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Como muchos emblemas polticos apearse al federalismo ha sido cuestin que en la Argentina vivimos reivindicando.

Con las primeras letras aprendemos que somos un Estado Republicano y Federal, pero con el andar del tiempo lejos de esas convicciones donde mucho se entremezclan folklore y partidismo hacemos gala de un federalismo al uso nostro que transita por sendas ms emotivas que reales y en el que la repblica misma parece esfumada. En la verncula cosmovisin de los intereses creados se ha supuesto muchas veces desde cierta perspectiva provinciana que el federalismo es un coto de caza para el "caudillismo", escuela de "autonoma de cierta partidocracia", "motn administrativo" para los detentadores de turno, cuando no "mbito de reserva para negocios no santos" que escapan al control de la Nacin toda. Pero, desde la ptica centralista, esa lectura tiene su correlato. El federalismo es para otros una "ilusin normativa", la suma de territorios que reportan "agobiantes cargas al cobierno central", forzado legado institucional" que debe reformularse con su extincin y, apenas "una silueta electoral" que perfila sus chances cuando es capaz de adicionar el quntum distrital a la hora del sufragio. Tan dislocado sistema de creencias que ni por asomo responden al modelo y a veces se minimizan, parecen darle la razn a una sabia enseanza de Alberto Antonio Spota. Son inequvoco reflejo de una realidad en la que la parte supera al todo. Ergo, por el sendero de opuestas convicciones, cada uno batalla por imponer lo que le conviene. A ese desalentador panorama que viene de hace mucho con la desfederalizacin se ha sumado ahora la desrepublicanizacin. Por ende, para remontar la cuesta habr que recuperar no solo al Federalismo, tambin a la convaleciente Repblica.

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