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Celebremos la navidad con alegría.

Luis Pino Moyano1.

“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena
voluntad” (Lucas 2:14, NVI). Esa fue la voz angelical que humildes hombres que
pastoreaban sus ovejas escucharon en las cercanías de la ciudad de Belén. Esa voz, era la
alabanza con la que los ángeles concluyeron la gran noticia, la noticia más importante que
se conociera en la historia de la humanidad. “No tengan miedo. Miren que les traigo
buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido
en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10,11, NVI). Ha nacido
el Cristo, el ungido, aquél que los profetas de Israel habían anunciado como el Mesías
libertador. No sólo eso, había nacido en la misma persona el Salvador (Jesús). Había
nacido el SEÑOR, el único digno de adoración y alabanza. Literalmente, había nacido en un
humilde establo, “Dios con nosotros”. Ese momento, marca un antes y un después en la
historia. Ese momento marca un antes y un después en nuestra historia. Es el momento

1
Diplomado en Estudios Bíblicos del Instituto Bíblico Nacional y estudiante de Licenciatura en Historia de la
Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Este artículo nació como un debate amistoso y
enriquecedor en el foro del grupo de Facebook “Juan Calvino 500 años”, además de la conversación con mi
amigo, el hermano Pablo Vargas. Mis interlocutores no son responsables de esta reflexión y análisis.
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que da inicio a la vida terrenal del Cristo Redentor, que nos dio el regalo más grande que
podemos recibir, que gozosamente podemos decir “hemos recibido”: la Salvación.

Nada más cristiano, entonces, que conmemorar este acontecimiento.

Mientras muchos son llevados por las caudalosas aguas del consumo, nosotros nos
alegramos con la buena noticia escuchada por los pastores: “Nos ha nacido” Cristo. Y Él es
el centro de nuestra conmemoración, de nuestra fiesta, de nuestra alegría.

Pero, no faltan quienes acostumbran a vivir como el perro del hortelano, que “no
come ni deja de comer”. Y son muchos los artículos que llenan internet en blogs y foros,
donde se acusa a creyentes sinceros como “paganos” por celebrar una fiesta en una fecha
y con elementos anticristianos y antibíblicos. Comienzan señalando que la fecha de la
celebración no es la correcta y que además correspondía a una fiesta pagana. Que
elementos como el árbol de navidad, son antibíblicos. En este artículo, trataré de dar
brevemente una respuesta frente a estos tópicos, finalizando con una reflexión que da
cuenta del porqué los creyentes podemos y debemos celebrar la navidad con alegría.

Efectivamente, la fecha de la celebración tiene un origen pagano. El emperador


Aureliano, triunfante sobre el imperio galorromano en el 274 d.C., instaura la celebración
del “nacimiento del sol inconquistado” el 25 de diciembre de dicho año. Eso es un hecho
que no podemos falsear. En ése sentido, creo que todos estamos de acuerdo que Cristo
no nació el 25 de diciembre. Ni los que celebramos la natividad ese día diremos lo
contrario. Entonces, no caeremos en sofismas tratando de comprobar algo que no tiene
argumento, o "correlato empírico" con la realidad. Bíblicamente no hay evidencias que
nos certifiquen la fecha de la venida del Señor. Además, el año 0 no es tal, puesto que 2
Cristo habría nacido el 4 o 3 antes de él mismo, lo que hace más difícil cualquier cálculo.
Un hecho, concluyente de que esa no es la fecha, es que había pastores velando sobre su

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rebaño en la noche de la natividad, cuestión imposible en el mes de diciembre, por los


crudos inviernos del Mediterráneo.

El árbol de navidad es sentado en el rincón de los acusados sin ningún sentido. Se


le ha asociado a la celebración originada por el mito babilónico de la resurrección de
Tammuz. La evidencia, el uso de un árbol en el culto a dicha deidad. Eso no es
concluyente. Si un sujeto ocupa una Biblia no lo hace cristiano de cuajo. Pero algunos
dirán: “-Hermano, hay evidencia bíblica… Jeremías 10:1-5, allí Dios condena el culto a los
árboles”. Eso es literalmente sacar un texto de su contexto, puesto que se condena el uso
de un árbol casi dos mil años de que se originara el árbol de navidad. Además, quienes
siendo cristianos colocamos un árbol de navidad no hacemos un culto dirigido a él. Creo
que eso lo tenía bastante claro quien creó el árbol de navidad, a quien, estoy seguro,
ningún cristiano reformado se atrevería a acusar de “pagano”. Me refiero a Martín Lutero.
Cito un artículo que da cuenta del momento del origen: “Era una tarde fría de invierno en
el denso bosque Alemán. Martín no notó que el sol gradualmente se estaba ocultando y el
cielo fue oscureciendo. Sus pensamientos estaban centrados en el sermón que estaba
preparando, pero los aullidos de lobos y otros animales empezaron a dejarse escuchar.
Martín se sintió atemorizado, e hizo una oración para pedir ser confortado. Continuó
caminando y orando a Dios no encontrarse en el camino con algún animal salvaje. De
pronto Martín vio hacia arriba y observó un precioso y centellante cielo entre los árboles
del bosque. ¿Qué podrá ser?, cuestionó. ¡Estrellas!, él estaba concluyendo que en medio de
esa noche oscura, estaba contemplando luces del cielo guiándole y confortándole, al igual
que aquella estrella que guió a aquellos sabios la primera Navidad. ‘Qué espléndido tema
para un sermón pensó él’. Martín Lutero sonrió ante aquel espléndido cielo, y no tuvo más
temor. Sintiéndose más seguro, buscó alrededor un pequeño árbol que pudiera llevar a
casa. Encontrando uno, lo cortó y llevó a su hogar. Muy pronto llegó Martín salvo a su 3
casa, y rápidamente preparó aquel pequeño árbol, esperando darle una sorpresa a su
familia. Martín decoró aquel árbol con candiles que se encontraban en el candelero que

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tenía en la mesa de centro, reunió a su familia y les narró la experiencia que había tenido
en el bosque. “En el momento en que estaba atemorizado, vi las estrellas parpadeando
entre los árboles, como si Dios me estuviese diciendo: ‘No temas, porque yo estoy contigo’.
Entonces me di cuenta del tema de mi sermón: ‘La luz de Dios brilla en la noche más oscura
para cada uno, pero a menudo tenemos que mirar hacia arriba para verla’”2. Reunido con
su familia, Lutero oró de la siguiente manera: “Padre celestial, tú diste a tu Hijo para ser la
luz del mundo. Tú hiciste que tu Hijo naciera en un cuerpo humano, para mostrarnos tu
amor. Te agradecemos por tu Hijo y por estas señales de tu amor. Nosotros oramos que
mientras veamos estas preciosas luces en los árboles de Navidad, y todas las maravillosas
demostraciones de esta época, seamos recordados de tu amor mostrado a nosotros en tu
Hijo”3. Lutero no vio el árbol dedicado al culto de Tammuz, ni los árboles usados para la
adoración de ídolos que condenaba el profeta Jeremías. Estaba viendo un símil con el
árbol de la vida. Vida que es restaurada por el Salvador del mundo.

El hecho de que algo sea pagano no significa que no lo podamos utilizar. Para
hablar de esto creo que hay principios bíblicos que considero que son permanentes, y que
la ausencia de evidencias no implica la ausencia de aplicaciones.

No es el mismo caso, pero es similar. ¿Qué más pagano que comer carne
sacrificada a los ídolos? Tan pagano que se constituyó en tropezadero de los débiles. Pero
Pablo dijo: "Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un
ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que
se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y

2
Tomado de http://www.elsalvador.com/noticias/2003/12/24/editorial/edito5.html . Invito a la lectura de 4
un excelente artículo escrito por Pablo Santomauro, titulado: ¿Es pagano el árbol de navidad? Disponible en:
http://www.recursosevangelicos.com/showthread.php?threadid=6323 . Allí el autor hace una lectura de las
críticas infundadas al árbol de navidad.
3
Ibídem.

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nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y
nosotros por medio de él" (1ª Corintios 8:4-6). Si de Dios proceden TODAS las cosas, ¿qué
problema hay que exista a nivel cuasi-mundial una fecha que recuerde el nacimiento de
Cristo? Si Él es el Señor de la Historia (cosa que a mí me agrada, como estudiante de la
disciplina historiográfica), es el Señor del tiempo y de los días. El es el único Dios.

La pregunta drástica sería: ¿estamos pecando porque celebramos la navidad el 25


de diciembre? No y Sí. No, porque quienes creemos que no pecamos lo hacemos
considerando las palabras de Jesús: "¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al
vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto
contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas
cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no
contamina al hombre" (Mateo 15:17-20). Así como los discípulos al comer sin lavarse las
manos no se contaminaban, celebrar la natividad del Señor un 25 de diciembre, creo no
me (nos) contamina, no atenta contra nuestra santificación. Es más, creo que es todo lo
contrario, aporta en mi santificación. Quiénes creen que Sí les contamina, porque están
cayendo en pecado por participar de una fiesta pagana, sigan no haciéndolo. El apóstol
Pablo dijo: "Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o
se ofenda, o se debilite. ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado
el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es
condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado"
(Romanos 14:21-23). Para usted es pecado, no celebre la navidad hasta que sepa
fehacientemente que lo hace el día correcto. No cuestiono su fe en el Señor por no
celebrar, no cuestione la mía por celebrar. Porque además, seguimos todos siendo
hermanos. Pablo dijo a los corintios: "Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; 5
pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos" (1ª
Corintios 8:8). Este año, por ejemplo, se celebraron 100 años del avivamiento pentecostal

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en Chile. A fines del siglo XIX, en los arrabales, específicamente, en los prostíbulos, el
instrumento favorito y que no podía faltar para la interpretación musical era el banjo, que
es hoy uno de los instrumentos característicos de los coros instrumentales de nuestros
hermanos metodistas. Ellos no son paganos por usar un instrumento que por mucho
tiempo estuvo destinado a prácticas no-santas. Las cosas son santas o paganas,
dependiendo de quién las use. Es el uso el que determina el significado y no al revés. Si
no me creen, veamos a David usando la espada de Goliat y diciendo “no hay otra como
ella”. Mis futuros libros de historia no serán cristianos porque escriba sobre historia
eclesiástica, sino porque yo soy cristiano y escribo. Cuando el 25 de diciembre celebre con
mi esposa Mónica, y nuestras familias, la navidad será para nosotros un acto más de
nuestra praxis cristiana. Un cristiano que ha sido hecho “nueva criatura” puede
transformar las cosas que hay a su alrededor y resignificarlas para la gloria de Dios. No es
tiempo de ver enemigos donde no los hay.

Con respecto a qué pesa más, si la Biblia o la Tradición, creo que todos los
reformados adscribimos a la fórmula que declara que la Biblia es nuestra única y suficiente
regla de fe y de conducta. Que ante su autoridad todo se doblega, las voces callan. Hace
unos meses atrás prediqué en mi Iglesia un sermón titulado "Preocupémonos de lo que
importa", basado en el texto bíblico de Mateo 11:16-19, que presenta las reclamaciones
hechas por un grupo de legalistas. Jesús señala que a Juan el Bautista le decían que tenía
demonio porque no comía ni bebía, y a él, comilón y bebedor de vino, que come con
publicanos y pecadores. Cristo y Juan fueron a contrapelo de la realidad imperante.
Atacaron muchas tradiciones. Pero hubo otras que respetaron. Mi sermón tenía como
propósito decir que no hay nada más importante que la Escritura, y que es un grave error
colocar tradiciones como doctrina. Pero hay tradiciones que nos benefician. "Somos
víctimas y beneficiarios de nuestras propias tradiciones" diría Packer. En ese sentido, 6
aunque Cristo no hubiese nacido el 25 de diciembre es una fecha que nos brinda a los
creyentes la oportunidad de recordar al mundo que el regalo más grande que el ser

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humano puede recibir es la salvación, recibida por el puro afecto del amor de Dios. Esa
gracia insondable se hizo manifiesta gracias a que Cristo se humanó. ¿Por qué en vez de
ver las situaciones que ocurren a nuestro alrededor como problemas no las vemos como
oportunidades?

Desde mi experiencia puedo recordar miles de cosas. El chocolate caliente y la


bolsa con dulces y pan de pascua que nos regalaba la Pastora Zulema Guajardo a los niños
de la Iglesia. Las representaciones dramáticas que hacíamos. O cuando ya más grande,
fuimos a cantar un cuarteto de jóvenes con nuestros mentores, los hermanos del cuarteto
Devoción a la Cárcel de Puente Alto. Ver a internos creyentes y no creyentes detenerse y
grabar una sonrisa en sus bocas es impagable. Como lo fue ver a sus hijos sonreír cuando
participamos de la celebración con los presos y sus familias. Nosotros entendimos que es
una oportunidad de "regalarnos" a los demás. Y allí radica el elemento sustancial de
nuestra cristiandad, porque Jesús no dijo que nos conocerían por llevar una linda corbata
o una biblia gigante debajo del brazo, sino porque nos amamos los unos a los otros.

Veamos la navidad como una oportunidad y no como un problema. Como una


oportunidad de seguir anunciado que en Belén nació el Salvador del mundo. Como una
oportunidad de compartir felizmente con nuestras familias. Como una oportunidad para
congregarnos y compartir con nuestros hermanos la comunión y la devoción. Como una
oportunidad de entregarnos regalos, entendiendo que lo más importante no es el objeto
material, sino el sentido que le damos a dicha entrega, la posición de nuestro corazón.
Como una oportunidad de mostrar misericordia a quienes no tienen. Como una
oportunidad de ser más y mejores cristianos. Entendiendo, como muy bien decía el hno.
Pablo Hoff, que encontrarnos con Cristo nos cambia y nos cambia para bien.

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Celebremos con alegría… Hay motivos para hacerlo.

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