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Albacea Era un enano obeso, con cara aplastada y asitica de luna llena, picado de viruelas y dientes llenos de oro,

que relucan en una sonrisa cargada de los peores augurios. Traa un pantaln abotonado debajo de un vientre de hidrpico que le sobresala como un tumor informe, sin decir palabra se llev la mano a la espalda y a la altura del cinturn sac un revlver de calibre corto con el que me apunt a la cabeza. Un miedo de orden puramente anima, un terror de bestia acorralada. Yo aprend y me acostumbr a derivar de los sueos jams cumplidos slidas razones para seguir viviendo. Se antojan turbadoras anticipaciones que denuncian el certero poder de jalar el hilo preciso en el ciego ovillo del futuro. Esta condicin, que sin temor a exagerar, podemos calificar de visionaria, cobra mayor importancia en los temblorosos trazos de su escritura de ultratumba

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