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1.Introducción
Las últimas tres décadas de la historia de España han significado un cambio profundo
para la política, la economía y la sociedad, inmersa en un proceso de transformación y
modernización. Siendo la familia la institución que conecta a los individuos y la
sociedad desde el comienzo de la vida humana, se nos muestra como un excelente
marco para su observación, por lo que su estudio ha sido abordado desde diferentes
disciplinas, como la sociología, la demografía, la antropología o el Derecho.
El objetivo del tema que os presento es el análisis de dicha transformación demográfica,
social (descrita por Inés Alberdi como “democratizadora”) y sociocultural en su
contexto político, económico y jurídico; un análisis de sus factores, de sus logros y de
las persistencias del pasado en los comportamientos sociales y en los valores, de sus
diferentes ritmos y tiempos.
El último cuarto de siglo XX vendrá en cambio marcado en lo político por un lado por
la Transición de un régimen dictatorial-autoritario a una democracia de corte occidental
y, por otro lado, por la inserción de España en un marco geopolítico con la
incorporación al proceso de integración europea, efectiva en enero de 1986.
La oposición antifranquista rechazó el modelo continuista, inviable también desde la
perspectiva europea. Los diferentes partidos y organizaciones políticas se coordinan en
organismos unitarios con los que el gobierno de Suárez abrirá un diálogo en la búsqueda
de un consenso que permitiera una transición no rupturista ni revolucionaria, sino
gradual y pactada. Este consenso se concreta en la convocatoria de elecciones de 1977,
previamente a los Pactos de la Moncloa de 1977 y la Constitución de 1978 que,
definiendo a España como un Estado social y democrático de derecho, establece un
nuevo marco político-administrativo y legislativo equiparable al de sus vecinos
europeos. Los siguientes años (1979-1982) ven la consolidación de la democracia y,
paralelamente, la desintegración del partido gubernamental afectado, entre otros
problemas, por una coyuntura económica muy desfavorable en la que cobra
protagonismo el segundo shock energético y unos niveles de desempleo históricos. La
caída de la UCD dará paso al triunfo electoral del PSOE.
El gobierno largo del PSOE entre 1982 y 1996 cierra un periodo marcado por la
urgencias del cambio político y abre una época de modernización económica y social
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(extensión del Estado del Bienestar, reducción de desigualdades sociales) que incluye la
convergencia con Europa. Durante las presidencias de Felipe González, el gobierno
invierte en la construcción del Estado del Bienestar pero a la vez, inserto el país en un
determinado contexto económico internacional, toma medidas económicas que terminan
abriendo una brecha con los trabajadores y los sindicatos. Los años finales vendrán
marcados por la crisis económica tras los fastos de 1992 y los escándalos de la
corrupción, del GAL y del CESID, lo que propiciará el triunfo, en 1996, del PP, que
devuelve al poder a un partido de centro derecha, dentro de las reglas del juego
democrático. Los gobiernos de Aznar se verán acompañados de una coyuntura
económica favorable.
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en 1970 (exceptuando Irlanda), esta contracción de la fecundidad es mucho más
acelerada e intensa, situándose España en unas cifras claramente por debajo del
nivel de reemplazo generacional (Ver anexos 1 y 2). La tasa de natalidad sufre
una notable decremento, reduciéndose a algo más de la mitad. Respecto al anexo
segundo, además de la evidencia de un punto de inflexión en torno a 1975,
momento en que termina la expansión demográfica en España, es llamativa la
existencia de dos tendencias inversas para el conjunto de la población nacional y
la de la Comunidad de Madrid, en la que el enorme crecimiento del área urbana
en la Comunidad es sin duda relevante.
El marco legal del régimen franquista establece un tipo de familia tradicional, en que el
matrimonio religioso es, salvo unas pocas excepciones estadísticamente irrelevantes, el
único posible y en que la subordinación de la mujer (y los hijos) al marido, sancionada
por el Código Civil, se mantiene a pesar de los livianos intentos de ampliación de los
derechos y libertades de la mujer de 1958 y 1966 para adecuarlo a la evolución social.
Tras la muerte de Franco, el gobierno acomete una serie de reformas parciales del
derecho de familia (despenalización del adulterio y el amancebamiento entre otras) así
como el establecimiento de la mayoría de edad para ambos sexos en los 18 años, previas
a la promulgación de la Constitución.
Pero es la Constitución de 1978 la que realmente cambia por completo el marco legal de
la familia al declarar en su artículo 14 la igualdad entre los españoles sin distinción por
razón de sexo o de nacimiento, lo que retira la sanción legal a una institución cultural de
largos siglos como la autoridad patriarcal, además de suprimir todo tipo de
discriminación legal entre hijos legítimos y biológicos. La familia tradicional, tal y
como había sido entendida hasta entonces, era vaciada de contenido y el lugar de los
imperativos morales católicos era tomado por la libertad, la justicia, la igualdad y el
pluralismo político, dentro de un estado definido como aconfesional. En julio de 1981
se legisla la necesaria reforma del Código Civil para adecuarlo a la nueva concepción
igualitaria del matrimonio propugnada por la Constitución.
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Entre otros aspectos menos llamativos, la reforma regula a cuestión del divorcio
equiparando la normativa española a la de otros estados europeos y ofreciéndolo como
salida legal a una ruptura de hecho previa o a situaciones de crisis matrimonial,
pudiendo solicitarse de mutuo acuerdo o bien por la vía contenciosa. En cualquier caso,
la despenalización del divorcio abre la puerta a la formación de nuevas familias. La
notable diferencia existente entre el número de separaciones y divorcios se debe a que la
legislación complica en cierto modo el acceso al divorcio, exigiendo una repetición de
los trámites ya realizados para obtener la separación legal, mientras que la única ventaja
del divorcio frente a la separación legal es la de poder volver a contraer matrimonio
civil. Frente a ambas series (separaciones y divorcios) el número de nulidades es de una
relevancia sólo relativa.
Una panorámica del la morfología de los hogares españoles a lo largo del periodo nos
obliga a hacer una distinción inicial entre áreas rurales y áreas urbanas, no pudiendo
hablar de evolución homogénea de las familias. Siguiendo la tipología de Laslett
(división de los hogares en unipersonales, hogares sin núcleo, hogares uninucleares,
hogares monoparentales, hogares extendidos y hogares polinucleares), podemos hablar
de la permanencia de hogares de tipo tradicional (extendidos, polinucleares) en zonas
rurales y de nuclearización de la familia en zonas urbanas. Además ha de señalarse el
aumento de la proporción de hogares monoparentales (como consecuencia del número
creciente de l procesos de divorcio y separación legal desde 1981) así como de hogares
unipersonales (el incremento proporcional de hogares unipersonales entre 1970 y 1991
alcanza un 140,1%, mientras que se sitúa en un 37,1% para los hogares mononucleares;
frente a éstos, la variación de los hogares con dos o más núcleos significa una reducción
de un 29,9%), bien como resultado de la ruptura legal de la familia, bien formados por
ancianos que, a raíz de la mejora en sus condiciones de vida (tanto en cuestión de
autonomía física personal como independencia económica ) prefieren vivir solos en la
medida de lo posible. La cohabitación sin matrimonio (tanto de parejas heterosexuales
como homosexuales), situada en niveles bajos dentro de lo común en Europa, no
quedaría reflejada de forma específica en esta clasificación morfológica, incluida en la
categoría inespecífica de familias sin núcleo.
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La principal transformación se da en el campo de los comportamientos sociales, en la
que concurren factores de distinto tipo entre los cuales está efectivamente la existencia
de un nuevo marco jurídico. El nivel educativo y socioprofesional (principalmente el de
la mujer), por ejemplo se revela como un factor positivo esencial en el desarrollo de
comportamientos igualitarios. En sentido contrario actúa la edad: los comportamientos y
valores más tradicionales se dan en grupos de edad elevada, en jubilados de ambos
sexos. También la residencia en áreas rurales o urbanas tiene una marcada influencia,
como ya había sido visto en la evolución de la morfología de los hogares.
La tendencia democratizadora afecta también a las relaciones entre los cónyuges, si bien
este es un campo en el que la distancia entre valores, opiniones y comportamientos
sociales se hace más explícita. Las encuestas de opinión sitúan a España entre los países
más igualitarios de Europa (con las lógicas diferencias en función de las variables antes
mencionadas: nivel educativo, socioeconómico, grupo de edad y otras como la ideología
política, etc.), mientras que las realidades cotidianas nos muestran la perpetuación de
comportamientos desiguales. En este sentido es útil hacer una distinción entre grupos
generacionales: así hablaríamos de tres generaciones distintas, si bien no debe
entenderse la caracterización de estas generaciones en un sentido estricto: los
comportamientos sociales no son en absoluto homogéneos según un esquema
generacional, siendo múltiples los condicionantes que contribuyen a delimitarlos.
• -Una primera generación de comportamientos conservadores cuyos miembros se
sitúan por encima de la edad de jubilación, socializados en los roles del modelo
familiar tradicional, al que los cambios sociales han afectado en menor medida,
pues sus valores pertenecen a una época anterior.
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igualitaristas, frente a unos comportamientos que reproducen, generalmente, la
división sexual de las funciones ( ámbito extradoméstico masculino/ámbito
doméstico femenino) . Las mujeres de esta generación accedieron al mercado
laboral y retrasaron la maternidad para ser durante un tiempo competitivas, si
bien en gran medida lo abandonaron a raíz de la primera maternidad para
desempeñar el rol de madre-ama de casa. Sus comportamientos no pueden, aun
así, equipararse a los de la generación anterior: son más igualitarios en su fondo
y el hombre participa más en las tareas domésticas, si bien preferentemente en
aquellas consideradas “neutras”, es decir, no específicamente femeninas y
entendiéndose dicha colaboración como una ayuda y no como una
corresponsabilidad.
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4. Datos, tablas, estadísticas
La demografía de España contiene las bases del estudio sobre la población española en
distintos campos, como puede ser la cuantificación demográfica y la cualitativa, es decir
las cualidades en su estado laboral, su renta, su edad, etc. España tiene una población de
46.157.822 habitantes al 1 de enero de 2008, según el Instituto Nacional de Estadística
(INE). Se trata del quinto país más poblado de la Unión Europea; sin embargo, su
densidad de población (91,4 hab/km² según INE 2008) es menor que la de la mayoría de
otros países de Europa Occidental.
Distribución por
edad de la población
española (1900)1
Grupo de
%
edad
0 a 14 años 33,52%
15 a 29 años 24,36%
30 a 44 años 19,24%
45 a 59 años 13,94%
60 a 74 años 7,51%
75 años y más 1,42%
Distribución por
edad de la población
española (2007)2
Grupo de
%
edad
0 a 14 años 14,34%
15 a 29 años 19,74%
30 a 44 años 25,30%
45 a 59 años 18,92%
60 a 74 años 13,53%
75 años y más 8,18%
La edad media de la población residente en España en el año 2006 era de 40,2 años:
38,9 años para los varones y 41,6 años para las mujeres.2 El 14,3% de la población tenía
menos de 15 años, el 69,0% tenía entre 15 y 64 años, mientras que el 16,7% de la
población tenía 65 años o más.
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Según la Instituto Nacional de Estadística, en el año 2005 la esperanza de vida en
España estaba situada en los 80,2 años de media: 77,0 para los varones y 83,5 para las
mujeres.4
Los varones son mayoritarios entre la población menor de 49 años, mientras que a partir
de los 50 años las mujeres son más numerosas. Es un fenómeno universal que al
nacimiento es mayor el número de varones que de mujeres, y lo más habitual en todos
los países desarrollados es que las mujeres tengan una menor tasa de mortalidad que los
varones a todas las edades, por lo que a mayor edad menor es el ratio varón/mujer. Sin
embargo, en España hay un repunte de esta proporción entre los 26 y los 36 años,
debido a que ésta es la edad en la que el colectivo inmigrante es más importante, y en
éste el porcentaje de varones supera al de mujeres.
Natalidad y mortalidad
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Según los datos del INE para el 2006, se tienen los siguientes datos relacionados con la
natalidad en España:6
• Para varones, los principales grupos de causas de mortalidad fueron los tumores
(origen del 32,50% del total de las defunciones), enfermedades del sistema
circulatorio (29,63%), enfermedades del sistema respiratorio (11,85%), causas
externas (5,91%) y enfermedades del sistema digestivo (5,34%).
• Para varones, las causas concretas de mortalidad que provocaron un mayor
número de defunciones fueron la isquemia cardiaca (11,56%), el cáncer de
pulmón (8,63%), enfermedades cerebro-vasculares (7,91%) y la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (5,99%).
• Para mujeres, los principales grupos de causas de mortalidad fueron las
enfermedades del sistema circulatorio (39,86%), los tumores (21,47%),
enfermedades del sistema respiratorio (8,79%) y enfermedades del sistema
digestivo (4,87%).
• Para mujeres, las causas concretas de mortalidad que provocaron un mayor
número de defunciones fueron las enfermedades cerebro-vasculares (12,68%), la
isquemia cardiaca (9,70%), la insuficiencia cardíaca (7,36%) y otras
enfermedades del corazón (5,05%).
Distribución de la población
Comunidades autónomas
Pob. %
(2008) (2008)
Andalucía 8.202.220 17,77%
Cataluña 7.364.078 15,95%
Comunidad
6.271.638 13,59%
de Madrid
Comunidad
5.029.601 10,90%
Valenciana
Galicia 2.784.169 6,03%
Castilla y
2.557.330 5,54%
León
9
País Vasco 2.157.112 4,67%
Canarias 2.075.968 4,50%
Castilla-La
2.043.100 4,43%
Mancha
Región de
1.426.109 3,09%
Murcia
Aragón 1.326.918 2,87%
Extremadura 1.097.744 2,38%
Principado
1.080.138 2,34%
de Asturias
Islas
1.072.844 2,32%
Baleares
Comunidad
Foral de 620.377 1,34%
Navarra
Cantabria 582.138 1,26%
La Rioja 317.501 0,69%
Ciudades autónomas
Ceuta 77.389 0,17%
Melilla 71.448 0,15%
• Costa y zonas cercanas: las zonas de costa y los valles próximos son las más
densamente pobladas y donde se encuentran los principales núcleos de
población y sus áreas metropolitanas (exceptuando a Madrid), por ejemplo
Barcelona que extiende su área de influencia por toda la costa catalana,
Valencia, Alicante-Elche-Murcia, Sevilla-Cádiz-Málaga-Granada, Bilbao-
Guipúzcoa-Santander, Asturias, La Coruña-Vigo, Palma de Mallorca, etc.
Sin embargo, todo el interior sufre problemas de despoblación; en esta parte del
territorio, solamente se pueden destacar Zaragoza y Valladolid.
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Absoluta Relativa (densidad) (en hab./km²)
1. Madrid
1. Madrid • 6.271.638 • 784,45
2. Barcelona
2. Barcelona • 5.416.447 • 700,43
3. Vizcaya
3. Valencia • 2.543.209 • 517.10
4. Guipúzcoa
4. Alicante • 1.891.477 • 351,05
5. Alicante
5. Sevilla • 1.875.462 • 325,19
6. Santa Cruz
6. Málaga • 1.563.261 • 313,57
de Tenerife
7. Murcia • 1.426.109 • 261,03
7. Las Palmas
8. Cádiz • 1.220.467 • 236,29
8. Valencia
9. Vizcaya • 1.146.421 • 214,86
9. Málaga
10. La Coruña • 1.139.121 • 213,97
10. Baleares
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