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JURAMENTO A LAS MASAS OBRERAS DE CHILE Desde el que parte gigantes, negros y muertos soles, y, hundido en el corazn feroz

del carbn, escucha la fecha tremenda y elemental de la tierra, sus rboles sacrificados, su fuerte sangre verde, la atravesada voz de los milenios y los veranos del mundo-, el terror del gris, y su grande espanto de sombra, y est arrasado, sucio, pegajoso y aterido de rebelin y tuberculosis, con sus setenta y tantos hijos al hombro, hasta que el que compone stiras con visceras y culebras y desciende de burgueses que se gotean, padeciendo el hambre quemante. odos los espantosos y dolorosos peones de las haciendas, los santos esclavos, en los cuales, en terrible clamor, grita la muerte, abierta sobre sus caras atroces, el alarido del inquilino, girando su ltigo cansado, como lengua de tonto, la anciana acongojada, sobre sus pa!uelos de miseria y sus finados, a cuya faz retorna la historia de la e"plotacin centenaria, la madre obrera, siempre parida, siempre sufriente, siempre grandiosa, el camarada de las fbricas, engrandecido y acuartelado en su gran conciencia pol#tica, el rojo y piojento roto nacional de las calicheras, el colosal vagabundo, presidiario, limosnero, sobre el cual anda la ara!a del $digo y restalla el azote de la autoridad constituida, el cura macabro de los pueblos, con su religin apelillada como la sotana, el polic#a que azota y humilla a su hermano de clase y de lecho, enga%!ado por los filibusteros de la ley escrita &en el trasero- de 'las cien familias(&, los ro!osos y rotosos seres, que adoran a )almaceda entre sus piojos, los infelices empleados provincianos, que, durante miles de edades, se invitan a sollozar vino de lgrimas y nacen ra#dos, como la familia D#az de *icant+n, y son beatos y borrachos, los ltimos huainas de la fornida y maldita ,raucan#a, los marinos y los soldados de $hile... ,quellos que braman y lloran, desde el horror mineral de los conven%tillos o los cementerios, y trabajan por la raza chilena, agonizando entre sus verdugos, -que enciendan aqu#, en este cardumen de cantos, la bandera social, precisa y grandiosa, de la liberacin proletaria...

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