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Las nuevas adicctones una onza (28,7 g) de chocolate slide, aproximadamente la mitad que una taza de café (70 a 180 mg de eafeina}, segdin se consigna en la tabla 5. ‘Tabla 5. Tasas de eafeina en sustancias susceptibies de crear adiecién Tara de café: 70-2 100 mg de eateins Taza de café descafeinado: 20 4 me Tara de té: 30 a 6D mg Botella con cola: 40 a GO mg Tablets de chocolate (60 a): 25 @ 38 me Onza de chocolate: cocide [29 5a 35 me Ciertos medicamentos antidlgjcos: dosis diversa La aceién activadora mental desplegada por la cafeina se refuerza en el caso del chacalate eon cl concurso de la teobromina y la feniletilamina. Pero los efectos psi- quicos del chocolate no quedan confinados en la estimulacién mental, sino que con un grado mis liviano o menos ostensible se extienden a la psicoscdacién y la relajacién placentera: la sedacién psiquica por medio del triptéfano, precursor de la serotonina, fy lvtelajacida ‘ex Rbrica’ por incdbo'dé los iaapacros desta emda bininarylareleosinay pee cursares de la dopamina, de los feruloilquinidos, activadores de los receptores moefi- nicas del cerebro, y del gluten y de la cascina, exorfinas transformables cn cndorfinas. La accion endorfinica del chocolate es compartida por los pasteles, los helados y otros alimentos de cuya composicién forman parte la leche, el trigo o las carbohidratos dulces. El sistema nervioso utiliza las exorfinas de estos alimentos para fabricar endorfinas, uno de los principias quimicas del cerebro mas destacados en In estimulacién del hambre. Recordemos a este respecto como los abesos hiperfigicos neurdticos, psicosomaticas y depresives satisfacen su hiperfagia preferentemente con una comida de este tipo, La voz de la calle y los medias informatives populares se complacen en llamar chacobdlicos a los adictos al chocolate y chocobolismo a la adiccién a este producto. Existe en ambos términos una clara alusién a la enfermedad aleohélica. Dejando aparte la extensién de parecidos términos a otras adicciones sociales, al tomar cl alco- holismo como el modelo adictive de referencia, no deja de sorprender la inteomisicn de las voces alcohdlicas en cl terreno del chocolate, dado que ambas adicciones se combinan rara vez. El ncologismo bipartidista del chocolate y el alcohol encuentra su mejor pretext en los bombones de licor, utilizados en los tiempos del charlestén por una poblacin estadounidense que reeurria a lo que fucra para burlar la «ley seca». Los bombones, aaz Las nuevas adicctones Johnson, JG, Cohen, P, Kasen, H y Brook, J. S. (2002), Eating disorders during ado- lescence and the risk for physical and mental disorders during early adulthood. Arch Gen Psychiatry, 59. 545°552 Kipman, A, Gorwood, P., Mouren-Simeoni, MC. ¥ Ad2s, J. (2081), Anorexie men tale ct obsession: continuité ou contiguité. Aunales MédicoPsychologiques, 159, L., Weissman, M. M., Ronnsaville, B. A. y Chevron, E. §. (r984). Imer- personal Psychotherapy of Depression. Nueva York: Basic Books. Le Jeunne, C. (2004). Céphalées provoquées par la prise chronique de médicaments antalgiques. Annales de Médecine Interne, 152, 3, $0-53- Orford, J. (2001). Excessive appetites: A psychological view of addictions (2° Edi- cién). Chichester: Wiley. Racburn, $ D. (2002), Women and eating disorders. En Straussner y Brown (Edi+ tors), The handbook of addiction treatment for women (pp. 127-53}. San Fran~ cisco: Jossey Bass. Rozin, P. 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El término adiecién sexual comienza a insinwarse en la literatura cientifica y clinica de los aiias 70 en el siglo pasado. Algu nas de las conductas sexuales catalogadas ahora come trastornos adictivos venian sicndo descritas como parafilias, o sea abcrraciones sexuales cualitativas, o como des- tacadas formas de hipersexnalidad, Las cuestiones problematicas y oscuras en rorno a la psicopatelogia sexual se han multiplicado todavia mas en estos iiltimos afios al compds de los grandes avances tee~ noldgicos y de las modificaciones introducidas en el funcionamiento de la pareja y en la actividad sexual, De un lado, algunas de las nuevas teenologias de la conunicacién se estén utilizande a menudo como instrumento © vehicula de inéditas figuras de adiceiin sexual. Entre estos nuevos fendmenos sexuales adietives vineulados al pro- gresa tecnalégico, destacan los del sexa telefénico y el sexo ciherndutico (sexo a tra- vés de internet}. De otro lado, la moderna revolucién sexual, capitalizada par la liberacitin de la mujer, se eefleja en los nuevos modos de entender y orientar el comportamiento sexual y la relacin de pareja, El comportamiento sexual admitido y progeamado por la sociedad ha dejado de tener un protagonismo masculino exelusivo, con la mujer como contempladora pasiva, para ser «cosa de dos». La relacién de pareja ya no se aas Las nuevas adicctones configura como una empresa masculina de conquista y de dominio, sino come una interaccién simétrica entre el hombre y la mujer. En consecuencia, el donjuartisno masculiro, antaiio una de las figuras de sexoadiccién hasicas, es un comportamienta en via de extincidn, Ahora, se va mas al «grano+, sin necesidad de dedicar un espe- cial esfnerzo a la tarea previa de la seduccién. Con la gran apertura facilitada por esta tendencia directa, han prendido en las modernas sociedades aecidentales la modali- dad sexoadictiva masculina y femenina canfigurada como una promiscuidad andni- ma y despersoualizada. Una de las pecu excepcidn de sus variantes fijadas en la automasturbacién, es la de ser la tinica enti- dad adictiva polarizada en un objeto tiranico © totalitario adscrito a un ser viviente, Si ponemos entre paréntesis la zoofilia, ademas de la masturbacién propia, resulta que toda conducta adictiva en la esfera sexual se desarrolla con el concurso © la presen- cia de otro ser humana, reducido a su condicién fisica o corporal. El marco de la rela- cidm interindividual en el que acontece la adiccién al sexo se perfila con una lineali- dad despersonalizada y corporea. Se trata, segtin afortunada expresion del psiquiatra colombiano Torres (r98%9), de «un crotisme salide de los cauces naturales. En efec- 10, los elementos que vivifican una interrelacién erdt miento positive, con un toque de amor en muchos casas, y una animada comunica- cién interpersonal, se hallan ausentes o al menos marginados en las adieciones al sexo. Los antiguas geiegos distinguian el eros, fenémeno psicosexual placentero, de la afrodisia, goce carnal, y del dgape, en cuanto amistad 0 amor social. Pues bien: casi todas las formas de adiceién al sexo coinciden en desarrollarse como un apetito mate- rial, © sca vinculado al logro de wn phicer fisico 0 corporal, algunas veees acompatia= do o suplantado por el placer mental ecupado por una tematica distinta a la sexual, por lo general. unacexperiencia de: poder o.de:autoafiemaciée 0.un-alarde de. violen= cia. De todos modos, su catalogacion come una actividad afrodisiaca para cesulta evi- dente en los trastornos sexoadictivos mas tipicos. En las adicciones sexuales la psico- sexualidad erdtica ha side suplantada por la sexualidad afredisiaca, Una conducta sexual debe considerarse como una enfermedad adictiva cuanda retine los cinco criterios sigut 1. La presencia de una organizacién existencial centrada en un deseo o un apetita sexual exeesivo y absorbente, proyectade de modo selectivo sobre algiin aspecto del ridades mas notables de la serie de adieciones al sexo, con la ca natural, cuales son un sent Wess sexo fisico. En el marco de un plan de vida asi orientado aparece una copiosa serie de ideas, preocupaciones, fantasias, fantasmas y ensofiaciones de tipo sexual, rema- tadas con frecuencia con la forma motora de una pulsién que impone la bisqueda de los estimulos genitales correspondientes. Este manantial de representaciones © imagenes sexuales, reforzado con Ia tendencia pulsional correlativa, absorbe la mayor parte del riempo disponible del sujeto, lo que le Heva a descuidar sus obli gaciones de trabajo y familia, si bien, por otra parte, le protege contra el riesgo de caer en un estado de vacio mental, Tal como afirma Adés (1994), desde Paris, el producto adictivo se erige come el pivote existencial en ¢l mundo de las adicciones. 116

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