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EL ASUNTO del santuario fue la clave que aclar el misterio del desengao de 1844. Revel todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios haba dirigido el gran movimiento adventista, y al poner de manifiesto la situacin y la obra de su pueblo le indicaba cul era su deber de all en adelante. Como los discpulos de Jess, despus de la noche terrible de su angustia y desengao, "se gozaron viendo al Seor," as tambin se regocijaron ahora los que haban esperado con fe su segunda venida. Haban esperado que vendra en gloria para recompensar a sus siervos. Como sus esperanzas fuesen chasqueadas, perdieron de vista a Jess, y como Mara al lado del sepulcro, exclamaron: "Se han llevado a mi Seor, y no s dnde le han puesto." Entonces, en el lugar santsimo, contemplaron otra vez a su compasivo Sumo Sacerdote que deba aparecer pronto como su rey y libertador. La luz del santuario iluminaba lo pasado, lo presente y lo porvenir. Supieron que Dios les haba guiado por su providencia 4 infalible. CS, 476.

Pero el plan de redencin tena un propsito todava ms amplio y profundo que el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra slo por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeo mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el carcter de Dios ante el universo. A este resultado de su gran sacrificio, a su influencia sobre los seres de otros mundos, as como sobre el hombre, se refiri el Salvador cuando poco antes de su crucifixin dijo: "Ahora es el juicio de este mundo: ahora el prncipe de este mundo ser echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos traer a m mismo." (Juan 12: 31, 32.) El acto de Cristo de morir por la salvacin del hombre, no slo hara accesible el cielo para los hombres, sino que ante todo el universo justificara a Dios y a su Hijo en su trato con la rebelin de Satans. Demostrara la perpetuidad de la ley de Dios, y revelara la naturaleza y las consecuencias del pecado. Patriarcas y Profetas, 285.
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