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El continu: -No s lo que una mujer peuda pensar y sentir; pero me imagino que en ustedes las sensaciones son ms sutiles y ms hondas. -Habla usted de tristeza y de sufrimiento -exclam ella-, y yo crea que en el amor no caban esas palabras. -Yo me he referido nicamente al amor sin esperanza -murmur en voz baja el taciturno-. Al hablar de tristeza y de sufrimiento me he referido al amor sin esperanza. He dicho la emocin de amar; pero no la de sentirme amado. -Usted, pues, jams ha sido amado?
-He sido amado locamente por mujeres blancas y tristes, por vrgenes morenas y ardientes. He sido amado por muchas criaturas seductoras. Las he sentido sollazar en mis brazos y jugar con mis cabellos y cubrirme de besos apasionados. Pero en el fondo de mi alma he permanecido impasible, fro ante tus caricias. -Entonces- dijo la jovencita-, no conoce usted la verdadero placer de sentirse amado? Porque si usted no amaba, no podia gozar con el amor de las otras... -S, ciertamente, no he gozado con el amor de las otras.
-No conoce usted- dijo ella gravemente- el palcer de ser amado. O quiz no habr sentido el amor. -No conozco ese placer. Es decir, conozco, ahora, el amor; pero no la felicidad de sentirme amado. Diera la vida por una hora de esa felicidad. Usted es la nica en el mundo que pudiera drmela. Ella no Pero entre la llama violeta del crepsculo, la vi temblar y ponerse plida. contest.