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Cuando escribiste en el sagrado cerro, con tu dedo, la ley en la dureza que nos comunic Naturaleza, y enternece piedad de tu destierro,
baj Moiss, y, viendo en el becerro la adoracin debida a su grandeza, celoso nos rompi y, en su fiereza, con los castigos advirti su yerro.
Dividionos en piezas enojado; mas como desde entonces ley tenemos, contigo nos preciamos de tenella.
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Y as, nosotras mismo nos rompemos sin el profeta: que es dolor doblado ver despreciar la ley y al dador de ella.