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Capítulo 8: "Intrigas"
En el capítulo anterior...
Tras descubrir que todos estaban infectados con el virus del desierto, exc
epto yo, les suministraron las vacunas y quedamos bajo observación. Al sal
ir del hospital fuimos hacia el Museo arqueológico para asegurarnos que lo
s objetos de la expedición habían llegado bien. Pero cuál fue nuestra sorp
resa al descubrir que la caja que contenía el papiro de la destrucción no
estaba. Kirash, un ladrón de tumbas muy conocido, la había robado. Por sue
rte pudimos recuperarla. Nos dirigimos inmediatamente al campamento para r
ecoger nuestras cosas, pero fuimos testigos de la traición de Javier. En e
sos momentos unos vehículos se acercaron inmediatamente hacia el campament
o, haciendo que huyésemos de él. La persecución parecía interminable, pero
aquellos tipos consiguieron hacernos volcar. Medio insconsciente, entre m
is manos tenía la caja que me fue arrebatada antes de perder totalmente la
consciencia. ¿Quién puede estar tan interesado en el papiro como para ata
carnos de aquella manera?
Y ahora, la conclusión...
Sacó del bolsillo de su bata blanca una pequeña linterna médica y comenzó
a examinarme la vista.
Al oír aquello me quedé descansada. Menos mal que no les había pasado nad
a. El médico estaba anotando alguans cosas en la ficha médica cuando le p
regunté intrigada:
¿Juan?, no podía creerlo. Que suerte que apareciese en aquel momento pero
sentía curiosidad de saber cómo nos había encontrado. El médico terminó de
escribir en la ficha médica y me dijo:
-Aún debe quedarse en observación toda la noche para ver como progresa. Ma
ñana ya podrá recibir visitas.
-Muy bien-le repsondí.
-¿Cómo te sientes?
-Mucho mejor, casi ya no me duele-le respondí con la mirada cabizbaja.
Daniel me cogió la barbilla e hizo que levantase la mirada. Sin darme cuenta
mis ojos estaban llorosos, a punto de soltar unas lágrimas.
-Lo siento chicos. Si les hubiese entregado la caja con el papiro nadie estarí
a herido-dije soltando las primeras lágrimas.
-No te preocupes. Esos tipos nos hubiesen hecho lo mismo aunque les hubiés
emos entregado el papiro-me dijo ella.
Entonces Juan se acercó un poco más, poniéndose a los pies de la cama.
Realmente fue una suerte que nos encontrase, sino hubiese sido por él segu
ramente estaríamos muertos. Clara cogió del brazo a Juan y le dio un beso
en la mejilla como muestra de agradecimiento por salvarnos. Juan parecía m
uy serio, entonces dijo:
-No puedo creer que Javier sea un traidor y nos haya vendido de esa manera.
Lo conozco desde que íbamos al instituto y jamás imaginé que hiciese algo
así. El único culpable de todo esto es él.
Al parecer las chicas le habían contado todo. Entonces se me pasó por la cab
eza una cosa...
Daniel volvía mirarme con aquella mirada tan seria. Por un momento había
olvidado que Daniel me odiaba. Seguro que ahora más que antes. Primero el
virus y ahora el intento de asesinato. cada vez estaba más convencida de
que Daniel estaba odiándome con todas sus fuerzas.
-Te dije que siempre estaría contigo. Te quiero y eso no cambiará-me dijo s
in dejar de abrazarme.
No pude negarme a que viniese conmigo así que nos dirigimos hacia la comisa
ría mientras los chicos se dirigían al hotel internacional para pedir unas
habitaciones. Nos dejaron entrar con mucha facilidad. Pensé que era mejor h
ablar con Kirash, era mucho más fácil de intimidar,además Javier había sido
capaz de engañarnos descaradamente y no nos diría nada. Fuimos a la celda
de Kirash para hablar con él, aquella celda era muy pequeña en la que sólo
había una cama vieja y un retrete sucio. Se sorprendió en vernos porque cre
ía que estábamos muertos, nos dejaron entrar dentro con él, me senté a su l
ado mientras Daniel se paseaba por la celda.
-Si no me dices lo que queremos saber, el que te corten la mano por ladrón s
erá el apraiso en comparación con lo que te haré yo-le dije cogiéndolo de la
camisa y gritándole.
-Sólo sé que está en una isla griega llamada Gâvdos, en el sur de Creta. te
juro que es lo único que sé-me respondió aún con más miedo.
Me aparté con los ojos llenos de lágrimas y me fui corriendo sin rumbo fij
o por las calles de la ciudad mientras escuchaba como Daniel me llamaba:
-Andish por favor dale esto a Daniel cuando venga a por sus cosas-le pedí dá
ndole la nota.
Daniel tenía una cara de tristeza que les sorprendió a todos. Estaba totalmen
te abatido, entonces Laura le preguntó:
-No puedo creer que te quedes así como así. Debes ir a buscarla-le dijo Laur
a a Daniel.
Daniel se secó las lágrimas. Abrazó a Laura.
Danile cogió la nota y los chicos formaron un círculo para escuchar lo que
en ella decía. Daniel con las manos un poco temblorosas la abrió y comenzó
a leer en voz alta lo que ponía:
“Para Daniel y los demás:
Es difícil lo que tengo que decir por eso prefiero escribirlo porque sé qu
e si os tuviese delante no podría despedirme. Me marcho, no puedo deciros
a donde porque esto lo he de hacer yo misma. Sé que no entendéis muchas co
sas que han pasado durante la excavación, ni yo misma lo sé, por esa razón
me marcho, para buscar las respuestas. Por favor seguid siendo tan buenos
chicos y chicas como siempre, el poco tiempo que he pasado con vosotros h
a sido suficiente para que os llegue a querer. Perdonadme, os quiero, adiós.
PD: Daniel te amo y siempre te amaré”.
Tras leer la carta las chicas empezaron a llorar y los chicos les cayeron al
guna que otra lágrima, entonces Daniel imaginó que el lugar a donde me march
aba podría ser en busca del papiro. Daniel se guardó la nota en el bolsillo
del pantalón.
Mientras Andish iba a por todas las cosas Daniel les dijo a todos:
Daniel negó con la cabeza. No quería que corriesen ningún riesgo. Llegó An
dish con todas las pertenencias de los chicos y cada uno cogió sus cosas,
salieron del museo acompañados por Andish. Cuando Andish entró de nuevo en
el museo Daniel comenzó a despedirse de los chicos uno a uno, todos estab
an tristes por la despedida pero entendían que Daniel tuviese que irse por
que sabían que estaba enamorado. Cuando se despidieron Daniel cogió un tax
i para ir al aeropuerto en mi búsqueda, el resto de los chicos cogerían má
s tarde otro taxi para ir al aeropuerto y volver a casa esperando que noso
tros dos estuviésemos bien.
Llegué al aeropuerto y fui a recepción para comprar mi billete pero los vue
los estaban todos ocupados por lo que me tuve que esperar a que se cancelas
e alguna plaza. Al cabo de media hora volví a recepción para ver si había a
lguna noticia.
-Ha habido una cancelación. Hay dos plazas libres para el siguiente vuelo a
Heraclion-dijo la recepcionista.
-Quiero un billete.
-Mejor que sean dos-escuché por detrás.
-Será mejor que se den prisa porque el avión está a punto de despegar. Ade
más hay más gente esperando para comprar sus billetes.