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¿Cómo explicas la sed de mis demonios?

¿Cómo
saciarías mi eterna maldad? ¿Cómo matarías el
amor que sentí por ti? Dime, dime tu verdad, aquella
que es mía y que ocultas sin más, dime, dime que
estoy herido y que tú meDíacurarás,
cero cura esta sed,
pero dilo, dime quePreludio:
lo harásSueño oen verdad, porque mi
pesadilla

corazón ya no dá para más, y dilo con esos, tus


07/10/2009

Escrito por: Ezio Somnus

dulces labios, porque son los que veintitrés veces


me han domado y que ni una sola vez he probado,
como los he deseado, por eso, y por nada más, oye
este canto, cura mi pesar, alivia mi roto soñar, y
bésame para que al fin muera en eterna y añorada
paz.
¿Cómo explicarías mi sueño de pasión? ¿Cómo
vencerías a mi eterna maldición?
Porque se tu verdad, aquella que tu rezas y me
niegas sin más, ¿Por qué la escondes, si la conozco
ya? Y el porqué de tu bella crueldad y de tu dolida
realidad, me azotan, me atacan sin piedad, y me
dicen que no conozco tu verdad, y que más dá.
El reloj marcaba las 2:06
-Día cero-
¿Dónde estoy?, está oscuro, pero curiosamente me parece familiar; a lo lejos se distingue algo, no, alguien, hay
alguien ahí, está de espaldas, y al parecer es la única persona en este oscuro vacío ¿será Siela? Si, es ella, no me
cabe duda, no puede ser nadie más, pero ¿qué hace aquí?, preguntaré, si no sabe, al menos no estaré solo en este
vacío…

– ¡Siela!
– …
– ¡Siela! –corro hacía ella, pero por más rápido que lo hago no logro acercarme- ¡Siela!
– No te acerques.
– ¿Qué? ¡Espera!

Ella empezó a alejarse lentamente en dirección contraria, e intento alcanzarla, pero al fin parece que logro
acercarme a ella, mi velocidad inclusive parece sobrenatural, al fin parece que le alcancé, le tomo del brazo, pero
no quiere detenerse, mi mano, no parece mi mano, parece que tuviera una coraza negra y con púas, ¿Qué es esto?

– Son tus pecados, ese es el precio que cobran ellos…


– ¿Qué? ¡¿qué diablos dices?!
– Este es el verdadero tu.
– ¿El verdadero yo? Que insinúas, yo no soy un monstruo, no mientas.

En ese instante, Siela se dio la vuelta hacia mí, en su pecho se veía una cicatriz bañada en sangre, como si un
cuchillo o una espada recién hubiera atravesado su pecho, no puedo ver su rostro, está oculto entre sus cabellos; el
cansancio se hace presa de mi cuerpo y una sed infernal seca mi garganta, difícilmente puedo mantener abiertos
los ojos…

– Son las 2:06, y, al final, tus pecados te alcanzarán…


– ¿Qué… dices…? No te entiendo…

Me despierto en una cama que parece de hospital, algo desconcentrado y mareado, dentro de una habitación de
color blanco en su totalidad, el reloj que había marcaba las 2:06 de la tarde…

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