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Mauro Wolf SOCIOLOGIAS DE LA VIDA - COTIDIANA SOCIOLOGIAS DE LA VIDA COTIDIANA Mauro Wolf CATEDRA coleccion teorema CaptruLo PRIMERO Erving Goffman, o la descalificacién de la inocencia 1. PARAFERNALIA Entre pesados capitulos brillan, ocasionalmente breves fragmentos del viejo titiritero que habil- mente devuelve a una efimera vida unos fantoches farniliares (espias, paletos, actores, publicos, ti mos afortunades, te:). En Tos trabajos de Goffman él estilo ha sido siempre mejor que la estructura ¥ esto explica por qué sus escrites han sido sem bre mucho més legibles que sus memorables andli- Sis, El «puro estilo Gofimans esta hecho de me- Yéforas “naturales, de aforismos _estilisticamente adornados, de una continua ramificacién concep. tual y una cierta resistencia no solo al_mundo empirico (de ahf la necesidad de verlo a través de ios eapartes y de modo tangencial), sino tam- Bien ales “formulaciones.analitions ordcnadas; este conjunto produce un estado de falsa origina lidad (con le impresién de estar radicado en la contingencia de la vida cotidiana) y de aparente Fealidad. Pero todo ello sirve para confundir la estructura precisamente alli donde ta ilustra. Rstas opiniones, expresadas por un recensor de Goffman, describen bien el mundo que vive en sus Tibros y que en parte es el objeto de sus estudios La sociologia goffmaniana es una «sociologia de re- cuperacién» del material de la vida cotidiana de los 9 scenarios habituales que los estudios macrosociolé- gicos descuidan, dejan de lado o ignoran, Es el aj sucia» de la vida’ social (the slop of social life, 1971, 171)!, las incorrecciones imperceptibles, las ac- cionés lenas de consecuencias negativas cuando no se cumplen, las interacciones mas mecénicas y habi- tuales, consideradas como el «polvo» de la actividad social’ (1971, 90}: Goffman? es un atento y agudo observador ‘de todo esie material. precario, inesta. ble y omnipresente. Su polémica va dirigida contra aquella sociologia que hace todo 10 posible para no Ver tales materiales «secundarios», estas sombras de Jas acciones, «los pequehisimos ‘actos que realzan temas muy importantes» (1974, 544), A las critices sobre su metodologia de investigacién y sobre los materiales de los que saca ejemplos, datos e infor- maciones, él responde que considera que «una libre aproximacién especulativa a un campo esencial de conducta resulta siempre més vélida que ignoratlo totalmente» (1963, 6). Estamos acostumbrados y estamos dispuestos a hablar de cortesta, de buenos modales, tacto y savoir Jaire: «pero es a estas fragiles reglas y no al inque- 1 Bn el sistema de citas adoptado, ef primer némero se refiere al aio en que aparecié la primera edicién del texto fn Ja Tengua original; el segundo es el nimero de Ia pagina ‘de Ta que se toma la ita. 2 Erving Goffman nacié en Canadé en 1922. Diplomado en Ja Universidad de Toronto en 1945, eenciado ett Sociologia en Ia Universidad de Chicago en ‘1640. Como iembro. del Departamento de Antropologia social de la Universidad ‘de Edimburgo, lleva a cabo Investigaciones en ese campo en las islas Shetland, desde 1949 a. 1951. (cfr. Goffman 1959), frabaja después en cl Departamento de Ciencias Sociales de Ja Universidad de Chicago, donde en 1983 se doctora, De 1554 a 1957 trabaja en el Laboratorio de Estudios Socioambien- tales det National Institute of Mental Health, dirjgiendo una inwvestigacion de un aio de observacién y ‘partieipando ea el St Elizabeth's Hospital, Washington D.C. (ofr. Gottman 1863), En 1958 ‘entra a formar parte del Departamento de Sociologia de la Universidad de’ California, Berkeley, en la ue llega a ser. profesor de Sociologia en’ 1962, Desde. 1958 ‘ensefia ‘en el Departamento de Antropologia y Socjologia de Ja Universidad de’ Pensylvania, donde actualmente es Bere jamin Franklin Professor, 20 brantable cardcter del mundo externo a las que de- bemos muestro indestructible sentido de 1a realidad» (1961, 81). El interés por las ocasiones menores de la vida cotidiana no est pues falto de razén y sobre todo no se puede identificar solo con un habito estlistico: la orientacién sociolégica general de Goffman lleva a considerar como importantes los aspectos mds ri tinarios de nuestras interacciones. El trabajo que desarrollamos ‘constantemente para reconstruirnos tun ambiente que, nos parezca normal; la «desaten- mn cortés» con la que tratamos a Jos demas como si no los hubiésemos visto y como si tampoco mere- Giesen una excesiva curiosidad; el interés con el que mostramos estar involucrados en las interacciones verbales sin estar al mismo tiempo totalmente ab- sortos en ellas; el vivir cotidianamente «sentimien- tos» como el orgullo, la dignidad, el desconcierto, la deferencia, la reserva; el saber «mantener la caras? el encubrir fa valoracién que estamos haciendo de Ia otra persona mientras interactuamos con ella o el ccultar al otro que nos esté observando que nos hemos dado cuenta de estar siendo observados por 4), de forma que podamos invertir los papeles; el trabajo, quizés atin més sutil e inadvertido, con el cual incluimos en nuestro discurso a locutores au- sentes, refiriendo sus enunciados con ironia, con distanciamiento, con una valoracién despreciativa; las técnicas para alterar el significado de aquello que estamos haciendo, transformando una interac. mn_seria en un juego, leyendo una secuencia de cos, como ‘una evocacin, ung, ceremonia, una. pro- fanacién, un ejercicio: todo este trabajo regul ue realizamos en la vida cotidiana es el campo de investigacién de la sociologia de Goffman, y (Io que es mas importante) constituye una parte fundamen: fal_de nuestra socializacién. En contraste con el hecho de que «todos estos requisites normativos de la simple presencia no han tenido todavia una consideracion sistemdtica» (1967, 162), el intento goffmaniano es describir detattada: mente las reglas que, en una cierta época de la so- Giedad, controlan las interacciones en ta vida cote diana.’ Por ejemplo, la «desatenciGn cortés» que re- a presenta quizés «el mds insignificante ritual inter. personal» —una mirada al otro y cada uno sigue su ‘camino— «es sin embargo tal que regula constan- temente las relaciones sociales entre los individuos de nuestra sociedad» (1936, 86). De hecho, manifes. tando a los demas que hemos notado su ‘presencia, Pero que al mismo tiempo no son objeto de nuestra curiosidad o intenciones especificas, se demuestra que no sospechamos de ellos ni les tememos y que no les somos hostiles. De este modo los otros son tratados simplemente como personas presentes en una situacién y no por sus caracteristicas sociales, fisicas, étnicas, etc. Un enano cuenta: Habfa unos tipos curtides que miraban fijamen- te, como gente del campo que habia bajado a ver elespectéculo ambulante, Habta otros que mira- wn por encima del periddico, tipos furtivos que se retiraban enrojeciendo si jos cazabas cuando fe estaban mirando. Estaban tos que te compade cian y que dejaban ofr, después de haber pasado cerca de ti, el chasquido desu lengua. Pero eran atin peor los charlatanes, cuyos comentarios po dian ‘ser tales como: «¥ cémo te va, pobre mu: chacho?» ‘Te lo decian ‘con Ios ojos, con su com. portamiento, con su tono de voz. (1963, 90). La sociologia de Goffman, hecha muchas veces de mindsculas descripciones de acciones obvias, le ha valido especialmente dos acusaciones, tna de exce- siva atencién hacia los aspectos irrelevantes de las interacciones, con el consiguiente desinterés por Ia realidad de las estructuras que fundamentan la so- ciedad; la otra de falta de historicidad, derivada de su descripcién fenomenolégica de las. situaciones sociales? Precisaré mas el contenido y la justifica- cién de tales criticas en cl parr. 4.3. para ina valo- racién completa del trabajo de esie sociélogo hay ue in, en cierto sentido, més alld de la imagen que generalmente se nos da'de él, 0 sea Ja de un fino analista de las einstituciones totales» (sean manico- mios, cérceles, instituciones militares 0 religiosas), 3 Un estudio critico de ta obra de Goffman se encuentra en Giglioli, 1971 2 incapaz de llevar su critica hasta las tltimas conse- ‘cuencias, sea, hasta captar las contradicciones del tipo de sociedad que produce estas mismas institu- clones. Me parece importante precisar en los comien- zos de mi exposicién que Goffman no es un socié- fogo de las instituciones totales, lo mismo que no lo es de las conversaciones o de {as estructuras de la experiencia de la vida cotidiana; es cierto que los hospitales psiquiatricos han sido un campo de inves- tigacién muy importante en su obra (cfr. especial- mente 1961, 1963, 1967), pero el punto de apoyo del interés de Sus andlisis sigue siendo la estructura de Ia interaccién, en cuanto unidad fundamental de Ta vida social. ASI, por ejemplo, sus tltimas aportacio- nes (cuantitativamente muy diversas, por otra parte, 1974 y 1975) se refieren precisemente a las formas ‘en que se organiza Ia experiencia de la vida cotidiana (de'las secuencias de acciones a los episodios de Conversacién informal) y al intento de individualizar la unidad analitica ‘més provechosa para estudiar los flujos de conversacién, donde claramente se mez- clan comunicaciones verbales en sentido propio y movimientos noverbales, elementos que dificiimen- te so pueden hacer entrar en un anilisis lingiistico de las conversaciones mismas. El interés de Goffman se ha desplazado de los aspectos mindsculos de Jas, situaciones sociales dentro de realidades tan solidas ‘como las instituciones totales a aspectos todavia més fugaces, de realidades informales y heterogéneas en relacién con las cuales el intento de hallar reglas y elementos normativos resulta todavia m4s arduo. Me gustaria retomar la imagen del titiritero que mueve extrafios muiiecos que representan_espias, mentirosos, prostitutas, médicos, tecnicos, cantantes ¥y su_coro, condenados ‘a muerte, personajes de due To, Kennedy con Dobrinin, viejos y nifios. Los cjem- plas que trata Goffman to se refieren sdlo a reali- dades cotidianas secundarias, sino también a los as- ctos marginales, los flancos que van quedando a 3s lados de tales’ realidades; de esta forma se nos da cuenta de muchos elementos normativos (segui- dos inconscientemente) que se manifiestan sobre todo cuando se transgreden, cuando se infringen. Este procedimiento y «observancia» de_ la normas. nos. permiten. 0 quizas, y es lo més probable, seguimos fingiendo que no vernos las pequefias infracciones de las que Hene necesidad nuestro si mismo. 14. Las ocasiones y los encuentros 11. La unidad de andlisis que aparece més fre guentemente en los trabajos de Goffman es de tipo interaccional, es decir, contempla los encuentros cara. acara entre un nimero limitado de sujetos. No tie- nen sus trabajos nada que ver con agrupaciones sociales como tales 0 con entidades de tipo soci estructural, relativas a clases, estratos sociales, ran- 08. Goffman toma como «unidad fundamental de la vida pitblica» (1971, 40) las agregaciones casuales, es- ontaneas, el mezclarse durante y a causa de Jas ac- tividades ‘cotidianas, las unidades que. surgen, se forman y se diluyen’ continuamente, siguiendo el it mo y el flujo de otras acciones, lo que forma una trama continua de interacciones. Se trata, como ét “dice, de una perspectiva situacional capaz de descri- bir y analizar ta ehistoria natural de las ocasiones socialess; entre este punto de vista y el de otros acercamientos sociolégicos afentos a la compiejidad global del sistema social existe evidentemente una diferencia que no se puede reducir sélo a la opost cién entre dimensiones micro y dimensiones macro del fenémeno que es objeto de estudio, Solo analt zando detalladamente los encuentros sociales, as ‘ocasiones de interaccién, se pueden establecer las re- glas que las personas (inconscientemente) siguen al mezclarse con los demds. Se trata de niveles norma- tivos que se entrecruzan, se superponen, atraviesan otras distinciones sociales més tradicionales (traza- das baséndose en la utilidad, en la profesién, en el nivel de escolaridad, etc,), constituyendo una parte 28 Ja competencia que el sujeto debe poseer para interaciuar de forma apropiada a las circunstancias ya los contextos. Estas unidades de andlisis son facil y oportuna- mente delimitables en las situaciones de la vida die ria: sus margenes vienen dados por el formarse y el cesar de la presencia reciprocamente inmediata Ge los actores sociales. Cada vez que estamos en pre- Sencia de otro, damos lugar a una serie de compor- tamientos, jugadas" y seciones reglamentadas (mu- chas veces mas alla de nuestra consciencia), a fin de sostener la realidad social del tipo de encuentro en el que esiamos. Conversaciones castales e informa les, encuentros oficiales, ceremonias, el ocupar un espacio limitade. junto’ con desconocidos durante tun tiempo, los saludos entre conocidos y mauchisimas otras anécdotas cotidianas perdidas en la_memoria colectiva se desarrollan en situaciones definidas a través de un conjunto de movimientos regulados as valoraciones negativas reservadas para quien infringe y no observa estas normas son la. sancion inicial a la incapacidad de sostener de forma ade cuada las muchas realidades sociales que vivimos Giariamente. De la misma forma, on los. discursos que acompatian las actividades normales hay un con- tinuo pasar de una «clave» a otra: se habla en bro- ma, en serio, paraddjicamente, se imita, se habla de forma alusiva, afirmando exactamente’ Io contra: rio de lo que se dice, se habla por hablar: y quien no es capaz (como, por ejemplo, sticede muchas ve- * Move (que hemos taducido por «movimientos 0, cusn- 4o Ia polisemia de este térming Bacia confuse ia traduccién, por wjugada+) es en Ia obra de Goffman la tnided minima de. andlisis de. Ins’ interacclones conversacionales, di ‘como: «toda banda completa de habla o de sus ‘sus ‘gue posee una orientaciOn distinta en alyiin juego © en cual Quier circunstancia cn que se encueniren los participates» Gs75 :10). Un mismo enunciado, una expresion, un gesto, ct eétera, pueden corresponder a dos 0 mas moves ef ucgos diferentes («juegos en el sentido peculiar en que lo cmplea Witigenstein, advierte Goffman), 0 ser s6lo parte de alguno, (Bn Relaciones on publico, move ba sido traducldo, relters- te, por smedidas, Ta extensién de un impide Ia utilzacion del termino, en. prine Gipio més preciso, «movida.) (N. de la R). 29 ces con los nifios y con los viejos) de seguir ¢ inter pretar estos continuos cambjos, no siempre explick famente aclarados, se encuentra. clertamente en apuros, demostrando que ia cepacidad de individua. far dx sclaver aproplada es una parte fundamental de nuestra competencia en lo que respecta al len- TDs episodios de Ja vida diaria son, pues, las prin- siptlg nldadey en a ste compcje de velas se Imanifiesta; de forma més exacta Goffman distingue entre “situacion social, ocasion social encuentro social. La situacidn social puede definirse como «cual Guier ‘ambiente determinado por In posibilidad. de tn control reciproco tal que pueda prolongarse todo ¢l tiempo que dos o més sujetos se encuentran en inmediata presencia fisica uno de otro y que se ox. tiende a todo el espacio en el cual semejante control 5 posibles (1967, 190). La ocasién social es un ‘Todos los encuentros representan ocasiones en lag cuales ef ‘stjeto puede resultar. espontanca- Iheote ‘comprometido en lo ave esté sucediende Freucar devesto un firme sentido de realidad. Y {ia Seasacion “no es poca cose, cualquiera que Sen el contexto on el cla) este contenida. Cuando ‘Scurre tm incidente y gueds en peligro el compre. fs espontineo, fa sauna Geaidad est on De. Tigre, A°menos que_aquelios que interactian no vtclvan al,compromiso correct, la llusion de reat Iidad ‘exera en pedazos, cl pequeto sistema social ae ge reno ada. intro oral Story Tirado y los que partieipan en a se sentiran prt Yados do reglas, iereales, anbmicos (1987, 142) Ser grosero,0'tosco, hablar o moverse de forma equivoeeda, significa Ser un’ gh faante impropie acd romper ol sul in veatidad (B61, 81. En la vida diaria, fragmentada en miltiples epi sodios de inmediata presencia care-a-cara, la «cons- truceién de la realidad social»? se desarrolla, pues, mediante un flujo continuo de definiciones de las Situaciones: Ia vida cotidiana (como conjunto de sk tuaciones sociales) es una arena de enfoque (‘moni toring) recfproco. El aspecto interesante de esta orientacién es que modifica la opinién comin de que todas estas cosas son en el fondo Gnicamente un problema de forma, de ctiqueta, modclos més bien difusos de educacién y de tacto que adornan (como Jos «adornos» en Ja misica) una realidad de la in teraccién independiente de ellos, El intento de Goff- ‘man es precisamente el de hacer ver que estas cosas no ‘son socialmente irrelevantes; es el partir de ta cetiqueta» para ver sw profundo significado social, » Por citar el titulp de un eélebre libro de socicloga (Ber- ger-Luckmann, 1966} bastante cercano a lz problematica fue se discute’ agul, aunque con una orientacién mds. deci- Gidamente fenomencl6gica: a propésito de Ia. interaccién Social en la vida dlaria los autores aficman que la expe Heneia més importante de Tos otros tiene lugar en Ia situae ‘ign en la que se let encuentra cara a cara, que constituye fl prototipe de Ia interaccion social. Todos fos demés casos on derivaciones de éstor (30). 33 es analizar en sus rituales la existencia de un primer umbral fundamental de intercambio social. No hay solamente buenas maneras (cuando las hay), sino en primer lugar identidades sociales negociadas y el trabajo de negociacién, hay niveles minimos, b4s cos, estipilaciones de una paz social atin provisoria petimera, Si de la realidad de Jos encuentros socia les se pudiera, por hipdtesis, eliminar todo lo que ‘corresponde ala correcta y apropiada gestién do la imagen social de los actores, no quedaria como re- siduo estructural ninguna otra realidad (social). Las situaciones contienen en su interior un complejo de clementos mucho més vasto, y sobre todo mucho més crucial, esencial y basico que los comportamien- tos «correctos». Es dificil captar este microcosmos ho solamente porque concierne a actos secundarios que acompafian actividades instrumentales, sino tam- ign porque estamos acostumbrados a considerarlo como formado solamente por reglas de cortesia, del «ser corlése en cada circunstancia. El encuentro $0- cial mas corriente, normal y rutinario se constituye a partir de la observancia de una estructura minima de tipo social, cuya definicién es el resultado de una gstipulacion, (generalmente inconsciente) por parte de los participantes. «Los valores fundamentales solamente pican un poco, pero todos se rascan» (1971, 223; el subrayado 8 mio), Es preciso, pues, tener presente que aunque en los trabajos de Goffman abundan los términos que se refieren a las «buenas mancras», su tema central concieme a algo que va mds alld’ de éstas: precisamente a los modos de construccién de los pe- quetios sistemas sociales y de las realidades sociales como fundamento de la interaccién cara a cara 12. Definir tas situaciones Al principio de Ia segunda guerra mundial, una sede del servicio secreto inglés estaba emplazada en a parte posterior del Victoria and Albert Muscum. Aparentemente la fochada parecia la de una fila de casitas donde cada mafiana regularmente se dejaba Ia leche y los periddicos, recogidos puntualmente 4 yr mujeres (que pertenecfan al Servicio Secreto) Yestidas como cualquier ama’ de casa inglesa aa hora de la Uimpieza; algunas con rulos, otras con mandil o en bata. El lechero podia pensar perfec- tamente que Ia bata se la habian puesto para salir a recoger la leche y que, por lo tanto, estaba rela- cionada con su presencia, Pero era fundamental para Ja definicién que él daba a Ja situacién el hecho de gue llevasen todavia los rulos puestos, a pesar de la necesidad de abrir la puerta a los proveedores, y que Ta apertura de la puerta no se hubiera reelizado aposta para él. Pensaba que se le debia un saludo, no una puerta’ cerrada. Asi, pues, definit una situacién (para el lechero como’ para todos nosotros) quiere decir responder a Ja pregunta (explicita 0 no) sobre qué est sucedien- do; significa establecer los limites del comportamien- to apropiado, el marco que distingue el episodio y sus contenidos de otras realidades sociales cercanas © parecidas, cualificar a los sujetos segtin el tipo de rol y personaje que encarnan en esa ocasidn. Signi- fica, en resumen, identificar cooperativamente una ieria estructura de interacciones, expresiones, com. portamientos, expectativas, valores, como adecuados a los sujetos en aquel momento. Este problema vue ve a presentar los dos temas principales de la socio. logia goffmaniana: la naturaleza del si mismo y la de Ja interaccién, Infringir una norma de interac- cién desacredita de modo efectivo a aquel que cum ple Ja infraccién, pero amenaza también (a veces hasta el punto de destruirla) la realidad del encuen- tro, es decir, la definicién del mismo que los parti cipantes han aceptado de comin’ acuerdo. Las im- propiedades situacionales requieren un cierto tipo de reparacién, y si son importantes o imprevistas, de pronto (como se suele decir) «las cosas aparecen de otra manera». Circunstancias que hasta un mo: mento determinado parecian absoluta y normalmen- te fortuitas y que de repente se revelan como parte de un plan preconcebido, no solamente nos llevan al desconcierto, sino que obligan también a quien las sufre a redejinir el escenario actual y los que le pre- 35 Ser grosero o fosco, hablar o moverse de forma \ eqaltofadts Sigalfen ser un gignnte,peligtoo, un RACH ae imuncos: Como foto paicenco 9 todo SSmzo dbeva sabe, cada, movinienty spec Sionteimproplo puede romper’ el sul Soporte {do la realidad (1961 5, 81). as Definir ta situacisn quiere decir, pues, estipular et significado del encuentro: se trata de una opera: cién ampliamente convencional, en una doble acep- cidn del término. En primer lugar, tales definiciones no se crean siempre ex novo, sino que poseen una rigidez y una estabilidad propias; en segundo lugar, todo el trabajo de la definicién se basa en el como si hubiesc un acuerdo sustancial, efectivo, real, ve- Tificable, entre las personas que interacttian, con'res- pecto a aquello que sucede. cle, kim smn 9 um de fess tee, mann cna a ona de fein i 9 eral te I cl Soe a Sins, ante reais fener ecten dee ee ni cee ae ree Bcegrogs 9 os mums ue ome co seein ook moment, oem, Be Me sogbiyae acerd tse sbi Ie pot sal ria alae eh nee ea ae dod lc‘ Meat cons St upp acid ts sg a ta ee eschaiaue gae Pulynts wring so em Siping, ym ner tet a en a EL mamtcumiom a as paren de aeuende STATE oe omer cada bee shoniste gle, 24 tae peromle esonde ie Bropin demos als timmclnes aoe air fa cle Josue foc on psn, epi, igen = aha lc El elemento de la convencionalidad propio de os- tos acuerdos operativos me parece muy importante porque caracteriza también aquel wabral minima y Basico de agregacién de un sistema social, mas alla del cual no terminaria nunca el duclo. Nos ponemos 36 de acuerdo en los limites del acuerdo, en el «marco» que separa el contenido del cuadro de las sombras Sobre Ja pared que Io rodean: el hecho de que se trate de ficciones operativas y que el consenso sea s6lo un barniz que no reviste una comunién mas pro- funda entre los individuos puede producir la imagen de un universo de ficciones, de representaciones, de falsedades y cngafios, un terreno incierto e inestable, un reino de apariencias sin valor. El mundo descri- to por Goffman provoca a veces de hecho esta in- terpretacién, pero sélo hasta cierto punto. Es dificil pensar que el poder de vinculo de un acuerdo fun- dado en el como si sea necesariamente inferior al vinculo derivado de Ia interiorizacién de valores co- munes (cosa que claramente presenta algunas difi- culiades), En aquel que llamo umbral mfnimo de formacién de un microsistema social esté en juego Ja posibilidad misma de un acuerdo més que los contcnidos cspecificos organizados dentro de él: es tuna especie de acuerdo vacio que constituye el «amar- co» con el cual cada actor social encuadra las se- cuencias de actividad. En lo que respecta a las situa: clones sociales, llenar este acuerdo vacio quiere decir definirlo basandose en los actores que participan en 4), en Ios roles que encarnan, las finalidades propues- tas, el grado de compromiso y de interés apropiados, etestera. Definir la situacion significa identificar cooperativamente qué estructura dar a la interac- eign: es muy importante aclarar que contempord- neamente hay un trato y una lucha sobre la defini cida que se establece. Hay una negociacién y hay luna cooperacién, porque si es cierto que el individuo en presencia de los otros proyecta una definicion de Ja situaci6n, lo mismo hacen los demas participantes, no s6lo sein como reaccionan frente al interlo- cutor, sino también en relacién con la prosecucién de sus fines, de sus actividades. Hay, pues, al mismo tiempo, diversas definiciones de Ia situacién que ge- neralmente acaban por armonizarse. En general existe una especie de divisign del trabajo en cuanto a Jas definiciones. A cada. par- ticlpante le est4 permitido establecer roglas 0, al menos, intentar hacerlo, sobre temas que son’ vi- 37 ‘ales para l, pero mo de inmediata importancia tates pareve, mp de, edn, Ipornta BiGalla' oy al mens, no se compromete respecte fr Kechos fmpportantes para los demas, y no de ine Joediata, importancla en lo que a dl se refiere i559, 20). Ademés esti Ia tendencia de todo participante a tomar como buenas, como si correspondiesen a la haturaleza ereal» del interlocutor, las definiciones {que cl otro ofrece de si mismo y de la interaccién: Por este motivo, la definicién que un sujeto da de Si mismo ¢s un componente csencial de la definicion activada y mantenida por Ia cooperaciOn de todos los participantes, La versién de cada uno sobre qué es la realidad se integra en la definicién de la real dad del encuentro. Pero hay también un aspecto conflictivo, ligado no sélo al hecho de que se verifiquen modificacio- nes, afladidos, reparaciones, sino mas importante ain, al fiecho de que en cada definiciOn se pone en juego una cierta imagen de los actores, desacreditable 0 table, pero que siempre hay que defender. Como cen cierta época se bebia de la mismna copa para Gemostrar al adversario que no tenia veneno, asi se comparie una misma definicién de ia situacién para aclarar que damos la misma respuesta a la pre- gunia sobre qué est sucediendo, Pero como aquello era una exhibicidn de tregua y al mismo tiempo un sutil_ desaffo, asi también ésta asume los tonos de lun duelo en el que se combate para proyectar y sostener una aceptable imagen de si mismo y donde el otro puede comprobar en cada movimiento la ve- racidad de las pretensiones, En Jos procedimieatos, con Jos que 7 situacién hay un nucleo de poder, ligado a la posibi- lidad de imponer la propia definiciGn, si bien es mas idente Ja parte pacificada de este proceso. «Perder Ja cara» o perder (arruinar) el encuentro son s6lo en parte suicesos casuales, fortuitos: son también el resultado de una alteracién en la estructura del comportamiento cara a cara, consecuente al prevale- cimiento final de ia lucha sobre el trato. El encuen- tro no es ya sostenible (Jas famosas «escenas», 0 mAs corrientemente, la repentina revelacion 0 descubri- 38 miento de haber sido engaflados) allf donde Ia gue- Frano se detiene en a ficcién operativa de In paz, y, dentro de esta ultima, el duelo no conoce ni un instante de tregua, Las’ definiciones de tas_situa- ciones ‘son, pues, armisticios. Pero armisticios im puestos: presumiblemente una definicién de la_situacién pede encontearge siempre, pero los ate es en fn situacion ordinariamenie no crean tal defint cién (1); normalments todo lo que hagen es. vse fora Gorrectamente To que’ la situacién deberia Ser para cellos yy por lo" tanto, aetuar en conse. Guencia. Hs verdad que personalmente. negocka fos aspectos de todas Tas circunstancies en Ias que vivimos, pero frecuentemente una. Yer que Gatos estdn Megociados continuamos mecénicamen: fe fomo ai Ta-cosa hubiese estado siempre onde. nada (i874, 12). Hay que destacar este segundo aspecto de Ia defi- nicign dela situacién, ligado a In permanencia de ciertas estructurag mAs alli de la Contingencia de Jas. interacciones; esto confirma que las ocasiones sociales se desarrollan en el interior de una red de relaciones de diverso tipo que introducen en el encuentro caracteres condicionantes del encuentro Las microsistemas sociales analizados por Goffman son unidades que se forman y se dituyen répidamen- ze, y en cuyo interior los aciores Tuchan ¥ couperan para definir el sentido de la realidad del microsiste- mma, pero al mismo tiempo son unidades ligadas a Gtras’estructuras. Aunque inexpresado 0 poco explt tito, éste es uno de los puntos de soldadura entre la perspectiva goffmaniana y los modelos de andli- sis macrosociologico: y a Ja vez es también el punto en ef que Goffman introduce y desarrotia mas. a fondo el temaeje de la estructura de la interaccién, y particularmente el de los emarcos» que permiten definir los encuentros. 13, El frame En los parrafos precedentes se ha usado muchas veces el término «marco» (frame), y conviene acla- 39 rar este concepto. Si una elegente sefiore, en una sala de arte, observa de cerca el marco de un espejo en, venta, y’Iuego retrocede um poco para ver como refleja la imagen, todo es normal y apropiado a la situacién. Pero si la sefiora mira el espejo para co- iocarse bien el sombrero, los presentes pueden dar- ‘se cuenta de que solamente un cierto modo de mirar al espejo es el apropiado en aquella situacién, por- que et objeto colgadio en la pared no es solo’ un &pejo, sino un espejo en venta. Y lo mismo suce- deria. sien tina boutique a. sefiora examinase Ta calidad de un espejo en vez_de utilizarlo para ver como le sienta un vestide. El frame ests represen. tado. por las premisas organizativas de la actividad de os actores sociales: vias definiciones de Ia si tuacién se construyen de acuerdo con los principios de organizacién que gobiernan los acontecimientos al menos los sociales— y nuestra implicacién sub- jetiva en ellos. Frame es cl término que empleo para eferirme a estos elementos basicose (1974, 10). Tos «marcos, los frames, constivuyen los modos en que se cataloga y se vive Ia experiencia que los Actores tienen de la Fealidad (social 0 no). Ei eoncep- fo de frame, que. Gottman deriva del de marco psicolégico de Bateson (1955), se rofiere al sistema fe promises, de instrucciones necesarias para. desct frar, para dar un sentido al flujo de los acontecimien- tos.’ Un ejercicio de salvamento esta formado por in conjunto de acciones y materiales muy parecidos a'tos de tuna operacidn de salvamento, pero el Pri mero tiene un frame distinto del segundo, y esa diferencia es crucial para definir qué esta sueediendo fn un caso y en el ofro: quien asistiese casuaimente aI escent "podria tener difculiad al" principio para definir con certeza el «marco» aproplado. En. tre una actividad realizada seriamente y esa. mis. ma actividad hecha en broma (fingir que se lucha, que s¢ pelea, que se hace un interrogatorio), 10 que tarea In diferencia es precisamente el poner jun mar= co en Iugar de otro, Los robos fallides simplemente porgue el empleado det banco no toma en’ serio la Intimidacién para entregar el dinero son tn ejemplo de divergencia de los frames, Los ejemplos podrian multiplicarse y extenderse porque Ja aplication de 40 los «marcoss (el framing) no est restringida a cir- cunstancias especiales", y sobre todo porque cons- tituye los «mundos» que estén comiinmente al al- cance de los Iaiembros de una cultura y que son rea- lizados rutinarlamente, mediante la adhesién a sus convenciones (Gonos, 1977). Sin el funcionamicnto dé los «marcos» «la vida seria un intereambio sin fin de mensajes estilizadas, tin [uego con reglas rigidas y sin el consuclo Cambio o del humorisme» (Bateson, 1955, 235): ey si tun participante en una conversacin no se Sirviese Constantemente de los frames se hallaria captando ima comunicacién en un batiburrillo de palabres sin sentido, y a cada palabra aumentaria la confusién> (1974,°546). Observar una situacién, un individuo, y haltar que todo parece normal, que las aparien- Bias no provocan sospechas, significa que aquel in- Gividuo y aquella situacién confirman que el frame proyectado funciona efectivamente. Cuando intenta- mos no. sonrelr frente a una persona incompetente, no sentir panico cuando nos vemos metidos en una explosion de locura inesperada, no sentirnos un poco culpables si nos detiene la policia de tréfico, Jo que tendemos a revelar en semejantes circuns- tangias no es tna persona, nosotros mismos, sino tun frame, el que estabamos manteniendo. Estas Misposiciones emotivas, estas respuestas, son s6lo aceidenialmente de las personas, se refieren en primer lugar a frames (..). Muchas veces, pues, El sospechar de algo es imas que interrogar a un acontecimiento: significa interrogar al frame de os acontecimientos (1974, 487-488). Los «marcos» permiten definir las situaciones de interaccion y Ja estructura de la experiencia que tie- nen los individuos de la vida social: en reatidad no Un concepto en cierto sentido andlogo (analizado en el sequndo capitulo) es el de los formulating tratado por Gar FinkelSacks, 1970: el formulating (una préctica fundamen tal en la actitud de Ia vida cotidiana). se realiza cuando fn Ia inferaccion un participante trata de una parte de la ‘conversacion como Una ocasion para describir la conversa- ioa._misma, para explicarla, para aportar el nudo dela ‘cuestion; en’ resuinen, pata hacer giosas sobre la actividad ‘que esti realizando, inientras Ia realiza a se define s6lo Ja significacién de los episodios de la vida cotidiana, sino también ef tipo de implicacién requerido por ellos. Definir una situacién implica tambien el establecer los modos apropiados de par- ren ella: no es solamente dar un sentido a Jo que esta pasando, sino también estar dentro de ello, esponténeamente implicados en lo que ocurre. Pasar de un «marco» a otro quiere decir también retirarse de ese compromiso o aumentario; en cualquier caso, modificarlo. @Podos los frames implican expectativas de tipo normative que se refieren a cudn profunda y plena- mente debe estar implicado el individuo en la acti- vidad organicada por el frame» (1974, 345, el subra- ado 28 mio) Bxto,expica parcialmenie Jos efectos logrados por 0. Welles en la famosa transmision so- bre los marcianos; de hecho se trataba de un autén- tico juego con frames realizado de forma que se suscitasen espectativas y esquemas interpretativos inadecuados. La transmision empezaba asi: al térmi- ho de tin boletin meteorolégico se hacia el siguiente anuncio: «Y ahora, Ramén Raquello y su orquesta de la Meridian Room del Park Plaza de Nueva Yorks ¥ poco después, en medio del programa musical, em- pezaban las interferencias ¢ interrupciones que po- lan en marcha la parte de ficcion. En realidad ésta habia cipezado ya ‘con el anuncio del programa mu- sical, que implicaba un cierto tipo de implicacion, de espectativas, de escucha: Ia ficcién se presentaba asi_bajo una falsa envoltura. En Ja vida cotidiana, donde se presupone que ope- ra una cierta transparencia y una significacién in- mediata (hay una marcha «normal», que se da por supuesta, de las cosas, que no requicre especiales eflexiones, donde funcionan ciertos est4ndares nor males de complicidad), quien de forma obstinada y visible habla ¢ interactia consigo mismo sin jus ficar adecuadamente una complicidad tan inapropia- da, es considerado inicialmente como extrafio, y lue- go seguira probablemente una ecarrera> de interna. iento. Las liamadas «complicidades ocultas» no s6lo rom- pen las regias sobre Ia complicidad, sino que tam bien modifican el frame correspondiente. Cuando 2 gateamos por el suelo buscando afanosamente algo Gue se ha perdido, y manifestando un comportamien- fo evidentemente incorrecto con respecto a a situa cién, nos sentimos obligados a murmurar (aunque Ge forma lo suficientemente clara como para poder ‘ser ofdos) la wexplicaciéa» de esta manera de actuar; asi, no solo se repara la incorreccién del comporta- iento, sino que al mismo tiempo se confirma que el frame no esta amenazado, que sigue siendo justo atin existiendo una momenténea posibilidad de mal entendido. Actuando de modo que se exhiba el hecho de que se mantiene una participacién correcta en ef encuentro, se refuerta y confirma su definicion, a relacién entre el sujeto y el frame esté clara cuando el comportamiento del actor resulta apro- plado al contexto: por ejemplo, si una determinada Eituacién se define como forma, ello significa exigir 1 los participantes —y valorarlos de acuerdo con la ‘Sbservacion de tal exigencia— que supriman un con- Junto de «libertades menores» que en otra ocasién podrfan expresarse (signos de cansancio, relaciones. Secundarias como fumar un cigarrillo, cambiarse de sitio, charlar con el veeino, etc.). Hay que distinguir, sin embargo, entre un frame que esté claro, lo que ‘quiere decir que todos los participantes en el encuen- {fo tienen una relaciOn clara con el frame, y el aclarar la propia'relacidn con él. En el primer caso no sélo cada actor tiene una visién correcta (y til para fines practicos) de fo que est sucediendo, sino que tiene Tambien una vision suficientemente clara y correcta do las visiones que tienen los demés participantes, incluide la vision de aquéllos sobre su propia vision, Una definicién estable y correcta de Ja situacién gomprende, pues, también un clemento estratégico incluido en Ia valoracién reciproca de las recfprocas valoraciones y en la comin conciencia de tal inter: dependencia. Bos temas para terminar. EI primero se refiere al cardcier de la actividad de enmarear (framing): flos recursos que usamos en un escenario. particu- Jar’ tienen necesariamente cierta continuidad, una existencia anterior a la ocurrencia del episodio y una existencia que continia después de que éste haya Concluids, Pero como esto es parte de la realidad, 43 Jas concepciones de que ello es asi se convierten también en partes de la realidad, y de este modo tienen un efecto adicional> (1974,'299). Se trata de un principio de reflexividad ", seztin el cual en todo encuentro social la posibilidad de alcanzar una defi. nicién de lo que esté sucediendo forma parte del mismo encuentro y (en parte) lo define: dado que. un frame incompora tanto la respuesta dt patgipanie coin of thundo a que ett es Pondiendo, un clemento Teflexvo Gcbe estar ne Ecsarlamests presente en Ia vision de los atonte ieimiente de cada participante: una correcta vi- Sion de" uns escend debe inchair ef Yerla Parte de ella misma (1974, 85), fete La reflexividad del frame hace que la descripcién de un encuentro social sea parte esencial de la po- sibilidad de reconocer ese encuentro en cuanto Uni dad social descriptible. EI funcionamiento de los frames hace algo mds que distinguir varias reatida- des sociales: las fundamenta y al mismo tiempo rea. liza ta posibilidad de hacertas descriptibles. El segundo argumento se refiere a la variabilidad de tos frames y a sit significado, 1 taajo {sobre ls fumes] no tanto introduce resirieclones Sobre aquelio que Puede ser. signif Cotivo, cuanto abre posibilidades de varigcion: Las Dersoiias parecen toner una. capacidad fundamen {al para aceplar cambios en las premisas orgs. nizativas, Jos cuales, usa Yor, que’ se han dado, Dresentan toda una Secuencia de'actividad distints Ge to previamente modlado y que en cierto modo 8 Sighificativo (1974, 238). Falsificaciones, burlas, observaciones participantes (no. manifiestas), «objetivo indiscreto», verificacio- nes de lealtad, suefios, sonambulismo, teatro, vuclos simulados, etc, son s6lo algunos de los mérgenes (de las laminaciones, Jes lama Gottman) que sepe Tan una realidad de otra, mérgenes que traspasamos 11 problema de ta reflexividad ocupa un lugar mucho ams importante en los escritos de Caefinkcl y de Tos eto. metoddloges: cfr. cap. Il 44 L constantemente, que delimitan los confines estrechos de encuentros pasajeros. ‘A veces puede parecer que la dimensién microso- ciolégica de las unidades analiticas goffmanianas (tal vez de modo exasperante) es incompatible con Ja busqueda de las estructuras que organizan la expe- riencia de los sujetos sobre la realidad social. En efecto, los dos desarrollos corresponden a épocas dis- fintas del pensamicnto de este autor, pero entre ellos hay, a mi entender, una homogeneidad y continui- dad sustanciales. Incluso cuando el andlisis de Goff man se entretiene en detalles aparentemente irrele- vantes y ocasionales, no pierde nunca de vista el objetivo principal, es decir, el seguir y describir la naturaleza reglamentada de tas interacciones: el objeto de estudio de la interaccién no debe ser el individuo y su psicologia, sino més bien las relacio- nes sintécicas existentes entre los actos de personas ‘que se encuentran en contacto directo» (1967, 5). La continuidad entre los dos desarrollo se establece a través de la pregunta principal, que no es la de saber es son los participantes, sino cudl es la situa- cién, es decir, el frame. Si esio es verdad, se perfila mejor el significado del modelo socioidgico goffma- niano que procede hacia una etnografia de ciertas sociedades contemporaneas, no mediante Ia descrip- eién de las situaciones sociales a partir de sus com tenidos, sino describiendo las reglas estables que for- man las estructuras de las interacciones, Detras de la caducidad de los episodios sociales examinados exis- te, pues, la estabilidad de su organizacion. 2, LA NATURALEZA DE LA INTERACCTON Con el fin do precisar el esquema tedrico usado por Goffman, es preciso profundizar en este momen- fo en cuatro’ temas: 4) La naturaleza de la interaccién cara a cara; b) qué es un ritual (en los encuentros sociales); ¢) las relaciones entre comunicacién e interac cién; 45 ) las implicaciones del concepto de interaccién estratégica. Para empezar, se presenta el problema de saber qué es To que transforma la simple co-presencia fist ea de dos 9 mas personas en ma interaccién, es de- cir, a partir de qué elementos existe intcraccién, ¥ por tanto, cémo se la puede definir. Dado que la im teraccién surge a partir de Ia existencia de limites ¥ reglas, za qué llevan y @ qué se tefieren estas uh timas? Fundamentan y_regulan ela obligacién de hacerse mutuamente accesibless (1963, 116). Lo que distingue la pura y' simple co-presencia fisica de’ Ia fnteraccién e5 el hecho de que en esta tiltima se esta blece el umbral (minimo) de un micleo social, 1a po- ilidad recfprocamente concedida y reconocida ‘de iar vida @ un encuentro social. Esta puedo muy bien no estar desarrollada; no es eso lo que importa: en efecto, el limite coincide con el establecimiento del frame’ de aecesibilidad mutua. La interaccidn, pues, fe fumdamenta en la apertura de Tos sujetos a ta comunicacion y a la aceptacion de sus vegas; «me erumuecte 0 aeptactn de ss res, me tuna en presencia de otra pueden funcionar no sélo como instrumentos fisicos, sino también como instre comunicacién» (1967, 25). I distinto tipo de comunicacion que se realiza distingue ta interaccién no focalizada de la focaliza- da: 1a primera tiene que ver con las informaciones expresas, que se obtienen observando a una persona mientras se halla en nuestro campo visual. Em este tipo de interaccién sin intercambios verbales, la co- municacién se refiere esencialmente a Tas reglas de la copresencia fisica (postura, movimiento del cuerpo, actitudes, control de las emociones, indicios de per. tenencia de distinto tipo, etc.). La interaccién focalizada tiene que ver en cambio con informaciones comunicadas y «se da cuando al. gunas personas se rednen y cooperan abjertamente €n el mantenimiento de un tinico centro de atencion hablando generalmente por turno» (1967, 26) cUina vez que un grupo de participantes en una situ ion han demostrado estar reciptocamente disponibles, pars 6 Podrian servir de ejemplos, por un tado, una re- unin de trabajo; por otro, el ir y venir de los pea tones en una calie: en el primer caso hay un punto focal principal de atencién y de comunicacién, ac- cesible s6lo a un cierto numero de individuos, ‘«de- fendido» por barreras fisicas y rituales: el entrar y salir implica la superacién regulada (y estipulada Zon los otros) de tales barreras. En el segundo caso, fen cambio, los puntos focales de atencién son mul: Liples y variables, la accesibilidad a ellos es cambian- te y no rigida, las barreras son menos importantes y estan formadas solamente por los rituales de ta Mutua accesibilidad. En el primer caso hay una di- vision entre participantes legitimos y no legitimos; fen el segundo todos los participantes estan legitima- dos (mientras no se demuestre lo contrario). Hay que notar que el tipo de comunicacién «involunta- Ha», si se puede decir asi (y si asi es), realizada en la interaccién no focalizada incluye muchisimos cle- mentos heterogéncos entre sf: mientras que algunos de ellos pueden descuidarse, otros son especialmente necesarids, en raz6n directa a su institucionalizaci6n. Por ejemplo, si es indudable que cl aspecto fisico y el modo de’ vestir poseen una significatividad que hha sufrido notabilisimas evoluciones y liberalizacio- nes, es también cierto que representan todavia indi- cios muy vinculantes, variables no s6lo entre socie- dad y sociedad, grupo y grapo, sino también entre tuna ocasién y otra. Y Jo mismo pasa con otros cle- mentos: «existe, pues, un simbolismo del cuerpo, un idioma del aspecto y de los gestos individuales, que tiende a reclamar en quien acttia aquello que exi- ge de los otros, y por otros se entiende aquellos y s6lo aquellos qué estén en su inmediata presencia» (1967, 35). El manifestar a alguien que se es accesible, que se estd interesado en mantener Ia accesibilidad y se estd fadecuadamente comprometido en ta situacion, signi fica transformar un hecho fisico, espacial, en un tun fin, se cufda ef mantenimiento de una relacién ecotéaica del tipo ‘nlrarse a los ojos’, aumentando al méximo la ‘oportunidad de captar las percepciones reefprocas. La aten clon se concentra sobre un mismo temas (197, 37). a” acontecimiento social: éste es uno de los motivos de interés socioldgico respecto a Ia interaccién, El man- tener vivos los microsistemas sociales requiere un trabajo complejo, aunque sea tan rutinario como parecer absolutamente normal y la vida catidiana no conocens (1977, 37). 3 propios, Jos que cumplimos cada dfa para demos- trar deferencia, respeto, tacto, para mantener la pro- pia imagen social. A través ‘de ellos demostramos ‘que reconocemos —y pedimos que sea reconocido— el adecuado respeto a nosotros mismos y a la situa- cién. En esta perspectiva, ef ritual no es una férmula vacia que esconde los funcionamientos reales de las Anstituciones: es mds bien el conjunto de actos a través de los cuales el sujeto controla y hace visibles las implicaciones simbdlicas de su comportamiento cuando se halla directamente expuesto ante otro in- ividuo (u objeto que sea de particular valor para él) EI ritual desarrolla una importante funcion regu: Jadora en la interaccién: dondequicra que sea, Jas sociedades, por el hecho G2 sodo daben motile ous asthe Moone pparticipantes que tengan la capacidad de autocon- Eras eng encentros.soiales Un odo de ‘movilizar al individuo con este fin es el respeto al ritual: se Ie ensefia a ser perceptivo, a tener Sentimientos coherentes con sq propio ef mismo, lun si mismo @ su vez expresado'a través del ros: to; a tener orgullo, honor y dignidad; a tener, con respecto a los demés, tacta y un cierto autodom rio’ (1967, 49). Las reglas ceremoniales que se expresan en los tituales interpersonales sirven para comunicar con vencionalmente el propio cardcter, el juicio sobre los otros participantes; en una palabra, para refor- zat y confirmar la definicién de Ia situacién y el acuerdo que sobre ella se ha conseguido. Se trata, pues, de rituales muy difundidos y_ fundamentales para la adquisicién de la competencia de miembro social: un ejemplo doméstico de este hecho es el ‘modo en que se ensefia a los nifos a mostrar agra decimiento: «zy ahora qué se le dice a este sefior...?» Gracias, obviamente. Los clementos simbélicos de los rituales sirven, pues, para manifestar el compromiso necesario para sostener la imagen de s{ que tienen los participantes numa interac, Apreciamos quizis las «buenas maneras» (pero no todo el ritual coincide con ellas) sin darnos cuenta 52 de su importancia sociolégica y de su funcionamien- to. Por ejemplo, cuando se pregunta la hora a ak guien, y generalmente se da esta corrientisima ab ternancia de intervenciones: (1) At «Perdone, gsabe qué hora es?» (2) B: «Si, son ias seise (3) A: «Gracias» (4) B: «De nada» ‘A no solamente hace una pregunta, sino que al mismo’ tiempo presenta una edisculpa» para. nee tralizar el hecho de haberse dirigido a un extraio; B demuestra que acepia la jugada propuesta por A, quien a su vez, en (3), no sdlo da las gracias por 1a informacién obtenida, sino también porque B no ha considerado como inoportuna su primera intervene idm; por fin, B demuestra con st «minimizacions ue ‘considera que los. participantes en este inter- cambio ritual han exhibido suficiente respeto y acep- tacién. recfproca. Al tropezar casualmente con alguien (o al simular tuna casualidad semejante), al empezar a hablar al mismo tiempo que el otro, 0 al pisarle un pie, se incurre en un cierto tipo de incorreceién: despues de que algo asi ha succdido, el trabajo ritual que el ofensor debe llevar a cabo'es el de demostrar que el hecho ineorrecto ‘no era en realidad una nftida expresién de su actitud, 0 que esa actitud con res pecto a la regia infringida se ha modificado. En Otros términos, debe demostrar que ha conseguido tuna correcta rélacién con dicha regla, y este es pre- cisamente un problema de manifesta una relacion, de emplear material simbdlico, no de reparar una pérdida, Un geste que atestigte la no-voluntariedad le la infraceién restablece una version digna del sf mismo de la persona incorrecta. «Sdlo ls. visio secular de la sociedad nos impide apreciar la ul Guidad y Ja estrateyla de las colocaciones de Tos 1 tuales y correspondientemente su rol en Ia organi: zacién octal» (i971, #9) is 3 22. Los mérgenes de la interaccién Se ha aludido en 1.1. a Ja distincién analitica entre actividad de comunicacién y actividad de interac- ion. Traténdose de cosas intrinsecamente relaciona- das entre sf, los dos términos se hacen casi inter- cambiables: “interactuar significa dar vida a cual- quicr tipo de intercambio comunicativo y le comu- nicacién se da siempre en el marco de cualquier sistema de interaccidn. Pero es constante en el tra- bajo de Goffman el intento de esclarecer que los dos términos indican drdenes de actividad diferentes en: fre si, Existe una jerarquia entre comunicacioa © interaccién y el primer puesto corresponde a la in- teraceién, E deseubimiento de. que ef, éemino, «comunt eacidne podia ser usado ‘para indicar en general Aguello fue sucede cuando los individuos estan Fetinidos ha sido casi desastroso: fa comunicacién entre las personas, unas en presencia de las otras, es de hecho una forma de ihteraceién © conducta cara @ cara, pero esta titima no es Séio Mien odes los casos una forma de comunicacion (1903, stip. La comunicacién es una actividad posible en vir- tud' del frame de la interaccin que constituys a los sujetos en personas reciprocamente accesibles: es en las (microjrealidades sociales construidas por la interaccién donde. es posible comunicarse. ‘En otros términos, los margenes de la interaccién son més amplios que los de la comunicacion y estén Continuamente entremezclados. Sobre la base de esta distincion Goffman exitica la aproximacién informativa a la comunicacion (1974, cap. 13), que lama «modelo de la caja negra», En él Jos intetlocutores se configuran como entidades que responden a preguntas, dan drdenes, interrogaciones, hacen descripciones, afirmactones, expresan dudas, formulan peticiones, etc.: ef proceso de comunica cion es sustancialmente transparente y lineal aun que pueda haber incidentes, interferencias, malas 34 interpretaciones; es en definitiva el traspaso, mas o menos afortunado, de paquetes de informaciones de tun extremo al otro. En realidad funcionamos bastan- te poco como una «caja negras: los actos comunica- fivos estén constantemente ligados a movimientos de interaccién que pueden desmentir, desacrediitar, atenuar, cancelar aquello que comunicamos; los mensajes ‘se ponen entre comillas, es decir, ‘colo- cados dentro ‘de una secuencia en’ la que ef prin- cipio y el fin estin marcados, y como se sabe, las comitlas pueden emmarear dé forma muy distinta to que contienen (no solo son indicadoras de una ita). Un ejemplo nos viene dado por un ritual de Interacoién, que comorende os signos de relacion (tiesign; 1971, cap. Sy, éstos sirven para evidenciar la existencia ¥ el estado de las relaciones entre los sujetos. Este ritual no esta constituido por Ia forma én que los sujetos comunican hechos acerca de su relacion (aunque el aspecto comunicativo subsiste, evidentemente), sino en primer lugar por el modo en el que su conducta cara a cara permite definir Ia relacién que cxiste entre ellos. Los signos de rela- cida son Movimientos de interaccién, no comunican mensajes ®. Una clase especial de signos de relacion es la de los indices de cambio, a saber, acciones.y acontecimientos que esiablecen y manifiestan Ia exis tencia de una nueva relacién social, el surgimicnto de una interaccion diferente a la que existia (si es que existia alguna). Un caso tipico es el nacimiento de una relacion de pareja (que entre otras cosas im- plica muchas veces la presencia de una situacién Social, una fiesta, una reunién, encuentros en el tra- bajo, etc.), Aqui ‘actiia probablemente un ritual es- tratégico de este tipo. El iniciador det proceso se ' Ademds el significado de los mensajes transmitidos esta orientado de forma distinta, sein Ia identidad social de los participantes en la interaccién: si un hombre mayor y una fujer jovea so toman la mano, lo que queda significado por el signo de relacién es el vinculo quo fos Une: su idew dad social ea cuanto tal et relativamente poco importante, ‘Si dos hombres se cogen la mano, el signo de relacién no indiea tanto que tenga tna relacion socialmente estigmatiza- da, sino mds blen que cada tno de ellos tiene una identidad estigmatizada 55 / expone a si mismo a la posibilidad de rechazo 0 de ser mal aceptado, peligro que no corre generalmente quien «mantiene las distancias», y el destinatario/a se expone también a la posibilidad de manifestar jue personalmente encuentra al otro deseable, sin Sbtener la relacion que tradicionalmente salvaguar- da_esa_aceptaciGn. “Dadas estas posibilidades de del juego estrategico, al final de Ja cual se derrumba ia postbilidad’ de” interac Cuando falta un minimo de plausibilidad (es ‘ce cir, una valoracién que no sea posteriormente mi: nada por Ta hip6tesis de esleulo del adversario), las relaciones sociales entre los individuos resultan ex: tremadamente arduas; lo que estamos menos. dis: Puestos a considerar es que se obtendria ‘el mismo Fesultado si hubiese siempre y en todo caso el ms ximo de verosimilitud, Ambos extremos son situa: 59 ciones teéricas y baséndonos en ellas no es fécil comprender lo que ocurre concretamenie. Sila es- trategia de la interaccién degenera, las realidades sociales se hacen fragiles, dificiles de definir, irrea les: un agente secreto puede ciertamente hacer el doble juego, incluso el triple, ser confundido adn mis veces, pero después de un cierto numero. de confusiones, cuando Ya no se entiende de qué parte esta (si es que esté de alguna parte), y por lo tanto ya no es posible establecer la credibilidad de. sus Comunicaciones, es probable que sca abandonado a gu destino (también los politicos que. siguen todas Jas scorricntes» Megan antes 0 después al mismo fin), Hay, pues, unos, limites para la degeneracion estratégica. Goffman fos identifica, por ejemplo, en los limites’ de la habilidad de los jugadores, en su «naturaleza humana», es decir, el poder disponer de recursos limitados en situaciones que permiten op. iones limitadas (y no todas las. tedricamente post bles), em el hecho de que una estrategia de juego sea demasiado sutil y no se tome en consideracion por la otra parte, en el desarrollo de la interaccién estratégica en un ambito social donde existen nor. mas mds 0 menos interiorizadas y por lo tanto es previsible una cierta tendencia a «recualificar la ino- cencia» (la buena fe, Ia confianea, ete.) Afladiria, por fin, las lamadas «pasiones» ", au ténticas fuerzas sociales que modelan y modifican comportamientos y comunicaciones: el honor pue- de imponernos eri un momento determinado el’ de- Gidir tna estrategia que quizi sea perjudicial, pero que permite conservarlo, asi como el deseo de im eros nos induce a conseguir victorias tempora- les que Iuego resultan demasiado costosas, ete. 7 Sobre el tema de las epasioness como elemento funda mental de los funcionamientos comunieativos y_semisticos, agradezco a Paolo Fabbri las. sugerencies ue he recbido 8 del escenario y de la ropresentacion’ es necesaria para sostenet las inter. acciones. La natursleza regulada de la interaccion y la cooperaciéa en la recfproca accesibilidad requiere personajes coherentes, reconocibles, que no estén Prontos a aprovechar él més mafnimo paso en falso; Fequiere que el individuo se transforme en personaje para poder sostener —sin amenazarla constantemen te— Ja realidad social de las interacciones cara-acara, Es el umbral minimo de sociabilidad el que impone los personajes, autentifica las representaciones. y echa abajo a los individuos en cuanto actores que construyen impresiones, Hasta este punto, aunque sélo sea como tina rea lidad nacida del andlisis, al individuo en cuanto ac- tor le queda siempre una ubicacién, bien sea la de presentar un aspecto no socializado, bien sea la de Fepresentar a alguien que esta empeniado tnicamen te en una labor incieria. Pero el desarrollo del pen samiento de Goffman modifica pareialmente el pro- dlema. Se da ‘como una ulterior disolucion del’ as. ecto no socializado del individuo: el juego de las Tepresentaciones.6lo hace entrever algo devas de 41, pero no se detiene en un punto més alla del coal aparezca un fabricante de imagenes, F individuo no es ya definido como una percha en ia que se susten 66 | ta un personaje: se pasa de las muletas a los fan- tasmas. Hay una tendencia a asumir que, si bien un rol x algo Puramentessocials, In mirioneta, que To nearta, "Ia persona’-o. el individu, es. siempre Sige mds que social, ma realy mas bioidgico, mis Profundo, mis. genuino, Hata lamentable deforma: Blan no debiera llegar al punto de alterar nuestro asamienlo. El fugaor } la eapacidad, ef rol, en fe gue cuca, deberia verve ticatmente como co ses" tguaimente problematicar'e iatmenteabier tas afta postiliiad de'ser explicadas en términcs sviates €i974, 210, el subrayado es mio) La posibilidad de descubrir qué tipo de persona sea uno «realmente», no indica algo de residual con Fespecto al juego dé las representaciones, sino que esta reguiada por él, y le es del todo inherente; cl trabajo que se cumple al pasar de un frame a otro para interpretar una secuencia de acontecimicntos, modifica la implicacidn de los actores en la situacién, dejando entrever aquellos de sus aspectos que cam: bian: pero este es un efecto det mismo quehacer del framing, y no de algo que esté detras de los diversos roles sociales que cada uno astume Es cierto que las creencias, las atenciones, los sentimientos, las actitudes, quedan. cexpresadosr, ie fos estados de nimo sinterioress pueden ser Aocumentados, Pero estas exhiblelones no\suponen tun acceso privilegiado a Ia inferioridad. bloldgica dol interlocutor, porque se le atribuyen adecuada- mente a ina figura animade, "y no al animador 574, sin). sea que la representacién incorpora en si misma la idea de 1a naturalidad de quien la representa, como una constante permanente mds alld de la multitud de las representaciones. EI efecto logrado por la escena es el exhibir las representaciones y al mismo tiempo hacer ver que son tales, incitando por lo tanto a inves- tigar aquello que estd fuerade-escena. Como en el teatro, durante los entreactos la atencién se desplaza de un frame (el escenario) a otro (el hall, el puiblico de la sala, los chismes, la ropa, los comentarios sobre 6 Ja representacidn, etc.), asi también normalmente en. ire una y otra representacién de la vida diaria, se su- pone que podremos conocer a los actores fuera de es- Cena, como excalmente» son. Pero asi como la realidad de un entreacto es solo una laminacion del frame teatral, también la realidad de los actores en cuanto Fabricantes de representaciones es una consecuencia de la actividad del framing. La forma en que se realiza ol rol permite trans. parentar clerta «expresién» de la identidad per: Sone "caracterisie ‘ea petsona yo des papel, su personalidad, su cardcter moral, su nattr Taleza animal, etc. (..). Hay una relacién. entre sujetos y roles. Pero ia relacion responde al sis. tema de interacciones —al frame en el que el rol es ejecutado y el Simismo del ejecutor os entrevisto. £1 Simismo, pues, no es una entidad Semigeulta, detrds de. ids acontecinientas, aio una férmuta variable para. regirse durante’ ellos. Exactamente igual que la situaclén actual prescrk be la apariencia oficial tras 1a cual nos ocultamos, tambien nos aporta el donde y el cudndo nos po: dremos mostrar a través de ella, Ta cultura mis: ma prescribe qué clase de entiiad debemos creer que ‘somos nosotros mismos para tener asi algo que dejar entrever (1974, 574, el subrayado es mio) Hay una cosa comtinmente aceptada ea nuestra sociedad: que un individuo dado puede desempear distintos roles en diferentes escenarios sin dema- siado embarazo por el hecho de ser un iinico ¢ idéntico individuo para esos papeles. Algo basica. mente asumido en toda ejecucion especitiea de wn ol es que el realizador tiene una biografia que continda, una identidad personal unica y perma: ponte, més alld de aquetla interpretacion, $1 bien hha de scr una biogralia compatible y coexistente con el rol en cuestion (1974, 286), En las interaeciones entre personas habré. una respocsia al fal que cada lino presenta como st Riera su vestido ‘de ese. momento. Algo briart o'se: dojara. ver tras Ia vestimenta oftiaimente uesta, Yuna ver mat el sentido. de. alteridad se ha creado, el sentido de ta persona mas alld Eva roles, 0 puede ser, un producto de lo que esid “Wocaimente "dispombie(.5. Esta” diserepan. 6 ia entre persona y rol, esta interseccién a través de la cual’ aparece un stanisino, este efecto una no no precisa, de hecho, depender del mundo que existe més alla do Ja ‘situacion actual, mas de cuanto lo necesite el rol, El verdadero ‘problema no consiste an saber gud es, crealmenten tn par. Hiefpante. No es probable que 19 descubran aquellos ue interactian con él, si es que se puede descu- ir una cosa semejante. Lo importante es el ser tido que é les proporciona, a través de su estar gon ellos del tipo de persona que él es mas alld del rol que estd desempenando (...). Lo que ellos Gescubren por sus impresiones indicara aparente- mente Io que él es més alld de la situacion con. tingence, Pero cada situacion en que se enctentre proporcionard a los demds una imagen semejan- te. Eso es todo lo que las situaciones pueden hacer por nosotros, Pero realmente ésta no es ula razon wra_pensar’ que todas’ las indicaciones que un individuo deja transparentar sobre si mismo (to das esas referencias de Ia situacién actual a eémo 5 él en sus otras circunstancias) tengan algo on comin (...). No se puede decir que todas apunten en Ja misma direccién, porque lo propio de su naturaleza es precisamente el dejarse percibir| como encaminadas todas en el mismo sentido (1976, 298299; el subrayado es mio) « Acostumbrados a considerar las interacciones socia- les como manifestaciones del carécter y de la natw raleza de los sujetos, es dificil considerarlas como un xcirco de la conducta» en el cual la espontaneidad y los atributos de cardcter de los actores estin dires- tamente constituidos por las representaciones. Las expresiones naturales son intrinsecamente, y no sélo de forma accidental, una consecuencia de aquello que puede generarse en las situaciones Sociales. ‘Asf, nuestra preocupacién como estudiosos no deberia'ser ta de’ desclbrir lay expresiones reales, naturales, sean lo que sean éstas. paN0, deheriamos pedir cuentas ala doctrina de la expresién natural para Intentar explicar las ex: presiones naturales (esto acabaria con el analisi atin antes de empezarlo). Estos actos y apariencias naturales, esponténeos, son cualquier cosa menos signos naturales, indexicales, excepto en la me- Cs) dida en que aportan alguna indicacién sobre et interés del actor en comportarse de un modo tal ‘que sea tratado de acuerdo con la doctrina de Ia expresion natural (..). Los Individuos no apren- deh solamente cindy cundo han de exprearse, porque aprendiendo esto aprenden tambien 2 ser objetos dotados de un cardcter, que expre- san su cardcter y para los cuales solamente esta expresion del earacter es natural. Estamos sociali ‘zados de tal forma que confirmamos nucsiras pr0- Bing Mpotests accra de nuestra naturatewe ( Nada impone que si penetramos y hurgamos de- tras de estas iindgenes, de estas cexpresiones na- turaless, pudiésemos ‘esperar eacontrarnos allt Cualguier £0sa, excepto, are esté, el lmpulso a fener esta expectativa (1978, 75, 7; el subrayado es mio). El tema de los efectos de realidad (sobre la natu. raleza de los actores) activados por las interacciones tee fut ily portant ences ee aa Se ee damos voz («ti me dirés que no se debew), atribu- den i lStbiae' aes Suonchae Me en portadores de demostraciones y aserciones («la Tbs sl deal aot cable fon enunciador del discurso: junto a esto queda transfor- nasa rand Ge ella isn, ® Para estos problemas, ofr. R. Violi, y G. Manett, Zana list det aiscorso, 197. 70 Cuando «los hechos Habian por sf solos» general: mente hay un sujeto enunciador que se esta escon- diendo (y que los hace hablar). El efecto de realidad ‘obienido con estos dispositivos de transformacién de tas modalidades enunciativas es findamental en las estrategias de comunicacién, de conversacign: si «lo dicen todos» o si se ha dicho cn la telovision, o sca, Si consigo insertar en mi discurso y en mi opinion cl peso de un locutor colectivo, mi enunciacién se Fund 'y se confunde con una enunciacion que tne origen ea otro sitio, quiza en los lugares consagrados or la Historia, El efecto de realidad que la comunt acion,logra.no reside s6lo en sus contenidos, sino también, y con mayor peso, en los modos en que se , practica, én el sujeto del discurso que esta presentén- dola (y por lo tanto en Ia credibilidad de todo lo que se est diciendo), Lo que afirma Goffman sobre la { gigturaletn» del indiviguo como efecto de la repre- sentacién (y sobre la distancia de s{ mismas que tales representaciones sugieren), me parece muy cercano a la problematica lingllistica sobre la enunciacién, sal- vando, claro esta, Ia diversidad de tas orientaciones. El hecho importante reside sin embargo en el anili- sis del comportamiento y el lenguaje como conjuntos de competencias que se aplican no sdlo al modo de articular los contenidos del discurso y a las relacio- nos sociales, sino tambicn a las estrategias de simu lacidn de los sujetos de la enunciacién y de la realidad de los locatores. Se puede pensar que se trata de cuestiones de deialle, que de cualquier modo que se hable, se diga yo, nosotros, 0 se hable en forma im- personal, etc,, se nos entiende (0 no se nos entiende) igual. Puede pensarse que, en los limites de la inter. accion, se da la posibilidad de ver, entender, como esté uno hecho realmente y que esie substrato es lo que verdaderamente queda de una persona una vez desaparecidas todas sus peculiaridades sociales. La idea de que sea as{ forma parte esencial de nuestro modo de ver asi las cosas. Lo que Goffman nos dice en, cambio es que el personaje en Ia interaccién coin- cide con un papel representado. De éste se diferencia el actor en su calidad de soporte biolégico, fisico, de tales representaciones. Aquella que normalmente com sideramos como la esencia espontinea, natural, del n individuo, aquello que se entrevé de ¢l entre una re- presentacién y otra, mas que indicarnos qué es él realmente», es el resultado del funcionamiento de jas representaciones, de su modo de organizarse. 3.1. Bl personaje y el si mismo El problema de qué es el si mismo (self) de los actores sociales representa un poco el centro de todo el discurso goffmaniano. Fl individuo que se presenta y que acttia en Ja escena social manifiesta con ello Tnismo unas peticiones, unas pretensiones de tener Cualidades y earacteresfocialmente positivos,y por 10 tanto solicita implicitamente que se le trate de modo adecuado, Para que una conversacién radiofénica pa- ezea espontinea ¢ improvisada, sc compondré un texto con el mayor cuidado y atencién, de forma que el locutor aparezea implicado de modo cretble; los muchachos de ocho afios que dicen en. una entrevista gue no les interesan los programas de la television para nifios de cinco o seis afios, Iuego los ven a es- Condidas; si vemos a un amigo querido ofrecer a otro a misma cortesia y afecto que acababa de mostrar- nos a nosotros, su sinceridad nos parece menos cierta; Jos miembros del clero dan la explicacién de que han escogido la congregacién a la que pertenecen actual mente por motivos espirituales y no quizas porque la Parrogttia les habla ofrecido una hermosa casa, u otras ventajas semejantes; somos mas bien descuida- dos en considerar Ia dignidad y ef caracter que se les Pide a los condenados a muerte, aun cuando estas Cualidades son importantes en semejantes funestas ocasiones 2; en los hospitales psiquiatricos a veces el 21 sda historia de las ejecuciones generalmente esti es: critaen términos evolucionistas, parliendo de la pena de ‘mucrie con modalidades crucles para muchos delites as: fa llegar a nuestros tiempos, en los que la pena de muerte con modalidades mas husnavias esta reservada a. poquisimos ‘dcltos y existe una notable tendencia a abolir totalmente esta forma de castigo. En realidad seria mucho mejor explicar la historia de las cjecuclones en términos de interacclén por ‘coamto la evolucién de Tas técnicas de ejecucién tiene mucho R paciente siente que la vida de internado cs tan de- gradante ¢ inhumana que la tnica respuesta capaz de garantizarle el respeto a si mismo es Ilevarla como Si fuese algo que est4 visiblemente fuera de la rea idad: «o sea, que el paciente puede actuar explici- tamente como un loco para dejar bien claro a las personas respetables que est4 completamente sano» (1963, 224), El ‘trabajo de auto-definicién se hace a través de Ja naturaleza regulada por la interaccion y la rec roca disponibilidad a la comunicacién: durante Ia interacci6n se espera que el sujeto po- Sea ciertos atributos, clertas capacidades y ciertas informaciones que en su conjunto se intesran en un st mismo que forma una unidad coherente y adaptada a.esa ocasion. A'través de las consecuencias expresivas del fluir de su conducta, a través del hecho mismo de par- ticipar, el sujeto proyecta con eficacia su st mis- ‘mo aceprable en fa interaccién, aunque 61 no puc- ‘que ver con el desarrollo de {éonicas e instramentos capaces ide asegurar tina marcha normal de la sftuacidn social, Desde el momento en que el pablico, el verdugo y la victima estén ya nerviosos, cqué se puede hacer para facilitar el, mante- hhlmiento de la compostura de los tres tipos de participantes? La historia de Jor modos de ejecutar las penas de muerte ide solucién correcta para este problema, Pignsese por ejem- plo ea el arte de Ia horea’ se han Hegado a inventar horcas fue se pueden montar en silencio durante una noche en el patio de la prisidn, para evitar en Io posible las imSgenes ¥ los ruidos' que puedan molestar (J; se han construido rampillas que se mantienen cerradas justo hasta el. mo- nto en que se tira de una cuerda y que se abren inme- tamente apenas se tire de ella, y (Jo que es un detalle verdaderamente genial) estén fechas de forma que no pus Gen golpear parn que fo pongan un contrapunto doloreso Se puede objetar que Ta humanidad de las ejecuciones no tendrla que ser importante para la victims, puesto que Ja forma en que se mata a una persona pierde importancia frente al hecho de que se la mate, Solamente los que que ddan pueden consolarse sabjondo que ha tonido un fin préc- camente sin dolor y que Tadic ha’ disfrutado de la ternble accign de prepararlo y de presenciarlo (1967, 268), B dia darse cuenta y Jos otros puedan no darse een. ta de que han dnterpretade su conducta en este Sentidg Al mismo tempo ol debe aceotan yes. polar fos of Tatoos pproyectades por los ottos Partcipantes (B9f, iis) ef subrayado es mio} La proyeccisn y Ia atribucién del self es el resul tado de lx cooperacion de los pariicipantes cn el Encuentro social, y requicren por lo tanto una «paz de] rey» que no suprime sin embargo Ios desatios y las escaramuzas, La parte estipulada del st mismo ~aquellamanteniéa por la interpretacién de. Tos otros— no debe hacerhos olvidar que muchas veces petdemos el tipo, que por lo general las represen: faciones no son integramente coherentes, que nues- tras pretensiones en principio son siempre desacre- ditables, solo que muchas veces las informaciones Justas no estén en manos equivocadas. La pretension ‘de poseer cualidades socialmente aprobadas. slo se puede sostener con el apoyo y la aceptacién que demuestran los otros, pero, al mismo tiempo, estos otros pueden verificar cada incoherencia, cada dis- erepancia en la representacién. EL si mismo de Ios individuos es el resultado de una negociacion reali: zada en la multiplicidad de las interacciones, El concepto de Mead, sogiin ef cual un indivi. duo asume para consigo mismo la actitud que los otros astimen hacia él, parece demasiado simplis- tas bien cierto qe él ha de contar con los otros para poder completar su propio retrato, del que él puede. pintar solo algunas partes (..9. St Puede ser cierto que un individuo pose un iinico si mismo de su exclusiva propiedad, la prueba de ‘esta posesién viene dada exclusivamente por el pro- ducto de una actividad ceremonial colectiva’ on la cual ta' parte expresada por la conducta. del individuo nd es mds importante que Ia parte ma- nifestada por los otros con. su ‘comportamiento deferente ‘para con él (1961, 92; el subrayado La complementariedad de deferencia y conducta vuelve a plantear la importancia del aspecto ritua- 2 Chr, nota 7, "4 lista presente en Jas interacciones: también Ja ima- gen social del individuo esté implicada en el actuar Ceremonial: «el si mismo es en parte un objeto cere- monial, algo sagrado que debe ser tratado con aten- Cidn ritual y que a su vez debe ser presentado a los demds en su Justo enfogue» (1961, 99, el, subrayado es mio). La esacralidad» de los personajes, la mo- alidad sobre Ja que se basa la estructura de ta in- teraccién, son elementos muy importantes en el discurso goffmaniano, pero generalmente en Jas in- terpretaciones sobre Goffman quedan_oscurecidos por el tema de Ia ficcién escénica. El hecho de que a interaceién esté compuesta de representaciones, de papeles escenificados, de que Jos actores estén siempre implicadoseen «ficciones» (sean verdaderas © falsas), parece desvalorizar la veracidad del mun- do social descrito por Goffman. Su analogia con la representacién teatral se toma ‘al pie de la letra_y Ja vida cotidiana queda reducida a un escenario. En ‘efecto, Ia misma posibilidad de malentendido recae también sobre Ia naturaleza det self: éste es de he- cho muchas veces definido como un. sefecto dramé borar circunstanciaimente el retrato visible de la naturateza humana que reivindicamos» (1977, 38; el Subrayado es mio). La insistencia de Goffman’ en festa ‘metafora (una de las grandes metéforas que flustran una parte de su modelo sociologico) induce ‘a algunos erflicos a sostener por ejemplo que «el si mismo no tine una realidad més’ sdlida ni menos precaria que la apariencia, que cl papel recitado por ua actor en el teatro» (Izz0, 1977, 350). Ahora bien, es cierta la posicién central de’la representacion, es mds dudoso en cambio que. agote completamen- te el problema: «el papel» que un sujeto sostiene ‘en Ia interaceién. prayectando el propio si mismo ¥ el papel interpretado por un actor de teatro no Son 10 mismo. EI hecho de que Jos encuentros de Ja vida cotidiana sean Henados y sostenidos por resentaciones, por fiujos de comunicaciones regu Jadas ritual y ceremonialmente, no los. transforma en un baile de mascaras 0 en algo irreal. Desde el 5 punto de vista de Goffman ello es més bien el Fesultado de la naturaleza del acuerdo social, de Ia convencién que hace posible la interaccién. No tiene que ver con una deformacién parodiada de un estado de cosas positivo que existié en un cierto tiempo y que hoy esté irreparablemente dafiado por Jos estragos de una determinada organizacion soci por el contrario, es el tipo de gentlemen's agreement con el que se establece un nivel minimo de socia- Yidad, que da una importancia sustancial al modo de presentarse, de tratar, de pedir que lo traten, independientemente de cules sean los sentimientos verdaderos y las configuraciones reales de los ac- tores. Las representaciones no son cdscaras huecas. de- Jadas atrés por una época en la cual lo que contaba era el contenido de las cosas, de las personas, de los valores, etc: son el resultado de la accion de una cierta forma de acuerdo operativo. La sociedad des crita por Goffman no es la ultima playa a la que nos ha Ilevado la desaparicién de la contianza, de la buena fe: es por el contrario un tipo de sociedad en la que ta desviacién no esté excluida y encerrada Golamente), sino que esta injertada en los actos comunes de los actores normates, bien socializados. Desde este punto de vista, el trabajo de Goffman se nos presenta como algo muy cercano a un cierto modo de repensar el lenguaje, aparecido reciente- mente en los estudios semisticos. Estamos acostum: brados @ una visién pacificada de la lengua, cuyos funcionamientos servirfan, mas que otra cosa, para designar el mundo; ocurfe, en cambio, que con el Ienguaje los individuos acttian y que éste no es so- lamente un sistema de cédigos, sino también de act ciones realizadas para modificar a los interlocuto- res®. La comunicacién no es s6lo transmision de cenunciadlos, y el paso de paquetes de informacién de tun locutor‘a otro representa sélo una parte del pro- ceso. La comunicacién es también negociacion: lo que en ella se quiere decir viene imputado, atribut % Un texto muy stil para este tipo de problematica, tra- tada en filosofia del leaguale, y conocida con el nombre de actos lingiistices, es ol de Sbisé, 1978. 16 do por el destinatario, de un modo no verificable © Verificado ‘una ver. por todas, definitivamente, sino tanteando, en sucesivas prucbas, haciendo como si el locutor hubiese querido decir ‘precisamente cierta cosa, La ambigdedad y la vaguedad son totalmente {ntrfnsecas a la naturaleva misma de la comunica- Jos indicadores, las «marcas» cuya tarea es hacer yeconocibles las lineas de conducta y los actos lin- Bllistioos como referides a clertos esquemas.cul- furales, tienen una funcién en todo proceso de in- terpretacion (...) en cuanto cada linea de conduct y cada acto linglistico deben proponerse desde £1 principio como algo slegible», tener un cierto grado de claridad Con respecto ‘al procedimiento 0.8 los posibles procedimientos segtin los cuales se ha de interpretar. Sin embargo, los indicadores no tienen nunea la iltima palabra, sino mas bien Ia primera (Sbisk Fabbri, 1978, 21), Ademés, en el lenguaje estén inscritos no sélo fun- cionamientos que conducen a hacer-hacer algo al in- terlocutor, sino también a hacerlecreer, a modificar Jas representaciones que 10 designan, ‘el modo en que él posee competencias que lo describen como sujeto de un querer, de un poder, de un saber, et- célera™, Y més atin, las estrategias de enunciacion con las que dentro del discurso se multiplican y se cambian continuamente los sujetos que lo pronun- cian, activan fuerzas de persuasién y de credibilidad {que ‘no siempre son iguales. El lenguaje, en fin, fun ciona contractualmente, sobre la base de convencio: nes reconocidas y adoptadas, pero al misino tiempo fija un terreno de lucha, un hacer polémico, leno de trucos, trampas y simulaciones, Goffman propone, mas 0 menos, el mismo tipo de andlisis para Ia interaccién social y no es una casua- lidad que en su trabajo sobre las conversaciones como episodios microsociolégicos (1975) se refiera a aquellos estudios sobre 1a filosofia del Jenguaje que % Estoy muy agradecido a Paolo Fabbri por las numero sas discusiones y sugerencias sabre estos puntos. n explicitan fa naturaleza de la ace -Volviendo al problema del self, existe también ob- Viamente una influencia precisa, éjercida por las con- deere eres a ae at facion que el individuo aporta. La imagen proyectada Por el actor no se puede interpretar s6lo’en los es frechos confines del encuentro, de la ocasién: in Uipica del dis. los Mites a Jas pretensiones {del indviduo Pos Jo tanto es ites us fate tae ee Efalmente determinagos por los hechos cbjetves die suvida clay secundariameate detent andon Bor eta enfants su Ee pueda poverlos a tn favor ") hal mismo no esd eriginado simplemente porun proceso de ‘nteracclones signifcattvgs er. treaty for etn sine también pore ip de fciruofura’ que Se organiga'an torus a ol (eta 174; el subrayado eo mis) Ate La influencia del ambiente social sobre los. proce- sos de formacién y de manifestacién del si mismo es reconocida por Goffman como algo que determi na de entrada el tipo de escena posible para el actor, como el marco en el cual la interaccién cotidiana se desarrolla, heh Sea aes eta a Soe naa aes sa See enn aso eee CO sia & ee ate lS tet Fer sere beta stn he Sipe Re i anes Teds Sedat ha ce subrayado es mio), me Teele ,La_metéfora teatral adquiere, a mi entender, otro significado si se tiene en cuenta la relacién entre 18 microrealidad social (y el trabajo relacionado con ella mantenido por los actores) y el tipo de acuerdo, de convencion, que fundamenta el cestatsjuntosy de los individuos. La metafora teatral indica més el modo como los sujetos respetan los acuerdos (pro: cediendo segiin «ficciones operativas») que la degra- dacién de una sociedad que debe contentarse con solo un xbarniz de consenso» porque el auténtico consenso se ha perdido nadie sabe dénde. Y es pre- cisamente porgue funciona (quizés es el nico que puede funcionar) este tipo particular de acuerdo, de convencién, de microcontrato social, por Io que las Fepresentaciones sirven para algo y por lo que la desviacién, las infracciones, los «apartes, estén nor- malmente presentes en la vida cotidiana. El rep sentar un papel permite identi dar un paso atris, alejéndose un poco para, mien- tras se interpreta,” poder comunicar que se esta in- terpretando: sin algo a lo que pertenecer no existe segurided Dara el sf mismo y, sin embargo, wma pertenencis Total ‘y ‘un compromise con. ha unidad social Gulgclers implies si tivo de reduecion, del st nism, El sentigo de nuestra propia ieentidad per Sonal puede ser_cl resultado de saline de. tina Uidad? Socal "mas amplay pute seid en las ouuehas (eenicns’ con las. duc resistimos a Tas Dresiones. Nuestro cstatus es hecho mds resistente bor for silos chnientos del mundo, pero. rues fro sentido de {dontidad. personal muchas veces reside en sus resquebrajadaras (1961 a, 336; el Snbrayado ex mio} La distincién entre el actor el personaje, entre quien actiia y el que es representado, no es una sepa- Tacin entre fo real y lo fingido, sino mds bien entre las partes que liegan a un acuerdo y et modo en que ese mismo acuerdo prevé que tales partes actuardn y se comportardn; el si mismo se refiere a este iti mo Ambito, en cuanto que es aquello que, segin el microcontrato social instaurado en Jas interacciones cotidianas, pueden expresar los individuos, o dejario adivinar, pretender, exigir, mantener, verificar, indi vidualizar, transgredir, etc. 9 En nuestra sociedad ol personaje que uno re- presenta y el propio si mismo estan ea cierto modo Kdentificados y el st mismoencuanto-personaje en general se ve como algo que reside’ én ef cuerpo de aquel que lo posee (..). Esta concepeion forma Parte implicita de lo que todos ‘tratamos de pre- Sentar, pero precisamente por ello constituye. un pésimo instrumento para el andlisis de la presen- facion (..). El si mismo representado es [enten- dido} como una especie de imagen —disna de ere. dito en. general— que el individuo que esta en el escenario y vestido de tal personaje trata por to- dos los medios de presentar como propia. Pero si al individuo se le ve de este modo, aunque se le atribuya un si mismo, éste no tendra origen en la persona del sujeto, sino en el conjunto de la escena en la que actia (...). Una escena bien mon: tada y bien representada induce a) publico a att buir iin sf mismo al personaje representado, pero aguello que se le atribuye —el sf mismo~ es ef producto de la escena que se esta representando, no su causa (...). AL analizar et st mismo estamos, us, distanctiios de quien fo detent, ‘poraue é 4, su cuerpo constituyen simplemente una percha de ta que se colgard durante un tiempo el produc to de una accién colectiva, ¥ tos medias para pro- ducir mantener el st mismo no deben buscarse ‘en esd percha, porque muchas veces estan dentro el frsituclon socal (1961, 288; cb subrayado 32. Los traficantes de moralidad Hay un aspecto bastante importante en Ia sociolo- gfa_gotimaniana que curiosamente a, sido minusta- lorado: es la cuestion de la moralidad. En este con- texto el término tiene una acepeion particular, indica no Io que normaimente se opone a la inmoralidad, o mas bien la naturaleza.intimamente sagrada, digna de respeto y de honor, de los sujetos humanos, La moralidad no es (al menos en primera instancia) una codificacion institucionalizada, sino que aparece difusa, activa alli donde la interaccién, alune que sea minima, pone a dos individuos frente a Frente: est4 incliso alli donde el sujeto, él solo, se- gregado de la institucién total y despojado de’ los 80 rituales que le honran, intenta reconstruir las apa- riencias exteriores de un orden ceremonial que se Je debe como persona. Por ejemplo, en un hospital ppsiquiatrico algunos enfermos de tas secciones mis retrasadas luchaban entre si por conseguir el alféizar de la ventana; cuando 10 lograban, lo utilizaban como asiento, el paciente se colgaba y miraba al exte- rior a través de los barrotes, aplastando Ia nariz y con todo el peso de su cuerpo hacia fuera, sa. liendo ast de fa seccién y liberéndose en cierto sentido de las restricciones territoriales (1961, 258). Quiza el espacio mAs pequeio que se recavaba del territorio. personal era la. propia ‘manta. Em algunas sccciones ciertos pacientes. levaban en- ima todo el dia su manta, y en una_accién con- Siderada como marcadamento regresiva, se_act rrucaban en el Suelo cublertos totalmente por la manta; ‘dentro de este espacio defendido, cada uno conservaba su margen de control de Ia situa ln (1961, 266), Este tipo de moralidad, absolutamente «laica» si se puede Hamar asi, es el fundamento de todo lo que durante Ia interaccién sirve para mantener integros 2 los actores, en si mismo, las definiciones de la sk twacién que aquéllos proyectan. La naturaleza fuer: temente regulada de los encuentros sociales existe para salvaguardar esta moralidad difusa que resulta oscurecida y negada cuando las infracciones ceremo- niales son ‘notables. La reciproca accesibilidad que los sujetos se manifiestan deriva del reconocimiento del caricter sagrado de la persona: negar la accesi- bilidad y la comunicacién significa rechazar este re- concciniiento respecto al otro; la impropiedad situa- cional causa una degradacién de Ia cualidad moral del ofensor y una violacién de la del ofendido, y al mismo tiempo es una consecuencia del hecho de que la sociedad esté empapada de este cardcter moral. La organizacién social tiene siempre el proble- ma de la moral y de la continuidad. Los sujetos deben acceder siempre a sus mintsculas situacio- nes con un cierto entusiasmo y una cierta preocu- pacién porque es a través de momentos como ¢s- at tos como se construye 1a, vida social, y sino se aporiase una clerta enengla a cada und de ellos, ia sociedad sin duda se resentiria. La posibilidad de ‘influir sobre Ia ‘propia reputacion ‘constituye ie ncencvo. ademas aa sociedad debe 3p brevivir es ‘necesario que el mismo esquema de Felnciones ¢"antenga en Yodas Ine eaioner 0. cilales que surjan, Hay, pues, necesidad de regias Jide convenciones. Los 'sujetos han de. definirse 4 st mismos en terminos de las propiedades “que les han sido atelbuidas yy actuar’coherentemente basindose en ‘elias (1987) 273). Esta exigencia de continuidad entre una situacién y otra hace ver con bastante claridad lo insensato ‘que seria definir la orientacién de Goffman como de tipo interaccionalista simbélico: Jos encuentros so- clales no agotan completamente la realidad social ni los individuos se definen en ellos de modo global. Las reglas morales tienen precisamente «una funcién [de] vinculo entre el si mismo y la sociedad> (971, 171). 2 (Giglioli, 1971, XXXVD, ello se refiere, quiz4, al tra- tamiento de a moralidad, a fos instrumentos con los gue ésta puede ser afirmada, valorada o desvalori- zada, masque a sa existeneia efectiva y su ineiden- cia én Ja realidad de la interaccién cotidiana. Per 2A propésito de qué es una promesa y cémo prometer, ver el ensayo de Searle, 1965, en Gigloli, 1973. 8 manece, sin embargo, la idea de que en cierto modo tal moralidad resulta excluide de la escena social, al igual que los actores, de que también ella es ‘un principio que puede evocarse ex post, cuando resulta hecesario reparar alguna infraccién grave. Pero es precisamente esc caricter difundido y ex tenso de la moralidad lo que induce a darla por des- contada, a considerarla un elemento secundario, ha- bitual, que solamente nos sorprende cuando no es suficientemente respetada. Sdlo se le presta atencién cuando de algtin modo ha sido negada o suprimida alli donde deberia haber estado. No sélo en las allas montafias que invitan al escalador, sino también en el casino, en las salas de billar'y en Ias.pistas de carreras’ encontramos lugares dé adoraciOn; y en cambio puede suceder que en las iglesias, donde es seguro que no ocue ada fatal, la sensibilidad moral sea muy (4367, 305). 4. Lo «PRivapo» ¥ BL PODER Hasta este momento he intentado sintetizar el pen- samiento de Goliman, ‘presentando por orden sus principales conceptos. No es sencillo pasar por alto Sw enorme riqueza y_vivacidad para entresacar un esquema coherente: ‘al hacerlo se pierden inevitable- mente fnos anilisis de interacciones cotidianas, ob- vias y normales. Esos anzlisis explicitan, entre otras cosas, las normas que regulan en conjtinto lz vida Ge Tos encuentros sociales, como, por ejemplo, los ‘movimientos que permiten iniciar y terminar un en- cuentro de forma ritual; las normas que permiten ‘mantener tna definiciOn comin de la situacién y las que permiten reparar las infracciones que se pro- ducen, de forma que la situacin misma no quede irremediablemente comprometida; las_normas que se refieven a Jas interacciones no localizedas y que a través de la wdesatencidn cortés» permiten manifes- tar la reciproca accesibilidad. Hay, ademés, naturale mente, muchas otras microvreglamentaciones que en conjunto forman lo que cada uno de nosotros, en 85 cuanto miembro social, debe saber-hacer (y, por 10 tanto, conocer) para poder ser considerado pertene ciente a una comunidad determinada, EI sentido global del pensamiento de Goffman. es, sin embargo, el de explicitar la naturaleza profun- damente social de aquellos aspectos que normalnten- te consideramos como espacios libres de expresion de los sujctos, sus lados més esponténeos, menos 51 jetos @ convencionalismos, a controles: a través de la eleccion de esas cocasiones menores» del vivir so- cial, ef modelo gajfmaniano saca a la luz la invasion del control social informal, como se difunde la socks dilidad en Io «privados, y la naturaleza enormemente regulada de ese «privado» que utilizamos para ex presarnos y representarnos. Desde este punto de vis {fa Ja «cotidianidad> de la sociologia de Goffman es propia solamente de los objetos de sus andlisis, de los materiales observados, y no del modelo general explicitado en su discurso. A la fragmentacién de las ‘ocasiones sociales y de los encuentros no correspon. de una fragmentacién andloga de la realidad social ni del sentido que de ella se construyen los actores. Sallatanale aoa elgg Tel pa de organizaciones, de restructuras, ode roles y GRRG compara, ue see eran cere evn cacy pesca drei nae de, daas Pe eee Pat, a, redeecn Me die di ae i Meare i ema el, en el a Sts 8, Les Ast, pues, estudiar las normas que unen a los su jetos'en las interacciones significa descubrir en Ia vida cotidiana «los vinculos mismos de la sociedad» (1967, 99). Detras de la precariedad de los momentos, de la’ labilidad de las ocasiones, de los papeles in. terpretados, las posibles relecturas de secuencias de actos cuyo sentido legan a cambiar, detrés de todo 86 esto esti —en ta obra de Goffman— la continuidad y estabilidad de las convenciones que estructuran de forma decisiva la organizacién social: la capacidad de estar sometides @ unas rezlas mo- ales. puede portenecer al individuo, pero la serie especial de foplas que lo transforman en un ser Jnimano deriva de atigencias Intrinsecas a la orgae nizacion ritual de los encuentros sociales (1967, 30. Ta naturaleza humana universal noes una cosa muy humana. Al adguiriria’el individuo. se com Ylerte en tuna especie. de edifieio cuyos. elementos Eomstitutivos no son las tendencias intima. sino fap reglas morales reelbidas del exterior (1961, 50) E} lenguaje de Ja interaccién es, pues, definitiva- meate un lenguaje reglamentado, ‘codificado, en el cual se intercambian promesas, comprobaciones, sus- pensiones de juicio, llegitimaciones. Pero, de modo Igualmente-eséncial, es también un lenguaje fandado sobre el compromiso, sobre el consenso'operativo, sobre el como si: «es preciso mantener [en la in: teraccién} una apariencia de acuerdo, utilizando la diserecion y recurriendo a mentiras’piadosas, de forma que la regia de mutua aprobacion no quede desacreditada» (1967, 41). De aqui se detiva el hecho de que se puede intentar ganar puntos a Ia som- bra de este marco de reglamentacién, de que Ja ne- gociacién que se establece es el resultado final de tina serie de jugadas estratégicas para vencer al ad- versario: en resumen, «la Idgica de las Iuchas y de los duelos es una caracteristica importante de la vida social de cada dia» (1967, 294). "Naturalmente, Ssta dista mucho de ser espontinea, salvaje y desor. ganizada: asi como el duelo clasico no era cxacta mente un golpearse irreverente, sino una confronta- ciéa regulada y cquilibrada”, del mismo modo el * Por sjomplo, uo ora ta parte ofendida Ia que, retaba directamente 2 suslo sl ofenear, porque st bubiese sido as, Sete titimo tendsia derecho 8 éstoger cl ata’ esto repre: Sentaria una ventajeinjusta para tno «qe Ya habia come: tido una infraccion_y tina ofensa ritual -ASi, pues, cstaba revit un mecaismo. de eequilbrio: 1a parte ofendida {nyultaba sbiertament al ofensor el lamad mento tal provocacion’(prevsts regularmente) eblignbs al primer 87 Juego que se establece cuando alguien quiere deseu brir sist interlocutor esta buscando intencionada- mente dar una impresiOn © si se comporta «espon taneamentes, en realidad esta regulado. por ciertas jugadas, por las valoraciones relativas a las jugadas y por un cierto mimero. de vinculos con la posibili dad de continuar este tipo de juego estratégico, al final det cual inevitablemente alguien quedara acre- dltado 0 desacreditado. El componente polémico (lo que normalmente se conoce como el papel de la desviacién en el modelo goffmaniano) es’ muy importante; de hecho, es en este punto donde se mide la diferencia mas neta de este autor con respecto @ otras orlentaciones socio. legicas: el enguaje moralista de Ins ciencias sociales, cons trad en torno ai ineretbte concepto de aie Tos Sufotos dchen'comticarse senor co otras de for- mma correcta, divecta > abierta (7) tata tas Thinfciiones Como si seer ans pidora ae Nay me tragarse porque, ses buen para ia Grpltse 967, 135; el subrayado es rao). is Pensar en las reglas (las que nos guian en las agri: paciones sociales) como algo fundamentaimente ‘no- negociable, obvio, nos lleva a considerar «positive: mente» el funcionamiento de la comunicacién en los encuentros sociales, y el de Ja interaccién misma. La naturalidad y la exactitud de las reglas queda salva- guardada (en las casos de transgresién situacional), atribuyendo al transgresor un halo de anormalidad inadecuacién, un no estar (todavia) suficientemen- te adiestrado; de esta forma la transgresion se. vuel ve contra el sujeto del que procede y queda firme, incuestionada, la razén de ser de la regia violada. El control social informal (no el delegado en las insti- tuciones, sino el que toca a Jos individuos en los em ‘cuentros) tiene una extensién que coincide ‘con los Ofensor (si era hombre de honor) a desafisr al ofendido. Con este sistema de cooperacién entre los. adverssrios, 2 Ta infraccién ritual se contraponia como equilibrio Ia Do- sibilldad para el ofendido de escoger el arma spropiada (cfr, 1967, cap. 6). 88 confines de Jas interacciones ¢ incluso los supera: de hecho, los individuos no sélo se intercambian re- presentaciones y definiciones del propio si mismo yy de Ja situacién en el ambito de las ocasiones sociae Tes, sino que estas «fachadas» tienden a traspasar las, ocasiones especificas y a institucionalizarse, a esta- bilizarse como conjuntos de atributos que el sujeto debe poscer si quiere actuar siguiendo un determi- jo rol. «La fachada se convierte en ‘representa mn colectiva’ y en una realidad valida por si misma. Cuando un acior asume un determinado rol social, generalmente descubre que ya le ha sido asignada a Gite ima determinada fachada» (1959, 39). "El aspecto conflictivo, desviador, del sujeto goff- maniano tiene relacién no sélo con el control ejer- citado. por las instituciones, sino sobre todo con este tipo de control informsl en el que no se nos amenaza con castigos 0 reclusiones, sino con desea- lificaciones del si mismo y pérdidas de moralidad, en el que se emplean justificaciones que pretenden ser creibles, explicaciones plausibles, excusas, expli: caciones, remedios, ete, En el control social informal (aque que regula’ la interaccién entre actores en situaciones ptibticas) la escena del crimen, la sala de juicios y el penal son colocados en el misino espacio reducido; y ademas el ciclo completo del delito, de la captura, del juicio, del castigo y de Ia reinsercién en la Sociedad, puede desarroliarse en dos gestos y una mirada. Li justicia es sumaria (1971, 131). ¥ nosotros mismos somos los ejecutores. Existe, pues, tna estabilidad y continuidad de las fegias sociales, incluso en aquellos momentos que hos parecen libres de todo influjo social, y mas es- pontineos: la omnipresencia de la convencionalidad Que fundamenta los microcontratos sociales justfi ca al mismo tiempo la amplitud del aspecto conflic- tivo, de la infraccién, de los procesos reparadores: las’ extensiones del S{ mismo tienen wnes confines ‘que pueden ser vigilados detalladamente. Lo que se puede hacer es provocar guerras de fronteras y com- brometerse en elias para establecer dénde estén los, limites» (1967, 275), 89 Segiin Goffman todo esto constituye una dimen- sign ‘sociolégiea autOnoma, rica en interés por com. prender también otras perspectivas de Ia sociedad, €on una presencia espevificn del problema del po. fer: de hecho, en la’ perspectiva gotfmaniana ete esta indisolublemente ligado al planteamiento. gene ral; es el poder que brota, que se maneja dentro de los encuentros, de Jas interacefones, que nace de las estrategias adoptadas en ellos: ¢s un poder tambien eglado, que se desarrolla internamente al _desa rrollo regiamentado de. todos los. comportamientas sociales, No es el poder dle una clase, 0 aquel que deriva de la posesién de los medios de produccion: es ef poder que nace de ta manipulacién del mate rial simbstico, el poder de Ia persuasién, on defini: tiva, el que usamos en Jas situaciones diatias. Es tan difici negar la existencia del primero (el macro) como ilegitimo seria olvidar la dimensién del segundo: ne. gar toda validez a la orientacién -goffmaniana por Que deja de lado el primer tipo de poder significa no ver Ia segunda dimension que aqucl tiene y al mismo tiempo entender mal ua modelo en el cual €1 problema del poder se coloca coherentemente con Ia orientacién general Por triviales que puedan ser las pérdidas o las sahanelan obtenfdas' en's ‘intaracdlonee sung Golas'a Tolargo de todas las sitimctones sociales fn fas que tienen lugar, se puede. comprobar 4 efecto total es enorme. La expresion de subor, dinacién ode dominio» wavés de este enlamnbre ‘de’ medios situacionales es algo mis que ua Sty pile huella simbolo o sfirmacidn rittalista de Ta [etartia octal, Estes presence contiuyen do modo considerable In Jerarquint son la soinbra ¥ Ja sustancia (1967, 74), ie 4.1. La confianza Otro tema importante (con relaciéa a la natura. leza convencional de los microcontratos sociales es tablecidos en la vida diaria) es el de la confianza, 0 mejor ain, del tipo de confianza en el otro que se postula cuando los individuos estan presentes rect. 90 yrocamente y actiian juntos en sus asuntos persona enn el triflco diatio de las personas interviene tina importante asuncién sobre {a confianza que se debe conceder a los demés: se mira al otro (contro: lando al mismo tiempo el control que aquél tiene sobre mi) presumiendo que él actuaré de forma apropiada en cuanto haya percibido 1a situacién: este es un ejemplo de la fe moral construida siste mdiicamente on los sistemas de trafico, en ciertas ‘coyunturas —confianza en el hecho de que todos los demas sabran como actuar y actuaran ast— y nos da un dato sobre la. vulnerabilidad de estas Grdenes sociales com respecto a circunstancias que rompen esta cdnfianza (1971, 34; el subrayado es mick Las apariencias de normalidad que presenta un escenario de vida cotidiana se mantienen en tanto se mantenga este tipo de confianza en el hecho de que los otros (aquellos relevantes y presentes en el escenario) no han manipulado las apariencias, las conexiones entre unos hechos que normalmente no estiin relacionados entre si, es decir, que las aparien: clas no son fruto de una maquinacién, ‘Si la policia necesita tender una emboscada utili za un elevado nimero de personas disfrazadas: cuando el quardaespaldas de Marighetls, Gaucho, fiege. para examinar cl lugar de la cite, vio. dos pateite que ce besaguesben en tn Chewroot, unos Erabajadores que deseargaban con desgana material de construccign en un almacen, unos albafiles que frabajaban en un edificio sin terminar todavia, al otro lado de la.calle (..), Al final resultaron. ser {ols policies. El tisote duré por lo menos cinco Tninutey (Time, 2 noviembre 1990, p. 21, eitado en Wi, sib). Uno, de los efectos socialmente demoledores del terrorismo y de la guerra psicolégica en general, es precisamenie el de no permitir ya una asuncion semojante de normalidad y de confianza: el indicio mas inocente y menos sospechoso resulta el, mas amenazador y falsificable, por lo tanto sospechoso, 1 Y_por lo tanto algo que hay que evitar. BI espacio ital seguro se estrecha y conduce a una degenerar cin que poco a poco anula los motivos para fiarse de las circunstancias y los individuos. También aqut nos cnsciia algo el modelo del duelo: esta oxtraila y fatal confianza en Ia Iealtad del enemigo apenas vencido, tiene una funcién social muy evidente. Sin esta conjianza el dominio 9 ef Orden de precedencia no aportartan un mecantermo social yétido para establecer un orden momenté neo. Silos adversarios pudicsen. comenzar otro combate en cuanto acabase el anterior, no se Do. ddria establecer un orden. Cada uno estarfa siempre ocupado o en la lucha 9,6 ponerse en guardia (1967, 283; el subrayade Se hacen, pues, necesarios unos puntos de parada cen los que sc corre el riesgo de exponerse fisicamen- te a agresiones, pero en los que al mismo tiempo ese riesgo queda convencionalmente, simbdlicamente, reducido, anulado, mediante una regla que obliga a confiar en la pretensién moral del adversario de ser tun Tuchador Ieal. De ese modo se produce un modelo del orden social, que aparece como un orden esen- Ciatmente ritual: un orden social podria ser definido como el efecto de cualquier conjunto de normas morales que re gulan ef modo en el que los individuos persiguen sus objetivos (...), En el interior de cada uno de estos ordenes (juridico, econémico, ete.) el simple comportamiento se transforma en un’ correspon diente tipo de condueta (1963, 10). El orden social para Goffman no es en primer Iu gar el sostenido por la estabilidad y permanencia de las instituciones principales, por las valores interio- rizados en los sujetos 0 por Ia jerarquia de los fines socialmente reconocidos como justos; es més bien tun orden social que se realiza ‘en las interacciones a través de las cuales se define el sentido de la rea- lidad social para los sujetos, un orden social que transforma los comportamientos en conducta y la 92 compresenca fsica en pulestra del cardter de fos in Peet ts el Ngee Conde se poicha fa confianza feiprociynente stibuliay Ia morelidad reeiproce Inet afrmada. orden social que se mantiene en las reuniones fen tos encuentios cara’ cara] toma, sus ingre fences, St sutangie To, dnc impuest Gomportamientos de eseasa importancia sustancial, Er mportamente spropiado det sujeto se funds fon ia aportacion similae de otras para dar origen, Pine presencia colectiva organizada en el plano Social H8e7, 25). Tal presencia colectiva y_ socialmente organizada requiere que se conffe en el otro si se quicre man- tener la promesa que hace cuando se presenta (y pide ser tratado) como una persona de un cierto tipo: se da crédito al interlocutor por algo que solamente Se puede averiguar después de que] baya saldo, de escena, No es castalidad que las revelaciones im- previstas, los descubrimientos casuales que obligan {Ureler en clave distinia toda una secuencia de acon. fecimientos pasados, provoguen. un sentimiento confianza traicionada, de buena fe engatiada, de frau de, de engaito, de promesa incumplida, etc. En rea~ lidad, actuando asi (o sintiendo asi) atribuimos de nuevo al actor caracteres que en primer lugar perte- fnecen a los fundamentos de las interacciones. Nos flamog de las personas porque asi nos To exigen Tas situactones y las posiciones reciprocas en las que ta- {es situaciones nos colocan: 1a confianza es el precio exigido para poder interactuar. Pero incluso ella ho es otfa cosa que Un requisito del funcionamiento de un cierto tipo de regla: cen el trifico entre peatones en las aceras tenemos fin escenario donde Ia confianza reciproca se ma- hifiesta comtnmente entre desconocidos. Se llega a na voluntana coordimacion del actuar en la cual tada una de las des partes tiene una idea do como. deberian Tevarse’ las cosas entre ellos, las dog ideas concuerdan entre si, cada parte sabe que existe este acuerdo y se da cuenta de que la otra parte posee también el conocimiento del acuerdo. 93 Bn resumen, estén ahi log requisites estructuvales| para la regia de convencién (1971, 28), E1 trabajo de coordinacién técita en una situacién (potencialmente) conflictiva es el fundamento de la negociacién, de la estipulacin, en las (micro) rea: lidades sociales de la vida cotidiana: confianza y moralidad son una condicién esencial de semejante realidad en cuanto que las definiciones de los encuen- tros se mancjan a partir de estos dos elementos, Fs. tos son por tanto cruciales para el tipo de reglamen- tacién que sostiene el intercambio, social. 42. La vida cotidiana como representacién Antes de concluir el capitulo es necesario hablar brevemente del problema de la metéfora teatral. Goffman plantea explicitamente la analogia entze las escenas normales de interaccidn vividas por los su- jetos y lo que sucede en el escenario; habla de pers. pectiva de Ja representacién teatral, de principios de lipo dramatico: «la relacién social comin esta de por si organizada como una escena, con intercambio de acciones teatralmente infladas, contrapuntos y ré plicas finales» (1959, 83). Pero’ precisa que la pers- % Goffman deriva este concepta de convencién del estucio de Lewis que la define en Ios. siguientes. terminos: etna regularidad Ren el comportamiento de los tmlembros de luna poblacién P, cuando éstos son Tos agentes en una situa ‘ign recurrente 5, es una convencién solamente si es cierto ‘que en P hay un’ conocimiento comin de que, en cualquier tiemplo de'S entre los miemisros de P, (1) todos se confor mma aR, @) todos esperan que todos os demas se con formen a R, (3) todos prefieren ‘conformarse a Ra concicisn de que lo Ragan los otros, en cuanto que § ¢ un problema de coordinacion y Ia conformidad uniforme @ Res un equ brio de coordinacida ‘en Ss (Lewis, 1909, 71). Schelling, que analiza también extensemente los juegos de coordinacién idcita, observa que «la Tuorza de muchas reglas de etiqueta social parece depender del hecho de que shaw couvertigo en “silos” de um Juego de coordinw eign: cada uno espera que el otro espere que todos experen ‘que se. observaria, deforma que. la no observancia ‘cam. porta el castigo de quedar en evidencian (1960, 91), 94 pectiva dramética es simplemente una forma de Organizar los hechos y las observaciones que el so Gidlogo recoge: dado que se trata de realidades se- cundarias, consideradas como banales, no ulilizables para la concepeldn (macro) sociologica, el punto de Vista dramatico (presente por doquier én ta vida so- Gial) sirve sobre todo para dar una dimension orga- hizada al anélisis soviologico de tales realidades me: nudas, Por lo demas, también en Ja concepcién socio-cul tural tradicional esté implicitamente presente una es- pecie de metafora teatral cuando se abserva que cier- Us coracleristieas estucturales como el sexo, la edad, el grupo éinico al que se pertenece, el estatus, etc., Son cexpresados» diferentemente por los sujetos qu los. poseen: en cada caso sera un determinado tipo de persona no implica solamente poser los atributos necesa- Tos, sino, ambien mantener el estindar de con ucla’ y de apariencia que el propio’ grupo social comport. ‘ia despreveupada facilidad con que los actores cmplean sistemationmente las raulinas que perpe- ftian aquellos estdndares, no niega ef hecho de que haga "enido agar wa Tepresertaci, sino dic mane que fos participantes hayan sido consctentes Ae ‘ello. Un estatus, uta posieion, un. nicho. social fh suma, no es algo que se tiene y lego se enseha, Sino mas bien un modelo de comportamiento epro: Piado, coherente, cuideds y bien articulado, Re Presentado con “dssenvoltufa ‘0. con empacho, a Sabiendas ono, hacigndolo con astucla 0 con sin. ceridad, no es tnenos algo que se debe representar Sradornar, ‘en Tiny algo que. debe ser" realizado i989, 87; cl subsayado es m0). Goffman, pues, leva hasta el fondo algunas obser jones o algunas formas de decir comunes que con- tienen ya el nucleo de su metéfora teatral. Esta, entre otras cosas, distingue —como sucede en lingilistica con el concepio de competencia— entre Ia conscien- cia del sujeto acerca de las reglas y de las propias capacidades de representacién, de wna parte, y de otra, la capacidad efectiva de ese mismo sujeto para poner en escena Jas representaciones. 95, La incapacidad de un individuo comin de saber por anticipado cules son los movimientes de los jos y de Ha cabeza que corresponden al papel, m0 significa que él no sepa expresarse por medio de estos rasgos de forma dramitica y prefiiada cn si ropertorie, Todos actuamos mejor de lo que cree: ‘mos (1959, 85; el subrayado es mio) ‘Al menos parcialmente, Ia metéfora teatral es, pues, inevitable; o solamente evitable si eliminamos de la dimensién sociolégica el aspecto de la comunicacién. Pero la metéfora featral sirve también por otros mo” tivos: ‘muchas veces Jo que el locutor se presta a hacer no 5 pasar una informacin al destinatario, sino pre: sentar dramas 8 un piiblico. Parece como si em pledsemos nuestro tiempo no tanto en dar informa Gign como en hacer un espectaculo, Esta teatralidad no se basa en Ia. simple exhibk ion de los sentimientos, EL paralelisino entre el escenario y la conversacién es mucho mas profun- Go que esto. La cuestién es que crdinariamente, Cuando un individuo dice algo, no Jo dice come tuna aseveracién desnuda, La esta recontando, est Tecorriendo una secuencia de hechos va deterinina- dos, para Implicar # los espectadores (1974, 508) La metafora teatral no asegura que la vida coti- diana y el teatro sean una misma cosa, sina dice que Ja representacién no esta confinada al reino de la ficcién y que constitaye un dispositive importante y esencial en la vida cotidiana, El individuo sistemdticamente maneja la infor macign como si fuese algo muy diferente de una Simple caja negra. E] modelo tradicional del actor, cus elementos faciles son sus limites evidentes, no capta los hechos, sino que mds bien los hiperra cionaliza, En realidad, dada Ia tendencia del indivi duo a dividirse en varias partes, una parte que Tene un secreto respecto a alguno de los presentes, y otra parte que divulga 0 comparte el secreto con otro con unto de personas presentes (..), queda cla. ro que hay algo parecido’ al teatro, ‘pero no s6lo cn el obvio sentido peyorativo (1974, 515). 96 Sessa oRNLSRE eI Algunos elementos de la metéfora dramética es- tn insertos en una comprensién cuidadosa de los mecanismos internos del lenguaje; otros, en cambio, estan ligados al funcionamiento mismo de los roles sociales, y otros atin son el resultado del tratamien- to metaférico de un modelo de andlisis. La metéfora teatral es precisamente (s6lo) una metafora. El mis- mo Goffman se preecupa cn un momento determina do de separar los términos que la componen, de es- clarecer la estratagema retérica: (.) el lenguaje y 1a mascara del escenario deben ser abandonades —al fin y al cabo los andamios deben servir para construir otras cosas y deberfan ser levantados teniendo siempre presente que luego se desmontaran. LEI problema no esta representado por] los otros aspectes del teatro que se introducen en la vida cotidiana, sino [por] Ta estructura de Ios encuen- tros sociales (..)- El representar con éxito, por ciemplo, dos tipos de figuras que no cortesponden ala realidad [es decir, un porsonaje representado fn el teatro y el personaje que en la vida cotidiana intenta constrair’ un tramposo) implica el uso de tenicas reales, las mismas que sirven a las perso- has normuales ‘para mantener su situaoién social Todos los que participan en interacclones cara a cara en el escenario de un leatro deben acoplarse 2 las exigencias de base de las situaciones reales: es decir, deben matenor una definicion de la situs- ion ea el plane expresivo (198), 291; ef subrayado Resulta, pues, problemstica tanto Ja identificacién de todo el modelo sociolégico goffmaniano con ia me- ‘téfora teatral, como la afirmacién de que «para Goff- man [el] si mismo no tiene realidad mas sdlida y menos precaria que la apariencia, que el papel in- ® «B1 rol aporta un modelo omnicomprensivo de compor- famiento y de actitud, constituve uta estrategia para afrom far todo tipo de situaciones que se replten a menudo: se identifica socialmente, de forma més o menos clara, como lune entidad; puede sor realizado de modo claramente 1000. noeible por diversos individuos y° proporciona ‘un. instr mento de gran importancia para identificar y situar a cada uno en [a sociedads (Turner, 1968, 522) 7 terpretado por un actor en el teatro» (Izz0, 1977, 350), afirmacién que identifica lz perspectiva del ‘actor con el modelo dramatico, En realidad (ademés de las precisiones, derivaciones y limites vistos has- ta ahora) es preciso aclarar que la metafora teatral no supone la conciencia que tiene el sujeto respecto a Ia realidad de las propias interacciones: es decir, aquella ne le qu sia es Ia tanera cio ol sajetg come prende of mundo, Esta perspectiva es un medio, un Mstrumento, que permite al estudioso enfocar la atencion hacia las conseeuencias de Ia actividad del factor respesto a la pereepcicn que fos demas { ‘en del actor mismo. Por tanto, La parece complicado y extrafio, y en realidad no se trata de una «escuela», ya que el término funciona como una especie de paraguas que cubre cosas bastante distintas entre si: el mismo Garfinkel prefiere no hablar ya de etnometodologia, diferenciando Ia propia aproximacién como «neopra: xiologia» (...e1 esoterismo continua), Sin embargo, por tesla general, este desarrollo de la teoria socio: gica continua ilamAndose etnometodologia, y el interés por él se amplia y se difunde cada vez més’, Es prueba de ello Ja salida de un mimero monogrstico de Sociology (Journal of the British Sociological Association), 1978, 1, dedicado a «Language and Practical Reasoninys, ade mas de los trabajos aparecides ocasionalmente en Interna tional Journal for the Sociology of Language, Analytic Socio~ logy of Language, Analytic Sociology, Language, etesiera, 108 La ehistoria» del término «etnometodologia» ayu- da bastante a comprender qué puede ser ésta. Gar- finkel explica que en un clerto periodo se dedicé provisionalmente a trabajar en una investigacién Sobre el modo en que los componentes de un tri- bunal legal tomaban conciencia de aquello que he- cian en st trabajo como jurados. Al escuchar un cierto mimero de conversaciones entre ellos, se trataba de responder a la preguntas «que les, con- vierte en jurados?», «qué procedimientos siguen como tales?», Resultaba interesante observar el uso, por parte de los jurados, de algin tipo de conoci miento sobre el modo dé proceder de las situaci nes sociales, conocimiento al que se atenfan faci mente y que ellos se requerian reciprocamente de forma implicita, Este no actuaba como una forma de control, es decir, no opera como auténticas ve Ficaciones ‘como en’ el caso de los cientificos: los jurados se ocupaban més bien con cosas como in- Formes adecuados, descripciones adecuadas, adecua- das evidencias. Y’ sin cmbargo cuando usaban no clones de sentido comén no entendian actuar con sentido comtins, sino que entendian ser legales, es decir, actuar segtin su profesin de jurados. El ter mino «etnometodologia» es una palabra afin a un conjunto de términos esténdar en _antropologia, como etnobotanica, etnofisica, etmomedicina, etc.: de la misma forma que «botdnicas cn «etnobotanica» se refiere a une serie de datos que son tratados como un conjunto, asi también emetodologia» en eetnome- lodologia» indica un tema, un conglomerado de da- tos, mas que un aparato cientifico. En este sentido, Jos’ jurados muestran poseer, en cuanto miembros de ja sociedad, los emétodos> para manifestar, re- clamar, hacer observar la competencia necesaria en la vida cotidiana (Turner 1974), Analizando las conversacioncs cntre jurados, nos encontramos —dice Garfinkel— frente a personas que estin haciendo metodologia (si bien de forma distinta a la comtim acepcién cientifica) con un in negable interés y un fuerte compromiso en su for- ma de actuar. En la palabra «etnometodologia» el termino seino» so refiere a la disponibiidad que un sujeto tiene de conocimientos de sentido comin 109 sobre su sociedad: 1a emetodologia», en cambio, esta compuesta por las actividades précticas y por sus propiedades formales, por los conocimientos de sen. tido comtin, por el fazonamiento prictico. La etnométodologia es el estudio de los modos en que se organiza et conocimiento que tos individuos tienen de los cursos de accién normates, de sus ast tos habituales, de los escenarios acostumbrados. Volviendo & ‘los jurados, Garfinkel (1968) hace nolar cémo para ellos el buen sentido del razone iento, de las pesquisas de algunos, es observable y destacable: el mismo se utiliza en la forma de Sbservar, analizar los hechos, que un sujelo social mente competente posee. Es, en tuna palabra, observa ble/reteribie (es decir, descriptible): se trata de algo sresumible» (accountable). Cuando, desde un punto de vista etnometodoldgico, a propésito de las activi dades cotidianas, se habla de algo que es ade hecho», que es «fantasia», que «es evidenter, 0 que repre. senia una buena demostracién, se entiende que todo esto se ha hecho visible y «camentable», observable y contable, La emetodologias que todo miembro social posee como fundamento de Ia propia competencia, esté compuesta por las practicas omunes con las que las propiedades racionales de la vida cotidiana y del sentido comin permanccen como susceptibies ‘de observacién y se hacen objetos de informe. [Pero] hemos dejado de usar el término etnome. todologia. La llamaremos (Garfinkel Sacks, 1970, 345), El anélisis por ella desarrollado es enfocado ‘desde tuna maxima cognoscitiva de este tipo: trata los hechos sociales como realizaciones; en aquello que normalmente se ve como «cosas», «datos» 0 she chos», el ctnometodélogo ve, y trata de ver, los procesos mediante los cuales se crean y sostienen Ge manera constante las caracteristicas (percibidas como estables) de escenarios socialmente organiza ios (Poliner, en Turner, 1974). Los ambientes en los que nos movemos, habla. ‘mos, actuamos, las personas con las que estamos en inieraccion, representan para nosotros un uni Verso normal, al cual aplicamos conocimientos co mines, dades por descontado: Las practicas, los métodos. con 10s que. planteamos la” normalidad, continuidad y estabilidad de la realidad social de Ja vida cotidiana, son el objeto del estudio etnome todoldgico, Hay alguna asonancia respecto a la orien tacion goffmaniana, al menos acerca de la aten cin concedida a los aspectos acostumbrados, ha Dituales, ‘de las relaciones. sociales cotidianas: se verd a continuacidn sin embargo cémo los dos estu- dios divergen desde muchos puntos de vista, Rea lizamos las. actividades cotidianas usando métodos y procedimientos que constituyen precisamente el uw objeto de estudio de la etnometodologta (Churchill, 1971). Esta no pretende explicitar reglas alli donde no parece que las heya, sino que analiza las pricticas y los modos en que los individuos constrayen Ia Estabilidad de su mundo social y'a la vez Io hacen descriptible, observable, objeto de informe. Para la ‘eiometodologia, Ia naturaleza regulada de las relar ciones sociales es secundaria respecto al trabajo con el que se establece un mundo de sentido comun, un escenario de apariencias normales, un conjunto de conocimientos. dados por descontado, La etnometo. dologia se presenta como un viaje por el mundo det sentido comuin. Desde este punto de vista se des. faca neta y programsticamente respecto ala per pective socioldgica estandar: $i la erealidad objetiva de los hechos sociales» dsbe ser transformada desde un principio en un objeto de anilisis, entonces sera ‘nocesario, ante todo, suspender 1a relevancia de les concepeiones Corrientes en toro s la identificacton de 10s pro biemas' socioldgicos y de sus soluciones, Y esto, no porque (ales esquémas concepiuales estén sgt vocados: se debe simplemente 4 que éstos toman como punto de partida no explicado y como Fe. sso, preteen aqua ie sera como problemético (ZimmermanPoliner, en Douglas, 1970, 94, subrayado. te Garfinkel afirma que el término etnometodologia indica el estudio, conducido segdn algunas orienta, ciones especificas, de la actuacién practica en la vida cotidiana y de los fenémenos, problemas, re- sultados y métodos que acompafian ‘el uso de tal actuaci6n. Los siguientes cinco puntos caracterizan el estudio etnometodelogic« 1) "1a etnometodologia propone analiza cualquier coyuntura social (desde los ritos propiciatorios, a Ja adivinacion; de la actuacién practica comin a la teorizacién socioldgica, etc.) segin el punto de vista por el que cada elemento’ de sentido, de hecho, de metodo, es la realizacién lograda de acciones pract cas, y esto para cada caso particular de investiga cién, sin excepciones. uz 2) Los sujetos de una ordenacién social organi- zada estén continuamente comprometides en el de- cidir, reconocer, cvidenciar e) carécter racional de su forma de actuar. No es satisfactorio describir la Forma en que aquellos operan diciendo que invocan alguna regla pata definir el caricter coherente 0 coordinado o planificado (es decir, racional) de su actuacién real. En cambio, toda’ observacién so- bre la racionalidad del comportamiento en la cotidiana (por ejemplo, hablar de «prueba adecua- da», «referencia adecuadas, «racionamiento eviden- te», sinferencia necesariax, etc.) no es sino una glosa acerca de fenémenos de organizacién sobre con juntos de practicas realizadas por los sujetos. 3} ‘La perspectiva etnometodolégica rechaza por tanto ¢] punto de vista acostumbrado segin el cual la cfic'encia, Ia concrecién, la inteligibilidad, la coherencia, ia planeabilidad, Ia tipicidad, la unifor. midad, Ia teproducibilidad de las acciones (es decir, las propiedades racionales del comportamiento préc* ico) son fijadas, reconocidas, categorizadas, -des- critas sirviéndose'de una regla’ y de un modelo ob- tenido independienteminte de Ja situacién en que tales propiedades son reconocidas, usadas, produ: cidas, etc. Toda propiedad «racionals de la accién, todo aspecto del sentido de una actividad, de su factibilidad, objetividad, explicabilidad, de su_comu- nicabilidad, es considerada como una realizacion contingenté de practicas comunes organizadas social- mente. 4) La etnometodologia propone Ia hipétesis de que cada situacién social ba de ser considerada como autoorganizada en cuanto al cardcter inteligible de sus propias apariencias. Toda situacién organiza las actividades que la componen de modo que forme un contexto coherente de actividades practicas descu: bribles, cuantificables, registrables, referibles, anal zables, ‘objeto de informe, en una palabra, explics bles. Los modos en que se organiza una situacién coinciden con los méiodos que utilizan los sujetos Para poner de manifiesto que los caracteres de la situacién consisten en conexiones claras, coherentes, proycctadas, coordinadas, elegidas, cognoscibles, un formes, reproducibles. Las personas, en las ocasio- ug nes ordinarias de sus interacciones, descubren, de- muestran, persuaden, manifiestan Jas apariencias de organizaciones coordinadas, coherentes, claras, ele aides y proyectadas. 5) Una constantc realizacién de las actividades organizadas de la vida cotidiana es la de demostrar la racionalidad y comprensibilidad de las expresio- nes y de las acciones indexicales (es decir, especifi- eas de un contexto particular). También’ para los etnometodélogos —como para Goffman— el centro del andlisis es la vida cotidiana, pero esta vez obser vada a partir de los modos, los métodos con los cuales se construye un escenario de sentido comin, un ambiente social cuyos caracteres son los de una realidad .preexistente, dada, indiscutible. El tema crucial de ta etometodologta (...) es el andlisis de los modos comunes en gue ioe ine dividuos hacen racionales 9 explicables sus expe Hlencias de todos los dias. En olvas palabras, 1a etometodologia es una soclologia de la vida’ co- tidiana (Filmer y otros, 1972, 217, subrayado mio). Me referiré a un ejemplo sacado de un estudio etnometodolégico de D. Sudnow («Morir. La org nizacién social de Ia muerte»)? Se traia de una im vestigacin etnografica sobre la muerte, en un gran hospital americano de condado: Es un intento de descripcién de la muerte y del morir en cuanto su- ‘e2s0s relevantes desde el punto de vista de la orga- nizacién social de las salas del hospital. El autor describe las prdcticas cotidianas relativas al morir, mostrando cémo la muerte es un ejemplo paradig: matico de «hecho social». Per lo que se refiere al 7B relacién con Io que se ha dicho en Ja intreduccién, es catigse notar que de este estudio, on su forma de docto” ido, fue director Goffman, y que fue diseutido repetids mente con Sacks y Garfinkel SAlgunos detalles metodologicos de Ia investigactén se re- fieren’ "la observacion no. participante de Sudaow. Este iranscurria en el hospital toda la semana Taboral, alterando Jos turnos de trabajo. El personal de direccién dé las enfer moras, ye las secciones de medicina y ciragia estaban in- Formadas de Tos fines do la investigacién. Fueron observados alrededor do 250 fallecimientos, Sudnow era presentado en us acontecer de los fallecimientos en el hospital estu- diado, las secciones de medicina y de cirugla son las més orientadas al acontecimiento de la muerte como suceso de rutina: en estas dos salas se obser- van de hecho algunas practicas especificas, una de Jas cuales se refiere a la forma de unir las instancias para los permisos de aulopsia, En el resto de las secciones, en el cuarto del personal de enfermeria hay un cajén con una serie de carpetas que contic {as salas.del hospital como «un sociélogo que esté estudiando Ja organizacién social dal hospitals: utihzaba Ia obsorvacisn, Ja escucha, Ia redaccién de apuntes y notas siompre que fuera posible, In'toma de informes detallados, coloquios y conver- Saciones informales y ‘alguna entrevista estructurada. Cada fia, el investigador acompafiaba a Tos miembros dei staff ‘médico en la visita matutina, seyula’ a Tos médicos en st tratamicnto a los enfermos, observaba y escuchaba al personal de eafermeria, asistia a los procedimicatos de operselin, de arto, de autopsia, permanocia en la cafeteria charlando. con Iédicos, familiares de pacientes, etc. La investigacion 0 basa tambien en la comperacién con los procedimtentas de otro hospital, tipologicamente distinto de éste. Sudnow describe y coafronta culdadotamente las carsetoristicas (por ast decir) structurales de los dos hospitales, que constituyen el Dack- {ground que puede explicar la presencia de algunas practicas Sumariamente, el hospital del condado presenta. condiciones de aislamieato, con una fuerie rotacién del personal médico ‘Que en un cierto sentido shace pricticas» dentro de él y dos pues To abandona: el aprendizaje, en estas condiciones, es en tran parte un problema de harpor-timismo y el ambiente e experimental (en el sentido prictico, sin embargo, y en fabsoluto en el de Investigaciones avanzadas). BI coserva. arismo acerca ‘del tipo "de curas,médicas "administradas tno es tanto de tipo ideolégico, 0 de principio, cuanto una consecuencia de Ia falta general de contactos con otras inst tuciones médicas, Ademés, por cuanto se refiere a la relacion ‘médico/paciente, al faliar en ef hospital estudiado (a diferen- cla del otro) un contacto continuo con parientes y enfermos (cuyas estancias no eran munca prolongadas), los médicos se Infercambian frecuentemente las. tareas, que incluso son a menudo delegadas. Hay, en definitiva, ima inestabiidad go neral (ligada sobre todo al turnover’ del personal médico), mientras. Ia fuente principal do continuldad esta represen tada por el personal de enfermerta En la época del estudio moran en el hospital una media de 3 personas al dia, sobre un total de 440 camas con ‘ocupacién media diatia dot 75%. 15

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