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la eflesign de la historia condcionads pe Escuela cle Ranke y en haber rel “filossficamente-tas premisas tolipica d tankeano de la historia. La Flistirica sco como el primer eanon amplio de lak historia moderna. At mismo tiempo, esta obrs representa sin punto central en el desarrlly de la Filosofia de la historia después de Mey, a cuss aatento estudiantes, ich Meinecke. £1 peculiar Mexiones materiales y forinale loot dle a*hstora que cenenra; oo Tiley. “Este Tibro gpqtine lg Tectionés diciadas poe Provsen’e'ahsemetr de verano de 1857 ne e it fran pablicadas por R. 1a Su edicién en exstellan cositye un valnso porte wl Rondeimiento de un cetfoug especialmente “fecundo del pensamicato alemén. ANSGAR SETS ES sete seein on it 5 = g Q = £ 2 a po EB g s 8 Fu, cH bien eine ee O et Te ESTUDIOS ALEMANES dn ditigida por Ernesto Garzén Valdés Coleccion Wieet Gutieres Ciraraet : HISTORICA Lecciones sobre la Enciclopedia y metodologia de la historia Johann Gustav Droysen Versién castellana de Ernesto Garzén Valdés y Rafael Gutiérrez Girardot eM. eoranies 1) Chote sea abbey qiiaaatoed tsnanid surest Boel Histérica, Lecciones sobre la Enciclopedia ¥ metodologia de la historia so del original stein Titer Vresmgen es Enea nd clog der eschchte FR oienourg Verlag, Munich Viena 1977 © Editorial Alta, 5. A., 1989 Ison; H.r220729 Depésito legal: 0-28.252-963 Representante para Espata altril Lats, S.A Constituctén,| Barcelona-lé Impreso en: Nova-gréfik. Recaredo, 4, local 20, Barcelona Printed In Spain INTRODUCCION Advertencia EI titulo bajo el cual he antinciado el presente curso da solamente: una perifrasis apoximada .de lo ‘que me propongo hacer. | + ‘ S No deseo presentar a Ustedes un panorama-de'lasi diferentes disciplinas que suelen contarse entre las. ue pertenecen al estudio de la historia, ni tampoco, luna indicacién (hodogética) de cémo se. puede y.se tiene que organizar este estudio, de cémo hay «que, ascender de una a otra grada.-:, vs ‘Mi finalidad es diferente; es, en otro sentido,.mas, prictica. oe Pal En nuestros eximenes académicos y de Estado, la; historia ha sido reconocida como una materia espe, cial; y el niimero de ‘quienes estudian historia, como suele decirse, crece continuament : sais éQué significa pues:. estudiar historia? ¢Qué se da. entender cn los exsmenes con la materia historia? iniendo del colegio, no se entiende otra cosa sino ue los acontecimientos mas importantes de todos los: tempos, propiamente los politicos, constituyen la his- toria. Aproximadamente lo mismo, sélo que con ma. yor profundizacién y especializacién, es lo que ofte. cen los cursos de la Universidad y, junto a ello, un cierto método de cémo, investigando uno mismo las fuentes y ejerciendo critica de fuentes, se pueden obte. er nuevos resultados. Teniendo en cuenta la gran am. plitud que ya tienen estas investigaciones, uno se habi. ta cada vez mas a no abarcar todo el campo de la his. toria, sino a especializarse, por ejemplo, a estudiar 7 o sélo la historia antigua o solamente la historia de la Edad Media alemana como si éstas fueran clencias es- peciales. ¢En qué consiste entonces el cardcter cientifico de estos estudios? En qué relacién se encuentra con este aspecto su método? Me parece ser de interés para todos aquellos que se dedican a estos estudios poner en claro y pregun- tarse por la justificacién de estos estudios, por sus relaciones con otras formas y direcciones del cono- cimiento humano, por la peculiaridad de su tarea, por Ta fundamentacién de su procedimiento. Son preguntas que hasta ahora apenas han sido con- sideradas seriamente; mucho menos en los efrculos de los historiadores. De ahf proviene el fenémeno poco agradable de que las otras ciencias no saben bien en qué situacién se encuentran con respecto a la nuestra y qué es lo que cae bajo nuestra competencia. De ahi proviene el fenémeno no menos incdmodo de que las otras ciencias recurren o bien a esto o bien a aquéllo de nuestro campo y dicen del resto que lo que queda de la historia pertenece a la fantasia o es una sim- ple acumulacién de noticias casuales y externas, o se refieren a ella con juicios igualmente peyorati El fin de este curso es dilucidar las cuestiones alu- didas y ofrecer, con ello, un panorama de las tareas de las ciencias hist6ricas y del modo como ellas tienen que solucionarlas. ‘Ante todo, gcémo podemos Hegar a hablar de his- toria y de ciencia de la historia? I. LA HISTORIA ° 8817 i EI punto de partida Yace en la naturaleza de la cosa el le Ia cosa el que no tomem: prestado de otras ciencias la definicién de nuestra fieacia y las reglas de su procedimiento, Pues con’elo locarfamos bajo sus no de sus métodon, ns Y Gependeriamos Si quisiéramos —tal como se exi i fe exige en nuestro tiem: po con frecuencia— tratar Ja historia segin el imétodo as ciencias naturales y decir que ella serfa cientifica solamente en la medida en que refiere el mundo: his- t6rico a la mecénica de los étomos, la historia seria solamente una de las ciencias naturales, Las ciencias naturales reconocen que ellas no estan en modo alguno ¢2 condiciones de aclarar, con su mecdnica de los sto. , todo lo que cae en el Ambito de la investiga eae Jods ls nel dmbito de la investigacién Si tal es el caso, entonces hi eel , entonces hay que encontrar’ para fat5 testo, por grande o pequetio que pueda ser, otras formas de conocimiento, formas tales que correspon- dan ada pecllaridad de los fenémenos que caben en c tan de esta peculiaridad, Menen que ser adecuadas. ae ,, Empiricamente, tal como quiere serlo nuestra cien- cia, no podemos hacer otra cosa que encontrar y tomer ‘uestro punto de partida en forma empirica, ig EngOMtEAMoS en nuestra representacién la palabra istoria, La utilizamos con un sentimiento aproximado de su significacién. Observamos, de modo igual a como tomamos conciencia de nosotros mismos, que’ lleva. ‘mos en nosotros una cantidad inconmensurable de re. 7 presentaciones, intelecciones, recuerdos, experiencias y certidumbres, que se refieren'a cosas ya no existentes, cosas pasadas, no como otras representaciones de 10, que atin es y se puede percibir por los sentidos —repre- sentaciones y recuerdos, cuyo resumen y actualidad abarca y determina nuestro yo, es el drgano de nues- tro querer y de nuestro poder ser o hacer. Lo que asf tenemos ya no existe externamente y de acuerdo a la realidad; se encuentra, puesto que en su ser externo ha pasado, sélo comd:recuerdo. y:-repre- sentacién en nuestro espfritu, tiene vida solamente allt yeatpartirsdevallf opera y coopera constantemente. ti€on lalpalabra:historia-damos a entender la suma désJocque:Iia acontecido-em el decurso del tiempo en Jamedidavy-hasta donde puede llegar. nuestro. saber de ello —asi como analégicamente utilizamos. la pala- brainaturaleza para aprehender todo.lo que’se encuen- tia-de alguna manera en el espacio, en la medida y hasta donide.aleanza ‘nuestro:saber y ‘nuestra investigacion deltodorellow. sisi wees pickets i (ee-Espacioiy tiempo). En este lugar. debo: formular tunarobservaciéri que tiene significacién elemental para nuestraveuestién: Se refiere al modo de nuestra per- cepcién’sensible,-es decir, empfrica; por ello es nor- mativa para'el’ modo de nuestro conocimiento empiric co. Es la as{ llamada energia especifica de, nuestros nerviosisenséreos tal como la:ha explicado la-mas re- ciente ifisiologia-(Wundt,: Physiologische. Psychologie, A878) 109 “aps > qj ‘ yy Bstavensefia que las’ sensaciones' que pertenecen a lob:rdiferéntes:inérvios-sens6reos.como,, por ejemplo, azul, dulce, caliente, sonoro, forman circulos, comple. tarnenterseparddos:.Las.mismas'oscilaciones cn el’aire que'sienterel-ofdo como: tono, las siente, al menos en os tonos:mas bajos; In:piel como revoloteo, el ojo como vibracién'de la cuerda: Cada unovde estos sentidos sien- tbrelrmismo:fenémeno de:manera:diferente; ‘cada uno ‘arsusmdnera. Y; por’ otra parte:“¢ada uno de-nuestros sentidos;scualquiera que: sea el estimulo, siente s6lo en sti dftculor de:sensaciotes. Asi,:por ejemplo, el es- timulo del nervio'éptico; sedréster rovocadoxpor.eb| tos iluminados'o mediante la presibn sdbrevdiportan © por medio'de éortiente: eléctricdy‘produce|solamente, sensaciones de tuz;' I bjo mismorder pornst{ndidifereny en de a rast ‘han surgide,los. estimulos; niedigni, ‘cuales: tiene! estas-sensaciones, Igitals: Al olde, con et isto, Bern very Saar seh Ast? que:las .cosas,!no:son,enishazules, alee scr lentes? Sonoras,sino-que, to la son In janes Ty calcasionan el efectoyew el sentido.correspondientes, lo causante-no es azul,-caliente, dulce, eteéiers.,0,s¢q, que la sensacién no.esi en, nuestra,alma.una Teprpquc, cién-reflejo de lo que ha operado sobt ella. sing up, sie, no que el sentido, envia al.cerebro, una seal sel hori acontecido. Pues. una reproduccion-retlejy ieeat eh ejanza con el, objet reflejado” hae igno no necesit per nia stn lo. sir, que impresiones nos desigiales. |,” Por subjetivos ui’ puiedain’s cit, por pertenecientes qué sacién de los sentidos, no ‘ aad algo aie aconlece¥ en'Chanig ipaiec tote ne de efectos producen’ énéada tino’ de’ 168seritids bs! ‘Trespondientes los mismos signos de su Ambito; 3078 pite siempre el efecto de igualés itnpeesibries Seed Ine sentidos y, su transthisign 'al"eerebro ton! Mb iste comibinacién’‘de' los: cortéspondiehtes"8ignée'S ah aap fazno"maduro ha sidd sentide'y pertibideresiidh ‘pee! Pico pot el ojo;'éomd diilee-pbr lod'nerviosidel busty como) suave'‘por-el sentido ‘del tactoy entonc¥sl en? todil mitads posterior ‘de un! ditaztio-miadirdve-repitet tt nuestra alma la misma combindcién-de' sigiios) y dsta combinaciones se'repiten'a pattir Hellos! elemehtos' tar Factebisticos:de' la: maduréz'de'la frutat?Ast como be 9 orientamos en la oscuridad con las puntas de los dedos para saber si los objetos que hay allf son superficies o Cuerpos, altos o anchos, si estén juntos o separados, y para ello hacemos operar los dedos como brazos mo- vibles de un cfrculo téctil, as{ también tientan nues- tros sentidos en los objetos que estén fuera y en nues- tro derredor, para recibir de ellos efectos que recibe cada uno de los sentidos a su modo y que envia al alma, y luego son sumados para encontrar la combinacién de signos externos que de ahf resulta. En estos signos y en sus combinaciones no tenemos reproducciones de realidades, pero s{ un sistema de percepciones corres- pondiente a las realidades, que es lo suficientemente movible, variado y fino como para poder acommafiar y observar lo que se encuentra en torno nuestro y en permanente cambio en la correspondiente variable com- binacién de nuestros signos. Por poco que naturalisticamente teneamos concien- cia de ello, en nuestro mundo de signos, y primera- mente sélo en él, tenemos todo el mundo de lo que es y de lo que acontece fuera de nosotros, asi como en la imprenta el impresor tiene en las letras de sus caias las palabras, las frases v libros enteros. Y en el per- manente palvar y percibir de nuestros sentidos, y en el siempre nuevo control de los sistemas de siznos en nosotros obtenemos no una reproduccién refleio de lo que es y acontece, pero s{ una representacién de ello, Ja cual te amplia y complementa y corrige incansable- mente. Tal es el fundamento de toda empirie. No es el mundo de los fenémenos el que nos da los signos, sino que la naturaleza, especialmente constituida de nues- tros diversos nervios sens6reos y de nuestra actividad espontdnea y peculiar, hace de los efectos sobre nues- tros sentidos y con estos instrumentos aquello. que re- sulta de estos efectos. Excitada desde afuera constru- ye el infinito sistema de signos, en los que se nos pro- yecta el mundo de los fenémenos sobre nuestra alma y lo repite a nuestro modo. ¥ en esta su actividad pro- 10 | pia se desarrolla nuestra alma como fuerza esponté hea} se convierte en espiritu. : _. Todos los movimientos de afuera que nuestro espt- itu asf percibe y ha percibido, los recoge él, los tiene Presentes, los descompone y los une seguin sus variadas ‘modalidades, entre Jas cuales son las primeras y mas generales su sucesién temporal y su proximidad espa- cial, Estas dos formas no resultan de éstas o de aque- Ilas sensaciones especiales sino, por as{ decirlo, de nues- tra sensacién total sensérea, de la sensacién de que nosotros mismos nos encontramos en medio de las Tealidades infinitamente dispersas e incansablemente ‘méviles, que nos mueven com ellas,y que, sin embargo, somos ah{ algo concent ui i Somos ah alg ado y cerrado, un punto firme, EI espacio y el tiempo, asf como todas las demés modalidades o registras en nuestra concepcién y en‘el sistema de sus signos no estan en modo alguno en cuian- to tales en el mundo exterior; allf sélo hay la infati- gable diversidad y el movimiento, las vibraciones dife- Tenciadas de tal o cual manera, que perciben nuestros sentidos como colores, calor, tonos, el peso como mo- vimiento inhibido de cafda, etc; como color, calor, tono, como peso, como espacio y tiempo registra nues. tro espiritu solamente las impresiones sensoriales re. cibidas, y tan sélo gracias a estas impresiones senso. iales logramos las diferenciaciones er diversos cold. Tes, tonos, etc., para las categorias, vacias en af,:de color, calor, tono. Re: El que concibamos estos efectos de las realidadé’s sobre nosotros primeramente segiin el tiempo y el es. Pacio y el que descompongamos nuestro sistema ide signos semin ello en dos grandes campos, tiene si ra- z6n en el hecho de que estas dos formas o registros te han mostrado como los més generales, como aquellos en los que se pueden subsumir todos los demas como el calor, los tonos, los colores, el peso, etc. a Pues las dos intuiciones espacio y tiempo abarcan las més amplias alternativas, y més ain: resultan’ser correlativas de manera tal que todo cabe para noso- u tros‘esuceo'estoro lo otros, de-lo cual tomamos no- ticia en la percepeién, Espacio, y tiempo: se:relacionan comoila’permanencia y. 1o-incesante, como: la: trang lidad yslalurgencia, comd-la:medida y lo desmesurado, cdmovla materiavy la fuetza.;Todo-movimiento;consis- teren que elitiempo supera siempre de nuevo'el. espa- cio: irertery' coloca:todo: en; el rfo del devenir +—el es- pacio tiende siempre demuevo a obstaculizar el tiempo solaménte! fugaz: parn-que Hegue asda tranquilidad del ser, para’ éxtenderl6 alll.-Pero-estas)intuiciones..gene- -ralesl espacior yi tiempo son vactas mientrasyno.reciban sun diséreto: contenido al-Ilenarins y:determinarlas con Jaipréximidad yjla-sucesién-de.los detalles, Determinar ‘Tansifcesién; ysla/proximidad: significa diferenciar,los detalles en el espacio y en el tiempo; y significa. decir no:simplémebte quesellas sonysino que son ahi. : + (@isLavduplicidad-del.ser,humano).-Un segundo. re- sultado: surge delestas:consideraciones. 1-2. 00 * -inmNuegtros$ertshurtiano,-la. condicién,de nuestro co- nbéer-yide-nuestrd saber, es-de una duplicidad clara- mente perfilada,-al.mismo tiempo sensitivo y espiritual, alrmismo tiempo colocada en medio.del mundo:incan- sablemente mdvil, y avla vez en_suespecie spiritual, ‘enssu, ser-Xo. recogido. y cerrado, frente,a dicha. du- Plicidadswirs. cams gin saat in ‘ueuBste ser-Yo mo es simplemente vida, tal como. tam- ign lastiene la, planta, no simplemente.alma sensitiva, -tal.como también la tienen los. animales, Por altamen- te dotados que puedan ser algunos animales, ningun Megaia.la altura det ser-Yo, hasta.el hablar, el pensar yotiingdn animal alcanza hasta-donde alcanzan nues- Sprasiobservacioness “in wenyinie i ot “ ‘Aristételes-dice (De. anima 11,,4.2)> el, animal pro- ‘duce, siempre un.animal, la planta, produce siempre una -planta,para que participen en el. siempre y en lo divino CGve 00, datjxal 206, Blow jerbxunt), Esto es que.en la con- tinuidad del, género, tienen, ellos su participacién: en\lo idivina y,en.lo eterno; el género es lo, duradero, la idea, qiue,sei fenomenaliza en el,animal y.en la. planta singu- ares, de tal manera que en todos estos fenémenos se repite eligénero.y decurre,periddicamente.,Aristiteles agrega: el animal y la planta, és deciryiel fendmeng gin; gular. individual, no-es un, «s{. mismo», sing,enciertg modo etx. airs, dé, oes, gict) no. segun,eli nimerg un uuno,,sino segiiny el géneroiun unos vin, avitozon w9 El género humano se caracteriza de manera.qnue% tay En-él domina: la tniBoous leas, stones, €lagrega constantemente un ctecimiento para s{,mismo)cgn cada nuevo _¢1 individual! fenémeno ,creanalgo.nuevouy:Un plus. El-hombce participa: en.loidivinoy ea loiaterng de un modo diferente a como;si.éL dejara animalmente s6lo. un elev aix6,.Pues lo humand: adquiere,-en,.cada nuevo individuo, una tniGonc, eg. aixs, x ellindividya.ey Por ¢so alguien dotado-de.propio valor, de:interés,indir vidual y:esencial tnsla:linea progresiva.del glesarzallo, Justamenté por eso-le es dado.la posibilidadde Jegatisu aixbrarev:en todo lo, que-rinde,yicrea, Ia, exprésion y la impresién, el reflejo de, su: mas.ipropio.sersi¥,-jus}a- mente su ser, creador y.récreadon de formas, pextenece a la consideracién histérica. También el hombra-posee un aspecto. creatural; pero.ellgenus: homo,no.les. sola- mente animal; éste su concepto naturalista:générico ‘no Ilena todo su ser como el de la planta o el animal; se podria decit que en vez del concepto de género le es propia la historia. ¥ los conocimientos1y:formnaiones del género humano, que se van sumando cada vez mds, sonisuicontenido.-. -in+, 2 srickrty utaugre mb perfilada duplicidad..deb sery.hu- mano fundamenta losigrandes, ambitos :de los cohoci- mientos cientificos que‘elabora:,el espititu:ihumano. Teniendo en: cuenta la: esencia .espiritual-sensdtea de huestro:yo, estos conocimientos! pueden tomax-su-pun- to de partida 0 bien:eniel,lado sensorialio bignelias- pecto espiritual; puedent ser. o! bien empiricos.ovbien especulativos, es: decir,.o bien.!de tal mmaneta: quen@l espiritd..se. dirige ,observando.einvestigahdo. hating mundo; exterior. 0. de:modo tal. que-el yd,pensante se aprehende’ y, se. profundiza.a.s{ mismo.en!la,plenitutl delicontenido.que ha.adquirido,No se;tratarporyciertp de una contraposicién de tipo objetivas, pued-en Jas 3 dos formas el yo cognoscenté es el mismo que actiia ¥ que es activo frente al mismo material, esto es, con los sistemas de signos que, producidos emptricamen- te, pero ordenados espiritualmente, estan combinados en nosotros como representaciones, palabras, pensa- ientos. ™Bneontrindose en medio del mundo de los fend: menos, el yo pensante puede aprehenderse y conocerse solamente en cuanto mantiene y desarrolla su contra- posicién con el mundo exterior, con el no-Yo. Y a su vez el yo pensante puede relacionarse em- piricamente con el mundo de los sentidos solamente porque se sabe espiritualmente uno y como totalidad y resume la variedad infinitamente dispersa de fuera como en un foco. Puede, a partir de este punto cen- tral, operar sobre el mundo exterior de modo conscien- te y finalista, al reaccionar segiin el mismo sistema de signos, que ha tomado de allf, mediante sus instrumen- tos senséreos, hasta donde ello es posible, extiende su periferia, 4 ‘As{ hemos logrado el punto de partida de nuestras consideraciones. Historia y naturaleza La pregunta decisiva es: zqué es lo que nos da la norma y por asf decir nos justifica resumir del ca0s, de las percepciones sensibles, las unas como historia y las otras como naturaleza? : Sabemos que todo lo que se encuentra en el espa- cio se encuentra simulténeamente en el tiémpo y vice- ‘versa, que las cosas no se dividen objetivamente fuera de nosotros en naturaleza ¢ historia, que tiempo y es- pacio solamente son las categorias mas generales se- gin las cuales descomponemos y podemos ordenar la suma de todos los fenémenos. Nuestra concepcién co Tocaré los fenémenos en una 0 en otra serie, segtin le parezca que lo mas importante es el momento:del tiem- po o el del espacio. 4 Sabemos muy bien que también el sol, la luna y las estrellas, que también la piedra, la planta, el animal: se encuentran en el tiempo; pero para la piedra, tal como ella es, el tiempo tiene, cuando més, la signifi- cacién de que la va desgastando. La planta y el animal tienen un decurso temporal, pero el trigo, sembrado en la tierra, se convierte mediante y a través de la es. piga, del florecimiento, en una repeticién de los mis: mos granos. Y de manera semejante acontece con el animal y con la vida toda de la tierra, con el mundo sideral, en el cual Jo esencial es su regular ascenso y descenso. El momento del tiempo se descompone en estas configuraciones en iguales y reiterados clreulos © perfodos, tal como los Hama el algebra. Para la vida individual del animal o de la planta no tenemos otra comprensién que la de los perfodos que se repiten en ella, que su materialidad, que las leyes fisicas y quimi- as que actiian en ellas. Nuestra investigacién sobre , tllos sélo busca la mecénica de los Atomos que los hace ser y llegar a ser como son. As{ pues, en los fenémenos de esta serie comprendemos solamente lo permanente, lo material en lo que se cumple el movimiento, la regla, la ley, segun la cual se cumple; buscamos lo igual en el cambio, lo que permanece en la modificabilidad. El momento del tiempo nos parece aqui secundario, Pero Ja inteleccién general del espacio adquiere aqui su con. tenido discreto, el de un ser que se extiende infinit mente; la totalidad de los fenémenos del ser que Ros aparecen de tal manera y Ia totalidad del devenir ue se mueve en cfrculo la concebimos como naturaleza, En otros fenémenos consideramos que lo més im. Portante es lo que se modifica en lo permanente, lo que cambia en lo igual. Pues ah{ vemos que en ei movie miento no se vuelve siempre a las mismas formas, sino que se configuran siempre nuevas y més desarrolladas formas, tan nuevas, que la materia en la que aparecen se convierten en un momento secundario. Aqui vemos lun permanente devenir de nuevas formaciones indivi. duales. Cada formacién nueva no es meramente dife. rente de Ja anterior, sino que parte de la anterior 5 yidsté'conidicibnada por'clla, de:modo que ella supone lastanteriores'y'llas'tiene: idealmente’en s{j'continuén- dolas'y"ent la continuacién,anticipando ya: la" subsi- siiente configuradign!) 0 61 6 oes Hat “Es tina’ continuidad ‘en la qué cada etapa’ se am- plia ¥-complemerita por la’posterior (EnlBoore tle airs), una continuidad en la que se suma toda la serie de con- iguraciones vividas'en resultados progresivos y en la ue'eada*una de*las' configuraciones vividas aparece comié‘unl’ momento dela suma en deveriir:* Enesta in- cansable sucésién, ‘en esta continuidad que va ascen- diendory'aumehtando'en s{ misma} logra'la inteleccién gefieral ‘deltiemipo' su contenido discreto, el de una se- rie’ inflnita’de devenit: progresivo. La totalidad de los fetlémenos'del-devenir y del progresar que’ se’ nos pre- sentartide'tal manera’ la concebimos'como historia. ‘También en’el 4mbité que concebimos como natura lezavvhay-'seres individuals,’ individualidades; es: posi ble due también para ellos haya un movimiento del pro- gtesary'una vida histérica, aunque desde un punto de vigta'que se’ ericutntra’Fucra’del campo de nuestro co- nocimiento’ humano:'En ta'medida en la ‘que humana: merlte'podemos'ver'y obéervar, sélo-el mundo huméno tidnd’ sta marca del desarrollo progresivo de Ia conti- nuidad-qué rece en si “Pues ‘asficomo:lo hacemos én‘nosotros: mismos) asf tambilri conocemos' en'todos'estds 4mbitos-huminos como''causa leficienteta’la'fuerzal-de'la ‘voluntad. ¥ la voluntad! tiefidé!é.un algo que tiene:que surgir prime- raménte} a’ una’ prodidcién: o:médificacién “que existe primero! sélo:de modo ideal:en nosotros; 'es decir, que ‘atin: nb existe shastat que: se hayaconvertido en hecho, es/decity que todo’acto de!voluntad’ tiende hacia el fur turo enicierto modo y-presuponeslo:presente y-lo’ pa sadojfun'acto de'voluntad que tiende a hacer que co- rresponda'al: pénsamientorur ser) enel cual’ él:tiene swrealidad’y sw verdad, para reacufiar el ser y:para re- cotifigurarlo de acuerdo con eite’pensdmiento, de modo’ qué! éste’Hegue a su verdad'en’el ser. Pues verdadero evel pensainiénto’al que'corresponde un set, yverda- 16 dero es un sor cuando corresponde’ al penisamiuntyp 2b Aqui lo que mueve'y opera no es la metaiica de‘loio Atomos, ‘sino la'voluntad ‘que’ emerge “del? ¥O2y.rqive €5 determinada por 41, y'la voluntad''codperanterde muichos, que tienen en cierto modo’en esta comtinidatl> en este espiritu'de familia en’ el’ espitritu coiticititariol ¥en el del pueblo, un Yo comiin; que se-compontit de manera andloga! ‘et % "0 ion tet no 9M Esto es lo que hace que el mundo huimanovseait mundo moral. Lo esencial del mundo moral es:laivos luntad y el querer, que es: individual, iestdves, dibre tal como es, debe ser un permanente tenderihacia lal perfeccién, un permanente progresar'y. que éstastans bien bajo:la.misma ley, aun!cuando. eb queret yilanvon luntad Ja dejen de lado y-la Violen:-is! jung tor sino El movimiento de este! mundo moral 16 tesiimimos, como historia. Y frente a los, fenémenos, que,,nuestra Percepcién empirica nos. proporciona desde estos.cany Pos, tenemos concepcionalmente una actitud, diferente, de Ja que tenemos frente a la naturaleza, yj... Cierto es que hay, también en, el émbito.de {a vida, humana elementos que son medibles, pondetaples cal culables, y éstos son justamente el substrato, oy 4s exactamente el material, en’ el qué’ s¢ ‘real lo guehacer humano hasta sus més altés, 96 jes pet mds, ates Scania Pues nosotros,’ los hombies;.n6"creattids" std Tor- mamos’y modelamos lo quie’ natural o histdrieanivnral devenido' encontramos® previainente dato!" Pet "estas circunstancias materialés’sori’las! Que 'mendé/agstaa'Tat estricia del mundo ‘moral! Ia que" metiod! dtansaro esclarecerla, 'y quien’ cree poder ‘dclaratlas'ton™ Ito! pierde de vista’o niega’lo eséheial: La'tiaderaytathio) alata de los'instrumentos;'la’'actisticd ‘de I0g"16ita'yt de los accrdes que se ‘producén edn dichés'instrunidlie tos;"no explican 'o, hacen’ inteligibletitia ‘ihforiierde Beethoven. El cdmpositor tiene estos''iedids ¥y ‘tated iales 'y' efectos’ acisti¢os para" producir’ uliifgon! qual no tiene analogia alguna en todo’ el ‘Ambito"'dé Tavera turaleza’ que, 'hacido ‘eh sur'alma, ‘prodtice'en ¢l'alma it de quienes lo escuchan con dedicacién aquellas sensa- ciones y representaciones que movian y Menaban su alma, Con estos tonos nos habla, lo entendemos en sus tonos y entendemos sus tonos a partir de Ia sensa- cién que expresaran en ellos y que provocan en todos los registros de nuestra alma la misma sensacién. Naturalmente —como se ha dicho— se puede te- ner en cuenta la modificabilidad y Ia serie de mo- ificaciones de las cosas que la concepcién expuesta designa como pertenecientes a la naturaleza, y conside- rarlas segiin el momento del tiempo; y asi se habla de Ja historia de la tierra, de Ia historia evolutiva de un animal, de la historia de los terremotos, de la historia natural. Pero sé podré decir que todo eso es sola- mente vel quasi historia; historia en sentido eminente es s6lo la del cosmos moral, la del mundo humano. Por otra parte el hombre singular vive solamente su tiempo y muere; considerado corporalmente tiene 41 también s6lo un ser periédico. ‘También el pueblo singular no sobrevive eternamen- te, sino que se transforma; asf como tiene su juventud, asf también envejece y muere. La vida en Ia historia no es solamente una vida pro- gresiva; la continuidad se muestra aqui y alli interrum- pida, saltando y, en algunos perfodos, regresiva. . Ciertamente; pero saltando sélo para proseguir all{ Jo que se ha comenzado aqui; regresiva sélo, para pe- netrar de-nuevo con doble fuerza. ¥ con frecuencia se muestra que un pueblo, en la tensién suprema de sus fuerzas intelectuales, se agota, como un campo de la- branza que ha sido agotado por cultivo exhaustivo, de modo semejante a lo que acontecié en Italia en las postrimerfas del perfodo imperial. Cuando entonces sobre el campo yermo surgen nuevas formaciones, que recubren las ruinas y los restos del viejo y los acogen, vuelve a restablecerse la continuidad; y el compren- der Jos hilos y el tiempo del campo yermo es también importante y seductor para la investigacién. Esto para indicar cémo la idea de la continuidad 18 también puede ser y es vélida para nosotros all{ don- de ella parece cesar, 9 En esta serie de cuestiones previas elementales me- Fece atencién otro punto. Las configuraciones y los movimientos del mundo moral a los cuales se dirige y aplica la empirie hist6- rica son comprensibles para nosotros, segin se ha dicho, y ademas son accesibles en grado creciente, y ‘mayor atin que las del mundo natural porque nosotros en cuanto percibimos no sélo recibimos signos, sino impresiones y expresiones del mismo sistema de sig- ‘nos con los que nosotros mismos trabajamos. Esta congenialidad, esta igualdad en los signos y en los registros con los que aprehendemos las percepcio- hes sensibles, en los reflejos y repercusiones con’ los que el Yo se manifiesta hacia afuera, es comin a todos los hombres y es lo peculiar del género humano. ¥ por €s0, lo que los hombres han hecho en todo tiempo y en todo lugar percibiendo, pensando y hablando, querien- do, actuando y creando, es una totalidad, una continui- dad, un haber comin, un permanente trlSors ale abcd, ¥ el motivo por el cual tenemos la necesidad de tomar sonciencia de esa continuidad es porque cada uno de flsotros tiene su parte en Ia misma, Cada uno en su lugar no es solamente la simple suma de lo que se ha vivido y elaborado hasta , sino un nuevo cosense de trabajo subsiguiente; y justamente por eso él es ecesarlo en el lugar que ocupa y es necesaria'y tiene valor y significacién su peculiaridad. Su valor y su, im. Portancia se determinan segiin la forma como él segin su peculiaridad, por amplia o estrecha que ella sea, si- gue trabajando. Ast él y cada uno y todos. No sola. mente lo pueden, sino que lo deben hacer, pues ésa es su esencia; cada uno es s6lo un Yo en la medida en la que él es ast y ast acta. Si no quisiera vivir segiin éste su deber, se mantendria en su esencia y en su profesién, se perderia, valdria slo como material y masa, no como un Yo pleno y concluso, como perso- iad. Podriamos decir: cada individuo es un resultado w histérleo. No-segiin suyaspecto creatural; segiin éste se encuentra en los contextos que hemos resumido bajo el concepto de naturaleza; al menos bajo este concepto, debe ser comprendido, tiene que serlo, por ejemplo, por unraédico, Pero,.desde el momento de su nacimiento, actiidn sobre él'factores imprevisibles de aquella gran edntinuidad de la:empirie histérica. Inconsciente atin, recibeuna.cantidad de influencias de sus padres, de susi-disposiciones espirituales y fisicas del ambiente del paisaje, climatico y etnogrAfico. ‘yisNace en lo ya.formado, en las realidades histéricas de su pueblo, de'su-lenguaje, de su religién, de su E: tado, de todos sus registros ya claborados y de su si tema: de: signos.con, los. que se concibe, se piensa y se! habla, en todas las nociones y representaciones ya desarrolladas que son\el fundamento, del querer, del quehacer:y, del configurar. Y tan sélo por el hecho de que el,novato.que-asi nace, aprende lo ya adquirido y ovinfinito’ y. sedo apropia, lo suma de nuevo y cons: truyevall{.su propio: Yo;,sti ser més interior y propio 4Sevencuentra muy. mezclado con lo devenido histéri mente en'su contorno; de esta manera, de modo seme- jantea como hace intervenir sus érganos y miembros, adquiere-asf una vida superior a la creatural y animal, adquiere'vida humana. «, ‘w:Con.sw nacimiento, no se encuentra ya en el pleno aqul y:ahora, en el presente vivo del ser humano. No ‘ee cegun. cu posibilidad; para ser un hombre tiene que Megat a serlo; y lo es sélo en la medida en la que entien- sda, cémo; llegar, a,serlo,y. cémo ser més hombre. Por 50, los-hifios .no' son adultos. diminutos, no’ se dife- réncin’ cuantitativamente de los adultos} un nifio es cualitativamente, algo diferente que el puber, que el ‘Notnbre: Este es un principio fundamental de Ja educa- cién,.y noshay, nada. més desafortunado que cuando rella lo olvida, como acontece con demasiada frecuenci: ‘ea:situaciones. de; supercultura. El nifio se mueve. pri merg hacia este contenido rico. del. presente, y ‘este presente es la suma de infinitas experiencias vitales shist6ricas. El nifio tiene que repetir interiormente esta "20 experiencia vital, y con.Ja-primera palabra que.apren- de'a oir-y. a.repetiricomienza esta. experiencia.y.esta repeticién de ella. very cretiys ond whine vojullot olde ‘4 Mediante-el hecho: de.que ‘cada uno, se.cologd.en el resultado de lo vivido por su familia, por su pueblo, Por su época, por siglos anteriores, por-lo.que ha,wi- vido la,humanidad mediante este hecho, trabaja,para ascender al nivel del presente devenido, mediante el hecho pues de que ¢l vive con conciencia la historia y Ia historia vive en su conciencia, justamente por eso se eleva desde la existencia meramente creatural a la existencia moral y espiritual que coloca al hombre por encima de la monotonia de la restante creacién y, en cierta forma, lo eleva del espacio hacia el tiempo, de Ja naturaleza hacia la historia, y lo convierte de en un tomo fugaz, situado en la simple periferia de los ava- tares del mundo fenoménico, en un punto central. Con buena razén los antiguos laman al ser hombre Ahumanitas, cultura. La cultura es de naturaleza absolu- tamente histérica, y el contenido de la historia es la humanitas en incansable devenir, la cultura progresiva, Con esto tenemos el punto que otorga a nuestra i su mAs propia significacién. La vemos ocupada con una tarea que pertenece especificamente a la natu- raleza humana, al ser del espiritu finito. El mundo hu- mano es de naturaleza absolutamente histérica, y en esto se diferencia especificamente del mundo natural. El mundo histérico es el mundo esencialmente humano; se encuentra entre el mundo natural y el sobrenatural, as{ como el hombre mismo participa de los dos por su esencia sensorial-espiritual Y de manera més determinada: el cogito ergo sum no es un principio, sino un hecho, el primero de la serie de los que estamos ciertos. Mediante este hecho y tan sélo por él tenemos certeza de los fenémenos del mundo exterior que percibimos sensorialmente y que reunimos ordendndolos en nuestras formas de pensa- miento. Sélo el mismo cogito ergo sum nos da la indi- cacién y la seguridad de que as{ como nuestro Yo sin- gular hay millones de iguales Yo que estén con no- a. sotros, que estaban antes de nosotros y que contindan trabajando en una gran_continuidad; s6lo ejemplos, sélo reflejos, s6lo las epifanias provisorias de una uni- dad permanente que opera siempre, que est fuera del espacio y del tiempo; continuidad del ser supremo, tal como nuestro espiritt trata de conocerlo con su pensa- miento, tal como él se’ sabe seguro de clla en su fe Il, EL METODO HISTORICO §§ 815 . GEsté esta esfera de fenémenos que reclamamos para la empirie histérica en condiciones de requerir tun método cient{fico especial? ¢¥ qué elementos ofre- ce para desarrollarlo? : Naturalmente, los fenémenos de esta esfera hari sido concebidos de acuerdo con su especie, en todos los tiempos. Pero ello ha sucedido en cierto modo facti- camente, instintivamente. La conciencia de que es una tarea cientifica In de concebirlos de tal manera, y que esta tarea tiene que solucionarse metédicamente des- perté sumamente tarde; de la misma manera como los hombres durante much{simo tiempo anduvieron, habla- on y pensaron antes de que tomaran conciencia de las leyes de la logica, de la estructura y de las reglas de su lenguaje, de la fisiologia de su marcha, etc. No se puede decir que Ia Antigiiedad clisica, por excelentes que hayan sido las obras histéricas que pro- dujo, haya tenido conciencia de que la investigacion historia puede y debe tener su propio método. Aun Aristételes, quien también realiz6 muchas investigacio- nes histéricas, no consideraba a la historia como una ciencia y pensaba (Poética 9), que la poesfa es més filo- séfica que la historia, pues la poesfa dice lo general, x4 xaté.ev, y la historia sélo algo singular, t& tharwev Mr, Con él —en los Problemata XVIII Soa nl gdodovlay § 9 y 10, se designan dos cuestiones como Pertenecientes a la historia— y mds aiin en el siglo erudito que le sigue surge la filologta, con la cual, del conjunto del material hist6rico s6lo los escritos’son objeto de la investigacién, y lo singular, th xab' Fxactov, es lo vinico que fascina la atencién. * B En todos'lo$ ‘tiempos, la espéculacién, tanto la teo- s6fica como la filos6fica! ha’ intentado llevar la. voz cantante en los campos que pertenccen a la historia, y no menos en los de la naturaleza, hasta que la vuelta a los estudios clasicos en el siglo xv y el espiritu mas libre de la Reforma abrieron otros caminos. Pero, ape- nas se habla liberado nuestra ciencia del dominio filo- s6fico y teoldgico —el gran mérito del siglo xvi1t— cuando aparecieron las ciencias naturales pretendien- doaptopiarse de'ella’y dirigirla. Asi-como hace 50 aftos Ta “filésoftal) todavia'con’ toda’ Ia soberbia del dominio absbluto)"'afitmabal'giie ‘sdlo ‘ella ‘era'‘cientifica 'y"que la historia lo era en la medida en ‘que ‘sabe'ser filo- sOficabs{ también ahora! apaiecen, las’ cieticias natu- rale¥y sosticnén’que cientificd'es s6lo lo'que sé mueve cén'di"'método' de las ciencias natttales,'y la’ llamada’ fildsofia de Comte y de Littré adhiere a ellas, y Thomas Biickle éécribe trés tomos' para elevar por ést tamino ala historia, cond lo'dice, al rango de ciencia’ » | “NLbY"inétodos ‘cientificos son como los érganos de mulestta'"percepcién sensible:' como’ éstos,’ "tienen su enérgia’éspecifica, su ambito determinado, para él cual son adecuados;'y se definén'en su modo y aplicabilidad segiin diclio mbito! Ciertamente que el ojo'es'un or- gario-construido’ maravillosamente’ para’ su’ finalida pet6, {quign ‘habra de'firctender que lo’ que sélo’ puede ofr$ef"Olerse''y'gustarse’ haya de’ser percibido por via stilar? Cietto es"quie én, las'vibraciones ‘de una cuerda Puede Saberse'cuat bajo es un tono, pero el tond mismo NG puede’ verse,’ sino sélo las vibraciones que prodiicen eltonds"pues'la'facultad de percibir estas vibraciones cOmbtono s6lo"fa‘tienc'el ofdo. Si la ciencia natural nov estf ent'condiciones: de'aprehendér todo’segtin su ids dv hacerlo; ello ino significa que se pucda conchiir que‘ lo"demAs'no puede aprehendetse' cientificamente, qiiel-lalfragancia de"una rosa,'los tonos:de"tn violin no'pitedan'ser percibidos porque no'se los pPuede'ver. ‘Se’tienéi"para'‘elld’ otros ‘sentidas.” Y-si en'el mundo de'To¥* feriémiénds lexisten! aquéllos ‘ue 'se ‘¢ornportan irracionalmente frente 'a'los 'métodos de-las'ciencias a naturales, entonces hay que encontrar, para,ellosicpor Pocos o. muchos que: sean, ‘otras vias. de congcimiento, pues de’ otro modo no- podriamos.saber; a, paling’ huostras percepciones ejercidas; instintivamientey, qu hay. fenémenos que exigen una,empirie diferent dada de las ciencias:naturales. vr; ici saunileomn uli net Lo que ‘habri de importar,en el método,:histéric que buscamos. son Jos siguientes tres. puntos: sanving ile El-material: que existe para la empigie, his erica. ersten FF sativeeneen ob obnuet ~<.2.. El procedimientoimediante el cual obtenemos sultados a partir de este material histéricovihnsiqe lal 3. -Los:resultados logrados por este-medigy su) ts, lacién: con: los: hechos. sobre los que buscamos, ilus- traciéme i! oitst = yr dat 1nd 29 dup of toredoup ue nav EL matetial de “Ia’ ‘esnpirte historic: we a3 : wate re ota obinyab 19% “Nuestro Yo que se representa y coneibe,elymundo de Jos fendmenos dividido en tiempo y.espacio, yeven $u derredor, ‘de acuerdo al espacio,» ja, naturaleza en inmensa extensién; segin el. tiempo, le pertengce, arg s6ld el momento, el Yo vive sélo.en’ el momentoyijras si,:el infinito vacio.de lo- que ha pasado, y,ante, s.¢) infinito vacto. de. lo que.vendr4. 4° yy) ty brbiliory «Pero este vaclo hacia atras,lo llena el {Yo,icon«las representaciones de! lo. que fue, con recuerdos, cuales Io pasado le “es .no pasado; -y el, vacio Haale adelante lo llena con las esperanzas y los planes las representaciones de lo que queriendo preiendeare4- lizar 0 espera que otros realicen, fiw otnnsanoq, i Aquellas representaciones.de'lo que, fue,y,pas6, las tenemos, por lo. pronto, a través.de lo que nosotros mismos herios co-realizado y co-vivido. y, més-hacin atrds, mediante los recuerdos, de otros,-de nuestra, a- milia, de. nuestros. pueblos; ademés las tenemgs.enila plenitud de cosas:y:.configuraciones que..nos,rodean, en-nuestro aprender, en ntiestro idioma mismo,.qug con sus: contenidos de palabras. y representaciones,.s@.u¢- ‘monta a.pasados.recénditosia-. yy whut Jutitiqea 25 Todo esto lo tenemos, por lo pronto, de modo in- consciente y en cierto modo inmediato. Nuestro con. tenido espiritual es una inmensa cantidad de restos del pasado que se encuentran recogidos en nosotros aqui y ahora como nuestro mundo de representaciones. Tan sélo mediante un acto de reflexion nuestro Yo toma conciencia de que este su mundo de represen- taciones ha devenido, que esta construido estrato tras, estrato, que es de naturaleza histérica; que en este mundo de representaciones el Yo encuentra su mayor Parte como dado previamente, heredado y a través del aprendizaje se lo apropia; que este nuestro Yo esta determinado por este mundo de representaciones en sus opiniones, juicios, aspiraciones, en sus nociones de lo que es bueno, justo, verdadero y bello, en su querer y en su quehacer; que nuestro Yo esté determinado en su ser y quehacer sensitivoespiritual por este su ser devenido, por este su contenido condicionado his- téricamente. 0 cuando Kant en su Critica de la razén ura, en su teorfa del conocimiento, lega al resultado de que el espiritu pensante no logra llegar al s{ de Jas cosas, a su certeza, en tanto que en la Critica de la razén prdctica, demuestra que nuestro querer libre est determinado por la certeza incondicional y por la realidad del conocimiento y que se conserva en el con- cepto del deber, es este contenido histérico de nuestro Yo, por ast decirlo, el que hace desaparecer esta apa- Fente contradiccién. Pues en el pensar de la razon pura el Yo hace caso omiso de este su contenido y trabaja sdlo como Ia fuerza Idgica de este individuo Pensante, mientras que en todo actuar entra en vigor el contenido total del Yo, tal como ha sido histérica- mente condicionado y devenido y a partir del cual queremos, obramos y operamos. Aquellas certidum- bres de la razén prictica son las elaboraciones de la historia, los resultados de la tnléoowr els ated, que con- vierte al mundo histérico en mundo moral, Précticamente vivimos, actuamos y creamos conti- nuamente a partir del contenido total de nuestro ser spiritual, y todo presente esté leno de cooperaciones y reelaboraciones de finalidades, de intereses y activi dades de inntimeros seres humanos igualmente movi- dos, cada uno de los cuales est4 determiriado en forma: andloga por el contenido devenido de su vida moral! espiritual. Y asf como hoy y ayer, ast también desde. hace siglos y milenios; y este movimiento del mundo humano ha proseguido en incansable continuidad has- ta el aqutf y el ahora. Si ahora el espiritu humano comienza a reflexionar gue su aqui y ahora, que todo lo que lo Ilena y todo Jo humano que lo rodea ha nacido en tal continuidad, ¢ intenta ponerse en claro todo lo que est4 en él yen su derredor, y para tomar conciencia y cerciorarse de ello emprende la tarea de investigar cémo ha llegado a ser, no puede a tal fin dirigirse a los pasados, pues éstos son justamente pasados. Solamente lo que de todo ello no es pasado en el aqui y en el ahora, cual. quiera que sea la forma que tenga, y lo que puede aprehenderse atin empiricamente, es io que le podré y deberd dar la informacién que busca, Este es el primer gran Principio fundamental de nuestra ciencia; lo que ella quicre conocer sobre los asados no ha de buscarlo en ellos, pues los pasados no existen ya en ninguna parte, sino solamente en lo que queda de ellos, cualquiera que sea su forma, y sélo asf es accesible a la percepcién empirica, Toda nuestra ciencia se basa en el hecho de que Rototres no construimus los pasados a partir de los materiales existentes, sino que fundamentamos nues- tras representaciones de ellos, las corregimos y las am- Pliamos mediante un procedimiento metédico que ‘se desarrolla a partir de este primer Principio. Inconscientemente, para cada caso, habitualmente, en todos los tiempos lo mismo que hoy, lleva a cabo cada uno lo que ha de convertirse en ciencia histé- rica. Pero, tan sélo mediante Ia inteleccién de 10 ‘que se trata adquiere la tarea no solamente su determiria- bilidad y su perfil, sino el tamafio inconmensurable que, al menos sumariamente, podrfamos designar con’ Ja expresién de que la historia abarca el devenir del a” mundo humano‘riortl. .E8t6:és, todo lo quie enéoitra- mos’previamtnte’ en- este cosmos del: mundo ‘moral, cadamomento’ individual y cada configuracién’ indivi. ditalvtiené: su'ser devenido y se encuentra en relacisn mis’¢ercana'o'més lejana con las demés configuracio- nesinSerfa!tuna lociray” algo diletanite: querer: creer queted posible aprehender la totalidad y abarcarla com- pletamente. Nuestra ciencia no es la:historia,-sino la lovopla, la investigacién, y con cada niseva’ invest gacién'se-amiplia y'se profundiza la historia, es decir, nuestro saber del cosmos del mundo moral, que luego Ja ética puede esquematizar y dogmatizar, con cada ntieva”grada, en configuracién mas ampl «'Bl-material de nuestra‘ investigacién es lo que de los pasados del mundo moral, del mundo humano, atin novhatpasadoss inch cube! gate tint ‘.-¥a.lovhemos' visto::acufiando,’ modelando, configu: rahdo; deja el hombre ‘en’cada manifestaciénuna ex: presién ‘de sw ser ms intimo y propio; ‘de su voluntad y de su pensamiento: También el 'sér humano se én- ctientra'eny medio de aquel ser: esp: bio’ de-inateria-de la naturaleza, y no'puede mantener- sevevindividualizarse de’ otro modo. quie en cuanto él toma de ella'lo que necesita y lo organiza, lo convierte en'un'trozo'de mundo, tal como la planta’ el animal: lo hacen cuando’se’alimentan, Pero entre los hombres acontebe eSto’eiv una’ diniensién, "con la libertad: que varimés all4°de laianalogia! con’ la" simple vexistencia creaturalj'acontece:con’un aumento'de la fuerza’ mo: deladora’que parece nd coriocer ni Mmite:ni medida Estevser huimano puede fijar lo'mds fugaz, la'onda'de™ luz, dominarla‘onda: del sonido, para exteriorizar el pensamiento':formado ‘en ‘sonido, y'para: imprimir! en, algdn material la'palabrar hablada. como imagen, 'como escrito; puede asf otorgar expresién; duracién y percep. tibiliddd'a Jo-meriunenté penssdo;'a lo meramenté sen: tido;rarcadar movimierito del alma, Puede ifnnorier’ su voliintad-arilos elementos, & las ‘fucrzas'de la’ riatura:’ leza, ‘avlds simaterialés, auscultando’'sus leyes: mi didnténconibinacionds' calculadas der'sus propiedades’ we Ide aquel cam.” materiales o'dindmicas, hacetlos trabajar emrmecanisty mos artificiales, ssegin ‘su ‘voluntad, y: para susjfinesd, Innumerables son las formas en'las que se désarrollay Ja fuerza modeladora del ser:huimano; y' mbdelandoiy acufiando, ‘combinando, en cada’ manifestacién;la'exisp tencia’ fugaz del individuo' convierte a! losmateriales en portadores de aquello mediante lo cual participa tar lo divino y eterno. eDeigiatiog ebmume ba ‘Todas estas formaciones son, por mucho que hayam: trabajado en ellas:razas y pueblos eriteros, edéndial- ‘mente de naturaleza individual’: puesto ‘(ue son:actoss de voluntad los’ que cooperando ‘entie’s{‘lograron: lar formacién, En’ estas formiaciones, ‘én Jo! mucho «quer de ellas existe; puede reconocerse lo:personal, lovindi vidual del modelador, pues ‘ein'Ia-formacién:didcunat expresién, y ast como ef sonido:de la’ palabra; los rdsil B05 de la escritura son individualés aunque!ya:cientos! y miles se hayan servido del mismo'signo para-niaiiv Festarse, as{ también una coristruccida: da: testimonio- de los actos individuales de voluntad'de-quienes-lay construyeron, aunque muchos’ hayan sido los:quelt¥ael bajaron en una gran obra. ¥ este sello humano es:de! naturaleza tan aguda y céustica que aunqué isélo gue. den restos y huellas se reconoce de inmediato-que-pro.! vienen ‘del esptritu y de la nmiano del'hombreysque'son] expresién e impresién del'ser ms {ntimo dé-quieniy> de quienes ast lo modelaroit.'» 1 -" in) rie smsiormqi ? “Esto nos leva al- segundo: puntd.~Pues' else interior ‘no es ‘completamente: idéitico: contcadal-unaz devestas_manifestaciones; ‘no! aparece tétaliyscoiichus yenteinente eh ella. Estas:manifestaciones: sony-seiaini_ €l tiempo, muchas y diferentés, péro:cadaunade alla ¢s una expresién de Ia misma interioridad, uh ejtmplal de ella, como un trozo de periferia en:relaciér)comielt Punto central, a partir del cual eéta manifestadidd se une hacia'y con otras; todos éstos trozos'de periferiay todas estas'impresiones y expresionés; indicanélnmis! mo centro; éste centro'esila fuerza’ qie:adquiereveaq récter-de fenémeno, que'emérge en’eadartina'de'esta manifestaciones: Esta fuerza modeladora'es:laquelhat de conocerse, de aprehenderse en sus manifestaciones; de lo que se trata es de reconstruirla a partir de ellas, por muchas © pocas que sean las que se tienen a la vista. Se trata de referir estas expresiones a lo que queria expresarse en ellas. Se trata de comprenderlas. Con Io cual tnemos Ja palabra designativa. Nuestro método consiste en comprender investignndo. Ese es el segundo principio fundamental (cfr. Resumen §§ 8 y 85.) El Yo singular, que se encuentra recogido en su cuerpo, cerrado en la plena y percibida contraposicién ante el mundo de los fenémenos exteriores, que decurre ‘como un punto solitario en el mundo de los fenémenos, este Yo exterioriza cada uno de sus procesos interio- res, obedeciendo a su doble naturaleza, a través de su lado sens6reo hacia e} sistema de signos que ha desarro- Mado, suscitados desde fuera por los sentidos; en estos Teflejos esponténeos y resonancias de las impresiones sens6reas recibidas y en las combinaciones de las mis- ‘mas, que realiza en s{ mismo, sale siempre de su so- Jedad y entra en contacto viviente con el mundo ex- terior. ¥ cuando este Yo con sus exteriorizaciones en ges- tos, en palabras, en actos de voluntad, tropieza con formaciones que le son afines y que tienen la misma complexién senséreo-espiritual, éstos reciben a su vez impresiones senséreas mediante sus expresiones, que en forma anéloga las suscitan y excitan. puesto que se relacionan con ellas de modo congenial. El ojo se amplia e hincha por el deseo y la ambicié me hace temblar, al terror sibito sigue el grito ahoga- do, Todo esto le sucede a los demas lo mismo que a mi. EL grito del miedo hace que quien lo oye perciba el miedo del que grita, En las mas inmediatas exteriorizaciones de su natu- raleza senséreo-espiritual se encuentra el hombre con los animales de las especies superiores. También el perro tiembla de miedo, también el caballo reacciona cuando oye la trompeta. La domesticacién de los ani males se basa on que comprendemos algo de su alma, a algunas reacciones suyas.’Cierto, lo que ya no com- Prendemos es por qué el toro del toreo espafiol se enfurece cuando ve un pafio rojo; el color rojo debe tener sobre él un efecto completamente diferente del que tiene sobre nosotros. Y menos atin comprendemos el alma de las plantas, cuando ellas, extraordinaria- mente sensitivas ante las vibraciones, que nosotros per- cibimos como luz, ante las sensaciones que percibi- ‘Mos como tono, parecen no tener sensacién alguna, Y¥ del sol, de la luna y las estrellas, en fin, no entende. ‘mos prcticamente nada o tan sélo que ellas se mueven segiin la misma regla que conocemos como la ley de la gravedad. El hombre sélo comprende totalmente al hombre. a Es pues una cuestién ahist6rica, para nosotros una pregunta totalmente ociosa, la de saber si el genus ‘homo se encontré alguna vez en el estado que nos mues- tran los animales mas altamente desarrollados. Y, sin embargo, esta pregunta deberia responderse histérica- mente, no sélo en sentido de Ia historia natural o base de hipétesis meramente prehist6ricas, si se quisi ra convalidar la conclusion general que Darwin y Haec- kel y otros, infieren de aqui. En la medida en que tenemos conocimiento del hombre, éste se encuentra mucho mas alld de los es- tados animales. No se trata tan sdlo de que él refle- yne sobre las impresiones sensoriales que recibe. de acuerdo con el modo peculiar de su especie; avanza desde las simples impresiones a su combinacién an{mi- ca, a su diferenciacién y comparacién, al juicio y a la conclusién, a la libre continuacién creativa del pensa- miento. Sélo en el ser humano se retine en una tota- Jidad la suma de las sensaciones; una totalidad que tiene en la fuerza unificante, en el yo, su lugar, su 6r- gano, su poder y querer peculiares y libres. En el Tenguaje emerge primeramente ésta, la més {ntima esencia, no s6lo en interjecciones como en los anima- les de especie superior, sino con toda la plenitud del diferenciar y comparar, del juzgar y del concluir, en donde se mueve nuestro espiritu. Nuestro lenguaje es OL nuestro, pensar, y.sélo.el pensar nos hace hablar. El animal,no, habla, porque no tiene nada que decir, pese altodos slos.monos antropoides. fi lof) Sobre todo en,el lenguaje tiene el hombre la posi- bilidad, de,salir, de su ser cerrado en st mismo, de su soledad..El;ser-Yo, el lindero absoluto, que separa el almardel alma, construye con el lenguaje el puente que,Joylleva fuera y que lo vuelve a levar adentro. rvElslenguaje, transmitido por el ofdo, es sélo una de)las,formas de exteriorizacién, en la que emerge la totalidad. del: ser-Yo, y por cierto lamas plena y pri- maria, Junto a ella hay otras y variadas. Ya el hecho We que;la.onda veloz de la palabra pueda ser transmi- tida al ojo por la escritura, aun al ojo més lejano en eltiempo y en el espacio, significa una inconmensurable ampliacién de la esfera del Yo. : vouPero, de, igual. modo a como describo en palabras Ja, imagen, aprehendida de personas o cosas, ast tam- én. la, puedo reproducir en colores, en la piedra, en el,metal.y, provisionalmente, como la protoimagen, puedo etemizar su reproduccién mientras dure la ma: teria en;la que est acufiada..Es mi concepcién de la protoimagen Ia que sobrevive a la misma. De igual ma- nera, ensefiando, trabajando, ordenando, puedo crear formacionesien,mi familia, en mi pueblo, que duran smés,allé.del corto,trecho de mi vida y que siguen ope- rando,,y;migntras,as{ sea, son testimonio de mi actua cidn..de mi.voluntad, de mi pensamiento; viviré en ellas,una vez que yo haya desaparecido hace tiempo. of Mas ain. El, Yo pensante construye,con el objeto de,aumentar Jos ambitos de sus instrumentos sensoria- les,y su, fuerza, con los materiales de la naturaleza y dg, sus) Jeyes conocidas, instrumentos de toda especie basta las.mds maravillosas maquinas; es-también un aspecto,del trans de,aivé, mientras que, hasta donde ‘se. sabe, ningin animal puede hacer ni iquiera aproxi- Jmadamente algo, semejante, con excepcién del nido uerconstruye. -€ i Bs tina continvaclon de lo dicho! cuando'se afirma que; también las.obras de la industria, la fundacién de a cludades, de fortalezas, la construccién de puertos, de gaminos y también el derecho, la ley, el Estado, la Tglesia, en pocas palabras, todas las formaciones ‘hur manas, aunque haya sido el querer comin el que las cred 0 las remodel6, son igualmente expresién del es. piritu humano y comprensibles al espfritu humano tal como le son perceptibles empiricamente. ; En pocas palabras: no hay nada que mueva al es- tu humano y que haya encontrado su expresién sensible que no pueda ser comprendido; no hay nada’ comprensible que no se encuentre en el Ambito de nues-* {ra congenialidad, que hemos conocido como pertene- lente a la empirie histérica, al ambito del mundo! moral, Pues ni en el campo de Ia especulacién ni en el de la naturaleza hay un comprender propiamente dicho, La especulacién filoséfica proporciona por cierto de. mostraciones de la existencia de Dios, pero ellas s6lo: demuestran que el pensar humano busca la X, lo ab. soluto y eterno, pero no lo alcanza, sino que sblo ve la direccién en la que tendria que estar. ¥ la especu. lacién teolégica, la, fe piadosa, conoce Ia divinidad sélo en la medida en que construye una imagen antro- Pomérfica de esta divinidad, la contempla como cul. minacién suprema, no sometida al espacio y al tiem. Po, de lo que es el yo humano en su existencia fugar, La una y Ia otra s6lo pueden sospechar lo eternamente encubiesto, sélo en cierto modo pueden conocerio, séle hasta un cierto grado. oo ¥ las cosas en el espacio que resumimos bajo el nombre de Naturaleza s6lo pueden ser compendidas en la medida en que practica o teéricamente las con: cebimos bajo las categorias y los registros de pensa: miento que son propios de nuestro yo. Las compren’ demos sélo segin la materia que contienen, come ma. terial para nuestros fines, segzin las fuerzas que llevan Patente o latentemente en sf, segun las reglas y leyes’ en las que se repite Ia circulacién de su ser. Lo indivi. dual, la vida propia que ellas tienen, nos son indiferen tes. Pues no lo comprendemos. Matamos al arbol vi. . a viente para utilizarlo como madera para el fuego, inte- rrumpimos la vida de las espigas de trigo para utilizar su grano maduro como alimento, utilizamos el incan- sable correr del arroyo para mover con la fuerza de su movimiento nuestros molinos. Penetramos en las ro- cas, para sacar vetas y arrojarlas trozo por trozo al horno y obtener ast hierro, cobre o plata ‘Nuestro comprender hist6rico es completamente el mismo con el que nos entendemos con quien nos ha- bla, No es meramente la palabra singular, la frase sin- gular lo que aprehendemos, sino que esta manifesta- cin singular es para nosotros una manifestacién de su interioridad; y 1a comprendemos como algo que da tes- timonio de esta interioridad, como un ejemplo, como una irradiacién de la fuerza central que, permaneciendo igual y la misma en s{, se presenta —asf suponemos— en cada una de sus manifestaciones. Lo singular se comprende en la totalidad, de donde emerge, y la tota- lidad se comprende en esta singularidad, en la que se expresa. El que comprende es, como él mismo un Yo, una totalidad’en si, lo mismo que aquél a quien com- prende, y complementa su totalidad a partir de Ia manifestacién singular y la manifestacién singular, a partir de su totalidad. El comprender es el conocer mds perfecto que nos es humanamente posible. Por eso se realiza inmediata stbitamente,.sin que tengamos conciencia del mecani mo légico que all( funciona. Por ello el acto de la comprensién es como una intuicién inmediata, como un acto creador, como una chispa de luz entre dos cuerpos electréforos, como un acto de la concepcién. En el comprender, la naturaleza espiritual-sensérea del hombre participa totalmente, dando y tomando a la vez, procreando y concibiendo al mismo tiempo. El comprender es el acto més humano del ser humano, y todo quehacer verdaderamente humano se basa en la comprensién, busca comprensién, encuentra com- prensién. El comprender es el lazo mis estrecho entre los hombres y la base de todo ser moral. También todo lo que es lejano en el espacio y en Eo al tiempo, todo lo que en'el pasado lejano y en el ms remoto fue deseado, hecho, creado, por Ids home bres puede aprehenderse como la palabra del hablante de aqui y ahora, Esta es Ia esencia del levortiy La tar rea del historiador es la de comprender investigando, 3. Queda atin la tercera pregunta. De qué género son los conocimientos logrados y en qué medida tienen caracter cientifico? Es claro: restaurar los hechos del pasado, los pa- sados mismos, es cosa que no puede ser Ja finalidad de nuestro método y menos atin su resultado. Ello es tan insensato como si se esperara de nosotros que ob- servaramos los hechos del pasado que pasaron defini. tivamente; y es igualmente equivocado esperar de no- Sotros que demos una imagen reproducida de éste 0 de aquel tiempo pasado. Pues no puede ser otra que tuna imagen de la fantasfa, ya que aquello que habria ue reproducir no existe ya, sino que sélo puede estar en nuestra representacién, . Nuestra tarea sélo puede consistir en comprender los recuerdos y tradiciones, los restos y monumentos de un pasado, de manera similar a como el oyente entiende al hablante, y en tratar de conocer investi. gando en los materiales existentes atin y que tenemos a la vista, lo que deseaban los que ast modelaban, actuaban y trabajaban, lo que movia su yo, y que ellos deseaban expresar en tales impresiones y manifestacio. nes de su ser. Los buscamos en los materiales, por defectuosos que sean, tratamos de conocer su querer y su quehacer, las condiciones de su querer y las con- Secuencias de sus acciones; tratamos, a partir de las manifestaciones y modelaciones singulares, que atin odemos aprehender, de reconstruir su yo 0, alll donde éste actuara y modelara en comiin con muchos otros, procuramos también reconstruir, lo que es comin, ef espfritu de familia, el espfritu del pueblo, el espiritu del tiempo, etc., de lo cual son ellos una parte, y bus. camos complementar a partir de los conocimientos ast adquiridos, la periferia destruida y difuminada y avan- tando ast, en la medida de lo posible, conocer y reco- cy nocer su lugar en el movimiento total de los pasados del género humano, en esta inmensa tors ele aixb, cuya suma efectivamente, si bien sélo parcialmente consciente, es nuestro presente y nosotros mismos estamos en ella. No se trata pues de constatar los pasados ni objeti- vamente ni en la plena amplitud de su presente de entonces —eso seria un sinsentido, como querer en- contrar la cuadratura del circulo— sino de ampliar nuestra, en un primer momento, estrecha, parcial, os- cura representacién de los pasados, ampliar nuestra comprensién de los mismos, complementarla, corregir Ja, aumentarla, segxin puntos de vista siempre nuevos: no se trata de esbozar imégenes o reproducciones de lo que hace tiempo pasé —los poetas y novelistas po- drén divertirse y divertir a otros con tales Fantasmas— sino de entiquecer y alimentar nuestro mundo intelec- tual con el conocimiento fundado de la continuidad del desarrollo moral humano, en cuya fila nos encon- tramos los que vivimos ahora, para asumirlo y conti- nuarlo en nuestra parte, con la comprensién de su contexto. Y con eso queda respondida la otra pregunta de si nuestro conocimiento y nuestra investigacién histéri- cas son y pueden ser una cienci La empirie de lo que acontece en el tiempo y de Jo que estd en el espacio, nos proporciona sdlo cues- tiones Facticas y singulares. Si ha de haber cicncia, debe entonces agregarse a lo individual y singular, que proporciona la empirie, algo general, de donde se ex- plique lo que es y acontece, por qué es y acontece —algo general y necesario que no se conozca bajo la forma de intuiciones sino mediante el pensamicnto. La esencia de la ciencia consiste en que-ella busca y obtiene verdad. Y, como se dijo antes, un ser al que se dirige nuestro pensamiento es para nosotros ver- dadero cuando coincide con el pensamiento, y verda- dero significa para nosotros el pensamiento que apre- hhende y expone un ser tal como es en su esencia. La verdad del ser tiene su control en el pensamiento, Ia 3 pare gel prssamatento tiene, evidentemente, su con- La empirie, que se ocupa de la natural observando los hechos naturales, en ‘sine hecoe ie ue se repite de igual manera, la regla de esta toecne cién yen el caso Feliz, la Jey que determina el ser mam terial segtin el nimero y Ia medida, en las necesidades tses y qulmicas ‘Lo general y'necesaria jer y el cambio en la natu este pensamiento encontrado, que expres Ie na. necesario en Jos hechos observados , empiric histérica se dirige a las realidade: lel mundo humano, es decir, del mundo moral sin soc eo alli pues lo general y lo necesario, en inde debemos resumir cientificamente los detalles? sta eS una pregunta que toca un pinto espe ‘mente importante, En el ambito del mundo moral, tod acontece en el presente y en la viva reciprocidad y come Egencia de los hombres; todo lo que ellos hacen esta leterminado por intreses momentineos, personaiec, avglicantes y los actos de voluntad que en ello opera obtienen de aqui su impulso, su medida y su limite, Se puede decir que todo presente decurre en la urmen: cia de negocios in itos y que cada uno de ellos 0s y €s condicionado por los foe seh, surge Ia historia pues a partir de estos’ Lo necesario y lo general en el movimiento vin. me zeal peeentas es decir, de la historia, a iado tipo. se encuentran Cc ¥ la Conatitucién, abt extn ls grandes eee normas de la economia, de Iglesia. de la poli : de la guerra, de In responsabilidad oficial y ten tica, de la produccién artistica, et prod ete. Para todas est: cosas hay ciencias que Jas tratan y fndamentan, ciew. una y la misma cosa ” ellas tienen que aprehenderlas segtin los momentos y eyes actuantes 0 condicionantes. Pero entre los momentos condicionantes de lo que existe prdcticamente en el presente se encuentra tam- bién el ser devenido de esta singularidad, de esta situa- cidn, de estos contextos, y también su pre-historia y lo que ayer fue presente y que es hoy ya parte de la pre- historia del hoy. Por ello, es indudablemente muy im- portante considerar los negocios humanos segin Ins condiciones previas de sus efectos hoy y ahora, segin su ser devenido, y ver en los negocios del presente slo, las cumbres diltimas, lo que se ve del pasado. Lo necesario y lo general de esta forma de conside- racién tiene su modo especial de ser, justamente por- que ella no aprehende la infinitamente mévil superfi- cie del presente de los negocios y del laborioso pre~ sente, sino que la coloca en otra dimensién y en cierto modo Ia profundiza, Y Ia consideracién histérica es insaciable en el perseguir cada vez més profundamente el ser devenido del presente y en comprobar de esta manera el progresar, el ascender, la txiBearg ele absé que hemos encontrado como lo caracteristico del mundo moral, del mundo humano. jCudn superticiales serfa- mos si sélo conociéramos el presente y sus negocios! Este presente, tal como es y asf también todo pre- sente anterior, se ha desarrollado en la continuidad de un largo devenir, ascendiendo constantemente, am- plidndose y construyéndose hacia arriba. Ia sido ela- borado por el género humano de generacién en gene- racién, y se sigue trabajando incansablemente en él, en un aspecto siempre nuevo, con fuerzas espirituales nuevas, para tareas cada vez més grandes y parece que en Ja naturaleza humana son posibles y existen latentemente aumentos inconmensurables, una vez que esta naturaleza humana ha despertado, 0 como dice el poeta: «Ald no necesita crear ya més, nosotros creamos su mundo!» cy luno en su especie su propio valor: otor mn v ga un val Continuidad no es desarrollo, pues si ast fuera se ene contrarian aht las series consecutivas en un germen preformado; lo que sucede mas bien es que con el tra, dominaba y estrechaba nuestro géne y Ambitos, lo obligamos a servir's nucsieg fees trabajar para ellos segin nuestras indicaciones. . 1 continuidad y aumento tiene el mundo {brio au verdad y su pensamiento,y nuestra ‘empie {abaja en explorar los detalles del pasado, en la te, la en que son empiricamente aprehendibles, pu Constatar en ellos cada vez mas de manera empirica $si8 continuidad y para presentar los miembros indi, Viduales en la cadena de este progresar, y por let € todas las direcciones del ser espiritual sensbree i 4a naturaleza humana, tanto en la alimentacion comes en los conocimientos, en el lenguaje y ew concen en Ia industria, en las artes, en el comercio, en la gee, iones politicas y sociales, negocio, como actividad y ocupachin,” S*TuTT® SOS Cada trozo de material que se ofrece a nuestra eme Pirie histérica ha de explorarse para ver si y céme mismos, nuestro pueblo, nuestr: » ra cultura, nuestros Es- tados son su suma, su re do. En este resultado acumul percerwos del trabajo histérieo eat ,y estos pasados comprueban, en Ia medi en que podemos explorarls, la verdad de eete mace miento, ¥ en cuanto nuestro presente, lo mismo que {odo presente antes de nosotros, partiendo de los tesa. dos acumulados de tiempos anteriores, que consti yen su contenido, busca avanzar, con la voluntad que x determina su quehacer, interviene en el mAs cercano futuro para ver realizada su voluntad, se prueba que el pensamiento de la continuidad progresiva, tal como ha tenido validez hasta ahora, es también el pulso pre- ciso de la vida moral, es decir, de la vida histérica. De qué género es esta continuidad del progresar, mo consume pueblos y céino eimergen portadores ‘nuevos para su trabajo, es algo de lo que se hablard en un contexto posterior, 40 LA METODICA La pregunta histérica §19 Tratemos de encontrar primeramente el punto en el cual tiene su punto de partida nuestra investigacién histérica, Debido al tipo de nuestra ciencia tendremos que encontrarlo emp{ricamente. : \Un nifio nada sabe por lo pronto acerca de los pa- sados; &prende, con el habla y las narraciones de quiie- nes lo rodean, lo més sencillo y lo mAs préximo y con cada afio més y mAs, preguntando incansablemente, complementando con viva fantas{a los contextos, lle. nando las lagunas, convirtiendo lo poco y pequefo en quién sabe cudntas cosas grandes, muchas y maravillo- sas, viendo desde su perspectiva, en cierto modo subje- tivamente. De modo semejante procede cada pucblo en au ju- ventud; de modo semejante opera el hombre en sus mas tempranos estadios. Con su mas cercana proxi. midad y con su més cercano recuerdo, colmando las la. gunas con la fantasfa y complementando los contex. tos, lena la humanidad la oscuridad de su pasado y lo que ella, viendo con fantasia y subjetivamente, ha Pensado como su propia prehistoria de modo rico y variado es lo que creen los hombres. Con lo cual tienen ellos un mundo de representaciones que es més una imagen de la direccién de sus sentidos, de su talento, de sus intereses actuales que lo que corresponde a cuan. to ellos creen. a Hay en el desarrollo del individuo y de los pueblos tun paso hacia adelante, de especial significacién, cuan- do interviene la reflexién, In duda en lo que se ha credo. Pues este contenido de nuestro yo, este mundo de facticidades creidas y de contextos, que rodean a nues- tro yo como su atmdsfera, como tn cfrculo de nicbla y que en cierto modo lo mantienen encapsulado, es pri- meramente sélo algo recibido, que se ha transmitido, que ha sido adquirido por la costumbre, es algo nucs- tro pero como si no lo fuera, nos tiene mas de lo que lo tenemos, nos domina. Pero de la totalidad de lo que asf tenemos 0 creemos tener, de nuestra concepcién y sentimiento en este nuestro contenido y de nuestra sensacién de nosotros mismos en él, se produce una nueva representacién de la totalidad, de una parte, de un momento singular. Nuestro yo, satisfecho as{ en cierto modo con esta cantidad de representaciones, en vez de recibirlas genuamente comienza a reaccionar contra ellas con el contenido que ya tiene y con la sensacién de st mismo que ha obtenido en dicho contenido, ‘¥ una vez comenzada, esta reaccién sigue trabajan- do. Con la duda, con la observacién de que esto no concuerda con aquella, de que hay allf bone fide con- tadicciones ¢ imposibilidades, con la reflexién de que ticne que examinarlo como algo inconscientemente de- venido en nosotros y como algo que de cualquier ma- nera ha sido legado, comenzamos a manejar y a domi- nar lo que hasta entonces nos posefa y dominab Goethe dijo una vez, con harta oscuridad: *Lo que has aprendido de tus padres, adquiérelo para poscerlo». En cierto sentido, el verso cabe en este contexto. As{ heredada y legada tenemos esta suma de represen- taciones, y asf como nuestra fantasia ba pintado y complementado con ellas el subsiguiente contexto de Jas cosas, asf también lo ha hecho nuestra represen- 4 tacién de la totalidad, de partes singulares de la tota- lidad, de momentos singulares de las partes, Aprehen- demos las cosas de tal manera, nos las representamos de tal modo, juzgamos de csta otra manera. Pero, gcon qué derecho y motivo? :Sobre qué bases? ;Tienen nues- tras concepciones, nuestros juicios algin contenido eal? Lo que teniamos y crefamos lo hablamos aceptado y nos lo habfan legado, lo tenlamos s6lo en cierto modo ex autoritate, no con la certeza de lo que se ha ad- quirido, fundamentado y justificado por si mismo. Lo primero habré de ser poner en tela de juicio lo que hasta entonces habiamos tenido y creido, para adqui rirlo de nuevo y seguramente mediante el examen y la’ fundamentaciéa, : El aspecto que aqui importa emerge con mayor 0 ‘menor claridad en el desarrollo de cada hombre, pero’ Ja mayoria se satisface en aplicarlo sélo a las circuns- tancias més préximas a ella, a las que mas le afectan, y, por lo demas, a vivir en la buena fe de que las gran- des y generales configuraciones del género humano son tal como ella las ha aprendido y como se ha acostum- brado a verlas. Y también aquellos cuya profesién cien- Aifica 0 prictica los leva en otras direcciones, el ju- rista, el cientifico de la naturaleza, el comerciante, se satisfacen por lo que respecta a sus representaciones de los pasados con Jo que les ha dado la escuela como parte de Ja cultura general. Con esta cultura general tenemos ciertamente ya una nocién miltiplemente corregida del pasado. Sa- demos de Lutero, de César, de Carlomagno; hemos reci- dido una nocién de lo que ellos hicieron, de las circuns- tancias en las que actuaron, de la significacién de sus: hechos para su pueblo, para su época, y nuestra fan tasfa ha contribuido a hacer esta imagen lo mas com- pleta y clara posible, ¢Fue realmente todo asi como: yo lo aprend{ 0 como lo he pensado? ¢Tuvo la actua cién de Lutero en Worms tan poderosa significacién? Y, epor qué la tuvo? ge qué cuestiones politicas, ecle- sidsticas, nacionales, se trataba en Worms como para’ 5 que Ja pertinacia de Lutero en lo que hizo se impusiera tan poderosamente? En este ejemplo se ve lo que se quiere decir con Ja expresi6n «la pregunta histéricas, Al preguntar asi ya sé yo algo de Lutero y de la Dieta Imperial en Worms, ‘conozco en general el hecho, su contexto, su significa. cién, al menos lo pienso asi. Y en mi pregunta deslindo ya aproximadamente lo que espero encontrar en cuanto trato de responderla; sospecho ya que hay algo mas importante y diferente de lo que hasta ahora sé; mi pregunta contiene ya mAs de lo que he aprendido, un: sospecha que surge de la totalidad de lo que yo he vivi- do y experimentado interiormente, Y justamente por eso puedo preguntar asi, En esta pregunta se contiene ya algo de lo que me es mAs propio; se trata ya de mi concepcién de estas circunstancias, de mi representacién de estas personas, de mi comprensién de estos procesos, con la necesidad de interpretarla, pues atin es algo embrionaria. En mi espiritu ha acontecido en cierto modo un acto de con- cepcién, € inmediatamente trabajan todas Jas fuerzas yy energfas para modelar y desarrollar lo asi concebido. Crece y deviene en mi; vive antes de nacer, en cierto modo en el seno materno, una cantidad de transfigura- ciones y refiguraciones, para devenir, poco a poco, ma- duro y capaz de vivir. Este es un largo y dificil camino. Con la pregunta histérica tenemos séio una posibilidad, un destello en nuestra alma, tna esperanza, De lo que se trata es de si realmente el asunto es as{ como lo presentimos al preguntar, si es posible demostrarlo. Y uno se lanzaré a buscar los materiales necesarios para trabajar en esta pregunta, para ver si el pensamiento resulta correcto, tal como lo presentiamos. Y a medida que se desarrolla més profundamente, a medida que se precisa mAs fina. ‘mente, va cambiando. Se corre el peligro de que se nos escape de las manos o de que se destroce; en la gran cantidad de lo especial y lo particular, parece desapa- recer; comenzamos a desesperarnos por no poder rea- lizar la tarea que tan confiadamente nos hablamos im- 6 puesto. «Mil veces», dice Montesquieu en la introduc- cign al Esprit des lois, «arrojé al viento lo logrado, la verdad encontrada, para luego perderla», Muchos se desalientan en este esfuerzo, se pierden en vias secun. avanzan mas en lo ancho que en lo profundo, se conforman con los placeres diletantes del erudito en sus horas de ocio. Es un asunto de cardcter el poder ‘mantener el rumbo y legar a la meta. En nuestro ambito stcede lo mismo que en todos Jos campos superiores de la vida espiritual; al pensador, al poeta, a todo investigador en los otros Ambitos cien. tificos, le sucede lo mismo, En cada nuevo trabajo se repite la misma concepcién del comienzo, el mismo esfuerzo y la misma tortura del trabajo. Cuanto mas Preparado es el esp{ritu que pregunta, tanto més rico es el contenido de la pregunta con la que comienza, Podrfa decirse que en la pregunta y en la formulacion de la pregunta se manifiesta la genialidad histérica, Ast cuando Niebuhr en su Rémische Geschichte estu. dia la cuestién de saber qué era ser plebeyo 0 patricio, © cuando Tocqueville, para comprender la Revolucion Frances, se Pregunta acerea de las condiciones eco- némicas y sociales de los estratos inferiores de la blacion en Francia, ete. eae Ya en lo dicho puede verse que la pregunta histé- rica, tal como aqui es definida, es de uk ee cite @ la curiosidad del nifio que pregunta. Falta mucho Para que cualquier ocurrencia pueda valer como una Pregunta histérica, tal como la entiende y la exige la yan ea aca i en la busca del material para responder a la pre- gunta, ni en la erftica de estos materales rt oc ce interpretacién —pues éstos son los tres estadios del trabajo metédico— resulta ya si la pregunta era ade- cuada al asunto, 0 vacta o sorda, pero s{ en el sector que trataré la exposicién, Pues la comprensién de los materiales adquirida en la erftica y en la interpretacién de los materiales Que tenemos que tratar para esta pregunta, exige hu. manamente la expresién de dicha comprensién adqui- a rida, y esta comprensién es, como ya lo vimos, algo completamente diferente de la fabricacién 0 construc- ciés del hecho objetivo o de Ia realidad externa de entonces, miles de contextos que son los que histéri- camente nos interesan, De los cientos de cuadros de una pinacoteca cada uno de ellos tiene su propio ser, ofrece cada uno de por sf al amigo del arte, al esteta, al artista en cier- nes, etc., nuevos y diferentes aspectos de contempla- cién. La historia del arte los coloca en un contexto, que ellos no tienen de por sf, para el cual no fueron pintados, pero del cual resulta una serie, una conti nuidad, bajo cuyo influjo se hallaron los pintores de estos cuadros, sin que tuvieran conciencia de ello, y permite diferenciar temporalmente por la eleccién de los objetos, por el modo de la composicién, aun por la técnica del dibujo y color, segiin tiempos y pa(ses, ordenando esta rica variedad. Cierto es que el historiador del arte que investiga tiene necesidad de estudiar criticamente, antes de co- menzar su exposicién, cada picza de esta coleccién que le ofrece el material para su planteamiento histé- ico, para convencerse de la autenticidad y de Ia de- signacién de cada pieza singular; y es necesario que haya interpretado cada pieza singular segin los aspec- tos que le afectan, técnica del color, del dibujo, de In composicién, de las escenas expuestas, etc, Entonces posec los resultados que necesita como historiador del arte, y los tiene juntos y puede exponerlos; su axdbakic nos muestra que ha formulado las preguntas justa y expertamente. Esta es Ia expresién que Herodoto uti- liza ya al comienzo de su obra: leveeing anbéakic, 1a ex- posicién de su investigacién. Si en cambio a un historiador se le ocurricra inves- tigar la mejor primera obra, por ejemplo, un palimp- sesto de Plauto, sobre el cual se escribié después una Jetanfa monacal, para ejercitar as{ su critica y su inter- pretacién, gqué sucederfa entonces? Puesto que él no desea utilizar la letanfa y el texto de Plauto escrito debajo de ella para preparar filolégicamente una edi- 8 cién, sino que desea investigar como historiador su axsbekic vendrfa a dar por resultado que en el mo- nasterio de Bobbio se borraron viejos manuscritos Para escribir sobre ellos otras cosas nuevas, Si el fin de Ia investigacién era sélo el de seguir Ia historia de este trozo de piel que fue escrito primero con algo de Plauto y luego en el siglo 1x con Ia letanta y que desde hace 80 afios ha sido tratado por éste y aquel erudito para palimpsesto, entonces muestra la apodei- xis que él ha formulado una pregunta que en sentido hist6rico merece ser calificada de falsa, Como se ve, la éxb8a8r es una verificacién, Pues la investigacién no esta librada a un encontrar casual, sino que busca algo. Debe saber lo que quiere buscar, tan sélo entonces encuentra algo. Cuando se sabe pre- guntar a las cosas, ellas dan la respuesta. La apodeixis muestra lo que se ha sabido buscar. La pregunta y la busqueda desde la pregunta: éste ¢ cl primer paso de la investigacién histérica. Nuestro Resumen ha utilizado para esta parte del método la palabra heuristica, zCémo debemos buscar? ¢Cémo comenzar a respon- der’a la pregunta? Cambiemos sencillamente de direccién: cémo vine a dar a esta pregunta? ¢De dénde me surgié esta ima- gen de aquéllo y, del proceso, de las personas y de sus circunstancias? ¢A partir de qué rasgos singulares ‘se me compuso este oaveazruxdy que quiero cxsminsr Y corregit? De dénde vienen estos rasgos singulares que retino de esta manera? De qué especie son?, gqué legitimacién tienen? En cierto modo es la reflexién, la pregunta a la pre- gunta. La heuristica descompone lo aparentemente sim- ple (que en verdad es diversamente transmitido y com- binado), de esta pregunta y lo descompone en sus ele- mentos, sigue tras esos elementos de los cuales se com- pone ésta, s Se tratara entonces de dos cosas: 1. ¢Cudles son en esta pregunta histérica los hilos \dividuiales que encuentro entrelazados en ella, y cémo 9 encuentro los materiales para perseguirlos hasta su origen, materiales que se entrelazan en mi represen- tacién y que, localizados en su origen, me permiten con- vencerme de si y hasta qué punto y cémo tienen un fun- damento firme? “ 2. gDe qué especie son estos materiales de los cua- les tengo que buscar para cada caso singular lo que me resulta necesario? ¢Son quiz4, por su diverso gé- nero, de diverso valor y de diverso peso? ¢Se encuen- tran todos en la misma relacién con las realidades pasadas de las que tienen que darme testimonio? I. LA HEURISTICA EI material histérico $§ 2021 Para el fin de nuestra elucidacién es recomendable trabajar primeramente la segunda pregunta, para orien. tarnos sobre las fuentes en general; luego vendré la Primera pregunta, para conocer las reglas y el métode Propios en cada caso singular. De acuerdo con la naturaleza empfrica de nuestra disciplina, el material de sus investigaciones tiene que ser empiricamente perceptible y estar disponible. El fuaterial puede provenir del pasado, pero s6lo por el hecho de que es aiin presente y accesible es adecuade Para nuestros fines. Pues con nuestra investigacion Queremos despertar de nuevo en nuestro espiritu, en Ye del vacio que yace tras nuestro hoy, una represen. tacién de lo que fue y es para siempre pasado. Se tiene la costumbre de designar tales materiales con el nombre de fuentes. Serd adecuado conserver también en el nombre la diferencia material que hay aqui, As{ como nuestro presente, todo presente anterior tuvo la misma necesidad, que intenté o supo satisfa: Cer a su manera. Lo que de ello ain nos queda, esto £3 Jo que ofrece la visién retrospectiva de tiempos anteriores hacia. su pasado; la representacién o el’ re, cuerdo fijados por escrito que se tiene de este pasado, lo lamamos fuentes. Que estas fuentes son, al mismo tiempo, restos del pasado en que surgieron, es algo que Por el momento tiene para nosotros eardcter marginal; esencial en ellas es para nosotros que aquellos de 5 quienes provienen tenfan el propésito de dar noticia de procesos o estados anteriores. Algo completamente diferente es cuando atin se conservan del pasado todo tipo de cosas y 0 bien se encuentran aiin en nuestro presente de manera varia- damente informe 0 como ruinas y, por ello son irreco- nocibles. Ast, por ejemplo, un edificio antiguo, o una vieja casa artesanal; nuestro lenguaje mismo es atin en buena parte pieza del pasado, si bien es aiin vivo y esta en pleno uso. Sélo el investigador los reconoce y utiliza como material de su investigacién en la medida en la que son, de modo mas 0 menos patente, restos actuales del pasado. Otras cosas que se desentierran 0 que se hhan conservado en los trastos y ruinas de viejas igle- sias o de castillos deshabitados desde hace tiempo son, puesto que se han quedado detenidas en el pensamiento de hace cien o trescientos afios, testigos tanto mis elo- cuentes de tiempos pasados. A’ toda esta categoria de materiales la lamamos restos. Entre las fuentes y los restos hay una tercera serie que participa simultineamente de las propiedades de Jos dos. Son los restos de un tiempo pasado, del que dan testimonio para generaciones venideras de un de- terminado suceso, que descan fijar la representacién del mismo. ¥ a esto lo Hamamos, a causa de su ca- récter monumental, monumentos, Los rests $22. a) Responde a la naturaleza de las cosas el que su cantidad sea imprevisible, pues cualquier cosa que Meve Ia huella del espiritu y de la mano del hombre puede ser utilizada como material de investigacién. Y hay una cantidad de conocimientos histéricos, concre- tamente de aquellos tiempos y sobre determinadas si tuaciones acerca de los cuales las fuentes, es decir, Ja tradicién escrita, poco o nada dice, que nacen de aque- Mos materiales. Toda Ia disciplina, que en tiempo reciente es lar mada prehistoria y tiene tanta popularidad entre los naturalistas historizantes, descansa en tales materiales. Ella comenz6 con los hallazgos en las excavaciones de la Europa Septentrional, con los cuchillos de piedra, las hhachas, picas, etc., y con los montones de restos de comidas animales y vegetales, de los que, al mismo ticmpo, se obtuvo informacién sobre las condiciones climaticas y naturales del periodo al que pertenecieron los hombres con tales armas ¢ instrumentos, por ejer- Plo, informacién sobre el hecho de que en la region de las costas occidentales y meridionales del Baltico en el tiempo de estos hombres no habla atin Arboles frondosos, sino simplemente coniferas, es decir que el clima de esas regiones no tenia aiin la temperatura ac- tual, sino que, como se supuso, las corrientes frias del mar helado del Norte que todavia no habiain sido cerradas por el constante ascenso de Finlandia (Archi- vario Lisch, en Schwerin). Se encontraron luego otras cuevas en estas regiones, en donde en vez de instru- mentos de piedra se hallaron instrumentos de bronce, Se vio por la tierra en la que se encontraron, que esta época de bronce era posterior a la era de piedra; ‘se encontraron los restos de una vegetacién que permite reconocer una temperatura mAs suave; que los hombres sabian y podian elaborar el cobre y que en los utensilios hechos de cobre grababan ciertos adornos, lo que pa- recié testimoniar un gran progreso cultural del que la tradicién histérica no tenia noticia alguna. Luego, cuan- do el agua de los lagos suizos descendié en 1854, se descubrieron las llamadas construcciones sobre pilares del Lago de Zurich con sus restos de utensilios, instru- ‘mentos y restos de plantas y animales (Prof. Ferdinand Keller, en Zurich). Resulté que estas colonias humanas se remontaban, en parte, aun hasta la época de los instrumentos de piedra, pero que fundamentalmente pertenecian ya a la época de bronce. Leyendo los in- formes de Herodoto sobre los peonios en el lago ker~ kiniano, lo mismo que las representaciones de las columnas de Trajano sobre la guerra dtakia de Tra- 83 Jano se reconocieron justamente esas construcciones, y se concluy6 entonces que ellas no pertenecian tanto a una época prehistérica sino mas bien a un grado del desarrollo cultural que en ciertos casos se habfan con. tinuado en siglos posteriores y que, evidentemente, por ejemplo, se conservan ain hoy entre los primeros pobladores de Borneo. Acerca de estos asuntos existe una considerable bibliografia, sobre la que no es del caso entrar en detalle, La investigacién cientifico-natii- ral tiene en esto una gran participacién porque los restos de huesos, de vegetales, de especies de piedra y Jas conelusiones que de all{ resultan sobre las condi- ciones teliiticas de su existencia en aquel entonces slo pueden conocerse y evaluarse con ayuda de los conock- mientos exactos de las ciencias naturales, Pero lo his- téricamente esencial es aqui que en estos restos se reconoce la huella del espiritu y de la mano del hom bre, y de lo que alli se encuentra como usado y con- sumido por el hombre se obtiene una nocién més o menos imprecisa de estaclos humanos de los que ellos dan testimonio. El punto central de Ia cuestién para el naturalista es si el hombre ya existia en la llamada era terciaria, que precede a las configuraciones dilu- viales. Algo similar ocurre cuando se vuelve a reconocer en los restos de grandes construcciones el sentido y la finalidad en que han sido fundadas. As‘, por ejemplo, la serie de estupas de Hydaspes hasta las grandes cue. vas de Bamiassan en el paso de Bukra, tal como se sabe por los informes de budistas chinos peregrinos: son monumentos budistas en recuerdo de Buda y de sus feligreses y se encuentran alli monedas desde la época de Alejandro hasta la del fin de los Sasanidas. Asi también las grandes murallas de los romanos desde el Rin hasta el Danubio, en cl Norte de Inglaterra, la muralla de Trajano en la Dobrudscha: en especial las dos murallas inglesas con una profusién de restos de ‘campamentos romanos, con innumerables y fascinantes antigliedades. Toda Ja vida militar de los romanos y sus campamentos sale allf por as{ decirlo, al encuentro 4 de la investigacién. Por ejemplo, en los llamados «ani- Moss en las regiones entre los Riesengebirge y el mar, sean eslavos o alemanes. Y¥ también las mesetas en la cercanfa de Munich y de Ulm, amplias superficies con cultivos paralelos de 40' a 60’ de ancho y 3’ a $’ de alto, en los que se ha crefdo reconocer la agricultura germana primitiva, en tanto que las piedras que mar- ‘can los linderos de la via romana, que los cruza, mues- tran que estos campos ya existfan antes del aho 201 después de Cristo, cuando los germanos no habfan pe- netrado atin al sur del Danubio. Mientras més rica y variadamente se encuentre con: servado gracias a la casualidad un material semejante, tanto mds vivamente se nos presenta el pasado. Nada ms fascinante que cuando los viejos sepuleros de Egip- to, los hipogeos con sus miles de reproducciones y guras de las ocupaciones cotidianas nos muestran toda la vida doméstica, econémica y cultural de la regién del Nilo en la época de la 18. Dinastia, y hasta de la 12, 2.000 afios antes de Cristo, o cuando de las excavacio. nes de Pompeya emerge una ciudad romana de la pi ‘mera época imperial en toda la amplitud de su vida diaria, tal como qued6 detenida en el momento de la terrible erupcién. Tgualmente en el lado sur de la desembocadura del Garone se presenta la vieja ciudad de Coulac, que estaba enterrada por las arenas de las dunas desde el siglo xvt, y también los viejos sepulcros reales esquiticos en el sur de Rusia con sus variados estos de técnica helenistica y menesteres barbaros, ¥ as{ también miles de casos semejantes. La infinita variedad de cosas que se comprenden bajo el concepto de restos puede clasificarse de di. verso modo. Para nuestros fines basta el siguiente. En primer lugar, se nos ofrece aqu{ un punto de vista a partir del cual se ha desarrollado un rasgo caracterfstico de la época moderna. Son las colecciones ‘con interés cientifico y especialmente histérico, Ya hay algo de este tipo en Ia época final de Grecia, Ai {teles fue quiz el primero en componer colecciones de cosas naturales y de escritos y documentos (5ixaigiara), 55 Su escuela y luego Jas instituciones cientificas en Ale- jandria, Antioquia, Pérgamo, etc., formaron grandes colecciones, no s6lo de tipo literatio y al catalogarlas les dieron un valor més alto ain. La opulencia del mundo romano se guié por estos modelos. Concretamente, se desarrollé entre los roma nos la aficién de reunir estatuas, pinturas, piedras la- bradas, recipientes hermosos, y de adornar con ellos sus palacios y sus villas; no se pensaba aqutf en el inte- rés cientifico. ¥ el mundo medieval de Oriente y Occi- dente tampoco fue més all4 cuando los conventos con- servaron, como las iglesias, reliquias, piedras preciosas, gemas, recipientes valiosos, alfombras, etc.; lo hicieron por un interés muy diferente al histérico. Eran intere- ses de piedad y de solemnidad eclesisticas, de modo semejante a como ya la Acrépolis de Atenas, los tem- plos en Dodona, Deifos y Olmpia, etc., habfan adornado sus recintos con regalos sagrados, con reliquias, con ar- mas de botines, ete, El interés renovado en la Antigtiedad Clisica lev6 desde Petrarca (1350), especialmente en Italia, a colcc- nar los restos de ese mundo con fervor apasionado: monedas, obras de arte de toda especie, inscripciones, manuscritos, ete. Y aqu{ y allf siguieron haciéndolo, especialmente desde Carlos el Temerario y desde el em: perador Maximiliano, de este lado de los Alpes, las cor- tes principescas y los patricios ricos; se convirtié cada vez més en moda de la gente distinguida el coleccionar esto 9 aquello como adorno, como riqueza 0 como cu- riosidad, Las muchas cAmaras de arte, las colecciones de rarezas en Inglaterra, la llamada coleccién de Am- bras del Archiduque Ferdinand hacia 1560, la casa Prin- ¢ Moriz en La Haya y mucho mAs, dan testimonio de ello. Los coleccionisias no tenian otro interés his- térico como no fuera el de poser, por ejemplo, las armaduras de un guerrero conocido, el recado de escri- bir de algun famoso poeta, cl cuchillo de caza de aquel emperador, la daga de un rey. Aquf tiene interés el ver cémo se ha desarrollado, aso a paso, hace unos cien afios, una concepcién dis- 6 tinta de las cosas, cémo se ha legado a la conviccién de que a esa acumulacién de cosas curiosas se puede Arrancar otro aspecto. Primeramente, la necesidad de orden llevé a esto, Se posefan en Viena, en Paris, en Berlin, miles de monedas, Ja mayoria antiguas. Con tantas piezas valiosas de oro y plata era ya necesatio, para levar un control, orde- narlas y registrarlas a fin de poder tener una rdpida visién del depésito. Se intents esto y aquéllo; y luego, el jesuita Eckhel inventé en Viena, a finales del si glo xvutt, el sistema simple histérico-geografico, segin el cual cada moneda se ordenaba por Ia regién y la Ciudad y segiin su cronologia. As{ surgié una cantidad de investigaciones sobre el origen de cada moneda, so- bre su cronologia, que s6lo podria determinarse segin el estilo y la técnica, Este sistema, extendido a las monedas del Oriente, de la Edad Media y Moderna, se se ha convertido en el fundamento de las colecciones numismaticas. Con lo cual ellas se complementan re- ciprocamente, y juntas constituyen un gran corpus ni mismatum, que implicitamente contiene toda Ia histo- ria de la moneda y muchas cosas més. El comercio con las ‘monedas indujo a que el més grande negociante en monedas de la primera mitad de nuestro siglo, Mion. net (Paris) ordenara su catélogo segin el mismo sis: tema, agregando los precios, y presentando toda la cantidad de monedas corrientes, raras y rarisimas en su lugar sistematico, Inmenso es el beneficiy que han obtenido los estudios numismatico-histéricos con esta feliz fundamentacién. Se aplicé més 0 menos el mismo principio a las grandes colecciones de pinturas que se reunieron en Dresde, Munich, a partir de los muchos castillos, en Florencia en cl Palazzo Pitti a partir de iglesias y con- ventos, en Paris bajo Napoleén como resultado de las muchas conquistas. Tan s6lo poco a poco se aprendié a diferenciarlas desde el punto de vista de la historia del arte; se las ordend por escuclas, es decir, segiin su desarrollo histérico-artistico y, dentro de las mismas, en la medida oportuna, segiin su cronologia: y los télogos de las grandes colecciones ofrecen al investi- gador el panorama ordenado de la historia de la pintura, Casi de manera automética resulté as{ un principio para las colecciones, gracias al cual las piezas reuni- das adquirieron un interés completamente nuevo. Lo que antes habfan recogido In opulencia principesca y la aficién, esto es, antigtiedades, mayélicas, armas, re- i Indes de toda especie, comenz6 a con- siderarse bajo este nuevo punto de vista y a ordenarse en colecciones tecnoldgicas, etnograficas, bélicas, etc. Las miles de porcelanas japonesas, chinas, francesas, etcétera, que se conservan en Dresde, las infinitas pie- zas de antigiiedades nérdicas en Copenhague, las armas y utensilios de campamentos romanos recogidos por Lindenschmit en Maguncia, muestran cémo una ade- cuada ordenacién da a cada una de las piezas, a veces mfnimas, una significacién y un valor que antes no hubiera podido imaginarse. Las secularizaciones a par- tir de 1789 en Francia, luego desde 1803 en Alemania, en Espafia, en Italia, etc., arrojaron de sus viejas sedes en las manos de los coleccionistas tesoros inmensos de trabajos en madera, miniaturas, tapices, gemas, obje- tos de orfebreria, etc. Poco a poco encontraron su ca. mino hacia las grandes colecciones piblicas y se or- denaron en el sistema histérico-geografico que es para todos andlogo. Tan s6lo sobre esta base ha sido posible estudiar la historia de la técnica artistica y artesanal, y su produccién, El pensamiento, una vez adquirido, se muestra sus- citador y fecundo en todas direcciones. Se tuvo pre- sente el punto de vista de la Antigiiedad comenzé a organizar colecciones en este sentido. Con ello se obtuvieron informaciones de la vida cristiana de los primeros siglos, de las que nada dejan sospechar las fuentes histéricas. Las catacumbas romanas nos Proporcionan la més curiosa informacién sobre la pri- mera comunidad cristiana en Roma, que se remonta hasta la familia imperial de los Flavios. En estas cuevas se repite muchas veces la alegoria de Orfeo, cuyo canto todo lo conmueve, del Buen Pastor, cuyo modelo es 8 Ja estatua de Hermes que Ileva al cordero sobre sus hombros; en las ropas y tiinicas para la misa se en- cuentra la alegorfa de los salmos, cémo el siervo busca agua Fresca, etc. . Siguiendo la misma orientacién, se retinen sistemé- ticamente en colecciones, los instrumentos de la agri- cultura, del comercio, las colecciones de maquinas, de tejidos, etc., de los utensilios del correo, del arte de la artillerfa y se considera el desarrollo histérico de la tecnologfa, de la agricultura, ete. Se ve que en torlas estas colecciones se trata de objetos de creacién artistica y técnica del espfritu hu- mano, creacién que en estos restos de obras e instru mentos se nos presenta a nuestros ojos y que en las series casi completas ofrece el material para el conoci- miento de la continuidad del desarrollo en las diversas ramas. Naturalmente que no para que se las vuelva a con- templar como curiosidad. El coleccionar es sdlo el co- mienzo; luego viene la necesidad de apropiarse histé. ricamente de lo coleccionado. El catdlogo es In base para ello, no sélo un inventario de lo que se reiine en ste 0 aque! lugar segiin nimeros y localizacién, y tam- Poco es una guia para el visitante ocasional. Cada una de las piezas requiere mas o menos un examen critico yuna adecuada interpretacién. Tan s6lo paulatinamen- te se elevaron los catalogos a esta altura de su significa. cin; los primeros pasos para ello se encuentran espe. cialmente en el campo de la numismatica y en el catdlogo de las esculturas berlinesas de Friedrich. b) Como una segunda serie podemos designar los restos de formaciones u érdenes en los que encontraron su expresiém y su comprobacién las comunidades his- t6rico-morales, tales como el pueblo, la comunidad, el Estado, la sociedad, la Iglesia, ete., sus propias confi- Buraciones, de modo que logramos con ellas una vi si6n de los estudios de la sociedad humana de tiempos tempranos y anteriores: las Constituciones de los Es- tados, las leyes, las ordenaciones eclesidsticas o bur- 59 guesas, as relaciones jurfdicas y econémicas de toda especie. En parte, estas situaciones nos han sido legadas lite- rariamente en la forma de los cédigos de leyes y esta- tutos que les servian de norma, Pero éstos son no menos significativos cuando a ellos no les correspondieron configuraciones practicamente vivas. La coleccién de las Hamadas leges barbarorum, los cédigos de los bur- gundos, de los godos, de la Ley silica, etc. nos introdu- cen éptimamente en los comienzos de los Estados ger- ménicos. En esta regulacién de las relaciones juridicas, en estos mandamientos y prohibiciones, en esia norma cidn del erescate de la sangre», etc., vemos las sittia- ciones para cuya regulacién estaban destinadas las decisiones jurfdicas. Asi las Capitulare de villis de Car- lomagno, ordenanzas econémicas destinadas a regular los dominios imperiales, en las que se reconoce el fun- cionamiento de la jardinerfa y del cultivo del campo, del servicio de los siervos, de la industria doméstica, tal como Carlomagno los hizo transplantar a sus do. inios alemanes siguiendo al modelo romano. El libro hindi de las leyes de Mand, el islandés de las Grigis del siglo x11, nos dan una viva visién de las situaciones y desarrollos sociales acerca de los cuales poco o nada nos dicen los libros de historia. Pero, muchas veces, estos restos de situaciones an- teriores siguen-existiendo atin en la actualidad, si bien desgastados o sofacados por configuraciones posterio- res. A lo largo de toda la Alemania del Norte se mues- tran esporddicamente peculiares instituciones juridicas que se designan como flamencas. Investigindolas y compardndolas con otros hechos se obtiene mucho més gue Ia historia de estas instituciones juridicas: fanegas flamencas, la feligresfa flamenca, lo flamenco en las cercanfas de Berlin, una calle flamenca en muchas ciudades més acd del Elba, que se presentan como restos de fundaciones que tras grandes inundaciones en los Pafses Bajos fueron realizadas por emigrantes de allf, colonizaciones urbanas y campesinas que Ile- gan hasta el Weichsel (Histoire des colonies belges, 6 1865, de de Brochgrave). Y cuando se lee en las crénicas de las ciudades y en documentos diversos aquf y alli sobre el derecho urbano de Liibisch, de Magdeburgo, de Soest, se acquiere con el estudio de este derecho urbano peculiar y altamente articulado—que, por ejem- plo, segufa en parte siendo valido, aun hacia 1848 en las ciudades de Schleswig-Holstein y de Mecklenbur- go— una nocién de la vida urbana desde el siglo xt, de la que las crénicas urbanas no permiten sospechar nada. Muy poco podria decirse de la significacién de Erfurt, si no se viera en el derecho de aguas de Er- furt, en cierto modo, la base de toda la peculiar cul- tura de jardineria y de las plantas colorantes y de co- mercio, que fuera importada desde Maguncia. ¥ el que en Erfurt se siga practicando en parte esta jardinerfa en forma de cultivos acuaticos, etc., aclara, de manera plastica, lo que se Jega en los viejos estatutos' juri- dicos. El prado comunitario de los pueblos en Alemania, tal como hoy existe o al menos como existia hace una Bencracién, es un trozo vivo de historia. Cuando se puede investigar lo suficientemente hacia el pasado, se encuentra que la misma reparticién de la tierra se re. ‘monta hasta las primetas colonizaciones 0 que en é- tas se puede reconocer, al menos, su primer fundamen. to. ¥ de alli resultan las diferencias caracteristicas de la disposicién del pueblo y de los poderes de las viejas regiones de Hesse, Suabia y Fresen en el Bajo Saale, en relacién con las regiones vecinas de Turingia, de un lado y con las sajonas, del otro, asf como también en el oriente de Saale y del Elba los pueblos alemanes y los eslavos se difcrencian a primera vista, en cuanto los Primeros estan construidos a lo largo de In calle cen. tral del pueblo y los eslavos, en cambio, en forma de herradura. Si bien es cierto que Nissen (Das Templum, 1869) no tiene razén cuando afirma que en las ciuda: des romanas de Italia puede reconocerse siempre la misma orientacién hacia el cardo y el decumanus como en los campamentos romanos, lo cierto es que ciuda- a des como Turin, que nacié de la castra stativa, mues- tran justamente esta forma basica. Se sabe que hay muchos usos y costumbres que has- tal dia de hoy, al menos aqu{ y all, estin aun en uso y que se remontan a la época pagana; la fogata de San Juan, el agua pascual, el ganso de San Martin, cos- tumbres navidefas, etc. Desde que Grimm Hamé la atencién sobre ello en su mitologia alemana, se han redescubierto en Alemania, en Inglaterra, en Francia, estas viejas referencias; se ha reconocide que la cos- tumbre popular contiene una cantidad de material his- térico con respecto a los tiempos viejos y a los mis remotos. ©) Esto nos lleva a una tercera categoria de restos. Las mismas investigaciones germanisticas han mostra. do que en los cuentos infantiles de Blancanieves, del cazador de ratas, etc., se han conservado nociones de la paganidad germénica. El Cristianismo las recubrié, pero no pudo destruirlas. Se han mantenido con tanta pertinacia que hasta sobrevivieron la invasién eslava en las regiones entre el Elba y el Baltico, en donde una, vez dominaron los longobardos y los semones. Paulus Disconus dice en la Gesta Long. 1,9 sobre los longobar- dos: Wodan, quem adjecta litera Gwodan dixerunt, y esta forma se ha mantenido en las regiones desde el Havel hasta Bardowyk, en el cuento de la Frau Gaude (W. Schwartz, Der heutige Volksglaube und das alte Hei- dentum, 2 ed. 1862). Asf, reinterpretada y malentendl da, lega una nocién de la paganidad hasta el pre. sente. Es una situacién semejante a la de la antigua Grecia, en donde siempre los ecos turbios de tiempos ya supe- rados, las figuras oscuras de los viejos dioses, como las lama Esquilo, emergen en cl claro miindo de los dioses olfmpicos, y sélo casi en sus mitologemas y en sus transformaciones se reconoce el movimiento de su desarrollo histérico hasta la época en que, al Indo del epos que Hega a su plenitud, comienzan las preca- rias noticias de Ia historia extern ¥ as{ como las religiosas, asf también las refigura- 2 clones y configuraciones lingiifsticas en los griegos y en todo pueblo, La lengua, tal como es o como la tenemos fija en las grandes literaturas, es un trozo vivo de historia, y lo es linguisticamente, es decir, se- giin sus relaciones gramaticales y etimol6gicas, lo mis. ‘mo que en sus intuiciones y en sus metéforas. «No confio en la paz» es una frase que tiene su origen en el tiempo de los ensayos de paz entre las regiones, pese a los cuales el comerciante no se atrevia a ir con sus mercancias a la feria o al mercado de la ciudad vecina. Diccionarios como el aleman de Grimm o el francés de Littré tienen el mérito de haber mostrado el tesoro del Jenguaje como la més grande encarnacién de la historia viva y de las concepciones de diversos tiempos ¥ pueblos. Se sabe a qué resultados con respecto a Ja historia de los pueblos, que va més alld de cualquier recuerdo, ha conducido la lingtiistica comparada, tal como, por ejemplo, puede demostrarse a partir de las mismas designaciones para animales domésticos, los instrumen- tos de labranza, las ocupaciones vitales elementales, etc. y los estados de cultura de los pueblos indogerma. nos antes de su separacién, No menos importantes es cémo Ia lingiifstica ha Puesto de manifiesto la gran inteleccién de que el len- guaje, en cuanto es la expresién del espiritu del pue- blo, es también su limite. La cultura china se pudo comprender tau s6lo cuando se tuvo el conocimiento de que Ja lengua de los chinos no es fonética, sino Por asf decirlo, oftdlmica, es decir que ellos piensan en principio de manera diferente de los otros pueblos, esto es, no a base de tonos audibles, sino de signos vi- sibles, de modo que su escritura puede ser lefda y comprendida en otros lenguajes diferentes del chino, fs una pasigraffa con la que los 200 millones del Ce. leste Imperio, por lejanos que se encuentren etnogré- fica y lingifsticamente, pueden entenderse entre si. Cuando designo la tercera serie de restos, después de las obras y de las situaciones, como la de la expre- sign en el lenguaje, ello ha de entenderse en el sen- 6 tido de que a esto pertenecen infinitamente més la li- teratura de los pueblos, sus trabajos cientificos, las visiones totales filoséficas y religiosas, los complejos de pensamiento de cada época, en la medida en que existan en exposiciones escritas, Una obra como Ia Di- vina Comedia de Dante no es para el historiador ins- tructiva solamente por las innumerables noticias his- t6ricas que contiene: por su concepcién moral, reli giosa y politica; es ante todo un documento precioso de su época, y no conozco nada que dé una visién mas clara del siglo x1v en sus comienzos, mas grandiosa y profunda que esta obra. De Ia vida espiritual de los tres siglos antes de Cristo sabemos relativamente poco, pero cuando se examinan como merecen los escritos apocalipticos de los judios, entre ellos el Libro de Da- niel y los ordculos sibilinos, el Libro de Enoch y junto a ellos toda la literatura hibrida, la literatura alejan- drina erudita que marcha paralelamente, emerge en- tonces ahi un mundo de pensamiento que vuelve com- le la nostalgia que abrié el camino al Cristia- smo inicial, d) Finalmente los restos del decurso escrito de los distintos negocios, tanto piblicos como privados, tal como se encuentran en los legajos de los archivos, en los informes, peritajes, correspondencias, cuentas, etc. Lo caracteristico de estos materiales es que cllos eran momentos de un negocio en cumplimiento, que ellos, casual y parcialmente, son momentos conservados de Ja continuidad de los negocios, cierto que no los nego- cios mismos y tampoco todos pues frecuentemente lo més importante se acordé oralmente, no por escrito. La correspondencia diplomdtica en una época agitada informa s6lo sumarialmente de lo que se habl6, las cuentas de un Estado o de un municipio, por ordena- das que ellas sean, son para la investigacién histérica sélo hasta un cierio grado satisfactorias, porque per- segufan una finalidad diferente, la del negocio, Es claro que nuestra investigacién no puede desear nada mejor que semejantes restos de negocios, por di- ficil y laborioso que sea el utilizarlos para la investiga a ciGn, Tales materiales se remontan en algunos frag: mentos hasta la época prehistorica, Entre los pape hierdticos de los sepuleros egipcios, se encuenting con tratos, Grdenes, noticias del segundo y hasta del tercey siglo antes de nuestra Era, Entre las tablas de bance Que se conservan ain de Ia biblioteca de Asurbanipal en Ninive, hay, fuera de apuntes eruditos e historiees, también escritos, contratos, cuentas que pertenceen al Siglo vatt. Entre los cilindros de barro cocidos que s¢ Secomtraron en Babilonia y sus cercanias hay cuentas de una casa de comercio escritas en escritura de Io comienzos de la época de los seléucidas. : Los originales mds viejos son luego los papiros gre: Coreeipcios, que contienen mucho acerca de negocios, {ales como contratos de compraventa, controle. face, les; los legajos de Hermias (Amadeo Peyron), tods an Proceso civil, en total unas 200 piezas. De la Antigic. dad romana, unas tablas en parte de Pompeya, en parte de las provincias, De la época medieval comienzan, haciendo caso omi: 80 de los documentos y escritos de negoci ya, cn primer lugar aquellos que Fentos y a iglesias en Italia, Francia, Inglaterra, Muy Pronto comenzaron los obispos en Roma a elabovar iy. dices de las piezas y legajos conservados. Ya ea 49 dice el Papa Bonifacio I: ue scrinii nostri monimenty declarant y, antes de Gregorio I (590.604) se encuentran regesta que fueron editadas en 1702 por los benedian 70s. El archivo siguiente en antigtiedad es el de la Torre de Londres que, aunque no desde la conquista normanda si desde Enrique II (1150), contiene ininte: trumpidamente todo y naturalmente mucho de la Eps: &@ anglosajona; y luego el inolvidable libro de Domes. fy de 1086, un libro catastral estadistico laborado rox los funcionarios del rey, semejante al libro eatasal del emperador Carlos IV’ para Brandenburgo, de 1374, luego puede venir el Archivo de Venecia que en 1300 se hallaba en pleno funcionamiento, Es evidente que siempre se ha tratado de mantener Juntos los papeles de negocios, al menos los del be: , 6 tado, para tenerlos a mano cuando se los necesita, En Atenas sirvié para ello el unreaws, que tan sélo fue construido por Fidias. Y en Roma el llamado Tabula- rium, que ahora lena toda la subida desde el Capito- lio hasta el Foro, fue fundado por Sila para reunir allf todos los archivos y crear, al mismo tiempo, despachos para todas las auioridades oficiales. El Estado alemén del perfodo inicial de la Edad Media no estuvo durante mucho tiempo ligado a una residencia fija, no tuvo una sede central fija y dura- dera del gobierno, y al canciller le resultaba dificil y hasta imposible, mantener orden. Con el emperador Enrique VII siguié toda la Cancilleria del Imperio ha- cia Italia, y después de su muerte violenta, en 1313, ca- balgaron todos los alemanes de su corte a su patria y dejaron alli todos los papeles del Imperio. Estos se dispersaron; una parte de ellos se encuentra hoy en el Archivo de la ciudad de Pisa. Era obvio que ciudades tan ordenadas como Li beck, Florencia, Venecia, que administraciones mode- los como las de la Orden Teuténica en Prusia, cuidaran con esmero sus documentos, lo mismo que lo habjan hecho las iglesias y los conventos. También en las cor- tes comenz6, hacia fines del siglo xrv, el interés por el orden de los archivos y a partir del siglo xv se encuen- tran en masa correspondencias politicas, informes de los oratores y ambassiatores, hay apuntes oficiales so- bre las negociaciones del Concilio de Constanza, del de Basilea, apuntes especiales sobre negociaciones de los estamentos del Imperio. En Ia época de la Reforma se agregan las actas de los coloquios y disputaciones, los informes y las cartas de los tedlogos a sus autoridades. Bajo Carlos V y Felipe It se forma un tipo completa- mente moderno de la gestién escrita de los astintos. Se lo puede ver ya, por ejemplo, en los papeles del Cardenal Granvella, que se conservan en 82 tomos en folio, en Besanzén, y de los cuales el gobierno francés a iniciativa de Guizot hizo publicar una seleccién en 9 tomos en cuarto, No solamente la historia politica de los tiltimos si- Blos esta librada on realidad a los tesoros de los ar- chivos. Casi en grado mayor lo est el estudio de leg situaciones internas, del comercio, la industria, los ime Puestos y el ejército, Con respecto a los estudios de los archivos nos en- fentramos apenas en los comienzos. Ellos son tan di, ficiles porque se hallan precariamente ordenados, ninguno ha sido trabajad: ide para \jado y vuelto evidente c “mo Tegio de haber sido tratados con cuidate Ot PME Cierto es que ya en los siglos xvir lo y XVII se traté fobre esta importante cuestién (ast Wenker) y en Ie ita de la idea, fue una c ‘ente nueva cuando Napoleén 1, a propueea ae Cee do, se propuso Fundar la Ecole de chartes, que luego nacié en 1821 pero con una tendencia archivista menor ¥, mds bien con el acento puesto en los estudios hie, ticos. Lo omitido allf traté de Fecuperarse en Bélgica; Por orden del Rey Leopoldo I se emprendié la resras. nizacién de los archivos belgas y se encomends al excelente Gerhard esta Bran tare: archiviste général du royaume, Con ello se abvié ae amplia via y en otros paises, al menos, se realizaron los Primeros intentos de hacer lo mismo Los monumentos §23 Los monumentos se hallan entre los rest. » nm los y las fuentes. Desean dar testimonio del tiempo, de sures © gestiones en general, de los cuales son restos, fijar- tos para el recuerdo y, por cierto, en una detersainetg 6 forma de la concepcién de lo sucedido y de su contexto; en esto son similares a las fuentes, a) En sentido pleno caben aqui los documentos, que no solamente concluyen un negocio, al que ellos pertenecen, sino que desean atestiguar este negocio para gestiones venideras, No deja de tener especial in- terés para la utilizacién de los documentos el tomar conciencia de este punto de vista. Hay varios géneros de documentos. Pues también los testamentos, las letras de cambio o certificados de deuda, los poderes, las acciones, son en cierto sentido documentos, y finalmente uno se ha acostumbrado a utilizar la palabra en forma muy general. En el verda- dero sentido son documentos solamente los testimo- s solemnes de contratos concluidos y de negocios juridicos con inclusién de documentos sobre donacio- nes, amnistlas, documentos de nobleza y otros di plomas. Naturalmente que al ofr la palabra «documento» pensamos inmediata y primeramente en las piezas es. critas medievales, que han sido editadas en nuestro tiempo en, numerosas colecciones. Documentos de pa. pas, de iglesias y conventos, de emperadores, reyes, Principes, ciudades, etc. El motivo por el cual se ha aplicado tanto esfuerzo en estas publicaciones es el de que carecemos o tene- mos material poco satisfactorio junto a las fuentes para este perfodo hasta la Reforma, momento en que los demas papeles del archivo comienzan a scr mas frecuentes, y al hecho de que, al mismo tiempo, en los documentos se encuentra apoyo seguro para el cono- cimiento de innumerables situaciones juridicas y de otro tipo. Estos documentos comicnzan en Ia época dle los merovingios y longobardos, adquieren poco a poco una forma constante en la que se manifiesta justamente el cardcter solemne de su otorgamiento, Junto al documento hav el breve, dirigido a per sonas singulares, con cl sello de mano. por ejemplo el anillo con pez del Papa. Luego las placita, resoluciones de asambleas estamentales como decisiones de tales asambleas cuando proceden como tribunal. En el fervor por los documentos mediovales se ha elvidado casi que los documentos de género muy se mejante en los negocios privados y estatales hasta el dia de hoy tienen, al menos en parte, un gran interés ara la investigacién histérica. sere! estudio de estos documentos de los siglos re. Gientes se encuentra ain en situacién precaria, Ello gs tan dificil porque sélo a partir del conocimicnte exacto de las negociaciones pre veces de larga duracién, se puede conocer un par de articulos ¢ te Palabras a causa de las cuales se difirié Ia negociacién 7, {an s6lo cuando se los conoce se tiene la clave para la comprensién de todo el documento. Asf en el Lar Storgar la corona, o el principe elector puede Tealivar un acto soberano, con respecto al cual se pide el rece, focimiento del emperador como de cualquier otro so. berano. A esto se agrega la dificultad de la fecha. En los acuerdos estatales se trata no meramente de la con. 3. Segiin los trabajadores que lo ejecutan, 4. Semin los fines que se realizan en su’ movi. miento. : Hablaré s6lo sum: el cuarto nos facilit fa de la exposicién. iariamente de los tres primeros, y ‘aré el trénsito a la ultima parte, 25 1. EL TRABAJO HISTORICO SEGUN SUS MATERIAS, § 50 (55) Es propio de la naturaleza del hombre que aparte de su mundo interior, de pensamientos, no crea sino solamente forma. ¥ requiere del material dado para que con Jas formas que le da exprese sus pensamientos ¥ Sus nociones, su querer y su poder. Lo dado naturalmente y lo devenido histéricamente es para la humanidad medio y materia a la vez al mismo tiempo, condicién y limite de su trabaj Mientras més ascienda su desarrollo, tanto mas grande seré la masa de materia que lleva a su trabajo, y con la masa de la materia crece la tensién y Ia fatiga del trabajo. Lo dado naturalmente ofrece para nuestro fi aspectos de la consideracién. Con su Cosmos, Alejandro de Humboldt no quiso solamente proporcioner una enciclopedia de las cien- cias naturales tal como eran hacia mediados del siglo, sina intentar exponer el conocimiento y la vouvepcion de Ia naturaleza en si desarrollo hist6rico, pero no solamente en su forma cientifica sino también en la percepcién de la naturaleza, en la concepcién estética josa de la naturaleza; en suma, quiso exponer la relacién del espfrita humano con a naturaleza en todas sus formas teéricas. Pero, para nuestra tarea no se trata simplemente de este aspecto: tedrico sino, sobre todo, de cémo el hombre se comporta practicamente ante la naturaleza, es decir, cémo la modifica, cémo ella lo modifica, lo ha determinado y lo determina, dos 236 a) La naturaleza § 51 (56) ‘A Ja primera serie pertenecen no solamente los des- cubrimientos en la redondez del globo terrestre, las investigaciones de su estrato superior con sus piedras, metales, depésitos de sal y de carbén, con sus -edi- ficios lacustres y cementerios, etc, sino, al mismo tiem: Po, cémo con la difusién de los pueblos, sus emigracio- nes y colonias, sus desmontes y desagiies se han modi ficado las tierras en su vegetacién, en su mundo ani- I, en su clima. Italia es para nosotros el pais de los pinos y de los castafios, de las naranjas, de los higos, del cultivo del maiz y del arroz, del cultivo de Ia seda, De nada de eso sabfan los romanos de la guerra de Anf- bal. La Italia romana era un pafs atin tosco y leno de bosques, la llanura lombarda, en donde después del descubrimiento de América se extendieron ampliamen- te campos de arroz, estaba lena de bosques de robles y hayas y montanera; tan s6lo bajo los emperadores se Ienaron los jardines de los ricos con naranjas limones, higos y duraznos; tan sélo hacia Ja época de la Reforma se difundi6, con el cultivo del gusano de seda, la morera (morus alba, antes morus nigra), y si el cacto y el algave signan el paisaje de Sicilia y Napoles, ésas son plantas americanas que se introdujeron tan sélo en el siglo xvi (Victor Hehn, Kulturpflancen und Haustiere, ed. 111, 1978). ul Y¥ ast en todas partes. Lo que la marcha de Alejan- dro a la India trajo en plantas y animales al Occidente se mostrarfa, si se pudiera calcularlo exactamente, de tan sorprendentes efectos como el descubrimiento de América, de donde vinieron a Europa las patatas y el tabaco, por no hablar de otras cosas. Y a su vez la colonizacién europea Mev a América el cacao de la India, el azicar, la lana, el café de Arabia, que alli erecié mas exuberantemente que en su patria. . + Y¥ cosa semejante ocurre con la domesticacién y la erfa de animales y su aplicacién para la alimentacién humana y el trabajo, Todavla en la época de Aristé- ar fanes el gallo y la gallina se conocfan en Atenas como inmigrantes medos, y las palomas dodoneas no eran en modo alguno las palomas blancas de la Afrodita de Cipris, logradas tras una larga cria. Al asno se lo men. ona en Ia Hiada sélo en un lugar sospechoso, pero se Jo nombra frecuentemente como procedente de Pala. gonia. Ast pues, en las regiones semitas se conocia ya el cruce bastardo de los animales y la produecién de nuevas razas mediante mezcla no natural, Esta intervencién de la mano del hombre en la vida de Ja naturaleza y su transformacién es de género pro- piamente histérico. Basta haber hecho una referencia a esta sezie de pensamientos para agregar a ello la consideracién so- bre el alcance inconmensurable que tienen In mano ¥_el espiritu del hombre para transformar la natura. Jeza dada con el creciente conocimiento cientifico, y Para ver cémo con siempre nuevos descubrimientos ¢ invenciones se ha convertido en su sefior y maestro. iCuantos progresos desde el misterioso descubri. miento de hacer fuego —el fuego de las Vestales en Roma se conservaba largamente en las ceremonias, lo que demuestra las grandes dificultades de hacer fue. go— hasta la fusién de metales, el endurecimiento del Barro suave en el fuego! Pero parece que el Viejo Mun- do Meg6 tarde a la inteleccién de aplicar la fuerza de la ¢aida del agua para hacer superfluos a los esclavos en la tahona. {Cuén inconmensurable es entonces desde el siglo pasado la transtormacién de la vida del hombre y de la naturaleza desde que se encontré y desarrollo cl poder expansivo del vapor, la posibilidad de un efec- to eléctrico lejano, la descomposicién y unién quimi. cas de la materia, desde que se construyeron gigantes de acero, que como méquinas pueden mover ¥ elabo- rar masas inmensas! No necesito enumerar las diversas disciplinas a las que en esta ribrica nos extendemos con nuiestra cien. Gla, con nuestro método, naturalmente sin la preten: sion de sustraer algo a cada una de esas otras ciencias, La geograffa, la zoologfa, Ia botinica, la tecnologta re. 238 conoceran mas bien que junto a su método y tipo es- pecial, todas ellas tienen un aspecto en el que no pueden Prescindir de la investigacién histérica y de su arte. b) El hombre como creatura § 52 (s7) La segunda serie que se nos presenta a la conside- racién histérica en lo dado naturalmente es el genus homo tal como él mismo, a través de una infinita expe- tiencia vital histérica, ha desarrollado la naturaleza humana hasta la altura y la variedad en Ia que hoy existe, Las ciencias naturales pueden estar justificadas cuando creen que tienen que investigar el comienzo del género humano, aquella situacién en la que el hombre era s6lo una creatura, un animal y luego, quizé segiin la teorfa de Darwin de la seleccién natural, legs a ser hombre. Con su método de explicar lo que es; y Por cierto de explicarlo como desarrollo natural, legan a tales hip6tesis que clertamente en nada coinciden eon su fama de ser una ciencia exacta. Pues ni la ciencia natural ni la historia pueden penetrar empiricamente hasta los comienzos, ni demostrar el protoplasma, ni Ja seleccién natural. Empiricamente s6lo sabemos que todo embrién humano tiene ya el tipo especificamente hhumano, que no se presenta en ninglin animal, Pero es igualmente cierto que en el hombre, aun en sus més altos desarrollos culturales, vive el animal: el hombre €5 un ser sensorial-espiritual, independientemente de cudn alto o cudn bajo pueda encontrarse en él uno de estos dos momentos. Cualquiera que sea la mezcla de estos dos elementos que se dan en él, esta mezcla mis: ma condiciona y determina el tipo de desarrollo his: t6rico que ha vivido el género humano, y estas expe. riencias vitales lo desarrollan hacia mezclas siempre dl. ferentes y de especie diversa de estos dos elementos de su naturaleza, . Aquf se nos presenta toda una serie de dlsciplinas 239 que se ocupan de la naturaleza y figura corporales del hombre y de su variedad: ante todo la fisiologia y la antropologta, ademés Ia etnografia, la teoria de las di- ferencias raciales, la de la distribucién del género hu- mano en Ja esfera terrestre. De ah{ resulta una larga serie de grados de capacidades y de desarrollos cultu ales que no sélo se presentan cronolégicamente de manera sucesiva sino que espacialmente existen conti- guamente, y por cierto hasta tribus completamente ve- nidas a menos y en decadencin. Si, hasta parece que en la medida en que las culturas ascienden més alto, en los que ast progresan, sus estratos bajos se destro- zan cada vez més, se convierten en escoria, no para de- jar de existir, sino para entregarse, en descomposicién a medias, a nuevas amalgamas y mezclas y quiz4, bajo un nuevo nombre y con una nueva lengua, hacen surgir la vida modificada de un pueblo. Ast, con las tribus originarias de piel oscura de la India se mez- claron pueblos arios y elaboraron aquelia maravillosa cultura sdnscrita, para luego, descompuesta en castas, sucumbir primero al ataque de los griegos, luego al de los escitas, del Islam, de los mongoles, de los europeos; en aquellos sorprendentes filosofemas de Ia desespe- ranza y de la desesperacién que se convirtieron en la religin de Buda, difundieron ellos su descomposicién interior y su desconsolado quietismo por todo el am- bito de Ia India y de China. ¢¥ no les ocurrié algo se- mejante a los helenos después de Alejandro? ¢No es Técito una imagen poderosa de la inicial descomposi- cign de Roma? Allf trajeron los eslavus, aqul los ger manos, nuevos elementos de vida para las viejas cul- turas hechas escorias, y surgieron configuraciones com- pletamente nuevas. Serfa insensato decir que siempre ha sido el mismo el pueblo de los hindus, de los grie- 05, de los romanos, si bien en las nuevas configuracio- nes se pueden reconocer ciertos rasgos de los nuevos elementos y de los viejos y ancianos materiales basicos Asf, la descripcién de los celtas hecha por César con- cuerda hoy con ciertos rasgos de los franceses, pero también son reconoscibles los elementos germdnicos y 0 roménicos con los que se han mezclado, y han creado su lengua, ; Asl que —y esto es lo tercero— podremos afirmar que por profundos y firmes que puedan ser los carac teres de los tipos de pueblos, los pueblos mismos en ‘cuanto configuraciones individuales son tanto menos duraderos o constantes mientras més alta sea o haya sido respectivamente su evolucién. Pero ego significa: ellos se transforman en la medida en que tienen histo- ria, y tienen historia en Ia medida en que se transfor. man, Quien quisiera captar en este sentido la gran economfa de la vida de los pueblos, llegarfa a la pre- gunta: gqué pueblos pueden unirse, cruzarse, de qué cruzas surgié algo mas noble, de qué cruzas surgié algo mulato, despreciable? ¢Qué elemento fue el engendra: dor, cual el receptor en Ia cruza? ' Se ve que en tales preguntas, por fuerte que sea la ayuda que les presten las ciencias naturales, 1o que importa esencialmente es la investigacién histérica: y Jo que importa es la investigacién hist6rica también alli donde las tradiciones no nos ayudan, donde sélo existen restos, quizé slo restos de las Ienguas prove- nientes de la prehistoria y que atin existen en las len- guas vivas. No harfan bien las ciencias naturales eri Querer explicar a su modo el ser devenido de la vario? Pinta diversidad de los pueblos de la tierra, que nos lo expone cientificamente a fisiologéa, Ia anatomfa, Ia craneologla, etc,; pero la investigacién historica tiene’ que demostrar que estas metamorfosis y la forma como se han sucedido, coinciden con las grandes migracio! nes, con las variaciones del clima y de Ia alimentacién: y con un ascendente desarrollo de la cultura, i Pues estos momentos son los que sobre todo ad- quieren peso. En la Antigiiedad griega, en Ia itélica, pucde demostrarse atin en detalle cémo se transfor. maron etnogrdficamente Ias duras tribus de pastores y campesinos de los montes de bosques, cémo con las plantas y los animales extrafios lograron en su propio’ terreno crear tn nuevo tipo. Tan sdlo en contacto con el Egipto superpoblado le legé al mundo griego Ia mt peste, tan sélo con el descubrimiento de América legé @ Europa la sffilis. Y tan sélo en nuestro siglo, trajo el comercio anglo-hindi a China el terrible estrago del opio, Esto basta para sefialar cémo lo dado naturalmente, el genus homo, lo mismo que la naturaleza que lo ro- dea, se ha modificado en el movimiento de la historia, esto es en el trabajo del género humano. ©) Las configuraciones humanas § 53 (58) Las otras cosas que le es dado al hombre laborante en cada grada de su historia como material para st trabajo son las configuraciones histéricas devenidas en las que ha nacido cada uno, las instituciones, las situa- ciones, la vida econémica y laboral, en suma, toda la plenitud viviente del presente que determina y domina a todos y en la que cada uno por su parte tratardé de trabajar y configurar su trozo de vids En nuestro presente sentimos diariamente y de la manera mds viva cémo estamos determinados y sus- tentados por miles de realidades, medios y condiciones, fen cuyo centro nos encontramos, y gracias a la prensa dia al mercado: del grande y del pequefio comer- cio, a la estadistica diligente, etc., medios ms que sufi- cientes para enterarnos de estas cosas y de acuerdo a €s0 tomar medidas y prevenir. Pero ya es difieil ima: ginarnos cémo fue hace 50, hace 100 afi; y, sin em- bargo, cada presente anterior hasta las épocas més tempranas y lejanas, estuvo determinado y sustentado en forma anéloga por Io que entonces existfa y valia, y no harfamos justicia a la lucha de los Staufer, a los intentos de reforma de los Gracos, a la Atenas de Pe- ticles, si no intentaramos captarlos en toda la condi- cionalidad de su quehacer, en la situacién devenida ‘que posibilité y obstaculiz6 su trabajo histérico, d) Los fines humanos § 54 (59) iy En este contexto se trata no solamente de los me- dios y situaciones externos. Nadie comprenderia: las eruzadas sin el poderoso movimiento eclesidstico que sobrecogié al estado secular desde In fundacién de la orden de Cluny y de las grandes reformas de Grego. tio VII. ¥ el sorprendente poder que creé Cromwell se fundamenta en el hecho de que supo comprender el espiritu puritano poderosamente excitado de las ma: ssas bajas y lo organiz6 en una constitucién democratica civil y militar, het Son las grandes pasiones dominantes, el espfritu nacional, el fanatismo religioso, la ira desencadenada de los estamentos bajos contra los privilegios 0 el poder del capital, llamas subterréneas que siibitamente emergen, las que, preparadas y devenidas en silencio, le aseguran un éxito inconmensurable al que avanza con la palabra justa y el hecho cabal, Un espiritu gi gantesco como el de Napoleén puede jactarse de haber dominado la Revolucién, y Ia dominé porque le ofrecis a los excitados sentimientos democraticos de la masa de la nacién francesa, con el dominio de Europa, gloria, botin y dominio como compensacién de la libertad andrquica, del que la salvé, Se ve cémo los momentos citados en el § $4 (59) Se pueden sucucionar como materia devenida para el lente trabajo histérico, y cémo cada nuevo paso significative propugna en su continuacién la compren. sién de los medios y condiciones espirituales por los Que fue posible. Para este génerc de consideracton his. térica no tenemos ningtin nombre. Ni historia de las costumbres, ni historia de la cultura, ni la expresion usada por Guizot histoire de la civilization cubren lo que se quiere decir. Pero cada vez que se intenta investi- gar un suceso histérico como la primera Cruzada o la Tevolucién de los Gracos 0 Cromwell 0 Napoledn, se esta impulsado a captar estos momentos de las situa. ciones histéricas dadas, 3 243 Eso es ciertamente bastante dificil para los nuevos siglos; para los més lejanos, para Ja temprana Edad Media, para gran parte de la historia antigua, es apenas alcanzable. En la misma medida seria falso si se quisiera, como el poeta o el hombre de la calle, imaginar lo lejano y Jo més lejano segiin la analogia o mas bien en In misma forma y modo como el presente habitual, y seria igual. mente falso si se quisiera decir que lo que no esta en las fuentes o en los restos no existié. Si, como ya se untd, en la tradicién de los SO afios después de Ale. Jandro no se informa mas que sobre historia de la Guerra, no se querré creer por eso que no ocurrié y no hubo més que eso; se puede suponer con seguridad ue toda la gama de la vida privada y del Estado siguié Su camino, y algunas inscripciones permiten conocer cudn efectivo fue con aquella violenta transformacién de todas las relaciones ese previsor y creador despot me éclairé del siglo xvttt. ¥ si ninguna fuente nos dice Qué significaron las nuragas en Cerdefia, los edificios lacustres en el Po y en Suiza y en otras partes, se vera eran moradas de hombres que los protegian del tiempo, del viento y del enemigo, de hombres que tenian que Yestirse y alimentarse; y cudn pobres son los restos de materias, de alimentos, de instrumentos, de armas de piedra que ellas contienen: al menos hasta cierto grado se puede deducir con cierta seguridad hist6rica el es- tado en que vivian a partir del hecho de que no se trata en modo alguno de existencias y estudios prehis. t6ricos, Il. EL TRABAJO HISTORICO SEGUN SUS FORMAS Los poderes morales 85 55 (60). 56 (61) Podemos partir del hecho de que la investigacién ¥ concepcién histéricas de las cosas humanas son so- lamente una manera especial junto a otras posibili dades de considerarlas cientificamente, que su signi cacién mds préxima ¢ inmediata pertenece completa mente al presente, a sus intereses, a sus motivos, que el saber propiamente tal de estas cosas, su conocimien- to y ciencia estén determinados precisamente por es- tos puntos de vista, puesto que estas cosas estén ahi por su contenido material y siguen su camino indepen- dientemente de si se las concibe y explora histérica- mente 0 no, Pero la investigacién histérica est4 librada a cada paso a este contenido material. Pues justamente un contenido de tal tipo como es el que se nos presenta actualmentes, es el que ella quiere reconocer y de- mostrar en los pasados, y por cierto que a partir de las tradiciones y restos y huellas que de ellos quedan ain en el presente; y toda su tarea consiste en trans- mitirnos estas nociones de los pasados en Ja medida en que es posible y, al mismo tiempo, profundizar nues- tro conocimiento del presente segiin su contenido con Ja comprensién de su ser devenido. - No puede hacerlo de otra manera como no sea tra- tanto de observar y captar todas las formas en las que el presente del mundo humano se mueve y continua- mente tratando de seguir configuréndolo, y cémo ha devenido; y presuponiendo Jo que es evidente, que los hombres por su naturaleza se han movido en esas m5 formas, si bien de manera diferente y realizadas de diversa manera. En estas formas tiene ella toda la serie de preguntas por las que ha de determinar sus investigaciones, y completa es esta serie de preguntas Porque todas las relaciones morales del presente se ccupan de ella, Hemos observado con suficiente frecuencia que los elementos con los que se construye este mundo moral son los hombres individuales y sus actos de voluntad, Pero que estos elementos Icjos de ser de tal manera individualistas, absolutos y de autodeterminacién abs. tracta, como se afirma practicamente desde Hobbes y 3. J. Rousseau hasta el nihilismo actual, reciben més bien su contenido cualitativo en una manera diversa. mente condicionante. Con profunda inteleccién desarrollé Arist6teles pri- meramente la esencia de las comunidades morales Como xetwuviat, entre otras partes en el primer capitulo de la Politica: «pero quien no cultiva la comunidad o ho ecesita nada porque se basta a sf mismo (3 ebedpxney), seria un dios o un animal; no serfa un hombres, El hombre requiere de Jas comunidades morales desde el primer momento de su existencia, para pro- teger Ia precariedad y el desamparo de su ser natural, Para complementarlos y superarlos. El es lo que ha ¥ debe de ser tan sélo en las comunidades morales. Fl €$ un resultado de estas comunidades cuyos tipos lle- han su corazén y su couciencia y lo elevan como po- deres morales por encima de su pobre, atomizado, Yo. Estas comunidades nos dominan como poderes’ mo. rales, sentimos su poder sobre nosotros, conciliado con nuestra autodeterminacién en cuanto los reconocemos como deberes morales. Tenemos la cosecha y la ganan. cia de ello al reconocer en ellos y poseerlos como bie. nes morales, en los que vemos garantizado lo mas noble que tenemos, Ja posibilidad de un permanente avanzar hacia lo més alto. Cada uno de estos poderes morales se crea su es: fera segin su modo, su propio movimiento y configu. 246 racién, cerrado en sf y brotando incesantemente, con Ja pretensién plena de ser vivo y eficaz én cada indivi. duo, de determinar y acuftar su ser moral en su parte, ¥ cada uno de estos poderes hace la misma exigencia a todos, Cada uno pertenece a su familia, a su pueblo, a su Estado, a su fe; puede y debe pertenecer # todos al mismo tiempo y plenamente. Pues ninguno excluye el otro, asi como las ondas del sonido y de la luz van unas al lado de otras sin perturbarse. El individuo, Ro es una molécula de humanidad de manera que este tomo, soplado en masa infinita como la arena de una duna, constituya Ia humanidad, sino la humanidad es s6lo la suma y resumen de todos estos poderes y con- figuraciones morales y cada uno esté sélo en la con. tinuidad y comunidad de estos poderes morales,’sélo como miembro vivo en ellos, «as{ como la mano sepa. rada del cuerpo ya no es mano», Estas comunidades, segiin la naturaleza sensérea- espiritual del hombre, o bien han surgido del menester ‘deal o natural o se encuentran entre los dos, 0 surgen de los dos al mismo tiempo. Las comunidades ‘naturales crecen esencialmente del momento de Ia procreacién, es decir, de la reno. cién del género en los individuos. Las comunidades ideales forman lo contrario: tienen que mantener a los individuos en el género y Hlenarlos, satisfacerlos, gon lo comin y adquirido que tiene el género (cultura, formacién). Entre los dos se encuentran los Ambitos de la wonservacion, es decir, el permanente equilibria de las creaciones espirituales y corporales, No son los menesteres de la alimentacién, de la pro. reacién, de la autoconservacién, comd también’ los tiene el animal, sino el hecho de que estos menesteres se transforman inmediatamente en las formas morales de la familia, del trabajo, del derecho y del Estado es Jo que constituye las comunidades y las convierte en Poderes morales. No es la necesidad de producit so- nidos de sensacién, la de imaginarse en su impotencia tuna potencia absoluta de la divinidad, etc., lo que cons- tituye a las lenguas, las religiones, etc,, sino que el he- mT cho de que esta necesidad se configura en perceptil dad y comunicabilidad senséreas, en comunidactes, es Jo que constituye los poderes ideales. Los unos son de Bénero s6lo relativamente natural; los otros, de género sélo relativamente ideal; tienen sélo un exceso de los unos 0 de los otros, mientras que en el campo de las comunidades précticas, como las llamamos, s¢ encuen tran los dos factores en un cierto equilibrio o sis tratan de establecerlo, r ~~ A. Primera serte: las comunidades naturales § 57 (62) Llamamos comunidades naturales aquéllas que de- terminan al hombre de manera natural y, como se ha dicho certeramente, sustancial. Pues dentro de estas ‘comunidades recibe él su preformacién, el tipo de su corporeidad y el de su espiritualidad. En estas comu- nidades, llega a su plenitud en su naturalidad. _,¥ se diferencian éstas de las posteriores en el sen- tido de que solamente aqui la personalidad experimen. ta un ser determinado que escapa a su responsabilidad moral La consideracién racional ha llegado ciertamente al supuesto de que hubo protoestadios del hombre, for- mados de ésta o de aquella manera, de que efectos como los que producen el clima, la alimentacién, el contorno del paisaje, etc., han desarrollado a unos de un modo y a otros de ola manera. Para eliminar la incomprensibilidad del comienzo, la especulacién més alta ha profundizado Ia bella narracién del Antiguo ‘Testamento en el sentido de que el género humano cayd del estado originario de’la protosabiduria divina, y que su vida histérica consiste en recuperar lo perdido a partir de sus fragmentos destrozados. La investigacién histérica renuncia a hablar sobre esta alternativa. No puede ni descubrir una protos bidurfa ni reconocer que el clima, la alimentacién, el contorno del paisaje, etc,, hayan modelado a la natu. mB raleza humana de una o de otra manera como una ma- teria flexible. No se trata de que nuestros estudios em: prendan Ja tarea de demostrar la no existencia de + aquella protosabiduria; pero ella le hubiera servido a los hombres, tal como conocemos a la naturaleza humana, sélo en la medida en que la hubieran asimi- lado y reelaborado. Pues no es la sabiduria, sino el trabajo por la sabidurfa, lo que constituye su valor y vocacién. : Y de manera semejante se manifiesta nuestra cien- cia en relacién con la segunda frase. No como si no reconociera la significacién de tales momentos fisicos y fisiolégicos. Pero sus efectos sélo estén presentes Porque ellos son recibidos, asimilados, apropiados; sélo son suscitaciones, estimulos, condiciones en las que el hombre inventivo hace que su espiritu y su cuerpo reac- cione y se ejercite: ejerciténdose desarrolla los érg nos espirituales y corporales que necesita especialmen- te en tales circunstancias, como por ejemplo el barque- To que esté habituado a ir de una manera, de moverse en un suclo vacilante, para poder caminar con seguri- dad. ¥ no es el bosque norteamericano el que hizo que el indio fuera cazador, sino que porque prefirié ser ca- zador no despejé el bosque y no aprendié a sembrar el campo. ¢Por qué, si asi no fuera, pudo desarrollarse, junto a los indios cazadores, la cultura de los aztecas en México, cuyos grandes restos arquitect6nicos provo- can hoy admiracién? » Pero a quien pregunta més detalladamente por qué se diferencian los indios cazadores de los aztecas, por qué los negros de los hombres blancos, por qué los antiguos pueblos culturales de tantos otros que nunca formaron una cultura, y de otros que comenzaron a formar una cultura completamente diversa, la investi- gacién histériea no puede responder otra cosa sino que tal es el caso. Otros investigadores podrén intentar ex- plicar esto pero, al mismo tiempo, deberin cuidarse de encontrar explicaciones que igualmente explican a cualquier animal o al hombre. nt Reside en la esencia de aquellas comunidades natu: 9 rales el que los jévenes o més jévenes heredan y vuel- ven a ejercer lo que los mayores aprendieron, expe. rimentaron y ejercieron, Ciertamente que no todos de Ja misma manera; pero hubo entre ellos quienes fueron mAs atentos y mds inventivos que otros, que agrega- ron algo nuevo a lo viejo y que aprendieron, y que heredando eso a sus hijos pudieron ver que ios més inteligentes, los més fuertes y los més osados adelan- taron més y los superaron. Con pasos infinitamente Pequefios se pudo agregar algo nuevo a lo nuevo, puede Ser que con repeticién eénica surgié alli paulatina. mente un terreno fértil en el que de manera siempre mas alta crecié lo humano y creciendo creé un terreno cada vez més fértil. Pues al que tiene se le dard. La investigacién histérica se dirige alli donde ya se ha realizado la divisién de los pueblos; ya se han delimi- tado los tipos de su configuracién, de su lenguaje, de su fe, de su capacidad de cultura, Con ello no explicamos la historia de la humanidad, pero comprendemos la posibilidad de los fenémenos que ella ofrece. No demostramos cémo pudo comenzar en general la historia; pero una vez comenzada, tenia ya en ella, junto con el impulso, los medios del ade- Tanto, Pues una vez comenzada, tenfa en cada presente siguiente el pasado heredado y en el lenguaje, en el recuerdo, los elementos para fundar una existencia Por encima del incesante correr del instante, un mun- do anfmico por encima del cambio del mundo exte- sive. Por mas profundamente envuelta que se encon: trara atin la bendicién del talento humano, ya en las comunidades naturales habfa una forma tal de crear y mantener firme una humanidad frente al cambio de las cosas y a la fuga de los presentes, de crear en la creacién de Dios y desde ella otro mundo, que los viejos mfsticos lamaron el retorno de la creacién a Dios. La antigua frase de que el hombre es el sefior de la creacién no significa otra cosa sino que el mundo moral debe penetrar y esclarecer el mundo natural, que asf como el hombre fue creado a imagen y semejanza 250 de Dios, Ia naturaleza debe reflejar Ia imagen del hombre. “hy Las comunidades naturales son la primera grada hacia ello. Pues ellas son las comunidades en las que Jo puramente creatural, de lo que depende el hombre Por su parte corporal, es elevado a la esfera moral mediante un querer serio, mediante amor, deber, leal- tad. Ellas serén convertidas en muchas més formas de la existencia moral. a) La familia § 58 (63) oar Comenzar con la familia, es decir, pretender que se la considere como objeto de la historia, puede parecer como algo que se hace s6lo en aras del esquematismo que hemos escogido. Pues, podria decirse, qué tiene que ver la familia con Ia historia? Ya el hecho de que en la familia se repite por millones de veces lo mismo, muestra a qué esfera pertenece. + Es facil demostrar que esta consideracién es errada. La repeticién se encuentra en relacién con el Estado: no hay convivencia humana sin el Estado; pero, zqué puede informarse sobre el Estado de los hotentotes 0 de los esquimales? Ademés, Ia configuracién moral en ue conocemos a la familia es, tal como la'concebimos; un resultado de grandes procesos vitales y desarrollos hist6ricos. La idea de Ia familla tlene su gran historia: ¥ cada familia tiene su historia interna. : Cierto es que Ia familia nace del instinto de los sexos de unirse para procrear. Pero, desde este primer y bajo momento del comienzo, vive ella una serie de confi. guraciones en las que finalmente aparece como Ia ex. resin mas intima del ser moral. Pues In medida de Ja moralidad es Ja entrega de la personalidad, el con: sumirse en la comunidad, de la que se siente y quiere sentirse miembro. Y¥ eso es lo més fuerte y lo’ més simple en la familia. Sus miembros o bien han entre- gedo reciprocamente su personalidad (los padres) 0 BL bien no Ia han alcanzado atin y en largo trabajo han de alcanzarla (los hijos) o cuando la han alcanzado y con el recuerdo de ser hijos de estos padres, no se han desprendido en su sentimiento de esta intima co- munidad y unidad de la familia. En este cfrculo, cada miembro tiene su conciencia de s{ mismo en la del otro y de los otros, cada miembro se tiene a s{ mismo sélo completamente en el otro, y en esta inagotable reciprocidad de amor, de confianza, de fe, en esta can- tidad de acciones reciprocas y de movimiento anfmico, descansa Ia unidad de la familia, se encuentra cl espt- ritu de familia, Ciertamente que es propio de la na- turaleza de esta primera comunidad moral el que ella se continiie constantemente, que los hijos y nietos fun- den familias de igual manera, y que los circulos se va- yan alejando més y més. Pero en cada circulo que se funda de nuevo se repite el mismo decurso profunda- mente significativo, cada cfrculo se enriquece con la herencia y la bendicién del hogar de los padres, cada efrculo tiene la misma tarea nueva de fundar un mundo moral cerrado en sf, de entrega, autonepacién y lealtad. Ast, la familia es, al mismo tiempo, lo humano més simple y lo humano més perfecto; tan perfecto que todo lo demés puede estar encerrado en ella, Cada no vive su pequefio, callado trozo de historia por el hecho de que funda su familia, Bsa es Ia decisiva, la prop historia durante toda su vida, y ast le queda en el re- cuerdo. Miles de veces se repite lo mismo y, sin em- bargo, para cada uno de la manera més propia e indi- vidual, y los hombres no se cansan de que se les cuente en libros siempre nuevos cémo hombres ficticios han vivido un tal trozo de historia. En el contexto de nues- tra consideracién tiene importancia el que pongamos de relieve e6mo la comunidad natural més simole, Ia que parece crecer completamente de la necesidad de la especie crece y decurre més bien histéricamente. Para muchos, para In mavoria de los hombres, toda In vida moral, es decir, histérica, se mueve en el Ambito de la familia, En la familia tienen su trabajo, su preo- cupacién y su alegrfa, la suma de sus intereses. La fa- 252 miilia es su mundo, y mientras apenas perciben los gran- des destinos como algo extrafio y lejano, todo es para ellos el ser con la mujer, los hijos y los nietos: sélo én este marco de su familia y en este espejo ven y sien- ten su vida. Esto no significa una disminucién de las comunidades morales mis altas. Pues todas descansan cen Ta entrega, la lealtad, la disciplina que se ejercitar mas fécil y fuertemente en la familia, La familia’ no existe para que el género se continiie —eso podrfa acon’, tecer de manera meramente animal— sino para que con ello devenga y crezca una existencia moral. Ella mis: ma es producto de la existencia moral progresiva que cultiva y eleva. Cuando Ja familia esta sana, estén sa- nos el Estado y la religién y todo lo humanamente pro! vechoso. Si la historia desea entender investigando una épo" ca, un Estado, una comunidad religiosa, debe enton: ces buscar ante todo cudl es all el tipo de familia: Como puede haber en Ia poligamia fidelidad y res: peto de los hijos? :Cémo puede expresarse moralmente toda la fuerza de la reciprocidad donde el valor de la mujer se ve sélo en el parir hijos como en Israel donde la estéril es devuelta al hogar? Mientras més alta sea la evolucién moral, tanto mas {ntimo seré el ‘matrimonio monogémico, tanto més cuidadosa la edu- cacién de los hijos, tanto mas libre en la disciplina y el amor la conducta de todos los miembros de la fa: milia. La antigua virtud romana duré exactamente tan- to como duré la familia rigurosa y sencilla, Esta prue- ba tiene valor ain en nuestros dias. # b) c) Estirpe y tribu 85 59 (64). 60 (65) Es una idea evidente que la familia en su poste: rior difusién es convierte en estirpe, tribu, pueblo; y no meramente Ia consideracién racional histérica del si- glo pasado ha seguido gustosamente esta idea, sino que se repite en muchas leyendas de los pueblos. * 253 Naturalmente, con tales leyendas no se ha demos- trado nada; y si se puede formular la hipétesis de que el_género humano proviene de un par, que su des- cendencia se amplié a través de familias hasta Hegar a estirpes y tribus, el juicio sobre Ia cuestién va més allé, empero, de toda posibilidad de la investigacion historica, Pero, ¢de donde provienen esas leyendas de los hebreos, de los griegos, de los germanos, etc.? Son ensayos sencillos, si asi puedo decirlo, de en- tenderse y de entender el mundo. El hecho devenido de que la estirpe existe con una cierta comunidad y ho- mogencidad, de que se diferencia de otras, de que Frente a otras se siente de tipo especial; este hecho que se tiene y se ve, se explica por la analogia con Ia familia ampliada, por la suposicién de que esta es- tirpe, esta tribu, fue fundada por un jefe de la tribu, Por un héroe de la tribu, en quien luego se contempla y venera el tipo de esta comunidad, El es la idea en- carnada de esta unidad, y lo que se recuerda de su his. toria, y cémo se imagina su quehacer y sus esperan- zas, se coloca sencillamente en la historia del héroe de la tribu, Es el nombre general al que se transpone todo lo que gfecta a los que se llaman por su nombre © creen Ilamarse asf. Pues el nombre ha sido traspasa. do solamente asf. Cuando en las migraciones antiguas helénicas se encuentra una variopinta multitud de pue- blos y por eso se Ilaman eolios, pAnfilos, es porque el héroe de la tribu se lama Eolio, etc. Se ve In pecu- Viaridad Iézica del proceso. Finge el comienzo histé ico: as{ como la unidad existe indudablemente como devenida, como resultado, asi se In desplaza desde el final de la serie de desarrollos hacia el comienzo y, al final, al resultado se lo convierte en meta del comienzo, De tal manera puedo usar Ia expresidn:, entenderse a sf mismos. Para entender al mundo sirve la misma formula en la siguiente cuestién. Se esté rodeado de otras tribus enemigas, se ha sometido y esclavizado quizé a unas, las otras tienen dificultad en mantenerse, Como a lo propio se mira a lo extrafio en la figura 24 de tales personificaciones, se transpone a los héroes de tribus extrafias al odio a los que se ve en su figura! El odio de los hijos de Israel a Canad se remite a Ham Y a su ruin conducta frente al ebrio padre Nog; no se niega que se est4 cercanamente emparentado con los ismaelitas del desierto, pero se dice que Ismael, el burlador de Abraham, fue engendrado por una mucha- cha egipcia y que fue arrojado con su madre Hagar al desicrto: «se convertiré cn un hombre salvajes, dice el angel, «su mano contra todos y Ia mano de todos contra éls. Este tema de las tribus y de las estirpes adquiere especial interés por el hecho de que ellos aparecen como una de las primeras protoformas de desarrollos estatales y aparecen precisamente en donde emergen los elementos de una mis alta cultura histérica. Hablo de la asf llamada constitucién de las estirpes (Sybel, Entstehung des deutschen Kénigtums, 1844). « Conocemos una gran cantidad de-ellas. Probable- mente no se podri verificar en ningin caso una real comunidad de parentesco, pero en muchos casos se podré demostrar que el parentesco es solamente tético, s6lo un esquema de organizacién. Donde esta surgié, se daba el hecho de una gran comunidad de hombres ue migrando, conquistando, afincdndose, se sintieron y se consideraron como comunidad, y que precisamen- te en esta convivencia desarrollaron una comunidad de vida aglutinante. Hay ejemplos de que ni siquicra te: alan la misma lengua y el mismo culto, pues entre Jas doce tribus de Israel se diferenciaban muy preci mente los hebreos auténticos de los egipcios que los segufan, 0 como los dorios que conquistaron el Pelo- Poneso y que tenfan en su parentela en los heraclides —como se sabfa en la época de las guerras persas— una tribu egea, y en los egidas también una tribu beocia, esto es, edlica. Se capta el proceso con todo su sumamente vital movimiento en la historia de las tri: bus alemanas desde César hasta la conclusién de las grandes migraciones: la repetida confusién se crist taliza siempre de nuevo en las formas del Estado de 255 tribus, hasta que finalmente la monarqufa y la Iglesia crearon conjuntamente nuevas formas, Si en los paises alemanes se encuentran topénimos patronimicos como Reutlingen, Tubingen, Meiningen y en Atica tales como Butadai, Lakiadai, Colleidai, se comprueba entonces una comtnidad de estirpe afinca- da en esos lugares, tal como se ha mantenido de mane a semejante hasta en la época moderna la constitucién de las aldeas. Cuando, en cambio, en Dithmarschen se hallaban dispersos los linajes (Slachten) de un escudo por todos los lugares de la regién y toda la constitu. cién de la regién estaba fundada en los Slachten y en los Klifte, ello es entonces un ejemplo tardio de los, antiquisimos rasgos gentilicios de una tribu, de la que se puede tener la seguridad de que no crecié de una unidad de parentesco, sino de diversos pucblos. Cuando los escoceses luchaban hasta 1746 ordenados en clanes, ese es el mismo orden que menciona Ticito en la Ger- ‘mania, 7, para los germanos (nec fortuita conglobatio turnam aut cuneum facit, sed familiae et propinquita- tes), y el mismo orden que César caracteriza en De bello G, 1, 51), con estas palabras: Germani suas copias cas- tris eduxerunt generatimque constituerunt, lo cual t duce correctamente la transcripcién griega con xaxé whe precisamente tal como est4 ordenado el orden de Ja batalla en Homero: xavk quhdc xal xaxt gptizpac. No analizaré més aqu{ las formas de este viejo Es- tado de estirpes. Lo que aqui importaba era ejemplifi- car lo que significan para la historia el linaje y la tribu, cémo ella tendria que demostrar que en esta segunda figura de las comunidades naturales se con tiene la mayor parte de lo que se suele llamar Estado natural, una expresién que fue desarrollada primera- mente y de manera plena en el muy rico libro de Stuhr, Der Untergang der Naturstaaten, 1812. Aqui debemos dar un paso adelante. Debimos re- conocer que estos linajes y tribus no estaban unidos necesariamente por c} parentesco de sangre; frecuente- mente son parentescos no pict sino Olett, Los que entre los helenos se envanecian de ser autéctonos, los 256 a Aticos, atestiguan expresamente que en su Estado. de estirpes habian sido recibidos muchos pueblos extran- Jeros, conocemos varios de ellos, son en parte los mAs distinguidos. Asi pues, en Ia estirpe y la tribu no se encuentra el momento esencial de la familia ampiia- da, Su comunidad natural ha erecido de la convivenci y de la accién conjunta, ha crecido por via histérica. Pero se expresa distintamente y se continéa en la for. ma del parentesco, es decir, que lo histérico se con- vierte en algo natural, se lo cree y sigue operando como tal. Lo mismo que en la cominidad natural de 4a familia, aqui también el momento propiamente cons- titutivo es un devenir histérico. Aquellos a quienes les parece que Jo supremamente perfecto es que lo humano decurra de manera natural, quienes colocan lo natural por encima de lo moral, deben reconocer que aqu{ yerran. Ni siquiera la tribu y el linaje, ni siquiera la familia, crecen en el muy alabado estado natural: la naturaleza humana orienta: da en cada momento hacia lo moral, llega a las comu- nidades naturales s6lo por la via de una historia que, Por grande o pequefia que pueda ser, muestra espiti. tualizado a lo natural de manera inmediata, Sélo la degeneracién, el ultimo estadio de la descomposicion histérica, produce la mera naturalidad, el puro estado de naturaleza, los afamados miembros orginicos y co- sas semejantes: son los ultimos sintomas de una se- nilidad lasciva. Vimos cémo la familia co funda en el eu de que dos individualidades, insuficientes cada una para s(en su diferencia sexual, abandonan su independencia, ~ su ser especial y se convierten en las dos partes rect Procamente condicionantes de una relacin moral: tan sélo en este dominio de la existencia natural egolsta se cumple la finalidad natural de los sexos, para con Vertirse inmediatamente en la mds alta finalidad de la alimentacién y educacién de lo procreado. Ast devinie- on los momentos en los que se desarrollé la unidad de la familia, la comunidad de mentalidad y de, cui- dado. Los penates de la casa son un sagrario seguro . 257 mntes a ella, Pero cuando la se amplia con nietos y tataranietos y sus far milias, atin cuando la autoridad dominante del jefe los uniera, atin cuando los hijos debieran seguir sien- do hijos de 1a casa, comenzaria un estancamiento en el que moririan las relaciones morales mismas. Pues los hhijos deben crecer, no tienen que seguir siendo hijos, y tienen que ser a su vez padres y madres. Una situacién realmente s6lo patriarcal seria histéricamen- te el de sumo acrecentamiento: en su progreso condu- ciria solamente a la ampliacién de la autoridad pater- na, tal como la que constituye el despotismo. Dijimos que los pueblos mas altamente ilamados mostraban, segtin parece, ininterrumpidamente la constitucién de estirpes, es decir, ellos no se satisfa- cen con vindicar un valor absoluto para la familia; sino que, superada por los érdenes seguros de estirpe y tribu, Ia familia encuentra Ia posicién relativa que le corresponde; se convierte en un momento de la tota- lidad que, consistiendo en muchas familias juntas y en su telacién’ ordenada duraderamente, expedita en su unién pero a Ja vez segura en sus formas, da al movimiento moral un espacio més amplio y otra meta, No son los que naturalmente copertenecen los que asi se unen, sino estirpes separadas del mismo modo como en la familia en la que se domina y rechaza la dureza de las individualidades, se juntan para realizar metas comunes y fijan su orden, frecuentemente después de una lucha reciproca que entonces incluye ese orden, el cual convierte a los asf unidos, por Ia forma, en parientes de sangre. Aqui pues aparece en vez de la mera piedad familiar, de la autoridad paternal y pa- triarcal, de Ia dependencia natural y de la falta de yo- luntad de todos los demAs, un momento nuevo, un derecho entre los iguales que estén unidos, una ‘par- ticipacién jurfdica y legal de las familias en los fines tereses comunes, la posibilidad de diferencias que tienen que equilibrarse seguin el fin mAs alto de la co- munidad, Aqui ya esté en pleno movimiento la idea “del derecho que se encontraba completamente gpeu- 258 ierta en Ja familia y en la comunidad solamente fa- miiliar y que por el espfritu de la familia era imposible. Se podré decir que lo propiamente dindmico y fértil es que se unié lo fordneo, tal como en aquel ser dérico se encontraron y juntaron déricos reales, aqueos, eolios, © en el Estado de estirpes, que los alemanes fundaron en la Britania céltica, sajones, anglios, jutlandeses, fri- sios. Y cosa semejante ocurrié en el movimiento de Ja migracién de los pueblos, que es la que podemos contemplar panorémicamente con mds seguridad. Es. tas mezclas son lo vivificante y fértil en la histo en ellas se desarrollan las nuevas formas progresivas, Entonces, la forma de la constitucién de estirpes se supera en més altas evoluciones histéricas, Las aso- ciaciones tribales se convierten cada vez mas en sélo vecindarios localizados, legan a ser comunidades, cu. Yo punto central es el lugar, el pago, el ejido, etc. Pero sigue manteniéndose el gran tipo de las estirpes, y hay muchos pueblos de alta cultura que tarde o nunc sobrepasaron este tipo de las estirpes, cuya vida his- térica entera se mueve en él. Recuerdo a la antigua Grecia: allf se extiende la historia viva hasta donde se mantiene esta condicién de estirpe, y muere en la me. dida en que se forma y adquiere figura la idea de la unidad nacional, del Estado nacional. Una de las tareas mis dificiles pero mas aleccio- nadoras seria la de estudiar la significacién histérica de las estirpes y linajes segin los puntos de vista alt. didos hasta ahora. Creo que seria el camino para com. prender histéricamente una cantidad de fenémenos que Klemm, en su Historia de la cultura (1843), ha re. sumido bajo el concepto de pueblos pasivos; ademés se les podria adjudicar su posicién histérica, Precisa: mente Ia pregunta de si la barbarie de las tribus de Galla, el embotamiento de los Negritos en Australia y_ otras cosas semejantes son un estado de degencra- cién o un estado natural, se resolverfa tal vez en este contexto. Hago esta alusién para que se’ tenga en cuenta cudn importantes investigaciones y decisiones se encuentran por esta via, 259 d) El pueblo § 61 (66) «Ya del contexto de lo dicho resulta claramente que la esencia del pueblo no reside en que tal como es haya crecido de Ja mano de la naturaleza, sino que, en tanto familia, estirpe y linaje es un producto de mediaciones hist6ricas; pero es un producto que una vez desarrolla: do abarca y sostiene a los que une con toda In fuerza de la comunidad natural, de la moralidad sustancial. En el pueblo y en fas otras formas de las comunida- des naturales, la histéricamente devenido se convierte en la innata naturaleza de los hombres, Pero, ¢cémo ocurre eso? ¢Qué es el concepto del pueblo sino es el de un parentesco natural de aqué- los a quienes abarca el norabre pueblo? Por cierto que en las formas en las que se mani- fiesta la unidad del pueblo, en el lenguaje, el mito, la forma corporal, reconoceremos un rasgo de la comu- nidad que hasta cierto grado es excluyente. Lo llama- Temos relativamente originario en cuanto ya no po- demos demostrar cémo ha crecido a partir de los ele- mentos histéricamente convivientes. Y si resulta que una cierta analogia del lenguaje, etc., abarca varios pueblos que se han alejado considerablemente los unos de los otros, debieron tener entonces una unidad en el estadio de esta comunidad. Lo que es comin en todas las lenguas indigerménicas, tanto por lo que toca a las raices como a las tendencias de flexién, es una prueba de la comunidad originaria de quienes se ase- ‘mejan en ello. : Pero la variedad surgida en este fundamento co- min es igualmente una prueba que en su vida se se- Pararon de esta comunidad originaria y se desarrolla- ron como formas independientes de pucblos, del mis- mo modo como los hijos de la familia fundaron a su ver familias en.las que aim puede mantenerse el ti de la familia, pero cruzado con nuevos elementos ex- trafios aportados por los matrimonios. En la medida en que los miembros de un pueblo se separason espe- 260 cialmente, ingresaron en otras contornos climéticos y de paisaje y en otras condiciones de la vida natural € histérica, se liberaron de la vieja unidad y comenza- Ton con nuevos comienzos. Y en esta rama asf sepa. rada del tronco comtin se repitié el mismo proceso. Mientras més movida y movible fue su vida histérica, tanto més tuvo que fragmentarse e individualizarse, de modo semejante a como en Grecia avanzé esta sién de grado maximo hasta el punto de que los hal tantes casi de cada valle, de cada Indera, se querfan saber diferentes de los m4s.préximos vecinos dialéc- ticamente y en las formas religiosas, en las costumbres yen la Constitucién. Qué nos queda del concepto de pueblé? ¢Han de Mamarse un pueblo los indogermanos, los grecola nos, los griegos, los atenienses? Lo que originariamente era un pueblo, no se man- tiene como tal; se va diferenciando en muchos pue- blos, si bien con un tipo basico comin tal como pro. cede de los tiempos primitivos. Reconocemos este tipo en las razas, en el paren: tesco de la lengua, en la comunidad de la mitologia, Pero, al mismo tiempo, debemos reconocer que este tipo aparece solamente como algo natural y dado, y aparece solamente por que ninguna investigacién pue- de legar a penetrar en sus mediaciones histéricas. Pero el que este tipo mismo es sélo un tipo histéricamente devenido, podemos deducirlo del hecho de que en el Ambito de la historia el tipo mismo pudo ser modifi- cado y hasta eliminada su caracteristica religiosa, de modo que sélo queda de él un eco de ligeras vibra. ciones. ue Si ahora nos preguntamos por lo que constituye esencialmente el concepto de pueblo, tendremos que decir que las dos cosas, esto es, el tipo comin y la diferenciacién, operan en el mismo, pero que ni las dos juntas ni cada una por sf resuelven la pregunta, Se ha dicho que el contexto originario de la ascen. dencia comin no basta en s{ para evitar o detener Ia dispersién vital de quienes estuvieron unidos natural- 261 mente, ¥ la conjuncién en la forma de un parentesco hipotetizado no tiene en sf ni sin mas que volver a uunir necesariamente a todos los que se pertenecen na. turalmente por sangre y lenguaje, como, por ejemplo, gcurre con Ja constitucién hebrea de estirpes que ex. cluy6 a tantos entre los hijos de Abraham y hasta de Eber. Precisamente esta forma puede recoger en si Jo extrafio del mismo modo como las doce. tribus hebreas recogieron también «mucho populacho» de Mizraim. Tan sélo por Ia circuncisién de acuerdo con la ley del Monte Sinaf Ilegaron a ser judios, E igualmente se muestra el punto que, segin me parece, interesa. Los hijos de Israel se unieron en un pueblo y crecieron conjuntamente en la ley y en la certeza de ser el pueblo elegido de Dios. No son algo unido naturalmente, sino que tan sélo lo devienen; y devienen en la medida en que lo histéricamente pri- mero sdlo existié téticamente y en el curso de Ia his- toria se fue convirtiendo en un hAbito natural. Lo mismo que aqui, es la conciencia, la yoluntad de uni. dad, cualquiera que sea su tipo y la forma en que se manifiesta, lo que constituye la esencia del pueblo. Esta conciencia, esta voluntad de unidad es un resul- tado histérico, y, una vez. existente como resultado hist6rico, aprehende y abarca a todos los copertene. cientes con toda la fuerza de Ia determinacién natural © innata. Natural, porque cada uno nace dentro de este resultado y recibe del mismo su dote sustancial Pero dotado de tal manera, es trozo y miembro vivien- tes en este cuerpo, y no se puede decir que fuera sol: mente materia y siervo. También aqui se da la rel: cién de cuerpo y espiritu: no es el cuerpo el que pro- duce el espiritu, no es el momento natural el que pro- duce la idea del pueblo, el espiritu del pucblo, Esta idea es un resultado histdrico y ella organiza su forma de existencia, construye con los hombres un cuerpo nacional, y estos hombres son uno como pueblo sélo en este espfritu, y sin él se privarfan de una determi- nacién esencial de la existencia humana, Este espfritu del pueblo es lo constante, lo unificador, lo que da 262 forma. Pero él no es originario,’sino que ha devenido histéricamente; no es como él fue, sino est en'el rfo de la histori La frase asf expresada parece bastante trivial; pero en su aplicacién histérica es tan precisa como fecunda, La forma en la que primeramente deviene y se com: prueba Ja conciencia de la unidad no es, en modo al- uno, la misma en todas partes. La historia de Italia Mmuestra cémo el lento crecimiento de una comunidad urbana bélica termin6 fundiendo en un pueblo a los itdlicos, griegos y celtas, y luego, por encima del Orbis Romanus, fundé un pueblo romano, Ademas: las es- culturas de Egipto permiten reconocer sin duda al- guna que en el valle del Nilo vivian hombres de diverso color y raza, las momias lo confirman; pero todos ellos fueron fundidos en un pueblo por la disciplina reli- giosa y el poder politica de los Faraones. Mas a entre las primeras tribus de los griegos se desarrollé; desde los poemas homéricos, una conciencia de la uni- dad espiritual, que ascendié finalmente, en el aticis- mo y en la formacién de la epoca de Deméstenes, a un sentimiento nacional fuertemente tenso, sentimiento nacional que gravit6, por lo pronto, en la contrapo cién al mundo barbaro. : Este fenémeno, a saber, que un pueblo se forma en torno a una idea unificadora, cualquiera que sea su tipo, permite comprender que una cantidad de tribus ‘gsadas y valientes —pienso en los germanos de la mi- gracién de los pueblos— incapaces de doblegarse a la disciplina de una idea unfvoca, se dispersaran vital- mente de modo irresistible en el movimiento histérico y se desarrollaran en una serie de pueblos, que luego tampoco pudieran mantener la comunidad natural del Tenguaje. . Pero la misma circunstancia explica también el otro fendmeno de que un pueblo devenido puede ser destrozado y total o parcialmente arrebatado hacia nuevas comunidades por el poder de una nueva: idea, independientemente de si esa idea los atrajo o se im. puso con violencia. Bajo el poder de la idea romana, 263 los galos se hicieron romanos; y sometidos por una multitud de normandos romanizados, perdieron los an- glosajones el centro de gravedad de su ser nacional, ete. Y este proceso ocurre incesantemente en la his. toria. Sin esta incansable procreacién de pueblos, Ia historia se convertiria en un pantano. El simple mo- mento natural de la nacionalidad no cubre ni vale si no tiene su vigor en la fuerza vital de producir nueva: mente, en cada’ momento, su propia idea, Pero la nueva idea, preséntese ésta como conquista, conversin o colonizacién o de otra manera, se apli. card inmediatamente a trasponerse en todas las for mas de la sustancialidad, a convertirse en una condi: cionalidad natural de los que han nacido en ella, y a igarlos con toda la fuerza de la naturalidad innata. Si en la vieja idea del pueblo hay todavia alguna vida y fuerza, se defenderd entonces con terrible energia, ¥ no siempre penetrard la nueva idea. La del helenismo sucumbié ante la terca energia de las viejas nacionali dades del Asia occidental; la lengua y el derecho de Roma penetraron en Jas Galias, pero no pudieron so- brepasar el Rin y el Danubio, etc, Se debe captar la historia’ en sus grandes contex- tos, para juzgar esta marcha de las cosas. En cada caso singular percibe cada uno que tiene en su tipo de pueblo lo més santo, su moralidad natural, y tiene el derecho y el deber de mantenerlo y de defenderlo con toda energia. Esto basta para mostrar los puntos de vista segiin Jos cuales habria de indagarse la historia del pueblo, quiero decir, de esta idea en sus diversas formas de m: nifestacién. Sélo que aqut, cada caso singular es inf nitamente mas importante que el esquema general. Re. sumida como historia de los pueblos, resultaria algo completamente diferente a si se hablara de’ una histo. tia de los Estados. Pues las dos coinciden apenas s6lo en los casos més raros, y una parte del movimiento vivo en Ia historia sé basa en que esas dos historias anhelan no coincidir y el pueblo también desea adqui- Tir su Estado, es decir, su manifestacién de poder, en 264 otras categorias, en la lengua,-los habitos, las nece: sidades, consciente de su comunidad; y que por su parte el Estado, la idea de poder, desea como Un pue- blo el grupo de hombres que le pertenece, es deci ‘que trata de acufarlo como una comunidad sustancial, Pudimos decir que solamente los pueblos altamen- te desarrollados han encontrado el progreso y el paso avanzando hacia una constitucién de estirpes. Su esen- cia consistié en reconocer y asegurar en cierto modo ns separaciones existentes; siempre han ,terminado con el progreso de una politie real, de modo que de los que con igual derecho fueron separados nacié un pue- blo, frecuentemente con organizacién monérquica, fre. cuentemente de forma tal que una tribu dominé sobre Ja otra, como ocurre frecuentemente en la forma sim- ple del poder militar. All{ no desaparecieron comple. tamente las diferencias de linaje, pero fueron reba das a aspectos subordinados. ¢Y no es el concepto de Pueblo quizd del mismo tipo? No esté él predestinado a devenir slo un momento de las comunidades més altas? universal es aquélla en Ia que esta idea surgié pri meramente y en figuras extrafias. Es aquél ambito de la historia en donde comienza tan sélo nuestro cono- Cimiento més determinado de ella. Dentro de cinco a cuatro siglos, la misma idea se abre paso en el bur mo, en la cultura helenfstica, en la esperanza mesid. \. Fs Ja idea de la humanidad, es decir, el conoci miento de que, por encima de las ‘peculiaridades natu. rales, frente a las cuales es diferenciado el mundo del hombre, se encuentra y vale la idea de la unidad de su naturaleza espiritual: esta idea de unidad la trajo el budismo con Ia negacién de toda peculiaridad huma- na y natural, y el helenismo con la forma de la inte. lectualidad, y el Cristianismo, con toda Ia fuerza po- sitiva de la satisfacci6n de Ja idea mesinica, en la nocién de Ja unidad en el reino que no es de este mundo. La idea humanitaria del budismo llegé a ser la uni- 65 ficadora para la mitad mas grande del género humano; pero ella no hizo adelantar a los pueblos porque fue a negacién de uno de los dos factores en los que por la naturaleza moral-espiritual del hombre descansa la vida moral. De Ia unificacién helenistico-judia surgié Ja idea positiva y progresiva de la humanidad, De doble manera degeneré esta idea cristiana, Pri- mero, al adherir a la intelectualidad del helenismo y afirmar que el reino de Dios consistia esencialmente en conceptualizaciones teolégicas y entrando asf en Ia casuistica de diftciles problemas cientificos. Se en ligrané, sec6 al Evangelio de manera tan completa, que a los pueblos les pudo parecer una salvacién y un nue- vo comienzo de vida el volver al simple monotelsmo y tefsmo del Islam. Y¥- luego, en el Occidente degeneré Ia idea cristiana del reino que no es de este mundo en el sentido de ‘que se consideré a este mundo realmente como lo nulo, Teprobable, Jo malo, del que hay que huir, y que la més alta religiosidad consiste, al menos, en separarse de él; esto es, se adjuidicé este mundo y su reino al diablo, en cierio modo a otra divinidad, Se fundé el dualismo de Ja Iglesia y Ia mundanidad y en cuanto se arrojé lo més lejos posible toda mediacién interna entre los dos, se destruyé toda’ moralidad, Pues su esencia consiste en la penetracién de lo espiritual y Jo corporal, en Ja realizacién de lo ideal y en 1a espi ritualizacién de'lo real No necesito decir, que desde la Reforma tan s6lo se superé 0 al menos se percibié este desconsolado dualismo y que con ello se le abrieron nuevas vias a la Profunda ‘idea cristiana de la humanidad. Veremos cémo esta idea trabaja progresando en os mds altos émbitos morales. No esté impuesta por su naturaleza la supresién de las diferencias entre los. Pueblos, pero s{ el de recubrirlos mediante mayores formas de la comunidad de manera semejante a como en el pueblo se encuentran incluidas las familias, para tan s6lo en esta su cabal situacién poder llegar a su pleno derecho. 268 Segunda serie: Las comunidades Ideales "7 § 62 (67) i A las comunidades ideales las diferencias de las na- turales un fenémeno muy significativo. Las comuni dades naturales, orientadas por Ia corporalidad y li- mitadas por su condicionalidad se disuelven tanto mas cuanto mAs quieran abarcar. Su fuerza !méxima la tienen en la unién més corporal, por no decir mas baja y estrecha, mientras que las comunidades idea- les, arraigadas en la infinita actividad del espfritu; se hacen tanto mas ricas y vitales cuanto més crecen,-y crecen hasta tener lo més alto y finalmente lo supremo, la absoluta totalidad, como ves de su comunidad, Podria parecer que yo —para retomar la tltima expresién— creo que la Iglesia es Ja suprema entre las comunidades ideales. Esto presupondria que cada una de estas comunidades ideales tendrfa que ser demos- trada en forma de una institucionalizacién, para poder ser mencionada; que pues s6lo habria que hablar de escuelas y universidades en relacién con la ciencia, de academias y escuelas de arte en relacién con lo bello, etc. Este no es el caso: as institucionalizaciones pertenecen a otra serie, cualquiera que sea por lo de- més la relacién que tengan con las comunidades idea- les. ¥ as{ como para la familia lo esencial no es el estado de sus bienes, aunque no debe faltar, asf tam- poco es lo institucional el fundamento real de las co- munidades ideales. En estas se trata solamente de la comunidad de los espfritus y de su trabajo callado, Es la obra comin a la que todos se aproximan para agregar su porcién de trabajo; el gozo comin al que se allegan todos para que entregéndose y olviddndose de si mismos obtener tanto més profundamente lo me! Jor y lo mAs propio de clos; es la infinitud en to fini to, lo inmortal en Jo mortal, la finalidad eterna, el Nyéc; el Dios en el hombre, una creacién constante en el dar y el recibir. Allf, en estas comunidades ideales, en estas comunidades esencialmente espirituales de lo bello, 1o verdadero, lo santo; en el dar y recibir de 257 Jo {ntimamente m4s profundo que hay en el alma humana; allf se libera el hombre de su Iimite, de su debilidad y de su pequefiez, alli alumbran los mas profundos rayos en ella, Se ha dicho con razén que la obra de Ia Creacién —en la medida en que la vemos en la tierra— se ha cumplido, que todo lo terrenal tiene ahora su orden su ley, que se sigue moviendo segun las leyes mecé- nicas y fisicas, que se mantiene por el orden sembrado creadoramente. Pero el comprender y cl pensar de esta Creacién y sus érdenes y el manifestar y confor. mar de este sentir y pensar son otra creacién, no de materias pero si de formaciones, y no enemiga de la primera Creacién. Pues la Creacién de Dios ha adop- tado allf una figura diferente, més alta. Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza para que siga creando formas. ¥ el hombre sigue creando por el M2 en 41, crea el mundo de los pensamientos, el mundo moral y su repeticién, su nuevo comienzo respectivo en cada personalidad. Esta fuerza creadora del hombre esta en el Mres; ella ha devenido y devendré y opera diariamente en las comunidades ideales y a través de ellas en las otras esferas: en ellas esta la historia de la historia. A causa de esta significacién ellas tienen que en- contrar su lugar en nuestra sistematica después de las del mundo préctico, que son su realizacién, Pero, al mismo tiempo, son su presupuesto y condicién. Sin embargo, en general, hay que decir que con su cuce sin, nuestra sistemética no quiere designar la su- cesién cronolégica de las configuraciones que trata, sino que todas son activas al tiempo y en cada momen. to, y cada una est condicionada simulténeamente por las otras. a) El hablar y las lenguas ~ § 63 (68) La mas préxima ¢ inmediata entre las comunidades ideales es el lenguaje. Es completamente cierto que 268 las otras creaturas no hablan porque no tienen nada que decir. El lenguaje es la expresién del ser-yo que s6lo cotresponde a los hombres. Pues el hombre no és la totalidad absoluta, sino sélo la relativa que se comprende como un yo que, comparando y diferen: Giando, juzgando y concluyendo se mueve en st, es decir, piensa. El lenguaje no es el pensar sino Ia ex. resin sensorial del pensamiento, pero es tan nece- Ssario al pensamiento como el cuerpo al espiritu. Pues el espiritu finito esta s6lo en su érgano. Asi, el len. Buaje es esencial y necesario al pensamiento. Es el cuerpo fino autocreado del Yo pensante; sélo en esta expresién pensamos. wip eCémo crea el espiritu al lenguaje? El alma recibe del mundo exterior a través de los sentidos sensacio. hes, y estas sensaciones las exterioriza de manera sen. sorial, para hacerse consciente de ellas. Segin la bella imagen plat6nica, el alma es la que da a luz, y el pen- samiento que habia sido recibido por ella, debe salir a la luz, y en cuanto él como palabra se libera del vientre maternal del alma, ésta alumbra y se libera del dolor del parto, Una segunda cuestién es la pregunta de por.qué estos sonidos designan esta representacién. La ‘teo- tia de la mera imitacién del sonido no es suficiente. Se trata mds bien de una whine més fina que emerge aqui, y de la cual lo més esencial es que traduce de uun sentido al otro. La sensacién recibida del rayo.de luz vuelve a conar a través del sonido de la boca; en el soplo movido de tal manera, el alma repite el mo- vimiento recibido en la sensacién, De modo andlogo, cada sensacién, cada impresién recibida, se traduce en un complejo de sonidos, es decir, hace una lyme, que en si puede ser de género muy subjetivo, tan sub, jetivo como cuando Ia bailarina danzé ante Alejandro la destruccién de Troya 0 como cuando la bayadera que danza la primavera cuando sintié la primavera: Ella tradujo esta sensacién en el movimiento corporal, bai- 16 la primavera, y quien sabe y conoce este tipo de Jenguaje en la danza entiende muy bien por qué danzé 269 la primavera; se deduce de su danza la sensacién de primavera que él mismo debe expresar corporalmen- te, As{ de mimetico es, creo yo, el lenguaje. Pero el lenguaje no tiene que expresar meramente nociones singulares. El hablar es el eco de la sensa- cién bajo la potencia del Yo, es decir, de una fuerza que acoge lo singular en esta totalidad relativa, lo des- compone y lo combina allt, lo acufia con el sello de esta totalidad relativa. Hablando pues no da el alma plemente el eco de la sensacién recibida, sino, al mismo tiempo, su captacién y tratamiento de esta sensacién. Su hablar consiste en que, con el objeto de la sen- sacién, ‘designa al mismo tiempo sus relaciones; con las nociones singulares, al mismo tiempo, las cate gorias del contexto en que el Yo las capta, y de manera semejantemente mimética encontraré la ex- presiOn para estas relaciones y categorias como tam- bién Ia expresién para los conceptos. Por grande que sea la diferencia entre las lenguas segiin su movilidad y su desarrollo, cada una de ellas, esta fundada en este peculiar proceso mimético que, si bien es cierto que al comienzo acuié un complejo muy pobre de sonidos también lo es que lo siguié for- mando con analogias, metdforas, combinaciones, en siempre nuevas circunvoluciones de espiritu. Y en ca- da forma siguiente, siente el alma la expresién del pensamiento correspondiente. Todo el mundo del pen- Samiento se expone en el lenguaje. Todo lenguaje, por pobre o rico que sea, es en si una plena y completa visi6n del mundo. Nadie puede pensar de manera di- ferente y més allé de lo que su lenguaje le deja pensar, y su lenguaje puede decir todo lo que él piensa. La comunidad del lenguaje es la comunidad del pensar; el lenguaje es el espiritu del pucblo. : Inmediatamente se nos presenta la preformacién que yace en la naturaleza histérica del lenguaj Gierto es que todo lenguaje otorga la posibilidad de la expresién plena del pensamiento para el cual y por el cual est formado, Pero hay entre ellos una diferencia inconmensurable de flexibilidad, movilidad, 20 vivacidad, y el lenguaje una vez formado es para aquél que pertenece a él una barrera que puede ser amino- rada, pero nunca eliminada. Tenemos que poner atencién especial a la forma como esto se impone. Cuando se trata en el lenguaje de manifestar las nociones y sus relaciones, se encuentra entonces para ello una serie de sistemas posibles (Schleicher, Zur Morphologie der Sprache, 1859). No quiero enumerar Ja variedad de formas del lenguaje que se han des rrollado ast, La investigacién histérica no esta en con- diciones de demostrar cémo ocurrié que a unos pue- los les tocé ésta, a otros aquélla forma. Pero si se puede llegar a conocer que también las flexiones de Jas lenguas indogerménicas son solamente las mez: clas configuradas de una aghutinacion originaria, de modo que aqui también se hallaron sucesivamente las nociones y las categorfas como designaciones indepen- dientes y tan sélo paulatinamente crecieron en forma de flexién plena de vida, se esté entonces obligado a suponer que al protolenguaje ain reconocible de estas tribus le antecedié ya una serie de mediaciones. Si es justa esta observacién, parece resultar enton- ces que este circulo de lenguas tuvo primero una evo- lucién ascendente, que ascendié desde la aghutinacién, ¥ quizé tal vez desde el monosilabismo de Ins rafces hasta esta maxima y viviente penetracién y configu: racién, hasta aquélla riquisima cantidad de formas para Ia combinacion de las nociones y sus relaciones, que se expone casi completamente en la hija més vieja del protolenauaje, en el sénscrito, Desde entonces co- mienza el desgaste y Io descomposicién del lenguaie, y esta transformacién del lenzuaje proeresa con cada nueva y siguiente desviacién. Cada grada generacional se ha aleiado cada ver més de la rigu{sima belleza de esta madre, se ha vuelto més pobre en formas, més superficial, més. convencional. 2 * La comparacién de los lenguaies ha conocido las leyes de estas transformaciones. Tiene razén en com: pararse con las ciencias naturales, pues sus observacio- am es se refieren a las modificaciones que pertenecen a la actividad fisiolégica de la produccién de sonidos, Pero harfa mal si quisiera encontrar en motivos fi siolégicos el fundamento de la modificacién y sus le. yes. Ni el progreso desde la aglutinacién hasta la fle- xi6n, ni el descenso desde Ja plenitud lograda, de Ia conjugacién fuerte a la débil, y hasta la paulatina des- composicién del lenguaje, el retorno a una nueva des. composicién de los conceptos y as relaciones, puede explicarse por el camino fisiol6gico, Este descenso del Jenguaje en su aspecto meramente linguistico, es de- cir corporal, es un progreso en otro aspecto: con el Progresivo contenido del pensamiento, deben retirar se la fuerza vital sensérea y Ia autosignificacién de la expresién; el lenguaje ya no puede seguir pensando y poctizando para sf, tiene que ser disciplinado, tiene Que hacerse més preciso, tiene que llegar a ser con- vencional. En tal sentido, el lenguaje mas perfecto es el que habla la matematica; s6lo que ella, que se ha vuelto completamente arbitraria, muere, por asi de- cir, en idealismo, Schleicher afirma que la actividad natural del len- sje, es decir, su pleno florecimiento, comienza a mo. Tir cuando se inicia la vida histérica, que las dos se relacionan contradictoriamente, Esta frase hay que re. ducirla esencialmente: no ha captado correctamente la contraposicién entre naturaleza e historia, pues tam- bign hasta en su maximo florecimiento, el lenguaje es ya de naturaleza histérica. Mientras més rico sea en expresién del pensamiento, tanto més tiene la nece- sidad de moderar su superabundante riqueza de for. mas, de simplificarse, de hacerse claro. Y como com: Pensacién de-lo que pierde en formas, adquicre un Tico sustituto a través de su desarrollo y aumento sin- téctico, en los que aprende a designar més fina y 1d. gicamente las categorias. Y en este desarrollo progre. sivo gana mbitos totalmente nuevos que el espiritu descubre, y crea expresiones para ello, que se convier- fen en historia viva del lenguaje: en vez de la gramé- tica, es el diccionario el que comienza a mostrar el m2 movimiento del lenguaje. Hace dos siglos no habfa en nuestra lengua el concepto de finalidad. El lenguaje lo buses en formas sintécticas como: para, que, para 30, para que sea etc. Pero empiricamente existia dia- riamente, si bien no como concepto general. Hasta que Jacob Behme utilizé la aguja en el centro del dis- 0, como imagen de aquéllo a que se tendia (Zwick o Zweck: finalidad). De modo semejante ocurrié en la lengua griega. Tan s6lo Aristételes desarrollS com pletamente el concepto de finalidad y lo dilucidé como sthec, Myer, xb oD Exe, etc, Ya emerge en Platén; pero cuando lo conoce solamente hay la forma de

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