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I Premio de Ensayo

“Sostenibilidad y Desarrollo Económico”

Desarrollo sostenible:

decrecer para crecer

Alumno de Ingeniería Industrial

Universidad de Cantabria

Enero de 2009
ÍNDICE

1. Introducción 3

2. La mano de Adam Smith 4

3. Crecer sin límite 5

4. La Utopía de la Igualdad Planetaria 6

5. Límites y desarrollo 7

6. Límites y justicia social 8

7. Conclusión 9

ANEXO I – La función exponencial 12

ANEXO II – Escenario energético de la 14


Utopía de la Igualdad Planetaria

ANEXO III – Definiciones y conceptos 16

2
1. INTRODUCCIÓN

La vida es bella en este oasis que es el mundo desarrollado. Estómagos satisfechos,


educación, sanidad y prestaciones por desempleo para todos, coche, moto y teléfono
móvil último modelo. La economía crece y sale el sol todas las mañanas. No se puede
pedir más.

No obstante, basta abrir los ojos para ver que la instantánea anterior no es más que el
idílico velo que oculta una realidad dramática, en la que otras palabras mucho más
ásperas se yerguen como gigantes que ensombrecen nuestras luminosas vidas de
consumidores felices. Desastre ambiental, superpoblación, guerras, injusticia,
desigualdad, pobreza, hambre. Palabras que, a pesar de ser terriblemente
importantes, apartamos de nuestro camino porque resultan amargas compañeras de
viaje. Por el mismo motivo nuestros políticos procuran no mencionarlas en sus
pomposos discursos. Es esa costumbre de no llamar a las cosas por su nombre, como
si silenciando la palabra desapareciese la tragedia que se retuerce tras ella.

Gracias a esta maravillosa habilidad, que nos permite ver solo lo que queremos ver,
hemos aceptado una idea simplona de la realidad y nos hemos instalado
confortablemente en ella. Sin complicaciones ni preguntas incómodas. Como vacas
que, sin pensar demasiado, rumian alfalfa en un establo. ¡Hay alfalfa de sobra!

Pero en tiempos de crisis, como ahora, incluso la alfalfa puede escasear, y entonces la
gente empieza a ponerse nerviosa y a exigir medidas a sus representantes políticos.
Naturalmente, estos ya han encontrado la solución ideal que, en palabras de Sarkozy,
consiste en refundar el capitalismo, y es probable que en pocos años todo haya vuelto
a la normalidad.

Sin embargo, la crisis financiera parece un problema menor si la comparamos con la


verdadera gran crisis que se avecina: la medioambiental. El calentamiento global, el
agotamiento de los recursos naturales y la destrucción de ecosistemas son bombas de
relojería que nos van a estallar en la cara en cuestión de décadas. Y por si fuese poco,
el problema de la superpoblación no hace sino acelerar la cuenta atrás.

No estamos hablando ya de salvar a los ositos del Ártico, proteger los bosques
amazónicos o dejar de ensuciar el aire que respiramos. Lo que está en juego ahora es
la propia supervivencia de la especie humana.

¿Podrá el renacido capitalismo de Sarkozy evitar el colapso planetario que se


aproxima?

3
2. LA MANO DE ADAM SMITH

La economía estudia las relaciones sociales que se establecen entre los seres
humanos cuando estos actúan para satisfacer sus necesidades. Pero el estudio de
algo tan abstracto como el comportamiento humano exige un modelo simplificado
basado en unas hipótesis generales, que deben definir las claves sin perderse en el
laberinto de la psicología.

En este sentido, la economía clásica, con Adam Smith a la cabeza, describió al ser
humano como un egoísta que sólo encuentra motivación para ser productivo ante la
perspectiva de salir beneficiado. Así, no es la benevolencia del tendero la que nos
proporciona la cena, sino su propio interés. Por eso el sistema económico debe
potenciar y dar libertad a los sujetos económicos, para que actúen según sus propios
intereses y puedan crear riqueza. Por si fuese poco, la enorme complejidad de los
intercambios económicos va a ordenarse de forma natural en los mercados gracias a
la libre interacción de los egoísmos individuales; es la famosa mano invisible. La
conclusión final es que la unión de egoísmos individuales produce el máximo altruismo
colectivo.

Estos principios fundamentales constituyen la base teórica sobre la que se levantan el


liberalismo económico y el capitalismo, y son los rasgos que caracterizan al sistema
que ha imperado a lo largo de los dos últimos siglos: un sistema de producción e
intercambio de bienes basado en el capitalismo y en el libre mercado, controlado
débilmente por los Estados, y encaminado a maximizar el desarrollo económico
mediante la optimización de los beneficios individuales.

No es el objetivo de este ensayo discutir si el liberalismo económico consigue todo lo


que promete. Sin embargo no se puede negar que el modelo propuesto por Adam
Smith en el siglo XVIII funciona bastante bien. Desde su implementación se ha
conseguido mejorar enormemente la calidad de vida de la población mundial, como
reflejan todos los indicadores sociales (esperanza de vida, tasa de mortalidad infantil,
alfabetización, etc.). Además, para los defensores del libre mercado la pobreza no
puede atribuirse al propio sistema, sino que se debe a la mala gestión de los
gobiernos, muchas veces corruptos, de los países subdesarrollados.

En efecto, el libre mercado cumple eficazmente con su cometido. Incluso el mercado


actual, que no es tan libre como le gustaría a Adam Smith, sigue poniendo de acuerdo
todos los días a millones de egoísmos individuales. La mano invisible funciona
razonablemente bien.

4
3. CRECER SIN LÍMITE

En la época de Adam Smith la población mundial era de 800 millones de personas, y


parecía imposible que el planeta se nos pudiese llegar a quedar pequeño. Hoy somos
cerca de 7000 millones, y la ONU prevé 9300 millones para el año 2050.

Sin embargo, no fue hasta la década de los 70 del siglo XX cuando comenzaron a
oírse las primeras voces que alertaban de la existencia de límites físicos del
crecimiento, algo tan obvio como ignorado. En 1972 el club de Roma encargó al
Massachussets Institute of Technology (MIT) un estudio cuya principal conclusión es
que «en un planeta finito, las dinámicas de crecimiento exponencial (de población y
producto per cápita) no son sostenibles»1.

No se necesita un complejísimo modelo matemático para darse cuenta de ello; basta


con comprender las implicaciones físicas de un crecimiento continuo de la economía,
de la población o del consumo de recursos. Por ello es conveniente que el lector
acuda en este momento al Anexo I, incluido al final de este ensayo, en donde se
describe la función exponencial y se analizan sus dramáticas consecuencias. A la vista
de los resultados resulta evidente que un planeta limitado no puede admitir
crecimientos continuados, pues en pocas décadas se alcanzan dimensiones
absolutamente inadmisibles.

Personalmente, creo que los efectos sociales dañinos inherentes al industrialismo


capitalista (desigualdad, injusticia global, alienación de las personas, etc.) son motivos
suficientes para que busquemos otros modelos alternativos. Ahora bien, su mayor
contradicción es de una naturaleza totalmente diferente: el industrialismo capitalista no
tiene en cuenta los límites físicos del planeta. La mano milagrosa de Adam Smith,
además de invisible, es ciega. Obsesionada por crecer, pisa a fondo el acelerador sin
ver que vamos directos al desastre.

Como conclusión de lo expuesto hasta ahora, me parece oportuno enunciar en este


punto la tesis del ensayo, que es la siguiente: No es posible un crecimiento económico
continuo en un mundo limitado. Sin embargo, la razón de ser de la economía liberal y
productivista es crecer. Por ello, si queremos evitar un colapso medioambiental
planetario, debemos crear una forma alternativa de habitar la Tierra que respete sus
límites físicos.

1
“Los límites del crecimiento”, Donella Meadows y otros. 1972.

5
4. LA UTOPÍA DE LA IGUALDAD PLANETARIA

Para que la sociedad industrial capitalista fuese un modelo económico válido debería
poder afrontar los retos económicos globales, lo que significa proporcionar a cada ser
humano un nivel de bienestar superior a cierto umbral, siempre dentro de los límites de
la sostenibilidad.

Para comprobar si el capitalismo posee estas cualidades, supongamos que


conseguimos realizar lo que a partir de ahora llamaré la Utopía de la Igualdad
Planetaria. Imaginemos que desde 2008 los países subdesarrollados se suben al tren
del crecimiento, y en el año 2018 una nueva clase media mundial de 7300 millones de
personas disfruta de un nivel de vida equivalente al de un ciudadano español actual.
Se trata de evaluar el consumo de recursos en ese escenario utópico, pero para
simplificar el análisis consideraré solo la evolución del consumo mundial de energía
primaria. Puede esperarse que el consumo de otras materias primas, el volumen de
emisiones contaminantes y otros parámetros relacionados con el crecimiento
económico sigan tendencias similares. Conviene al lector saltar ahora al Anexo II, en
donde se desarrolla en detalle el escenario energético de la Utopía de la Igualdad
Planetaria.

El primer dato concluyente que puede extraerse es que, para que en 2018 toda la
población consumiese la misma energía que un español medio actual, al menos habría
que doblar la producción mundial de energía. ¿De donde vendría toda esa energía?
Las reservas de combustibles fósiles se agotarían en la mitad del tiempo previsto, el
cambio climático se aceleraría, nos veríamos obligados a construir miles de centrales
nucleares…

No parece una situación muy sostenible, pero seamos optimistas y supongamos que
los avances técnicos permiten satisfacer la ingente demanda energética. Desde el año
2018 hasta 2050 la producción crece solo lo necesario para mantener el consumo per
cápita de la población creciente, lo que obliga a generar 2.5 veces más energía que en
el año de referencia, 2008.

Desde 2050 la producción crece un modesto 1% anual, gracias al ímpetu de los


egoísmos individuales actuando libremente en los mercados. La economía sigue
creciendo y los ministros están contentos. En esta situación el consumo de energía en
2100 será 4.1 veces el de 2008, en 2200 alcanzará un valor 12 veces superior, y para
el año 2500 habrá multiplicado por 220 el consumo de referencia del año 2008.

Si se acepta el modelo anterior como una aproximación válida de la realidad, la


disyuntiva está en saber si es posible satisfacer consumos de energía, agua,

6
alimentos, aluminio, acero, etc. decenas de veces superiores a los actuales. Aunque
los científicos no se ponen de acuerdo sobre donde se encuentran exactamente los
límites físicos del planeta, en lo que sí coincide toda la comunidad científica es en que
tales límites existen. Y con crecimientos continuos, sobrepasarlo es cuestión de
tiempo. De siglos. Quizá de décadas.

A la vista de todo esto, está muy claro que debemos cambiar nuestra forma de habitar
el mundo. Ahora bien, ¿cómo debería ser el nuevo sistema?

5. LÍMITES Y DESARROLLO
Nos encontramos en una encrucijada verdaderamente complicada. Por un lado,
consideramos el desarrollo económico deseable e incluso irrenunciable. Pero por otro
lado los límites físicos del planeta nos obligan a limitar el consumo de recursos. ¿Es el
desarrollo sostenible un oxímoron imposible?

En primer lugar, y puesto que la propia supervivencia de la Humanidad depende de


ello, garanticemos la sostenibilidad del sistema, que pasará necesariamente por el
respeto a los límites físicos del planeta. Para ello definiremos la cantidad máxima de
recursos que podemos consumir mundialmente, y nos comprometeremos a no
sobrepasar ese límite.

Llegados a este punto ya estaremos habitando sociedades sostenibles. La cuestión


entonces será si podemos desarrollarnos bajo las nuevas condiciones. Desde luego,
no es posible un desarrollo basado en el aumento continuo del consumo de recursos,
en primer lugar porque violaríamos las reglas que nos hemos propuesto respetar, y en
segundo lugar, porque ya sabemos que ese tipo de desarrollo, a la larga, conduce a
un colapso medioambiental catastrófico, y por tanto al subdesarrollo o la extinción.

Por consiguiente, en mi opinión es imprescindible una redefinición del concepto de


desarrollo que lo desligue del crecimiento económico. El ser humano es mucho más
que el homo oeconomicus de los libros de economía, y medir su riqueza solo en
términos económicos es caer en un reduccionismo simplista y empobrecedor. A partir
de cierto nivel de bienestar material, consumir más no nos hace más felices. Por eso, y
a pesar de lo que diga la publicidad, hemos de modificar estas actitudes, no solo
porque son medioambientalmente insostenibles, sino por la deshumanización y
alienación que producen en las personas.

No estoy defendiendo que volvamos a las cavernas, sino que empleemos nuestra
inteligencia y nuestra creatividad para habitar el planeta de un modo sostenible y

7
humano, dejando en segundo o tercer plano las pseudo-necesidades que solo
consiguen hacernos menos libres, más insatisfechos, más infelices y, en definitiva,
más pobres. Y de paso, destruir al planeta y por ende a nosotros mismos.

Esto no significa que haya que renunciar al desarrollo económico. Entiendo que debe
seguir siendo un elemento clave en la configuración de la sociedad, pero nunca el
único ni el más importante. Cualquier forma de desarrollo económico será deseable si
respeta los límites de consumo de recursos y contribuye al desarrollo integral de la
sociedad. No obstante, y debido precisamente a la limitación de recursos, el desarrollo
económico debe buscar nuevas vías basadas en la mejora tecnológica, la eficiencia y
la innovación.

Creo, por tanto, que el desarrollo sostenible sí es posible, siempre que entendamos la
riqueza y el desarrollo en términos mucho más amplios que los económicos, poniendo
la economía al servicio del ser humano, y no al revés.

6. LÍMITES Y JUSTICIA SOCIAL.

En los capítulos anteriores se ha mostrado la imperiosa necesidad de cambiar el


rumbo de la economía, limitando el consumo de recursos y redefiniendo el concepto
de riqueza y de desarrollo. Solo en estas condiciones puede darse el desarrollo
sostenible que, por otra parte, ha de ser un objetivo fundamental de la Humanidad.

Sin embargo, hemos dejado de lado una cuestión fundamental: la justicia social. Una
sociedad que se desarrolla sosteniblemente no necesariamente es justa. Si el
desarrollo solo beneficia a una parte de la población, mientras que el resto vive en la
pobreza, entonces esa sociedad tampoco es deseable.

El mundo actual es tremendamente injusto. El disfrute de las bondades del desarrollo


solo está al alcance de una minoría, mientras que el resto vive en condiciones a veces
terribles. Según el liberalismo, la solución vendrá de la mano del crecimiento
económico y del desarrollo de los países pobres, pero nunca del reparto de los
recursos que ya se consumen. Si son pobres es porque no saben desarrollarse, no
porque nosotros seamos ricos, así que no les debemos nada.

Es obvio que la situación cambia drásticamente al limitar el consumo mundial de


recursos, porque si un sujeto consume más de lo que le corresponde, estará privando
de ese recurso a otros sujetos, es decir, estará acaparando recursos. La única manera
de conjugar desarrollo sostenible y justicia social es no permitiendo la existencia de

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estos acaparadores, ya que lo contrario significaría condenar a la miseria a los países
o personas menos poderosos, agresivos o competitivos.

Surge entonces la necesidad de repartir el “derecho al consumo de recursos” entre


toda la población. Nótese que no hablo de repartir los recursos, sino solo el derecho a
su consumo. Que después se consuma o no todo lo que se tiene derecho a consumir
dependerá del buen funcionamiento de la economía de cada país y del esfuerzo de
cada individuo. Esto es, no todos iguales, pero sí todos con iguales derechos.

7. CONCLUSIÓN
Lo que se propone en este ensayo es, en definitiva, un cambio paulatino pero firme en
la forma en que el ser humano habita el planeta Tierra, en pos de tres objetivos
claramente diferenciados, aunque interrelacionados:

1. La sostenibilidad, que implica limitar el consumo de recursos.

2. La justicia social, que obliga a repartir equitativamente el derecho a consumir


estos recursos.

3. El desarrollo, que debe respetar los dos objetivos anteriores, y abarcar más
aspectos que el mero desarrollo económico.

Lamentablemente, creo que el ser humano moderno no puede alcanzar estas metas,
ya que ha sido socializado y educado en un mundo que funciona de otra manera, con
unas escalas de valores radicalmente diferentes, que ignoran los límites físicos del
planeta y sacralizan el crecimiento económico como si fuese la solución a todos los
problemas de la Humanidad. Es descorazonador tener que admitir que el hombre
moderno no está dispuesto a vivir en un mundo sostenible, justo y próspero.

Habría de producirse un cambio fundamental en el carácter del ser humano, una


transformación cultural colectiva que nos haga comprender que la satisfacción
ilimitada de los deseos no produce bienestar ni felicidad, y que no merece la pena
pasarse la vida deseando lo que no se tiene, cultivando una insatisfacción crónica que
nos aleja de nuestra verdadera esencia, de lo que verdaderamente somos o podemos
llegar a ser.

Sólo la creatividad, máximo exponente de la inteligencia humana, puede guiarnos en


esta evolución tranquila pero imprescindible, para crear posibilidades donde antes no
las había, reinventar al hombre y su visión del mundo y de sí mismo. Este es el fin más
alto en el que puede empeñarse la inteligencia. Renunciar a él es un sacrilegio que

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supone despreciar nuestra faceta más humana, someternos a la deriva del mundo y
abandonarnos a nuestra suerte.

Si los argumentos no son suficientes para convencernos, se encargará de hacerlo lo


que algunos llaman la pedagogía de las catástrofes: cuando todo se derrumbe, -y es
cuestión de tiempo-, entonces no nos quedará más remedio que creérnoslo. Solo que
quizá ya sea demasiado tarde.

De momento seguimos acelerando. Vamos cada vez más rápido a ninguna parte. En
esta espiral sin fin lo importante es la velocidad, no la dirección, y el que se para a
pensar pierde el paso y se queda atrás. Trabajar más para ganar más dinero y
comprar más cosas, pero siempre necesitar más, y más… y al final morir sin apenas
haber vivido.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero ¿qué sentido tendrá
conservarla cuando hayamos perdido la razón?

Espero equivocarme, no obstante, y que dentro de unas décadas, cuando tal vez
encuentre este ensayo entre viejos papeles de principios de siglo y lo relea, me eche a
reír feliz, y piense en lo pesimista que fui al escribir aquel ensayo, y en cómo la
Humanidad supo inventar otra forma de habitar la Tierra, próspera, sostenible y justa.

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ANEXOS

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ANEXO I - LA FUNCIÓN EXPONENCIAL

Según Albert Bartlett, profesor emérito de la Universidad de Física de Colorado, el


mayor defecto de la raza humana es nuestra falta de habilidad para comprender la
función exponencial. El siguiente ejemplo muestra porqué.

Imaginemos un parámetro que represente aproximadamente el consumo de recursos


(energía, alimentos, materias primas, etc.) de la economía mundial. Supongamos que
este parámetro tiene en el año 0 un valor unidad, y después crece moderadamente,
por ejemplo al 2% anual. A continuación se muestra el consumo de recursos en los
años siguientes.

AÑO CONSUMO DE RECURSOS (FACTOR)


0 1
5 1,10
10 1,21
20 1,48
50 2,69
100 7,24
150 19,49
200 52,48
250 141,26
300 380,23
400 2754,66
500 19956,57
8
1000 4·10
2000 1.5·1017
Figura I.1

25001
Consumo de recursos (factor)

20001

15001

10001

5001

1
1 51 101 151 201 251 301 351 401 451 501

Año

Figura I.2. Evolución del consumo de recursos creciendo al 2% anual.

12
Sucede que en solo 35 años el consumo de recursos se duplica, en 70 años ya se ha
multiplicado por 4, en 105 años es 8 veces mayor, en 140 años 16 veces mayor, y así
hasta que 500 años después el planeta consumiría 20000 veces más recursos que el
primer año. Para el año 1000, el factor será 4·108, 400 millones de veces mayor. Y
para el año 2000, 1.5·1017, es decir, 150000 billones de veces mayor, un número difícil
hasta de imaginar.

El mismo razonamiento puede aplicarse a cualquier otro parámetro, como la población


mundial, el consumo de energía o las emisiones de CO2. En pocas palabras,
crecimientos continuos de una magnitud, aunque sean pequeños, acarrean
incrementos enormes en cortos periodos de tiempo.

Pero esto no es magia; es la función exponencial. Es cierto que un crecimiento del 2%


es pequeño, pero la clave está en que cada año crece respecto del último valor
alcanzado, que es cada vez mayor. El 2% de 1 es 0.02, pero el 2% de 1000 es 20.

No son necesarios grandes análisis matemáticos para entender este fenómeno. Se


puede demostrar que si una magnitud crece al p %, entonces doblará su tamaño en un
periodo T aproximado de:

70
T= años.
p

Así, si la economía española creciese al 7% (el sueño de cualquier ministro de


economía) su tamaño se duplicaría cada 70/7 = 10 años.

35

30
Tamaño de la economía (factor)

25

20

15

10

0
1 26 51
Año

Figura I.3. Evolución del volumen de la economía si creciese un 7% anual.

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ANEXO II – ESCENARIO ENERGÉTICO DE LA UTOPÍA DE LA IGUALDAD
PLANETARIA

Datos iniciales (se considerarán iguales para el año 2008)

Consumo per cápita de energía primaria en España en 2007 = 37500 kWh2

Consumo mundial de energía primaria en 2005 = 139·1012 kWh3

Población mundial en 2008: 6700 millones de personas4

Suposiciones

La población mundial en el año 2018 será de 7300 millones de personas, y en 2050


será de 92005, fecha a partir de la cual supondremos que la población dejará de
crecer.

En el estado utópico de Igualdad Planetaria que se alcanzará en 2018, cada ser


humano consumirá la misma energía que un español medio del año 2008.

Desde 2018 el consumo de energía crecerá a un modesto 1% anual.

Cálculos

El consumo mundial de energía primaria en 2018, una vez alcanzado el estado utópico
de Igualdad Planetaria:

(37500 kWh / persona y año) · 7300·106 personas = 273·1012 kWh / año

Tomando el consumo de energía del año 2008 como la unidad, el consumo ha


aumentado en un factor:

273/139 = 1.96

El consumo mundial de energía primaria en el año 2050, si solo crece lo necesario


para mantener el consumo per cápita, será:

(37500 kWh / persona y año) · 9200·106 personas = 345·1012 kWh / año

Y el consumo ha aumentado en un factor:

345/139=2.48

2
IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético del Gobierno de España)
3
World Consumption of Primary Energy by Energy Type and Selected Country Groups, 1980-
2004 (XLS). Energy Information Administration, U.S. Department of Energy
4
U.S. Census Bureau
5
UNDESA (United Nations Department of Economic and Social Affairs), 2006

14
Desde el año 2050 consideramos que la población se estanca en 9200 millones, y que
el consumo de energía crece a un ritmo pausado del 1% anual.

Resultados

La siguiente tabla representa la evolución del consumo de energía desde 2018,


considerando un crecimiento continuo del 1% durante 10 siglos, en el supuesto utópico
de igualdad planetaria planteado.

AÑO CONSUMO DE ENERGÍA (1012 kWh) FACTOR


2008 139 1
2018 273 1.96
2050 345 2.5
2100 567 4.1
2150 933 6.7
2200 1534 11
2300 4151 29.9
2500 30673 220
3000 4396673 31630
Figura II.1

12

10
Consumo de energía (factor)

0
2008 2058 2108 2158 2208
Año

Figura II.2. Consumo de energía en el escenario de la Utopía de Igualdad Planetaria,


(detalle de los 200 primeros años)

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ANEXO III – DEFINICIONES Y CONCEPTOS

CAPITALISMO: Estructura económica en la cual los medios de producción operan


principalmente en función del beneficio y en la que los intereses directivos se
racionalizan empresarialmente en función de la inversión de capital y hacia la
consecuente competencia por los mercados de consumo y trabajo asalariado.6

DESARROLLO SOSTENIBLE: Aquel desarrollo que logra satisfacer las necesidades de las
generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para
atender sus propias necesidades.7

HUELLA ECOLÓGICA: Parámetro que mide la cantidad de suelo biológicamente


productivo que necesita un ser humano, o una comunidad, para satisfacer su consumo
total de recursos y asimilar los residuos producidos por tiempo indefinido. Se utiliza
para evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo de vida. Diversos
estudios indican que la huella ecológica de la Humanidad está un 20% por encima de
las posibilidades de regeneración de la Tierra8.

LIBERALISMO ECONÓMICO: Teoría económica que defiende la no intromisión del Estado


en la economía, ya que la libre interacción de los sujetos, siguiendo sus egoísmos
particulares, conduce al máximo altruismo colectivo.

PRODUCTIVISMO: Orientación de un sistema económico hacia la maximización del


crecimiento económico y el aumento de la producción de bienes materiales.

6
Extraído de Wikipedia
7
Informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo: Nuestro Futuro
Común ONU (11/12/1987)
8
“Living Planet Report 2006”, elaborado por WWF, Global Footprint Network y ZLS.

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