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Poemas de Borges, Cortzar y Marosa DiGiorgio, donde los objetos toman vida.

LAS COSAS ( Borges )


El bastn, las monedas, El llavero, la dcil cerradura, las tardas notas que no leern los pocos das que me quedan, los naipes y el tablero, un libro y en sus pginas la ajada violeta, monumento de una tarde sin duda inolvidable y ya olvidada, el rojo espejo occidental en que arde una ilusoria aurora Cuntas cosas, limas, umbrales, atlas, copas, clavos, nos sirven como tcitos esclavos, ciegas y extraamente sigilosas! Durarn ms all de nuestro olvido; no sabrn nunca que nos hemos ido.

OBJETOS PERDIDOS ( Cortzar )


Por veredas de sueo y habitaciones sordas tus rendidos veranos me acechan con sus cantos. Una cifra vigilante y sigilosa va por los arrabales llamndome y llamndome, pero qu falta, dime, en la tarjeta diminuta donde estn tu nombre, tu calle y tu desvelo, si la cifra se mezcla con las letras del sueo, si solamente ests donde ya no te busco.

EL SOL SE PARTI ( Marosa di Giorgio)


De sbito, estall la guerra. Se abri como una bomba de azcar arriba de las calas. Primero, creamos que era un juego; despus, vimos que la cosa era siniestra. El aire qued ligeramente envenenado. Se desprendan los murcilagos desde sus escondites, sus cuevas ocultas caan a los platos, como rosas, como ratones que volvieran del infinito, todava, con las alas. Por protegerlos de algn modo, enumerbamos los seres y las cosas: "Las lechugas, los reptiles comestibles, las tacitas...". Pero ya los arados se haban vuelto aviones; cada uno tena calavera y tena alas, y ronroneaba cerca de las nubes. Al alcance de las manos pasaron los batallones al galope, al paso. Se prolong la aurora quieta, y al medioda, el sol se parti; uno fue hacia el este, el otro hacia el oeste. Como si el abuelo y la abuela se divorciaran. De esto ya hace mucho, aquella vez, cuando estall la guerra, arriba de las calas.

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