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Maesttos Kusos ID RELATOS DE UN CAZADOR
ey. Paneth: Neo.Traduccién de
R. CANSINOS ASSENS
JOR Y KALINICH
900 ef que hava tenido ocasién de trasladarse del distrite
Ge] Voljovsk al de Chisdrinsk, habrii notadg ean asomaro
1 radical diferencia entre les habitantes del gobierno de Or-
lovsk y fos de Kaluga. El mufit de Orlovsk es bajo de estntura,
errgado de hombros, adusio; ira du spsayo, vive en misera
bles isbas de dlamo y trabaja para v! sof ejeree el comer
io, come mal, calza almadeedias de madera de tio... mientras
que el mujik Kaluzaés, que es reniero, habia en sélidas ishas de
pino, es de coepulenta esttuca, mira nudaz + alegremente, mues-
cn, tration en accie y resina de nbedul
y los dias de fiessa tater botas. Las aldeas de Orlovsk —babla-
nos de la parte orienra! det aohicrno de O-lovsie— suclen estar
desperdigadas en mecliw de tlerras Taborables, cerea de barrancos
prontos @ coavertirse en sucits charets, Fuera de algunos jara-
les, de los que se puede echias mona, y dos 9 tres entecos aber
(ules, no se ve ningun sicbol en wn versta a la rodonda; ape-
ishus gn otras, # sus techos estda
a una cara Timpia y bE
yanse, perezosas, uns
reeubiertos de prja con barre, Por ef conisaria, las aldeas de
Kaluga mudisteanse guneralmente vircundadas de bosques; Ins is
bs sparecen fibres y erguisins, con lus teshos de teja: cierran
bien sus puertas, no se disloca Ia ceren del corralilla trasero ai
sale al exterior iavitando a pasar adentro a cualyuier coehinillo
teashumante... También al eazador le va mejor en al gobierno
de Kaluga. En el de Orlovsis hace ya cinco aios que desapare-
sieron bosques y campifias, y de pantanos no queda ni seal,
mientras que en el de Kaluga, por el eontrario, euéatanse por
Slentos los viveros de caza, hay albuferas que cogen decenas de600 ho 5. TURCUENIEY
fa noble casta del gallo montés, y
fa inguleta perdiz, con sus intermi-
tudo'y asustaado al cazador 7 su
‘gerstas, sigue pululando alli
medando la fragante se ¥
tentes revoloteas, sigue alegre
sae ge cazador, aveindado en cl distrito de Chisdrinsk,
TTS foe de craton sy y bubs de facet amistad on ve
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si ‘en ver de odnateo (1), ‘decia odnache, y habia tomado a su
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pos desbrozacos y labrados, ‘alzibase la solitaria vivienda de Jor 7
Pe ie ere algunas tablas de pino uaidas para formar compee
G) Sin enbarw.
RELATOS DE UN caZaboR 661
timientos; ante la isbu principal colgaba una cortina sosteaida
por finos pilares. Entramos. Salié a recibimos un chicacrén de
nos doce afios, alto y coloradote.
Ah Pedia! ;Esté Jor en casa? —preguntéle Polutikin,
XNo. Jor fue a la ciudad —respondidie el muchacho, son-
tendo y dejando ver una hilera de dientes blancos como [a nie-
ve. gQuiere usted que enganche la telieguilla?
Si, hermano, Ia telieguilla. ¥ trienos kvas.
Pasamos ai interior de la isha. Ningda cuadru culgaba de les
timpias paredes de vigas; en un rincén ante el pesado icono
theteado de plata, ardia una lamparilla; le mesa, de madera de
tilo, mostraba sefales de reciente timpieza; entre las vigas y las
jambas de las ventanas no mecodeaban fos vivarachos escarabay
jos of se ocultaban las pensativas cucarachas, No tardé el mu-
Ghacho en volver con un gran jarro blanco, leno de excelente
hwas y una descomunal ebanada de pan candeal, amén de uaa
docena de pepivillos salados en una fuente de madera. Dejé to-
tdas aquellas viandas sobre la mesa, recostise en el quicio de 1a
[puerta y pilsose a mirarnos sonriendo. No tuviéramos ain tiem-
po de spurar nuestra merienda cuando ya ta teliege dejé ofr su
Fumor ante a escelinata, Salimos. Un chico de unos quince afos,
de rizoso pelo y encarnados mofictes, hacia veces de cochero
con trabajo dominaba al bien cebado y fogoso potrillo. Ea torn
fa la feliega habia seis garridos mocetones, muy parecides los
unos a tos otros y a Fedia.
“—-iTodos, hijos de Jor! —observé Polutikin.
—/‘Todos’ Joritos ! —encarecié Fedia, que habia salido tras
de nosotros. Potap anda por el bosque, y Sidor fue con padre
ala ciudad... Mira, Vasia —continud, dirig éndose al cochero—
ten culdado, que llevas at sedor. En los recodos affoja ef paso,
pues, si no, a mas de estropear lu telivga, molestaris a los se
Los demés Jorites rigronse de las advertencias de Fedia.
JOue suba también Astrdnomo | —exclamé splemnemente
‘el sefior Potutikin.
No sia satisfaceidn, levants Fedia en vilo al perro, que son
rein a la fuerea, y lo acomods en el fords del vebiculo. Vasia
solté las riendas al caballo, Arrancé la feliega.