Está en la página 1de 6

LA VIDA DE JOHNSTON MCPIGGOTT JR

Nacido en New Milford,


Milford un pequeño
pueblo cercano a Nueva York.
York Johnston
creció como el mediano de tres hijos,
en el seno de una numerosa familia de
inmigrantes irlandeses.
ndeses.

Conservadores
onservadores y religiosos al estilo
esti
de la doble moral irlandesa, la vida
familiar se basaba en una serie de
rígidas leyes, que giraban alrededor
del hecho de que el cabeza de familia SIEMPRE tenía la razón. El
Sr. McPiggott, que trabajaba como policía local, era el perfecto
prototipo de tirano hedonista, el imponía las normas pero era el
primero en saltárselas en cuanto le convenían. Machista y
pendenciero, era normal que volviese a altas horas de la noche
borracho como una cuba, momento en el cual su paciente esposa
tenía que esforzarse para llevarlo hasta la cama antes de que se
desplomase por el suelo, donde acababa durmiendo más de una
vez. Era en esos momentos, mientras su madre lloraba apoyada en
la alacena de la cocina, cuando el pequeño Johnston se prometía
prom
que jamás acabaría como su padre.

A parte de alguna traumática situación, (casi siempre


relacionada con su padre) la infancia y adolescencia de
Johnston, fue agradable y apacible.
apacible Cuando tuvo la edad
escolar, sus padres lógicamente le inscribieron en un instituto
religioso como a todos sus hermanos. Johnston nunca
unca fue un
chico brillante en los estudios, (odiaba especialmente las
matemáticas y al profesor que las impartía) pero todo lo que no
tenia de estudiante, lo tenia de liante en la calle.. El, junto
con su hermano y su pandilla recorrían las calles del pueblo
como si este les perteneciese,
perteneciese, realizando mil y una travesuras,
que prontamente eran castigadas por su padre con un seguido de
briosos golpes de su cinturón.
cinturón

Pero todo aquello quedo atrás


atrás como las chiquilladas de niños
que eran. Pronto maduro, y a los dieciocho años decidió dejar
los estudios para ir a trabajar y ayudar en la escasa economía
familiar. Así pues, fue lo suficientemente avispado como para
encontrar rápidamente trabajo en un
un restaurante italiano como
pinche de cocina, y no cayó en las bandas y las drogas como
ocurrió con su hermano mayor Dunhall. Tuvo la suerte de caer en
gracia al dueño del restaurante, y gracias al trabajo bien
hecho, en poco tiempo pasó a convertirse en su
su mano derecha.

Y durante un tiempo todo le fue bien, hasta que una serie de


desastres destrozo la tranquilidad del hogar familiar. Primero,
Elaine, su hermana pequeña de dieciséis años quedo embarazada,
por un impresentable que la dejo de lado en cuanto se entero de
que la había dejado preñada. La situación en la casa se puso muy
tensa, ya que además la hermana quería abortar,
abortar, y sus padres se
negaban en redondo. Finalmente la hermana
hermana decidió no abortar,
pero tendría a su hijo a su manera, y se marcho de casa. Pero
aquello no fue todo, porque una fatídica noche, mientras estaba
ayudando a su jefe a cerrar el restaurante, se presento en el
local su hermano Dunhall y con una pistola en mano le exigió el
contenido de la caja. Sin saber qué hacer, su jefe volvió de la
despensa, pillando desprevenido a Dunhall, que apunto para
dispararle, antes de que pudiese darse cuenta, Johnston
reacciono, y sacando la pistola que había debajo del mostrador,
mostr
apunto a su hermano y disparo impactándole en el hombro, antes
de que este pudiese matar a nadie. Rápidamente la policía se
presento en el lugar, y detuvieron a Dunhall por intento de
robo. Por si eso fuera poco, su madre harta de su impresentable
esposo, decidió que aquel era el momento más oportuno para dejar
el hogar familiar, y abandonar a su marido para escaparse con
el predicador del pueblo.

Callahan, un viejo amigo de la infancia, que había seguido


estudiando en la escuela religiosa y ahora era un joven
jo y
prometedor sacerdote, le recomendó que cambiase de aires, y que
hiciese como él y se fuese a vivir a Nueva York, una
a ciudad
vibrante y repleta de nuevas oportunidades. Johnston ansiaba
escapar de allí como había hecho su hermana, y su madre. Aquella
A
casa solitaria y su padre lo asfixiaban. Sin pensárselo dos
veces, hico caso a su amigo y dejando plantado a su progenitor,
cogió las maletas y se traslado a vivir a Nueva York.
York En pocas
semanas su vida cambio totalmente, conoció a nuevos amigos en
nuevos ambientes y lugares, y durante meses se gano la vida
como buenamente pudo herrando por múltiples trabajos, hasta que
irónicamente como guiado por el destino, acabo trabajando como
policía de la NYPD.
.

Todas las mañanas que libraba


librab en el trabajo, iba a una
cafetería llamada Borders Café, que era a la par una librería, y
disfrutaba de sus magnificas vistas
vis de Central Park.
. La comida
es un tanto discreta,
discreta, pero el servicio y el lugar eran sin duda
excelentes. Una de esas mañanas se fijo en una hermosa joven
que estudiaba junto a unas
amigas unos gruesos libros de
derecho.
. Rojo como una grana,
pero armándose de valor, se
dirigió hacia la muchacha y
después de un desastroso y
torpe intento de ligoteo,
rematado por las risas de las
amigas de la chica, hubo un
intercambio de números de
teléfono la revelación de un
nombre que le tubo en vela
durante todo el resto del día,
Catelyn. Unas semanas más
tarde ya convivían en un sótano
de alquiler cercano al campus
de la universidad donde
Catelyn estudiaba la carrera de abogacía.
abogacía Por la noche cuando
volvían de sus respectivos trabajos, se estiraban en su
habitación vagamente iluminada y hablaban sobre sus planes de
futuro,
, y sus sueños de comprar una casa con un gran jardín en
las afueras de la ciudad.
ciudad

Aquellos años fueron los años


más
ás felices de sus vidas.
Gracias a meritos propios, el
ascendió rápidamente en la
pirámide, y paso a ser
detective de primera de la
NYPD y ella aprobó las
oposiciones de abogada
bogada y entro
a trabajar en un bufete de
abogados de buena reputación,
reputación
con lo que el ingreso de
dinero aumento
considerablemente. Finalmente
pudieron costearse su boda y
la casa de sus sueños en las
afueras, donde trasladarse a
vivir. Meses después fueron
bendecidos, con el nacimiento de una hermosa
a hija a la que
llamaron Margot. Pero
ero poco a poco, año tras año, el trabajo fue
requiriendo cada vez mas de él, hasta que la relación acabo por
enfriares, y siete años después, se convirtieron en extraños
que puntualmente convivían en una casa.

Después de perder a Jack Hummer, el que fue


e su compañero durante
años de un ataque al corazón, le endilgaron de compañero a Jake
Wood, el (por aquel entonces) novato del departamento,
departamento y que
por si fuera poco le era un completo desconocido.
desconocido Sin nadie con
quien sincerarse y poder echar el veneno que tragaba todos los
días en su trabajo, y después de los terribles atentados del
11S,
, donde fue testigo directo de las labores de recuperación de
cadáveres, (o los restos que quedaban de ellos) no pudo
soportarlo más y poco a poco, apartándose de los demás como un
lobo solitario, se dejo engatusar por su peor enemiga, la
bebida.
bebida. Aquello fue la gota que colmo el vaso, y su mujer le
presento los papeles de divorcio, y le echo de casa llevándose
a su amada hija con ella,
ella, impidiendo legalmente que el pudiese
verla.

Solo y compuesto, fue a dar con sus huesos en un piso


mínimamente decente situado en los barrios bajos de la ciudad.
Los días de intenso trabajo pasaron a solaparse con las noches
de borrachera hasta un nivel que no sabía diferenciar lo uno de
lo otro. Pronto, su rendimiento en el trabajo bajo
estrepitosamente,
, y el jefe Irons (su capitán de brigada), pese
a su amistad de años, no tuvo otra opción que sacarlo de la
calle, y dejarlo tras el escritorio de un despacho hasta que se
le aclarasen las ideas.

Unos días más tarde,


, fue visitado en su nuevo piso, por su amigo
Callahan, que desde que hacía años Johnston y Catelyn se habían
casado, era el sacerdote de la familia.
familia. Fue en ese momento
cuando se entero de que Callahan fue quien sugirió a su mujer,
que siguiese los dictados de su corazón y se separase de él. El
gancho que le propino fue demoledor, casi tanto como el ruido
de la puerta al cerrarse ante la sorprendida mirada del
aturdido y dolorido sacerdote. Aquella fue la última vez que se
vieron. Johnston no volvió nunca jamás a la iglesia desde
entonces.

Aquella fue su época más oscura. Solo y deprimido, sin ningún


consuelo físico o espiritual, simplemente se dejo llevar por
los acontecimientos dedicándose únicamente a su trabajo, y a la
bebida. Fue así como conoció a Jannette, una prostituta que era
una “chivata” que ganaba dinero extra y favores, pasando
información para su compañero. Fue tan fácil como que después de
que Wood la consultase, el inadvertidamente cogiese el número
de teléfono de la chica. A partir de entonces cuando Johnston
necesitaba de compañía, la llamaba para hacer uso de sus
servicios. Entre ellos era imposible una relación de verdad,
pero él tampoco buscaba nada de eso, simplemente necesitaba
tener alguien al lado con quien dormir para escapar de su
soledad y a esas alturas no le importaba de donde viniese.

Otros de los pocos momentos de paz que conoció fueron al lado de


la señora Wilkings, una simpática anciana que tenía como vecina,
y que había enviudado hacia ya varios años y se sentía tan sola
como él. De vez en cuando acostumbrada a cocinar para dos, la
señora hacía comida también para él, y a veces simplemente se
quedaban en la cocina de su casa hablando de las cosas del día a
día relajadamente mientras tomaban un vaso de té helado.
Aquellos eran uno de los pocos momentos del día en que
permanecía religiosamente sobrio.

Todas las mañanas, antes de entrar a trabajar, iba al parque


cercano a su hogar, para ver jugar a los niños del barrio. Veía
la felicidad de sus risas en sus rostros, y sentía que había
algo bueno por lo que luchar en el día a día. Meses después
comenzaron los asesinatos de “Capucha
“Capucha roja”.
roja”

Los cadáveres de las gemelas Lucy y Mary Cassel, cuyos fríos y


pálidos cuerpos fueron descubiertos tumbados a las puertas del
Alexander Robertson School (un prestigioso colegio situado en
la exclusiva zona residencial de Manhattan) con una capucha
roja tapándoles el rostro, unas alas de cisne cosidas a la
espalda, y rajado en su virginal pecho unas letras “4LUV”
“4LUV” (for
love). Poco después fue el cadáver de Nina Upperfield el que
sorprendía a la policía, al aparecer ante las mismísimas rejas
de la comisaria de la quinta avenida, con el mismo aspecto que
las anteriores victimas. Estaba más que claro que el NYPD
estaba lidiando con un asesino en serie.

El pánico entre la población se extendió, y los niños dejaron de


ir al parque. Mientras tanto, Johnston comenzó a visualizar el
rostro de su hija en cada una de las víctimas del asesino, y se
aprendió de memoria todos y cada uno de sus nombres. No podía
dejar de preguntarse inquieto, ¿qué es lo que aria si aquel
maldito cabrón llegaba a coger a su niña algún día?
De vuelta al redil por orden de Irons y trabajando
t día y noche,
sin tiempo siquiera para emborracharse,
emborracharse él y sus compañeros, se
lanzaron a una caza sin cuartel a la búsqueda de cualquier
pista que les llevase hasta el ya bautizado por los periódicos
más sensacionalistas con el nombre de “Capucha
Capucha roja”
roja”. Pero el
esquivo asesino siguió matando sin contemplaciones,
ones, y una tras
otra sus pequeñas victimas acababan apareciendo en los portales
de casas y lugares públicos,
públicos, como pequeños y pálidos regalitos
de navidad.

Y así fue, hasta que una noche, siguiendo una


una serie de pistas en
solitario, Johnston fue a dar de lleno con el asesino. Después
de una intensa carrera por los oscuros callejones de Chinatown,
el asesino se escabullo en el interior de un viejo edificio
abandonado. Siguiéndole de cerca, Johnston llamo a los
refuerzos, y sin esperarse
esper entro en su interior. Mientras
rondaba por los desastrados pasillos fue emboscado por el
asesino, que le golpeo fuertemente por la espalda, tirándolo al
suelo casi inconsciente. Pero cuando el asesino se aproximo
para acabar el trabajo, el se revolvió desesperadamente, y
arrebatándole el arma, le disparo en el pecho, matándolo casi
al instante. Tan aturdido como incrédulo, descubrió horrorizado
que el temido psicópata que había mantenido en jaque a la
ciudad, era un chaval de dieciséis años escasos. Fue el momento
de pegar un largo trago de su petaca que llevaba oculta en su
chaqueta. Entonces entre la bruma mental del momento, unos
quedos lamentos se abrieron
paso, surgiendo de detrás de
un desastrado armario.
Apartando el mugriento
mueble, descubrió una
puerta, y después de tirarla
abajo, se encontró con una
pequeña y oscura habitación,
donde la pequeña Hazel, la
hija de una prostituta, que
llevaba desaparecida tres
días, y que por lo visto iba
a ser la siguiente víctima
de Capucha roja, esperaba
entre lágrimas su destino.
Cogiéndola entre sus brazos, la acuno murmurándole una trémula
canción, en un intento por consolarla mientras salían de aquel
terrible lugar, a tiempo de ver llegar a los refuerzos.
Había detenido al asesino, y salvado a la pequeña Hazel de una
probable muerte. Aun así no había esperado los refuerzos, y una
pequeña sección de sus compañeros y de la población no vieron
con buen ojo la muerte de un menor, por muy asesino que fuese.
Además, el hecho de que fuese borracho en el momento de
d detener
definitivamente
initivamente al asesino, no hacia confiar en la veracidad de
sus declaraciones. Sus superiores,
superiores decidieron que lo mejor era
darle
arle de baja durante unos meses mientras era evaluado por un
psiquiatra del cuerpo, para ver si estaba capacitado para
seguir llevando la placa. Los únicos compañeros que
permanecieron a su lado en todo momento, fueron el jefe Irons y
su compañero Jake Wood,
Wood, que le conminaron a ir a la
rehabilitación y aprovecharla para cambiar el curso de su vida.
vida

De pronto se encontró con que si quería recuperar su puesto


tenía que hacer algo que todos los policías rehuían tener que
hacer u odiaban directamente, ir a un loquero. Haciendo de
tripas corazón, Johnston cedió a las presiones de sus superiores
y acepto ir al psiquiatra,
psiquiatra tomándose la situación como si de una
broma pesada se tratase.
tratase. Sorpresa fue la suya cuando descubrió
que el psiquiatra no era el típico hombre inamovible e
imperturbable que salía en las películas. Sagaz y agradable, el
doctor Reichwein era un hombre ya anciano,
anciano, pero con una gran
vitalidad que le hacía aparentar veinte años más joven.
Empezaron a hablar de su pueblo, de sus padres, de sus
hermanos, de su ex mujer y su hija Margot,
, y antes de que se
diera cuenta, comenzaron a hablar de todo aquello que ya creía
cr
que le era imposible compartir con nadie.

Horrorizado se dio cuenta de que al final había acabado solo y


amargado, el tiempo traicionero le había convertido en su padre.
A partir de entonces vio las visitas al Doctor Reichwein de una
manera diametralmente
nte distinta. Aquellas
quellas sesiones, se
convirtieron en una forma de redencionarse con el mundo. La
chispa se había apagado, con su ex mujer probablemente no fuese
a arreglar nada, pero aun estaba a tiempo de ser un buen padre
para su pequeña.

Una cosa estaba clara, tenía que enfrentarse a sus miedos. Y por
eso debía volver al trabajo. Porque aquellos pecados
cados no eran los
únicos que tenía que purgar. Ell sabia la verdad, el día que
salvo a la pequeña Hazel,
Hazel el día en que abatióó a aquel
adolescente psicópata haciendo las veces de juez, jurado y
verdugo, ese día no había bebido ni una sola gota de alcohol.
alc

También podría gustarte