fue un filósofo griego. De padres pobres (Neocles, su
padre, era maestro de escuela y Queréstrates, su madre, adivina) se educó en Samos, lugar en el que los atenienses habían establecido una cleruquía (colonia), de la que pasó a Atenas a la edad de diez años, ciudad que abandonó a la muerte de Alejandro Magno. A los diecisiete años marchó a Atenas a cumplir el servicio militar. Cumplido éste y tras diez años dedicados al estudio de la filosofía, comenzó a enseñar en Mitilene, de donde fue probablemente expulsado (310 a. C.), y después en Lampsaco. En el año 306 a. C., a los 35 años, regresó a Atenas donde fundó su escuela, denominada Jardín. pensamientos • La necesidad es un mal, no hay necesidad de vivir bajo el imperio de la necesidad. • ¿Dios está dispuesto a prevenir la maldad pero no puede? Entonces no es omnipotente. ¿no está dispuesto a prevenir la maldad, aunque podría hacerlo? Entonces es perverso. ¿está dispuesto a prevenirla y además puede hacerlo? Si es así, ¿por qué hay maldad en el mundo? ¿no será que no está dispuesto a prevenirla ni tampoco puede hacerlo? Entonces, ¿para qué lo llamamos dios? • ¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo se ni tengo medios para saberlo. Pero se, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de nosotros. • No es pobre el que tiene poco, sino aquel que teniendo mucho desea todavía tener más. obras • Según Diógenes Laercio, un erudito del siglo III d. C. que escribió una obra titulada Vida de los más ilustres filósofos griegos y que resulta fundamental para conocer a ciertos autores de la antigüedad, Epicuro llegó a escribir 300 obras, formando un conjunto coherente y estructurado (al parecer había 34 libros dedicados al estudio de la naturaleza). • También es de destacar, a la hora de reconstruir el pensamiento de Epicuro, el poema de Lucrecio Sobre la naturaleza de las cosas y los comentarios del romano Cicerón o de Filodemo de Gádara, nacido en torno al 105 a. C., y fundador de una biblioteca en la que reunió numerosos volúmenes de la obra de Epicuro, aunque tal biblioteca terminó siendo arrasada por el fuego. • Los textos de los que disponemos en la actualidad son la Carta a Idomeneo (que es a la vez el testamento de Epicuro, pues fue escrita el mismo día de su muerte), la Carta a Meneceo, la Carta a Herodoto así como la Carta a Pitocles y las Máximas capitales y los Escritos Vaticanos, siendo estos dos últimos una serie de máximas y sentencias breves.