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Artículo - Angela Marulanda http://www.angelamarulanda.com/articulos/art05.

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Los hijos que no nos gustan


Por ANGELA MARULANDA, Educadora Familiar

Hay niños adorables y que se ganan el cariño de todo el que los


conoce, como también hay otros que tienden a generar una
animadversión bastante generalizada pues su disposición hacia
los demás es a menudo de rechazo e inconformidad. Aunque se
suele creer que estos niños son "difíciles por naturaleza", la
razón de fondo para sus actitudes negativas no es innata a su
personalidad.

Estos últimos niños son por lo general hijos que no fueron


deseados, que nacieron en un mal momento, o que no resultaron
ser como lo que esperaban sus papás (es rebelde, es
desaplicado, es gorda; es muy tímido, es fea, fue niño y querían
una niña, etc.)

Esto se traduce en que son niños cuyo papá o mamá (o ambos)


no gustan de ellos. Debido a que es inconcebible que los padres
puedan albergar tales sentimientos hacia un hijo ya que ve como
una terrible deformación del amor materno o paterno, es muy
difícil que ellos acepten que lo rechazan. Y aunque lo nieguen y
traten de disimularlo, el niño se da perfecta cuenta de que lo
repudian porque las actitudes de sus padres dicen más que sus
palabras.

Lo grave es que los hijos rechazados disfrazan la angustia y


dolor de haber decepcionado a sus papás con distintas máscaras:
la prepotente, el que nada le importa, la que no se deja de
nadie, el bueno para nada, la problemática, etc. Esto hace que
cada vez se les rechace más y que se les ratifique que son
indeseables. Pero en el fondo de su corazón son tan sólo niños
adoloridos, inseguros, avergonzados y que perciben el disgusto
que sienten uno o ambos padres por ellos.

No será difícil entender que haya padres que rechacen a un hijo


si comprendemos que son humanos y traen una historia personal
de carencias, miedos e inseguridades. Sus propias limitaciones o
necesidades insatisfechas los llevan a rechazar en esa hija o hijo
lo que rechazan en ellos mismos o lo que puede hacerlos lucir
inferiores ante los demás, pero ni se dan cuenta de que lo están
haciendo.

Es humano y natural que algún hijo nos disguste más de lo que


nos gusta, pero es urgente reconocerlo. Y para esto hay que
dejar de centrarnos en sus defectos para dedicarnos a pensar
qué hay en nosotros que nos mueve a rechazarlo. Es doloroso y
vergonzoso reconocerlo pero sólo así podremos sanar los
resentimientos que injustamente nos envenenan contra ese hijo
para dar paso a la aceptación y el afecto.

Como en un mismo corazón no se pueden albergar a la vez


sentimientos tan opuestos como la antipatía y el afecto hay que
sacar uno para acoger el otro. Entre más pronto se reconozca el
rechazo más pronto se podrá dar paso al amor. Y el amor y
aceptación de sus padres será terreno fértil para cultivar en el
corazón del hijo sentimientos positivos hacia sí mismo que le
hagan sentirse digno del aprecio de sus papás. Recordemos que
nada hace a los niños más felices, sanos y adorables que la
garantía del amor de las dos personas más importantes de su
vida: su papá y su mamá.
angelamarulanda@yahoo.com

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