Brian Leija Camacho.

Vas asimtricas.

Podra jurar que ella estaba frente a m, en una estacin del metro. Ella era la
misma a no ser porque su estatura era distinta; era ms alta, su piel; era
demasiado plida, su rostro era familiar, su cabello estaba teido entre blanco y un
color purpura; todo esponjado y alborotado, su vestir era entre elegante y juvenil.
Caminaba delicadamente y con la misma elegancia que vesta, a pesar de que
nadie a excepcin de m poda percibir que su caminar era un tanto irregular dado
que arrastraba un poco un pie no recuerdo s era el izquierdo-. La encontr, o
mejor dicho la alcance a percibir desde un tanto lejos, a pesar de que la visin me
falla un poco, aun as pude notar su inconfundible silueta y porte, yo estaba
localizado en las escaleras elctricas del metro, mientras descenda ella estaba
esperando aquel gusano anaranjado. De pronto mi intencin fue correr,
alcanzarla y saludarla amablemente, sin embargo no poda ocurrir de tal forma, ya
que nunca la he saludado, a decir verdad ella no me conoce y comienzo a creer
que no puede hacerlo despus explicar-, dado mi mala localizacin respecto a
ella decid simplemente seguir mi camino, en realidad cada uno de nosotros
tomara direcciones distintas. Pude ver que el metro que ella esperaba haba
llegado, as que por curiosidad la mir. En el instante que el vagn que se
encontraba frente a ella habra sus puertas pude notar que en realidad alguien
ms la acompaaba, lo cual fue una creencia errnea de mi parte, la otra persona
en realidad la estaba agrediendo, forcejeo con ella, ella se sacuda y comenz a
tirar una serie de documentos, los documentos esparcidos y el traje caf del sujeto
que la agreda fue todo lo que pude percibir antes que me impulse a correr hacia
ella para intentar detener al agresor. Delante de m corri otra persona que empujo
brutalmente al agresor, este ltimo cay. Decid acercarme lentamente. La
persona que evito que continuara la agresin simplemente continua corriendo,
como si desde un principio slo hubiera tenido prisa de llegar a su destino. El
agresor simplemente se levant. Me acerque a ella, cuando vi que por fin haba
recogido todos sus documentos, entre nosotros aun haba unos diez metros de
distancia, yo me encontraba casi junto al agresor. Ella simplemente tomo el metro
que haba llegado, y yo por fin pude estar en compaa, del agresor al cual mir
inquisitivamente, mientras ella se iba tranquila.