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{Para qué los monstruos?* Raul Dorra Instituto de Ciencias Sociales y Hurmanidades Universidad Autonoma de Puebla ‘a Edad Media -a la que, por falta de familiariadad con la historia, acostum- bramos a reducir a su tiltimo periodo, cl que se inicia a modiados del siglo XII representa ante nosotros, més que un momento histori- 9, un estado del espiritu o una fucnte dé referencias para nuestra fantasia. Se trata, cen efecto, del momento en que qucds esta- biccido lo esencial de ef mmaginario del hort bre moderno, 0 sea cl depésito de simbolos ue conforman ta estructura profuunda de si psiquismo. Las angustias, las fobias, los fart- tasmas del hombre medicval, como las ex- presiones de su folklore, produjcron imbo- stables imagenes con las que toms forma sit ‘manera fertemente emocional de ver ef mun do. Cuando sobre esa tensién emocional se fue imponiendo el racionalismo del Renaci- rmiento y de los periodos subsecuentes aque- Was imagenes fucron progresivamente des- plazadas a las zonas del inconseiente, 0 del subconsciente, desde cuya profundidad si- ‘guicron, y siguen, actuando convertidas en simbolos. Durante la Edad Media ~csta Edad Media tardia~ la cultura occidental realiza suis mis trascendentes transformacicnes en 1 orden simbélico, El hombre se aventura ‘en esos grandes viajes hacia la anchura y la profuundidad de lo desconocido, esos irrever- sibles viajes que lo acercarian 2 goografias fantésticas que son a] mismo ticmpo la geo _grafia de su propio espiritu: su afain lo leva a intemarse por caminos que conducen a los 3s fabulosos del Oriente, a remontar rios en cuyo inaeeesible nacimiento se ubica cl Paraiso Terrenal, a explorar mares de asom- bro acercandose al Trépico donde ol hervor ‘Comentarios al fibro de Claude Kappler Mons- truos, demonion y rearavllas a fines dle fa Helad Media, editorial Akal, Madd, 1986 de las aguas produce una tinicbla tan espesa ‘que impide vor on qué momenta la Tierra so termina y todo se precipita en el vacio, a visitar parajes habitados por criaturas cuyos hébitos © cuya naturaleza son un continuo cnigma. Fs cl momento, tambien, en que se inicia el periplo de las literatura en lengua vernacula y la recitacién de los juglares lo itera por emociones apenas exploradas y por aquellos afforados espacios donde los Inéroes habian poleado sus fabulosas batallas © vivido sus tragicos amores, Tal voz mis ‘que ninguna otra, la Edad Media cs la edad de los viajes: viajes por mar, viajes por tic- fra, viajes, sobre todo, por la fantasia. Ima- ginario 0 real, hacer un viaje significaba centonces aventurarse por un mundo pululan- te de criawuras maravillosas y de lamados dol misterio, La Tierra se extendia siempre mis alld de fo que la mirada podia aleanzar, ¥ los textos o los relatos orales le adjudica- bban formas diferentes: para unos la Tierra cra cuadrada y en cada uno de sus angulos sc hallaba un Angel tocando cternamente su trompeta; para olros era un gran cuerpo es- férico rodeado por las aguas, 0 una sucesién de cireulos concéntricas ordenados por je- rarguias do lo divino alo infernal; para otros tenia la forma de una pera on cuya protube- rancia $0 alojaba ol Paraiso. La descripcién que de clla hacian los tedlogos se reunia con Ja que ensayaban los filésofos o los cosmé- arafos y también los audaces marinos. Al- guns pensaban que el prineipio ordenador del mundo cra la analogia y otros que a contradiccién. Habia pues mnundos parale- Jos, ansilogos, mundos donde todo sueedia al revis. En la region de las antipodas cs do- ciralla donde silo se podia llegar atravesan- do un interminable tine! siempre hacia aba- jo 0 navegando durante tantos dias que se ements, $9.22, Yo 3,194 1319, 13 rodeaba toda la Tierra~ el mundo se repro ducfa como si se tratara de un espejo inverti= do: cada hombre de aqui tenia su réplica en otro de alla el cual se movia al mismo tiem- po, pies contra pies pero cabeza abajo; en ese otro mundo ef tiempo fluia en sentido inverso, la noche era el dia, el inviemo of vvorano, los rios comrian de la desembocadu- ra hacia la fuente. A donde quicra que so fitese munca sc terminaba de llegar y sicmpre se topaba con situaciones incontrolables por- que la Ticrra tenia muchas formas y era siempre vasia y en todos sus rincones (en la profundidad de los bosques, en fa oscuridad de las aguas, on la transparcneia del aire, en loalto de los montes) habia sores tan nurne- 10808 que nadic podia contarlos y tan cxtra- fios que cualquicr descripcién resultaba in- suficiente El investigador Claude Kappler, motivae do por la contemplacién de los cuadros de Hieronymus Bosch (E1 Bosco), decidié em- prender el estudio de un aspecto de la proli- ferante fantasia medieval: el referido a los ‘monstrucs. Su idea fixe fa de reeuperar los pardmetros mentales de los contemporénncos del pintor para quienes resultaba familar, y perfectamente comprensible, la represcnta~ cida de criaturas que hoy a nosotros. nos parcoen brotadas de las tinicblas del incons- ciente, El resultado de su invostigacién fire cl libro Monstres, démons et mervetlles la fin dt Moyen Age cuya primera odicién apa- recié en Paris on 1980, Ese estudio so ocupa d&la cosmografi, do las relacions do vieyo- +03, del clima intelectual encl que cireularon los relatos y las deseripcioncs pero sobre todo trata de establecer una clasificacién de los monstruos a partir de las leyes de lo imaginario, asi como de definr la nocién de to monstruoso y las funciones del monstruo cen Iaestructuracién del psiquismo humano. Hiacia fines de la Edad Media ol mundo estaba lleno do monstruos y no habia hom- bre que no los hubiera topado muchas veces a Io largo de su vida. Acaso debido a la frecuencia con que las mujeres sc ayuntaban con demanios, © a trastomos en el curso natural, nacian nifios con cabeza de perro 0 con escamas en cl cuerpo 0 con cola de puerco o de dragén. Incluso mas alld de estas monstruosidades accidentales, habia razas, 0 especies, de sores montracsos: los que tenian cl rostro en cl viontr, los que tenian una sola picma pero con cl pie tan enorme que acostumbraban a usarlo para hhacerse sornbra a la hora del reposo, los que tenian un solo ojo en medio de la frente, los ‘que tenian pochos de mujer y genitales mas- calinos, los que tenian dos cabezas una de Jas cuales podia ser de asno o de lagarto, los que oran mitad hombre y mitad serpiente o ‘tad Loén, los que tenian alas de murcidla- go, los que tenian un cucllo tan largo y tan simaoso que la cabeza ondulaba entre las ramas de los arboks, los que tenian habito de fraile y euerpo de becerto, en fin, los que tenian plomas y garras y unas orejzs tan ‘gigantescas que con ellas barrian cl suclo cuando se desplazaban sobre cuatro patas. Pero la monstruosidad no afectaba solamen- te a los humancs mezetindolos con otras species naturales: también habia plantas monstruosas que parian animals, frutos gi- _gantescos en cuyo interior crocian los drago- nes, bestias que en lugar de ojos levaban dos carbunclos. La proliferacién era infinita. Mis alli de Ia tierra firme, se hrablaba de islas virgones donde acontecian toda clase de prodigios, de reinos marinos donde todo cera desarreglo y perdicion. El vehicula preferido, y originalmente linieo, para dar a conocer a fas monstruos foc el relato, Ia palabra, En un capitulo titu- lado “Lengua ¢ Imagen”, Kappler nota con curiosidad que esta situacién es paradéjica porque la palabra siempre so presenta a si misma como impotente para deseribir a ox- trafieza del monstruo. Pero la misma imper- feccién del lenguaje es el motor de la imagi- nacién pues si no se puede deseribir es nece- sario imaginar y es necesario, sobre todo, sentir el apremio por ver al monstruo con Jos propios ojos. Esto ya lo habia notado cl propio Cristobal Colon: ~..cwiinto mis sora ‘a quicn lo oyere, y que nadie lo podra crear si no Io viere”, micatras que cl mapamundi dc Hereford mostrara la imagen visual de la “Tierra no sin una leyenda cn la que advierte que ahi estan representadas “Todas las eo- 25 que mas vale loer que pintar”?. Lo que produce ta descripeién verbal es este efecto de impotoncia ¢ inoredulidad que obliga a hhacer un vsfucrzo de imaginacién, Desde luego, fos monstnios también dieron abun~ dante tema para el dibujo y cl grabado pero ‘estas imagenes se proponian ilustrar lo que Jas narraciones comunicaban y siempre era una ihistracién a modo de ejemplo, inal mente ol monsiruo lege a ser una combina- cin de palabra ¢ imagen y posteriormente cl arte de los pintorcs aleanz’ un poder de sugestin eapaz. en muchos casos de recm= plazar a la palabra Tal, desde luogo, es cl caso de El Bosco. {Pero qué es un monstruo? A pesar de que el comin de los hombres, ante la expo- riencia de ln monstruosidad, no se volvia sobre las definiciones tcéricas, esa pregunta fac objeto do proocupacion para toslogos, filsofos, viajeros y natucalistas. Las res puestas que se dicron los autores de la Anti- giedad y del Medioevo fueron variadas y nunca exhaustivas porque siempre hubo mas especies de monstiuos que los quc una defi- nicién podia abarcar, El monstruo sucle do= finirse en relacién con wna norma que resul- ta violada: es una deformacién 0 un desvio del orden natural 0 del orden divino; cs una desmesura 0 una carencia que violenta la amonia de los sores. Puode tratarse de un ddesorden fisico (como los que hemos descri- to) pero tambign de un desordon moral (la excesiva maldad, la exeesiva Injuria, la ca- rencia de todo sentimiento humano) o inclu so estético (la fealdad extroma y también la turbadora belieza de efectos demoniacos). Operanco on realidad como un simbolo de la vida interior, cl monstruo es cl produc- to de wna imaginacion insaciable dirigida a la expresién del desco pero sobre todo al conjure del temior. Claude Kappler sospecho ‘que esta imaginacién, si bien desbordante, si bien prolifia, sigue leyes especificas y las figuras que produce son el resultado de cier- 16 tas clases de combinaciones cuyo nimero resulta mas 0 menos limitado porque el mos- truo cs finalmente un juego de formas. De esc modo, Kappler ensayé una “‘tipologia dol monsiruo” basada en la actividad de cicr= tos principios estructurales como: la antito- sis (monstruos que hacen, 0 son, lo contrario dz los hombres), la carencia (de partes dl ‘enero, de atributos), cl cambio en la rcla- cin de érganos (1a duplicacién o multiplica- cin de drganos ‘nicos, o la reduecién a ta ‘unidad de érganos multiples), 1a modifica- in del tamafio (gigantismo, cnanismo), 1a sustitucion de un atributo habitual por otro insdlito (gallinas con lana. hombres que la- dan), mezcla de reinos (animal-vegetal, vo- getal-humano, mincral-animal), mezela 0 di- sociacién de sexos (andréginos, islas de po- blacién exclusivamente masculina o forncni- 1a), hibridacién (monstruos compuestos con partes de varios animales: sircnas, esfingcs, quimeras, centauros), entre fos principales ‘A partir de ese razonamiento de Kappler, y considerando las leyes de la croacién antisti- ca, yo creo que se podria esbozar Ia idea de tuna estructaracién ain mas clemental. Como todo producto de la fantasia, cl monsinio resulta de un jucgo entre la Semejanza y la rencia puesto que la semcjanza es lo que hace reconocibles a las figuras, y la diferen- cia cs lo que le da su capacidad de significar 1p desconocido, En este caso cl monstruo seria un espejo del hombre (semefanza) pero un espcjo que Ie muestra algtin aspecto que, formando parte de su naturaleza, sc le pro~ senta como ajeno (diferencia) por ta razén de que no lo quiere 0 no to puede ver. Asi, tun monstruo, para serlo, debe tener un parc~ cido que nos Jo aproxima y a ta vez una diferencia que lo vuelve temible. {.Cuudles son las causas de la monstru- sidad? En el capitulo en el que se ocupa de fa nocién de monsiruo Kappler comienza por recordar -no podia ser de otra mancra— Ia odlobre exposicién de Aristételes en De Ja generacién de los animales. Para Aristate- [es un monstruo cs un fenémeno que quicbra las leyes del género pero no de la naturaleza pues un monsiruo tiene causas naturales. En realidad, segtin Aristételes es inevitable que Ja naturaleza produzoa monstruos puesto que Ja reproduccién de Ja vida necesita del con- curso de lo masculino y de lo femenino y lo femenino es ya una primera desviacién. Una mujer no es monstruo, piensa Aristétcles, pero si una criatura imperfecta —"un hom- bre estéril”-, y cuando cl principio femenino sc impone al masculine queda abierta la pucr- ta para la gencraciénde monstruos. Un mons- tru representa, pucs, cl triunfo de la Mate- tia (lo femenino) sobre fa Forma (lo mascu- Tino), triunfo del que se derivan eriaturas con signos de mutilacién 0 con exeeso de rganos. Hacia fines de la Edad Antigua, San Agustin, preocupado por la posibilidad de que la generacién de monstruos pueda ser atribuida a un accidemte del azar oa un error divino plantea el problema en términos teo- ligicos. Ver en cl monstruo una quiebra de la armonia natural -cscribe en La ciudad de Dias- es no ver ef todo sino fa parte. Los monstruos son también obra del Supremo Creador, las razas monstruosas también des- cionden de la pareja adinica y completan una creacién que en su conjunto ¢s bella y aleccionadora. Asi, la idea de que c! mons- truo sale de las manos de Dios el cual. segin Agustin, siempre “sabe lo que hace”, dio lugar a la hipétesis de que un monstruo es un signo o mas bien una escritura que se debe desciftar. Segin una cicrta interpreta- ciém etimolégica, la palabra. monstrum cs tuna derivaciin de mansirare 0 monere, lo cual significaria que el monsiruo es una mos- tracion 0 un aviso divino. {Qué signo nos hace Dios con cada monstruo que produce? ‘Alo largo de la Edad Media, muchos tedlo- 190s y predicadores ganaron fama interpre- tando el mensaje representado por fa apari- ign de monsinios pero ¢s sobre todo a fines del Modiocvo cuando, segiin Kappler, “la interpretacién de los monstruos legéa cons- titwir una verdadera obsesién” ( p.270). Un monstruo podia anunciar una catéstrofe, una venganza divina o ef retomo de la paz, Clau- de Kappler cita ta interpretacion, hecha por Scbasticn Brandt, del nacimiento -ocurrido en Worms en 1495- de dos nifios que com- partian un mismo cerebro, acontecimiento monstruoso al que Brandt dedica un poema en el que pasa revista a otros prodigios simi- fares oourridos en la Antigiedad y on Ja historia reciente de la propia Alemania cuan- do, en tiempos de Otén fH, nacié un nifio con dos cabezas para amonestar sobre la infousta divisién det Imperio Alemén: aho- ta, segin Brandt, se trata de un anuncio fausto: Maximiliano ha convocado a ls prin-

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