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Las otras armas

Cmo pudo Francisco Pizarro, con ciento sesenta y ocho soldados, vencer a los ochenta mil
hombres del ejrcito de Atahualpa en el Per, sin que su tropa sufriera ni una sola baja?
Los invasores, Corts, Pizarro, supieron explotar hbilmente la divisin de los invadidos,
desgarrados por los odios y las guerras, y con promesas jams cumplidas pudieron multiplicar
sus ejrcitos contra los centros de poder de los aztecas y de los incas.
Adems, los conquistadores atacaban con armas que Amrica no conoca.
La plvora, el acero y los caballos eran incomprensibles novedades. Nada podan los garrotes
indgenas contra los caones y los arcabuces, las lanzas y las espadas; ni las corazas de
pao contra las armaduras de acero; ni los indios de a pie contra esos guerreros de seis patas
que eran la suma del jinete y su caballo. Y no eran menos desconocidas las enfermedades, la
viruela, el sarampin, la gripe, el tifus, la peste bubnica y otras involuntarias aliadas de las
tropas invasoras.
Y por si todo eso fuera poco, los indios ignoraban las costumbres de la Civilizacin.
Cuando Atahualpa, rey de los incas, se acerc a dar la bienvenida a sus raros visitantes,
Pizarro lo meti preso y prometi liberarlo a cambio del mayor rescate jams exigido en un
secuestro. Pizarro cobr el rescate y desnuc a su prisionero.

Espejos. Una historia casi universal
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