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Los planetas

En la trinidad de mi frente, el sudor corre como la miel de un higo maduro, densa y


lentamente. Los nervios van dejando paso a la calma acompasada de latidos irregulares,
una condicin natural de mi corazn. No soporto asustarme, siento que muero. Y morir
no sera ms que cesar de respirar, pero seguira pensando y pensar pesa como el ancla
de un buque interminable anclado en un ocano congelado.
Me gustara saber el infinito, tocar el azul oscuro. Conocerme por dentro y correr por
mis venas. Me gustara comer del fruto cido de mi centro y explotar en un milln de
fracciones milimtricas. Perderme en el estornudo de un ave en vuelo.
Quisiera, y no al mismo tiempo, verme como una extraa, como una persona cualquiera
que pasa. Verme a los ojos, sentir mi piel al rozarme casualmente, - Disculpa yo misma,
no vi que pasabas tan cerca. - y seguir andando, dejndome atrs, olvidando nuestro
encuentro.
Marietha Frantzen

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