De nuevo gotean las claves de las estalactitas que se han formado en la cueva de
mi ser. Se asoman al interior de mi garganta buscando el fondo de las palabras no
dichas. A lo profundo han cado los recuerdos de donde el iris escala para llegar a ver un rastro de luz que ilumine el sendero de la corriente interna que se lleva los tesoros al sin fin del universo. Una de las grietas perfora la retina, por donde una luz, se filtra atravesando el tnel. Estallan gotas recortando las puntas de donde las palabras se caen. Una de ellas se aferra a mi vula, no puedo escupir. El eco se guarda en mi paladar y mi lengua prueba el sabor del silencio. Desde el abismo un arpn se sujeta de mis labios resecos. Una gota de sangre conoce la luz y se vuelve pintura en la tela que cubre un vago recuerdo de mi madre. Es como una reminiscencia del parto, de la creacin, de dar a luz. De all adentro, en donde todo es sordina y obscuridad, un rastro de vida se nutre en secreto y entonces me alimento de imgenes sin saber por qu, ni para qu. Slo por una extraa necesidad de darle tesoros a mi abismo, como un sacrificio que libere de mi cueva a esa palabra que se aferra en la vula, slo por no dejarse caer a la incertidumbre de lo impronunciable.