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La incgnita, 1889.

Observo lealmente, rectifico cuando hay que rectificar, quito y pongo lo que me manda quitar y poner la realidad, descubrindose por grados, y persigo la verdad objetiva, sacrificndole la subjetiva que suele ser un falso dolo fabricado por nuestro pensamiento para adorarse en efigie. [...] La santa verdad, hijo de mi alma, no la encontrars nunca, si no bajas tras ella al infierno de las conciencias, y esto es imposible. Contntate con la verdad relativa y aparente []. No averiges nada, ni te metas a buscador de la verdad absoluta, que no encontrars.

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