como dominacién del capital puro. La relacién que sas sibditos estén con ella es més Ja relacién con Ja propia pattis. Es un estrecho modo de nacionalidad, qa AVED) Ast también, Ia propiedad terstoril feudal le nombre a su sefior como un teino a su rey. Su histo- a familiar, Ia historia de su casa, et, todo esto indi. ys lualiza para él la propiedad territorial y la convierte formalmente en au casa, en tna persona. De igual modo, los eultivadores de le propiedad territorial no estén con ella en relacién de jorsaleros, sino que, o bien son ellos mismos su propiedad, como ‘los siervos de la gleba, 0 jen estén con ella en una relacién de respeto, someti- miento y deber. La posicién del sefior para ‘con ellos es inmediatamente politica y tiene igualmente una faccta afectiva, Costumbres, caracter, etc, varfan de una finca go ce coreise eae ae ee tet, su individvalidad, lo que lo sdacose cen Le Ge Por ‘iltimo, el sefior no busca extraer de su propiedad ‘mayor beneficio posible. Por el contratio, consume Io ave all bay y abandona tranguilamente el cuidado de ehaoe rsh ie ser a Esta es la condicién i territ ji su oe Shs eoudanien gloria, se esi a oits Es necesario que sea superada esta apatienci propiedad territorial nalz de la one ie at totalmente arrebatada al movimiento de ésta y convertida en mercancfa, que la dominacién del propictario, despro- vista de tod0 matiz politico, aparezca como dominacién pura de In propiedad privada, cel capital, desprovisia de todo tinte polftico; que la relacién entre propictario y obrero sea rechcida a la relacién econémica de explotador y explotado, que cese toda relacién personal det j propie- tario con su propiedad y la misma se reduzca a la rique- () No hay tierra sin sefior, 100 Karl Mane za simplemente material, de cosas; que en lugar del matrimonio de honor con la tierra se celebre con ella el matrimonio de conveniencia, y que la tierra, como el hom- bre, descienda a valor de trifico. Es necesario que aque- lo que es la rafz de la propiedad territorial, el sucio cgoismo, aparezca también en ou cinica figura. Es nece- satio que el monopolio reposado se cambie en el monopo- lio movido e intranguilo, en competencia; que se cambie 1 inactivo disfrute del sudor y de la sangre ajenos en cl ajetrcado comercio de ellos. Es necesario, por siltimo, que en esta competencia Ia propiedad de la tierra, bajo Ja figura del capital, muestre sa dominacién tanto so- bre la dase obrera come sobre los propictarios mismos, cn cuanto que las leyes del movimiento del capital los arruinan o los elevan. Con esto, en lugar del aforismo medieval nulle terre sans seigneur aparece otro refcén: Vargent n'a pas de Mattre (*), en el que se exptesa la dominacién total de la materia muerta sobre los hombres. La divisién de la propiedad territorial niega el gran monopolio de la propiedad territorial, lo supera, pero sGlo por cuanto generalize este monopolio, No supera el fundamento del monopolio, Ia propiedad privada. Ataca Ja existencia del monopolio, pero no su esencia. La con- secuencia de ello es que cae victima de las leyes de la propiedad privada, La divisién de la propiedad territorial corresponde, en efecto, al movimiento de la competencia en el dominio industrial. Aparte de Ins desventajas eco- némicas de esta divisidn de aperos y de este aislamiento del trabajo de unos y otros (que hay que distinguir evi- dentemente de Ia divisién del trabajo: el trabajo no esta dividido entre muchos, sino que cada uno Meva a cabo para sf el mismo trabajo; es una maltiplicacién del mis- mo trabajo), esta divisién, como aquella competencia, se cambia necesariamente de nuevo en acumulacién. ‘Alls, pues, en donde tiene lugar 1a divisién de Ia pro- piedad territorial, no queda otra salida sino retornar al monopolio de forma atin més odiosa, o neget, superar, (2) El dinero no tiene sefior. Primer Manusctito 101 la divisign de Ja misma proj it piedad territorial. Pero esto fo el retorno a la propiedad feudal, sino la taseteciae de Je propiedad privada de la tierra y ef suelo en gene. ral. La primera superacién del monopolio es siempre su generalizacién, Ia ampliacién de su existencia, La supe, Facidn del monopolio que ba alcanzado su existencia més {mplia y comprersiva posible es su aniquilacién plena, Ta asociaciéa aplicada a Ia tierra y el suelo participa de las ventajas del Iatifundio desde el punto de vicea cconémico y realiza, por primera vez, la tendencia origi- natia de la division, es decir, la igualdad, al ticmpo qe establece Ja relacién afectiva del hombie con In tierta‘de te manera racional y no medida por la servidumbre le la gleba, la dominacién y una estiipida mfstica de la propiedad, al dejar de ser Ia tierra un objeto de twélico eo de nuevo, mediante el trabajo libre y el Hits, gore, en ns verdadra y ersonal propiedad det bs entaja de la divisién es que gue no puede ya resolverse a caer en Ie-sees Re pace eee Ia propiedad de urnera distinta que Ia de la Pot lo que toca al gran latifundio, sus defensore: identifcado de manera sofistia las vontane regres gue a agricultura en gran escala ofrece con el gran lati. findio, como si no fuese sélo mediante la superacién de la propiedad como estas ventajas alcansan justamen, te (XX) su mayor extensién posible, de una parte, y su utilidad social, de la otra. Han atacado, igualmente, el cspltita mercantil de la pequefia propiedad territorial, como si el gran latifundio en su forma feudal no conta, yon a el trifico de modo latente. Por no decir nada $e Ja, forma inglesa moderna, en le que van ligados el feudalismo del propietario de Ia tierra y el tréfico y | oe del arrendatario, eo si como el gran Jatifundio puede devolver ° che de monopolio que Ia divisién de Ia raeeeee torial le hace, pues también Ia divisién se basa en el frovopolio de Te propiedad privada, asi también puede la division de la propiedad territorial devolver al latifun. 102 Kael Mare dio el reproche de Ja divisién, pues también en el lati- fundio rcina Ia divisién, sélo que en forma rigida y anquilosada. En general, la propiedad privada se apoya siempre sobre la divisién. Por lo demés, asi como la divisién de la propiedad tertitorial reconduce al latifundio como riquezacapitel, asf también Ja propiedad territorial feudal tiene que marchar necesariamente hacia la divi- sién, o al menos caer en manos de los capitalistas, haga lo que haga. Pues el latifundio, como sucede en Inglaterra, echa a Ja inmensa mayoria de la poblacién en brazos de la in- dustria y reduce a sus propios obreros a una miscria total. Engendra y aumenta, pues, el poder de su enemi- g0, del capital, de Ia industria, al arrojar al otto lado Brazos y toda una actividad del pafs. Hace a la mayorfa del pats industrial, ‘esto es, adversaria del latifundio. Asi que la industria ha alcanzado un gran poder, como abora Gh Inglaterra, arranca poco a poco al latifundio su mo- hopolio frente al extranjero y Io arroja a la competencia con la propiedad territorlal extranjera. Dojo cl dominio Ge la industria, el latifundio sdlo podria asegurar su mag- hited feudal mediante el monopolio frente al extranjero, para protegerse de las leyes generales del comercio, que contradicen su esencia feudal. Una vez arrojado a la com petencia, sigue sus leyes como cualquier otra mercancia ‘ella atrojada. Va fluctuando, cteciendo y disminuyen- do, volando de unas manos a otras y ninguna ley puede fmantenerlo ya en unas pocas manos predestinadas. (XX) La consecueneia inmediata es el fraccionamien- to en muchas manos, en todo caso caida en el poder de os capitalistas industriales. ‘Finalmente, el latifundio que de esta forma ha sido mantenido por la factza y ha engendrado junto a si una temible industria, conduce a la crisis atin mas répidamen- te que la divisién de la propiedad territorial, junto a la cual el poder de Ia industria esté siempre en segundo rango. ‘El latifundio, como vemos en Inglaterra, ha perdido ya su cardcter feudal y tomado carécter industrial cuando Primer Manuscrito 103 quiere hacer tanto dinero como sea posible. Da al pro- pictario la mayor renta posible, al attendatario el bene- ficio del capital més clevado que sea posible. Los traba- jadores del campo estén asi ya reducidos al minimo y la clase de los arrendatarios representa ya dentro de Ia Propiedad territorial el poder de Ta industria y del capi . Mediante la competencia con el extranjero, la mayor parte de la renta de Ia tierra deja de poder constituir un ingreso independiente. Una gran parte de los propic- tarios debe ocupar el puesto de los arrendatarios, que le este modo se hunden parcielmente en el proletariado Por otra parte, muchos arrendatarios se apoderan de la propiedad territorial, pues los grandes propietarios, mez. ced a sus cémodos ingresos, se han dedicado en si ma- yorfa a Ia disipacién y son, en la mayor parte de los casos, también incapaces para dirigir la agricultura en gran escala; no poscen ni capital ni capacidad para ex. plotar Ia tierra y el suelo. Asf, pues, una parte de éstos se atruina completamente. Finalmente, el salario redu- fs al minimo debe = atin més reducido para resistir la nueva competencia. Est i ey mmpetenisia, Esto conduce entonces necesara- a propiedad territorial tenfa que desarrollarse en ca vin de Cuasedor formu para ee oc ge necesaria decadencia, del mismo modo que la industria tenfa que arruinarse en Ta forme del monopolio y en la forma de la competencia para aprender a creer en el EL trabajo enajenado (XXII) Hemos partido de los presupuesto: E nomia Polftica. Hemos aceptado su ees leyes. Damos por supuestas le propiedad privada, la se- paracién del trabajo, capital y tierra, y la de salario, beneficio del capital y renta de {a tietra; admitamos la divisién del trabajo, a competencia, el concepto de valor de cambio, etc. Con Ia misma Economia Polftica, con sus mismas palabras, hemos demostrado que el trabaja- ie Karl Marx dor queda rebajado a mercancfa, a la més miserable de todas las mercancias; que la misesia del obrero esté en razén inversa de la potencia y magnitud de su produc cién; que el resultado necesatio de la competencia es In acumulacién del capital en pocas manos, es decir, la més terrible reconstitucién de los monopolios; que, por tlt mo, desaparece Ia diferencia entre capitalistas y terrate- nientes, entre campesino y obrero fabril, y Ia sociedad toda ha de quedar dividida en las dos clases de propiera- rios y obreros desposeidos. La Economia Politica parte del hecho de Ja propiedad privada, pero no lo explic, Capta el proceso material de la propiedad privada, que ésta recorre en la realidad, con fSrmulas abstractas y generales a las que luego pres ta valor de Jey. No congprende estas leyes, es decir, no prucba cémo proceden de la esencia de la propiedad pri- vada. La Economfa Politica no nos proporciona ninguna explicacién sobre ef fundamento de la divisién de tra- bajo y capital, de capital y tierra, Cuando determina, por ejemplo, le relacién entze beneficio del capital y salario, acepta como fundamento dltimo el interés del capitalista, en otras palabras, parte de aquello que deberia explicar. Otro tanto ccurre con la competencia, explicada siem- pre por circunstancias externas. En qué medida estas circunstancias externas y aparentemente casuales son s6lo expresin de un desarrollo necesario, es algo sobre lo gue la Economia Politica nada nos dice, Hemos visto Smo para ella hasta el intercambio mismo aparece como un hecho ocasional. Las tinicas ruedas ® que la Econo- mfa Polftica pone en movimiento son la codicia y la guerra eritre los codiciosos, la competencia, Jastamente porque la Economia Politica no compren- de la coherencia del movimiento pudo, por ejemplo, opo- ner Ia teorfa de Ta competencia a la'del monopolio, Ia de la libre empresa a la de la corporacién, la de la divi sién de la tierra a la del gran latifundio, pues compe- tencia, libertad de empresa y divisién de la tierra fueron comprendidas y estudiadas slo como consecuencias ca- suales, deliberadas e impuestas por le fuerza del monopo Primer Manuserito 105 lio, la corporacién i ; y la propiedad feudal, y no o resultados necesatios, inevitables y naturales,” luestra tarea es ahora, por tanto, Ia de compre, la ci ght eseacial entre la propiedad iatvala, oa cabin eeatacién de trabajo, capital y tierra, lade inter, cambio y competencia, valor y desvalorizacién del hom- nelario, No nos coloquemos, como i nos, como el economista cuando quie- Tuer M80, en una imaginaria situacién primites inala {iuacisn primitiva no explica nada, simplemente tra, ada Ia cuestidn a.una Iejanta nebulosa y grisécen. Stance como hecho, como acontecimiento, lo que deberla dete Ge, Cit 8 Ia Eelacién necesaria’ entre dos cosas: ser ciemple, entte divisién del trabajo e intercambie, Ret es también como la teologia explien el origen del sea Por el pecado orginal: dando por sipmeste come heats mi : gue debe explicar. : oe Partimos de un hecho ccondémico, actual, obrero es més pobre cuanta més riqueza produce, eae mercancfas; se produce también a sf mismo an Gee Como mercancta, y justamente en la proporciéy om Re produce mercances en general. nee Este hecho, por lo demés, no expreda. si : objeto que el trabajo produce, su iy = sae 4 como Un ser extra, como un poder independions ee pega, Ht Breda de tsabajo es el trabajo que a objeto, que se ha ducto es Ia objetivacién ‘del trabajo eae trabajo es su objetivacién. Esta realizacién del trabaje aparece en el estadio de la Economia Politica conn fe realizacién del trabajador, Ia objetivacién como ‘perdida 106 Kail Marx del objeto y servidumbre a él, 1a aptopiaeién como extra: fiamiento, como cnajenacién. Maem’ Gl punto. aparece la. realizacign del. tsabsio como desrealizacién del teabajador, que éste_cs desreali- coe asta llegar a la muerte por inanicién, La objetiva- Ugo. aparece hasta tal punto como pérdida del objeto gue el trabajador se ve privado de los objetos més nece- seus no sélo para Ia vida, sino incluso para el. trabajo. $a mois, el trabajo mismo se convierte en un objeto del gue el ‘trabajador sdlo puede apoderarse con el mayor qe azo y las més extraordinarias interrupciones, La eropiaciGn del objeto aparece en tal medida como extra apropitto, que cuantos mfs objetos produce el trabsjador, fiamiente chs aleanza a poseet y tanto més sujeto queda tae dominacién de sv producto, es decir, del capital. Modes estas consecuencias estén determinadas por el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto sect srabajo como un objeto extrafio. Partiendo de este supuestu, cs cviderite que cuanto més se vuelea el traba- jador en eu trabajo, tanto més poderoso es ‘mundo seafo, objetivo que crea frente a si y tanto més pobres extrafio, emo y su mundo interior, fanto menos defo $2 f mismo es, Lo mismo sucede en Ja zeligién. Cuante més pone el hombre en Dios, tanto menos garda en st mnie Pen’ EL trabajador pone su vide en el objeto pero a partir de entonces ya no le pertenece a dl, sino al ol jeto. Cuanto mayor es Ja actividad, tanto mds catece de Shjetos el trabajador. Lo gue puede crear nada si sin el mundo exterior sensible. Esta Soe gue su tabajo se reaiza, en la que obca i cue? Ie gue produce, eee ero asi como Ia naturaleza : a -naturaleza oftece al trabaj de vida, en el sentido de que a elie cee sin objigs sobre Jos cue dercere, ade oto ad, the =) la subsistencia del vabeiedor alt af Bee! ‘ jador mist. og En Sgnseciencis, cuanto més se propia el trebjedor dl mundo exterior, a nataraleza sensible, por medio de su trabajo, tanto tnds ce priva de vfveres en cate dob Sentido; en primer Ingar, porque el mundo extetiot pes sible cesa de ser en crecente medida, un objeto pate ser eae medio de vida de su abso; ), porque este mis ja de ens r ‘mismo mundo de} Sookie Ske ad repens ae ee , medios para Ja subsisiencia ffsica del EI ttabajador se convie i lor se coavierte en siervo de su obje on dle sent: primerimente porque recbe ie objeto de trabajo, es dest, porque recibe trabalo; en Nagar pore reibe madi de seine Wego primer térming porque puede exisit come ieebajider, gp, seeuido (érmino porque puede existir como sujeto Hsice. El colo de esta servicumbse es que ya sél a cuanto tabaidor puede mantener come sie!0 fees gue alo como suet fico es yn trabajar as cenajenacién del trabajador et i at smi abajador en su objeto se expre- s segin las Ieyes econdmiens, de Ia siguinte fon cuanto més procice el trabsjador, tanto menos he de consumit; cuanto mds valores crea, tanto, mis sin walas, tanto més indigno es 1; ‘cuanto mis elaborado su pro- dosto, tanto mis deforme el tabujdor; cuanto més ullizado sa, objet, tanto més itbaro el tabsjador; es ¢spisitualimente se hace el trabajo, tanto se zado i re mis dese y ligado a In naturaleza queda el La Economia Politice oculta la enajenccién esenciat del trabajo porque no considera la elec ioa fneeniaes en: tre el trabajador (el trabajo) y la produccién. eee Ciertamente el trabajo produce sea ay luce privaciones para el a Space eno, cre. Pode belleza, pero deformidades para el trabajador. o ae el trabajo por méquinas, pero arroja una parte oe trabajadores a un trabajo, bisbaro, y convierte en méqui nas a la otra parte. ae eee pero otigina i tinismo ira el tral la relacién del trabajador y el objeto de su Ines is La relacién del acaudalado con el objeto de la pro ince ie y con la produccién misma es sélo una ee esta primera relacién y la confirma. Consideraremos Gee en eee ee ats Sat es ie ean cscnclal del trabajo, pregantamos por la selacién entre enajenacién del trabajador, sélo en un see oes tamente en su relacidn con el areata: le stu tebe Peto el extrafiamiento no se muestra sdlo ae : tado, sino en el acto de la precuesrers Men plied : dl iva misma. ¢Cémo podria el trabajador cntrans fon el prlics de ctl con con algo extrefio si en el acto mismo de la pro ae oe se hiciese ya ajeno a si mismo? El Boas Ee Re gue el resumen de la actividad, de la produccién, Por tanto, si el producto del trabajo es la enajena eu produceién misma ha de ser la engi eae ie jenacién de la actividad; 1a actividad de ae ajena we En el extrafiamiento del producto del trabajo no ace més que resumirse el extrafiamiento, Ia enajenacién Se re ea snccs tn Gcmieetio del on bajo? Primeramente en que el trabajo es exferno al trabaja- 7 dor, es decir, no pertenece a su ser; en que en 51 Peimer Manusétito 109 trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; po se siente feliz, sino desgraciado; no desarvolly oes libre energia fisica y espiritual, sino que mortifica su Cuerpo y arruina su espitita. Por eso ef trabajador sélo S siente en s{% fuera del trabajo, y en el trabajo fuere de sf, Est en lo suyo® cuando no trabaja y eusnclo trabaja no esté en lo sayo. Su trabajo no ¢s, asf, volun, tario, sino forzado, trabajo forzada. Por eso no ¢s la sa. tisfaccién de una necesidad, sino solamente un medi para satisfacer las necesidades fuera del trabajo, So on Hicter extrafio se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una conccisn ffsica o de Gualauler otto tipo se huye del trabajo como de la peste | trabajo externo, el trabajo en que el hombre se cnn jena, ¢s un trabajo de autosacrificio, de ascetismo, En Ultimo término, para el trabajador se muestra la exterio idad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no Te pertenece; en que cuando eeté ca el no se Pertenece a ef mismo, sinw a otro. Asi como en la reli- gin la actividad propia de la fantasia humana, de la mente y del corazén humanos, actéa sobre cl indivickio independientemente de él, es decir, como una actividad extrafia, divina o diabélica, asf también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sf mismo. De esto resulta que cl hombre (el trabajador) sélo se lente libre en sus funciones animales, en el comer, be ber, engendrar, y todo lo més en aquello que soca’a lp habitacién y al atavio, y en cambio en sus funcionce humanas se siente como animal. Lo animal se convierts en lo humano y lo humano en lo animal, Comer, beber y engendrar, etc., son realmente también auténticas funciones humanas. Peto en la abstraccién que las separa del dmbito restante de la actividad humenn y las convierte en fin vinico y wltimo son animales Hemos considerado el acto de la enajenaciéa de la ac- tividad humana préctica, del trabajo, en dos aspectos, 1) Ia relacién del trebajacor con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina, Esta relacign Ho Karl Marx es, al mismo tiempo, la relacién con el mundo exterior sensible, con los objetos naturales, como con un mundo extrafio para él y que se le enfrente con hostilidad; 2) la relacién dei trabajo con el acto de la produccién dentro del frabajo. Esta relaciGn es la relacién del traba- jador con su propia actividad, como con una actividad extrafia, que no Je pertenece, la accién como pasién, la fuerza como impotencia, la generacién como castracién, la propia energia fisica y espititual del trabsjador, su vida personal (pues qué es la vida sino actividad) como una actividad que no le pertenece, independiente de 4, diri- gida contra él. La enajenaci6n respecto de si misnro como, en el primer caso, la enajenacién respecto de la cosa. (XXIV) Ain hemos de extracr de las dos anteriores una tercera determinacién del trabajo enajenado, El hombre es un ser genérico no sdlo porque en la teorfa y en la préctica toma como objeto suyo el género, tanto el suyo propio como el de las demds cosas, sino también, y esto no es més que otra expresién pata lo mismo, porque se telaciona consigo mismo como el gé- nero actual, viviente, porque se relaciona consigo mismo como un ser universal y por eso libre *. La vida genérica,-tanto en el hombre como en el ani- mal, consiste fisicamente, en primer lugar, en que el hombre (como el animal) vive de la naturaleza inorgé- nica, y cuanto mis universal es el hombre que el animal, tanto més universal es el ambito de la naturaleza inorgé- nica de la que vive. Ast como las plantas, los animales, Jas piedras, el aire, la luz, etc., constituyen tedricamente una parte de la conciencia humana, en parte como obje- tos de la ciencia natural, en parte como objetos del arte (sa naturaleza inorgénica espiritual, los medios de sub- sistencia espiritual que ha de preparar para el goce y asimilacién), asf también constituyen pricticamente una parte de Ia vida y de la actividad humana. Fisica- mente el hombre vive sdlo de estos productos naturales, aparezcan en forma de alimentacién, calefaccién, vestido, vivienda, etc. La universalidad del hombre aparece en la practice justamente en la universalidad que hace de la Primer Manuscrito 1 naturaleza toda su cuerpo inotginico, tanto por ser (2) un medio de subsistencia inmediato, como. pot set (2) la materia, el objeto y el instrumento de su acti vided vital. La naturaleza es el cuerpo inorgdnico del hombre; la naturaleza, en cuanto ella misma, no ¢s cuct- po humano, Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no moriz, Que la vida fisica y espiritual del hombre esth ligada con [a suelo oo tiene otro sentido que el de que Ia natu- za est ligada consigo mi Guezs get ligada consigo misma, pucs cl hombre es una Como quiera que el trabajo enajenado (1) convierte a Ja naturaleza en algo ajeno al hombre, (2) lo hace ajeno de si mismo, de su propia funcién activa, de su actividad vital, también hace del género algo ojeno al hombre; hace que para él la vida genérica se convierta en medio de la vida individual. En primer lugar hace extrafas entre si la vida genérica y Ia vida individual, en seguudy uérmino convierte a la primera, en abstracto, en fin de Ja tltima, igualmente en su forma extrafiada y abs- tracta. Pues, en primer término, el trabajo, la actividad vital, la vida productiva misma, apatece ante el hombre sélo como un medio para Ia satisfaccién de una necesidad, de la necesidad de mantener Ia existencia fisica. La vida productiva es, sin embargo, la vida genérica. Es la vida que crea vida. En la forma de la actividad vital reside el cardcter dado de una especie, su carfeter genético, y la actividad libre, consciente, es el cardcter genérico del hombre. La vida misma aparece sélo como medio de vida. EI animal cs inmediatamente uno con sw actividad vital. No se distingue de ella. Es ella. El hombre hace de su actividad vital misma objeto de su voluntad y de su_conciencia. Tiene actividad vital consciente. No es una determinaciéa con la que el hombre se funda inme- diatamente. La actividad vital consciente distingue inme- diatamente al hombre de la actividad vital animel. Jus- tamente, y sdlo por ello, es él un ser genético. O, dicho a Karl Marx de otra forma, sdlo es ser consciente, es decir, slo es su propia vida objeto para dl, porque es un ser gené- rico. Sélo por ello es su actividad libre. El trabajo enaje- nado invierte Ia relacién, de manera que el hombre, pre- cisamente por ser un ser consciente, hace de su actividad vital, de su esencia, un simple medio para su existencia, La produccién préctica de un mundo objetivo, Ia ela. boracién de la naturaleza inorgénica, es la afitmacién del hombre como un ser genético consciente, es decir, la afir- macién de un ser que se relaciona con el género como con su propia esencia 0 que se relaciona consigo mismo como ser genérico. Es cicrto que también ef animal pro- duce. Se construye un nido, viviendas, como las abcjas, dos castores, las hormigas, etc. Peto produce tinicamente Jo que necesita inmediatamente para si o para su prole; produce unilateralmente, mientras que el hombre produ: ce universalmente; produce tinicamente por mandato de Ja necesidad fisica inmediate, mientras que el hombre produce incluso libre de la necesidad fisica y sdlo pro- duce realmente liberado de ella; el animal se produce s6lo a sf mismo, mientras que el hombre reproduce la naturaleza entera; cl producto del animal pertenece in- mediatamente a su cuerpo fisico, mientras que el hombre se enfrenta libremente a su producto, El animal forma nicamente segin la necesidad y la medida de la especie a la que pertencce, mientras que el hombre sabe pro- ducir segin Ja medida de cualquier especie y sabe siem- pre imponer al objeto la medida que le es inherente; por ello el hombre crea también segiin las leyes de Ia belleza, : Por eso precisamente es sélo en Ie elaboracién del mundo objetivo en donde el hombre se afirma realmente como un ser genérico. Esta produccién es su vida gené- rica activa, Mediante ella aparece 1a naturaleza como su obta y su realidad. Bl objeto del trabajo es por eso la abjetivacién de la vida genérica del bombre, pues éste se desdobla no sélo intelectualmente, como en Ia con- ciencia, sino activa y realmente, y se contempla a si mismo en un mundo creado por él. Por esto el trabajo Primer Manuserito 113 enajenado, al arrancar al hombre el objeto de su produc- cion, le arranca su vida genérica, su teal objetividad genérica, y transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues se ve privado de su cuerpo inorgdnicn de Ia nataraleza. Del mismo modo, al degradar le ack fidad propia, Ja actividad libre, a la condicién de medio, hace el trabajo enajenado de Ja vida genética del hombre un medio para su existencia fisica, Mediante la enajenacién, la conciencia del hombre que cl hombre tiene de su género se transforma, pues, de val manera que Ja vida genética se convierte pare él en simple medio. El trabajo enajenado, por tanto: 3) Hace del ser genérico del hombre, tanto de la na- turaleza como de sus facultades espitituales genéricas, un ser ajeno para él, un medio de existencia individual. Face extrafios al hombre su propio cuerpo, la naturaleza fuera de dl, st esencia espiritual, su esencia humana 4), Una consecuencia inmediata del hecho de estar ena: jenado el hombre del producto de su trabajo, de au actividad vital, de su set genético, es la enajenacion del hombre respecto del hombre. Si el hombte se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también ak otro, Lo que es valido respecto de Ja relacién del hombre con su trabs 0, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale también para Ia relacién del hombre con el otro y con el trabajo y el producto del trabajo del otro. En general, la afirmacién de que el hombre est ena- jenado de su ser genético quiere decit que un hombre est enajenado del otro, como cada uno de ellos es enajenado de a esencia humana, Ta enajenacién del hombre y, en general, toda tcla- ci6n del hombre consigo mismo, sdlo encuentra realiza, cidn. y expresién verdaderas en’ la vehacion en que el hombre esté con el otro. En Ia relacién del trabajo enajenado, cada hombre con: sidera, pues, a los demés segiin la medida y la telacién en la que él se encuentra consigo mismo en cuanto tra, bajador. 14 Karl Marx (XXV) Hemos partido de un hecho econémico, el ex: trafiamiento entre el trabajador y su produccién, Hemos expuesto el concepto de este hecho: el trabajo enajenado, extraiiado. Hemos analizado este concepto, es decir, he- mos analizado simplemente un hecho econémico, Veamos ahora cémo ha de exponerse y reptesentarse en la realidad el concepto del trabajo enajenado, ex- trafiado, Si el producto del trabajo me es ajeno, se me enfrenta como un poder extrafio, entonces ¢a quién pertenece? Si mi propia actividad no me pertenece; si es una actividad ajena, forzada, za quién pertenece entonces? ‘Aun set otro que yo. eQuign es ese ser? gLos dioses? Cicrto que en los primeros tiempos Ia ptoduccién principal, por ejemplo, la construceién de tem- plos, etc, en Egipto, India, Méjico, aparece al servicio de los dioses, como también a los dioses pertenece el producto. Pero los dioses nor sf solos no fueron munca los duefios del trabajo. Atin menos de la naturaleza, Qué contradictorio seria que cuando més subyuga el hombre a la naturaleza mediante su trabajo, cuando més super fluos vienen 2 resultar los milagros de los dioses en razén de los milagros de la industria, tuviese que renunciar el hombre, por amor de estos poderes, a la alegria de la produccién y al gocé del producto. EI ser extrafio al que pertenecen el trabajo y el pro- ducio del trabajo, a cuyo servicio esti aquél y para cayo placer sitve éstc, solamente puede ser el hombre mismo. Si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, si es frente a él un poder extrafio, esto sdlo es posible porque pertenece a ofro hombre que no es el trabajador Si su actividad es para él dolor, ha de ser goce y alegria vital de otro. Ni los dioses, ni la naturaleza, sino sélo el hombre mismo, puede ser este poder extraiio sobre los hombres. Recuérdese Ia afirmacién antes hecha de que Ia rela- Primer Manuscrito 5 cién del hombre consigo mismo tnicamente es para él objetiva y real a través de su rclacién con los otros hom- bres, Si él, pues, se relaciona con cl producto de su trabajo, con su trabajo objetivado, como con un objeto poderoso, independiente de él, hostil, exiraio, se esté relacionando con de forma que otro hombre indepen- diente de &, poderoso, hostil, extratio a él, es el duefio de este objeto. Si él se relaciona con su actividad como con una actividad no libre, se esta relacionando con ella como con la actividad al servicio de otro, bajo las érde- nies, la cumpulsién y el yugo de otto. Toda enajenacién del hombre respecto de s{ mismo y de la naturaleza aparece en la relacién que él presume entre él, la naturaleza y los otros hombres distintos de 4, Por eso la autoenajenacién religiosa aparece necesaria- mente en la relacién del laico con el saccrdote, o tam- bién, puesto que aquf se trata del mundo intelectual, con un mediador, etc. En el mundo prictico, teal, el extratia- miento de sf sélo puede manifestarse mediante la rela- cién préctica, real, con los otros hombres. El medio mismo por el que el extrafiamiento se opera es un medio practico. En consecuencia mediante el trabajo enajenado 0 sdlo produce el hombre su relacién con el objeto y con el acto de la propia produccién como con pode- res () que le son extrafios y hostiles, sino también la relacién en Ia que los otros hombres se encuentran con su producto y la relacién en la que él esté con estos otros hombres. De Ia misma manera que hace de su propia produccién su desrealizacién, su castigo; de sw propio producto su pérdida, un producto que no le per- tenece, y asf también crea el dominio de quien no pro- duce sobre Ia produccién y cl producto. Al enajenarse de su propia actividad posesiona al extrafio de In actividad que no le es propia. Hasta ahora hemos considerado Ia relacién sélo desde (%) Sigo aquf el texto de MEGA, que dice Machten, que e= dant ue eas Cama cine Hee ene cea de Hillman se dice, por el contratio, Menschen (hombres). 6 Karl Marx el lado de! trabajador; la consideraremos més tarde tam- bién desde el lado del no trabajador. Acf, pues, mediante el trabajo enajenedo crea el traba- jador la relacién de este trabajo con un hombre que esta fucra del trabajo y le es extrafio. La relacién del traba- jador con el trabajo engendra la relacién de éte con el del capitalista 0 como quicra Iamarse al patrono del trabajo. La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado, Ia consecuencia necesaria del trabajo enajena- do, de Ia ‘relacién externa del trabajador con Ia naturaleza y consigo mismo. Partiendo de la Economia Politica hemos Ilegado, cier- tamente, al concepto del trabajo enajenado (de ta vida enajenada) como resultado del movimiento de la pro- Piedad privada. Pero el anélisis de este concepto muestra que aunque Ia propiedad privada aparece como funda- mento, como causa del trabajo enajenado, es més bien una consecuencia del mismo, del mismo modo que los dioses na son ariginariamonte Ia causa, sino el efacto de Ja confusién del entendimiento humano. Esta relacién se transforma después en una interaccién recfproca. Sélo en el iiltimo punto culminante de su desarrollo descubre Ia propiedad privada de nuevo su secreto, es decir, en primer lugar que es el producto del trabajo enajenado, y en segundo término gue ¢s el medio por el cual el trabajo se enajena, la realizacién de esta enaje- nacion. Este desarrollo ilumina al mismo tiempo diversas coli- siones no resueltas hasta ahora. 1) La Economia Politica parte del trabajo como del alma verdadera de la producci6n y, sin embargo, no le da nada al trabajo y todo a la propiedad privada. Par- tiendo de esta contradiccién ha fallado Proudhon en favor del trabajo y contra la propiedad privada, Nosotros, sin embargo, comprendemos, que esta aparente contradic. Gdn es Ja contradiccién’ del trabajo enajenado consigo mismo y que la Economfa Politica simplemente ha ex- presado las leyes de este trabajo enajenado, Comprendemos también por esto qne salario y propie- Primer Manusctito 17 dad privada son idénticos, pues el salatio que paga el producto, el objeto del trabajo, el trabajo mismo, es sélo luna consecuencia necesaria de ia enajenacién del trabajo; en el salario el trabajo no aparece como un fin en sf, sino como un servidor del salario. Detallaremos esto més tarde, Limiténdonos a extraer ahora algunas conse- cuencias (XXVI), Un alza forzada de los salarios, prescindiendo de todas las demés dificultades (prescindiendo de que, pot tratarse de una nomalia, sélo mediante la fuerza podria ser mantenida), no seria, por tanto, mas que una mejor re- muneracién de los esclavos, y no conquistatfa, ni para el trabajador, ni para el trabajo su vocacién y su dignidad humanas. Incluso la igualdad de salarios, como pide Proudbon, no hace més que transformar la relacién del trabajador actual con su trabajo en Ia relacién de todos los hom- bres con el trabajo. La sociedad es comprendida enton- ces como capitalista absteacto. EI salario es una consecuencia inmediata del trabajo enajenado y el trabajo enajenado es la causa inmediata de la propiedad privada. Al desaparecer un término debe también, por esto, desaparecer el otro. 2) De Ia telacidn del trabajo enajenado con la propie- dad priyada se sigue, ademés, que la emancipacién de la sociedad de la propiedad privada, etc,, de la servidumbre, se expresa en la forma politica de la emancipacién de fos trabajadores, no como si se tratase sélo de la emancipa. cién de éstos, sino porque su emancipacién entrafia Ia emancipacién humana general; y esto es asi porque toda la servidumbre humana esté encerrada en Ja relacién del trabajador con la producci6n, y todas Jas relaciones ser- piles son sdlo modificaciones y consecuencias de esta re- acién, ‘Asi como mediante el andlisis hemos encontrado el concepto de propiedad privada partiendo del concepto de trabajo enajenado, extrahado, ast también podrin des- atrollarse con ayuda de estos dos factores todas las cate- gorias econémicas y encontraremos en cada una de estas il 18 Karl Marx categorlas, por ejemplo, el teffico, la competencia, el capital, el dinero, solamente una expresidn determinada, desarrollada, de aquellos primeros fundamentos. Antes de considerar esta estructuracién, sin embargo, tratemos de resolver dos cuestiones. 1) Determinar Ia~esencia general de la propiedad pri- vada, evidenciada como resultado del trabajo enajenado, en su relacién con Ia propiedad verdaderamente hursana 9 social. 2) Hemos aceptado el extraamiento del trabajo, su enajenacién, como un hecho y hemos realizado este he- cho. Ahora nos preguntamos geémo llega el hombre a enajenar, a extranar su trabajo? éCémo se fundamenta este extrailamiento en la esencia de la evolucién humana? ‘Tenemos ya mucho ganado para Ia solucién de este pro- blema al haber ¢ransformado 1a cuestin del origen de la propiedad privada en la cuestién de la relacién del traba- jo enajenado con el proceso evolutivo de Ja humanidad, Pues cuando sc habla de propiedad privada co cree tenet que habétselas con una cosa fuera del hombre. Cuando se habla de trabajo nos las tenemos que haber inmedia- tamente con el hombre mismo. Esta nueva formulacién de la pregunta es ya incluso su solucién. ad. 1) Bsencia generat de la propiedad privada y su relacién con la propiedad verdaderamente humana, El trabajo evajewado se nos ha resuelto en dos com- ponentes que se condicionan reciprocamente 0 que son sélo dos expresiones. distintas de una misma relacién. La apropiacidn aparece como extrafiamiento, como eneje- nacion y Ia enajenacién como apropiacién, el extrafia miento como la verdadera nateralizacién. Hemos considerado un aspecto, el trabajo enajenado en relacién al érabajador mismo, es decir, la relacién del trabajo enajenado consigo mismo. Como producto, como resultado necesario de esta relacién hemos encontrado la relaci6n de propiedad del no-trabajador con el trabajador y con el trabajo. La propiedad privads como exptcsién resumida, material, del trabajo enajenado abarca ambas relaciones, la relacin del trabajador con el trabajo, con Primer Manuserito 119 el producto de su trabajo y con el no trabajador, y 1a relacién del no irabajador con el trabajador y con el producto de su trabajo. Si hemos visto, pues, que respecto del trabajador, que mediante el trabajo se apropia de la naturaleza, Ia apro- piacién aparece como enajenacién, la actividad propia como actividad para otro y de otto, la vitalidad como holocausto de la vida, Ja produccién del objeto como pérdida del objeto en favor de un poder extrafio, consi- deremos ahora la relacién de este hombre extrafio al trabajo y al trabajador con el trabajador, el trabajo y su objeto. Por de pronto hay que observar que todo lo que en el trabajador aparece como actividad de la enajenacién, aparece en el no trabajador como estado de la enajena- cién, del extraiiamicnto, En segundo tétmino, que el comportamiento préctico, real, del trabajador en'la produccién y respecto del pro- ducto (en cuanto estado de énimo) aparece en el “no trabgjador a él enfrentado como comportamiento tedrico. (XXVII) Tercero. El no trabajador hace contra el trabgjador todo lo que éste hace contra si mismo, pero no hace coatra sf lo que hace contra el trabajador ”. Consideremos més detenidamente estas tres relaciones. Segundo Manuscrito El Manuscrito N° 2 consta de un folio (2 hojas, 4 pé- ginas, numeradas del XL al XLUIT). Comienza o ta vite Ge una frase y constituye manifiestame mento final de un escrito mds amplio. sate s6lo eb frag- La relacién de la propiedad privade (XL) Constituye los intereses de su capital. En el tra- bajador se da, pues, subjetivamente, el hecho de que el capital es cl hombre que se ha perdido totalmente a sf mismo, de Ia misma forma que en el capital se da, obje- tivamente, el hecho de que el trabajador es el hombre que se ha perdido totalmente a si mismo. El trabajador tiene, sin embargo, la desgracia de ser un capital viviente y, por tanto, menesteroso, que en el momento en que no trabaja pierde sus intereses y con ello su existencia. Como capital, el valor del trabajo aumenta segtin a oferta y la demanda, e incluido.fisicamente su existencia, su. rida, ha sido y es entendida como una oferta de mercancia igual a cualquier otra, El trabajador produce el capital, el capital lo produce a él; se produce, pues, a sf micmo, y el hombre, en cuanto frabajador, ef cuanto mercancia, es el resultado de todo el movimiento. Para el hombre que no es més que ¢trabajador, y ea cuanto trabajador, sus propicdades humanas s6lo existen en la medida en que existen para el capital que le es extrait 123 Facepiceee 124 Karl Mars 10 ambos son extrafios el uno para el otro y se Seea ae ener See ae esta situacién de extrafiamiento recfproco ha de aparece? también como real. Tan pronto, pues, como al capital se Je ocurse —ocustencia arbitratia 0 necesaria— dejar de existir para el trabajador, deja éste de existir para sf; no tiene mingiin trabajo, por tanto, ningun salatio, y dado gue él no tiene existencia como bombre, sino como tra: Sajador, puede haccrse sepultar, dejarse morir de ham bre, etc El trabajador slo existe como trabajador en Ja medida en que existe para si como capital, y sélo existe como capital en cuanto existe para é un capital La existencia del capital es su existencia, su vida; el capital determina el contenido de su vida en forma para él indiferente. En consecuencia la Economia Politica no conoce, al trabajador parado, al hombre de trabajo, en la medida en que se encuentra fuera de esta relacién laboral. El pfcaro, el sinvergtienza, el pordiosero, el f ra do, el hombre de trabajo hambriento, miserable y delin- suerte son figuras que mw existen para effa, sino sola- mente para otros ojos; para los ojos del médico, del juez, del sepulturero, del alguacil de pobres, etc.; son fantas- mas que quedan fuera de su reino. Por eso pata ella las necesidades del trabajador se ‘reducen solamente a la e- cesidad de mantenetlo durante el trabajo de manera que no se extinga la raza de los trabajadores. El salario tiene, por tanto, el mismo sentido que el mantenimiento, la conservacién de cualquicr otro instrumento, productivo. El mismo sentido que ef consumo de capital en general, que &te requicre para reproducirse con intereses, como el aceite que las rucdas necesitan para mantenetse en movimiento. E] salario del trabajador pertenece asf a los costos necesarios del capital y del capitalista, y no puede sobrepasar las exigencias de esta necesidad. Es, pot tanto, perfectamente Igico que ante el Amendment Bill | de 1834! los fabricantes ingleses detrajeran del salario del trabajador, como parte integrante del mismo, las Ii mosnas puiblicas que éste recibe por medio del impuesto de ‘pobres. Segundo Manuscrito 125 La produccién produce al hombre no sélo como mer. cancta, mercancia bumana, hombre determinado como Gainela: lo produce, de acuerdo con esta detetnine cidn, como un ser deshumanizado tanto fisien cast espi- ritualmente. Inmoralidad, deformacidn, embrutecimiento de trabajadores y capitalistas. Su producto ce Ja mercan. gia con conciencia y actividad propiat..., ja mercancta bumana. Gran progreso de Ricardor Mill, etc., frente a Smith y Say, al declarar la existencia del hombre —a Cone menot productividad humana de la mercancia— como indiferente e incluso nociva. La verdadera finalidad de Ja produccién no estaré en cuéntos homie pucde mantener un capital, sino en cudntos intereses reporta, en Ja cuantia de las economias anuales. Igualmente fue (er prance ¥ consccuente progreso de’ la recene (XLT) Economia Politica ingles: clatidad (al mismo tiempo que cleva el trabajo a principio unico de la Economia Politica) la zelacion iveng exis we oreali pol, salatio y el interés del capital y que el capitalista, por lo regular, sélo con la redinccién del sale Ho puede ganar y viceversa. La rclacién normal no cit Is explotacién del consumidor, sino la explotacidn recf- roca de capitalista y trabajadot. La relacidn de In pro- Piedad privaca contiene latente en s{ la telacién de'ty propiedad. privada como trabajo, ast como la relacion de Ja misma como capital y Ia conexién de estas cn expre- siones entre sf. Es, de una parte, la produccién de la actividad humana como trebsjo, es decit, como una act vided totalmente extrania a si misma, extrafia al hombre ¥ a Ja naturaleza y por ello totalmente extraia a Ie conn tiencia y a In manifestacién vital; Ja existencia abstracta de! hombre como un puro bombre de trabajo, que por fie Puede diatiamente precipitarse de su plena wada‘ cn ke nada absoluta, en su inexistencia social que es 94 real inexistencia. Es, por otra parte, la producrin del obje- to de la actividad humane como capital, en el que se ka extinguide toda determinacién natural y social del objeto y ha perdido Ia propiedad humana sa cualidad nant ¥ social (es decir, ha perdido toda ilusién politica y so- 126 Karl Marx cial, no se mezcla con ninguna relacién aparentemente humana), que también permanece ef mismo en los més divetsos modos de cxistencia natural y social, y es per- fectamente indiferente respecto de su contenido real. Esta oposicién, levada a su culminacién, es necesariamente la culminacién, 1a ciispide y Ia decadencia de la relacién toda, Por eso es también una gran hazaiia de la reciente Econom{a Politica inglesa haber denunciado Ia renta de la tierra como Ia diferencia entre los intereses del peor suelo dedicado a la agricultura y el mejor suclo cultivado, haber aclarado las ilusiones roménticas del terrateniente (su presunta importancia social y la identidad de sus in- tereses con los de la sociedad, que todavia aftma Adam Smith, siguiendo a los fisiécratas *) y haber anticipado y ptepatado el movimiento real que tzansformaré al terra- teniente en un capitalista totalmente ordinario y prosaico, simplificaré y agudizara la contradiccién y acelerard asi su solucién, La sierra como tierra, la renta de la tierra como renta de la tierra, hen perdido alli su diferencia estamental y se han convertido en capital e interés que nada significan 0, més exactamente, que sdlo dinero significan. La diferencia entce capital y tierra, entre ga- nancia y renta de la ticrra, ast como la de ambas con el salario; Ia diferencia entre industria y agricultura, pro- piedad’ privada mueble ¢ inmueble, es una diferencia bistérica no fundada en la esencia de las cosas; la fija- cidn de un momento de la formacién y el nacimiento de Ia oposicién entre capital y trabajo. En la industria, et- cétera, en oposicidn a Ix propiedad inmobiliaria, s6lo se expresa el modo de nacimiento y la oposicién cn que se ha formado la industria con relacién a la agricultura. Esta diferencia s6lo subsiste como un tipo especial de trabajo, como una diferencia esencial, importante, vital, mientras Ia industria (la vida urbana) se forma frente a la propiedad rural (Ia vida aristocrética feudal) y Leva afin en si misma el carécter fendal de su contrario en la forma del monopolio, el gremio, la corporacidn, ctc., den- tro de cuyas determinaciones el trabajo tiene avin una Segundo Manuserito 127 ‘parente significacién social, tiene atin el significado de la comunidad rea, no ha progresado ain hasta la indife- rencia respecto del propio contenido, hasta el pleno ser para sf mismo, es decir, hasta la absttaccién de todo otto set, y por ello no legado atin a capital liberado, (XLIT) Pero el desarrollo necesatio del trabajo es Ia industria liberada, constituida como tal para sf, y el capital liberado, E\ poder de la industria sobre stu con- trario se muestra en seguida en el surgimiento de la agriculture como una verdadera industria, en tanto que antes ella dejaba el principal trabajo al’ suclo y a los esclavor de este suelo, mediante los cuales éste se culti- vaba a sf mismo. Con la transformacién del esclavo en un trabajador libre, esto es, en un asalariado, se ha trans- formado el terrateniente en sf en un patrono industrial, en un capitalista; transformacién que ocurre, en primer lugar, por intermedio del arrendatario. Pero el arrenda- tario cs el representante, el revelado secrefo del terrate- niente; sélo mediante él existe econdmicamente, como ptoptetario privado, pues las rentas de sus tiertas sélo existen por la competencia entre los arrendatarios. Esen- cialmente el terrateniente se ha convertido, por tanto, ya en el arrendaterio, en un capitalista ordinario, Y esto tiene ain que consumarse en la realidad: el capitalista que se dedice a Ja apricultura, el arrendatario, ha de convertirse en terrateniente o viceversa. El tréfico indus- trial del arrendatario es el del terraieniente, pues el ser del_primezo pone al del segundo. Como acordindose de su supucsto nacimiento, de su origen, el terrateniente ve en el capitalista a su petulante, liberado y enriquecido esclavo de ayer, y se ve a sf mismo, en cuanto capitalista, amenazado por él. El capi- talista ve en el terrateniente al indtil, cruel y_egofsta sefior de ayer, sabe que le estorba en caanto capitalista; que, sin embargo, le debe a Ia industria toda su actual importancia social; ve en € una oposicién a la industria libre y al libre capital, independiente de toda determine- cién natural. Este antagonismo es sumamente amatgo y se dice reciprocamente Ia verdad. Basta con leer los ata- { { 128 Karl Marx ques de la propiedad inmueble a la mueble y eer para forjarse una gréfea imagen de sx reciproca indie sided. El terratenients hace valer el origen noble de so propiedad, los recuerdos feudales, Jas reminiscencias, poesia del recuerdo, su entusifstica naturaleza, su. im- Bortancia politica, ete y cuando, habla en economista dice que sélo la agricultura es productiva. Pinte al mismo tiempo a su adversario como un canalla adinerado, astu- to, venal, mezuino, tamposo, codicioso, capaz de ven detlo todo, rebelde, sin coraz6n y sin espiritu, extraiio ser comtin que tranquilamente vende por dinero, usure- ro, sleahuete, ervl,intruto, adulador, timador, que en fend nutte, y mima te competency con lla Pauperismo, el cximen, la disolucién de todos los Ieos sociales, sin honor, sin principios, sin poesfa, sin Dace (Véase entre otros, al fisiécrata ‘Bergasse, a quien ya i tiga Camille Desmoulins en su periédico Ree ee Trance et de Brabant; véase v, Vincke, Lancizolle, Halle, Leo, Kosegarten, y véase pete Serres Os iedad mueble, por su parte, sefiala las fodostin 7 dil mewimsicreas clla'ee of festa de ela enoca moderna y su legitimo hijo unigénito, Compadece a su adversario como a un mentecato no ilustrado sol ce propio ser (y esto es perfectamente cierto), gue guiiers colocar en lugar del moral capital y del trabajo bse, a inmosal fuerza bruta y,la servidumbre;, To pinta como un Don Quijote que bajo la apariencia de pate ae honorabilided, el interés general, a, estabiidad, octlta Ja incapacidad de movimiento, la codiciosa bisqueda de placeres, el egolemo, el interés particular, el torcdo pro pésito; lo denuncia’ como un taimado monopolista; () Véase mbén el afetndo tedlogo vsjoegstano Funke nl schor Leo, coxtabe gon ligrimes en ios ofos 260, quica, segén el sefior ope a eee pene wake Vor Grab a Panis patti Ute el cauctbs,paqueho bunguesecabros, Tabiuay liitado orisonie del filstco y. act, pose # ei, putas Fantasias, Esta co ie Re aces io ome alemin. (Note de Mars.) Segundo Msnnscrito 129 sombrece sus reminiscencias, su poesia y sus ilusiones con una enumeracion histérica y sazcéstica de la baieza, {1 erueldad, el envilecimiento, la prostitucion, Ia infatnia, la anarquia y la sebeldia que tuvieron como’ talleres leg rominticos castillos [XLIIT) La propiedad mobiliaria habcia dado al pue- blo Is libertad politica, desatado las ttabas de la sociedad civil, unido entre sf los mundos, establecido el hamant. tario comercio, la moral pura, la amable cultura; en In gar de sus necesidades primarias habria dado al pucblo necesidades civilizadas y los medios de satisfacerlas, en tanto que el terrateniente (ese ocioso y molesto acapara. dor de trigo) encarece para el pueblo los viveres mit cle, mentales y obliga as{ al capitalista a elevar el salatio sin Poder elevar la fuerza productiva; con ello estorba la Fenta anual de la nacién, la acumulacion de capitales, esto es, Ia posibilidad de poder proporcionar trabajo ai pueblo y riqueza al pais. Finalmente la anula totalmente, acatrea una decadencia gencial y exploca avaramnente oo’ da; las ventajas de la civilizacién moderna, sin hacer lo mds minimo por ella e incluso sin despojarse de sus pre- juicios feudales, Basts, por ultimo, con que mire a su arrendatario (4, para quicn Ja agricultura y la tierta misma sGlo existen como una fuente de dincro que se la ha regalado) y diga si él no es un canalla ponrado, fandtico y astuto que en corazén y en realidad hace tiempo que pertenece a la libre industria y al dulce co, mercio por mas que se oponga a ellos y por més que charle de recuerdos histricos y de finalidades morsles © politicas. Todo lo que realmente alega en su favor sdlo es cierto respecto del cultivador de la tierra (del capita. lista y de los mozos de labranza), cuyo enemigo os mis bien el terrateniente; testimonia, pues, contra sf mismo Sin capital, la propiedad territorial serfa materia muertg y sin valor. Su civilizsdo triunfo es precisamente haber deseubicrto y situado el trabajo humano en lugar de la cosa inanimada como fuente de Ja riqueza. (Véase Paul Lonis Courier, St. Simon, Canilh, Ricardo, Mill, Mac Gallloch, Destutt de Tracy y Michel Chevalicr.) Karl Marx, 5 130 Karl Marx Del curso real del proceso de desarrollo (intercalar aqui) se deduce el triunfo necesario del capitalisro, es decir, de la propiedad ptivada ilustrada sobre la no ilus- trada, bastarda, sobre el terrateniente, de la misma forma que, en general, ha de vencer el movimiento a la inmo- vilidad, la vileza abierta y consciente de s{ misma a la escondida ¢ inconsciente, la codicia a la avidex de place- res, el egofsmo declarado, incansable y experimentado de In ilustracién, al egotsmo local, simple, perezoso y fantéstico de la supersticién; como el dinero ha de ven- cer a todas Jas otras formas de la propiedad privada. ‘Los Estados, que sospechan algo del peligro de la in- dustria plenamente libre, de la moral plenamente libre y del comercio humanitario, tratan de detencr (aunque totalmente en vano) a capitalizacién de la propiedad de la tierra. : La propiedad de la tierra, en su diferencia respecto del capital, es la propiedad privada, el capital, preso ain de Jos préjuicios locales y politicos, que no ha vuelto atin a st mismo de su vinculacién con el mundo, el capital atin incompleto. Ha de llegar, en el curso de su configuracién mundial, a su forma abstracta, es decir, pura. La relacién de la propiedad privada es trabajo, capital y la rclacién entre ambos. El movimiento que estos elementos han de recorrer es el siguiente: j Primeramente: Unidad inmediata y (°) mediata de ambos. Capital y trabajo primero atin unidos, luego separados, extrafados, pero exigiéndose y aumentindose reciproca- mente como condiciones positivas. Oposicién de ambos, se excluyen teciprocamente; el trabajador sabe que el capitalista es la negacién de su existencia y viceversa; cada uno de ellos trata de arreba- tar su existencia al otro. Oposicién de cada uno de ellos consigo mismo. Capi- (®) En Ia edicién de Hillman se dice: «0», en lugar de <7», | que es la palabta que utilizan MEGA, Landshat y Thier. | i Segundo Manuscrito 131 =trabajo. Como tal descompo- 2 Y¥ sus intereses, asi como éstos a nen en intereses y beneficios. Sacri- italista. Cae en Ja clase obrera asf como que s6lo excepcionalmente— se hace ca- tal=trabajo acumulado: niéndose en si mismo su_ ver se descomp ficio total de! capi el obrero, aun Pitalista, Trabajo como momen i ; 10 del ca EL alai, pues, sacrificio del capital pee ‘rabajo se descompone en sf mismo 2 een el salario. teabjador mismo un capita una menrdie Catia, HE oposiciones rectprocas, i a Tercer Manuscrito 1 Manuscrito tercero esth contenido en wn cuader- soma por 1] folios (34 hojas, 68 paginas las wi. 70 1705 no. escritas). La numeracion de Marx salts de Tide, BHI a la XXII y de la XXIV a la XXV1- Bee. nza el Manuscrito con dos apéndices « un texto edie que ban sido titulados, respectivamente,, Dy ere lordasky «Propiedad privada y trabajo», «Propiedd privada y comunismon. Sigue Ia critica de Te Filosofia Frnliana y el Prologo, que hemos colocado al comienso Vixiondo '« los. editores de la Marx Engels Gesamte ‘Ausgabe e gabe igualmente en las paginas finules de estos fo- ion eat ts de lectura de la Fenomenclogls de Hegel, ti cides en el Apéndice ol T. 3 de le Primera Seccin recdeisnare Engels Gesamte Ausgabe. Se trata de simples de loenes que no hemos creido necesario incluir. Propiedad prinada y trabajo I) A la pag, XXXVI. La esencia subjetiva de la pro piedad privada, In propiedad privada como actividad para sf, como sujeto, como persona, es el trabajo. Se com- prende, pues, que sdlo la Economia Politica que reco- nocié como su principio al trabajo —Adars Sivith—, que no vio ya en la propiedad privada solafnente una situacién exterior al hombre, ha de ser considerada tan- to como un producto de la energta y movimientos reales de la propiedad privada (*), cuanto como un producto de la industria moderna; de la misma forma que la Eco- nomia Politica, de otra parte, ha acelerado y enaltecido la energia y el desarrollo de esta industria y ha hecho de ella un poder de Ia conciencia. Ante esta Economia Polftica ilustrada, que ha descubierto la esencia subjetiva de la riqueza —dentro de la propiedad privada—, apare- cen como adoradores de fdolos, como catdlicos, los par (*), Ella [a Economfa Polfties, F. R.J es el movimiento inde. pendiente de Ja propiedad priveda que ha Ilegado a sex pare of tn Ta conciencia, fa industria moderna en persona, (Note de Marx.) 235 136 Karl Mare tidarios del sistema dinerario y metcantilista', que s6lo ven la propiedad privada como una esencia objesive para el hombre. Por eso Engels ha llamado con razén a Adam Smith cl Lutero de la Economia’. Asi como Lutero reconocié en Ia religién, en la fe, la esencia del mundo real y se opuso por ello al paganismo catdlico; asi como i superd la religiosidad externa, al hacer de la religiosi- dad la esencia iztima del hombre; as{ como él negé el sacetdote exterior al Inico; asf también es superada le rigueza que se encuentra fuera del hombre y 3 indepen: diente de él —que ha de ser, pues, afirmada y mantenida s6lo de un modo exterior—, es decir, es superada ésta su objetividad exterior y sin pensamiento, al incorporarse la propiedad privada al hombre mismo y reconocerse el hombre mismo como su esencia; as, sin embargo, queda el hombre determinado por la propiedad privada, como en Lutero queda determinado por la Religién, Bajo Is apariencia de un reconocimiento del hombre, la Econo- tala olitiea, cuyo principin es el trabajo, es mas bien la consecuente realizacién de Ia negacién del hombre al ao encontrarse ya él mismo en una tensién exterior con la esencia exteriot de la propiedad privada, sino haberse convertido el mismo en la tensa esencia de la propiedad privada, Lo que antes era ser fuera de st, enajenacidn real del hombte, se ha convertido ahora en el acto de la enajenacién, en enajenaci6n de si. Si esa Economia Poll. tica comienza, pues, con un reconocimiento aparente del hombre, de su independencia, de su libre actividad, etcé- tera, al traslader a la esencia misma del hombre la pro- piedad privada, no puede ya ser condicionada por las determinaciones locales, nacionales, etc., de la propiedad privada como un ser que exista fucra de ella, es decir, si Jesosito del mercantilismo a esa Economia Politica desarrolla una energia cosmopolita, | general, que dertiba todo limite y toda atadura, para sitnarse a si misma en su luger como la dnica politica, Ja dnica generalidad, el limite énico, la nica atedura, ast también ha de arrojar ella en su posterior desarrollo esta hipocresta y ha de aparecer en su total cinismo, Y esto lo hace (despreocupada de todas las contradic: Tereer Manusctito 137 ones en que le enteda esta doctrina) al revelar de forma vas unilateral y por esto més agude 9 mds.consecuente ee benabalo la etencia Gnica de la riqueza, probar E ni consecuencias de esta doctri n ; le ctrina, Ss ‘ cea ng concepcién originaria, y dar, por a fimo, el golpe de gracia « aquellaviltime forma’ de exis jencla individual, natural, independiente del trabajos de le propiedad privada y fuente de riqueza: Za renca de la erray esta expresién de Ja propiedad feudal ya. total ta la Economia Police oencke de ae pees mfa Politica (Escuela de Ricardo). No $6 aumenta el cinisrzo de la Economia Politics telathornn> c ) ‘onomia Politica relativamen- te f Paste de Smith, pasando por Say, basta Rican paenetS oR Ie medida en que a estos witimos se les Ponen ants los ojos, de manera mis desarzollada y Iles * ipnteeddicciones, las consecuencias de la Industri i‘ as "én positivamente van conscientemente cada vez oe ei A gue Sus predecesores en cl cxtrafiamiento tespecta A ba He ¥ esto unicamente porque su ciencia aides bapa epee més peel consecuente. Al hacer lad privada cn su forma activa sujet tl hacer simulténeamente del hotbre una esencia: 9 | como no ser un ser, la contradiccién de realidad co corresponde plenamente con el ser ee i Cita, teconocide como principio. La desgarra- pe lic ie de la oe confirma su principio des- en Si mismo lejos de refutarlo. Su ‘ipic s reamente el principio de este degutenee ee a teoria fisiocrétiea del Dr. Quesnay representa el ls propiedad feudal a , Pero por esto, de manera jgualm lnecta, We transformacisn econémmico-politica, Ia repost, in de la misma, con la sola diferencia de que su len. je no es ya feudal, sino econémico, Toda riqueza se esuelve en tierra i 2 y agriculiura. La tierra no es a pital, es todavia una especial forma de existencia del ue debe valer en su naturalidad, especialidad, y a embargo, un elenien- 1usa de ella; pero la tierra es, sin 138 Karl Marx to natural general, en tanto que el sistema mercantilista no conocia otra existencia de la riqueza que el metal noble. El objeto de la riqueza, su materia, ha recibido pues al mismo tiempo, la mayor generalidad dentro de los limites de la naturaleza en In medida en que, como naturaleza, es también inmediatamente riqueza objetiva. Y Ja tierta solamente es para el hombre mediante el trabajo, mediante la agricultura. La esencia subjetiva de Ja riqueza se traslada, por tanto, al trabajo. Al mismo obstante, la agricultura es el nico trabejo tiempo, no productivo. Todavia' el trabajo no ¢s entendido en sa Zeneralidad y abstraccién; esté ligado ain como a su materia, a un elemento natural especial; s6lo es cono- cido todavia en una especial forma de existencia natural- mente determinada, Por eso no es todavia mas que una enajenacién del hombre determinada, especial, lo mismo que su producto et comprendido atin como una riqueza’ determinada, mas dependiente de Ja naturaleza del traba- | jo mismo. La tierra se reconoce aqui todavia como una existencia natural, independiente del hombre, y no como capital, es decir, no como un momento del trabajo mis- | mo. Més bien aparece el trabajo como momento s#yo, Sin embargo, al reducirse el fetichismo de la antigua Tiqueza exterior, que existia sélo como un objeto, a un elemento natural muy simple, y teconocerse su esencia, aunque sea slo parcialmente, en su existencie subjetive bajo una forma especial, esté ya iniciado necesariamente el siguiente paso de reconocer Ja esencia general de \a tiqueza y elevar por ello a principio el trabajo en su forma mis absoluta, es decir, abstracta. Se le probaria la fisiocracia que desde el punto de vista. econémico, el tinico justificado, la agricultura no es distinta de cualquier otra industria, que la esencia de la riqueza no es, Ducs, un trabajo determinado, un trabajo ligado a un elemento | especial, una determinada exteriorizacién del trabajo, sino el trabajo en general. La fulccracia niega la riqueza especial, exterior, pura mente objetiva, al declarar que su esencia es el trabajo. Pero de momento el trabajo es para ella Gnicamente la ‘Tercer Manuscrito 139 esencia subjetiva de la propiedad territoril s t ial lel Se Sa crepe loner (ome minante y reconocida), solamente a la propiedad territo Fal le permite convestizse en bombre enujenado. Supera qi ae feudal al declarar como su esencia la industria gricultura); pero se comporta negativamente con el tmundo de Ia industria, reconoce la esencia feudal, al de clara ue la agriculture es la drica industria. e comprende que tan pronto como se capta sabprion dela incete Qoe se conetaye'en opis a Ja propiedad territorial, es decir, como industri, esta ncia incluye en sf a aguel su contrario. Pues asi « 4a Industrie ‘abarca a 'a propieded sitter eapemds, in su esencia subjetiva ab: ismo tiempo, 4 le esenciasubjetiva de [eptae iene ae Del mismo modo que la propiedad territorial alec for de propiedad del mmo ode gue histSvicamente Ia industria se le opone inicialmente sélo como una forma especial de propiedad (0, mds bien, cee lavo librado de la propiedad territorial), asi tae 7 i tepite este proceso en Ja comprensién cienti- fica de In esencia.subjerioa de la propiedad privada, en comprensién cientifica del trabajo; el trabajo aparece ee Uinicamente como trabajo agricola, para haccrse espues valet como trabyio en geneal. ‘oda riqueza se ha convertido en riqueze indus- ria, en riqueze del trabajo, y Ia industria ex ol teabaio ronciuido y pleno del mismo modo que En una situacién de mayor progreso: «Todo hombre vive del cambio y se convierte en una especie de comerciante y In sociedad misma cs realmente tuna sociedad mercantil. (Véase Destutt de Tracy: La sociedad es una serie de intercambios reciprocos, en el comercio estd la esencia toda de 1a sociedad...) La acumu lacién de capitales crece con la divisién del trabajo y viceversa.» Hasta aqui Adam Smith © «Si cada familia produjera la totalidad de los objetos de su consumo, podria la sociedad marchar asi aunque no se hiciese intercambio alguno; six ser fundamental, el intercambio es indispensable en el avanzado estadio de nuestra sociedad; la divisién del trabajo es un hébil empleo de las fuerzas del hombre que actece, en conse cuencia, los productos de la sociedad, su poder y sus placcies, pei seduce, uninora la capacidad de cada hom bre tomado individualmente. La produccién no puede tener lugar sin intercambio.» Asi habla J. B. Say?, «Las fuerzas inherentes al hombre son su inteligencia y su aptitud fisica para el trabajo; las que se derivan del estado social consisten en la capacidad de dividir el trabajo y de repartir entre los distintos hombres los di versos trabajos y en la facultad de intercambiat los ser- vicios reciprocos y los productos que constituyen este medio. El motivo por el que un hombre consagta a otto sus servicios es el egoismo, el hombre exige una recom- pensa por los servicios prestados a otro, La existencia de] derecho exclusive de propiedad es, pues, indispen- sable para que pueda establecerse el intercambio entre Jos hombres. Infinencia recfproca de Ia divisién de la industria sobre el intercambio y del intercambio sobre esta divisién, ‘Intercambio y divisién del trabajo se con- dicionan recfprocamente’.» Asi Sharbek Mill expone el intercambio desarrollado, el comercio, como consecuencia de la division del trabajo. «La actividad del hombre puede reducirse a clemen- ‘Tetcer Manuscrito 173 tos muy simples. El no puede, en efecto, hacer otra cosa que producir movimiento; puede mover las cosas para alejarlas (KXXVII) 0 aptoximarlas entre sf; las propie- dades de la materia hacen el resto. En el empleo del trabajo y de Jas méquinas ocurre con frecuencia que se pueden aumentar los efectos mediante una oportuna di- visin de las operaciones que se oponen y la unificacién de todas aquellas que, de algén modo, pueden favore- cerse reciprocamente. Como, en general, los hombres no pueden ejecutar muchas operaciones distintas con la mis. ma habilidad y velocidad, como la costumbre les da esa capacidad para Ia realizacién de un pequetio iimero, siempre es ventajoso limitar en lo posible el mimero de operaciones encomendadas a cada individuo, Para la ci- visién del trabajo y la reparticién de la fuerza de los hombres de la manera més ventajosa es necesario opcrar en una multitad de casos en gran escala 0, en otros términos, producir las riquezas cn masa, Esta ventaja © el motivo que origina las grandes manufacturas, un Pequefio mimero de las cuales, establecidas en condicio- hes ventajosas, aprovisionan frecuentemente con los ob- jetos por ellas producidos no uno solo, sino varios pafses en las cantidades que ellos requieren.» Asi Mill ® _ Toda la Economfa Politica modems esté de acuerdo, sin embargo, en que divisién del trabajo y riqueza de la produccién, divisién del trabajo y acumulacién del ca. pital se condicionan reciprocamente, asf como en el hecho de que sélo la propiedad privada liberada, entregada a si misma, puede producir la mds util-y més amplia divi sién del trabajo. La exposicién de Adam Smith se puede resumir asf: la divisién del trabajo da a éste una infinite capaci- dad de produccién. Se origina en la propensién al in tercambio y al comercio, una propensién especificamente humana que verosimilmente no es casual, sino que estd condicionada por el uso de la razén y del lenguaje, El motivo del que cambia no es la bumanidad, sino el egots- mo. La diversidad de los talentos kumanos es més el efecto que Ja causa de la divisin del trabajo, es decir, 174 Kael Marx del intercambio. También e3 s6lo este wiltimo el que hace itil aquella diversidad. Las propiedades particulares de Jas distintas razes de una especie animsl son por natu- raleza mis distintas que Ja diversidad de dones y activi- dades humanas. Peto como los animales no pueden inter- cambiar, no le aprovecha a ningiin individvo animal la diferente propiedad de un animal de la misma especie, pero de distinta raza. Los animales no pueden adicionar Jas diversas propiedades de su especie; no pueden apor- tar nada al provecho y al bienestar comin de su especie. tra cosa sucede con el Aombre, en el cual los més dispares talentos y formes de actividad se benefician reci- procamente porque pueden reunir sus diversos productos fen una masa comin de Ia que todos pueden comprar. Como Ia divisién del trabajo brota de la propensién al intercambio, ctece y esté limitada por la extensién del intercambio, del mercado. En el estado avanzado todo hombre es comerciante, la sociedad es una sociedad mer- antil. Say considera el intercambio como casual y no fundamental. La sociedad podria subsistir sin él. Se hace indispensable en el estado avanzado de Ia sociedad. No obstante, sin él no puede tener Inger la produccién. La divisién del trabajo es un cémodo y dit medio, un hébil empleo de las fucrzas humanas para el desarrollo de Ia sociedad, pero disminuye In capactdad de cada hombre individualmente considerado. La wltima observacién es tun progreso de Say. Skarbek distinguc las fucrzas individuales, inberentes al hombre (inteligencia y disposicién fisiea para el tra- bajo), de las fuerzas derivadas de la sociedad (intercam- bio 9 division del trabajo) que se condicionan mautua- menie, Pero el presupucsto necesario del intercambio es la propiedad privada. Skatbek expresa aqui en forma objetiva lo mismo que Smith, Say, Ricardo, etc., dicen cuando sefialan el egoismo, el interés privado, como fun- damento del intercambio, o el comercio como la forma esencial y adecuada del intercambio. Mill presenta el comercio como consecuencia de Ia division det trabajo, La actividad humana se reduce para Tercer Manuscrito 175, la un movimiento mecanico. Divisién del trabajo y em- pleo de méquinas fomentan Ia riqueza de la produccién. Se debe confiar a cada hombre un conjunto de actividades tan pequefio como sea posible. Por su parte, divisién del trabajo y empleo de miquinas condicionan Ia produc- cin de la riqueza en masa y, por tanto, del producto, Este es el fundamento de las grandes manufacturas. (XXXVILI) El examen de la divisién del trabajo y del intercambio es del mayor interés porque son las expresiones manifiestamente enajenadas de la actividad 9 Ia fuerza esencial humana en cuanto actividad y fuerza esencial adecuadas al género. Decit que la division del trabajo y el intercambio descansan sobre la propiedad privada no ¢s sino afirmar que el trabajo es Ia esencia de la propiedad privada; una afirmacién que el economista no puede probar y que nosotros vamos a probar por 41, Justamente aqui, en el hecho de que divisién del trabajo ¢ intercambio son configuraciones de la propiedad privada, reside la doble prueba, tanta de que, por una parte, la vida humana necesitaba de la propiedad privada para su_tealizacién, como de que, de otra patie, ahora necesita Ja supresién y superacién de la propiedad privada. Divisién del trabajo e intercambio son los dos fend- menos que hacen que el economista presuma del cardcter social de su ciencia y, al mismo tiempo, exprese incons- cientemente Ja contradiccién de esta ciencia: la funda- mentacién de Ja sociedad mediante el interés particular antisocial. Los momentos que tenemos que considerar son: en primer lugar, la propensién al intercambio (cuyo funda- mento se encuentra en el egoismo) es considerada como fundamento o efecto recfproco de la divisién del tzabajo. Say considera el intercambio como no fundamental para Ja esencia de Ia sociedad. La tiqueza, la produccin, se explican por la divisién del trabajo y el intercambio. Se concede el empobrecimiento y la degradacién de Ia scti- vidad individual por obra de la divisién del trabajo. Se seconoce que la divisién del trabajo y el intercambio 176 Karl Maix son productores de la gran diversidad de los talentos Aurmanos, una diversidad que, a su vez, se hace stil gra cias a aquéllos. Skarbel divide las fuerzas de produccién © fuerzas productivas del hombre en dos partes: 1) Las individuales ¢ inherentes a él, su inteligencia y su eape- cial disposicién © capacidad de trabajo; 2) las derivadas de la sociedad (no del individuo real), la division del trabajo y el intercambio, Ademés, la divisién del trabajo estd limitada por el mercado. El trabajo humano es sim. ple movimiento mecénico; lo principal lo hacen las pro- Diedades materiales de los objetos. A un individuo se le debe stribuir la menor cantidad posible de funciones. Fraccionamiento del trabajo y con- centracién del capital, la inanidad de la producci6n indli- vidual y la produccién de la riqueza en masas, Concep- cia de la propiedad privada fibre en la divisién del trabajo, Dinero (XLT) Si las sensaciones, pasiones, etc., del hombre son no sélo determinaciones antropoldgicas en sentido estricto, sino verdaderamente afirmaciones ontolégicas del set (naturaleza) y si s6lo se afirman realmente por el hecho de que su objeto es sensible para ellas, entonces es claro: 1) Que el modo de su afirmacién no es en absoluto uno y cl mismo, sino que, més bien, el diverso modo de la afirmacién constituye la peculiaridad de su exis. tencia, de su vida; el modo en que el objeto es para ellas el modo peculiar de su goce. 2) Alli en donde la afirmacién sensible 5 supresién directa del objeto en sa forma independiente (comer, beber, claborar el obje- to, etc.), es ésta la afirmacién del objeto, 3) En cuanto el hombre es bumano, en cuanto es bumana su sensa- cién, ctc., la afirmacién del objeto por otto es igualmente su propio goce. 4) Sdlo mediante la industria desarro. ada, esto es, por la mediacién de la propiedad privada, se constituye la esencia ontalégica de la pasién area Tereer Manusctito 17 tanto en su totalidad como en su humanidad; Ia misma ciencia del hombre es, pues, un producto de la auto- afirmaci6n préctica del hombte. 5) El sentido de la pro. piedad privada —desembarazada ‘de su enajenacién— es la existencia de los objetos esenciales para el hombre, tanto como objeto de goce cuanto como objeto de acti. vided. EI dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posce la propiedad de apropiarse todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. La univer. silidad de su cualidad es 1a omnipotencia de su esencia; vale, pues, como ser omnipotente..., el dinero es el alca- Buete entre Ia necesidad y el objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre. Pero fo que me sitve de mediador para mi vida, me sitve de mediador también para la existencia de los ottos hombres para mf. Eso es para mf el otro hombre. iQué diablo! ;Claro que manos y pies, 9 cabera y tnercro sor tayos! Pero todo esto que yo tranguilamente gozo, ges por eso menos mio? Si puedo pagar seis potros, ¢No son sus fucrzas ritas? Los conduzco y soy todo un seffor Como si tuviese veinticuatro patas. (Goethe: Faxsto-Mefistéfeles) Shakespeare, en el Timén de Atenas: «jOro!, jor maravilloso, brillante, precioso! {No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconse- cuentes! (Simples rafces, oh ciclos purisimos! ) Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente (joh dioses! Por qué?) Esto va a aerancat de vaesizo lado a vuestros sacedotes y 2 vues tros sirvientes; va a retirar la almohada- de debajo de la cabeza del hombre mas robusto; este amarillo esclavo va a atar y desatar lazos sagrados, bendecir a los maldi- tos, hacer adorable Ja Jepra blanca, dar plaza a los ladro- 178 Karl Marx nes y hacerlos Sentarse entre los senadores, con titulos, genuflexiones y alabanzas; él es el que hace que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma y embalsama como un dia de abril a aquella que revolveria el estd- mago al hospital y a las mismas ilceras. Vamos, fango condenado, puta comiin de todo el género humano que siembras la disensién entre Ia multitud de las aaciones, voy a hacerte ultrajar segin tu naturaleza.» ¥ después: «jOh, wi, dulce regicida, amable agente de divorcio entre el hijo y el padre! jBrillante corruptor del més puro Iecho de himeneo! {Marte valiente! jGalin siem- pre joven, fresco, amado y delicado, cuyo esplendor fan- de la nieve sagrada que descansa sobre el seno de Diana! Dios visible que sucldas juntas las cosas de la Natura- leza absolutamente contrarias y las obligas a que se abracen; ti, que sabes hablar todas las lenguas (XLII) para todos los designios. {Oh, ti, piedra de toque de los corazones, piensa que el hombre, tu esclavo, se re- hela, y por Ia virtid que en ti reside, haz que nazcan entre ellos querellas que los destrayan, a fin de que las bestias puedan tener el imperio def mundo...!'» Shakespeare pinta muy acertadamente la esencia del dinero. Para entenderlo, comencemos primero con la ex- plicacién del pasaje goethiano. Lo que mediante el dinero es para mf, lo que puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, ¢s0 soy yo, el poseedor del dinero mismo. Mi fuerza es tan grande como lo sea Ja fuerza del dinero. Las cualidades del dineto son mis —de su pascedor— cualidades y fuerzas esenciales. Lo que soy y lo que puedo no estén determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comptarme la mujer mds bella. Luego no soy feo, pues el efecto de Ia fealdad, su furerza ahu- yentadora, es aniquilada por el dinero, Segin mi in vidualidad soy tullido, pero el dinero me procura veinti- cuatro pies, luego no soy tullido; soy un hombre malo, sin honor, sin conciencia y sin ingenio, pero se honra al dinero, luego también a su poseedor, El dinero es ef ‘Tercer Manuscrito a bien supremo, luego es bueno su poseedor; el dincro me evita, ademés, Ia molestia de ser deshonesto, luego se presume que soy honesto; soy esteipido, pero el dinero es el verdadero espiritu de todas las cosas, gcémo podria carecer de ingenio su poseedor? El puede, por lo demds, comprarse gentes ingeniosas, ¢y no es quien tiene poder sobre las personas inteligentes més talentoso que el ta- lentoso? Es que no poseo yo, que mediante el dinero puedo todo lo que el corszn humano ansfa, todos los poderes humanos? ¢Acaso no transforma mi dinero todas mis carencias en su contrario? Si el dinero es el vinculo que me liga a i vida ie na, que liga a la sociedad, que me liga con la naturaleza y oe a coer. eno es el cs el vinculo de todos los vinculos? No puede él atar y desatar todas las atadu- ras? ¢No es también por esto el medio general de se- paracién? Es la verdadera moneda divisoria, asi como el ‘verdadero medio de unidn, la fuerza galvanogutmica de la sociedad. ‘Shakespeare destaca especialmente dos propiedades en el dinero: 3 °) Es la divinidad visible, Ia transmutacién de todas Jas propiedades humanas y naturales en su contrario, la a e inversién ie de todas las cosas; her- las imposibilidades; mio) Es la pata sniverea, el universal aleahuete de los bres y de los pueblos. hone insets y Tonk de todas las cualidades hu- manes y naturales, la conjugacién de las imposibilidades; Ja fuerza divina del dinero redica en su esencia en tanto que esencia genética extrafiada, enajenante y autoenaje- nante del hombre. Es el poder enajenado de la buma- nidad. Lo que como hombre no puedo, lo que no pusden mis fuersas individuales, lo puedo mediante el dinero. El dinero convierte asi cada una de estas fuerzas esenciales en lo que en sf no son, es decir, en su contrario. Si ansio un manjar o quiero tomar Ia posta porque no soy suficientemente fuerte para hacer el camino a pie, el di- te Karl Mare nero me procuta el manjar y Ia posta, es decir, transus- tancia mis deseos, que son meras reptesentaciones; los traduce de su existentia pensada, representada, querida, @ su existencia sensible, real; de la representacién a la vida, del ser representado al ser teal. El dinero co, al hacer esta mediaciGn, la verdadera fuerza creadora Es cierto que la dersunda existe también para aquel que no tiene dinero alguno, pero su demenda es un puro ente de ficcién que no tiene sobre mf, sobre un tetcero, sobre los otros (XLIIT), ningtin efecto, ninguna existencias que, por tanto, sigue siendo para m{ mismo irreal sin objeto. La diferencia entre la demanda efcc. tiva basada en el dinero y la demanda sin efecto basada en mi necesidad, mi pasién, mi deseo, etc., es la dife- rencia entre el ser y el pensar, cntre la pura representa cin que existe en mi y la representacién tal como es para mi cn tanto que objeto real fuera de mi. Si no tengo dinero alguno para viajar, no tengo ninguna nece- sidad (esto ex, ninguna necesidad teal y realizable) de viajar. Si tengo vocacién para estudiar, pero no dinero para ello, no tengo ningune vocacién (esto es, ninguna vocacién efectiva, verdadera) para estudiar. Por el con- trario, si realmente no tengo vocacién alguna pata cstu- diar, pero tengo la voluntad y el dinero, tengo pata ello una efectiva vocacidn. El dinero en cuanto medio y po- der universales (exteriores, no derivados del hombre en cuanto hombre ni de la sociedad humana en cuanto so- ciedad) para hacer de la representacién realidad y de la realidad una pura representacién, wansforma igualmente las reales fuerzas esenciales bumanas y naturales en putas Tepresentaciones abstractas y por ello en imperfecciones, en dolorosas quimeras, asf como, por otra parte, trans. forma las ineperfecciones y quimeras reales, las fuerzas esenciales realmente impotentes, que sdlo existen en la imaginacién del individao, en fuerzas esenciales reales » poder real, Scgin esta determinacidn, es el dinero la in. versién universal de les individualidades, que wansforma en su contratio, y a cuyas propiedades agrega propicda- des contradictorias. ‘Tercer Manuserita 181 Como tal potencia ee el ioe eee fa el individuo y contra los vinculos sociales, etc., que ae dicen escnciales, ‘Transforme la fdelidad en inf lelidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtnd en vicio, el vicio en virtud, el siervo en sefior, el _Sefior en siervo, la estupidez en entendimiento, el entendimien- to en estupidez. : Como el dinero, en cuanto concepto existente y activo del valor, confunde y cambia todas las cosas, es la con- fusion y cl trueque universal de todo, es decit, el mundo invertido, la confusién y el trueque de todas las cuali- dades naturales y humanas. fs ‘Aunque sea cobarde, es valiente quien puede comprar Ja valentfa. Como el dinero no se cambia por una cuali- dad determinada, ni por una cosa o una fuerza esencial humana determinadas, sino por la totalidad del mundo objetivo natural y humano, desde el punto de vista de su poseedor puede cambiar cualquier propiedad por cual- quier otra propiedad y cualquier otro objeto, incluso los contradictorios. Es Ia fraternizacién de las imposibilida- des; obliga a besarse a aquello que se contradice. Si suponemos al bombre conto bombre y a su relacién con el mundo como una relacién humana, sélo se puede cambiar amor pot amor, confianza por confianza, etc. Si se quiere gozar del arte hasta ser un hombre artistice- mente educado; si se quiere ejercer influjo sobre otto hombre, hay que ser un hombre que actiie sobre los otros de modo realmente estimulante ¢ incitante. Cada una de las telaciones con el hombre —y con Ia naturaleza— ha de ser una exteriorizacién determinada de la vida indi- vidual real que se cortesponda con el objeto de la vo- Juntad. Si amas sin despertar amor, esto es, si tu amor, en cuanto amor, no produce amor recfproco, si mediante tuna exteriorizacién vital como hombre amante no te con- viertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia. 18: 2 Karl Marx Critica de la dialéctica hegelic ic Kis de a aes teens de ta filosofia (VI) Este punto es quizé el lugar donde, para dimiento y justificacién de lo dicho. ee tat aigh nas indicaciones, tanto sobre Ia dialéctica hegeliana en general como especialmente sobre su exposicién en la Fenomenologia y en la Légica y, finalmente, sobre 1a relacién con Hegel del moderno ‘movimiento crftico. Ta preocupacién de la modema critica alemana por el contenido del viejo mundo era tan fuerte, estaba tan absorta en su avunto, que mantuvo una actitud totalmen- te actitien respecto del método de criticar y una plena inconsciencia respecto de la siguiente cuestién parcialmen- te formal, pero realmente esencial: gen qué situacidn nes enconramos ahora frente la dialéctica’ hegeliana? @ inconsciencia sobre a relacién de la criti con la filosotia hegeliana en general y te Bees en particular cra tan grande, que critics como Strauss y Bruno Bauer (el primero completamente, el segundo ’n sus Sindpticos, en los que, frente a Strauss, coloca la autoconcienciay del hombre abstracto en lugar de Ia sus- tancia de la «naturaleza abstracta» “ e inchiso en el Cris- tienismo descubierto) estén, al menos en potencia, total- mente presos de la égica hegeliana. Asi, por ejemplo, we dice en el Cristianisno descabierto: «Como si la auto- Conciencia, al poner el mundo, la diferencia, no se pro- dujera a sf misma al producir su objeto, pues ella suprime * de nuevo la diferencia de lo producido con ella misma, pues ella s6lo en In produccién y cl movimiento es ella toisma;, como si no tuviera en este movimiento sy fn lidad» ®, ete., o bien: «Ellos (los materialistas france ses) no ban podido ver atin que el movimiento del uni- vetso sélo como movimiento de la autoconciencia se ha hecho, teal para af ya Hegedo a Ta unidad consigo mis: mo» “. Expresiones que ni siquiera en: la terminologia fmuestran una diferencia respecto de In concepcién hegelians, sino que més bien la repiten literalmente. ‘Tercer Manuscrito 183, (KIL) Hasta qué punto era escasa en el acto de fa ct tig (Booer, Los sindpticos) a conciencia de su relacién siete dialéctica hegeliana, hasta qué punto esta con: oe cia no aument6 incluso después del acto de la critica iercrial, es cosa que prueba Bauer cuando en ou Brent ane la libertad rechaza Ja indiscreta pregunta del se si Seappe: «2Qué hay de la Wépica?», remitiéndola » Tos criticos futuros ". ‘Pero incluso ahora, después de que Feuerbach (tan- to ca sus wTesis de los Anekdoten como, detelladamen: 10 ee a Filosofia del futuro) ba demolido el micleo de Ie vieja dialéctica y la vieja filosofia; después de auc, pet ta vieia dp, aquclla critica que no habia sido capaz de oon hecho, Jo vio consumado y se proclamé cx, Tea pare, decisive, absolute, llegada « claridad consig misma; después de que, cp su oxgullo espiritualista, 1¢- ajo ei movimiento histérico todo a la relacién del mun, qertque frente a ella cae bajo Ia categoria de. «mases) do atta misma y ha disuelto todas las contradicciones dogmiticas en Ja tinicu contradiccién dogmatica de su eapia agudeza con la estupider del mundo, del Cristo ae eee ja Humanidad como el . Moses Hess es también probablemente el autor de la V parte de la Ideologta alerena. Su ruptura con Marx, a cuyo penstmiento aports, entre otras cosas, la categoria de Entfremd- dems, ©. menos i uso para la erica de Ia economia y Ia poll ica, se produjo entre 1852 y 185+ Yat Aneledote ‘ur nenesien deutschen Philosophie sd Pa blizistikt comprenden dos volimenes editados por Arnold Rage, también en Suiza, en 1843, en los que se recogen Jos articalos destinados a los ‘Deulsche’Jabrbiicher, editados por el mismo ‘Ruge, que Ja censura prusiana rechaz6. z PY ET pimrafo entre corchetes aparece en el Manuserito tacha do por Mane con lineas vertiales td Notas a5 Prinser manuscrito Simple bumanidad, Marx se refiere a un_pasaje de'Le rigue- aa de las naciones que aparece en el vol. I, pag. 138 de la eclicién francesa en 5 voliimencs hecha por Gathier (Paris, 1802), con atreglo a Ia cual dl cita, 2 “Smith, I, 183 2 Smith, 1 159 y ss, g., Se fefiere naturalmente a A. Smith, quien hace a afisme- ci6n que sigue en el vol. I, pig, 129. * En sus cuadernos ‘de’ festimenes, al comentar ta cea de ‘Me Gulloch, Marx insiste sobre el tema diciendo (MEGA, 1, 3, pigina 356) la idea que’ Marx quiere ‘exprom> am Mae tepite aqui el samiento de Feuerbach quien en Le exgnce del Cristantimo, Cap. I, attra Geant vaca Te ida, tanto, mas pleno,’ vente nids conciete ee Eee, Meee de tral se ela conte iy dad ae Hes G8 DI EL pobre tiene “un “Dios th *® Marx no utiliza aqui la expresién an sich (en si), que en | tetminologfa hegeliana se opone al fir sich (parm sf)’ sine Jot sich, que literalmente significa junto a sf, consigo, en casa, libre de toda determinacién externa (N. del T) Zu Hause, liveralmente, en case i ™ Cf. Feuerbach, Principios de la Filosofia det futuro, pig. 53. % La idea del hombre como ser genérico que Mark dontrclig jar, a fenfa de Feuerbach, quien fa expone’ principale en 1a introduccién y los dos primecos capitulos de La°esmen: Sot Gristhantsmes * A sta altura aparece en el margen puiente frase que M , Ta afi ee de que Sire se apropia de Ja naturaleza mediante 1a turers mise, ce le ensjeoe 7 Esta frase roduce casi literalmente otra que Hegel es. exibe en su Fenomencloia de! Espiritu (ed, Holes, 147) pun Pesaje correspondiente a la famosa edialéctica def sesor 3 cl siervor que evidentemente Marx. sigue aqui muy de cerca (Nat) Notas 27 Segunto manwscrito due ona {i Nets Poor Law o Nuews Ley fe Beer on oe tlt de 1681 Hberands a tae parse oes Ste de abaitttnet 2 08 pobres ycreando fatoduas de © eases Sgt PoPulammente llmadas eBaceeg que Dickens dew is Olver Tiga Gomentando la labor’ de lor een crayon at ey. Trevelyan (British, Hise igo GE rd ah 25d, 190g Bay ee ta A the oth decididos a que la suerte del pobre fuera cl q kl cultvador independiente, Como, Sei mejorar Ia condicion de te, Mice aquéls, (N, del EB) Ge Sts escuela, que recié en Francs ey et ie, Qucenny, Bauer. Mercier dle Revit, pole XY tek pack nena de Mirsbeaa’ y Tongor” Sopen ce Némeus, Duede vere en castelano el pabsio de Garcia Pelayo eda bre 19) OEY co Monede y Crddie, SoD? tha eat bre’1945)."(N del BS Taioeen a (ae Tercer manascrito derane” 1p igh, S2mOmIct dominante en los dpe atom, oe de aH 2 al tt eye, racer Pe eset ; imiento del pafs mediante eer ai metals eredeslva, due atrojase. sempre un mk eine alt lente libro. de Fleckec or eens ae ee 1G, ESR: as version cacellans fesias soe ou dF Cee ae Mio. (N, det E.) pe fe gee ce Gilles, de Ja Looncxnti | Paltesy Reqt 4 siner Kriie der’ Netionelitovorey rat oHtea> det prsneles PestichePrenshische Jabroncher i Publicado en icdad tie, de M Hess a que Marx se refere dice asl; «La ropieded material et ef eee Mas sspfritu hecho tea fie 218 Notas Como el hombre no capta su exteriorizacién mediante el trabaio ‘como. su acto libre, como su propia vida, sino como algo mate tialmente diferente, ba de guardarlo también para sf para no petderse en Ia infinidad, para Megara su ser para sf. La propie. dad, sin embargo, deja de set para el espftity lo que deberia scr si To que se eapta y se ase con ambas, manos como serpata-s! del espirity no es el acto de Ia creaciéa, sino el resultado, la cosa cteada; silo que se capta como concepto ¢s Ja sombra, Ia representackn del expsit, en defntivn, si Io ue es cqpts come pare-st es su serotro. Es justamente el ansia de ser, ce Seeley at ansia de subsstir como individuallded determinada, como yo Emitado, como ser finito, In que conduce al ansia de’ tener. ‘A su vez, son la negacién de toda determinacién, cl yo abstract y el comunicmo abstracto, Ia consecuencia de {a «cosa en six Yacfa, del ctiticsmo y de la sevolucién, del deber insatiefecho, los que han conducida al ser y al tener» (Philosophie der Tat, en hs Einwadawasaée Bogen, Erste: Teil, 1843, pig. 329), Marx trata muevamente de jas’ categorfas de tener y no tener en La Sagrade Familia, MEGA, 1, 3, pfs. 212. 5 + "Ea teoria de te sensbilitad y de la mediacign gue Marx desarrolla en estas péginas es la propia de Feuerbach. Vid. espe- galiemte Le Esencis del Crstonsme, Iotzodacisn ¥ Cansiato T i reforma de la Filosofia, tesis 1 Tee eeeterte Mfarfte Gel Faturn Mt 7 9 14. (N. del E) +E economista a quien Mars se refiere on este pérrafo y el siguiente es el mismo James Mill que antes cita, (N, de! E.) "La ata corresponds al lib. I, eaps. 2, 3 y 4 de Le riquess de tas naciones y en ella hay supresiones, resimenes, transpost clones, etc. ” Tratté d'Economie Polirique (3° edic., Pasis, 1817), tT, p& nas 300 y 76. = BN Tagore des richestes sociales fess age Uilomrit de Peconomie politique (Patis 1829), t. T, pig. 25 y ss. fi Seed Vconomie Politique (Batt, 1833), pég. 7 ¥ xe gientes y IT y st. we gusto, parte I, excena IV. , Timon’ de Atenas, acto IV, excena 3. Matx fuc desde joven un apasionado lector de Shakespeare, en cuya lectura lo inicié fd que después habia de ser su sucgro. Cita por Ia traduccién alemana de Schlegel-Thieck. (N. det E.) ” Sindpticos, TI, 88 42, 1. 5 Giclenime, Ae: 118. " Ibid, pis. é 3 causa, etc, pig, 193 y ss. Ba realidad ol pasaje nc se fee com Nats’ diss 4 Gruppe, sipo al telogo eae liao de derecha Matheinecke. in ‘La ctitica detaliada de estas categorias utilizadas por el grupo en torno a Bauer y la Allgemeine Literatur Zeitung la Notas 219 hizo Marx cn La Sagrada Familia 0 Critica de ta tea. (ie Ae a la critica crit "Marx hace referencia aqui a un articulo de Hirzel aparecido cn le Allgemeine Literatur Zeitung (cuaderno 5, pig. iyi guientes), cayo péerafo final dice asf: «Guando finalmente todo s¢ una frente a ella (y este momento no estd lejos), cuando todo. el mundo decadente Ia rode para el ditimo asalto, entonces e! valor y In significacién de Ia erftica habe&a encontrado su méximo reco. nocimiento. Y el resultado no puede semos ducoso. ‘Todo. termi- rnard en que ajustaremos cuentas con cada uno de Jos grupos y daremos sl escuad:Gn enemigo un certificado general ‘de’ indi- nencia.» "Feuerbach, Principios de la Filosofia del Futaro, § 5: sis Tommy suoUBIIT oToTICes E “Segkt ‘soume. soy 2p 87 wt epany xy wg “Siouason ap saKstasacs, Sem aon, an a te Gacoysce npn aun ee earn, Ne BPM Go cFBuoy “eeoeyop us soos — eueamiog ‘fpcoy-Hod :2Aneq-tres puOISTH emmpno/anre /eamnesent ago & epta 26 ee 239 ‘omoty> op oxpeat od oundey, eisumd fp aithosep SBusoy oy aqua ne bp ay a ae “oroopst ‘uo oojqerso sdGaqy aa Sonn “conn Cundro cronol6gico 2eRE sP8ug ws aproesoae Sees at Shp memog 2 soeng Suhted ‘ny © tends Ge ebp ssoieiy ol cue Bud ouFeICOD Tap tested sya “a 24 vpmiive vy ered petd a z mifox “py Aloe SamoKsI> Teg mpaeny “H ap upd 228 vost eamno /ayre femmeronry vago & epra 8, eae _ oe sapere asa RS Ge lepoonn or age 2h eee Uo eppeting ewer a 22h foxes xp, s-ousonor 1 i sont ie eas Te SU Om ofa anou OnTLNAL [39 Gone ene SL epury or A Soto eae “Sasso setmtiog a SS “eaueaons el apap set ‘AND S01 a0 York Fy ots 1B sete op enatnoud os Cuadro cronalégico apie J200 129 wpromsntnouy og exon, 499 4p ON TP piconry— (SEG SS PRES SH -muate sopetmn'sop v space MN Te SS pe ae eno nee ose 27 seostonng 22 pen oy aes ate Peo es ae Soret ap wed pw Cuadeo cronolégico CIE axg08 sei M08 my “otra hueci aapresy 232 ee ergo A epra, 1 motos ok anb_ ‘sims eels 8 ceases su “ojqnued pp sopediouud nao ehuisay. “euueg 2p enbup 29 oieusesy ‘Todorseq2s. 2b Suotindsg sings “320 upoy Ss saseyrdod sou Fruoxy 29 Pi ws PEPIN fowioa.y ep ondnuosuncseg— —auedosopid of ap Paces 12080) “aqpessey_vo> s8yids mppeiat ef Benue “LSM eiseg. auuaUems olen op “sous 2309 ofeqin p agiuard 2s oysnig UZ Boy St 2p BOLIap ese Roep fom: mayen P Cuadro cronels sma arpotta Te au Sew zser Su] ¥ stommpaose SpE UD Se] Jod opesone ons "sono euOIstEy eamyyno/oqre /eanyesenyy vago £ epi, 235 gespeoe wun op upepam. 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Hoa nara Casdeo cronolégico .. f 2B 251 El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid Ultimos titulos publicados Rent moderita to Stlecelsm de Robart Yabo ls Aruectogia De ie anteuaroe a Sandon Gide ‘123 Sigmind Freud Froyecto Ge a prteologia ara neudlogos ¥ 00s Brits $26 Unbsrio Fea, Furl. Golembo, FHanenco Aeron’, Giusy’ Sacco: Uitutva Ea Meda $325 Miche! Greran La ersts manda do ta ener Prog de’ Siecn Aten 528 Pater pn ‘m330 fb. Wopeward Histints ae ngatera SHS Arthur © Clare: Er Viante det sa Fitts Go la ora ospactel 582 Camila Joad Cela Sorbie, 1a 9599 Moen ede Herrerea )agulist 995 Condon Lowe: teatro dea personalidad +930 Nati rumaea centemeoriren Selecelon a Darie Nowacoane #507 H Sada ‘058 Gerad timate Esivens da polcsendisin y otoe nen ce aSiying sl2 get 80 Mar Gone Bei tee aay de 4) Dane usr eee in Movtulon Poel tr SSE +448 an Snot Teor neaion 8 Roger Main Du Gad tear bac $45 Art Kowa: PONTE Citar ln roc “6 en LD Marcel Prous Stiecclen" Petr uch ST aul arc UES drat wun Ha in we ne swe torte Sine mtn vs fae Abo ria Peis gto oats 9 Ann iene coast vse fing ra ee “at sees ae” wn or ae ee tt aera mate oo figs hae tt 50 Berit Orch: Metorias de tnenaue sP*oet Selenite American cena 2 ge Morin Dv Ge $<" eh verano de 1814 (primera parte) 199368 Georg Usha Breve historia dl socaiiene 500 Moe tu Historia‘ dela Vispentl *Smana ‘A566 Louis Avapon. Tempe de morte a vids enpsrimento Inacio "t68 Piero Fancast Sostoiogia del ate 19968 Llopt G. Paynel 1s ie mils te tn sooner pitino. secilions 9 hanes desinofados "0 Areologle dal feminieme Selecelon de’ aralia, S71 Ellot Branson, IWodiccién"s ta pstologla social veesra Jit Mt Bonde. 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Husoot le biowueda de cevteca 659 Dashill Haat: BFmjeme en Contnastt ‘sheae, e864 David Shub one 42 Jorge ose Bora: 103 ga ARO ae are ia soreia. neg, 1685 Adyar Kote Ebr de Ins tera vevenes tee nbn Ono esr Jenn Hott: ittracsa ot eacuete erwin: toe Unera de Carter ‘471 Jac London ElSiendo Blanca y otros cusrtos YP tone Aaimons ‘#8075 Josie Fender Santos Glortos comptes tere ince A. Hayek amine de! sardine ‘ener, w#574 Hermann Hesse: Guartos rt i bs tisealspol #001 Franke, Dorovan: Histo do fa bru wm ices do. poruasl6n seaenn Hormano Hesse: Ei"fege do Teo abaorios 624 Pautieo, Gara EBerins Session 46, 496 Stendhal: Ur Cara de. Parma eT fet ©. lene a SS a Sivtema del Clore von Bion svona Mary Burman, Jmol Beri. Meta aahtinnan Peter Stdwick Sompibeldn do For es9 1-0, Sanger, OSM ene ot coniene 'y R Ori ease noble, gelogcion y votes Sn ee ae oe owe ha enim? Aimatlo. ot dos. ¥ 31 eSPOSS fae, ee te St svn ema oe ome! swe tel ie rie os ce a ot etato cel oooh meen, hate tees sv Mote Se a ae re i vos liege cv ft Ean i Sake ate Ss eo, cele 7m TeMavolucton’ dl hombre: 08 BL. Stayanson Bi beieion Me. Hydo Or eer aesofacions 108 fotin Chiov: eMpaboten ne 8 rtisia aoloscerte 710 James M. Cate: El'canero siempre tame cos veres HT HS. Eysence Uiscs "abonos de in pomeoratta “112 Dimasa None: Aatteata peston 113 Women Serer tye" caplaltsm> veeert4 Juan Garcia Horceian: ‘Gites eampletse ‘cern Kenneth Clark ‘litaecion fa tune sworn Hernan fee #719 wWomer Heisenberg Enevenves 7 confersacioves ‘#710 Guy 60 Maupessant Gomolsste FAY etros cuentas ern AEB. Louwcat EF aso do Ghorles Dexter Ware sera, 40722 alea Verne: ‘atte il oguse de vje nubmarine seeerad fomalia de Cost Presta +725 Miguel de, Unarnun Paltajes gol ima ‘rm FF Cantar da Rol GosSiettshenlamty, dents Unerims, para eran Ht. 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