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En 2004, DETTA REGAN desidia hacer un


singular viaje en bicicleta. A sus 53 años, esta
mujer londinense decidió que quería rodar
atravesando las llanuras de jordania Líbano.
Una empresa difícil que sin embargo detta no
haría sola, sino en compañía de otras 226
mujeres ciclistas. Vinieron a unirse a su
iniciativa desde mas de 20 países, y a
diferencia de su guía, algunas de ellas no
había montado en una bicicleta en toda su
vida.
Un viaje: el cuerpo como única protección, busca los mejores caminos

evitas o solucionas los obstáculos de trayecto ,

haces esfuerzos , soportas el dolor , continuas

siempre en movimiento y mientras tanto , intentas disfrutar el

paisaje que te rodea , de la

Gente que aparece en tu camino.


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Un viaje en grupo: donde el destino de uno es el


destino de todos, y el tropiezo individual supone el
retraso de toda la caravana; donde la solidaridad y
la ayuda mutua son claves para el avance. ¿No es
esto la metáfora de la vida?

• bicicleta
✔ rueda
asterisco
camino

Esta fue precisamente la visión de detta, una ex


bombera y ex controladora aérea que tras una
visita a palestina comenzó incansablemente a
buscar la forma de visibilizar “una historia
diferente”: la historia de las posibilidades de paz en
el oriente medio.
“yo quise que la gente se sintiera inspirada por este
viaje, que las mujeres que se unieron en lo parecía
un imposible pudiera después volver a sus países y
contar que era posible la convivencia; quería
también que ellas contaran como era la gente de
siria, Jordania, palestina, donde pareciera que el
conflicto se come a todas las demás experiencias de
sus habitantes “, afirma detta en entrevista
telefónica.
HAGAMOS LO PROHIBIDO
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No hay caminos, dijo alguna vez un poeta sino se


hace camino al andar. La idea de que 2 centenares
de mujeres de diversos orígenes y credos rodada
300 km en bicicleta, atravesando fronteras y
enfrentando con frecuencia las costumbres de
algunos países que prohíben las mínimas libertades
a sus mujeres, era absolutamente transgresora.
Detta regan no solo era consciente de ello, sino que
precisamente ese fue su pedal de apoyo para crear
follow the women (sigue a las mujeres), una
organización sin fines de lucro que a pesar de los
malos augurios, pronto consiguió la velocidad en
apoyos y adhesiones. La cadena que une a todo el
engranaje de un movimiento no había hecho más
que comenzar

Si la guerra es masculina, la paz también


El escritor estadounidense Henry Miller escribió alguna vez: “si nuestro cambio está dirigido hacia una
mejor realidad, será una mujer quien nos indique el camino”.

Atisbos de este cambio se trazan tímidamente aún por iniciativas como Follow the Women, que tiene su
parte de idealismo, pero también de un realismo pragmático cuyos efectos pueden quizá no verse en lo
inmediato, pero que van abriendo brecha con su rodaje. Para Detta Regan, la verdadera fuerza de esta
“rodada pacífica” tiene un nombre: empoderar a las mujeres.

“Algunas de nuestras viajeras jamás se habían subido a una bicicleta, mucho menos se habían atrevido
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a cruzar fronteras no sólo físicas, sino también


psicológicas. Se trata de demostrarles que pueden
hacer cosas que parecen imposibles, y al mismo
tiempo, enseñarle al mundo que los vínculos entre
personas de países ‘supuestamente enemigos’ no son
una utopía (…) todos tenemos miedo, es un
sentimiento normal, pero no podemos enfrentar ese
miedo como hemos hecho hasta hoy: yendo contra
otros seres humanos”

La “lídear team” de este peculiar tour que atraviesa


varias naciones de Oriente Medio, tiene muy claro que
sus esfuerzos son insuficientes no sólo en sus alcances
territoriales, sino también y sobre todo en su influencia sobre la “real politik”, ese núcleo duro,
eminentemente masculino, que toma las decisiones ‘de peso’ en el mundo actual, y en los límites de una
diplomacia casi siempre unilateral.

El conflicto Palestino-Israelí, que con más de 60 años de enfrentamiento es el más añejo de nuestra
historia reciente, vivió entre diciembre de 2008 y enero de 2009, una de sus peores escaladas de
violencia desde la segunda Intifada (2000). El solo nombre de la ofensiva israelí era contundente:

La llamada operación “Plomo Sólido” culminó con unos 1,400 muertos del lado palestino, un tercio de
ellos niños, sometidos a bombardeos con armas prohibidas por la Convención de Ginebra en zonas
habitadas por población civil. El Consejo de Seguridad de la ONU, el mismo que pide por más procesos
pacíficos con visión de género, no emitió resolución o condena alguna.

“Yo sé que este viaje no es suficiente para convencer a las esferas de poder sobre la inutilidad de la
guerra y del sufrimiento que esto conlleva, pero sí creo que tendremos un efecto multiplicador por cada
mujer que se sienta más fuerte; por cada mujer que haya aprendido que es posible convivir… por cada
mujer que pueda recordar que las fronteras son dibujos que nos han hecho, y que la paz no es sólo un
deseo, sino una acción consciente y cotidiana que pide esfuerzos”

“Cadencia”, en lenguaje ciclista, es el número de pedaleos dados por minuto; y en este sentido, parece
que a la paz femenina le queda tiempo para alcanzar el mejor de sus ritmos: la Resolución 1325 ya ha
sido traducida a 70 lenguas, pero lo cierto es que en los últimos años, muy pocas mujeres se han
sentado en los procesos “oficiales” de paz y reconciliación, mientras que en los lugares donde la
violencia prevalece (en una guerra abierta o no) la visión de género se enfrenta a las mismas pendientes
accidentadas de siempre.
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