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De La Represión Moralista Al Goce Postmoderno
De La Represión Moralista Al Goce Postmoderno
ese mundo, la histeria denuncia la represin de la mujer, que tiene prohibido hablar de su
deseo, y lo expresa, por lo tanto, sin palabras, con los extraos sntomas tpicos de las
enfermas de histeria de esa poca. Se sabe, por otra parte, que pocas sociedades del siglo
XIX fueron tan puritanas y al mismo tiempo tan llenas de perversiones sexuales y de lujuria
escondida, es decir, tan hipcritas, como la sociedad europea de aquel momento histrico
en general y muy especialmente la sociedad vienesa de la poca de Freud.
Pero esto era un asunto general, no solo viens. Por ejemplo, Anna Karenina, la obra sobre
la cual se hizo una reciente pelcula, del 2012 (con Keira Knightley como Anna Karenina y
Jude Law como su esposo, Alexi Karenin; muy buena), novela escrita por Len Tolstoi en
1867, lo demuestra: Anna, la protagonista, es una dama de la alta sociedad rusa, casada, que
se enamora del conde Vronski, y al principio se resiste pero luego cede y elige gozar de ese
amor prohibido, infame y adltero, pero al hacerlo ella misma se viene abajo cada vez ms,
hasta que al fin se arroja bajo los rieles del ferrocarril en marcha, y muere horriblemente
despedazada. La sociedad del siglo XIX no poda convivir con un desorden tan grande
como el de una mujer, esposa y madre, que viola todas sus normas ms sagradas.
Otro ejemplo, en este caso uno tomado de la vida real, no de una obra de ficcin, y en la
Inglaterra victoriana, fue el del gran dramaturgo y poeta irlands Oscar Wilde, que se
enamor de lord Alfred Douglas, y que fue correspondido por este joven aristcrata (que le
sirvi de inspiracin a Wilde para otra novela tan famosa como Anna Karenina, El retrato
de Dorian Gray), pero a cambio de esa dicha fugaz tuvo que ver cmo su vida entera, su
propia persona, su identidad, su nombre, su obra, sus valores, su dignidad, su orgullo eran
dolorosamente pisoteados por todos sus compatriotas sin la menor compasin hasta verlos
destruidos, hasta quedar aplastados bajo la inhumana furia de la moral imperante, que l
haba osado desobedecer.