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Hace aos en un rico pas,

un loco oblig
a los que consideraba
distintos
a llevar una estrella
de seis puntas.


Pero hubo un nio
que no saba
qu era
una estrella.


Y se lo hicieron
saber.
Al principio, le gust
y hasta se sinti orgulloso
de serlo.
Le pareci que estaba
bien
aquello de ser nio
estrella.


Pero aquella estrella
tena demasiadas puntas.
Y entonces el nio
estrella
empez a sentir
vergenza.


Y cuanta ms
vergenza
senta,
ms grande se haca
la estrella.
Y al cabo de unos
momentos
ya no se vea
al nio.


Slo se poda ver
la estrella que llevaba.


A su alrededor,
las otras estrellas
corran en todas
direcciones,
enloquecidas...


porque los cazadores
de estrellas
se acercaban.


Un da, los cazadores
atraparon a las estrellas
y se las llevaron
en unos trenes negros.


Y el nio vio
cmo las grandes
estrellas-pap,
las dulces estrellas-
mam
y las estrellitas m
pequeas
ascendan hacia la
noche.

Y se apagaban.
El nio estrella
repleg sus puntas
y trat de ocultar
toda la luz que tena
en su interior,
como si ya no
fuera una estrella.

Y se hizo que ya
no pareciera un nio.
Estuvo
escondido
durante mucho
tiempo.

Estaba oscuro
fuera
y tambin
dentro.
Por fin, la
noche
se termin
y el nio
pudo salir.
Fuera,
hacia
un tiempo
hermoso.


Pero
estaba
completam
ente slo.
Las
estrellas
fugaces
no haban
vuelto.


Afortunadamente,
haba otras
personas
a su alrededor.
Eran un poco soles
y un poco estrellas.
Y le ensearon
a vivir de nuevo
a la luz del da.


Ahora, el
nio sabe
que es
una
estrella.

Y brilla.

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