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Introduccin general El militar y la m uerte El estado de guerra es el ejemplo universal (y contempo rneo) de disolucin de la presencia de la m uerte, p o r el hecho de predom

inar la afirmacin de la sociedad sobre la afirmacin de la individualidad. El estado de guerra provoca una mutuacin general de la conciencia de la m uerte. Poco apreciable cuando la sociedad est histricam ente organizada segn un modelo militar, como E sparta en los siglos v y iv antes de J. C., Dahomey antes de la conquista o el Im perio Inca, o cuando la situacin de peligro hace que sta se man tenga durante un tiempo ms o menos prolongado segn un tipo obsidional, tal mutacin es bastante ms notable cuando las estructuras liberales de paz se transform an en estructuras de guerra. Obsidional, en estado de guerra, la sociedad se endurece y se cierra sobre s misma, como esos unicelulares que ad quieren forma cristaloidea; se acoraza; su circulacin se en rarece, asfixindose para sobrevivir; se vive en el bloqueo, en el asedio, en plena angustia de guerra: la patria est en peligro. Entonces cie vigorosamente sus brazos alrededor del individuo. ste es arrebatado por la participacin prim iti va; ya no es l mismo: ahora lo que im porta es la patria. La caracterstica fundamental de las situaciones, ya sean guerre ras, provisionalmente obsidionales, o perm anentem ente mili tares, ha sido perfectam ente definida por Spencer(6): La posesin del individuo por el Estado, es la caracterstica de la situacin social adaptada a la guerra. La sociedad en gue rra se transform a, y as lo proclama, en un tipo de especie biolgica, lo que se da en llam ar una raza. Tanto los milita res como los fascistas, militarizadores ambos 'de la sociedad, gustan de hablar de las virtudes de la raza. El general en cam a la generalidad de la ciudad con respecto a la parti cularidad individual; esta ltim a pasa a segundo plano, cuan do se trata de una lucha a vida o m uerte por el phylum social. Entonces, fundido a su grupo en peligro o en marcha, el m rtir, el combatiente, el sitiado, el cruzado, ya no teme a la muerte.
(6) Cf. Principes de sociologie, t. III, pgs. 757 a 801.

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