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Si no perseguimos el tiempo fugaz y

huidizo, vivimos.
A veces nos parece que la realidad es tangible y otras se nos escapa de las
manos.
Ni una cosa ni otra. Somos nosotros que proyectamos sobre ella
inquietudes.
Sucede que si nos dejamos llevar alcanzamos lo más. Esa actitud de
ansiedad en nada nos acompaña, más bien nos aleja del objeto a alcanzar.
Nos distancia.
Aunque aspiras al retorno éste nunca se dará. Aquello queda en memoria.
La memoria selecciona y novela lo que en su tiempo pasó. No hubo tal. Se
presupone lo que en la imaginación se recrea. Tanto el dolor como el placer
quedan confusos. Recreamos una memoria no real.
Nos hacemos protagonistas de historias no vividas. Partimos de idealidades.
Formamos cuerpos fatuos a los que damos carne, sangre y vísceras. Desde
ellas sentimos, lloramos y reímos. Nos entregamos y retiramos.
Después de trazar tantos planos y mapas confundimos la realidad con su
proyecto o proyección.
Simplificar el momento es la clave. Si pacemos y nos damos al instante. Si
no perseguimos el tiempo fugaz y huidizo, vivimos.

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